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martes, 28 de enero de 2014

EL CAMINO EN "MIAMI" Y "LA PLAYA DE LOS PLAYOS" (GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS) UNA BELLA CONCHA BAÑADA POR EL MAR CANTÁBRICO

 

Llegan los peregrinos a la Escalera 14 de El Muro o El Muro de San Lorenzo, acceso a la playa de este nombre, dando vista a la fachada marítima de la ciudad asturiana de Gijón/Xixón, la Villa de Jovellanos o, empleando aquel lema turístico y veraniego sesentero, la capital de la Costa Verde. Es el Paseo del Muro, prolongación, a partir de 1907, del viejo muro dieciochesco que se había emplazado para proteger la entonces aún pequeña villa gijonesa de los embates del mar y de las tormentas de arena que el viento arrojaba antaño sobre la población cuando todo esto eran arenales, dunas y marismas

De todas maneras, la villa aún tardaría en crecer hacia aquí, la construcción de una muralla con foso, tan inútil como insalubre por sus aguas estancadas, en 1837 al empezar la I Guerra Carlista, contuvo su expansión varias décadas por el llamado Arenal de San Lorenzo, origen del barrio de L'Arena, si bien, ya el 22 de agosto de 1850, se subastaban los primeros terrenos del llamado Ensanche del Arenal al aristócrata Félix Valdés de los Ríos, el I Marqués de Casa Valdés, I Vizconde de las Riberas, Teniente Coronel de Artillería, Maestrante de Sevilla y Diputado a Cortes con Isabel II, cuyo primer paso fue, antes de edificar, volver los terrenos cultivables (el país seguía siendo eminentemente rural pese a cierta industrialización incipiente) con los limos y la tierra sacada del dragado del por entonces pequeño puerto local gijonés

Por entonces, la villa ya tiempo hace que había "saltado" las destruidas murallas (durante el asedio trastamarista de 1395) romanas que la habían protegido desde el Bajo Imperio Romano (con posible abandono altomedieval), pero no demasiado, un poco más al sur de su emplazamiento original de Cimavilla, el barrio antiguo, asentado a la protección de la ladera meridional de La Talaya, L'Atalaya o Cerro de Santa Catalina, promontorio que cierra esta concha de San Lorenzo por el oeste y que vemos en la distancia

Esta expansión primigenia extramuros se haría tras la reconstrucción de la villa, realizada a partir de 1410 aproximadamente (se discute la fecha exacta), se haría muy poco a poco a través del istmo arenoso cuya lengua de arena la comunicaban con tierra firme, naciendo así Bajovilla, cuyo límite sería más o menos el Monte Begoña (actual paseo céntrico). Esa población sería la que había quedado encorsetada por la nueva muralla, en  estrella, como mandaban los cánones de la época, erigida para prevenir un ataque carlista que nunca llegó y que marcó la evolución urbanística de la ciudad hasta nuestros días


Y esa sería la población que verían los peregrinos históricos de las edades Media y Moderna al acercarse a ella, si bien a la vez totalmente diferente, pues puede decirse que no queda ningún edificio medieval y solamente unos pocos de los siglos XVI, XVII y XVIII. Lo que no pudieron las guerras lo pudo el desarrollismo urbanístico de las décadas 1960 y 1970, que dejaron incluso solamente unos cuantos edificios modernistas decimonónicos y de principios del XX, más algunos eclécticos y racionalistas, de los que iremos hablando oportunamente según nos acerquemos al centro urbano


Ni siquiera la iglesia es la antigua, gótica, reconstruida sobre un posible templo anterior dedicado a San Salvador destruido en 1395 y este a su vez sobre un templo precristiano relacionado con las termas romanas localizadas en su subsuelo y en El Campo Valdés (enfrente de su entrada y torre). Por sus inmediaciones los peregrinos de antaño se dirigirían al antiguo Hospital de los Remedios, más conocido como El Hospital de Corraxos (peregrinos pobres, enfermos, vagabundos y transeúntes en general), del que queda en pie su capilla y puede visitarse, pues además se encuentran en ella los restos del prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, anexa a su casa natal y familiar, actual museo


Se supone que la población nació tras la conquista romana y el desplazamiento a ella en el siglo I, de las gentes del primitivo castro marítimo y metalúrgico de La Campa Torres, de los astures luggones cilúrnigos (caldereros), sito en lo alto del Cabu Torres, a cuyo amparo fondeaban las naves desde tiempo inmemorial, una protección natural que fue fundamental para hacer allí el gran puerto de El Musel, no sin importante oposición de quienes preferían ampliar el muelle local, entre finales del siglo XIX y principios del XX


Empezando a funcionar en 1907 de manera efectiva, el mismo año que precisamente arrancó la ampliación de El Muro, pronto desplazó a los demás puertos asturianos gracias a la exportación del carbón de la cuenca minera. Tras la parálisis de la Guerra Civil se recuperó prontamente, más con las creación de las grandes empresas siderúrgicas Ensidesa y Uninsa, llegando a ser el principal puerto granelero de España


Ello supuso sucesivas ampliaciones portuarias, ejemplificadas aquí por el Dique Príncipe de Asturias y, más lejos y a la derecha, el Dique Torres, El Muselón, que se dice popularmente


El Paseo del Muro, llamado así por el muro de contención frente al sable o arenal, fue creciendo así tras la ciudad que crecía en esta dirección por el histórico Ensanche del Arenal que dio nombre al barrio L'Arena, hoy día de los más populosos de la ciudad. No obstante, como ya comentábamos en la entrada de blog correspondiente al anterior tramo de Camino, y como es natural, tuvo diversas grandes reformas integrales, la última a principios de la década de 1990 que es la base de su aspecto actual, con algunos cambios posteriores


De la misma manera, el barrio de L'Arena cambió radicalmente su aspecto en todo este tiempo. Creció con pequeñas casas con huertos, algunas fábricas y no pocas ciudadelas obreras y viviendas de vecindad, así como varios chalets de la burguesía local. El citado desarrollismo lo transformó radicalmente y echó por abajo ciertos proyectos de ciudad-jardín o parque-playa con grandes moles que crecieron desmesuradamente en altura pese a las pretendidas disposiciones que se supone iban a evitarlo, las cuales proyectan grandes sombras sobre las calles y, dependiendo de la época del año, sobre el mismo muro y su playa


A partir del año 2000... y pico se puso en marcha un plan de fachadas para intentar paliar al menos su impacto visual, ofreciendo muchos bloques este acristalado aspecto. El plan llegaba una década después de aquella última gran reforma del paseo que, entre otras cosas, sustituyó a las antiguas pérgolas erigidas durante una reforma anterior que se habían convertido en focos de insalubridad, por otras más pequeñas, tal que esta

  
Y en ella encontraremos una placa en bronce con un verso del santanderino Gerardo Diego dedicado a este arenal:
   Delicia de los ojos playa de San Lorenzo
  de este a oeste extendido su manto de canela
  la mirada perdida en el confín del lienzo
  o acariciando el seno
 sonoro de la vela

Estamos a la altura de la calle Doctor Aquilino Hurlé, dedicada en 1955 a este médico gijonés que atendió a todos los vecinos sin reparar en su situación económica. Antes fue la Travesía de la Catalana, donde había un barrio de casas obreras hoy desaparecido que, según Luis Miguel Piñera, debe su nombre al apodo popular de la dueña de un antiguo prostíbulo


En los bajos de los actuales edificios del Muro hay comercios pero principalmente hostelería. Las anchas aceras permiten la instalación de terrazas, como aquí las de la cafetería Don Pelayo, veterano establecimiento gijonés, también con restaurante. A su izquierda una pizzería artesanal, Piccola Stanza, abierta más recientemente al estilo franquicia donde antes hubo otros negocios


Seguidamente, un edificio más pequeño es la antigua antigua Casa de Socorro, ahora sede de la Asociación de Vecinos y del Centro de Mayores El Piles. En la página web de la primera encontramos esta historia del barrio, incluyendo El Muro, extraída de la publicación del Ayuntamiento. obra del Cronista Oficial Luis Miguel Piñera, titulada El arenal de San Lorenzo. Historia del ensanche de La Arena:
"La historia del Barrio de La Arena comenzó a mediados del siglo XIX y podemos hablar de una fecha muy concreta: el 22 de Agosto de 1850. Ese día, Félix Valdés de los Ríos, marqués de Casa Valdés, solicitó al Ayuntamiento de Gijón que le vendiera los arenales, en aquellos tiempos de muy difícil acceso. El Ayuntamiento realizó una subasta y dividió los terrenos en tres partes. La mayor superficie la vendió al marqués, y otra, mucho más pequeña, a Romualdo Alvargonzález; la tercera, que recibiría luego el nombre de La Florida, la reservó el municipio para zona de recreo, (situada en el polígono que hoy forman la calle Alarcón, la calle Luciano Castañón, la avenida de la Costa y el Parque e Cocheras) donde estuvieron el Parque Continental y el conocido circo-teatro-cine Campos Elíseos (ubicado durante varias décadas en la esquina de Ramón y Cajal con la avenida de la Costa, fue derribado en el año 1964, construyéndose en su lugar, y con gran propaganda respecto a su modernidad, el rascacielos que hoy contemplamos).

Más hacia levante había otro centro lúdico emblemático de Gijón: la Plaza de Toros de El Bibio (hasta su construcción en aquellos años existía una provisional, de madera, en Begoña).

El ensanche también afectó a dos fincas cuyos nombres están muy olvidados: El Balagón (cuyo eje central es la Calle Dindurra, contó con no pocos y hermosos chalés), y El Tejedor (terreno al que hoy conocemos como Zarracina, barrio lleno de fábricas y talleres y reservado para viviendas modestas).

Félix Valdés de los Ríos se embarcó posteriormente en la tarea de convertir el suelo arenoso en cultivable, un trabajo que había comenzado antes de ser el propietario del terrero, pues ya desde 1850 depositaba allí el limo y la tierra que sacaba de la limpieza del puerto local, empresa que había ganado en subasta.

En 1853 se concedieron al marqués de Casa Valdés los terrenos del arenal que había solicitado tres años antes. El Ayuntamiento condicionaba la venta a que el comprador aceptase el plano de urbanización que se realizase en su momento. Una vez aprobado el plano del ensanche por aquella parte de Gijón, comenzaron los trazados de calles y las construcciones con las rectificaciones pertinentes. Ya en 1888 la comisión recordaba la necesidad de prolongar el Muro hasta el Piles. El incremento de la población y la aparición de fábricas y talleres evidenciaron la necesidad de un muro de contención que evitase la acometida del mar. Su construcción se prolongó desde 1907 hasta 1914.

Las calles trazadas en la zona más cercana al mar, las del barrio conocido propiamente como el Arenal o La Arena, se llenaron a partir del último cuarto de siglo XIX de modestas casas de planta baja que dejaban grandes patios en el interior de la manzana. Patios en muchos casos ocupados por viviendas obreras, llamadas ciudadelas, que servían de alojamiento para trabajadores gijoneses más desfavorecidos, construidas con materiales de baja calidad, y en bastantes casos sin contar con licencia municipal. Sus condiciones higiénicas eran asimismo deficientes.

La Arena se equiparaba, en cuanto a servicios urbanos y sanidad, con el centro de la población, mientras que la mayor parte del barrio disponía de viviendas y condiciones de vida precarias. De hecho, uno de los rasgos distintivos de este barrio ha sido la proliferación de estas ciudadelas, donde su número llegó a superar el centenar, aunque buena parte fue clausurada por las autoridades municipales en 1890.

No podemos olvidar la importancia del tranvía en la expansión y el desarrollo de esta parte de Gijón. No en vano la línea que iba a Somió (primero, desde 1890, tirada con mulas, y ya desde 1909 electrificada) pasaba justamente delante de los Campos Eliseos y de la plaza de toros. Casualmente el mismo año que desaparecieron los tranvías en la ciudad se hundió parte del cine Los Campos, y al año siguiente, en 1964, se derribó. A partir de este momento comenzaron a extenderse las edificaciones en la zona.

La ocupación del barrio fue lenta. Se incrementó en la zona más alejada del centro, cuando el Muro era ya una realidad, y sólo se completó, llevando de vivienda el paseo a partir del año 1960. Las construcciones de la zona sufrieron un crecimiento desmedido que llevó a la aparición de grandes bloques de edificios, algunos incluso sombreando la misma arena de la Playa San Lorenzo."


Y este es el carril-bici que se añadió a la reforma noventera de El Muro. Hoy en día resulta inimaginable pensar que, antes de estos edificios altos, dispuestos muy concentradamente en manzanas cuadrangulares por las calles de Aguado, Doctor Aquilino Hurlé o Marqués de Urquijo, entre otras muchas, hubiese antes huertas, ciudadelas, viviendas obreras, chalets y hasta corrales y corripies (pocilgas) en lugares como el Patio de la Carpintería, Ciudadela de Juan Antonio Muñiz, La Catalana, Ciudadela de Hermenegildo Carbajal, El Caleyu... o que se prendía la foguera de San Xuan en un terreno situado entre las calles Aguado y Ezcurdia


La Casa de Socorro vino aquí de su anterior emplazamiento en la antigua carretera, actualmente avenida, de la Costa, unas manzanas más al sur y que era el paso del antiguo camín real costanero por el que los peregrinos y demás viajeros de antaño, se dirigían a la villa gijonesa empleando para ello diversos ramales que de ella salían, uno de ellos por estos arenales que aquí había, los cuales ya habían sido asentados en tiempos de Jovellanos, con plantación de arboledas, de lo que no queda ni memoria, pues otro intento de hacer un gran parque urbano en Los Campos, por entonces extrarradio de la villa, el de La Florida o Continental, también pereció con la especulación urbanística


Respecto a la asociación vecinal del barrio, que tiene aquí su sede, deseamos repasar sus primeros años de existencia con la periodista Albina Fernández, quien escribió para el diario La Nueva España el artículo Una historia de altibajos el 25-11-2008:
"La Asociación de Vecinos de La Arena tiene una intensa y en ciertas épocas controvertida historia. Nació el 30 de mayo de 1979, y el primer presidente fue José Ramón Capalastegui Herrero. El objetivo era conseguir mejoras para el barrio, pero muy pronto la asociación entró en un período de silencio, sin reuniones ni actividades, que se prolongó hasta noviembre de 1989 y que explicó el propio Capalastegui. «Al principio logramos algunas cosas del Ayuntamiento y se nos prometió una sede, pero no nos la dieron y poco a poco se fue perdiendo el fervor democrático», señaló.

En noviembre de 1989 la asociación volvió con renovadas ilusiones y con el nombre de Asociación de Vecinos «Isabel la Católica» del barrio de Las Arenas, aunque el uso abreviado la dejó con el nombre de La Arena. El presidente seguía siendo Capalastegui y la falta de un local el principal problema, así que las reuniones volvieron a los bares. En la primera reunión de la directiva se acordó solicitar al Ayuntamiento un local en el centro de planificación familiar (antigua casa de socorro) de la calle Rufo Rendueles, y se enumeraron los principales problemas del barrio: alcantarillado, inseguridad ciudadana, aparcamiento, drogadicción, transporte, fábrica de gas y sanidad. Desde el 21 de diciembre las reuniones se celebran en una sala del pabellón de los deportes.

El 1 de febrero de 1990 el acta recoge que dimitió Capalastegui, que censuró el comportamiento de la secretaria y del vicepresidente por temas de la Federación de vecinos. Una gestora se hizo cargo de la asociación y convocó elecciones para el 24 de marzo de 1990. No hubo candidaturas y la gestora se convirtió en directiva con la presidencia de Miguel Ángel Miranda Sotomayor. Llaman la atención sus objetivos: «Transparencia, crítica constructiva y clara, subordinación de las ideologías e intereses personales a la mejor promoción del barrio, la búsqueda del consenso en el trabajo, y actitud abierta hacia los vecinos dispuestos a trabajar».

El 25 de abril de 1990 se trató sobre la conveniencia de pedir al Ayuntamiento una normativa restrictiva sobre la venta de alcohol a menores y exigir más inspecciones de la calidad de las bebidas vendidas. En julio se vive cierta tensión en el seno de la asociación y el presidente fuerza el cese de una directiva. Unos problemas que se reproducen en mayo de 1991 por el abandono de un proyecto de vivienda tutelada. Se forma una nueva gestora con Dolores García como presidenta y se convocan elecciones, que gana Rosa Pérez Barreñada a Ángel Maldonado en junio de 1991.

