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jueves, 13 de febrero de 2014

ENTRANDO EN RIBADESELLA/RIBESEYA (ASTURIAS) "LA VILLA DEL SELLA": DE LA ESTACIÓN A EL PORTIELLU. LA CONSERVERA SICILIANA, LA CALLE TRASMARINA Y EL CRONISTA DEL EMPERADOR


Ribadesella/Ribeseya y su ría, desembocadura del Sella

Fundada hacia 1270 sobre un enclave portuario preexistente, sin duda de origen prehistórico si tenemos en cuenta la representación rupestre de una ballena en las cercanas cuevas de Tito Bustillo (El Pozu'l Ramu), Ribadesella/Ribesella es una de las poblaciones emblemáticas del Camino Norte, asentada en las riberas del Sella como dice su nombre, el antiguo río Salia de los salaenos, sus primitivos pobladores, citados por los geógrafos de la antigüedad

Su puerto, ahora pesquero y deportivo, fue hasta entrado el siglo XX también comercial y de los más importantes del Cantábrico, entrando y saliendo mercancías y viajeros, confluyendo en él las rutas terrestres y marineras por las que también transitaban los peregrinos, lo cuales tenían aquí su hospital, dedicado a San Roque, santo peregrino por excelencia, si bien en un principio, allá por el siglo XV, estaba bajo la advocación de San Sebastián

Su actual fachada marítima es consecuencia del ensanche de la población, que ganó terrenos a la ría en el siglo XIX, quedando los edificios más antiguos, por donde discurre el camino señalizado, un poco más atrás, camino que se dirige a la capilla de Santa Ana, sita detrás de los edificios de la izquierda de la foto, perteneciente al antiguo Gremio de Mareantes y donde estaba el servicio de barquerías que cruzaba la ría antes de la construcción del actual puente

El puente comunicó de manera efectiva las dos orillas del estuario y la población creció por el Arenal de Santa Marina, la espléndida playa riosellana, a donde antaño cruzaban las barcas desde San Ana y continuaban camino los peregrinos y demás viajeros, pasando junto a la vieja Casa de las Ballenas, en la que los balleneros de entonces, pertenecientes al Gremio de Mareantes, guardaban sus enseres y despiezaban a los cetáceos en la misma playa

Realmente, en nuestros días y nada más entrar en el centro urbano por el que fue barrio de pescadores de El Portiellu, ya podríamos dirigirnos al puente, meta del famoso Descenso Internacional del Sella o Fiesta les Piragües y pasar a Santa Marina, pero es nuestra intención seguir primeramente la señalización oficial del Camino Norte hasta la capilla de Santa Ana, recorriendo todo el casco histórico de la población

Igualmente, y ya fuera del Camino, subiremos al Monte Corberu a contemplar las fantásticas vistas que se ofrecen desde la campo de la ermita de La Guía, regresando al casco urbano por el paseo marítimo, el Paseo de la Grúa, y entonces sí cruzaremos el puente, prosiguiendo camino por Santa Marina. Para todo ello dedicaremos varias entradas de blog


Viniendo de Cuerres y Toriellu por L'Infiernu, Argunadieyu, La Espina y Oreyana (donde está el campo del Ribadesella C.F.) el camino entra en la villa por San Antoniu, La Estación y El Fuerte, las casas que vemos arriba a la derecha de la foto


En San Antoniu y luego de subir una cuesta boscosa desde Oreyana, el Camino sale a la actual carretera AS-379. Aquí la caja del ferrocarril, inaugurado solemnemente el 20 de julio de 2005, cortó en su momento el trazado original y la carretera lo salva pasando por encima por este puente, El Puente San Antoniu


Esta carretera, trazada por el mismo tiempo que el ferrocarril, fue la antigua Ribadesella-Llanes y luego la N-634 hasta ser sustituida por la Autovía del Cantábrico (A-8) que pasa más al sur. Hasta agosto de 2019 fue la AS-263, por lo que es posible que en algunas guías, libros, publicaciones o información en general aún aparezca con su antigua nomenclatura. Aquí se la denomina Carretera de la Estación


Efectivamente y en honor a la verdad no puede decirse que la entrada a Ribadesella/Ribeseya sea precisamente una maravilla, caminando por este arcén y soportando normalmente mucho tráfico, sobre todo en verano, con la gran afluencia de turistas, y en festivos y fines de semana, pero ciertamente es en este tramo el trazado más fiel siguiendo el trayecto histórico del antiguo Camín Real de la Costa, el varias veces milenario camino del litoral cantábrico, según leemos en el libro El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa:, de varios autores coordinados por la catedrática de historia y especialista jacobea María Josefa Sanz Fuertes:

"... hasta la llegada a Ribadesella se conservan algunos retazos del antiguo trazado en las inmediaciones del campo de fútbol y de la estación de ferrocarril"

Pasado el puente, la Carretera de la Estación, empieza a bajar suavemente hacia el centro urbano. A ambos lados hay sendas explanadas de aparcamientos y a la izquierda vemos el edificio de la estación ferroviaria y los bloques de pisos de El Fuerte, donde se han hallado tegulae y ladrillos atribuidos a un asentamiento de época romana

La Estación de Ribadesella fue inaugurada a la vez que el ferrocarril, aquel 20 de julio de 1905 con toda solemnidad por parte de la empresa concesionaria Económicos de Asturias, integrada en Feve en 1972. Un poco más allá son los edificios de El Fuerte, donde estaban algunas de las fortificaciones de la villa y puerto, reforzadas por orden de Felipe II en 1558 a causa de la guerra con Francia y en 1573 con Holanda


En la distancia y al oeste reconocemos muy bien la alta silueta caliza del Sueve con los 1.161 metros de altura del Picu Pienzu. Más a la derecha se adentra hacia el mar La Sierra del Fitu, dominada por las cumbres de Poares o Peña'l Fitu (629 m), Gobia (538 m) y La Cruz de Llames (598 m), frontera con Caravia y Parres.


 A la izquierda asoma la cima de La Peñe Pagadín (419 m), más pequeña pero más cercana, de la que se dice "cuando la Peñe Pagadín nun se ve, les muyeres de Sotu y La Granda quiten la ropa", en señal de que va a llover


Y aún más cerca y sobre los tejados de El Fuerte, El Picu Ramonón, ya al otro lado de la ría, en los montes de Ardines, justo encima de La Cuevona, La Lloseta y El Pozu'l Ramu, las famosas cavernas rupestres de Tito Bustillo, nombre de uno de sus descubridores, que pueden visitarse pasado el puente y de las que hablaremos oportunamente


En las inmediaciones de La Estación también hay una cueva prehistórica, La Cueva San Antoniu, por lo que el lugar está sujeto a una especial protección. En ella hay localizado un conchero, restos de conchas marinas, detritus de la alimentación de los antiguos cazadores-recolectores paleolíticos (se supone magdalenienses) y en la pared hay pintado un caballo con trazo oscuro. Fue estudiada ya en 1912 por el arqueólogo Hernández Pacheco


La inauguración de la vía vía férrea fue un acontecimiento de multitudes. En un momento en el que la aviación acababa aún de ser inventada y prácticamente todavía no existía la industria del automóvil, se pensaba en el ferrocarril como el gran medio de transporte de mercancías y viajeros del futuro inmediato y su llegada abría grandes expectativas industriales y comerciales. Además, la línea enlazaría en Llanes con la que procedente de Santander, del Ferrocarril del Cantábrico, enlazaría Asturias con Cantabria. En el blog Trenes y tiempos Ángel Rivera publica su historia con las Crónicas de la vía estrecha:
"... en el último decenio del siglo XIX se fundaba en Bilbao la Compañía del Ferrocarril de Santander a Bilbao (1894), en Santander se estructuraba ya la del Ferrocarril del Cantábrico nacida en 1890 y en Oviedo lo hacía la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias creada en 1887. El objetivo final de estas dos últimas compañías era el de conectar ferroviariamente en vía estrecha Santander con Oviedo. Ello se logró el 30 de mayo de 1905 cuando las vías de Económicos de Asturias y las del Cantábrico se unieron en la estación de Llanes. Dado que aunque los acuerdos para una explotación conjunta y directa del recorrido entre Santander y Oviedo se establecieron desde el principio entre ambas compañías, lo cierto es que cada una de ellas tuvo vida independiente hasta su absorción por FEVE en abril de 1972 -en el caso de Económicos- y en junio de ese mismo año el de la Compañía del Cantábrico."

Ángel Rivera escribe que ya en el último tercio del siglo XIX aparecieron diversas iniciativas para comunicar la capital asturiana con los concejos orientales, consolidándose con los fundación de la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias S.A. el 28 de junio de 1887:

"... con el objetivo de estudiar diferentes posibilidades de establecimiento de ferrocarriles de este tipo en la región y, en su caso, llevar a cabo la obtención de las concesiones de las líneas que se considerasen de interés. Ya el 4 de mayo de 1888, se obtuvo la de Oviedo a Infiesto. Las obras se pusieron muy pronto en marcha y casi desde su principio, se solicitó por algún periódico la continuación de la línea al menos hasta Ribadesella. Se abría así un debate sobre su prolongación hasta unirse con la del Cantábrico -algo que siempre se había contemplado en los planes a un plazo u otro de la compañía- así como sí su tendido debería discurrir por la costa o por el interior."

El ingeniero de minas Jerónimo Ibrán fue el gran impulsor y primer director de esta empresa ferroviaria en la que el factor económico plasmado en su mismo nombre deseaba no realizar grandes inversiones en costosas infraestructuras, pero ello conllevaría como resultado un trazado difícil y complejo para su explotación". No obstante las obras avanzaban a buen ritmo, inaugurándose el primer tramo el 13 de noviembre de 1891:

"Para prestar el servicio de tracción se adquirieron cinco locomotoras del tipo 130T a la factoría belga Saint Leonard. Numeradas del 1 al 5 recibieron los nombres de "Oviedo", "Siero", "Nava", "Infiesto" y "Covadonga". Para el transporte de viajeros llegaron desde Francia quince coches montados sobre bogies y equipados de freno de vacío. Y para el de mercancías se adquirieron en Bélgica 60 vagones cerrados y abiertos dotados algunos de ellos de freno de husillo y puesto de guardafrenos."

Seguidamente las compañías Económicos y del Cantábrico iniciaron contactos tendentes a unir ambos ferrocarriles, firmándose con tal fin un acuerdo en 1899 en Santander para acometer entre las dos el tramo Cabezón de la Sal-Infiesto:

"Se establecía que El Cantábrico asumía el tramo Cabezón-Llanes y Económicos el de Infiesto a Llanes, tras haber recibido esta compañía en marzo de 1900 la transferencia de la concesión de este último tramo por parte de la del Cantábrico que la había obtenido previamente.

