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jueves, 13 de marzo de 2014

SABUGO, EL ANTIGUO BARRIO DE PESCADORES DE AVILÉS: LA CALLE LA ESTACIÓN, LA IGLESIA DEL SANTO INGLÉS Y LA PLAZA DEL CARBAYO (ASTURIAS)

Plaza del Carbayo e Iglesia Vieja de Sabugo, por donde pasa el Camino

El barrio de Sabugo fue durante siglos el barrio pescador y marinero de Avilés, prácticamente una población aparte fuera de las murallas y al otro lado del río Tuluergo, mal comunicada con el Avilés intramuros (La Villa) por dos puentes que no permitían el paso de mercancías voluminosas, como los grandes troncos para los antiguos astilleros de carpinteros de ribera sabugueros. Esto fue así hasta que, a partir de 1826 y tras derribarse las murallas, se desecaron y rellenaron las marismas del Tuluergo, el río fue canalizado subterráneamente y el viejo puerto se traslado a la ribera de La Ría, construyéndose el Parque del Muelle y la Plaza de los Hermanos Orbón o del Mercado: un proceso que se prolongó hasta prácticamente la última década de esa centuria y que soldó definitivamente las dos poblaciones

En Sabugo, cruzando las calle Ruy Pérez y Pedro Menéndez

Tras pasar y visitar dicha Plaza del Mercado o de Les Aceñes (antiguas aceñas o molinos de mareas) y cruzando las calles Ruy Pérez y Pedro Menéndez, el Camino Norte se adentra en
el avilesino barrio de Sabugo en terrenos que estuvieron vinculados al desamortizado convento de la Merced, que estaba un poco más a la izquierda, venido aquí desde Raíces allá por el año 1700. Su solar lo veremos al cruzar, a nuestra izquierda, ocupado en nuestros días por la Iglesia Nueva de Sabugo


Desamortizado en 1876, el convento mercedario pasó a ser casa-cuartel de la Guardia Civil, oficina de telégrafos, asilo, mercado de ropa de segunda mano, cuadras de caballos y picadero de equitación, establo de bueyes, fábrica de tejidos, oficinas de rentas y, entre otras muchas cosas, escuelas infantiles y dos academias; la Preparatoria de Bachiller, dirigida por el gran escritor José Manuel Benigno González, Marcos del Torniello, y la Cátedra de los hermanos Domingo y Cástor Álvarez Acebal. Había además dos cementerios, uno clausurado por insalubridad y otro que siguió siendo el municipal hasta la construcción del de La Carriona en las afueras de Avilés (Miranda)


El edificio conventual mercedario terminó por ser derruido en 1895 y sus piedras fueron aprovechadas para hacer la citada Iglesia Nueva. Si tenemos tiempo no dejemos de conocerla, así como su entorno, otro de los espacios en los que se unieron La Villa y Sabugo, a través de la calle La Cámara