En mayo de 1992 la asociación se reúne con los responsables de la Policía Local y les hacen llegar los daños que producen los ultras del fútbol durante los fines de semana, sobre todo en el partido contra el Oviedo. La representación vecinal protesta también por el tráfico de drogas y piden agentes de paisano para localizar a los traficantes.

La directiva celebró por primera vez las fiestas del 11 al 13 de junio de 1993 como una fórmula para dinamizar el barrio, en colaboración con la hostelería y el Ayuntamiento.

Abelardo González sustituye a Rosa Pérez, y en marzo de 2002 está como presidente Fermín Priede, el vicepresidente, al estar de baja el presidente (de nuevo Miguel Miranda). Vuelven a reproducirse las dimisiones y en julio de 2002 se convocan elecciones. En el acta del 14 de octubre figura como presidente Fermín Castro Uría. Y en enero de 2003 se hace alusión por primera vez al local que ocupa ahora la asociación en la calle de Rufo Rendueles, 17. El 26 de junio de 2003 se convocan elecciones y Emilio Parajón se impone a Miguel Ángel Miranda. El 7 de agosto de 2003 se creó «A pie de barrio», con Faustino García, Claudia Magdalena y Carmen Gayo; y la vocalía de la mujer con Julia Rosa Rodríguez Álvarez. Con esta directiva se entró a fondo en las cuestiones sociales y de promoción de la salud. En junio de 2004 se acordó elaborar una revista por los 25 años de la asociación.

El 21 de junio de 2006 se convocaron elecciones y fue elegida presidenta Julia Rosa Rodríguez. En esta época se nombraron miembros de honor a la Asociación de Viudas y Abierto hasta el Amanecer. Esta directiva tuvo que hacer frente a temas como la «Semana negra» y el proyecto del parque inglés."

Aquí, la Avenida de Rufo García Rendueles está dedicada a este gijonés desde el 8 de octubre de 1910, quien promovió la construcción de esta prolongación de El Muro desde su puesto de subsecretario de Obras Públicas, cuyo nombre completo era nada menos largo que Rufo María Bernardo Francisco José Juan Ignacio Nicolás, hijo del también gijonés Nicolás García Rendueles y de la sevillana María Dolores Domingo Labarrieta. Antes estaba dedicada al muy influente político, diputado conservador y Ministro de la Gobernación Alejando Pidal y Mon, madrileño de origen villaviciosino, hijo de Pedro José Pidal y CarniadoI Marqués de Pidal y padre de Pedro José Pidal y Bernaldo de Quirós, I Marqués de Villaviciosa


Más atrás reconocemos los edificios de la calle Manso, dedicada con este nombre el 28 de noviembre de 1936 a José Andrés Manso, abogado de las Juventudes Socialistas Unificadas que defendió a los procesados de la Revolución de Asturias de 1934. Caído al principio de la Guerra Civil en Salamanca, por donde era diputado, su apellido no fue cambiado del callejero por las autoridades franquistas "por desconocer a quién hacían referencia", según Luis Miguel Piñera. Antes fue la Avenida Alvargonzález y, en algunos tramos Asalto y Juncosa


Frente a la antigua Casa de Socorro y actual sede vecinal hay un monolito, con otra placa, esta con versos del asturiano Alfonso Camín


Ah si no fuera este mar
que nos abraza en la arena
el tritón y la sirena
y el afán de navegar
La fecha de 1993 indica la reforma culminada por entonces en El Muro, a cargo del Ministerio de Obras Públicas y Transportes y  la Demarcación de Costas de Asturias


La ampliación de El Muro desde La Garita, límite costero oriental de la mal llamada muralla carlista (más bien era anti-carlista) fue un proyecto Miguel García de la Cruz, prestigiosísimo arquitecto autor de numerosísimas obras, con plaza de arquitecto auxiliar del Ayuntamiento desde 1903, pasando a arquitecto titular al año siguiente tras la dimisión de Luis Bellido. Desde entonces y hasta la de 1991-1993 de Diego Cabezudo se han sucedido varias reformas totales, nos las cuenta muy amenamente Javier Fernández Díaz en 105 años de cambios en el Muro de San Lorenzo, del digital Mi Gijón del 22-10-2020:
"El paseo más popular de Asturias y una de las viejas aspiraciones de Gijón se hizo realidad en abril de 1915. Entonces concluían las obras de construcción del paseo marítimo de la playa de San Lorenzo, el Muro. Con más de un siglo de historia, se ha convertido en el espacio más popular de la ciudad, gimnasio al aire libre y salón social al que todo el mundo acude para ver y ser visto. Pero a lo largo de sus 105 años el debate y las polémicas también han estado siempre presentes. El 9 de octubre una comisión presidida por el Colegio de Arquitectos definirá las futuras directrices de esta seña de identidad gijonesa. 
Gijón es su paseo, y las estructuras que llevan levantándose desde hace más de 1.500 años para mantener a raya el Cantábrico. Pero la obra con la que se completó la principal fachada marítima de la ciudad comenzó el 3 de junio de 1907. Ese día se emprendieron las labores para hacer los 567 metros de la primera fase del proyecto, obra del arquitecto Miguel García de la Cruz 
Solo unos meses más tarde de la Cruz se concentró en el diseño de la balaustrada, una tarea  nada fácil llena de retrasos por las mareas, que no se dio definitivamente por construida hasta 1915.  
Desde entonces, el Muro no ha dejado de cambiar. En 1933 nació la famosa Escalerona, en 1940 se adjudicó para la construcción del bar Náutico el espacio que ocupaba el desaparecido Hospital de Caridad y en 1942 se proyectó una prolongación del paseo desde el Piles.  Además, en 1951 se diseñó la primera gran reforma del paseo, que incluyó la renovación de todo el pavimento, la instalación de elementos como las populares pérgolas de hormigón  y una nueva distribución de espacios que tenía en cuenta el creciente uso del coche.  
De todo ello, las pérgolas ya pasaron a la historia. En mayo de 1982 tuvo lugar su derribo,  consecuencia de un inesperado acuerdo de la Comisión Municipal Permanente, que autorizó un gasto de cinco millones de pesetas para borrar una panorámica que se remontaba a casi treinta años atrás. "

En los años 1970 una importante reforma hizo numerosos pasadizos para comunicar vía subterránea El Muro con la otra acera de la Avenida de Rufo Rendueles. Dado que fueron foco de insalubridad e inseguridad fueron suprimidos a excepción de este, acceso al Balneario Playa San Lorenzo, con duchas, vestuarios y también escuela de surf
"La transformación del Muro siguió años después. Entre 1991 y 1993 el arquitecto Diego Cabezudo se encargó de dar forma a un nuevo diseño. Se renovó de nuevo todo el pavimento, se instalaron elementos como los parasoles o las marquesinas y se ganaron cuatro metros de anchura para peatones."

Un cambio profundo, no plenamente urbanístico en el sentido constructivo del término sino del circulatorio, tuvo lugar arrancando la segunda década del siglo XXI. La vieja aspiración de hacer El Muro plenamente peatonal, para lo que existen algunos proyectos, que pasan normalmente por hacer un costoso túnel subterráneo para el tráfico de vehículos, se llevó a efecto parcialmente pero sin dicha solución de soterramiento, sino en la misma superficie de la calzada, limitando la circulación de automóviles a un solo sentido entre grandes protestas que dividieron a la opinión pública gijonesa: era El Cascayu, llamado así popularmente por un juego infantil de los que se dibujan en el suelo, que era con lo que lo comparaban, unos y otros, tanto detractores como partidarios, por sus motivos coloristas pintados en el asfalto. Una resolución judicial motivó su reversión y que el tráfico volviese a circular en dos sentidos por la Avenida de Rufo García Rendueles el 5 de julio de 2022


Aquella es la calle Aguado, donde hubo antaño ciudadelas obreras. Una de ellas era el Patio de la Carpintería, una docena de viviendas para obreros, otra la Ciudadela de Juan Antonio Muñiz, quien la edificó hacia 1880, junto con otras. También estaba la de Ramón Sánchez Rendueles, cuyas condiciones eran tan paupérrimas que allá por 1890 su propietario tuvo amenaza de 25 pesetas de sanción si no las arreglaba


Al otro lado del pasadizo, en los bajos del edificio a la derecha de la antigua Casa de Socorro, más terrazas, las de la Cafetería Coral. A la derecha la pizzería La Competencia, de la que también escribe Luis Antonio Alías en El Comercio del 28-1-2016:
"¿Cómo unos chicos del Páramo leonés han creado una cadena de pizzerías que triunfa en León, Asturias y más allá? 
Sin duda, por el ímpetu que esa comarca aporta a sus naturales cuando optan por la hostelería: Gijón y Oviedo saben mucho de parameros con iniciativa, constancia y aplauso, de las manos derechas de Vitorón a los pescados de Crespo, los guisos de La Tasca de Cabrales o un porcentaje de chigres sorprendente. Ahora que volvemos con fuerza a las plurinacionalidades, unirnos con los astures del sur aumentaría presencias y riquezas que las gastronomía traduce en vinos mencía y prieto picudo, vacunos de llanura y reposo, cecinas pata negra, otros quesos, la arrolladora matachana, chocolates viejo estilo y petites délicatesses como las ancas de rana o la androlla. 
Pues volviendo a La Competencia, José María, el socio fundador, trabajó de cocinero en Suiza y trajo de allí la idea que plasmó en el Barrio Húmedo con un primer local. El éxito de las bases finas, delicadas, crujientes, que dan potencia y brillo a las coberturas logró pasando los primeros trabajadores a socios un crecimiento imparable, abriéndose locales en Ponferrada, Burgos, Oviedo, Avilés y Gijón:hoy la plantilla supera los doscientos trabajadores.

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Por los antiguos arenales desaparecidos discurría un acueducto de cañería abierta que llevaba agua a la por entonces pequeña villa gijonesa desde el pozo de La Martiz, abierto, según los eruditos Estanislao Rendueles y Julio Somoza en, 1646 en el lugar de Llanío en Les Mestes, en concreto donde hoy está la piscina descubierta del Real Grupo Cultura Covadonga, tal y como leemos en La ciudad del agua. Historia del abastecimiento público de agua en Gijón, de Héctor Blanco González


Las obras del acueducto de La Martiz comenzaron el 1651 y se dilataron bastante en el tiempo, hasta 1669, apuntando Gaspar Melchor de Jovellanos en sus escritos que para sufragarlo se aplicó un tributo especial sobre el consumo de sidra. Llegaba hasta La Barquera, al otro lado del istmo de Cimavilla, en la actual Plaza del Marqués (por donde pasará el Camino) y en el citado lugar de La Catalana había un depósito regulador. Héctor Blanco, siguiendo a los autores que escribieron sobre él, nos lo explica de esta manera:
"Desde Las Mestas el líquido se conducía a Gijón, esquivando primero los pantanos formados por la desembocadura del río Piles y atravesando luego el arenal de San Lorenzo, mediante un canal cubierto de unos tres kilómetros de longitud. Realizado en mampostería y abovedado, internamente era practicable y podía ser recorrido en toda su extensión mediante un pasillo paralelo alcanal que constituía el verdadero conducto de las aguas. Esta estructura se complementó con una serie de arquetas elevadas con forma de torreón –posiblemente realizadas con posterioridad a la construcción principal— a modo de torres de agua o depósitos reguladores; la última de las cuales —conocida como de San Nicolás, de entre 8 y 10 m de altura y ubicada en la confluencia de la actual calle Aquilino Hurlé con la avenida de la Costa, según descripción de Pachín de Melás—, fue demolida en 1933. 

Esta conducción o arca matriz fue la que, finalmente, dio el nombre no sólo a la traída sino al propio manantial de captación."

La Martiz dio agua a varias fuente públicas que se colocaron en diversos lugares de Bajovilla y se utilizó hasta que se puso en marcha la traída de agua corriente a las casas desde el manantial de La Fontona, en Llantones, al sur del concejo, inaugurada el 22 de marzo de 1890, pues aunque hubo un intento, a finales del siglo XVIII de construir un acueducto que trajese a la villa agua de un manantial cercano a la parroquial de Tremañes, al sur de la población, sus obras, para las que incluso se colocó una piedra fundacional, no llegaron a culminarse


Llegamos así a la Escalera 13 de acceso a la playa. Desde todas ellas se disfruta de excelentes vistas de esta bellísima concha gijonesa


La bandera de la villa, ciudad y concejo, un cuadro blanco con bordes rojos y, en medio y preceptivamente, el escudo, del que se tienen noticias desde el siglo XVII, que muestra a Don Pelayo triunfante en el monte Auseva tras la batalla de Covadonga, con la Cruz de la Victoria en una mano y la espada en la otra. La tradición dice que dicha cruz, si bien hecha en tiempos de Alfonso III El Magno, guardaba en su interior la de madera que portó Pelayo


La presencia de Pelayo en el escudo gijonés, que vemos también, pintado de dorado, en la columna de lasa farolas, se debe a la leyenda que asegura que tuvo sus reales en el viejo castillo-torre de la muralla romana gijonesa, tras echar de allí al gobernador musulmán, el bereber Munuza, si bien, salvo esa tradición no hay nada que demuestre fehacientemente su realidad


Aquí vemos la parte más oriental de la playa, con la desembocadura del Piles y el puente de piedra que, abierto en 1914 dentro de las obras de prolongación de El Muro, sustituyó a una peligrosa pasarela de madera de 1901. Antes había que pasar el río descalzos en las bajamares o montados en carros o caballerías


A partir del nuevo puente se abrieron dos carreteras, una al este, hacia L'Infanzón y otra al oeste, recorriendo toda esa ribera, ya en términos de El Pisón, en la parroquia de Somió, y que subía luego, a lo lejos, al alto de La Providencia, sola de la capilla de esta advocación, continuando luego también al Infanzón, uniéndose a la anterior en El Tasqueru y luego saliendo a la Carretera Villaviciosa, abierta en 1860 y que sustituyó a los viejos caminos reales de antaño, tanto el de Les Mariñes como el de Pión, por el que se trazó en 1994 la señalización del Camino de Santiago


Esta Ería o Iría del Piles, que vio en 1635 el desembarco de las tropas francesas en un fracasado intento de invasión, proyecto del célebre cardenal Richelieu, eran antes pastos y campos de cultivo cerealísticos de maíz y trigo principalmente, base de la alimentación y de los tiempos de la cultura del pan, cuando este se hacía en casa. El nombre de Les Caseríes, barrio de Somió que se extiende colina arriba, es muy significativo en este sentido, aunque nada queda ya de labores agropecuarias tradicionales al transformarse en un gran espacio residencial de chalets y viviendas unifamiliares


Por aquí se extiende el barrio de El Pisón, también de Somió, un topónimo que puede demostrar el antiguo cultivo de escanda, el trigo de montaña, pues, entre otras acepciones, un pisón es un molino que sirve para separar el grano de la paja


La pasarela, luego el puente, y sobre todo la carretera, configuraron esa zona ribereña del mar como un gran espacio más de ocio que residencial, con numerosos bailes y merenderos que evolucionaron, según los tiempos, a salas de fiestas, bares de copas y restaurantes


La prolongación de El Muro y su paseo entre 1951 y 1958 desde el puente a El Rinconín propició la apertura de nuevos establecimientos o la reforma y ampliación de otros. De su historia comentamos ampliamente en el artículo dedicado al anterior tramo del Paseo del Muro por el que viene el Camino, el del Puente'l Piles


El Bellavista, el Rocamar, el Parque del Piles, El Pery, La Florida o, anteriormente, La Venta Cantarero y el Tetuán o el Casablanca, son algunos de ellos, este último tiempo ha desaparecido, llegó a dar nombre a toda esta zona


El Mayán de Tierra es uno de los salientes rocosos de esa orilla, urbanizado desde la construcción de El Muro por ese sector, donde la carretera, ahora vía local en ese tramo al haberse hecho otra más atrás, hace una pronunciada curva al llegar a El Faro del Piles, otro renombrado restaurante


Es altamar y esta sumerge El Pedreru, franja rocosa costera. Ahí tenemos la Escalera 18 y Les Chapones, denominación popular del conjunto escultórico Sombras de Luz de Fernando Alba, de la que también hablamos en la entrada de blog antes reseñada. Fijémonos a la derecha en una de las casetas de puestos de helados que se instalan en verano a lo largo de todo el paseo


Las casetas de helados imitan a las tradicionales casetas de lona de la playa, una tradición que se remonta a los orígenes del veraneo de sol y bañistas, antes incluso que se acudiese a esta playa, ya en tiempos de la desaparecida Playa del Natahoyo o Arenal de Pando, al oeste del istmo de Cimavilla, donde en 1840 aproximadamente habría empezado la costumbre, propagada por entonces, de tomar baños de ola y sol, al descubrirse médicamente sus beneficios salutíferos


Las casetas, aunque muncho menores en número que en tiempos pasados, se mantienen todos los veranos en esta parte del arenal, la que mantiene arena en las pleamares y no hay miedo a que las lleve una ola traicionera...