Tras ese acuerdo, Económicos inauguró el tramo de Infiesto a Arriondas de 21 km el 23 de mayo de 1903 y el de Arriondas a Llanes, de 46 km, el 30 de mayo de 1905, momento a partir del cual, se hizo posible el viaje por ferrocarril directo entre Oviedo y Santander. En cualquier caso, la inauguración oficial tuvo lugar el 20 de julio de ese año"


Para asumir el incremento del tráfico ferroviario ambas empresas compraron nuevas locomotoras a diferentes fabricantes:
"Para asumir el aumento de tráfico que suponía la puesta en servicio de nuevos tramos,  Económicos adquirió a la factoría alemana Borsig  entre 1902 y 1910 siete locomotoras  tipo 131T que fueron las 21 a 28.
Fue en este año de 1906 cuando Económicos permutó con el Astillero a Ontaneda tres de sus primitivas Saint Leonard por tres Baldwin tipo 131T que fueron las 31 a 33.  
A partir de 1911 las nuevas locomotoras se empezaron a solicitar a la factoría Krauss. En ese año llegaron tres del tipo 131T que fueron las 34 a 36. Ya en 1921 llegaron otras dos más del mismo tipo que fueron las 37 y 38. 
Por otra parte, y aunque es difícil establecer la fecha concreta, Económicos adquirió a los Ferrocarriles Vascongados tres locomotoras Krauss tipo 040T, las 184, 185 y 186 que en  pasaron a ser las 16, 17 y 18. Además, en 1920, cuando se electrificó el Ferrocarril de Carreño, Económicos adquirió sus locomotoras 1 y 2, unas Krauss tipo 130T que pasaron a ser las 19 y 20"

La Revolución de Asturias de 1934 y posteriormente la Guerra Civil causaron la destrucción de gran parte del material e instalaciones ferroviarias. Económicos de Asturias celebró su primer consejo de Administración en 1938, tras la caída del Frente Norte, poniéndose de manifiesto la penosa situación:
"La reconstrucción fue compleja y larga y a ello se unía la alta demanda de transporte ferroviario en los primeros años de la posguerra. Para afrontarlo, Económicos hizo un pedido de cuatro locomotoras a la factoría Babcock&Wilcox tipo 141T que llegaron en 1942 y recibieron la numeración 40 a 43 
En 1946, acabada la Segunda Guerra Mundial, Económicos experimentó un resurgir económico y en 1951 se encargaron a B&W otras cinco locomotoras del mismo tipo 141T. Numeradas del 44 al 48, fueron las últimas locomotoras de vapor adquiridas por la compañía. 
En los primeros años cincuenta la necesidad de aumentar el parque de tracción junto con los grandes retrasos en la construcción de locomotoras de vapor en España llevó a Económicos a la adquisición de forma conjunta con El Cantábrico de alguna rama diésel Brissoneau&Lotz. Años más tarde, en 1959, Economicos inició su dieselización a gran escala con la adquisición  de locomotoras Alsthom y posteriormente de algunos automotores MAN. Pero al igual que en otras compañías de vía estrecha el aumento del tráfico por carretera, la escasa inversión en infraestructura y los aumentos de costes llevaron a la empresa a entrar en pérdidas desde 1967. En esa situación la compañía decidió  desprenderse de su empresa ferroviaria de modo que FEVE se hizo cargo de ella el 4 de abril de 1972"

De La Estación bajamos ahora a El Fuerte, donde es posible que ya existiesen atalayas de vigilancia desde tiempos inmemoriales, pues desde el promontorio del Monte Covayu se divisa perfectamente tanto la villa y puerto como este acceso. Recordemos que Ribadesella/Ribeseya, a diferencia de otras pueblas, no fue amurallada y basaba su defensa en una red de fortificaciones en torno al estuario

En 1574, estallada ya la guerra contra Holanda, inspecciona sus defensas Fernando de Valdés, comisario general de los puertos y costas asturianos, según nos informa la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 12, voz Ribadesella):

"En su presencia se realizó una general aportación de todos los vecinos, reunidos en concejo público, presidido por los "muy magníficos señores Lorenzo de Pando é Juan del Río, Jueces ordinarios de la dicha villa é concejo, Gonzalo Ruiz de Junco, alferez, etc." con el fin de ampliar las fortificaciones de la villa, pues sólo una lombarda "que está en el Torrejón de los tiros" en mal estado, guarda la zona."

Por esta razón se hizo un convenio con un vecino, Juan de Cuerres, para comprar dos cañones en Bilbao, junto con sus municiones correspondientes. A la vez se adquiere un "atambor para que con el se recoja a las gentes", es decir, un tambor a cuyo redoble se advirtiese de la presencia de enemigos a la población de la villa y sus parroquias, donde se crearon pequeñas milicias a cargo de caporales, los cuales mandaban pequeños grupos de hombres armados, a veces muy rudimentariamente con sus mismos aperos de labranza. Era capitán de estas milicias Pedro González y lombardero o soldado a cargo de las bombardas, Toribio de Lastres


Dejando atrás los aparcamientos de La Estación pasamos frente a la Residencia San José de la Montaña, fundada en 1929 como Asilo Villar del Valle y Pendás del Valle por Asunción del Valle Pérez, viuda del indiano Vicente Villar del Valle, gestionada en un principio por las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl y luego, a partir de 1954, por la Congregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña. En la página Lares Asturias se recogen su historia y características:
"Centro Sociosanitario gestionado por la Congregación Madre de los Desamparados y San José de la Montaña. La Residencia surge como fruto de la labor altruista del matrimonio Villar y Valle, oriundos del Concejo de Ribadesella, que cosechando grandes éxitos económicos en ultramar deciden promover el bienestar de sus conciudadanos a través de obras sociales, entre otras una residencia de ancianos, donde se acogen ancianos pobres y se internan heridos y enfermos, excepto los epidémicos, con capacidad para 10 ancianos. Esta fundación data del 20 de mayo 1929. El 10 de noviembre de 1954 se hizo cargo la Congregación de Madres de Desamparados y San José de la Montaña, cuyo carisma se fundamenta en el amor misericordioso en la atención a los desamparados en todos los ámbitos. A lo largo de éste periodo se han hecho continuas reformas y mejoras, en la actualidad residen 35 residentes.

Nuestro centro está Acreditado por el Principado de Asturias desde el año 2010. Actualmente la Residencia de Ancianos San José de la Montaña es una entidad privada sin ánimo de lucro cuyos beneficios, en caso de existir, se dedican a la mejora de su calidad y servicios. Es apta para personas dependientes, con 10 plazas concertadas con la Administración del Principado de Asturias.

En diciembre del 2015 obtuvo el certificado de Calidad según la norma ISO 9001:2008, dando valor al esfuerzo de nuestros profesionales para dar un servicio personalizado de calidad a nuestros usuarios. En Enero de 2018 ha obtenido un nuevo premio a este esfuerzo de nuestro equipo adaptándonos a la norma ISO 9001:2015 tras pasar la correspondiente auditoría externa. Demostramos con esto, día a día, el trabajo basado en la mejora continua para poder dar un servicio de calidad que repercute en la satisfacción de nuestros usuarios y familiares.

Situada en la villa de Ribadesella, cuenta con jardín y zona verde propia. Tiene un total de 19 habitaciones, de ellas 6 son individuales y el resto dobles"

Efectivamente, al pasar, admiramos estos espléndidos jardines desde el portón de entrada, especialmente los árboles, palmeras y otras especies ornamentales muy del gusto indiano, así como el edificio de la residencia, con galerías, grandes ventanales, porche y columnas, escaleras...


Vicente Villar del Valle era un indiano, benefactor de esta villa, que había hecho fortuna en Cienfuegos, Cuba, dedicándose al comercio y llegando a adquirir la magnífica quincallería El Palo Gordo, además de primer presidente del Casino Español de Cienfuegos. Algo más de su biografía aparece en el trabajo de José Luis Urra Maqueira, El Palo Gordo de Cienfuegos en pos de su bicentenariopublicado en 5 de septiembre Diario digital de Cienfuegos:
"Vicente nace en la ciudad de Villaviciosa, Asturias, en 1850. Crece entre tres hermanos: Generosa, Engracia y Francisco, quien se convierte en su socio años después. Apenas concluye el bachillerato viaja a Cienfuegos en 1862. Desde un principio es atrapado por las labores comerciales, y con el tiempo se convierte en negociante próspero y figura respetada por los sureños. Luis Puñal lo describe como un hombre alto, bien conservado, de ojos pardos oscuros, nariz borbónica, bigote abundante y barba terminada en punta a lo Cervantes.

Igual, que es dado a los viajes, particularmente a España, donde suele retirarse para filtrar sus pulmones. A propósito, el suyo fue el primer auto que tuvo Ribadesella. No es de asombrar que intentase siempre mostrar su bonanza, pues los oriundos solían rechazar a aquellos que regresaban sin fortuna.

José Vicente, el más perspicaz de los tres hermanos, duplica entonces la reputación del establecimiento, ya no solo por el modo con que se explaya en la sociedad, los atributos de sus productos y el admirable inmueble que ocupa, sino también por la variedad de las ofertas y montos. Para lograr la compraventa al por mayor y menor de efectos de quincalla, papelería, joyería y prendería, se vincula a otro socio, Galo Díaz de la Tuesta y la Hoya, finalmente su comandatario, y crea la razón social de Villar y Cía, el 8 de enero de 1878."

Tras su muerte en 1915, su viuda, Asunción Valle encargó al arquitecto Miguel García Lomas en 1919 la espléndida quinta La Atalaya, que podremos ver en nuestro periplo riosellano pues se halla muy cerca del Camino, así como enfrente de ella, las Escuelas Graduadas, para las que su marido había donado 20.000 pesetas en testamente con vistas a su construcción


Llamado realmente José Vicente Villar del Valle, tenía dos hermanas, Generosa y Engracia, y un hermano, Francisco Villar, su socio en El Palo Gordo, fallecido en un accidente ferroviario en Payares junto con su hijo Manuel. Otro de sus hijos, Paco, se casó con Carmina Fernández de Castro del Valle, sobrina de Asunción. Un sobrino de Vicente Villar, hijo de su hermana Engracia, José Alabau Villar, llegó a ser gerente de El Palo Gordo


Estamos en la zona conocida como La Torre, donde el muro que la residencia tiene su continuidad en el de una quinta de indianos que cierra también su finca, que cae en ladera sobre la carretera


Dispone el palacete de una torre de tres pisos con tejado a dos aguas y balcones corridos por los cuatro lados de la planta superior. En el cuerpo lateral, de una altura menos, vemos otra buena balconada estilo corredor. En la finca hay frutales y también árboles ornamentales


Desde allí sus moradores tenían una preciosa perspectiva de la entrada, o salida, oriental de la población por el tramo del camín real sobre el que luego pasó la carretera


A la izquierda es la parte conocida como La Mantequería, solar que fue de la antigua Mantequería de Ribadesella, donde se puso en marcha la promoción urbanística de El Mantequeru con nuevas construcciones y proyectos. Cope Ribadesella daba así la noticia el 3-12-2019:
"La promoción urbanística conocida con el nombre de El Mantequeru, ubicada entre El Fuerte y la carretera de la estación de Ribadesella, ha cambiado de manos. Ha sido adquirida por una de las empresas propiedad del magnate asturmexicano Juan Antonio Pérez Simón. En concreto por la constructora que tiene ubicada en el vecino concejo de Llanes, la Promotora Asturamericana SL. Uno de sus primeros pasos ha sido acondicionar un local ubicado en la calle Marqueses de Argüelles, en pleno muelle riosellano, como oficina de ventas. Así que, todo apunta a que las obras de construcción se reanudarán en breve.

La historia de esta promoción urbanística comenzó en noviembre de 2010 cuando la CUOTA aprobó de forma definitiva la modificación puntual de las Normas Subsidiarias del Planeamiento de Ribadesella correspondiente a esta unidad de actuación. De acuerdo al convenio suscrito entre el Ayuntamiento de Ribadesella y la promotora parraguesa PROSUCON SL, el suelo cambió entonces de calificación. Hasta esa fecha estaba reservado para la construcción de vivienda unifamiliar agrupada, pero tras la modificación pasó a residencial colectiva abierta y cerrada en bloques de viviendas de entre cuatro y seis alturas. Se ampliaba así el coeficiente de edificabilidad de los 10.940 metros cuadrados de superficie que formaban parte de la parcela, admitiendo la construcción de unas 150 viviendas.

A cambio, el promotor se comprometía a crear un vial de conexión entre el barrio de El Fuerte y la carretera AS-379 (antigua AS-263) además de unas 270 plazas de aparcamiento repartidas entre el subsuelo y la superficie. También debería cederle al Ayuntamiento una parcela de 1.217 metros para la construcción de 28 viviendas de promoción pública en la parcela más próxima a la estación de FEVE y a destinar una de sus edificaciones a vivienda protegida, la única que llegó a construirse antes de la quiebra de la promotora. En este caso se trata de 23 pisos ya concluidos, pero nunca entregados. Allí siguen abandonados.

Según el proyecto, las viviendas quedarían distribuidas en seis bloques. Los tres primeros en forma de U con una plaza pública en el centro. Estos quedarían situados en la zona más próxima a la Avenida del Fuerte. A continuación se ubicaba un cuarto inmueble perpendicular a la vía del tren y por último, en la zona colindante con la estación, dos bloques paralelos a la misma vía, el de promoción pública (28 viviendas) y el protegido de promoción privada (23 viviendas). En total 51 pisos con algún tipo de protección y 95 libres. Es decir, el 35% de la promoción estará dirigida a familias con rentas bajas o medias.