El antiguo convento había sido patrocinio de los marqueses de Camposagrado, que verían desde su palacio al lado del antiguo puerto. Una leyenda, recogida por Jovellanos decía
«Los Mercedarios (de Raíces) venían a la Villa de Avilés con ocasión de entierros, etc… Una noche se quedaron en una barraca que tenían, donde ahora el convento, y a la mañana siguiente amaneció en ella campana y capilla».
Sin duda no fue tan fácil y la construcción tropezó con no pocos inconvenientes. De todo aquel proceso escribe el gran cronista de la historia avilesina Alberto del Río Legazpi en sus famosos Episodios Avilesinos publicado en El Comercio-La Voz de Avilés, como este, de fecha 2-12-2012 y titulado Aquel convento de La Merced:
"Pero costó Dios y ayuda, de trámites engorrosos, conseguir permiso de construcción del nuevo convento –cosa lograda en 1668– y con razón, porque tal parece que a los prohombres de Avilés, de aquel tiempo, les hubiera hecho la boca un fraile. 
La Villa tenía alrededor de 3.500 habitantes (la mayoría en el recinto amurallado, aparte de los de Sabugo, el arrabal de Rivero y Miranda), un reducido número de población para tanta práctica de religión,  ya que contaba con dos y considerables conventos (monjes Franciscanos y monjas Bernardas) aparte de las iglesias y del eremitorio de Raíces, donde estuvieron los Mercedarios, a pie de Peñón, hasta su traslado a su nueva residencia de Sabugo. 
Las obras fueron peliagudas, ya que el terreno sobre el que se edificó estaba sujeto a las mareas y hablamos de un edificio de 70 metros de largo por 37 de ancho, con patios y claustros interio­res e iglesia adosada, de 37 por 13, más una capilla conocida como de La Soledad. 
En el convento, que llegó a contar con 26 religiosos (datos del año 1758), profesaron dos avilesinos que pasaron a la historia como destacados obispos: González Abarca y Valentín Morán. 
Cuando en 1876 cierra sus puertas, obligado por la ley desamortizadora de Mendizábal que penaba los ‘bienes eclesiásticos improductivos’,  el edificio pasa a ser regido por el Ayuntamiento, etapa civil que duró 19 años. 
Entonces el gigantesco caserón fue reconvertido en lo que hoy llamamos Hotel de Empresas, pero a lo bestia. Porque allí habitó de todo cuando los del hábito mercedario fueron expulsados (...) 
En 1895 derruyeron aquel viejo cascarón –había aguantado en pie 187 años– porque Avilés se modernizaba y en parte del terreno que ocupaba se construyó una iglesia nueva para Sabugo, en la que se utilizó mucha piedra del arruinado edificio conventual. 
Del interior, poca cosa, que se fue desperdigando por distintos edificios religiosos, incluido un cementerio (San Cristóbal), como no. 
Por lo que, hoy, de aquel convento de La Merced y su variopinto contenido, solo nos queda una vaga estela, digna de ser o filmada por un Visconti o firmada por García Márquez. Le harían una merced"


De frente tomamos la calle de La Estación, glosada por Alberto del Río Legazpi en sus Episodios Avilesinos. Su primer edificio a la izquierda, en ruinas, tuvo un escudo que estuvo al parecer vinculado al desaparecido convento de la Merced


Esta era antaño la calle d'Alante, en los papeles De Adelante, que comunicaba la Plaza Nueva o del Mercado (Hermanos Orbón), con el centro del barrio y, al final, con la Avenida de Pravia, actualmente de Los Telares, donde se inauguró la Estación de Avilés el 26 de julio de 1890, unos 20 días después de acabarse las obras del ferrocarril. Por ello el 15 de enero de 1892 el Ayuntamiento decide denominarla calle de La Estación


Más antiguamente aún sería la calle que daría continuidad al camino hacia la iglesia de Sabugo desde el Puente Nuevo (siglo XVIII) que pasaba el Tuluergo, o mismamente el viejo, de finales del siglo XVI y situado frente al Palacio de Camposagrado (sustituía a una pasarela medieval de madera), ambos desaparecidos


Es muy posible que por aquí saliese de Avilés el peregrino y aristócrata flamenco Antoine de Lalaing cuando, desistiendo de su intento de continuar por mar debido a los vientos desfavorables, decidió con sus acompañantes  continuar por tierra, convirtiéndose en uno de los primeros cronistas de este llamado modernamente Camino Norte. Al menos iban a caballo...


Su forma de rampa sugiere su pasado portuario. Se trata de una de las históricas calles de origen medieval de Sabugo, junto con su paralela a la izquierda, la calle d'Atrás (hoy Bances Candamo) y la calle d'Arriba, hoy Carreño Miranda con la que nos cruzaremos enseguida


A la derecha se conserva uno de los edificios de soportales, tan del estilo Avilés, que antaño la ocupaban casi por entero, hasta las grandes reformas urbanísticas acaecidas entre finales del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con aquella unión terrestre entre Sabugo y La Villa


Hoy en día cuesta mucho imaginarse, salvo ayudados por dibujos y planos que recrean su aspecto, esas "barreras" físicas y sociales, pues es todo ello una continuidad de calles y edificios dentro del mismo casco histórico


El barrio se extendía entre lo que era La Ribera, con El Cai o muelle. Pese a que en la actualidad no nos parece una distancia nada grande con Avilés, esta se multiplicaba más de lo que parece. Existía un puente, que primero fue de madera, salvando el río Tuluergo, pero era tan estrecho que apenas cabía una caballería con alforjas, nos dice Alberto del Río Legazpi en sus Episodios Avilesinos, por lo que si había que transportar algo grande era obligado hacer un grandísimo rodeo al sur, hacia San Cristóbal, para llevarlo de una población a la otra