Si bien en origen pudieron ser un lugar cómodo para mudarse de ropa a resguardo de miradas indiscretas las casetas de San Lorenzo se han convertido en una colorista tradición para no pocas personas que las alquilan de año en año, haciendo de ellas muchas veces, o en torno a ellas mejor dicho, un punto de reunión familiar o de encuentro social 


Se dice, por ejemplo, que la foto de las casetas con Cimavilla a lo lejos y la iglesia de San Pedro es una de las más características de esta playa y del verano gijonés desde hace ya unas cuantas décadas. Esta es una foto de la mañana temprano, cuando empiezan a ser desplegadas por los primeros bañistas


Al fondo, la línea del horizonte está ocupada por los largos diques de El Musel, el Príncipe de Asturias y el Dique Norte, la última gran ampliación, El Muselón


Las grúas, los buques, los graneleros, los contenedores, conforman el paisaje marítimo más inmediato, el de la intensa actividad portuaria


Playa surfista también por excelencia, este deporte y otras modalidades náuticas cuentan con escuelas en la ciudad. Para días en que la mar "está como un plato" ha logrado gran arraigo el Paddle Surf o Surf de Pala


Se dice que el surf fue introducido en esta playa en 1960 con los nadadores locales Amador Rodríguez y Félix Cueto tras la promoción hecha por el estadounidense Peter Virtel desde su estancia Biarritz en 1957. Así lo leemos en la web de la Federación de Surf del Principado de Asturias:
"En Europa, es Peter Virtel quien observa las extraordinarias condiciones que para la práctica del del “surf” ofrecían las playas de Biarritz, importa una tabla de EE.UU., difundiendo rápidamente su práctica por todo el continente. 
En España, dada su proximidad a la citada playa de Biarritz, que de inmediato se convirtió en punto de concentración de los aficionados a esta modalidad deportiva, se introduce rápidamente por las costas del norte, y por los años cincuenta Jesús Fiochi, que adquiere una gran habilidad sobre la tabla, lo divulga por varias playas de la nación. 
En el año 1960 cuando dos nadadores gijoneses; Amador Rodríguez y Felix Cueto, comienzan la práctica formal de esta actividad en la playa de San Lorenzo; acuden a unos Campeonatos de España de Natación celebrados en Santa Cruz de Tenerife varios nadadores del Grupo Cultura Covadonga y allí contactan con el notable surfista Jesús Fiochi quien les asesora e inculca los primeros conocimientos técnicos del surf. 
Amador Rodríguez se convierte en el principal promotor de este deporte y su ejemplo es seguido por muchos nadadores gijoneses, especialmente una vez finalizada la temporada de entrenamientos. A los pocos meses cuenta ya con un nutrido grupo de seguidores y se crean los clubes Peñarrubia y una sección de surfing en el Grupo de Cultura Covadonga, ambos en Gijón. 
En el año 1967 dos surfistas australianos, Peter y Robert Gulley, se entrenan en Tapia de Casariego y prende la afición en los deportistas de aquella zona. 
Antonio Alonso, Diego Méndez, Jose Antonio Iglesias y Tono Santos son los primeros en asimilar su técnica y en 1969 crean el Club Bajamar en aquella localidad veraniega." 

Dos de las escuelas están precisamente aquí, en este primer edificio a nuestra izquierda, una, en la esquina con la citada calle Aguado, Skoolsurf, abierta en junio de 2008 por Manuel Ruiz y Dani Aznar. La otra, a su derecha, es la de Siroko Surf Center, fundada en 2005


Se dice que en esta playa se jugó por primera vez al fútbol en esta ciudad en los primeros años del siglo XX, si bien también se dice que, más o menos a la vez, o incluso antes (hay diversas opiniones) se hizo en los prados, aún sin urbanizar del sur de la ciudad, El Prau Redondu en El Humedal. También en los situados al este, en El Bibio y en La Guía. Se trataba de jóvenes de destacadas familias acomodadas que estudiaban en Inglaterra, Suiza y Alemania, algo al alcance aún de muy pocos 


No obstante, en base a ellos, el deporte se popularizó enormemente enseguida entre todas las clases sociales y no tardó en desplazar al autóctono de los bolos, por ejemplo, muy arraigado, como el más practicado y con mayor afición. El gran erudito Javier Granda nos lo explica en su blog El cuaderno del geógrafo:
"Con las primeras luces del siglo XX llegó a Gijón el foot-ball, deporte, como es sabido, importando de Gran Bretaña, donde se practicaba con gran aceptación popular desde el último tercio del siglo XIX. Fueron los pies ocios de un ramillete de entusiastas jóvenes integrantes de la burguesía local, quienes comenzaron a practicar este nuevo sport en Gijón, juego con el que habían tenido contacto durante sus estancias formativas en el extranjero. Un somero repaso a los integrantes de los primeros clubes formados en la ciudad basta para identificar ilustres apellidos de la burguesía gijonesa como Adaro, Belaunde, Alvargonzález, Villaverde o Felgueroso, entre otros. Nació así el fútbol en Gijón como un deporte practicado por una minoría elitista y entusiasta (la única que disponían de tiempo de ocio en un momento en el que las jornadas laborales eran largas y agotadoras y sin apenas tiempo de asueto), que, con su afición por el ejercicio físico en general, y por el balompié en particular, consiguieron que pronto prendiese la chispa entre las clases populares y el fútbol se transformara en un auténtico fenómeno de masas seguido y practicado con auténtico entusiasmo por la juventud gijonesa y asturiana. La relativa sencillez de las reglas, el hecho de que solo de necesitase un balón para su práctica y la abundancia de espacios abiertos donde jugar, fueron argumentos de mucho peso a favor del arraigo del fútbol como deporte de práctica generalizada en la ciudad. 
El inicial carácter burgués del nuevo juego quedó reflejado en las crónicas periodísticas de la época en las que se calificaba al fútbol como un “culto sport” de creciente aceptación social. También recogió la prensa gijonesa el interés que despertaba el balompié en la sociedad local, convirtiéndose los primeros encuentros en verdaderos actos sociales que eran frecuentados por los estratos más acomodados del Gijón de la época, trasladando alrededor de los terrenos de juego las prácticas sociales de los cafés y salones privados “numeroso público presenció el match, las tribunas y sillas estaban concurridísimas, entre la concurrencia bellas mujeres”, recogía una crónica de 1905. 
Parece que el arenal de San Lorenzo fue el primer escenario donde los jóvenes atletas gijoneses comenzaron a poner en práctica lo aprendido del nuevo deporte más allá de las fronteras locales, y donde lucieron, con fulgor de estrellas, indumentarias y rudos balones de cuero importados del extranjero. Con el Cantábrico como de telón de fondo, la avanzadilla futbolística pronto creó afición y ésta se materializó en la formación de los primeros clubes, que tuvieron como seña de identidad el fomento del ejercicio físico y de la cultura del deporte, en un ideario muy próximo al higienismo finisecular. A la temprana fecha de 1903 apareció la sociedad deportiva Gijón Sport Club, presidida por José Suárez, y que contaba entre sus filas a dos jovencísimos Luis Adaro Porcel y Romualdo Alvargonzález Lanquine, como rutilantes estrellas. Durante ese verano y en años sucesivos el Gijón Sport Club, entre otros actos culturales y lúdicos, organizó festivales deportivos en los que los partidos de fútbol eran la atracción principal. En 1904 nació otra nueva entidad deportiva en la ciudad, la Juventud Sportiva Gijonesa, y al año siguiente, vio la luz el club Sporting Gijonés, precedente del actual Real Sporting de Gijón, agrupación formada por un grupo de jóvenes voluntariosos asiduos practicantes del fútbol playero, presididos por Anselmo López, que también fue jugador del mismo. Su aparición contribuyó a animar el panorama futbolístico en la villa y la popularidad del nuevo sport, que, aunque veía limitada la celebración de encuentros a la época estival (y en escaso número), comenzaba a despertar pasiones. Otro semillero de futbolistas y de entusiastas de este neonato deporte fue el colegio de la Inmaculada, donde los modernos padres jesuitas pronto alentaron la creación de equipos escolares, tal y como recogieron las páginas de la revista del centro y la prensa gijonesa."

Nos cuenta además Javier Granda que tras la "fase embrionaria del fútbol gijonés, la playa de San Lorenzo en su condición de escenario futbolístico quedó relegada a los aficionados amateur", quienes siguen acudiendo los domingos por la mañana (fuera de la temporada veraniega) a disputar sus encuentros y que los recién formados equipos principales de la ciudad "buscaron un acomodo más acorde con su categoría". Sería entonces cuando, allá por 1903, se registrarían campeonatos en El Prau Redondu, El Bibio y demás lugares, como, desde 1908, El Molinón, donde luego se haría el estadio de fútbol del Real Sporting de Gijón, tal y como decíamos al pasar por allí en la pertinente entrada de blog


Aquí tenemos una foto, si bien a contraluz, de El Mayán de Tierra con sus pedreros. Al otro lado están la Playa los Mayanes, de escasa arena y muy rocosa y pedregosa (cantos rodados) y El Mayán de Fuera, que veremos desde más adelante


La marea bajando, la parte más oscura, que conserva la humedad, revela hasta dónde ha llegado el mar


Y estas son las instalaciones de Central de Salvamento, servicio de Vigilancia y Salvamento de Playas, justo antes de la Escalera 12. A la izquierda uno de los llamativos puestos de helados que se instalan al llegar el verano por todo el Paseo del Muro, imitando la forma de las casetas de lona


Además de la central, los salvamentos se disponen a lo largo de toda la playa, apostados en torres metálicas con ruedas como la que vemos a la derecha 


Al llegar la temporada de baños es cuando además se pone en marcha el dispositivo la policía de playa, unidad policial municipal para la temporada veraniega creada en el año 2001


Según avanza el día, la playa va llenándose. En bajamares suele haber espacio de sobra pero en pleamares el espacio a ocupar disminuye drásticamente


La bandera amarilla señala la de que hay que bañarse con precaución debido al estado del mar, con oleaje y resaca, situación muy habitual


La bandera gijonesa, ondeando al viento, revela donde está cada escalera playera. Decíamos en la entrada de blog correspondiente a las anteriores desde El Puente del Piles, por donde el Camino llega a la playa, que en la gran reforma del paseo acometida a mediados del siglo XX se colocaron numerosos mástiles con banderas del mundo que fueron una de las características visuales de este paseo marítimo hasta la reforma de 1991-1993 en que volvieron a instalarse farolas, elemento al que habían sustituido los estandartes


Según avanzamos no dejemos de mirar a los grandes bloques de pisos del desarrollismo, pues hay alguno que tiene especial relevancia


En el número 12 de la Avenida de Rufo García Rendueles, por ejemplo, este el Edificio Palermo, con vistosa fachada estilo "dientes de sierra" por su forma de continuos salientes en vertical. Es una obra de los arquitectos José Antonio Muñiz y Celso García dentro del estilo Movimiento Moderno, inaugurada en el año 1958. El plan municipal de renovación de fachadas ha mejorado un tanto su aspecto, El Palermo se envuelve en vidrio, titulaba la noticia de su acristalamiento R. Valle para La Nueva España del 2-6-2010:
"Hace más de medio siglo que los arquitectos José A. Muñiz y Celso García diseñaron un bloque de viviendas a orillas del arenal de San Lorenzo. Unos años más tarde, el 13 de mayo de 1964, se inauguraba en sus bajos el restaurante cafetería Palermo. Un clásico de la hostelería local que pasó a dar nombre a todo el inmueble. Ahora el Palermo edificio, ya sin el Palermo restaurante desde hace tiempo, cambia de imagen. Una nueva fachada de cristal para ponerse a tono con las rehabilitaciones marcadas por el denominado plan del Muro y que respetará el diseño original aunque con un cerramiento de los balcones.

El equipo de gobierno daba ayer su visto bueno a una subvención de 1,6 millones de euros a la comunidad de vecinos para que asume la reforma. Esta ayuda se repartirá en cinco anualidades a partir de un primer pago de 323.599 euros a cargo del actual ejercicio presupuestario. Ese «pico» se integraba dentro de los más de 500.000 euros que la Junta de Gobierno repartió en su reunión de ayer entre 16 comunidades de vecinos de la ciudad con proyectos de rehabilitación de fachadas y planes de eliminación de barreras arquitectónicas."

Dentro del gusto por poner nombres que evocaban lugares de turismo playero abrió sus puertas por esa época el Hotel Miami, luego Hotel Príncipe de Asturias, cuyo acristalado aspecto vemos también a continuación, en el cruce con la calle Canga Argüelles, inaugurado el 8 de agosto de 1957


Por influencia del hotel, en el que llegó a haber un buen baile al que acudía la juventud de toda la villa y concejo, se dio en llamar al arenal Playa de Miami, o al menos esta zona oriental de la misma, donde está la Escalera 12, tal y como podemos comprobar en algunas postales de la época, aunque el neotopónimo no cuajó


Otro de los detalles que singularizan esta playa son sus barandillas blancas de peculiar diseño, que fueron adoptadas con los trabajos de prolongación de El Muro iniciados en 1907 con proyecto del arquitecto municipal Miguel García de la Cruz, si bien no siempre fueron blancas. Podremos encontrarlas en otros paseos similares pues han sido imitadas en más lugares


Las escaleras se disponen a derecha de izquierda de una pequeña explanada a manera de mirador sobre la playa, aunque a partir de La Escalerona, más monumental, veremos algunos modelos diferentes, en rampa, como la Escalera 2, o de una sola vía de escalones como la Escalera 1 y La Escalera 0


La veterana empresa que las fabricaba, Fundaciones Infiesta S.A., fundada en 1891, cesó su actividad en 2018. J.M. Ceínos titula esta noticia Dos barandillas en busca de fundidor, a lo que añade, "La liquidación de la empresa Fundiciones Infiesta deja sin fabricante los símbolos más característicos del paseo del Muro gijonés y de la Concha donostiarra" en La Nueva España del 12-11-2018, ya anunciada en el mismo periódico unos días antes con Fundiciones Infiesta, empresa centenaria de Gijón, entra en proceso de liquidación:
"La compañía gijonesa Fundiciones Infiesta, cuyos orígenes se remontan a 1891 ha pasado a formar parte de las empresas que se ha llevado por delante la dura recesión económica que llegó al sector industrial asturiano en 2008. La sociedad, con unos 35 trabajadores ha entrado en proceso de liquidación al no poder hacer frente a los pagos que había pactado con sus acreedores en el convenio que estos aprobaron en septiembre de 2015 y que le permitió entonces salir del concurso de acreedores al que se vio abocada al no haber podido afrontar el endeudamiento en que había incurrido para construir sus nuevas instalaciones en el polígono industrial de Somonte III. Se trata de la empresa que fabricó las barandillas de la playa de San Lorenzo y parte de la playa de La Concha (San Sebastián), además de las farolas estilo Gijón, en su dilatada historia. (...) 
Fundiciones Infiesta se dedica a la fundición gris y nodular. La empresa nació en 1891 en la calle Acebal y Rato de la mano del comerciante gijonés Faustino del Valle, quien la dirigió hasta 1895. Entre esa fecha y 1928 tomaron las riendas el comerciante Sabino Acebal y el médico Calixto Rato (impulsor del Monte de Piedad y de la Caja de Ahorros). Fue en ese último año cuando Luis Infiesta Castro, que había empezado a trabajar en la empresa en 1898, la adquirió, dirigiéndola hasta su fallecimiento en 1939. El traslado de la factoría a su segunda ubicación, en El Cerillero, se hizo de la mano de Antonio Prieto Infiesta, quien dirigió la empresa entre 1950 y 1985, año en el que la sociedad vivió su primera crisis. La firma fue rescatada por las aportaciones de nuevos socios; los hermanos Delgado y Talleres Zitrón. Ahora los activos de la sociedad en Somonte están a la venta."