Lo que a día de hoy no está claro es el destino final que le dará el Ayuntamiento de Ribadesella a la parcela de su propiedad. El Consistorio está barajando diferentes posibilidades. Entre ellas, renunciar a la construcción de viviendas sociales y cederla a la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar para la construcción de la reclamada residencia geriátrica. Esta quedaría situada frente a la residencia-hogar San José de la Montaña y justo al lado del Tanatorio que se proyecta frente a la estación de FEVE."

Es muy posible por lo tanto que la fisonomía de esta parte de la  Carretera de la Estación cambie progresivamente de aspecto y que, cuando vengáis, seguramente veáis nuevas edificaciones a la izquierda, entre la carretera, La Estación y El Fuerte


Y aquí estaba la antigua mantequería que da nombre al lugar, al ser derribada fue usada como aparcamiento, según tenemos noticia por La Plaza Nueva, revista de la Asociación de Amigos de Ribadesella:
"Una vez llevada a cabo la demolición de la nave de la antigua mantequería en la carretera de la Estación, la sociedad propietaria ha cedido los terrenos en los que se ubicaba para que puedan ser utilizados como aparcamiento de vehículos mientras no los necesite. Los servicios municipales procedieron inmediatamente al acondiciona - miento del solar, con capacidad para un centenar de plazas, lo que vino a paliar la escasez de aparcamientos en la villa riosellana"

Se trataba de la empresa Productos Lácteos El Faro, de carácter familiar y a nombre de Manuel Pando Costales, quien era ganadero antes de la Guerra Civil. Según se recoge en Historia de la industria láctea española: una aplicación a Asturias 1830-1995, de Alicia Langreo Navarro, durante la contienda, en la que sirvió en los dos bandos, hizo buenas relaciones con los mandos políticos locales del lado nacional, lo que le resultó muy útil para iniciar su empresa, pues ya en 1940, recién acabada la guerra, comercializaba leche líquida para algunos repartidores, facturando entre 400 y 500 litros diarios, que enviaba a Oviedo en bidones por ferrocarril:
"Cuando en 1942 salió una orden del Gobernador Civil obligando a la higienización de la leche para su venta al público, decidió iniciar la fabricación de quesos y acabar con su actividad inicial. En los primeros tiempos elaboraba unos 300 litros diarios. Su primera producción fue el queso, aunque muy pronto empezó a fabricar mantequilla"

En 1943 empezó a producir en la nueva fábrica que aquí estuvo ubicada, si bien la nave no la construyó hasta 1955 en el mismo conjunto de edificios en el que estaba la casa familiar. Empezó fabricando queso de nata, luego queso azul, producción que abandonó debido a la larga maduración necesaria, continuó con el de bola, prensado, de barra y manchego, comprando para este último manteca y sueros de oveja a empresas castellanas. Siempre recogió leche entera para la elaboración de quesos; existiendo por entonces las desnatadoras de Mantequerías Arias y Mantequería Riera. Tuvo ciertos problemas con las autoridades "debido a la venta de quesos en el mercado negro en las temporadas en que se prohibía su fabricación, así como a su negativa a proporcionar leche líquida para el abastecimiento de Oviedo, aunque en términos generales la época le resultó propicia". Vendía a través de almacenistas y representantes propios y su área de venta abarcaba Madrid y varias capitales del norte, especialmente Bilbao:
"En la época en que se incrementó la lucha entre las empresas por el abastecimiento de leche, en la segunda mitad de los años sesenta, Manuel Pando tuvo serios enfrentamientos con Nestlé.

Este empresario fue uno de los promotores de Granja la Polesa, empresa en la que siempre ha tenido una participación importante. Antes de 1975, Manuel Pando ocupó diversos puestos en el sindicato vertical en representación de los industriales lácteos.

Desde el principio, en los nuevos locales de su empresa, aprovechó los sueros para la alimentación del ganado. Para ello contaba con naves de cerdos al lado de la fábrica; la distribución del suero se hacía directamente por una red de tuberías. Esta granja se mantuvo en funcionamiento casi hasta el cierre de la fábrica.

Sus principales inversiones tuvieron lugar en el año 1955 cuando se construyó la fábrica, y en los años sesenta cuando instaló la cámara, coincidiendo con la apertura de la frontera para la importación de maquinaria. El resto se hizo poco a poco. Sus instalaciones permitían el tratamiento de un volumen de leche muy superior al trabajado normalmente.

En el conflicto motivado por la sustitución de grasas lácteas mantuvo posturas muy duras a favor de las mezclas, en especial para su utilización en quesos.

Desde los años sesenta sus productos se vendían con la marca "El Faro".

Al inicio de los años setenta contaba con 6 trabajadores, cifra máxima en toda su historia y manejaba unos 300.000 litros de leche anuales. Estas cantidades eran las mismas cuando cerró en 1980.

Los motivos del cierre no fueron de índole económica ya que la empresa iba razonablemente bien y no se vendió: diez años después la fábrica se mantenía intacta. Posiblemente el hecho de no tener herederos y algún que otro desencuentro con la administración y con otros industriales llevaron a esta decisión."

A la izquierda el edificio de Casa Marina, al empezar la cuesta de El Fuerte. Vamos viendo ya los primeros bajos comerciales, como el de Canoas Ribadesella, una de las varias empresas riosellanas dedicadas al turismo activo 


Pasamos el paso de cebra del cruce con la calle Villar y Valle, el matrimonio benefactor fundador de la residencia. De frente es el negocio de los Hermanos Silva, empresa familiar fundada en la década de 1970 y dedicada a las reparaciones eléctricas, en base a la que, en 1979, abrieron su primera tienda de iluminación y electrodomésticos


Ya vemos los edificios del centro urbano, en concreto los de El Portiellu, el que se dice fue el barrio primitivo y original de la población, el más antiguo, junto con su desaparecido puerto-embarcadero, rellenado con el ensanche del siglo XIX. De frente a lo lejos asoman de nuevo los boscosos montes de Ardines y, más lejos aún, el Monte Somo, donde acaba el Arenal de Santa Marina y está el Faro de Ribadesella


A la izquierda el gran desmonte del Monte Cobayu, en el que se proyectó en su momento (año 2010) hacer un gran aparcamiento subterráneo horadando la roca. Su entrada sería por la N-632, que llega a Ribadesella por el sur desde Lloviu, siguiendo la ribera de la ría, en concreto cuando ya entra en el casco urbano con el nombre de Avenida Palacio Valdés (barrio El Cobayu). Su salida sería peatonal hacia el centro de la villa. De momento no ha llegado a materializarse


La Carretera de la Estación, en tiempos también llamada de Llanes y de Santander, bordea esta ladera del Monte Cobayu para enlazar abajo con la citada N-632. pero nosotros no vamos a ir por ahí, sino que la dejaremos aquí mismo y bajaremos a la derecha, por donde el camín real, ahora recuperado y enlosado, entra en el citado barrio de El Portiellu


Tal y como señala el cartel, es hoy día un acceso peatonal que se dirige al centro por las tranquilas callejuelas de El Portiellu. Esta primera en concreto la de Trasmarina


El Portiellu puede hacer referencia, como topónimo, a un pequeño portillo que fuese acceso a la población, que hemos de recordar de nuevo que no estaba amurallada, pero también es posible que se refiera a puerto pequeño. No en vano se afirma que aquí estaría El Puerto, la población portuaria sobre la que hacia 1270 el rey Alfonso X El Sabio fundó la Puebla de Santa María Magdalena del Puerto, que posteriormente cambiaría de nombre. Aún en el inventario de parroquias asturianas del obispo Gutierre de Toledo, hecho entre 1385 y 1386, figura con esta denominación. Posteriormente, en el siglo XVI, alguien añadió "que agora se llama de Ribadesella"


La orilla de la ría llegaría a las primeras casas. Más allá es terreno ganado al mar en el ensanche decimonónico y construido posteriormente, ocupando el antiguo puerto de El Portiellu. Es fácil pensar que ya en tiempos de los romanos, sino antes, pudiese haber aquí un asentamiento aprovechando el amparo que para las lanchas de pescadores constituía una gran roca o peña que desapareció al ensancharse la población hacia la ría del Sella. Un primer poblamiento que en la alta edad Media formaba parte del Territorio de Melorda o Meluerda, al este del Sella


Desde aquí, bajando, vemos entre las casas de El Portiellu un poco del Puente del Sella y del barrio de Santa Marina, que se edificó a partir de unos primeros palacetes en primera línea de playa, tras hacerse del puente y que posteriormente se extendió por toda la vega del río San Pedru hasta más allá del Monte Somo


En primer plano vemos la grúa del actual puerto deportivo y algunas de las casas más antiguas, El Picu, justo al lado del puente. El territorio al oeste del Sella era en la alta Edad Media Letuas o Leduas, que se unificó con el de Melorda al crearse la puebla de Santa María Magdalena del Puerto, mencionada por primera vez documentalmente en 1284. En el Gran Atlas del Principado de Asturias leemos así de su fundación y primera existencia:
"En la segunda mitad del siglo XIII este espacio será objeto de una reordenación geo-administrativa de alcance. Aún en las décadas de la primera centuria se puede constatar (...) la existencia de un tenente para cada uno de los territorios de origen altomedieval (Leduas y Melorda). Sin embargo, en torno a 1270 se funda en la desembocadura de El Ríu Sella una puebla, en el marco del programa de repoblación urbana de iniciativa regia que se desarrolla en Asturias durante el siglo XIII y de forma intensa en los años próximos a la fecha señalada. No se conserva el instrumento fundacional del nuevo villazgo, aunque en todo caso se constata su existencia antes de 1284, año en el que aparece mencionada en un registro de  Cancillería de Sancho IV"

A nuestra derecha un par de casas notables, la primera con jardín, acceso por portón con tejadillo a dos aguas y vivienda con cortafuegos: Casa Scola, que fue del conservero siciliano, nacido en Porticello en 1924, Baldassare Scola Sanfilippo, un origen común a los pioneros de la industria de la anchoa enlatada en el Cantábrico, como vimos en este mismo Camino Norte cuando pasábamos por Santoña.Es más, parece estar emparentado directamente con el que se tiene por seguridad como el primer italiano establecido en España con esta por entonces gran novedad conservera, tal y como aparece en el estudio de Luis Javier Escudero Domínguez titulado Los italianos y la industria del salazón. Primeras aportaciones a su aparición en el Cantábrico:
"Hasta el momento la primera noticia fundamentada sobre la llegada de industriales italianos por las costas españolas nos remite a 1880. En una carta enviada en marzo de ese año por el siciliano Mariano Scola a su mujer Ángela Sanfilippo, éste le explica que después de llegar a Génova, tras cinco días de navegación, se dispone a partir a España junto a su cuñado Angelo Cefalú y el Señor Angelo Parodi. Desgraciadamente esta noticia no nos aclara el lugar donde pensaban establecerse ni la actividad a emprender (...)

La búsqueda por nuevos lugares donde poder elaborar o adquirir anchoa les acercará hasta las costas del Norte de España. Más ¿Cómo sabían de las características de la zona para poder explotar dicha actividad? Y ¿Por qué se deciden a ello? Estas son las dos interrogantes clave para explicar la llegada de estas sociedades. El por qué parece obvio. Había abundancia de pesca pero ¿cómo se enteran ellos de tal abundancia? Sin poder ofrecer una respuesta categórica y concluyente, podemos lanzar varias hipótesis que quizás nos ayuden a explicar dichos motivos. 