En el siglo XVIII se hizo un nuevo puente, más ancho, y hubo otro un poco más al sur, en Les Meanes, pero la rivalidad continuó, cantando los de Sabugo...
"Malhaya quien puso el puente
para pasar a La Villa.
Sabiendo que hay en Sabugo,
la flor de la maravilla"
A lo que respondían sus contrarios:
"Es el barrio de Sabugo
un barrio muy puñetero.
Todo me huele a besugo,
y a suela de zapatero"

Tan separadas estaban ambas poblaciones en todos los sentidos que Sabugo pertenecía eclesiásticamente a la antigua Pravia de Aquende, hasta que se creó en 1903 el arciprestazgo de Avilés. 


Tenía Sabugo además alcalde de mar, del que sabemos desde 1479, cuando era Pero López, mientras Avilés, siempre según datos de Legazpi, hubo tres regidores, Juan del Peso, Juan Rodríguez y Ferrando de Cabada


A aquella separación física y administrativa se añadía otra social, Sabugo era barrio de pescadores y astilleros de ribera, mientras La Villa estaba constituida mayoritariamente por mercaderes, comerciantes y administradores y funcionarios del tráfico mercantil portuario. De esto escribe Armando Palacio Valdés en La novela de un novelista...
"Avilés se compone de dos barrios, uno el de la villa propiamente dicho y el otro el de Sabugo, donde habitan los marineros, pescadores y menestrales de menor cuantía. Los separaba en un tiempo un brazo de la ría, sobre el cual había un puente de piedra. Hoy se ha cegado este brazo y sobre él han edificado una plaza y construido un parque. Para nosotros, los niños de la villa, Sabugo significaba el país enemigo. Allí estaban los bárbaros acechándonos noche y día para caer sobre nosotros al menor descuido y entregarse al pillaje. De allí salían aquellos bandidos, que cuando nos apartábamos un poco del recinto de la villa para echar al aire nuestras sierpes (cometas), acudían feroces como si la tierra o por mejor decir el infierno los vomitase, y nos cortaban los hilos y se apoderaban de nuestras sierpes y además nos hartaban de bofetadas. ¿Dónde estaba la Reina? ¿Dónde estaba la Guardia Civil? ¿Dónde estaba la policía para poner a buen recaudo a estos salteadores? Por ninguna parte asomaba la mano del poder coercitivo mostrando que vivíamos en una sociedad organizada. La vida de los niños repite sin cesar a través de los siglos el tipo anárquico de los tiempos primitivos"

 Y en otro capítulo resalta también las diferencias entre La Villa y este barrio marinero...

"Vivíamos, pues, en nuestra villa sin trabajar, como he dicho. Quien trabajaba para nosotros no me importaba entonces averiguarlo. Cada casa alberga un pequeño hidalgo o rentista que disfrutaba serenamente de la vida, bailando de joven, paseando de viejo. No faltaban artesanos, es cierto; había carpinteros, chocolateros, hojalateros, pintores, albañiles, pero casi todos estaban relegados al barrio de Sabugo"

Una de aquellas industriosas empresas de Sabugo, ya de tiempos en los que estaba el barrio unido a La Villa, era la Ferretería y Quincalla de García Fernández y Cía, que tenía aquí sus grandes almacenes


Este edificio estilo art decó fue diseñado por Francisco Casariego, empleando hormigón armado, una gran novedad entonces, año 1923


Es sede en la actualidad del Centro Municipal de Personas sin Hogar



Llaman la atención sus grandes cristaleras, rectangulares en el primer piso, cuadradas en los segundo y tercero, más pequeñas en el ático


Como en gran parte del casco antiguo, es en nuestros días la de La Estación calle de bares, tascas, sidrerías y cafés. Por eso dice de ella también Legazpì:
"Es muy destacable el abundante negocio hostelero que brilla particularmente en esta parte central. Hay tanta sidra por metro cuadrado que bien se podría decir que en este antiguo barrio de mareantes de Sabugo los que abundan hoy son los mareados"