En esta Escalera 12 se coloca tradicionalmente el ramu, ramo de laurel conmemorativo al final de la temporada veraniega, si no a ocurrido ningún percance grave en la playa. La temporada de baños comienza el 1 de mayo, cuando empieza el servicio de salvamentos. Laura Mayordomo describe su comienzo en El Comercio del 2-5-1993:
"El primer retén del Servicio de Salvamento en playas de Gijón abrió ayer la temporada de baños colocando la bandera amarilla en la playa de San Lorenzo. En Poniente y El Arbeyal, como suele ser habitual, ondeó la bandera verde. No obstante, con una temperatura ambiente de 18 grados (aunque la sensación térmica era de 16) y el agua del Cantábrico a 15,9 grados, poco más que un nutrido grupo de amantes del surf disfrutaba ayer por la mañana de un baño en San Lorenzo. Eso sí, la jornada festiva y soleada propició que decenas de gijoneses y visitantes poblaran el principal arenal de la ciudad. Unos para tomar el sol. Otros para pasear o jugar, una vez que los perros ya tienen vedado el acceso hasta octubre. 
Esta temporada de baños se abre con una playa de San Lorenzo con «bastante arena» y «los fondos más regulares» por efecto de unos temporales de invierno que «no crearon corrientes de salida fuertes en la playa y no excavaron pozos», explican Rubén Álvarez, lanchero con 15 años de experiencia, y Ángel Ferrera, que lleva 21 como socorrista, los últimos dieciocho en Gijón. 
Puede eso hacer pensar que San Lorenzo será este verano una playa más segura? «Todo depende del mar. Si ahora en mayo entra un temporal de los que no entraron en invierno igual te lo descoloca todo. O te lo coloca más. Eso nunca se sabe hasta que pasa», añade Álvarez. 
Puede eso hacer pensar que San Lorenzo será este verano una playa más segura? «Todo depende del mar. Si ahora en mayo entra un temporal de los que no entraron en invierno igual te lo descoloca todo. O te lo coloca más. Eso nunca se sabe hasta que pasa», añade Álvarez. 
Palacio recomienda informarse antes de entrar al agua: «En las playas donde hay salvamento lo mejor es seguir las indicaciones de los socorristas. Y, en donde no lo haya, leer la información». También no entrar a bañarse solo y nadar en paralelo a la orilla. 
El objetivo de los 51 efectivos (36 socorristas, 12 lancheros y seis auxiliares) que este año vigilarán las playas de Gijón es poder colgar al final de la temporada de baños el ramo de laurel que simboliza que se llegó a finales de septiembre sin ninguna víctima mortal. La última vez que se hizo fue en 2019. 
Durante el mes de mayo San Lorenzo (con diez efectivos), Poniente y El Arbeyal (con dos respectivamente) contarán con servicio de Salvamento los fines de semana y días festivos de 11.30 a 19 horas. A partir del 1 de junio el servicio pasará a ser diario con un total de 42 efectivos (27 socorristas, 9 lancheros y 6 auxiliares). En el caso de San Lorenzo, de 10 a 21 horas, y en Poniente y El Arbeyal, de 12 a 20. El 15 de junio el servicio se extenderá a Los Mayanes, Cervigón, Peñarrubia y Estaño de 12 a 19 horas. 
Cree Rubén Álvarez que sería conveniente «aumentar más la temporada», tanto por delante como por detrás de los periodos establecidos. «Solo hay que ver cómo vino este abril, con temperaturas elevadas. Y los meses de octubre, que están viniendo buenísimos» y atrayendo a muchos bañistas. A su juicio, lo ideal sería disponer en esos meses del mismo retén que trabajará ahora en mayo. «Así te curas en salud», afirma antes de recordar que «las dos semanas pasadas hubo un susto cada semana. Son situaciones que igual con un equipo de Salvamento son evitables». 
Además de los equipos de socorristas, San Lorenzo contará entre el 1 de junio y el 31 de agosto con una UVI móvil junto a la central de Salvamento (escalera 12) en el mismo horario: de 10 a 21 horas todos los días."


Y aquí tenemos una buena vista de El Pedreru en una buena bajamar, con las rocas a la vista la desembocadura del Piles, las escaleras 17 y 18, El Mayán de Tierra, Les Chapones y la zona del Bellavista y Casablanca


Hubo un tiempo en que esta playa solamente era frecuentada por los vecinos de Cimavilla, divididos a la vez en dos barrios, este oriental y el occidental, mirando al antiguo muelle comercial y pesquero, de ahí que fuese considerado propiamente como el de pesquerías, de ahí viene el apodo de playos


Se prefería a La Playa Pando o Arenal del Natahoyo, de aguas más calmas, situada al oeste, pero tras su desaparición con los muelles del Fomento y Fomentín, que se construyeron a partir de 1870, así como nuevas empresas y astilleros en la zona, la gente empezó a venir aquí, al principio tímidamente. Leemos en Wikipedia:
"La playa se consideraba por los gijoneses inhóspita y peligrosa por sus fuertes mareas, vientos y gran tamaño de los arenales. En 1867 se proyecta el plan de ensanche de Gijón sobre los arenales de la playa, dando origen al barrio de La Arena. En 1874 se funda el primer balneario, que llegarían a ser cuatro: Las Carolinas, La Cantábrica, La Sultana y La Favorita; comprendidos entre la Escalera 0 y 5 y siendo visibles algunos de sus restos hoy en día. El último cerró en 1936, no sin antes dejar la moda (burguesa) de los «Baños de Ola» entre los gijoneses."

Incluso en un principio la actividad bañista y balnearia se limitaba a la parte más occidental de San Lorenzo, incluso una vez prolongado El Muro, pero, según se iba construyendo el barrio de L'Arena, toda la playa empezó a tener gran ocupación


El final de la posguerra, el aperturismo del régimen, la llegada de los tecnócratas a puestos de relevancia y una coyuntura económica mundial favorable auspiciaron la recuperación del disfrute del ocio como tal vez no se hubiese conocido desde los felices 20, El Hotel Miami es un símbolo de aquel tiempo, en cuyo baile actuaban artistas de la talla del gran Luis Gardey, de quien tanto hablábamos cuando bajábamos desde El Curviellu a Deva, dando vista a su Quintes natal


Arrancaba así por entonces La Segunda  Edad de Plata de Gijón, como la llaman José Luis Carmona García y Luis Arias González en su libro Comer fuera de casa: tres siglos de restauración gijonesa (1700 - 2000):
"Desde comienzos de la década de 1960, las autoridades y los sectores sociales más influyentes se esforzaron por aupara a la ciudad a la corriente del turismo, cada año más significativa. Un turismo basado en la atracción de la playa y las bellezas paisajísticas del entorno, pero también en la oferta de ocio y gastronomía. Así ya en 1960 se puso en marcha el Festival de la Costa Verde, dedicado a la canción ligera y juvenil."

A esta altura estaban las casas del Patio del Caleyu, que quedaron parcialmente destruidas cuando, la noche de San Valentín de 1957, parte del andamiaje de la construcción del hotel cayó sobre ellas a causa de un temporal. Nos escribe de ello la historiador Arantza Margolles Beran en La tragedia del Hotel Miami de El Comercio fecha 24-2-2019:

"En la noche del día de San Valentín del 57 la tragedia, como suele ocurrir siempre, se cebó con los más débiles. A escasos metros de la primera línea de San Lorenzo, en aquella España que comenzaba a abrirse tímidamente al turismo de sol y playa, languidecía el viejo Gijón de las casitas, modestas y humildísimas, del patio del Caleyu. Sobre la ciudadela, casi amenazante de puro inmenso, los andamios tras los cuales comenzaba a tomar forma el futuro hotel Miami -los más jóvenes lo conocerán bajo el nombre que tuvo desde 1974: el Príncipe de Asturias- se tambaleaban, amenazantes, aquella noche de vientos huracanados. La borrasca ya había horadado, un día atrás, la tierra, aunque lejos: un socavón de tres metros de largo, uno y medio de ancho y dos de profundidad, detrás de la iglesia de San Pedro, fue el preludio de una tragedia que, a pesar de todo, nadie se esperaba. 
No asustaban, en Gijón, los temporales. O no del todo. Aquella noche del catorce de febrero los bomberos trabajaban sin descanso -el temporal, unido a las malas infraestructuras de muchas casas de la ciudad, generó más de quince conatos de incendio el día trece y al menos tres el catorce- y la gente, desafiando a la naturaleza, se agolpaba frente al Muro de San Lorenzo para poder ver en vivo y en directo el oleaje, de hasta cinco metros y creciendo. Pero en El Caleyu reinaba la paz. Coincidió -a veces es grata la casualidad- que la mayoría de los habitantes del patio, al menos los matrimonios más jóvenes y la chavalería, había salido aquella tarde de perros al cine, a una sesión que acababa a eso de las nueve y media. A las diez de la noche, en animada conversación, llegaron a El Caleyu, justo a tiempo para verlo caer. 
Sin solución, sin reparación posible. Ocurrió que uno de los andamios del Miami se derrumbó sobre las casas, arrastrando en la caída maderos y ladrillos que sepultaron literalmente la ciudadela, reduciéndola a escombros en cuestión de segundos. Al periodista de EL COMERCIO que acudió a cubrir el suceso, en medio de tanta desolación, le llamó la atención aquello que menos procuro estaba recibiendo por los desolados habitantes que, bien vestidos de fiesta o bien en paños menores, revolvían con sus propias manos las piedras entre la polvareda para rescatar a sus deudos. «Destacaba», escribió, «por su silenciosa expresividad, un palomar destrozado por las piedras. A su lado, una paloma, a quien no le dio tiempo de alzar el vuelo, estaba aplastada bajo unos ladrillos. Más allá, un conejo latía aún». 
Sin solución, sin reparación posible. Ocurrió que uno de los andamios del Miami se derrumbó sobre las casas, arrastrando en la caída maderos y ladrillos que sepultaron literalmente la ciudadela, reduciéndola a escombros en cuestión de segundos. Al periodista de EL COMERCIO que acudió a cubrir el suceso, en medio de tanta desolación, le llamó la atención aquello que menos procuro estaba recibiendo por los desolados habitantes que, bien vestidos de fiesta o bien en paños menores, revolvían con sus propias manos las piedras entre la polvareda para rescatar a sus deudos. «Destacaba», escribió, «por su silenciosa expresividad, un palomar destrozado por las piedras. A su lado, una paloma, a quien no le dio tiempo de alzar el vuelo, estaba aplastada bajo unos ladrillos. Más allá, un conejo latía aún».

En las cercanías, otra antigua ciudadela obrera de viviendas fue la de El Corralón, próxima a la antigua Fábrica del Gas. Esas humildes casas estaba construidas con malos materiales, eran pequeñas y, salvo excepciones, bastante insalubres, por lo que fueron desapareciendo al construirse los actuales edificios de pisos más o menos a la vez que este Hotel Miami cuya publicidad decía:

«Situado sobre la playa de San Lorenzo, tiene espléndidas terrazas independientes cara al mar. Modernísimas instalaciones. Baño y teléfono en todas las habitaciones. Cocina de primer orden y bar americano»

El Miami cambió de dueños casi dos décadas después de su inauguración y fue totalmente reformado, reabriendo como Hotel Príncipe de Asturias en 1976. El 8-8-2007, coincidiendo con su medio siglo de existencia, G. Álvarez Carcedo publicaba en La Nueva España Una vajilla del Hotel Miami, en alusión que era únicamente lo que se conservaba del hotel antiguo:

Hoy, día 8 de agosto, se cumple medio siglo de la inauguración oficial de un ejemplo del confort que se oferta a los visitantes de Gijón: el hotel y restaurante Miami, ahora conocido como hotel Príncipe de Asturias, que daría nombre popular a toda aquella zona de la fachada marítima del barrio de La Arena. El hotel se encuentra en la calle Manso, frente a la playa de San Lorenzo. El anteriormente conocido como hotel Miami cuenta con 850 metros cuadrados, repartidos en 56 habitaciones dobles, ocho habitaciones individuales, ocho habitaciones más clase club y cinco salones, entre otras prestaciones. 
Yayo Cristóbal, subdirectora de la cadena hotelera a la que pertenece en la actualidad el Príncipe de Asturias, lleva ya 33 años en labores directivas. Cristóbal afirma que se ha enterado «gracias a LA NUEVA ESPAÑA del aniversario del hotel, porque yo llevo la cuenta desde el momento en el que entramos, a partir del año 1976». 

La subdirectora del hotel comenta que el Miami fue originalmente fundado por un emigrante asturiano, posteriormente fue traspasado a manos de Francisco Andrade y, desde el 1976, es regido por Javier Martínez. Yayo Cristóbal explica que «el hotel no conserva demasiados vestigios que recuerden la naturaleza original de la construcción. Se hizo una reforma total porque estaba muy anticuado; solamente conservamos la fachada, una vajilla con su correspondiente cubertería, que se cuida como oro en paño, y poco más». «La última gran reforma se produjo en el 98, aunque hay que decir que estamos constantemente haciendo retoques, reformando cosas. Este hotel, al encontrarse en una situación tan próxima al mar, sufre también la acción erosiva de su enclave costero. Es como una máquina de averías que debes solucionar», afirma Cristóbal."

La celebración, en 1982, del Mundial de Fútbol, supuso todo un acontecimiento para el hotel, fuente de muchas anécdotas de las tantísimas que se vivieron a lo largo de todos estos años:

"La subdirectora del conocido hotel cree que con ocasión del Mundial de fútbol 82, hace 25 años, celebrado en España, se vivió una de las etapas más especiales en la trayectoria del hotel. La presencia de la selección alemana formada por Stielike, Breitner o Rummenigge, entre otros ilustres campeones, motivó que se cerrara el edificio para ellos; ni siquiera empleados o dirigentes del hotel se libraron de llevar identificaciones para entrar. Los germanos, grandes favoritos en la competición, derrotados por Italia en la final, llegaron con un enorme número de empleados, entre ellos un cocinero particular que «se pegó las mejores vacaciones de su vida en Gijón», según Yayo Cristóbal. Quien se encargó de preparar la comida a los futbolistas fue el cocinero del propio hotel gijonés.

Muchas personas pasaron por el Príncipe de Asturias, gente educada, famosos, irrespetuosos..., aunque, para Cristóbal, nadie como los misioneros españoles enviados a Ruanda y Burundi antes de que estallara la guerra civil entre hutus y tutsis, que fueron galardonados con el premio «Príncipe de Asturias» de Comunicación y Humanidades de 1994. «Eran especiales esas monjitas, tan sencillas, capaces de dar su vida por nada a cambio. Para mí, son los clientes más notables que han pernoctado en nuestro hotel», confiesa Cristóbal."