Por un lado no parece descabellado pensar que alguna de las conservas de anchoa en aceite que ya se producían en las conserveras vascas de finales de los sesenta fuera a parar a otros mercados que no sean las antiguas colonias españolas como por ejemplo los franceses o los italianos. Aunque no se trata de salazón, permitiría observar la calidad de la anchoa. Por otro lado las propias firmas italianas que ya desde finales de los setenta frecuentaban las costas andaluzas y portuguesas con el fin de adquirir atún para su elaboración conocerán las características de las zonas marítimas españolas para futuribles asentamientos. Muchas de ellas serán frecuentes con posterioridad en nuestras costas. Así mismo las casas francesas y catalanas que ya por esas fechas de principios de los ochenta aparecieron por algunos puertos para elaborar esta especie en barriles. Uno de estos industriales catalanes tuvo relación directa con una sociedad trasalpina (...) por lo que no se debería descartar las relaciones comerciales entre salazoneros catalanes y sociedades italianas. (...) una de estas firmas importantes se decidirá a buscar contactos en las costas cercanas a Italia como Argelia o Grecia, y muy probablemente Cataluña, donde ya desde épocas anteriores existía tradición de salar la anchoa"

Scola se instala primeramente en el barrio de El Cobayu, en una fábrica abandonada que fue de Victoriano Santisteban, pero tras casarse con la riosellana Irene Fernández Ruisánchez, construye aquí, parte alta de El Portiellu, su nueva fábrica y su nueva casa, trabajando especialmente con la anchoa, el chicharro y el bonito. El profesor especialista Ramón Rapín Rama publica sobre el tema de las conserveras en La Nueva España del 26-3-2010 el interesante artículo La conserva, un sector pujante en Ribadesella, del que presentamos lo siguiente:
"Las costeras de pescado eran irregulares; de modo que, cuando las materias primas escaseaban, se recurría a traer pescado de otros puertos. Asimismo, en épocas de abundancia el pescado se vendía y transportaba a otros lugares.

La principal materia prima era el bocarte para la anchoa, aunque también se elaboraba bonito, chicharro, aguja, caballa, sardina y palometa. Los desechos con frecuencia eran utilizados como abono, o bien terminaban en la ría; en ocasiones había quien iba a las factorías a recoger desechos para utilizarlos como macizu en la pesca a caña. Por entonces, Ribadesella era un verdadero paraíso para la pesca deportiva (¡cuántos xáragos caerían en los anzuelos de los pescadores del puerto y de los pedrales!).

Existían dos tipos de elaboración: el salazón y la conserva; ésta podía ser en aceite, en escabeche o al natural (asalmonada). En el salazón, el pescado se empacaba en barriles, en capas separadas con sal. En la conserva, tras ser cocido, el pescado se cortaba y finalmente se enlataba.

Los envases de las latas se compraban por separado (parte superior, inferior y lateral), para luego ser montados en la fábrica por una persona especializada en esta tarea, llamada «el lateru». Existían tres tipos de barriles: los denominados «sicilianos» (de 80 kilos), los «raberos» (de 150 kilos) y las «tercias» (de 300 kilos).

Resulta obvio que estas factorías representaban un extraordinario papel en la economía local. Aunque el número de operarios era variable, pues dependía de la mayor o menor producción pesquera, se estima que unas veinte personas trabajaban con carácter fijo y unas trescientas, en su mayoría mujeres, con carácter eventual.

Juan José Pérez Valle nos hace en su artículo una excelente descripción del ajetreo del puerto en época de capturas: «El casi centenar de embarcaciones vascas, cántabras y asturianas con doce o catorce tripulantes atracadas unas al costado de otras; la comida de los marineros en la marmita común; la actividad frenética de los pescadores desembarcando el bocarte a tierra; los carros del transporte a las fábricas (Silva, Fausto, Tino el Durdu, Jaime y otros varios); el vocerío de unos y otros; la sirena de la rula llamando a los compradores a subasta; muchos niños que en un alambre iban ensartando los bocartes que se caían al suelo para luego proceder a su venta de casa en casa; las gaviotas revoloteando alrededor de la pesca; los cangrejos -patelos- pisoteados en el muelle; también desde que comenzaron a usarse, el sonido de los pantalones de agua de los marineros al caminar; la fábrica de hielo a toda producción, la caballa (xarda) y el chicharro que se regalaban o tiraban al agua; la actividad sin descanso en las conserveras; la limpieza de los barcos; el despescado de las redes que ocupaba a toda la tripulación para dejarlas limpias».

La decadencia de las industrias conserveras riosellanas había comenzado tras la Segunda Guerra Mundial, en que numerosas factorías se vieron abocadas al cierre. En 1950 sólo cinco quedaban abiertas de forma permanente: Albo, Scola, Sergio González, Segundo González y Felipe Fernández.

Pero el declive final se produciría durante la década de 1960. La desaparición del bocarte, unida a la disminución de otras capturas, provocaron un importante descenso en el abastecimiento de materias primas; lo cual, unido al aumento del coste de la mano de obra, supuso una importante crisis en el sector conservero de la villa.

Por si esto fuera poco, el decreto 2414/1961, de 30 de noviembre, por el que se aprobaba el reglamento de actividades molestas, insalubres, nocivas y peligrosas, trataba de «evitar que las instalaciones, establecimientos, actividades, industrias o almacenes, sean oficiales o particulares, públicos o privados (?) produzcan incomodidades, alteren las condiciones normales de salubridad e higiene del medio ambiente y ocasionen daños a la riqueza pública o privada o impliquen riesgos graves para las personas o los bienes». Esto implicaba que las factorías conserveras, en plena recesión, habrían de ser trasladadas a zonas industriales, lejos del casco urbano. Así pues, el varapalo final estaba dado: a mediados de los años setenta no quedaban industrias conserveras en Ribadesella"

La siguiente casa tiene su balcón-galería sobre la misma calle y a su derecha una preciosa torre de tres plantas. Estas viviendas se asientan sobre la ladera de La Cuesta, bajo la existió aquella primer población anterior a la puebla, El Puerto. Antes de ella ya había referencias documentales escritas a ripam Selie, ripa de Selia y Riba de Selia, pero se referían no a la actual población sino al espacio ribereño entre Leduas y Melorda. Luego, se aplicó a la naciente villa y a su concejo que unía los términos de ambas márgenes del estuario. Seguimos leyendo en el Gran Atlas del Principado de Asturias:
"La nueva  pola sin duda tenía como objetivo primordial la articulación del espacio circundante mediante una capital administrativa y económica. La fundación, que recibió el nombre de Puebla de Ribadesella, constituyen, tal y como ha apreciado J.I. Ruiz de la Peña, un caso excepcional entre las asturianas, en la medida en que su denominación no guarda relación alguna con el territorio en que se asienta ni con el espacio concreto o localidad preexistente sobre la que se establece. No obstante, conviene recordar que Riba de Sella parece ser una expresión de uso frecuente como referentes espacial de la zona, cuyo significado, meramente geográfico o también administrativo, aún está por determinar. En cambio, el hecho de que varias demarcaciones altomedievales, en este caso Leduas y Melorda  -Leces y Meluerda-, se fusionen en el alfoz de una nueva puebla no constituye ninguna novedad en Asturias"

Con la creación de esta población aforada, libre de apetencias de los señores feudales (o eso se intentaba al menos) y con dependencia y protección directa de la Corona, dejaron de ser necesarios los tenentespotestas, o representantes reales que gobernaban dichos alfoces de Melorda y Leduas, pasando a centrarse la administración de ambos territorios reunidos desde la naciente población


Aunque la mayor parte muy reformadas, las casas de El Portiellu son de dos o tres pisos construidas entre los siglos XV y XIX extendidas al lo largo de la calle Guillermo González, que vemos a la izquierda, a la que bajan unas escaleras con pasamanos (antaño existió una rampa de tierra con una sola acera y escalones a cada metro). En la página de Turismo de Ribadesella dicen así en Ruta por el casco histórico de la villa:
"El Barrio del Portiellu es la antigua entrada de la villa, así que es un buen lugar para iniciar una ruta de interés arquitectónico e histórico, con sabor popular en los edificios de este antiguo barrio de pescadores, de la calle Oscura y de la calle Infante, y con aire señorial en las zonas más céntricas. Recorriendo estas pequeñas callejuelas llegaremos enseguida a la Plaza de la Reina Mª Cristina"

Es preciso informar que, si por alguna razón quisiésemos ir directamente al puente o al puerto, podríamos bajar esas escaleras de la izquierda, donde está la histórica y bella Fuente'l Portiellu que suministraba agua al barrio, y salir a ellos por la calle Oscura, la primera a la izquierda, pero nosotros, siguiendo la señalización oficial de las conchas jacobitas, seguiremos a la derecha, continuando la calle Trasmarina, que se supone sería la empleada antiguamente para dirigirse a las barquerías de la capilla de Santa Ana


En el año 1052, más de dos siglos antes de la fundación de esta pola, los esposos Vermudo González y su mujer Jimena donan a la mitra ovetense el monasterio de San Martín de Collera, que se localiza "in Asturias, territorio Melorda secus flumem Seliam", es decir, en el territorio de Melorda junto al río Sella, añadiendo sus límites:
"ex una parte per aqua de Selie er per Portum et per Sales et per montem Sancte Crucis et per flumine Amia et per Castro Loroso et Per Coua Aguera"
Por ellos sabemos que abarcan los actuales términos de la mitad oriental del actual concejo, entre los ríos Sella y Aguamía y al sur una serie de montañas que ahora serían las sierras de Cueva Negra y Escapa. En la ribera sellera se nombra a Portum, el antiguo puerto anterior a la puebla, mencionado por primera vez en un escrito autentificado, así como a Sales, que lleva a pensar en una antigua explotación salinera. Un posible documento anterior que cita a "ripa de Selia" y a su "uilla de Uzio" (Uciu) y fechado en 921 es en realidad una falsificación dos siglos posterior interpolada en el famoso Liber Testamentorum del obispo Pelayo


De todas maneras, el portum aquí ubicado no parece tener ninguna atribución administrativa sobre Melorda, esta hemos dicho se ejercía un poco más al sur, aguas arriba, en el Picu les Torres, solar que sería del castillo de Buraon o Bivaone, propiedad del conde Piniolo y de su mujer Aldonza y citado en 1032 "in ripa de Selia castro de Buraone". Parece ser que se trataba de una herencia de Aldonza por parte de sus padres Munio Rodríguez El Can y su mujer Enderquina, con importantes intereses en el oriente de Asturias, fundadores del monasterio de Caravia



La calle Trasmarina forma un bello pasillo junto a la parte posterior de las casas cuya fachada principal mira a la calle Guillermo González, en cuya confluencia con la calle Oscura parece haber estado el germen de Portum o El Puerto, antecesor de la pola riosellana


La calle se estrecha un poco entre cuando pasamos al pie de esta casa de vecindad, de varios pisos. En El Puerto de Ribadesella, entrada de la página antes citada del Ayuntamiento, se nos informa de la configuración original riosellana:
"El puerto riosellano, que durante siglos fue uno de los mejores puertos de abrigo del Cantábrico por estar dentro de la ría, existía ya como portus en la Alta Edad Media y fue mejorado a partir de 1270, cuando se realizó el primer trazado urbano de la villa, que entonces sólo abarcaba los barrios de la Aguda, la Atalaya, la plaza de la iglesia y el Portiellu, una configuración urbana que duró hasta el siglo XVIII"

Esta calle suele ser muy tranquila, incluso en verano, los turistas y visitantes suelen recorrer más el puerto, el paseo marítimo o de la Grúa, El Monte Corberu, L'Atalaya, Plaza María Cristina, la iglesia y el Ayuntamiento, calles del ensanche, el Puente del Sella, Santa Marina y su gran playa, las cuevas de Tito Bustillo. Normalmente por este tramo de Trasmarina que, como su nombre indica, era la calle inmediatamente anterior a la antigua orilla de la ría, sólo veremos a vecinos y peregrinos, o tal vez a algún paseante que se ha aventurado por estas callejuelas apartadas del bullicio estival


En su fundación como puebla, se estima entre 700 y 1.500 las personas que habitarían el lugar, la mayoría procedente de las aldeas cercanas. Mismamente al fundarse arrebató a la parroquia de Collera, ya mencionada como tal en 1147, este terreno en el que se dispuso su primer callejero urbano. El historiador medievalista Juan Ignacio Ruiz de la Peña Solar, estas pueblas o polas de fundación real tenían como objetivo una reorganización integral del territorio. Así lo explica en la obra de la que es coordinador Asturias concejo a concejo, del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA):
"La fundación de este nuevo villazgo (...) respondería a una serie de motivaciones básicas comunes a todas las villas nuevas de la periferia cantábrico-atlántica, es decir, reorganizar socioeconómicamente el alfoz, concentrar a la población dispersa en el distrito rural, fortalecer las estructuras político administrativas con la creación de un concejo fuerte que pudiese responder a la levantisca nobleza local, además de revitalizar el poder regio con los recursos humanos y económicos de que disponía, y, por último, fomentar el desarrollo urbano y la reactivación económica del villazgo"