Nos cruzamos con la calle de Juan Carreño de Miranda, pintor de la corte de Carlos II El Hechizado, antigua calle d'Enmedio, otra de las históricas rúas de Sabugo, cuyo nombre cambió también en 1892, nos informa asimismo Legazpi en Las tres calles más antiguas del Sabugo histórico:
"El núcleo urbanístico, medieval de Avilés se organizaba en torno a las calles de La Ferrería,La Fruta y El Sol, estando las dos primeras unidas por esta última, componiendo una perfecta ‘H’. Y de otra letra idéntica disponían en Sabugo las De Adelante (D’alante) y Atrás (D’atrás), unidas por la calle de En Medio (D’enmedio). 
Siempre llevaron estos nombres hasta 1892, en que se cambió el callejero, apasionante deporte municipal muy practicado, al menos en Avilés. 
Y, a partir de entonces, la De Atrás, se llamó Bances Candamo, en homenaje al escritor (dramaturgo de Cámara de Carlos II) nacido en ella. 
La de Enmedio, pasó a ser la del artista avilesino Carreño Miranda, el pintor asturiano más famoso de todos los tiempos, con obra en los principales museos del mundo"

En la zona central de la calle se hay varios edificios de viviendas estilo modernista, proyecto del famoso arquitecto Manuel del Busto


En el libro, coordinado por la catedrática de la Universidad de Oviedo María Josefa Sanz Fuertes, El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa, se nos dice así del paso jacobita por este barrio avilesino:
"Alcanzado el viejo barrio de Sabugo, se plantea uno de los principales escollos para la identificación del primitivo itinerario. Así ya en la cartografía de mitad del siglo XIX, figuran tres salidas posibles hacia el occidente por la costa: el camino de Muros por Quiloño (luego carretera de La Plata), el camino carretero de Muros y Luarca por San Cristóbal de Entreviñas (hoy reducido al acceso a este lugar) y la calleja de Cantos (que después sirvió a la carretera vieja de Pravia)

Sin detenernos en un pormenorizado análisis, varias razones pueden hacer valer la preferencia de la segunda de estas opciones, entre las que pueden considerarse su aspecto más consolidado en aquellas fechas respecto a las otras, su seguimiento por el caserío antiguo -circunstancia de la que carecen los demás- y su rango de camino real, aún vigente entre el vecindario"