En aquellos mundiales de 1982 la selección alemana protagonizó uno de los grandes blufs de la historia del fútbol. El día 25 Alemania y Austria disputaron un partido de fútbol en el que jugaron tan extrema y extrañamente mal que se supuso estaba amañado, con el fin de desclasificar a Argelia buscando un resultado adrede. Al día siguiente la noticia del partido apareció publicada en el diario El Comercio pero no en la crónica deportiva sino en la página de ¡sucesos! como estafa a 40.000 personas, número de espectadores que habían acudido a un partido entre dos grandes del fútbol mundial


Ciertamente la FIFA abrió una investigación pero sin llegar a ninguna conclusión, pero la prensa alemana y austriaca lo denominaron El Pacto de la Vergüenza. Un cuarto de siglo después un ex-jugador de los que aquí estuvo y jugó el partido reconoció su existencia, leemos en Wikipedia:
"Las selecciones de Austria y Alemania Federal acudieron al partido en Gijón conociendo de antemano la victoria conseguida por Argelia ante Chile. Este evento no generó sospechas hasta que se inició el partido. Las acciones de ambas escuadras estuvieron muy reñidas en los primeros minutos, caracterizados por un fuerte ataque de los germano-occidentales y finalmente en el minuto 10 del primer tiempo el delantero alemán Horst Hrubesch marcó un gol al portero austriaco. 
Sin embargo, entre el minuto 10 y el minuto 30 del primer tiempo, ambas selecciones cayeron lentamente en una sospechosa inacción, sin ataques serios contra sus respectivos arcos. Tras media hora de juego los futbolistas de ambos bandos apenas pasaban el balón entre sí, hasta que la cercanía de un rival les obligaba a pasarlo a su respectivo arquero. Además el público en el estadio (y en la televisión) podía ver intercambios amistosos de palabras y susurros entre futbolistas de ambas selecciones (el arquero alemán Harald Schumacher y el delantero austriaco Hans Krankl, o el alemán Horst Hrubesch y el austriaco Bruno Pezzey), aumentando el malestar y sospechas entre el público. 
No hubo intentos de alguno de las selecciones en quitarle el balón al rival, ni ocurrieron nuevos ataques a los arcos tras el minuto 30, pues el juego se había reducido a una serie de pases inofensivos donde ambas selecciones "canjeaban" la posesión del balón por algunos minutos, sin atacarse mutuamente. Solo el austriaco Walter Schachner y el alemán Wolfgang Dremmler intentaron reanimar el juego, pero sin hallar apoyo alguno de sus restantes 20 compañeros, siendo irónicamente Schachner amonestado con tarjeta amarilla por reclamar ante el árbitro cuando sus propios compañeros interrumpieron una jugada suya que pudo culminar en un gol austriaco al minuto 32. El árbitro central tampoco podía válidamente obligar a que ambas selecciones jugaran en serio pues la inacción de los futbolistas no está castigada en los reglamentos. El 1-0 convenía por igual a alemanes y austriacos pues el gol ocurrido a los 10 minutos permitía a ambas selecciones clasificase sin problemas y eliminar a Argelia. 
El público, donde había numerosos españoles, empezó a abuchear ruidosamente a los jugadores al ser evidente que ambas escuadras deseaban mantener un marcador estático, coreando las palabras "fuera, fuera". Ya al empezar el segundo tiempo los jugadores de ambas selecciones apenas caminaban sobre el terreno de juego, trotaban lentamente, pasaban el balón entre ellos o lanzaban disparos sospechosamente débiles o imprecisos hacia el área rival. El público español continuó sus abucheos, mezclados con el grito despectivo "¡Que se besen, que se besen!", otra gran parte del público empezó a vitorear ruidosamente a la selección perjudicada coreando "¡Argelia, Argelia!". 
Algunos aficionados argelinos que presenciaban el evento estallaron en gritos de furia y silbaban arrojando billetes al campo de juego en señal de desprecio. Los comentaristas, radiofónicos y televisivos, llegados desde Alemania Federal y Austria deploraron ante los micrófonos lo que estaba sucediendo, así el periodista germano-occidental Eberhard Stanjek de la ARD y de la Bayerischer Rundfunk se negó a seguir narrando el segundo tiempo por la "actitud penosa" de ambas selecciones, mientras el comentarista austriaco de televisión Robert Seeger expresó en vivo su disgusto por el partido y pidió a su audiencia que apagara sus televisores. 
Incluso hubo decepción entre aficionados alemanes que esperaban una revancha por la derrota sufrida ante Austria en el Mundial de 1978 (donde los austriacos vencieron por un marcador de 3-2), uno de ellos quemó en las tribunas un banderín de Alemania Federal como señal de repudio. Al minuto 90 el árbitro escocés Bob Valentine puso fin al partido, donde las dos selecciones debieron salir del estadio bajo la protección de la policía española. 
El partido quedó apodado por la prensa austriaca y alemana como el "Pacto de no agresión de Gijón" (Nichtangriffspakt von Gijón), o más crudamente como la "Vergüenza de Gijón" (Schande von Gijón). 
Por su parte, la prensa española lo denominó la Desgracia de Gijón o el "Pacto del Molinón", debido al nombre del estadio de Gijón en donde se disputó el partido. ​El diario asturiano El Comercio, situó la crónica del partido en la sección de sucesos con el titular "Timo a 40.000 espectadores" 
Los dirigentes futbolísticos de Argelia presentaron una protesta formal ante la FIFA, pidiendo anular el partido, pero la FIFA no pudo aceptar la reclamación en tanto los jugadores alemanes y austriacos no habían violado en verdad ninguna regla deportiva oficial. Los integrantes de ambos equipos negaron todo fraude concertado entre ellos para pactar el marcador de 1-0, por lo que debido a que Argelia fue incapaz de aportar una sola prueba que demostrara el pacto, el partido tuvo que ser dado por válido. De hecho, ningún veterano de ese partido ha reconocido nunca desde entonces la existencia de un pacto previo entre los jugadores de ambas escuadras. 
Tras este incidente, la FIFA estableció una nueva regla para los campeonatos de fútbol bajo su competencia disputados en etapa de grupos, ordenando que los dos últimos partidos de cada grupo empezarían a jugarse a la misma hora en distintos estadios; con ello se impedía que cada equipo conociera de antemano los resultados de sus demás rivales, reduciendo grandemente toda posibilidad de fraude. Pese a todo, hasta mediados de la década de los 2000 la UEFA no transpuso esa directriz a su ordenamiento interno. 
Casi 25 años después del Mundial de España, el exfutbolista alemán Hans-Peter Briegel reconoció que su selección arregló una victoria sobre Austria (1-0) en la primera fase, que clasificaba a los dos equipos y eliminaba a la selección africana. En una entrevista para el diario 'Al Ittihad', de Emiratos Árabes Unidos, Briegel confirmó lo que todos sospechaban desde aquel 25 de junio de 1982 en el estadio de El Molinón. "Sí, me disculpo por ello", dijo el ex defensa del Kaiserslautern, de 51 años"

En otro orden de cosas, y refiriéndonos propiamente al hotel, esta su imagen de cristal se encuadra dentro del plan de fachadas que embellece este frente marítimo de la ciudad. Daba la noticia de su nueva imagen El Comercio del 30-5-2009:
"El Hotel Príncipe de Asturias empieza a mostrar su metamorfosis con arreglo a los criterios estéticos y de uniformidad del plan especial del Muro. Las obras se centran desde el pasado mes de febrero en la unificación de toda la zona de terrazas que da a la calle de Manso con un gran muro cortina de color verde, que dará mayor amplitud a las 78 habitaciones de cuatro estrellas con que cuenta el establecimiento de Cadena Hotelera Asturiana. 
Por el momento, el revestimiento con vidrio reflectante ya ha alcanzado a cuatro de sus nueve plantas. Conseguir una nueva imagen futurista del hotel sin cerrar en ningún momento el negocio está conllevando sacrificios. El principal es la obligación de prescindir siempre de 20 de sus habitaciones (aproximadamente el 25% de su aforo) por la planificación de los trabajos en la reforma de la fachada principal. Además de la pérdida de plazas disponibles en la época de mayor afluencia turística, cuando el acristalamiento llegue al ático del hotel, donde se encuentra la cafetería mirador, ésta tendrá que mudarse la área de recepción en la planta baja. 
Para ver el lavado de cara completo del emblemático hotel del Muro, con medio siglo de historia a sus espaldas, habrá que esperar aún hasta el primer trimestre de 2010. Para posteriores fases de las obras se dejará el montaje de un segundo muro cortina en la fachada de Canga Argüelles y el recubrimiento de las zonas ciegas del edificio con una fachada ventilada de aluminio de color plata. Por último, en la planta baja se cambiarán todas las carpinterías, unificando huecos y recuperando texturas originales del establecimiento hotelero. Desaparecerán , asimismo, toldos, banderas y rótulos. 
La remodelación del Príncipe de Asturias es una de la media docena de obras que se están acometiendo en este momento en la principal fachada marítima de la ciudad. En breve arrancará la adecuación estética al plan del Muro del centro social de La Arena con cargo al Fondo de Inversión Local y la reforma del número 1 de la calle de Jovellanos, un bloque de 15 alturas. De la primera obra se encargará Murart y de la segunda Esfer. 
El Ayuntamiento confía en que los recientes cambios en el régimen de subvenciones, del que quedan suprimidas a partir de ahora las obras parciales del Muro, vuelva a animar a los propietarios a embellecer sus fachadas en el principal escaparate turístico gijonés."

Como nota curiosa, que nos sirve para hacernos una idea del contexto de la época, aquel mismo verano de 1957 en el que se inauguraba el Hotel Miami circulaban por la ciudad los primeros 600, y así lo señala José Antonio García Gutiérrez, Toño, en su libro Fechas en la historia de Gijón:
"En el primer mes del verano se observan por las calles de la villa los primeros coches Seat 600, de gran implantación posterior entre los vecinos por su fácil manejo y abundancia de piezas de recambio (una defensa costaba cien pesetas). La lista de espera se hacía interminable, con una duración de dos años y su adquisición suponía desprenderse de 60.000 pesetas."

Hermosa vista del Edificio Palermo a nuestra izquierda, del que la cafetería que le dio nombre fue fundada por José Manuel Santiago, a cuyo fallecimiento el periodista T. Cascudo le realiza una hermosa semblanza biográfica para El Comercio del 26-12-2007:
"La familia hostelera del Occidente asturiano está consternada por la desaparición de uno de sus miembros más veteranos y aplaudidos por su éxito al frente de diferentes establecimientos. En la madrugada del lunes fallecía en su casa de Tapia el empresario y jefe de cocina José Manuel Santiago. 
Santiago nació en la localidad de Abres hace 75 años, aunque pasó la mayor parte de su vida en Tapia de Casariego, donde se casó y tuvo tres hijos, todos vinculados al sector hostelero. Ayer se celebró el velatorio por su muerte en el tanatorio de Jarrio y hoy a la una será despedido por familiares, compañeros y amigos en la iglesia parroquial de Tapia. Posteriormente será enterrado en el cementerio de la localidad en el panteón familiar. 
El hostelero pasó la Nochebuena en compañía de los suyos y nada parecía presagiar el fatal desenlace, aunque últimamente «había tenido algún que otro aviso», según decían ayer algunos allegados. Personas próximas a la familia indicaron que, antes de fallecer, tuvo el placer de saborear su plato favorito, por el que, dicen, sentía verdadera devoción: la angula. 
Como profesional, José Manuel Santiago llevaba retirado varios años y había cedido el timón del restaurante Palermo, que fundó en 1981 en pleno centro de Tapia, a su hijo Alfonso Santiago, el menor de tres hijos varones. 
Santiago inculcó su buen hacer en la cocina y su amor por la hostelería a sus tres hijos, que hoy han sabido prolongar esta saga hostelera. El mayor de sus hijos es Pepe Santiago, propietario del grupo hostelero naviego del mismo nombre y fundador de los populares galardones 'Langosta de Oro', que este año alcanzaron su décimo quinta edición. 
Precisamente en 1998 estos galardones premiaron a su padre por su trayectoria al frente de diferentes negocios hosteleros y en especial por su buen hacer en el Palermo de Tapia. 
Pero en el curriculum de Santiago hay otros reconocimientos, entre ellos destaca el que le concedió el Gobierno regional a toda una trayectoria. En el año de la fundación de los premios Principado de Asturias de Turismo, en 1985, escogieron su figura para realizarle un particular homenaje. Hoy una placa en el interior del restaurante Palermo, recuerda este premio. 
José Antonio conoció el mundo de la hostelería como cocinero, trabajando en los primeros años en establecimientos hosteleros del centro y oriente de Asturias. Fue jefe de cocina del Hotel Principado de Oviedo, y responsable de restaurantes en Oviedo, Gijón y Cangas de Onís. Concretamente en Gijón estuvo al frente del café-restaurante Palermo con el que luego bautizó, en su faceta empresarial, a su local tapiego. 
Años más tarde regresó a Tapia donde estuvo encargado de los restaurantes La Terraza y el desaparecido Ría del Eo. 
Una vez que su hijo Alfonso se hizo cargo del negocio, José Santiago decidió poner en marcha otro establecimiento, también en Tapia, la cafetería-pastelería Palermo Delicatessen. Durante años se ocupó de la dirección del local hasta que la edad le impidió continuar con el nivel de trabajo que requiere el sector hostelero y decidió ponerlo en venta. Hoy el Palermo Delicatessen es el lugar de trabajo del prestigioso pastelero Miguel Sierra."

Efectivamente luego abrió aquí el pub Tango y, a su derecha, en la esquina de las calles Canga Argüelles y Manso, la Casa de Estambul


Seguidamente al Hotel Príncipe de Asturias, en la unión de la calle Manso con esta Avenida de Rufo García Rendueles, otro clásico de El Muro, la pizzería La Pérgola, de Fulgencio Meneses


Detrás de ese edificio, y metido en un gran patio de vecindad que no podemos ver, se halla, rodeado de bloques de viviendas, uno de los antiguos chalets de El Muro, El Chalet Recóndito lo llama el geógrafo y urbanista Rafael Suárez Muñiz, quien escribe de él en El Comercio del 3-10-2020:
"El chalet se encuentra en la manzana comprendida entre las calles Emilio Tuya, Canga Argüelles, Menéndez Pelayo y la avenida de Rufo Rendueles. Se accede a través de un callejón del primer vial y sin ninguna perspectiva visual, comido por los edificios laterales, se visualiza el chalet con su jardín arbolado. Al chalet se entra atravesando la verja del jardín. La curiosidad, es cierto, es que esta joyita es el último vestigio del pasado de palacetes y chalets con jardín que moteaban el genuino ensanche burgués del arenal de San Lorenzo. El elemento arquitectónico es un volumen casi cúbico de tres alturas y planta rectangular con un cuerpo turreado semicircular que sobresale en el centro de la fachada septentrional, y detrás se adicionó posteriormente un cuerpo de una altura. 
La primera persona que redactó unas líneas y aportó un breve reportaje fotográfico para dar cuenta de este curioso polizón del manzanario arenero fue Agapito González, en 2001, el antiguo archivero municipal. Quien lo dejó para siempre testimoniado en uno de esos tomos manuscritos de investigaciones particulares que él hacía sobre cosas variopintas con el nombre de «La extraña mutación de un apellido (y otras tonterías)» y que solo se conservan en el Archivo Municipal de Gijón. 
En abril de 1863, el ingeniero militar Francisco García de los Ríos presentó el Plano de Ensanche del Arenal de San Lorenzo, que en 1867 retomó firmándolo con el arquitecto Juan Díaz. Esta malla en retícula comprendía desde la calle Capua hasta pasada la actual avenida de Castilla. Sobre la primera línea de playa se construyeron chalets y palacetes con jardín, y algún edificio bajo, pero también se dejaron en barbecho los patios de manzana para explotarlos con ciudadelas y de ahí el origen de la llamativa ubicación de este chalet. 
En esa manzana, como demuestra la fotografía aérea y certifica el historiador Luis Miguel Piñera (1999), había dos ciudadelas que partieron de una más primitiva. Al patio de El Caleyu se accedía por Canga Argüelles y a El Corralón se accedía por ese callejón que colindaba con el chalet. Eran dos hileras de ocho casitas de planta baja y solo 3 m de frente con una venta, en las cuales vivían chabolistas, en la década de 1960, de etnia gitana mayoritariamente. Oficial y originalmente se aglutinaron bajo un mismo peticionario en 1879; era, pues, la ciudadela de Hermenegildo Carvajal (natural de Soto del Barco). 
El chalet se construyó en los albores de la década de 1950 y era del matrimonio formado por Charo y Víctor, que vivían allí con sus hijos. En la década de 1980 se dividió el chalet en tres pisos independientes y uno de ellos fue adquirido por «El Máquina», un famoso gitano, y su hijo René. En una de esas casitas, señala Luis Miguel Piñera, nació otro clásico de La Arena y al que Gijón le debe mucho: el fotógrafo aficionado y colaborador televisivo Juan Martín Merino «Juanele». Actualmente sigue dividido en pisos y viven unas mujeres de nacionalidad española. A la derecha del callejón estaba el concesionario de Hyundai, que ha quedado grabado en la memoria visual de los vecinos. 
¿Por qué se salvó de la piqueta? La explicación es sencilla, por haber densificado horizontalmente el patio de manzana. Los bordes de las manzanas solían estar ocupados con casas terreras o haber parcelas con jardín, lo cual sirvió para especular y venderlas para construir en altura. El hotel Miami (actual Príncipe de Asturias), inaugurado en 1957, y el edificio contiguo encerraron este chalet y posteriormente se sumaron los bloques de Emilio Tuya que sucedieron a las ciudadelas. 
Aunque no sea una novedad del todo, sí ha de reconocerse que no mucha gente conoce este «chalet recóndito» con jardín y árboles. Ya no es que sea una excepción de vivienda unifamiliar superviviente en la densa y especulada trama de La Arena, sino que es de los pocos chalets que hay en todo el caso urbano."