La puebla riosellana estaba amparada, como las demás, por fueros según los cuales dependería directamente de la Corona y no de la nobleza terrateniente y guerrera y de los monasterios que, como el cercano de San Martín de Collera o el ovetense de Santa María de la Vega o el mismo episcopado de San Salvador, poseían bienes e intereses en Leduas y Melorda. Esto les permitirían una gran autogestión, organización del puerto autónomamente (creación del Gremio de Mareantes en el siglo XVI), cobro de las oportunas sisas o impuestos relacionados con las mercancías, celebración de un mercado semanal, gobierno propio, etc. lo que atraería la llegada de gentes, no pocos para asentarse aquí:
"La puebla era, pues, el centro político-administrativo del concejo y desde ella se ejercían las funciones de gobierno de la villa y del alfoz. Una serie de instituciones conformarían su organización: la asamblea vecinal o concejo abierto, dos jueces y dos alcaldes, con funciones ejecutivas y de administración de justicia, y, subordinados a estos, un cuerpo de jurados o fieles. Por último, completarían este organigrama un grupo de funcionarios concejiles subalternos con distintos cometidos"

Mucha atención en esta bifurcación, pues habremos de ir a la derecha, subiendo un poco. También aquí, si quisiésemos salir ya al Puente del Sella podríamos tomar el ramal de la izquierda, el cual baja unas escaleras entre las casas y saldríamos al la confluencia citada de las calles Guillermo González y Oscura, el centro del antiguo portus sobre el que se organizó la nueva puebla, cuyas autoridades eran supervisadas por un sobrealcalde que representaba la rey, del que sabemos del primero conocido por el mencionado documento de 1284 que se refiere también por primera vez a esta puebla: era Suer Alfonso Beltrán; al él le ordena Sancho IV que supervise la labor de los alcaldes de esta y otras pueblas asturianas


En medio de estas casas hay un pequeño pero muy coqueto jardín. Lo mismo que la calle Trasmarina sigue el trayecto del camín real rumbo al antiguo paso del Sella por la barca de Santa Ana, la fisonomía de las callejuelas del barrio siga la estructura del poblamiento medieval. Continuamos con la lectura de Asturias concejo a concejo
"Respecto a la disposición urbana y a su morfología, la puebla se estableciól  en un paraje llano de la rasa costera, al pie del monte Corberu y del Cerro La Cuesta, articulándose su caserío en torno a dos calles axiales perpendiculares entre sí (Calle Oscura y La Marina) que aún se apreciaban en al plano que Francisco Coello elaboró a mediados del siglo XIX. Puebla abierta, circunstancia compartida con otras villas asturianas -caso de Tineo, Cangas o Luarca-, su primitivo templo de Santa María del Puerto, advocación evocadora del antiguo enclave, asimiló parte de la feligresía de San Martín de Collera"

Y reparando en la estructura de las casas también es posible distinguir las más antiguas, por muy reformadas que estén, de los edificios construidos a partir del ensanche riosellano, proyectado en 1855,abriéndose tres nuevas calles, ganadas a la ría y paralelas al muelle, de la que la central sería la nueva gran arteria comercial de la villa, lo que, con la construcción de un primer puente de madera, desplazaría el gran eje urbano en esa dirección


El Camino sigue de frente por la enlosada callejuela, pero hemos de fijarnos en las escaleras que vemos a la derecha


Es la Escalera de Colores, que comunican esta calle Trasmarina con la Avenida Villar y Valle, con sus 56 peldaños de los que 54 han sido pintados por vecinos y personalidades, cada uno de diferente color y con una frase escrita a manera de moraleja. La primera por ejemplo es del pintor Vicent van Gogh y dice "¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo"


La última es del escritor y Premio Nobel Camilo José Cela: "Y se acercaron a la mar de Ribadesella para verla verdear y suspirar", la idea de esta escalera surgió del fotógrafo local Jonathan Hevia, cuya razón es que todo el que quiera pudiera pintar un peldaño y posteriormente escribir una frase. De esta manera le gente se une en un proyecto sencillo pero que a la vez despierta un gran interés. Se presentaba de esta manera el 15 de agosto de 2015, según publicaba al día siguiente en El Comercio el corresponsal Pelayo Arias en la noticia 56 peldaños de sentimientos y esperanza visten Ribadesella con la nueva escalera de colores:
"Puede que el barrio del Portiellu en Ribadesella sea una de las zonas más bonitas y menos conocidas de la villa, como recordaba esta mañana su alcaldesa, Charo Fernández Román, en la inauguración de un nuevo recurso turístico que nace con el propósito no sólo de atraer la atención sobre esta zona en concreto, sino sobre todo el concejo.

Se trata de las Escalera de Colores, un proyecto del artista local Jonathan Hevia, en el que han participado un variado grupo de vecinos y personalidades riosellanas. Cada uno de ellos ha dejado escrita una frase llena de optimismo y significado en los 56 peldaños. Se convertirá, probablemente, en la escalera más visitada de la villa y en un atractivo para las cámaras fotográficas. «El objetivo es alegrar el día a la gente que se acerque por aquí», admite Hevia, que está deseando seguir con este tipo de proyectos participativos, que se convierten, una vez finalizados, en algo más que una simple atracción turística. «Aún hay muchas frases por escribir, y mucha gente con ganas de escribirlas», añade"

En el correspondiente panel informativo se nos informa de esta iniciativa diciendo que la Escalera de Colores tiene "un punto alegría a la vez que de reflexión para todos los que por allí pasen"



La escalera fue repintada a principios de julio de 2022, estas fotos son de una semana después de aquella labor rehabilitadora. En la página Escaleradecolores hallaremos más estampas relacionadas con ella e información



Vista la colorista escalera, proseguimos camino por Trasmarina pasando junto a la Casina de Jonathan


A la izquierda, otra casa, La Casona, muestra preciosos dinteles de piedra de cantería en puerta y ventana. Fijémonos en el banco de madera, hecho con troncos, adosado a la pared, justo y estrecho para no incomodar el paso de viandantes


Encantadores jardines: El Portiellu participa todos los años en el concurso floral riosellano, en el que existen diversos premios y categorías. Como muestra plasmamos esta noticia relativa al mismo, publicada en El Comercio el 26-7-2014 por Juan García:
"Esta semana se entregaron los premios correspondientes al XIX Concurso de Floricultura de Ribadesella, promovido por la Sociedad de Cultural y Deportiva con la colaboración del Ayuntamiento. El concurso se resolvió en cinco diferentes apartados, destacando el primer puesto conseguido por los jardines del hostal Puente'l Pilar en la Categoría de Lugar. El segundo premio en esta sección se lo quedó el barrio de El Portiellu alto y el tercero la ornamentación floral creada por la propietaria de los apartamentos, El Cueto en la plazoleta final de la calle homónima.

Para encontrar las ventanas mejor decoradas de la villa de Ribadesella hay que andarse por las alturas. Primer premio para los miradores de Enma Capín en El Corberu, segundo para los balcones de Cristina Rosete en la plaza de Jovellanos del arenal de Santa Marina y tercero para las terrazas de Gloria Tensi en la subida a Guía. En el apartado de Jardín Rústico los premios se fueron para Linares, Sebreñu y el antiguo barrio de La Cuesta. Este último corresponde al jardín que allí mima con esmero una señora de 82 años llamada Carmen Villar Quesada. La Categoría de Casa de Aldea repartió sus premios entre Rucales, Alea y Noceu. Este correspondió a la casa de Joaquina y José Manuel Rosete, dos grandes entusiastas del campo y del deporte de los bolos"

Y a la izquierda una preciosa buganvilla. Con la desaparición del puerto de El Portiellu, El Muellín, pescadores y marineros se establecerían mayormente en otros barrios, como el de El Muelle (existió allí un barrio de pescadores más antiguo, L'Aguda, anterior al ensanche). Sin embargo sí había alguno en El Cobayu, e incluso un taller de carpinteros de ribera en el que se reparaban lanchas


Un vecino ilustre de El Portiellu fue Miguel Núñez, El Campaneru, encargado de tocar la campana que avisaba del cambio de turno a los obreros que trabajaban en las obras de construcción del nuevo muelle pesquero. Dicha campana aún se conservaba y era costumbre entre los miembros de esa familia llevar una campanina bordada en la camisa en homenaje a Don Miguel. De El Portiellu era además quien fue gran cronista oficial de Ribadesella/Ribeseya Guillermo González, aquí nacido en 1916 y que escribe estos versos en su artículo Mi calle de La Marina:
Mi calle de La Marina
quién te vio y ahora te ve
con tu cara reluciente
aromada de clavel;
con tus casas encaladas
y jardines por doquier
y esa gracia que transpiras
por los poros de la piel

Un puente particular se dispone sobre la calle, comunicando la casa con su terreno y jardín: pasamos por debajo y empezamos a bajar unas escaleras frente a la Pensión Arbidel


Según vemos en el cartel, con la concha xacobea, aunque no es un alojamiento tipo albergue u hostel especializado en peregrinos, sí los acogen muy gratamente. 


Fachadas de los edificios de la calle Oscura, en la que estuvo la Tienda Cuca y su madre, que al otro lado miran al puente y ría. A partir de ellos y hacia el mar empieza la zona del ensanche decimonónico


Y esta es una de las elegantes placas del callejero de este casco histórico, la de la calle Trasmarina, que ahora vamos a dejar para salir enseguida a la del Infante, donde hubo otras dos tiendas de ultramarinos, la de Luz y la de Consuelo la de Trullés


De frente la entrada a la pensión: observemos cómo las casas se asientan sobre la roca de lo que casi era ya la ribera acantilada del estuario sobre la que se hizo El Puerto y se le concedió la preciada Carta Puebla que, todo hay que decirlo, no se libraría de las injerencias y vasallaje de la aristocracia feudal hasta los Reyes Católicos. Ya en 1295 hubo de enviar dos representantes, Domingo Martínez y Martín Pérez, a la Hermandad de los concejos de León y Galicia celebrada en la Cortes de Valladolid, convocada para hacer frente a los atropellos nobiliarios y establecer ciertas pautas comunes en cuanto a tributos, organización, administración de justicia, etc.


Pero las linajudas estirpes, las que ejercían férreo dominio sobre el territorio, midieron sus fuerzas con reyes y polas. Su capacidad para mover gentes y recursos para la guerra hicieron que volviesen a ser imprescindibles para apuntalar, o destronar, monarcas en sus tambaleantes coronas. Todo comenzó con la muerte del monarca-fundador Alfonso X El Sabio: su sucesor, Sancho IV,  era su hijo segundo pues el primogénito y heredero, Fernando de la Cerda, había muerto repentinamente en 1275 en Ciudad Real (entonces llamada Villa Real) cuando se disponía a mandar un ejército contra los benimerines. A partir de entonces empezaron las disputas, aún vivo Alfonso X este hubo de contentar a una u otra parte en conflicto, según el derecho consetudinario castellano al morir el primogénito ocupaba su puesto al trono su segundo hijo, Sancho, pero para el derecho romano privado la sucesión recaía en los hijos de Fernando de la Cerda, que fue por lo que se decantaría finalmente Alfonso X tras agrias disputas con Sancho, llegando a desheredarlo


No obstante Sancho IV se coronó rey en Sevilla el 30 de abril de 1284 en contra de la voluntad de su padre, muerto el día 4, lo que provocó una sucesión de conflictos muy graves, desde ejecuciones a revueltas, verdaderas guerras civiles, pues había abundantes partidarios tanto de él como de los hijos de de la Cerda. Esta penosa situación sería heredada a su muerte, en 1295, por su hijo Fernando IV, que llegó al trono con sólo 9 años de Edad, por lo que ejerció como su tutora su madre, y esposa de Sancho IV, María de Molina, quien para comprar las cambiantes fidelidades del magnate Rodrigo Álvarez de las Asturias, hijo y heredero de Pedro Álvarez de las Asturias,  quien había sido Mayordomo del Reino al haber apoyado a Sancho contra su padre Alfonso X, le cede varios territorios realengos asturianos entre los que se encuentra Ribadesella/Ribeseya, que pasa al feudo y vasallaje de quien era el conde de Noreña