Nos cuenta Legazpi que en el número 8 de esta calle de La estación (a la derecha de la foto) estuvo la famosa fonda La Celesta, de la gozoniega de Mazaneda Celestina Martínez, donde trabajó ayudándola su sobrina Serrana Gutiérrez Pumarino, fundadora luego, en 1867, del célebre hotel La Serrana, al final de la calle La Ferrería, en el antiguo Paseo del Bombé y mirando al actual Parque del Muelle, de la que hablábamos al pasar por ese lugar:
"Cuando en Avilés comenzó a ser realidad la industrialización, allá por el siglo XIX, la ciudad se colmó de gente foránea, necesitada de comida y cobijo. Y surgieron las primeras fondas.
Fue, aquel, un periodo febril de obras y sonados acontecimientos, premonitorio del que se viviría -unos cien años más tarde- cuando nos cayó ENSIDESA encima. 
Entre las fondas que nacieron en Avilés, una de las más afamadas era 'La Celesta' (que ocupaba el número 8 de calle de Adelante, hoy La Estación) propiedad de Celesta Martínez, que procedente de Manzaneda había montado el negocio en Sabugo, ayudada por su sobrina, también gozoniega, Serrana Gutiérrez-Pumarino Martínez. 
Serrana estaba casada con José González-Posada, más conocido por Pepe 'El de las Huelgas', capataz en las obras de canalización de la Ría, lo que hizo que gran parte del cuerpo técnico que trabajaba en el estuario se hospedara en la fonda, haciendo de ella un próspero negocio. 
A la muerte de Celesta, Serrana se hizo cargo de la empresa familiar, que ya demandaba una expansión, por lo que en 1867 fundó -en un edificio situado entre el palacio de Camposagrado y el final de la calle de La Ferrería- la 'Fonda La Serrana'. 
Y allí se plantó, tan serrana, la Serrana. En el lugar más histórico de la Villa, a pie del famoso puerto avilesino, en el solar donde, durante siglos, estuvo la fortaleza de la poderosa familia de Las Alas. 
El suyo fue el primer establecimiento hotelero, a la espera del progreso que podría traer el esperado ferrocarril (vendría en 1890) y la modernización que entonces experimentaba la ciudad -y de lo que ya hemos hablado en episodios anteriores- atravesada por una espectacular transformación urbana e industrial. 
Por eso no fue, nunca, 'La Serrana' una fonda al uso. Plantada frente al Paseo del Bombé (antecedente del parque de El Muelle) sus salones empezaron a acoger todo tipo de reuniones sociales. Y a nadie extrañó que -en 1917- pasase a denominarse 'Hotel La Serrana', justo cuando al otro lado del -entonces ya construido- parque de El Muelle (esquina entre las calles Carreño Miranda y Emile Robin) abría sus puertas 'El Gran Hotel', un espectacular edificio, que fracasó, al poco, como albergue de lujo. 
Mientras tanto no hacía más que aumentar el prestigio de 'La Serrana', hasta el punto de figurar en la 'guía Michelín' de la época: el libro de viajes de Alfonso Pérez-Nieva. En él está escrito que: «Avilés tiene dos notas que no deben olvidarse. Una antigua y otra moderna. La antigua es el Fuero o Carta puebla, precioso documento, el primero escrito en romance. Y 'La Serrana', donde se almuerza como en el 'Lhardy' de Madrid. Instruir... comiendo». 
En el establecimiento se alojaron multitud de personajes famosos de paso por Avilés. Entonces no era conocido, localmente, por su nombre comercial: 'La Serrana', sino como 'el hotel', bastante definitorio (le hizo sombra, poco tiempo, el 'Iberia') 
Desde uno de sus balcones se leyó, el 2 de abril de 1893, el primer pregón de las fiestas de 'El Bollo', que había fundado uno de los huéspedes fijos del hotel: el médico Claudio Fernández Luanco. 
Y hasta fue residencia, continuada, de los primeros directivos de aquella enorme ENSIDESA, una de las mayores siderúrgicas del mundo, que instaló sus primeras oficinas en el número 29 de la vecina calle La Ferrería. 
A finales de la década de los sesenta, del pasado siglo XX, los sucesores del negocio (Serrana había fallecido, trabajando claro, el 16 de julio de 1916), se trasladan a la calle de La Fruta después de haber comprado el nuevo 'Hotel Luzana', más céntrico y con mayor capacidad. 
Pero el restaurante y la cafetería siguieron llevando -durante años- el histórico nombre de 'La Serrana' y manteniendo las virtudes que le procuraron fama y premios: cocina excelente y esa gran categoría profesional que siempre caracterizó a sus empleados. 
Hoy, 'La Serrana' da un débil destello -de su gloria pasada- en un luminoso que anuncia una cafetería en La Fruta. Pero en la Historia local, resplandece Serrana Gutiérrez-Pumarino, pionera del Avilés de parada y fonda. 
Persona de talante y talento. Un lujo"

En el cruce con la calle Juan Carreño de Miranda, hay una quinta con jardín y verja, así como una escultura en la misma encrucijada






Se trata de una escultura de Amado González Hevia, Favila, y una composición de azulejos cerámica obra de Ramón Rodríguez, hechas en homenaje al pintor en esta su calle, representando a una de sus modelos más famosas,  Eugenia Martínez Vallejo, una de las personas  más queridas en aquella familia real, institutriz y acompañante de los infantes, apodada La Monstrua por su aspecto


Eugenia nació en 1674 en Bárcena de Pienza, en la Merindad de Montija (actuales Merindades de Burgos) en 1874, hija de José Martínez Vallejo y Antonia de la Bodega, quien rompió aguas un domingo en misa, lo que fue interpretado como buen augurio y bautizada como Eugenia, la bien nacida



Dentro de los estándares médicos y estéticos de la época, su crecimiento robusto y sano, debido a su buen apetito, fue muy bien recibido al principio, aunque luego se estimó conveniente ponerla a dieta pues era evidente el sobrepeso, aunque de manera infructuosa, llegando a hacerse deforme y habiendo de ser ocultada por sus padres ante las burlas de los vecinos. Se supone actualmente que se trataba de algún síndrome de crecimiento, hoy científicamente conocidos, pero entonces no


A pesar de todo su fama llegó a la corte de Carlos II, entrando a formar parte de la llamada gente de placer, que englobaba, dentro del esquema social imperante, bufones, enanos, deformes y ciertos casos de demencia, tenían sus necesidades cubiertas pero a cambio de ser espectáculo de sorna y asombro, viviendo de la magnanimidad-paternalismo de sus señores. aunque no tenían ningún tipo de contrato pese a servir en palacio.