Según la época en la que vengamos, los tamarindos presentan diferente color. El mencionado José Antonio García Gutiérrez, Toño, nos dice en otro de sus libros, Efemérides Gijonesas, que ya en 1908, recién empezada la obra del ampliación de El Muro de Miguel García de la Cruz, se plantaron árboles de esta especie, pues sus raíces se agarran muy bien a los suelos arenosos y sus ramas y troncos resisten bien los temporales, los famosos nordestazos o vientos fuertes del nordeste, ya que la caída de árboles d otras especies con los temporales es un problema constante


El escritor Ramón Avello nos dice que en realidad, aunque popularmente son llamados aquí tamarindos, son otra especie, tamariscos, y así lo escribe, Tamariscos florecidos, como alegoría de la llegada de la primavera, en El Comercio del 3-5-2009:
"Hubiese escrito tamarindos, que es como habitualmente se denominan a los árboles alineados que adornan el paseo del Muro de San Lorenzo. Pero mi hija, que algo controla de botánica, me corrige: «Papá, son tamariscos, 'tamarix gallica' y no 'tamr hindi' o dátiles de la india». Parece que la confusión entre las dos especies de árboles, aunque de proximidad fónica pero de distancia botánica -incluso entre sus propiedades farmacológicas el tamarindo es laxante y el tamarisco astringente- viene de lejos, aunque sea errónea. 
El caso es que aquella sabrosa pulpa de tamarindo a la que cantaban Los Tres Sudamericanos, por cierto más de una vez en el viejo Náutico, poco o nada tienen que ver con los encapsulados frutos que se están formando en las ramitas de los tamarindos o tamariscos del Muro de San Lorenzo. 
No siempre es fácil acertar en lo que se planta. Antes de los tamariscos, se intentó, hacia los años sesenta del siglo XX, ornamentar el Muro con palmeras, muy en la línea de un nuevo Miami de cortos vuelos, con la que se urbanizó parte de la avenida de Rufo García Rendueles. 
Las recuerdo, salvo algún ejemplar algo más robusto, como palmeras tristes, endebles de tronco, sin copa y sin fruto. Lo curioso es que estas palmeras enfermas de raquitismo asentaban sus raíces en los mismos lugares y en la misma tierra en donde años antes se habían plantado, precisamente, tamariscos con el nombre de tamarindos. 
Las primeras generaciones de tamariscos en Gijón florecieron en la segunda década del pasado siglo. Intuyo que a la hora de plantar estos árboles, influyó el entonces acaudalado José Antonio García-Sol. 
Aunque el tamarisco no sea tan exótico como el tamarindo propiamente dicho, que nos remite a África o a Asia, es resistente a las zonas próximas al mar, y al mismo tiempo de una elegancia cromática indefinida entre el verde, el violeta y el marrón, que varía con la luz. Además de producir una exquisita variedad de manzana que bautizó con su apellido José Antonio García-Sol, un personaje de tendencias francófonas, que trajo los tamariscos, planta nativa gala, a Gijón. 
De aquellos primeros tamariscos se conservan dos ejemplares soberbios en el Real Club Astur de Regatas. 
Los tamariscos del Muro están floreciendo, y esto es una noticia muy buena, porque refleja dos aspectos. El primero, que para que los tamariscos florezcan, antes hubo que plantarlos, lo que indica una política municipal del patrimonio arbóreo acertada y variada. No sólo por los tamariscos, sino por las múltiples especies, algunas muy exóticas y vistosas, que hacen que, tras el Botánico, el segundo parque municipal se encuentre en las aceras, calles y paseos de Gijón. Indudablemente, los árboles humanizan el paisaje urbano, además de purificar el medio ambiente. El segundo aspecto, es que el florecimiento de los tamarindos nos anuncia que ¡por fín! esta primavera, que tanto se hace de rogar, ya ha venido. Los tamariscos lo saben."

Tanto El Náutico, como el Real Club Astur de Regatas a los que se refiere Avello, forman parte de la fachada marítima occidental de esta Playa, el istmo, de base arenosa y que en la antigüedad se dice que quedaba cubierto por las mareas en pleamar, haciendo de la vieja villa amurallada una isla


El istmo en el que creció Bajovilla a partir de la Cimavilla primigenia, una diferencia que pervivió hasta bien avanzado el siglo XX en las piquillas vecinales, sobre todo de los chavales de ambos lugares. Escribe el genial cronista playu Víctor Labrada en su muy recomendable libro Al aire de Cimadevilla:
"En el viejo Gijón, los barrios estaban bien delimitados, por lo que sus habitantes vivían más intensamente la vida en aquéllos, considerando como de exclusiva propiedad su barrio en arrogante pugna con los demás. Así el barrio Alto, de Pesquerías o Cimadevilla, el del Carmen o de las Cadenas, de la Arena, del Llano, del Natahoyo, de Ceares, etc. eran coto cerrado para otros que no fueran sus propios moradores.

Hoy, la moderna concepción de la vida, hizo desaparecer aquéllos para convertirlos en polígonos o para sumarlos al conjunto, a fin de formar las grandes poblaciones. Por lo que a nosotros respecta Cimadevilla o Bajovilla son ya una sola cosa: Gijón.

Lo que jamás morirá, será la denominación de "playu", que si para nosotros son los nacidos en el barrio marinero, para el resto de la provincia y de bastante más lejos, lo serán hasta el fin, todos los gijoneses. Lo bonito de todo esto, es que tenemos a gala el que nos distingan con este título."

Como ya decíamos en otras entradas dedicadas al discurrir del Camino por el Paseo del Muro, este frente costero urbano oes un compendio de la historia de la ciudad y su crecimiento. A la derecha es el barrio alto, Cimavilla, con la iglesia de San Pedro y el tómbolo de La Talaya o Santa Catalina


Y aquí está El Náutico, llamado así tras el ajardinamiento de ese espacio en la posguerra, luego de ser derribados varios edificios, entre ellos el antiguo Hospital de Caridad (sucesor del Hospital de Corraxos de Cimavilla) con el gobierno municipal del Frente Popular de 1936-1937, en plena guerra civil. Una decisión que no fue revertida con la llegada de las autoridades franquistas pues conseguía quitar angostura a la población con nuevas plazas y explanadas públicas, abiertas y luminosas


Allí está La Escalerona, una de las grandes referencias y emblemas de la ciudad, la escalera más grande, construida en 1933 donde estaba uno de los balnearios de época. Ahí a su derecha estaba La Garita y llegaba la muralla en estrella y con foso, erigida en 1837, para proteger a Gijón/Xixón de posibles ataques carlistas y que, durante varias décadas, encorsetó inútilmente a la población impidiéndole su natural crecimiento


Detrás de La Escalerona, El Náutico, o Los Jardines del Náutico, fueron remodelados varias veces, unas veces más exitosamente que otras, según las cambiantes modas y percepciones urbanísticas. Siempre solía haber bar y zona de bailes, actuaciones o eventos


 Ahí se celebraba, por ejemplo, la primera edición del Festival de Melodía de la Costa Verde, que soñó competir con el Festival Internacional de la Canción de Benidorm, pero que solamente duró cuatro años, eso sí, muy intensos y que marcaron tanto el panorama musical que sus ecos, y las canciones de los que en él participaron, siguen resonando en nuestros días


También en la zona histórica el desarrollismo urbanístico hizo estragos en una época en la que se minusvaloró tremendamente aquella "pequeña Londres", como se llamó a Gijón/Xixón, por el estilo arquitectónico de sus edificios. Sin embargo, hay algunos supervivientes, incluso en esta codiciada, por los constructores, fachada marítima, uno es el edificio del Hotel Alcomar, antigua Ferretería Vasco-Asturiana, proyecto de los arquitectos Manuel y Juan Manuel del Busto de 1940, estilo Art-Decó al que se "regresó" momentáneamente en la posguerra, pero que pronto desapareció del nuevo urbanismo gijonés, al no agradar demasiado a las autoridades del bando vencedor en la contienda civil el hasta entonces imperante racionalismo


Otro emblema "superviviente" es, frente a la Escalera 3, el Edificio Varsovia, así denominado por el pub de copas que abre en sus bajos. Es un edificio modernista de Manuel del Busto de 1902, revestido de frescos Art-Decó que admiraremos cuando pasemos delante de él, así como las demás filigranas de su fachada


Su antiguo esplendor, perdido en las reformas desarrollistas setentera fue recuperado en 2006 con la rehabilitación integral del arquitecto Fernando Martín, incluyendo la reconstrucción de su torre y cúpula, que le da su característicos aspecto


Y, muy importante, los edificios del llamado Martillo de Capua, prácticamente lo único que queda y ha llegado a nuestros días del primer Gijón/Xixón que "saltó" fuera de la antigua muralla de la carlistada, origen del Ensanche del Arenal, actual barrio de L'Arena, pero también de gran parte de lo que ahora es considerado y forma parte del centro urbano actual


Milagrosamente y también con un debate a veces muy agrio, el Martillo de Capua se libró de la piqueta no poas veces: el tributo, un gran estrechamiento de la avenida al llegar a su alturas, verdadero cuello de botella que tantos quebraderos de cabeza ha ocasionado al urbanismo gijonés, extrapolados a las población que, como suele suceder, se divide en dos bandos, a veces harto irreconciliables, como ocurrió con la peatonalización y despeatonalización de El Muro


La mar, en femenino, como gusta a las gentes marineras, ha dado a los gijoneses, esta vez sí en general, otro apodo conocido, los culomoyaos (culos mojados). El escritor y erudito Oscar Muñiz, en el apartado Costumbrismo de El Libro de Gijón, escribe con retranca y sana ironía, bajo el título Playa hay más que una, los siguiente allá por el año 1979:
"Derruidas y casi ya olvidadas las casas de baños de "La Sultana", "La Favorita", "La Terraza" y "Las Carolinas" con sus baños de carquexa*; enterrada la antigua playa de Pando que fue refugio veraniego de Isabel II, Raquel Meller y Melquiades Álvarez. otras gentes de garbo y tronío; a los gijoneses de hoy nos tocó iniciar nuestra andadura playera en La Escalerona para, poco a poco, según evolucionaban los tiempos e íbamos siendo más, fuimos corriéndonos hacia el Piles, que antes con sus montones de arena nos hacía soñar con dunas desérticas y ahora, con el gran espigón del Musel y otras gaitas, un tanto menguadas de esa dorada y suave arena que se da como sorpresa de regalo a todo paciente *foriato."
*Carquexa: Chamaespartium tridentantum, planta que se cocía en agua de mar con efectos salutíferos y medicinales

*Foriato: de fuera


Ciertamente, la Playa San Lorenzo tiene gran predicamento dentro y fuera de Asturias, no es agreste sino netamente urbana, pero ello también tiene sus ventajas, en cuanto a todo tipo de servicios, playeros y extraplayeros, eso sí, si se viene en coche es fácil que haya que dejarlo muy lejos. Sigue diciendo Oscar Muñiz:
"La escalada y el crecimiento del puerto de Gijón nos ha traído potencia industrial para quitarle la fuerza a aquellas grandes grandes olas típicamente cantábricas, domarlas y convertirlas actualmente en tan reposadas que a veces, si no fuera por la temperatura y el paisaje, podrían ser mediterráneas"

Los efectos de los espigones o diques del creciente Puerto del Musel, que pasó a El Muselón, han sido, son y serán, motivo de discusión entre eruditos y población en general, desde las mareas a la cantidad de arena, o desde las resacas hasta las manchas de carbón que ocasionalmente aparecen. No obstante y aunque a veces, sí parece un mar "domado", la bandera amarilla, recordamos, impera muchos días a lo largo del verano


El oleaje es una de sus características, sino no sería una de las capitales asturianas, y cantábricas en general, del surf, aunque también es verdad que no pocas veces y en cualquiera de las estaciones, vamos a encontrárnosla con calma chicha. En determinados días del otoño e invierno la mar embravecida y unas olas enormes llegan a ser reclamo multitudinario por su espectacularidad, mismamente cuando saltan El Muro varios metros por su sector más occidental, incluso acercándose no pocos pese a su extrema peligrosidad, para sacar fotos y selfies


Y, sobre aquellos bañistas primerizos de antaño y sus costumbres, así como aquellos antiguos balnearios a los que se refiere Oscar Muñiz, en aquellos tiempos en los que la gente no se bañaba como ahora, sino bien agarrados a sogas y con estricta separación de sexos, nos cuenta otro insigne cronista, del que tanto hemos hecho referencia viniendo desde el oriente de Asturias, José Antonio Fidalgo, Cronista Oficial de Colunga, que escribe, como siempre con humor,  Baños de ola, de algas y de carquexa:
"Fue Fray Martín Sarmiento (1695-1777) un fraile benedictino, muy erudito, nacido en Villafranca del Bierzo según unos y en Pontevedra según otros, que entre otros muchos lugares ejerció su ministerio y divulgó su ciencia en los monasterios benedictinos asturianos de Oviedo y de Celorio. 
Gran conocedor de las virtudes y propiedades de la carqueixa (carquexa y en Colunga «caxigu») promocionó su uso como planta medicinal en nuestra región. 
Ahora sigamos con lo de los baños. 
Fue costumbre muy antigua que las gentes de los pueblos de «tierra adentro», cercanos a zonas de costa, se desplazaran a «pueblos de playa» para, durante 9 días, TOMAR BAÑOS. Esto se hacía a la madrugada y durante los primeros días de junio o de septiembre. 
Las señoras y señoritas «pudientes» vestían trajes de baño enteros (de cuello a rodilla); las de «menos posibles» cubrían su cuerpo con un paño amplio a modo de sábana. 
Las llamaban «bañistes del sábanu». 
Y si no había «posibles», un saco blanco de los de azúcar, con un agujero para la cabeza, hacía de casulla-bañador. 
Los ferrocarriles que llevaban turistas desde tierra adentro a localidades playeras se conocían como TRENES BOTIJO. 
Unas personas paseaban por la arena mojada y después se bañaban en el mar (BAÑOS DE OLA) ; otras ,antes de meterse al agua, masajeaban su cuerpo con algas marinas (BAÑOS DE ALGAS), para prevenir o curar afecciones de tiroides (bocio, que llamaban «papu»); y las más exigentes lo masajeaban con ramas de carquexa cocidas en agua de mar y después se bañaban en las olas (BAÑOS DE CARQUEXA). 
Así trataban dolores reumáticos, problemas de varices, afecciones respiratorias y purificaban la sangre mediante el sudor. 
En algunos pueblos -y de esto tenemos constancia- había muchachos que ganaban unos dinerillos cociendo las ramas de caxigos al lado mismo de la playa y atendiendo a las peticiones de los y las bañistas. En las ciudades de playa de tronío, como Gijón, había balnearios en la línea de costa y ofertaban a su clientela baños de estos tres tipos citados, mediante un «módico pago». En Gijón, por ejemplo, en los años del cuplé, Las Carolinas y La Favorita (dos balnearios célebres) cobraban los BAÑOS DE OLA a O,50 PTA y los de ALGAS o CARQUEXA a 1,75 PTA. 
Hoy nadie usa de la carquexa. Los trajes de baño se reducen a la mínima expresión («tanga») en el mejor de los casos y, cada vez con más frecuencia, se convierten en monokini («topless) o en cerokini (despelote total). 
Menos mal que aún nos queda la tortilla de patata para disfrutar después del baño."