Años después, en 1331 Rodrigo Álvarez de las Asturias, hace testamento y en él refleja su deseo a que la Corona recupere estos enclaves al darle preferencia si desease adquirirlos, pero poco después todo cambia, otro monarca agradecido a sus servicios, Alfonso XI (hijo de Fernando IV), le nombra padrino de su hijo bastardo Enrique, de cuya educación se había ocupado Rodrigo, por lo que este hace otro testamento y lo nombra heredero universal. En un futuro, Enrique emplearía sus heredados dominios asturianos para revelarse contra Pedro I, hijo legítimo y sucesor al trono de Alfonso XI, a quien arrebatará el trono tras las correspondientes guerras civiles y el asesinato del monarca en Montiel en 1369, pasando a reinar como Enrique II de Trastámara


Pero la historia volvería a repetirse, reinando ya Enrique II este nombra en 1366 a su hijo bastardo Alfonso Enríquez conde de Noreña y señor de sus territorios asturianos, desde los que el nuevo conde volverá a sublevarse a no tardar contra el sucesor e hijo legítimo de Enrique II,  Juan I, reclamando para sí el trono, y seguidamente contra el hijo de este, Enrique III de Trastámara. Todo culminará en 1395 con la derrota definitiva del conde, su exilio y la confiscación de todos sus bienes, desde donde hizo también graves escarnios a sus súbditos nada más llegar, pues ya en 1375 y con el argumento de sufragar la guerra de Navarra, exigió un servicio extraordinario a todos los concejos asturianos, tanto sobre los que ejercía dominio como sobre los que no, por lo que estos se reunieron en el cabildo de la catedral de San Salvador de Oviedo (primer precedente de la Junta General del Principado) para oponerse y protestar conjuntamente, yendo por parte de Ribadesella/Ribeseya Rodrigo Camango y Juan Prieto


La calle el Infante, continuidad de la calle oscura y que sería la gran arteria de la puebla medieval, fue testigo de aquellos aconteceres en los años de guerras y vasallajes señoriales en los que los monarcas daban y quitaban tierras de realengo por doquier. Tras la vuelta a la Corona de Ribadesella/Ribeseya en 1395, apenas medio siglo después, en 1440 otro rey, Juan II (hijo de Enrique III), se la entregaba a otro noble, Diego Fernández de Quiñones, en compensación por haberle confiscado las posesiones de Tineo, Cangas y Allande. A partir de entonces y con los descendientes de ambos, se suceden interminables pleitos de fidelidades e infidelidades de los monarcas y los nobles, como podemos comprobar en el citado libro Asturias concejo a concejo:
"Su hijo Pedro Suárez de Quiñones, incrementará su patrimonio, comprando a Fernando Dávalos en 1443 la villa de Ribadesella con su justicia y señorío, con doscientos vasallos y su alfolí por 600.000 maravedís.

Juan II dejó un año después el gobierno de Asturias a su hijo don Enrique, Príncipe de Asturias. Este hará valer su señorío pleno sobre la región enviando, a petición de los procuradores de lso concejos que se habían reunido en Avilés, a tres representantes suyos para prohibir la entrada a los Quiñones, pero aquellos no pudieron llevar a término su misión.

Las distintas infidelidades de Pedro Suárez de Quiñones en los años finales del reinado de Juan II propiciarán que este pierda definitivamente la villa riosellana en 1448.

Sus sucesores, ya condes de Luna, no renunciarán a sus posesiones asturianas de Ribadesella y Llanes, logrando incluso de la Corona en 1483, según César Álvarez, que su petición fuera sometida a un arbitraje ante el Primado de Toledo, cardenal Mendoza. Se desconoce la decisión del Primado, pero este pleito quedó en suspenso hasta 1539, año en que el IV Conde de Luna solicitó su reapertura"

Dice por su parte la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 12 voz Ribadesella) que...

 "Diego Fernández de Quiñones, conde de Luna, se vio obligado a desistir de sus pretensiones feudales, pues los monarcas católicos le hicieron renunciar a su hegemonía sobre los concejos de Tineo, Cangas de Tineo, Llanes y Ribadesella, que serían devueltos al poder de la Corona. Fueron cuatro términos "sacados", extraídos de la hegemonía de un noble; de ahí el nombre de las "Cuatro Sacadas" dado a estos municipios liberados. Así nació la condición de realengo para el municipio de Villaviciosa que, a pesar que Claudio Vigil de Quiñones intentó resucitar el litigio y pretensión de "estas cuatro", conservaría, al ser condenado el noble a perpetuo silencio por sentencia de la Chancillería de Valladolid en 1553"


Puede decirse pues que, con este litigio tan feudal sobre si este sería territorio realengo o señorial, Ribadesella/Ribeseya pasa de la Edad Media a la Edad Moderna, un momento simbolizado, para muchos historiadores, por el paso de Carlos de Flandes, el futuro Carlos I de España y V de Alemania en 1517, viniendo con su abigarrado séquito desde Colunga tras haber desembarcado en Tazones y Villaviciosa cuando venía a hacerse con sus territorios españoles, herencia de los Reyes Católicos, siguiendo este por entonces "rudo y penoso camino" costero, según como diría su cronista Laurent Vital. El joven Carlos se hospedaría en la casa que hoy es el número 17 de esta calle del Infante, que la siguiente a esta terraza del Restaurante Arbidel, con cortafuegos, que se adelanta estrechando la calle, o al menos eso afirma el erudito local Juan José Pérez Valle en entrevista para de La Nueva España el 7-5-2010:
"Todo comenzó en el barrio del Portiellu, aproximadamente en esta pared que hoy hace la esquina entre las calles Guillermo González y Oscura. «Se supone» sin certeza que este retroceso hasta el primer origen de Ribadesella ha llegado hasta «la época romana», cuando aquí mandaba la tribu cántabra de los orgenomescos y la villa era «El puerto». Juan José Pérez, director de la revista «Plaza Nueva» y componente de la asociación Amigos de Ribadesella, químico riosellano y estudioso vocacional de la historia de su villa, guía por la calle Oscura, donde el nombre es definición, y por un viaje en el tiempo que ha empezado en un pequeño poblado de pescadores. Nada que ver con esta villa turística que «apenas conserva edificios medievales» pero todavía reconoce el edificio, «aquel del número 17», hoy en la calle Infante, en el que pernoctó el emperador Carlos I antes de serlo, en su primer viaje a España y después de desembarcar en Tazones"

Pegando con la casa en la que tal vez pernoctaría el futuro emperador está el mencionado Restaurante Arbidel, en el que podremos disfrutar con las excelencias del prestigioso chef Jaime Uz, especializado en la alta cocina asturiana. Extraemos su biografía de Lena Sidrería Gastronómica:
"La pasión por la cocina se despertó joven en Jaime Uz (Oviedo, 1976), quien desde niño correteó entre los fogones y la sala de la cafetería familiar, Nevada, ubicada en Oviedo. Entonces aún no conocía su propio nivel de exigencia y el entusiasmo que la vida entre pucheros terminaría por depararle. Tras formarse en la Escuela de Hostelería de Oviedo y en la de Luis Irízar después emprendió el vuelo hacia destinos gastronómico más altos, con Martín Berasategui primero y en Zuberoa después. Terminado su periplo por tierras vascas y tras un intento fallido en Oviedo, abrió Arbidel en Ribadesella. En solo cinco años ya contaba con una estrella Michelin, convirtiéndose, entonces, en el restaurante más accesible del país con esta distinción. 

«La revolución de los sabores de siempre» es una de las frases que mejor define la cocina de Jaime Uz, que huye de artificios y grandes estridencias para dar, simplemente, con el sabor. Sus platos nacen del recetario tradicional y bucean en los sabores de siempre. Lena Sidrería Gastronómica refleja su personalidad más informal y desenfadada e incorpora a platos tan convencionales como el pollo al ajillo o los callos, su toque particular. 

El bagaje culinario del cocinero se pone al servicio de las recetas más clásicas y el producto con mayúsculas para sorprender en la mesa con la calidad como principal hoja de ruta."

En el suplemento gastronómico Yantar de El Comercio, el historiador y gastrónomo Luis Antonio Alías dedica un magnífico reportaje al Restaurante Arbidel, y en La Nueva España del 21-11-2013 el corresponsal P.Martínez relata así cómo recibió este gran chef en 2013 la noticia de su primera Estrella Michelín:
"El cocinero del restaurante Arbidel, de Ribadesella, Jaime Uz, mostró pocos minutos después de conocer la noticia su sorpresa por la inclusión entre los distinguidos de la Guía Roja. "No lo esperábamos. Nos hace muy felices". El establecimiento riosellano ya tuvo el año pasado una recomendación en la guía francesa. Ahora el reconocimiento es bastante más relevante. Uz empezó en el restaurante Arbidel en 2009 y desde entonces ha abierto todo el año salvo por vacaciones, por lo que la noticia le pilló trabajando. El establecimiento se encuentra en la calle Oscura. "No hacemos lo típico de un sitio de costa, sino una cocina más moderna, respetando la tradición y con una buena relación calidad-precio"

 Y por otra parte, en Best Rural Spain leemos lo siguiente de este afamado y galardonado restaurante:

"El lugar de Ribadesella donde poder deleitarte con la inmensa materia prima de esta tierra de una forma diferente, más creativa, reinventada por el chef Jaime Uz con sumo cariño. 
Creatividad y calidad que se ven recompensadas cada año con 1 Estrella Michelín y 1 Sol Repsol. 
También cuenta con el Traveller’s Choice de Tripadvisor (el selecto grupo de los mejores establecimientos del mundo según las opiniones de sus clientes). 
La sumiller y jefa de sala Victoria Valdés, copropietaria y pareja de Jaime, busca siempre que te sientas como en casa. 
Su ubicación también proporciona cierto encanto, haciendo esquina en un bonito caserón medio escondido, en la trasera de todo el bullicio del casco viejo pero a dos pasos"

Carlos de Flandes llegaría aquí tras fatigoso e inesperado viaje: pensaban haber desembarcado en Laredo o Santander procedentes de Flesinga, de donde salieron el 8 de septiembre de 1517, pero una tormenta desvió la ruta de su gran flota de 40 barcos y se presentaron en Tazones la madrugada del sábado 19, donde hubo de improvisarse un azaroso desembarco para pernoctar, también muy improvisadamente en Villaviciosa. Se desistió tanto de continuar por mar hasta Santander como de ir a Castilla por los puertos de la montaña asturiana, por lo que se decidió hacer el camino costanero para ir hacia Tordesillas y Valladolid vía Santander, y así y tras requisar carros y mulos para transportar el enorme bagaje de Carlos y sus acompañantes, el día 23 salieron rumbo a Colunga y el 25 llegaron a este "agradable puertecito de mar llamado Ribadesella", como narraría Laurent Vital:

"Para llegar a este punto había necesidad de pasar un brazo de mar de más de dos tiros de flecha de anchura, teniendo que meter hombres y cabalgaduras en barcas para salvar las grandes olas que allí se forman cuando hace mal tiempo, y en cuyas barcas a causa de la altura de las bordas se negaron a entrar nuestros caballos habiendo necesidad de dar un rodeo de más de dos leguas para llegar a Ribadesella por un camino entre montañas, de lo más penoso y áspero que imaginarse puede y en el cual sudamos muchos a causa del trabajo y del miedo de despeñarnos"
 Y así lo explica la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 4, voz Carlos I):

"los señores principales de las localidades cercanas salieron a reverenciar al rey, presentándole cuerpos y bienes a su servicio, según la costumbre del país; y acompañándoles algunos durante el resto del viaje. Debido a las dificultades del camino, hubieron de dar un rodeo, seguramente por el trayecto que, subiendo las colinas y lomas que se hallan sobre la margen izquierda de la ría, lleva a vadearla no lejos del lugar de Llovio, continuando luego por la margen derecha hasta la villa"