Se conoce muy poco de su biografía, si bien captaban, como en este caso, la atención de los artistas. El propio cronista de la corte, Juan Cabezas, escribe...
"Diose cuenta de este milagro de la naturaleza a nuestro invicto monarca Carlos Segundo (que Dios guarde) y gustando su Majestad católica de verla, fue servido de mandar la trajesen a su Real Palacio de Madrid, donde hoy se halla con admiración de sus Majestades, y de toda la Grandeza de estos Reinos" 
Esta y otras observaciones están plasmadas en su obra, de largo título:
“Relación verdadera en la que da noticia de los prodigios de la naturaleza que ha llegado a esta corte, en una niña gigante llamada Eugenia Martínez de la Villa de Bárcena, del arzobispado de Burgos; refiérese su nacimiento, padres y edad, la grandeza y robustez de su cuerpo y como la traxeron sus padres á la presencia de nuestros Católicos Reyes y está en su Real Palacio, con otras circunstancias que verá el curioso lector”

El rey mandó hacerla "vestir decentemente al uso de palacio" y el sastre real le confeccionó un vestido especialmente pensado para ella, así fue presentada ante el rey con solo 6 años, quien quedó encantado, por lo que participó con los enanos Macarelli, Michol, Nicolasito y otros bufones en las fiestas palaciegas con gran éxito, queriendo las damas retratarse con ella para compararse, siendo apodada La Monstura. Juan Cabezas la describe así
"Eugenia era blanca y no muy desapacible de rostro, aunque lo tiene de mucha grandeza. La cabeza, rostro y cuello y demás facciones suyas son del tamaño de dos cabezas de hombre; su vientre es tan descomunal como el de la mujer mayor del mundo a punto de parir. Los muslos son en tan gran manera gruesos y poblados de carnes que se confunden y hacen imperceptible a la vista su naturaleza vergonzosa. Las piernas son poco menos que el muslo de un hombre, tan llenas de roscas ellas y los muslos que caen unos sobre otros, con pasmosa monstruosidad y aunque los pies son a proporción del edificio de carne que sustentan, pues son casi como los de un hombre, sin embargo, se mueve y anda con trabajo, por lo desmesurado de la grandeza de su cuerpo"

Carlos II, impresionando, encargó a su pintor de cámara, Juan Carreño de Miranda que la retratase vestida y desnuda. Así, el modelo vestida inspira la escultura, así como los azulejos de las columnas de la verja de la casa, mientras al fondo, en el mural frontón, una composición de cerámica la representa de las dos maneras


Eugenia tenía otra función en la familia real, similar a la de otra gente de placer de este y otros monarcas: acompañar a los infantes, pues era mayor que ellas y ellos, pero a la vez de su estatura, lo que daba confianza a los niños, siendo una especie de dama de confianza y profesora-cuidadora a tiempo completo, con la que seguían en muchos casos manteniendo amistad al llegar a adultos. Falleció en 1699


La Monstrua vestida y La Monstrua desnuda en el mural cerámico...


En esta calle, haciendo esquina con la de Emile Robín y dando vista al Parque del Muelle, veremos el edificio del antiguo Gran Hotel, "Hotel Magnífico y suntuoso, que sólo reconoce rival en dos o tres grandes capitales de la nación" decía su propaganda, inaugurado el 14 de Julio de 1917 con gran asistencia de fuerzas vivas, banquete y baile, causando honda impresión, tanto él como los cincuenta coches aparcados enfrente, entonces acontecimiento inaudito. Entre ellos estaba, escribe Alberto del Río Legazpi, el propio vehículo oficial del hotel, un Hispano-Suiza, que tendría unos meses después, el 6 de marzo de 1918, el desgraciado accidente en la Carretera de La Plata, en la que fallecería el actor teatral Bernardo Jambrina, tras haber actuado varios días en el Pabellón Iris (calle La Cámara) con su compañía