Al este, recalcamos y recalca Oscar Muñiz, los bañistas fueron avanzando detrás de la ciudad y su crecimiento en esa dirección alcanzando El Piles con El Tostaderu, zona resguardada orientada al sur al otro lado del río y junto del puente, donde es usual ver gente tomando el sol incluso en Navidad, a poco que salga el astro rey:
"Invadida por la masa la zona del Piles, fue preciso ir descubriendo otros rincones para tomar el sol. Se cruzó el Piles -tan contaminado él, a pesar de que el ingeniero municipal Guillermo Cuesta quiso demostrar lo contrario bebiéndose un vaso de agua él y afrontando con técnico estoicismo el riesgo de no poder contarlo- se estableció "El Tostaderu", a cubierto del Nordeste, como institución geográfica para los más madrugadores a la hora de ligar bronce, estampa y color"

Más adelante, las toallas se desplegarían incluso sobre los duros pedreros con la prolongación de El Muro hasta El Rinconín entre 1951 y 1958, con las pedregosas playas de Los Mayanes de por medio y la más arenosa de El Rinconín:
"El Rinconín fue antaño refugio de putas y curas a la hora de broncearse sin cubrir las carnes con las obligadas indumentarias del último bando de la Alcaldía, lo que motivaba escapadas de colegiales para conocer su embrujo y contemplar lo que a la vista estaba, a pesar de las escorribandas y castigos que nos imponía el llamado "padre espiritual". Para espíritus estábamos nosotros, indocumentados sexuales"

El Mayán de Tierra, El Mayán de Fuera y El Cervigón, las punta rocosa que vemos más alejada de nosotros en este momento. En la actualidad, el paseo marítimo se ha prolongado por una senda verde que, abierta en los años 1990 fue mejorándose y, dirigiéndose al Parque del Cabo San Lorenzo por la cuesta de Les Caseríes, terrenos militares ganados para espacio público, avanza hacia La Providencia y más allá, hasta el límite del concejo, recorriendo los acantilados sobre las playas más orientales: Peñarrubia, Serín, La Cagonera, Estaño y La Ñora, esta ya en el límite con el concejo de Villaviciosa
 

Más allá de El Mayán de Fuera reconocemos el camping de El Rinconín (hoy Camping Gijón) construido en los años 1960 con proyecto del arquitecto Antonio Álvarez Hevia para Enrique Sánchez Fernández, pero la playa no llega a verse hasta que no está allá, sobre ella. Por eso Oscar Muñiz afirma que "El Rinconín fue la primera playa de nudismo de Gijón", si bien dejó de serlo ante una sociedad que, a la vez que aparentemente pudorosa, era enormemente fisgona, "aunque ahora, con la fiebre del utilitario, los mirones la hayan sometido al severo marcaje del fisgueo"


Posteriormente, ya avanzada la transición, la práctica del nudismo se desplazaría más hacia dichas playas orientales, principalmente Peñarrubia y Serín:
"Desde los tiempos del sábanu hasta el topless ha llovido mucho por aquí y en Gijón, con naturalidad, el individualismo también ha hecho acto de presencia a la hora de ir a su aire, mucho antes de que las extranjeras mostrasen sus pechos pasándose por la entrepierna la prohibición de algún gobernador civil de zona turística" 
*Sábanu: "Sábana utilizada para cubrirse el cuerpo durante el trayecto al agua y regreso por las mujeres que, generalmente procedentes de Castilla y León, se bañaban en la playa a primeras horas de la mañana. Se las conocía como "les muyeres del sábanu". También hubo un semanario con el nombre de "El Sábanu" que se publicó en el verano de 1882". Del Diccionario del hablar en la Villa y Puerto de Gijón, de Janel Cuesta


En La Punta'l Cervigón está La Calada'l Bruscu, lugar muy apreciado por los pescadores. A su lado sube la Senda del Cervigón, parte de la senda costera antes aludida que recorre buena parte del litoral gijonés:
"Y, mientras tanto, si lo que llega es la celulitis, los kilos de más y los clarines de infarto, los gijoneses tienen el largo paseo de la playa y la "ruta del colesterol", con yodo y todo, para bajar grasas, evitar sustos y sucumbir ante súbitos fallecimientos."

En El Rinconín estuvo anteriormente la finca Los Quiñones y los campos y las huertas de extendían hasta el actual Sanatorio Marítimo (en medio de la foto). Hallazgos arqueológicos atestiguan que toda esta franja desde el Piles hasta acá pudo ser de las primeramente pobladas en los actuales términos del concejo de Gijón/Xixón, milenarias civilizaciones que hunden su huella en la remota prehistoria, como el Achelense del Paleolítico y el Asturiense con su pico conchero e instrumental de piedra, todos cazadores, pescadores, recolectores y pescadores que habitaban las costas y algunos valles del interior.

Más cerca de los chalets, a su derecha y enfrente de la Escalera 18, destaca el gran edificio del Sanatorio Marítimo, otro proyecto de Manuel del Busto, este de 1943, construido en un solar de 1.100 m², e inaugurado dos años más tarde para esta fundación de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que atendió a niños y niñas con poliomelitis y, después y a partir de 1966, también con problemas síquicos, concertándose con la Seguridad Social. Consultamos su página web:

"Se inauguró el 8 de septiembre de 1945. Durante los primeros años el centro desarrolla fundamentalmente una actividad sanitaria y rehabilitadora en relación a las secuelas dejadas por el polio y otras afecciones físicas propias de la ortopedia, de ahí su denominación de Sanatorio, por el que es conocido popularmente en Asturias. Posteriormente, se fueron incorporando otras especialidades en modalidad ambulatoria, como la oftalmología, logopedia y fisioterapia.

Es a finales de los 60, cuando da su primer giro hacia la atención a personas con discapacidad creciendo las aulas, talleres y módulos residenciales."

A principios de la década de 1970 una obra de ampliación, proyecto de los hermanos Alfredo y Alejandro Miranda Ferreras, a la que siguieron más reformas posteriores, le dieron el aspecto actual. Hoy en día es colegio de Educación Especial con alumnos de Educación Básica Obligatoria (EBO) y Transición a la Vida Adulta, concertado con el Principado de Asturias:

"Así llegamos a la década de los 80, donde con la firma del Concierto Educativo y la eliminación de las consultas y los conciertos de rehabilitación ambulatoria, el centro adquiere un matiz marcadamente educativo y no sanitario. Ya en el año 1989, se emprenden una serie de reformas y adaptaciones de las dependencias del área residencial para la atención a personas adultas con discapacidad intelectual, a través de programas de alojamiento. 
Esto nos lleva a atender la demanda residencial continua existente en el Principado para usuarios con problemática socio-familiar grave y, a continuación, para personas con necesidad de apoyos generalizados. 
La firma de estos conciertos supone la apertura de un centro ocupacional por lo que, en la actualidad, las tres áreas de actividades fundamentales del centro son: la educativa, la residencial y la ocupacional."

Detrás se hizo la Urbanización El Rinconín, una de las grandes operaciones urbanísticas del llamado neodesarrollismo de los años 80 y 90 del siglo XX, coincidiendo con la prolongación del nuevo paseo marítimo desde El Puente del Piles a El Rinconín ejecutada en 1994 e inaugurada en 1995

Arriba vemos la Casa de Rosario de Acuña, que fue vivienda de Rosario de Acuña y Villanueva, gran personalidad de la historia gijonesa y española en general, dentro de la lucha por la igualdad de las mujeres, quien llegó aquí tras una azarosa vida gracias a los auspicios del Ateneo Obrero de Gijón

Rosario de Acuña. Grabado publicado en La Ilustración de la mujer 8-6-1884

Nació en Madrid en 1851, accediendo a una buena formación familiar y autodidacta a cargo de su padre. De gran afición por la literatura, empezó a escribir en 1874 en La Ilustración Española y Americana, estrenándose dos años más tarde su obra de teatro Rienzi el tribuno. Marcha a vivir a Pinto, se casa con un militar y, al ser destinado este a Zaragoza, se van allá los dos, pese a que el matrimonio no es feliz a causa de las infidelidades de su marido, por lo que Rosario se centra en la escritura, estrenando dos nuevos dramas y otras obras como La Siesta, siendo la primera mujer que interviene en la tribuna del Ateneo de Madrid


Consagrada autora en prosa, teatro y lírica, colabora en numerosas publicaciones y visita numerosos lugares de España, entre ellos Asturias, cuando ya su ruptura matrimonial es un hecho. Algunas de estas veladas poéticas y literarias son polémicas para las circunstancias políticas que le toca vivir, pues se muestra partidaria de los ideales republicanos y de la separación entre la Iglesia y el Estado. En 1891 estrena El Padre Juan, drama en tres actos acusado de anticlerical y que es suspendido inmediatamente pese al clamoroso éxito de público. Ella viajará por Europa y se proclamará como una firme defensora de los derechos de la mujer. A su vuelta se instala en Cueto, Cantabria, con Carlos Lamo, hombre a quien conoció en 1886, así como con la hermana de este, fundando una granja avícola, actividad en la que se convirtió en una experta, publicando artículos y recibiendo un premio al participar en la Primera Exposición de Avicultura en Madrid en 1902

Pero enseguida llegará otro problema, los dueños de la finca rescinden el contrato y en 1911 vendrá a vivir a esta casa que llevaba construyéndose desde 1909 a instancias del Ateneo-Casino Obrero de Gijón. Un artículo que publicó en la prensa de París criticando los insultos de un grupo de estudiantes de Madrid a unas compañeras extranjeras causó gran escándalo, por lo que se exilia en Portugal, país del que vuelve en 1913 con el gobierno liberal del Conde de Romanones, regresando a vivir a esta casa y siendo ya todo un símbolo gijonés, del movimiento feminista y del libre pensamiento.

Aquí fallecerá el 5 de mayo de 1923, siendo enterrada en el cementerio civil en medio de un gran duelo popular. Su casa fue reconstruida en 1991, haciéndola más grande, es actualmente sede de las escuelas-taller que llevan su nombre

Con motivo de cumplirse en 2010 el centenario de su llegada, se publica La casa de Rosario de Acuña, cien años en El Cervigón, que estimamos oportuno traer aquí:

"En estos días, la casa que Rosario de Acuña mandara construir en El Cervigón se ha convertido en centenaria. Desde 1910 su silueta forma parte del paisaje que habituales y visitantes divisan cuando se asoman al balcón de la concha de San Lorenzo. Sus muros han sido testigos de las transformaciones que ha vivido la ciudad en el último siglo; en ocasiones, también protagonistas. 
Todo comenzó el verano anterior: la prensa gijonesa informa a sus lectores de la presencia de Rosario de Acuña en la ciudad, así como de las gestiones que está realizando con el fin de construir una vivienda en los alrededores. En Gijón ha estado varias veces, y es el lugar ideal para pasar la última etapa de su vida: es una población pequeña, pues aun cuenta con menos habitantes que Santander; entre sus gentes se encuentran «algunos entusiastas de la razón y la libertad» que llevan tiempo insistiendo para que aquí fije su morada; y en sus alrededores se hallan rincones encantadores, donde el embravecido mar no se cansa de rugir frente a los abruptos acantilados. Será en uno de estos lugares, un tanto alejado del centro de la población, donde encuentre el terreno sobre el que edificará su morada. Se trata de una finca de cerca de dos mil quinientos metros cuadrados, que se halla a una distancia de unos cuatro o cinco kilómetros de las calles más céntricas. Después de mirar y mirar parece ser que ha encontrado un lugar que la satisface, razón por la cual se muestra decidida a pagar los cuatro mil reales que piden por él. Cuenta con un pequeño capital que, probablemente, proceda de la herencia recibida tras la reciente muerte de su madre, y parece decidida a emplearlo en la adquisición del terreno y en la construcción de su propia casa, harta ya del peregrinaje al que se ha visto obligada en los últimos años «haciendo cocinas en casi todas las casas que alquiló, y que por cierto quedaron en beneficio de las propietarias» 
Mientras finalizan las obras, se instala en una céntrica pensión y se dedica a supervisar el proceso de edificación. A poco que la conozcamos, es de imaginar que las instrucciones dadas al constructor serían muy estrictas ya que sabía perfectamente lo que quería al respecto, pues no en vano se había cansado de predicarlo durante años a las demás mujeres: una casa de un solo piso, «que no sobresalga del nivel de la tierra más que 50 centímetros rellenos de piedra y de cal»; situada en un alto, con la fachada hacia el sol del mediodía; «que el sol bañe las paredes por los cuatro costados»; en el centro de la casa, una galería «que lo sea todo en la casa; mejor dicho, que sea la casa entera», con elevados techos y suelo entablado, que cobije la biblioteca, la mesa de estudio y la de la comida y en donde confluyan el resto de las estancias; las habitaciones, espaciosas y aireadas; en uno de los extremos de la galería, la cocina, «amplísima, radiante de luz, de agua, de ambiente, con bruñidos suelos y techo elevadísimo y amplia salida de humos por alta chimenea». Las paredes de la casa blancas por dentro y por fuera; las del exterior «dispuestas a la enjalbegadura de cal en cada estación; lavado purificador de las miasmas y microbios.» Y, por supuesto, un edificio anexo al principal en el que tengan cabida las estancias necesarias para los animales domésticos y de corral, así como para almacenar los aperos utilizados en el huerto y en la elaboración de los productos artesanales. 
En tanto se concluye su nueva residencia, la escritora va tomando poco a poco contacto con la ciudad, ocupando de forma esporádica la tribuna de la prensa local. Si El Publicador, periódico de orientación republicana, es el primero en recoger sus palabras, serán las páginas de El Noroeste las que elegirá para dar a conocer sus ideas y opiniones. También será en ellas donde nos enteremos de que en el verano siguiente ya se encuentra en su nueva vivienda, como bien atestigua la datación de su escrito «Una dama cristiana»: «En mi casa del Cervigón (Gijón) 1º de julio de 1910». La información acerca del lugar, inusualmente completa, parece demostrar bien a las claras su satisfacción por encontrarse en su retiro soñado. 
No tendrá, sin embargo, mucho tiempo para disfrutar de «su casa», pues antes de que finalice el siguiente año tendrá que abandonarla para evitar ser detenida por la Guardia Civil tras haber sido procesada por su artículo « La jarca de la Universidad». Tras pasar dos años largos en Portugal, regresa al Cervigón más cansada, más vieja y mucho más pobre, como ella misma nos cuenta en algunos escritos («Carta a Fernando Mora»«Servando Bango en el Cervigón»). Tanto es así que, con sesenta y tantos años, en la recta final de su vida, se ve obligada a hipotecar su recién estrenada casa para poder seguir oyendo el embravecido mar rugir a los pies del acantilado. 
Así pasó sus últimos años, envueltos en toda suerte de penurias y estrecheces. Así le sorprendió la muerte, cuando aquel sábado de mayo tuvo que dejar las faenas domésticas a las que, como cada día, se estaba dedicando para rendirse al eterno descanso. 
La casa de Rosario de Acuña, la del cuerpo frontal de planta baja y dos más pequeños que nacen de los hastiales del primero, la de las cinco ventanas enrejadas que miran al sudoeste y otra más que soporta los vientos del nordeste, la que «se adorna con rosales y claveles, y matas de geranios de hierro y de malva, y una planta de heliotropo mirando siempre al sol, y un peral, y tres o cuatro higueras melancólicas, y una enredadera de campanillas moradas, y una parra vieja y nudosa que se apretaba con amor a la pared…»; la casa de Rosario de Acuña, huérfana de los mimos y atenciones que le prestara su dueña, se queda al cuidado de Carlos Lamo Jiménez, compañero un día tras otro durante los últimos cuarenta años, y su único heredero. 
Hay un problema. Carlos, licenciado en Derecho por la Universidad Central, no realiza ningún trabajo remunerado y, no lo olvidemos, tiene que hacer frente a los réditos de la casa. Para sobrevivir no tiene otra salida que ir vendiendo poco a poco la herencia recibida. Para empezar, la biblioteca: en 1924, vende parte de los libros a la Sociedad de Cultura e Higiene de Cimadevilla. El dinero conseguido le da para ir capeando el temporal durante una temporada. A los primeros libros vendidos debieron seguir otros, y a éstos la venta de enseres y objetos familiares. En este sentido hay que mencionar que consta su participación en la IV Feria de Muestras Asturiana. Al lado de conocidas marcas de automóviles, figura Carlos Lamo Jiménez al frente de un stand de cuyo contenido parece no haber dudas tras la lectura de la referencia: reliquias. 
No queda otra que sobrevivir y, además, hacer frente a las mil pesetas de la hipoteca. Hay que buscar una solución: Regina, la hermana de Carlos, lleva un tiempo dándole vueltas a la idea de instalar en la casa del Cervigón una colonia para los hijos de los librepensadores pobres. No queda más que recabar los apoyos necesarios para llevar adelante su proyecto. Pide ayuda a Javier Bueno, quien en el diario madrileño La Voz se hace eco de su loable iniciativa; a Horacio Echevarrieta, magnate de tendencia republicana que se compromete a levantar la hipoteca; a Marcelino Domingo, que le ofrece su colaboración: «Rosario de Acuña lo merece todo. Su postulado de usted me parece admirable y digno de las dos. Cuente usted conmigo.» [Véase «En justa respuesta»] 
Nada se logró. La falta de apoyo para llevar a cabo aquella empresa forzó a Carlos a tomar la última medida que todavía estaba en su mano: la venta de la casa en la que ambos habían vivido durante los últimos años. A comienzos del año veintinueve la decisión está tomada. Durante los meses de enero, febrero y marzo se publica en la prensa local cada tres o cuatro días un anuncio de venta de la «casa de doña Rosario de Acuña», situada en El Cervigón. A pesar de que en el anuncio se apuntaba que las condiciones eran muy buenas, no debieron pensar lo mismo los posibles compradores, pues la venta no se llega a efectuar, razón por la cual un año después se confía la subasta de la finca a una notaría de la ciudad. A la segunda convocatoria, celebrada en agosto, parece que fue la vencida; y de resultas de la intervención notarial, la casa de planta baja, la casita aneja y el terreno, de unos dos mil quinientos metros cuadrados, pasaron a otras manos. 
La casa, que apenas tenía veinte años cuando los nuevos propietarios la adquirieron, no debió de sufrir grandes cambios en las décadas siguientes, pues las fotografías tomadas veinte o treinta años después concuerdan fielmente con la descripción que Mario de la Viña ha dejado publicada."