El día 26 se presentó aquí una compañía de 300 ó 400 mozos que realizaron ante Carlos "
extraños simulacros militares", dice la Gran Enciclopedia Asturiana, así como una corrida de toros "fieros bravos y peligrosos en sumo grado" afirmaría Laurent Vital. 
“se pusieron sobre los riñones dos largos jubones con altos gorros, sin calzas, con la espada al costado, los cuales sin agarrarse por las manos, bailaban lo mejor que podían, y cantaban tanto y cuanto; luego agitaban los dedos, y golpeando sus zapatos el uno contra el otro, hacían ruido a su manera”.
Según también la Gran Enciclopedia Asturiana esto se habría realizado en el campo de la iglesia, situada más allá del Ayuntamiento, y que el  monarca lo observaría desde una casa situada en las inmediaciones, donde luego estuvo el comercio de Casimiro. El libro Asturias concejo a concejo lo detalla de esta manera:
"Abre el capítulo de la historia moderna riosellana el paso, a comienzos del siglo XVI, del joven monarca Carlos I por su concejo y villa, tierra y gentes de las que nos ofrece una primera imagen Lorenzo Vital en su crónica del viaje regio

Así, proveniente de Colunga, tras el forzoso desembarco en Tazones y su estancia en Villaviciosa, el 24 de septiembre de 1517, dando un rodeo por un "rudo y penoso camino", la comitiva real salva la ría del Sella, la cruza, probablemente, por el lugar de Llovio y llega finalmente a Ribadesella, donde será acogida alegremente y alojada. Dos días después abandonaría la población camino del vecino concejo de Llanes"

Hemos de pensar que el recibimiento al rey que se dirigía a hacer efectiva su proclamación, aparte de las obligadas cortesías, despertaría una muy especial expectación, nada exenta de sinceridad, en estas pueblas asturianas que habían padecido los rigores señoriales tras haber sido realengas y libres, existiendo un fundado temor a volver a caer en la órbita feudal, por lo que era importante agasajar al monarca y mostrarle su fidelidad. Carlos seguía este mismo camín real pero en sentido inverso, por ello de su visita se ocupa también el libro El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa:
"Los viajeros y forasteros que se encontrasen en la localidad el 15 de septiembre de 1517 serían testigos casuales de los actos festivos organizados por la corporación concejil en honor de Carlos I y su séquito, sus huéspedes ese día: una parada y alarde militar a cargo delos jóvenes del lugar, además de diversos bailes, cánticos populares y una corrida de toros; espectáculos con los que habían sido recibidos en Villaviciosa, y con los que serían de nuevo agasajados durante su posterior estancia en Llanes. También contemplarían los jacobitas el curioso tocado, que tanto extrañó y llamó la atención del cronista flamenco, con el que se cubrían sus cabezas las mujeres casadas de la villa. Era un tocado alto y pesado, hecho a base de tela enrollada en torno a un soporte de madera, que decían las mujeres llevar a disgusto desde tiempo inmemorial"

No mucho después de la visita imperial, el pintor alemán Christoph Weiditz, realizó varios dibujos de estos especiales tocados, fruto de sus viajes a España entre 1530 y 1540, pues eran habituales en Asturias, Cantabria y País Vasco y Navarra (donde eran llamados burokoak). Laurent Vital los describía de esta manera:
“y fue allí donde por primera vez vi a las mujeres, ataviadas con los adornos de tan extraña manera; porque parecía que se hubiesen plantado sobre sus cabezas fárragos de cosas o golillas, o, hablando más clara y honestamente, esas cosas con las que los hombres hacen los niños y es el más endiablado adorno de mujeres que jamás se haya visto; porque así como las locas se encasquetan el gorro hasta las orejas y por encima de la forma y pelo ponen una cabeza de un gallo, que les llegue hasta debajo de la frente, así las mujeres casadas de esta provincia llevan un adorno de tela blanca o crepé hecho a manera de golilla, con un palo de grosor de medio palmo de vuelta, tan rizado y cosido sobre su cabeza, que el extremo de esa linda golilla íbales a descansar cerca de la parte superior de la frente. Pero las más gentiles y guapas llevaban el palo tan firme, rígido y estirado, que habían de cuidar mucho el tener la cabeza erguida, y era el extremo de otro color de tela que el palo; de tal modo, que, cuando los palos de sus golillas eran de tela blanca, ponían el extremo de tela amarilla, y «ex inverso » el palo amarillo y la cabeza blanca; y no hay manera, siendo la primera vez, cuando no se está acostumbrado, de que esos adornos no hagan recordar la dicha gentil golilla”.

“Las mujeres solteras, en cambio, llevaban el pelo corto, mientras que las viudas llevaban las tocas desmochadas, es decir sin aquellos altos adornos”.

Las mujeres llevaban estos tocados a disgusto, eran incómodos, caros y complicados, tal es así que llegaron a pedirle a Laurent Vital intercesión ante el monarca para que promulgase su erradicación, sin mucho éxito:
“Hablando de esa materia, el rey y los señores se echaron a reír, diciendo que los adornos resultaba alegres y nuevas maneras, y que cuando los viesen en Brabante, Flandes o en sus alrededores se reirían mucho”

Dado que las mujeres insistieron se les aconsejó tuviesen paciencia en tanto el monarca lo ponía en conocimiento de sus consejeros de Castilla, parece que infructuosamente pues todavía habría noticias de estos atavíos en siglos posteriores. Consultamos ahora en Revista de Folklore Caja España. Fundación Joaquín Díaz:
"Sabemos que no sólo sufrían las asturianas aquellos incómodos atavíos sobre sus cabezas, pues también en Cantabria, País Vasco y Francia llamaron la atención de los escasos viajeros de otros países, que en la misma época los visitaron, y tendrán que transcurrir más de 150 años para que las mujeres se vieran libres de tan engorrosos tocados, pues todavía en el siglo siguiente, el año 1661 hay un “expediente promovido a instancia de Pedro Gurrea y Melchor Díaz de Posada vecinos del valle de Celorio, solicitando que se reformaran los tocados de las mujeres de aquel valle por su gran coste y perjuicios que se seguían a sus haciendas, por ser cortas sus facultades para hacer estos gastos y porque era motivo de envidia para las demás; que dichas tocas se habrán de reformar como las que se usaban en la villa de Llanes, por cuanto las mujeres casadas de Celorio las traían largas de veintiuno a veintidós varas de lienzo fino sin tejeduría de seda y que cada una tenía por lo menos tres”. De todo esto quedó el siguiente dicho que llegó hasta nosotros: “Las mujeres de Posada, como gastan tanta ropa, parecen abregantines navegando viento en popa”. 
Y veinte años más tarde visita el obispo la parroquia de Santa María de Viabaño en el concejo de Parres el 19 de octubre de 1685 y dice: “Otrosí manda su merced, que por cuanto está informado, las mujeres llevan monteras a la iglesia y mientras los oficios divinos las tienen en la cabeza, se las quiten; entrando pena de 10 reales por la primera vez aplicados para las luminarias del Santísimo, y por la segunda vez el cura les evite y de aviso al tribunal”.

Parece claro que a lo largo de este siglo ¡por fin! las asturianas habían conseguido librarse de aquellos famosos tocados que tanto impresionaron a Vital y usaban tan sólo la toca barbillera y una sencilla montera."
Proyecto Buroboak

En prácticamente todos los lugares donde existió, de un tiempo a esta parte diversos colectivos culturales han recuperado esta prenda para conmemoraciones históricas, gracias a los cuadros de pintores como Weiditz o relatos como los de Laurent Vital. Podríamos citar algunos ejemplos como el de la organización del festejo conmemorativo del Desembarco de Tazones en Asturias, así como el de Laredo en Cantabria con la Asociación Cultural El Palenque, o el Proyecto Buroboak en el País Vasco

Laredo. Foto Víctor Manuel Fernández: Red de Cooperación de las Rutas del emperador Carlos V

Es extraordinariamente interesante lo mucho que llamaron la atención a Laurent Vital estos tocados de cabeza que iría viendo según avanzaban hacia Santander por la cornisa cantábrica, así como la vestimenta en general de las mujeres, aunque a decir verdad no la describía muy gratamente:
“Los hombres, las mujeres casadas y las muchachas jóvenes van ordinariamente sin calzas, no se si es la costumbre o porque el paño les resulta demasiado caro…

…Las mujeres de esas comarcas van sobriamente vestidas de paño delgado, y las más de las veces sus trajes no son más que de tela y su atavío y adorno de cabeza son extraños, y tan altos y largos que en el tiempo pasado solían ir las damas y damiselas con sus altos tamboriles, y no son tales; pero sus adornos están hechos como respaldos y cubiertos por debajo de tela, bastante a la moda pagana. Sus adornos son penosos y muy pesados de llevar por la gran cantidad de tela que emplean, que les cuesta tanto como el exceso de sus vestidos. En mi opinión, no sabría comparar mejor esos adornos que como a esas aldeanas que se han cargado sobre sus cabezas ocho o diez pértigas con bandas de tela cubiertas con un trapo, o como si una mujer se hubiese plantado sobre su cabeza, una gran cesta de cerezas: tan altos y anchos por encima son esos adornos. Van allí las mujeres, como los hombres, la mayor parte del tiempo sin calzas: y si las llevan, son anchas y rojas, llenas de pliegues, a causa de que no llevan ligas. He visto algunas que llevaban altas botas, como hasta media pierna, y creo que a la mayor parte de esas mujeres no les hace falta peine ni cordeles para atar sus cabellos, porque debajo de esos adornos está todo lleno de negras y grises horquillas; también las mujeres y las jóvenes son poco o nada hermosas; parecidamente las muchachas casaderas van allí pobremente vestidas, la mayor parte con telas o un delgado jubón sin mangas y con el pelo corto, y la mayor parte de ellas tienen las orejas agujereadas; pero en los días de fiesta, cuando van a divertirse, llevan a un tiempo cruces pequeñas de plata pendientes y otras chucherías a gusto suyo; llevan alrededor del cuello, a manera de argolla, paternostes de azabache, a veces de ámbar o coral; también llevan cordones llenos de nudos para dar lustre a sus pechos morenos, de cuyos collares cuelgan y sujetan gran cantidad de chucherías y otras menudencias; los días de trabajo van con los pies descalzos y arregladas más sobriamente, por lo cual no se muestran tan guapas como si se arreglasen mejor”

Vital informa en su crónica que un sábado, posiblemente 26 de septiembre, "el rey partió de este puerto llamado Ribadesella e hizo un recorrido de cinco grandes leguas para ir a alojarse a un pequeño pueblecito de Llanes", periplo del que damos oportuna cuenta en las oportunas entradas de blog correspondientes a los tramos anteriores de Camino, narrando, además de su estancia en la villa de Llanes, sus paradas intermedias en Nueva y Celoriu


Por esas fechas la actividad portuaria de Ribadesella/Ribeseya debió ser muy intensa, un documento de 1514 describe la población como "puerto de mar e francés" a consecuencia de su intensa relación con los puertos franceses, sin duda especialmente La Rochelle, añadiendo que "en la dicha villa avia continuamente muchas personas estrangeras a causa de las naves e carabelas que aportaban junto a las casas della"

Efectivamente, "junto a las casas della", pues las naves atracaban en la misma ribera al lado izquierdo de estos edificios, hasta que se hicieron en ensanche y con él el nuevo puerto. Escribe el citado Luis Antonio Alías en su libro El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios:

"Crecida en la desembocadura del Sella, allí donde mar y río se funden para formar una ancha ría que cruza y divide la villa. En la orilla derecha del estuario, el histórico barrio de pescadores, llenos de hermosas casas de los siglos XVII, XVIII y XIX, recuerda la activa vida comercial del puerto. En él atracaban naves venidas de Portugal, Francia, Inglaterra, Irlanda y otros países cargadas con madera, maíz, sal, tejidos...; y partían llevando carbón, espato flúor, plomo, manzanas, avellanas. También hubo una importante actividad de salazones y conservas; pero hoy no deja de disminuir el número de pesqueros y de aumentar el de veleros y yates"

En 1575, un documento recuperado por el citado erudito riosellano Juan José Pérez Valle, detalla las singladuras pesqueras de las naves de estas pueblas cantábricas:

"Las chalupas de Sant Vicente de la Barguera, Llanes y Riba de Siella, Gixón y Avilés parten por septiembre al Andalucía donde se abituallan para ir a la pesquería de Cabo Aguer, buelben a vendella a Sevilla y al Puerto de Saanta María por Navidad y mas adelante bienen por abril y por el principio de junio ban a la pesquería de Yrlanda: vuelven mediado agosto"