Fue su promotor el naviero Ceferino Ballesteros, quien puso a su frente al gerente de su compañía Eduardo Hidalgo y encargando el proyecto al maestro de obras Armando Fernández Cueto. Era además el primer edificio de Avilés en tener ascensor. Así el 22 de julio de 1922 publicaba el periódico La Voz de Asturias:
"Situado este magnífico hotel en el punto más céntrico de nuestra bellísima población, con vistas al Parque del Muelle y dominando la vista su lindísima ría y floreciente campiña, en pocos minutos pueden sus clientes trasladarse a la inmediata playa de Salinas, mediante un excelente servicio de tranvías eléctricos con parada a la puerta del establecimiento. En su magnífico hall se celebran con frecuencia conciertos, tés-dansants y otras fiestas de animación extraordinaria, y en el suntuoso comedor, capaz para trescientos comensales, estupendas cenas a la americana. Su restaurante de primer orden está a cargo de personal procedente del Gran Casino de San Sebastián. Sus habitaciones de gran lujo y corrientes poseen cuarto de baño, teléfono urbano e interurbano, agua caliente y fría en todos los servicios. Calefacción, baños, ascensor eléctrico, garaje y cuantas comodidades caracterizan a los grandes establecimientos de esta índole. Tiene también el Gran Hotel, para completa comodidad de sus huéspedes, servicio de equipajes, con mozos a la llegada y salida de los trenes. «On parle français»

Y el 15 de agosto, un mes después de la inauguración, dice de él La Voz de Avilés:
"Todo en él es soberbio: el trazado y cons­trucción, en que puso toda su alma de artista don Armando F. Cueto; el decorado, tan rico como sobrio y elegante, en que con los inteligentes artistas avilesinos cooperaron otros de reconocido renombre en España; la amplitud y comodidades de todas las habitaciones y dependencias; los grandiosos hall y comedor; las instalaciones de alumbrado, calefacción, agua, baños y teléfono, hechas con el más per­fecto gusto; la provisión de todo, así acomodado a las modestas fortunas, como a las exigencias del más refinado sibarita; el servicio que es un portento de esmero omi­tiendo mil detalles, el magnifico emplazamiento del hotel en la parte más vistosa y amplia del Avilés moderno, sobre el Parque y el Muelle local, dominando hermosos panora­mas y pasando a su vera el tranvía de vapor y el trazado del eléctrico próximo a ser construido"

La prensa venía además tiempo manifestando la "nece­sidad muchas veces expresada y encarecida en estas columnas, de dotar a nuestra hermosa villa de un establecimiento de esta clase, en que el veraneante, el turista, y en general el forastero, nada echasen de menos, en punto a comodidades, lujo y moderno confort, de cuanto hubieran visto o se les hubiera ofrecido en las más importantes poblaciones"

El Gran Hotel tenía no obstante un grave problema, pensando fundamentalmente para el turismo de playa, estaba demasiado alejado de esta (Salinas) y su principal comunicación con ella era el renqueante tranvía de vapor apodado La Chocolatera que, aunque pasó a ser eléctrico en 1921, no salvó la situación y acabó cerrando en 1924. Es ahora sede de una entidad bancaria


Visto el Gran Hotel volvemos atrás y retomamos el Camino...


Y desde la escultura de Eugenia Martínez Vallejo, homenaje a Carreño Miranda, seguimos por la calle de La Estación, volviendo a leer a Alberto del Río Legazpi cuando escribe en Las tres calles más antiguas del Sabugo histórico:
"Sabugo fue siempre, hasta hace unos años, pueblo de pescadores. No hace tanto que de aquí salían sus hombres a la mar y sus mujeres a la Villa, coronándose con un rodete la cabeza para colocar en ella una caja de pescado y enfilar con desparpajo, a vender, al grito de «¡Sardines fresques! ¡Que rebrinquen! ¡Mirai que bocartinos, muyeres, tan vivos!». 
En Irlanda se hizo famosa una pescadera, Molly Mallone, que iba cantando su mercancía, allá por el siglo XVII, por la zona portuaria de Dublín, «¡Mejillones y berberechos! ¡Vivos!». Una canción la inmortalizó y una escultura, en aquella ciudad, la recuerda. 
En Sabugo –aparte de un pub que lleva el nombre de la legendaria pescadera irlandesa– también hay una estatua, aunque está dedicada a Eugenia Martinez Vallejo (‘La Monstrua’, personaje de la Corte del Rey Carlos II). Somos tan clásicos como orondos"