Más a la derecha del Sanatorio Marítimo, ante El Mayán de Tierra y la Escalera 18, las terrazas del Bellavista son actualmente el Ambigú, parte de la gran zona de ocio que se configuró en la ribera marítima más allá del Piles bien estudiada por el geógrafo y urbanista Ramón Mª Alvargonzález Rodríguez en su obra Somió, la ciudad jardín de Gijón:
"El trazado de la carretera del Piles a La Providencia desde 1916 marcó el arranque de la ocupación del tramo costero más occidental de la parroquia por usos no agrícolas. A finales de la década de 1910 a aparecieron al pie del tramo inicial de la mencionada vía merenderos con los evocadores nombres, consecuencia de la presencia española en Marruecos, de "Tetuán" y "Casablanca". Poco después, en 1925, Ramón Menéndez Medina construyó, también al borde de la carretera, una fábrica de jabón, trasladada desde El Llano"


La ocupación de ese litoral continuó a lo largo de las décadas siguientes casi siempre con merenderos y bailes que luego fueron restaurantes y salas de fiestas, discotecas o pubs, muchos de los cuales, reformados, se conserva, variando el tipo de negocio pero siempre dentro del ramo de la hostelería, han llegado a nuestros días:
"El merendero "Casablanca" resistió el paso de la guerra civil, periodo en que fue reformado, y en 1943 se construyó en emplazamiento contiguo el llamado "Faro del Piles", objeto de ampliaciones y reformas en 1951, 1952, 1959 y 1967. En los años 40, los hermanos García Blanco del Val compraron la casa de campo de Manuel Corujo, convirtiéndola en el restaurante "El Madrigal", y más adelante en sala de fiestas y night-club. Construyeron una nave exenta dedicada a comedor en 1948, y en 1949 y 1953 lo ampliaron y reformaron"

Nos acercamos a la Escalera 11, a nuestra izquierda tenemos el cruce de la Avenida de Rufo García Rendueles con la calle Menéndez Pelayo, donde se alza, imponente, el Edificio Marlux, de 19 plantas, catalogado dentro de los diez más altos de Gijón/Xixón


La calle Menéndez Pelayo es por donde bajan a la playa, secularmente, las gentes de buena parte de los barrios de Los Campos, El Coto, Jesuitas, etc. que, como el de L'Arena se formaron a raíz del crecimiento de la ciudad a partir del derribo de la muralla en estrella de la carlistada


Otro barrio muy importante, el de Ciares, se conformó al ser engullida por el crecimiento urbano una antigua parroquia rural que llegaba por aquí al mar y se extendía hasta la ribera del Piles, limitando al norte y oeste con los términos de la villa capital del concejo, que acabó por incorporársela plenamente al crecer


Por eso, la Escalera 11 era una de las grandes referencias para la gente de esos barrios, pues solía ser por donde accedían a la playa más prontamente, llegando por la citada calle Menéndez Pelayo, algunos, desde más arriba, bajando antes por la de Ramón y Cajal y encontrándose con la anterior en Los Campos


Especialmente concurrida por todo ello, a partir de aquí se daba en notar más especialmente la gran desaparición de arena en las pleamares, que hacen desaparecer la mayor parte de arenal, la mitad o más, dependiendo del día y del mes pues no siempre la fluctuación es igual


El sector occidental con la marea baja en verano. Es muy posible que si hoy en día se planificase, El Muro de San Lorenzo sería construido unas decenas de metros más atrás, pero en el año 1907 tampoco se pensaba en el enorme crecimiento que la población iba a experimentar en poco tiempo y en el gran polo de atracción en el que se iba a convertir, incluyendo el de sus arenales


Podemos apreciar, con la arena húmeda, hasta donde llega el agua en pleamares, cubriendo la superficie arenosa, a veces incluso más, llegando hasta estas escaleras. Allí mismamente, algunas casas se hicieron prácticamente en la misma orilla, ya antes de hecha la prolongación de El Muro desde La Garita


A la izquierda del Martillo de Capua sí se demolieron unas casas durante el gobierno del Frente Popular, fueron Les Cases de Veronda, construidas en 1899 por Mariano Marín para doña Vicenta Peláez, viuda de Veronda. En ellas fue donde estuvo emplazada entre 1920 y 1937 la sede del Ateneo Obrero de Gijón, fundado en 1881 y del que fue su primer presidente Juan Alonso Caicoya, a quien se le dedicó una de las calles transversales. Se trataba del mismo plan que promovió la demolición de los edificios del Náutico y de los últimos balnearios


Lejos de corregirse, la planificación urbanística de posguerra, priorizó la edificación a los proyectos de ciudad-jardín y de parque-playa ya en la década de 1940. Al llegar la etapa desarrollista vino la edificación en altura de manera desmesurada


Así se forman grandes espacios de sombra, en las mismas calle o, dependiendo de cada estación, sobre El Muro y la playa. Aquí tenemos una vista de la calle Menéndez Pelayo hasta la de Ramón y Cajal en Los Campos, los antiguos Campos Elíseos y La Florida, paso de la Avenida de la Costa que sigue el trazado del Camín Real. También allí, el gran proyecto de un gran parque urbano fue abandonado en pos de la especulación urbanística


En esta esquina se encuentra uno de los comercios más veteranos de El Muro, la juguetería Durán, en un muy concurrido lugar, recordamos, durante los meses de verano, especializada en enseres playeros y souvenirs. Con motivo de una de sus reformas, El Comercio le dedica esta reseña el 20-11-2022:
"El establecimiento fue referente de muchas generaciones de gijoneses y veraneantes, que entraban para comprar calderos, silla de playa, flotadores y otros muchos artilugios con sabor a verano y a vacaciones. El origen de la tienda estuvo a poca distancia de su ubicación actual. Empezó siendo un kiosco en Menéndez Pelayo y se trasladó años después cuando derribaron el edificio en el que se ubicaba."

Un poco más allá, el cruce de la calle Menéndez Pelayo con Ezcurdia era llamado el cruce de la muerte por su peligrosidad, según cuenta ese otro gran cronista local que es Juan Martín Merino, Juanele. No en vano se puso allí el primer semáforo de la ciudad, en 1956. En una esquina estaba el bar Casa Manolo y en la otra la tienda de José El Castellano 

Vemos un poco del Parque de la Fábrica del Gas, ubicado en el lugar en el que estuvo la antigua fábrica de la Compañía Popular de Gas y Electricidad, instalada en 1870 por la Sociedad Menéndez Valdés y Cía., que fue el primer nombre de la empresa, cuando estos terrenos aún estaban indómitos

Cuando revirtieron al Ayuntamiento los terrenos de la antigua muralla y foso de las guerra carlistas fueron allanados los solares a su alrededor y comenzaron a trazarse las actuales calles, como esta de Menéndez Pelayo, que primeramente se llamaba calle del Gas, quedando la factoría, que con el tiempo se integró en Hidroeléctrica del Cantábrico. En Gijón de siempre, además de una fotografía de la misma en sus últimos tiempos, vista desde la calle, nos ofrecen este resumen de su historia:

"Esta factoría fue inaugurada en 1870, varios lustros antes de la aprobación definitiva del Plan de Ensanche; la cual concentraba también una fábrica de electricidad desde agosto de 1890. En 1897 se fusionó con la Sociedad Electricista de Eduardo Menéndez Valdés y Agustín Alvargonzález.

En 1901 se pasó a conocer como Compañía Popular de Gas y Electricidad; lo que desde 1942 se conoce como Hidroeléctrica del Cantábrico.

Este gran complejo fabril (2.000 mc), con sus característicos gasómetros siguió en pie hasta 1992-1993, para pasar a ser todo un ejemplo de regeneración urbana inserto en las directrices urbanísticas de reforma posdemocrática de 1986. Pues ya había dejado de funcionar desde abril de 1985."

La fábrica, rodeada de altísimos muros fue demolida pero el parque conserva su recuerdo. Un buen reportaje fotográfico de la misma lo hallaremos en Gijón en el Recuerdo, así como el siguiente texto:

"En 1862, las calles estaban iluminadas con faroles de aceite, situados muy espaciadamente. En las noches de luna clara, eran apagados, de orden del alcalde, por entender que el resplandor selénico, no solo aventajaba a la luz artificial, sino que constituía un alumbrado que, además de gratuito, no dejaba un solo rincón sin iluminar. 
Más adelante éste aceite se sustituyó por otro aceite de origen mineral llamado esquisto, se adquirieron cuatro faroles de columna y ocho de pescante, que fueron colocados en las plazas y calles céntricas. 
Años más tarde en 1870, se acordó adoptar otro sistema más moderno, el gas, ya implantado en las ciudades más importantes. Se contrató con una importante empresa establecida en Granada, bajo el nombre de Mr. Gustavo Petit Pierre Pellión y Compañia, un servicio mixto que garantizase 200 faroles de gas y de 60 a 70 de petróleo, ardiendo 1500 horas al año, por 15 céntimos hora de alumbrado y conservando los de esquisto por igual precio y tiempo de duración. Todo por un total de 70.000 reales. Siguieron las negociaciones, y Petit Pierre decidió establecer una fábrica de gas en el Arenal de san Lorenzo, sometido entonces a modernización y ensanche, y en 1870, la nueva factoría estaba terminada, dirigidas las obras por Mr. Francisco Saumier. (Biografía de la villa y puerto de Gijón. Joaquín A. Bonet).

La fábrica de gas fue construida en 1870 y la de electricidad en 1889. La primera sufrió diferentes ampliaciones, siendo la más importante la de 1889 en que se construyó una nueva sala de hornos y se aumentaron considerablemente los aparatos de condensación y depuración montando además un gasómetro de 2.000 metros cuadrados, construido con chapas del país en un taller de Gijón. 

Tiene instaladas unas 10.000 luces y 1.000 contadores. El precio actual es de 0,30pesetas metro cúbico para alumbrado y 0,22 pesetas para usos industriales y de calefacción. La central eléctrica fue inaugurada el 1 de agosto de 1890. 

Esta industria pasó por largas vicisitudes, hasta que en 1897, fusionada la Sociedad Electricista con la de los Sres. Menéndez Valdés y Compañía por mutuo convenio se estableció una sola fábrica, ampliando la primera que cuenta en la actualidad con 5 calderas de vapor y 3 grupos de maquinaria pudiendo desarrollar en conjunto más de 200.000 watts. 

La red de cables es subterránea y abarca la población entera. El director de la sociedad es D. Eduardo Menéndez Valdés y el sub-director D. Agustín Alvargonzález."

Más allá, por Los Campos, discurre, siguiendo la Avenida de la Costa, el trazado caminero jacobita de las conchas doradas, el que sigue lo que sería el trazado del Camín Real, que sería el auténtico, pero actualmente discurre por una abigarrada urbe de altos bloques de pisos. 

El Grupo Cultura Covadonga (antes de ser Real), gran institución gijonesa, tuvo en este barrio de L'Arena su sede con sus actividades deportivas y sociales entre 1938 y 1968, cuando se trasladó a Les Mestes, tal y como decíamos en la entrada correspondiente de este blog. Lo repasamos en la hiostoria del Grupo en Wikipedia:

"El Real Grupo de Cultura Covadonga nace oficialmente el 10 de mayo de 1938, durante la Guerra Civil Española. Surge a propuesta de unos socios del Centro Asturiano de la Habana que reclamaban una sección dentro del propio centro que se dedicase a la actividad deportiva. Tras unos inicios en los que, no exentos de polémica, pertenecían al Centro Asturiano, deciden desvincularse del mismo e iniciar independientemente una nueva etapa. Con casi un centenar de socios, se elige como primer presidente a Emilio Alemany Bolufer y se sientan las bases de la idea grupista cuando el socio Dionisio Cifuentes Suárez facilita la renta a la entidad de unos terrenos cercanos a la playa de San Lorenzo, que sería la sede grupista hasta 1968. El Grupo fue creciendo velozmente, alcanzado los 300 socios en 1939 y los 525 dos años después. La sociedad se iba incrustando poco a poco en la vida de la ciudad y ya recibía las primeras muestras de reconocimiento por parte de la alcaldía. En 1949 se aprueba la compra de los terrenos hasta entonces en alquiler por un módico precio pagado a Dionisio Cifuentes, que es nombrado por la directiva grupista socio de honor vitalicio. 
El club experimentó un enorme incremento en su número de socios y bajo el mandato de Jesús Revuelta Diego, que accede a la presidencia en 1967, nace el proyecto del Grupo 2000, que se culmina con una gran operación aprobada en 1969: 
-Los terrenos del barrio de La Arena, que contaban con 4824 metros cuadrados y que en su día fueron comprados por 417 500 pesetas, son vendidos por 50 millones. 
-A su vez, se compran los actuales terrenos de Las Mestas, cercanos al estadio del Molinón, por algo más de 24 millones, y que sumaban 64 000 metros cuadrados. 
El cambio de ubicación supuso un aumento espectacular de terreno para poder practicar las diversas modalidades deportivas. Se pasó de un patio entre calles en el barrio de La Arena de Gijón a los 80 000 metros cuadrados con los que actualmente cuenta el Club."


En El Muro, en verano, colocan sus puestos numerosos tenderetes de ropa, bisutería, artesanía y similares; son sucesores de las que antiguamente se llamaban les tiendes del aire, que eran también de lonas, azotadas por los vientos, de ahí su nombre, "puestos variada oferta, puestos con toldillo, de los llamados "del aire", los describe el pionero etnógrafo gijonés Luis Argüelles Sánchez en El Libro de Gijón


Y por este gran Paseo del Muro y Ensanche del Arenal proseguimos nuestro periplo playero gijonés en dirección al México Lindo y Les Cases de Veronda, paso al Martillo de Capua, El Náutico y la histórica capilla de San Llorienzo de la Tierra, antesala de la Plaza Mayor y Cimavilla













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