La calle era, insistimos, fundamental en la vieja puebla, en la que confluían los caminos del mar y los de la tierra, paso de carreteros, arrieros, comerciantes y mercaderes, funcionarios y un largo etcétera, para los que el propio concejo de la villa fundó, hacia 1486, un hospital de acogida "para los pobres e pelegrinos aportaban a la dicha villa" "muchos caminantes, mayormente estrangeros, que no son de la tierra", el cual estuvo al principio bajo la advocación de San Sebastián y más tarde de San Roque, 


Dicho hospital estaba al otro extremo de la villa, en el solar de la antigua iglesia parroquial de Santa María Magdalena, camino de la capilla Santa Ana. Y es que la estructura urbana del casco histórico de Ribadesella/Ribesella es marcadamente lineal, aprovechando la franja de terreno, no demasiado ancha, de esta ribera, entre la ría y los altos de La Cuesta y el Monte Corberu, tal vez una de las razones por la que no se amurallase y confiase en las defensas naturales que constituyen estos promontorios y el mismo estuario, estableciéndose una serie de fuertes y fortalezas 


La prosperidad de esta como de otras pueblas libres del feudalismo, al menos en sus primeros años, no pasó desapercibida, el mismo año de 1295 en que comenzaba la regencia-tutoría de María Cristina que terminaría cediendo este realengo a Rodrigo Álvarez de las Asturias, y cuando los representantes riosellanos acudían a la hermandad asturgallega frente a las tropelías nobiliarias, pululaba por la población el preceptivo recaudador de impuestos, Adam Giráldez, quien los aplicaba al tráfico portuario. En 1315, los Gascon Rolls, documentos del gobierno inglés de Aquitania, recogen la noticia de unos mercaderes ingleses que, comerciando en esta puebla, habían sido objeto de unos despojos


Si bien el término Sales, que aparece con el de Portum, referido a las poblaciones precedentes a la creación de la puebla, deja entrever una posible producción salinera, lo cierto es que de ser así posiblemente se abandonó, pues el puerto consiguió el preciado alfolí que le permitía la importación, almacenamiento y comercio de sal, muy importante al ser el más efectivo modo de conservar alimentos, y que estaba sujeto a una férrea vigilancia, pues no olvidemos que muchos pagos se efectuaban en sal, de ahí la palabra salario). Por ello, se sabe que a finales del siglo XV algunos pescadores de este puerto, que faenaban en Fisterra con cántabros y vascos, se abastecían de sal en Muros y Noya. 


Pero la gran importación salinera, que contribuyó de manera determinante en la importancia del puerto y crecimiento de la población, procedía de Lisboa y La Rochelle, siendo canalizada al través de estos alfolís, palabra que tanto se refiere almacén de sal como, por extensión, al derecho a su comercio, algo reservado en Asturias a pocas villas más, primeramente Avilés y ya luego también Llanes y Maliayo (Villaviciosa). Esta sal fue el producto más abundante en el tráfico portuario, lo que trajo consigo una importante labor salazonera que luego sería también escabechera y conservera. Seguían a la sal el trasiego portuario de los cereales en grano, de los que Asturias era deficitaria, y seguían las manufacturas textiles, principalmente holandesas y francesas. Vino y demás manufacturas eran también importaciones frecuentes


Esto, además de satisfacer la demanda local, era el fundamento de rutas comerciales terrestres por las que los arrieros llevaban estos productos a los mercados de la meseta, así como marinas de redistribución. Sin duda estas calles vieron por entonces un importante tránsito, pues además, en sentido contrario y para su exportación, llegan al puerto para ser embarcadas, grandes cantidades de maderas, avellanas, nueces, naranjas y limones. Los salazones y escabeches salían tanto por mar como por tierra


Además de mercaderes acudían, cómo no, a esta villa y puerto, pescadores y marineros de otros puertos, así como de Riosellanos en otras villas costeras, como Pedro García de Ribadesella, que aparece a mediados del siglo XIV como uno de los procuradores de la cofradía de pescadores, sardineros y regateros de Bermeo. En 1495 el concejo se vio obligado incluso a regular la pesca en su costa, entre los ríos Cerracín y Aguamía, estipulando se pescasen sólo con anzuelo y a 60 brazas de la costala merluza, el congrio y otras especies piscícolas


Ya a menor nivel estaba también la pesca en la ría, de salmones, reos, truchas, lampreas y anguilas; y a más importancia la de la ballena (realmente más bien caza), que se despiezaba o escarniaba en el Arenal de Santa Marina, bajo la supervisión del Gremio de Mareantes (creado en el siglo XVI), fundando una Casa de las Ballenas y capilla que daría nombre a la playa. Esto sentaría un importante precedente poblacional al otro lado de la ría, donde acabando la Edad Media ya habría unos 140 vecinos. La práctica desaparición de los cetáceos en el siglo XVIII contribuyó a una cierta decadencia con la paulatina extinción de los balleneros, que no obstante puede que en algunos casos y como era costumbre, se adentrasen en el Atlántico hasta Terranova. Leemos en Asturias concejo a concejo:
"De esta actividad pesquero-comercial mantendrá durante los siglos XVI y XVII los niveles alcanzados en la baja Edad Media, para entrar, desde comienzos del siglo XVIII, en una suerte de crisis que culmina a comienzos del XIX. A este respecto, la imagen del puerto de Ribadesella que nos ofrece, por ejemplo, en 1754 el Catastro de Ensenada es de decadencia generalizada, con sólo 22 embarcaciones para la pesca o el comercio y un total de 86 marineros"

Otro episodio que frenó el desarrollo riosellano fue la casi continua inseguridad el ataque de flotas o corsarios enemigos. Ya desde el siglo XV, las disputas comerciales habían ocasionado serios enfrentamientos cuando no guerras abiertas entre ciertos puertos y países atlánticos, que tuvieron su continuidad con las de religión a partir del siglo XVI, que en buena medida se superponían a dichos intereses comerciales, ampliados grandemente con las rutas americanas. Corsarios franceses, ingleses y holandeses eran una amenaza constante, bien manifiesta en los años 1558, 1572 y 1574, lo que hizo, como vimos, que buena parte de los recursos se destinasen a cañones, municiones, fortificaciones y creación de milicias de defensa


No obstante, las faenas pesqueras y comerciales tendrán entre los siglos XVI y XVII los niveles del bajo medievo, con las costeras del bonito, besugo, congrio, merluza etc. y el salmón fluvial, con capturas que llegaban a los 2.000 ejemplares por jornada en su temporada, de enero a junio, por lo tanto unos 12.000 por costera


La recuperación riosellana llegaría con el ansiado libre comercio con América en 1778, lo que motivará la construcción de un nuevo muelle cuyas obras empiezan en 1784, las reconoce Jovellanos en 1790 y aún no habían terminado en 1797. Por entonces, año 1782, se proyectó que de aquí arrancase una carretera a la meseta, en concreto a Sahagún, a través del puerto de Ventaniella (Ponga), que nunca llegó a hacerse 


Mientras tanto, en la administración interna de la población ejercían su cometido, como concejo por fin de realengo, los correspondientes cargos públicos elegidos anualmente por el vecindario, jueces, regidores (Justicia y Regimiento) y demás cargos menos (oficiales) del concejo, pero ya en el siglo XVI, cuando los pleitos con los Quiñones todavía movían papeles intensamente, la nobleza contraatacaría. Ya no serían aquellos grandes señores de fuera premiados, sobornados o compensados por los reyes, sino la más cercana nobleza local, como los Ruiz de Junco y Cutre


De esta manera estas estirpes irían recortando la autonomía del gobierno de la villa con sus continuas injerencias presión e influencias, como parte de de un proceso de enfrentamiento económico y político de estas grandes familias que tuvo como resultado el control efectivo del poder concejil y sus ordenanzas, lo que las llevaba a actuar con total impunidad. Además de sus efectos en el tema de pago de impuestos, llegaron a copar los argos representativos, como los procuradores enviados a la Junta General del Principado y la patrimonialización absoluta, ya en 1563, de los cargos del gobierno riosellano, al proceder a su compra. La situación duraría más de cien años, hasta que en 1673 los vecinos lograrían la redención de dichos cargo


Estas familias de la nobleza local eran los hidalgos rurales de linajes tales como los citados Ruiz de Junco, Cutre, Prieto, Prieto-Cutre, Junco, Collado, Armiñán, Ardines, etc., propietarios rurales que arrendaban las tierras a colonos y que desde sus casonas blasonadas de las aldeas circundantes fueron estableciéndose en el centro urbano, para estar más cerca del centro de poder y toma de las decisiones, construyendo no pocas de las actuales casas del casco histórico, no pocas de las cuales ostentan también su heráldica


Realmente esto pasaba en todas las villas asturianas casi por igual, lo que hizo que, no solo el gobierno local, sino el de la misma institución de la Junta General del Principado, estuviese en sus manos. Sus rentas venían de los campesinos colonos antes mencionados, que según el tipo de contrato podían ser arrendatarios o foreros, usufructuarios de la tierra que trabajaban y renteros de los señores. No disponían de recursos propios y sus caserías no eran suficientes para una vida digna, siempre a las puertas de la pobreza, lo que les lleva a complementar este trabajo con artesanías tales como la carpintería, sastrería, albañilería, herrería, etc., llevándoles incluso a emigrar periódicamente


Ya desde antes del fenómeno indiano y luego a la vez que él, esta base social artesana y campesina buscaba en la emigración un nuevo sustento, periódicamente se iban a ejercer de tejeros, canteros o segadores a la meseta. Esta fisonomía social se repetía en el casco urbano de la villa, la nobleza se establecería al sureste y los pescadores al pie del Monte Corberu. A la vez que ello en el concejo se plasma la separación de dos mundos, transversalmente, el campo y el mar, que se reúnen, en un lugar, el mercado, el gran don otorgado a las pueblas. Lo dicen de esta forma en Asturias de concejo a concejo:
"La economía riosellana responde en su formas a dos modos y ámbitos de vida diferentes: uno el rural y otro el pesquero y mercantil que se practica en la villa portuaria; los dos convergen no obstante, en el mercado local al que llevan sus respectivos productos"

El mismo Ayuntamiento, cuya pared sur vemos más allá de estas casas con cortafuegos, es un ejemplo de la aquella nobleza acaparadora del Antiguo Régimen, pues es el Palacio de Cutre, más de antiguo de los Prieto, del siglo XVI y estilo renacentista, como ya descubrimos desde aquí por la estructura de alguno de sus vanos


El que el inmueble pasase posteriormente a ser sede del gobierno concejil precisamente en este lugar, ante la Plaza de María Cristina, comienzo del ensanche riosellano, es un símbolo del cambio de los tiempos que trajeron las reformas liberales que acabaron con el absolutismo en el siglo XIX, con mayor o menor éxito, pero que transformaron intensamente la sociedad de la misma manera que cambió el entramado urbano de Ribadesella/Ribeseya en la que es sin duda su estampa general más característica, la fachada marítima


La Plaza de María Cristina, se abre hacia la Gran Vía, que desplazó al eje viario medieval en esta nueva explanada hacia la que creció la villa y se construyó el nuevo puerto, todo ganado a las aguas


Para aún mayor efecto simbólico, en la plaza, enfrente del Ayuntamiento y al lado de la Gran Vía, tenemos el busto a don Agustín de Argüelles, apodado El Divino por su oratoria, abogado, político y diplomático aquí nacido en 1776, uno de los padres de la Constitución de Cádiz de 1812, que puede considerarse el precedente, fruto de la Ilustración, de aquel siglo de tan intensos avatares 


En la entrada de blog correspondiente al siguiente tramo del Camino por el casco urbano riosellano, además de recorrer la plaza y hablar del edificio consistorial, proseguiremos por el histórico trayecto de los peregrinos hacia el Hospital de San Sebastián y luego de San Roque, el cual como hemos dicho estuvo donde ahora se encuentra la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, cuyas torres empezamos a ver desde aquí


Y así, y luego del Ayuntamiento y la iglesia parroquial, continuaremos el que era el antiguo paso en barca de la ría en la capilla de Santa Ana, con posibilidad de realizar otras dos visitas muy aconsejables, ya fuera de él pero muy próximas y recomendables: L'Atalaya con su torre, palacio y playa, y otra el Monte Corberu y capilla de La Guía, con los cañones que antaño protegían la ría, regresando al ensanche por la ribera del estuario: el Paseo de la Grúa



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