Y es que, como él mismo dice, "Sabugo, desde los orígenes de Avilés, siempre ha sido un punto y aparte":
"Situado en una pequeña colina, a la que no podía llegar el agua del mar, que penetraba entre Sabugo y la Villa amurallada hasta el parque de Las Meanas… ni tampoco el agua de las marismas del Campo del Faraón (donde hoy está el parque del Muelle), ni del Campo de Caín, en cuyos terrenos, junto con los de Las Aceñas, se levanta la actual plaza del mercado"



Aquí está una de las conchas señalizadoras en este barrio de Sabugo, nombre asturiano del árbol saúco, antiguo barrio marinero totalmente integrado actualmente dentro de la urbe avilesina, y relativamente apartado ahora del actual puerto pesquero, costándonos creer que aquí hubo antes pesquerías y célebres astilleros de carpinteros de ribera, como los del campo La Bogaz y el Faraón


Estas calles fueron testigos de las peleas de mozalbetes inmortalizadas por Armando Palacio Valdés en La novela de un novelista, Se formaban ejércitos según cada barrio y se iba a lanzar piedras a los rivales y otras correrías. A la pica vecinal entre Sabugo y La Villa se unían otras, siendo célebres las de Galiana y Rivero, como decíamos al pasar por esas rúas, por lo que se se hacían diversas alianzas y ententes. De aquellos años es la copla, con diferentes versiones según barrios y lugares...
"Sabugo tente firme
que Rivero ya cayó
y Galiana ta temblando
del sustu que recibió"

Así en 1963 y con la primera frase del verso se fundó en la Cafetería Germán el grupo folklórico Sabugo tente firme, que lleva muy alto el nombre del barrio desde entonces, entregando además sus preciados galardones, y así lo cuenta del Río Legazpi:

"Y, también, vamos sobrados de canción y bailes, desde que –hará unos cincuenta años– a tres entusiastas sabugueros (Román L. Villasana, José María G. Alonso ‘Chemari’ y Abelardo González) les dio por bautizar a un grupo folklórico como ‘Sabugo ¡Tente Firme!’. Aquello, cosa histórica, fue el principio de un acabose en toda una Fundación que concede Sardinas de Oro a notables españoles en todos los campos. Y todo esto sin abandonar gaita, tambor, jota de Pajares y habaneras cosa fina"

incide además en su actual vertiente gastronómica y antes pescadora...

"Sabugo es famosa zona de copas desde mitad del pasado siglo, en que dejó de ser barrio de pescadores, de mareantes, y pasó a serlo de pecadores en comidas y bebidas. Es muy visitado por su tipismo urbano y por su oferta hostelera. Ya tengo escrito que, actualmente, más que de mareantes viene a ser de mareados de sidra, vino y demás familia etílica
Anécdotas aparte, Sabugo es incomparable, siempre lo fue, y hablar de él es hablar de la historia de Avilés en carne viva. 
Ya escribía James Joyce, tan dublinés como la pescadera Molly Mallone, que no hay pasado ni futuro, que todo fluye en un eterno presente. 

Por tanto decir: ‘Sabugo eternamente a la vera de Avilés’, es una verdad que rebrinca"

Caminando entre la Taska El Matu a la izquierda y El Poeta a la derecha, glosado este por David Castañón en su página culinaria Les Fartures y por el historiador y gastrónomo Luis Antonio Alías en artículo publicado en el suplemento gastronómico Yantar de El Comercio el 22-8-2019...


El Poeta debe su nombre a que aquí vivió el poeta en asturiano José Manuel García González, Marcos del Torniello, nacido en Avilés en 1853 de familia humilde y que empezó a trabajar a los 15 años para sustituir a su padre enfermo. Sus ansias por estudiar le llevaron al cercano  Colegio de La Merced, de Domingo Álvarez Acebal, del que llegará a ser profesor, fundando luego el Colegio de San José


Colaboraría en la prensa asturiana firmando como José Benigno, nombre de su padre, y fundando un semanario. Dirigió El Vigía y, siendo además conferenciante, publicó en 1904 su primer libro de poesías, Tambor y gaita y en castellano es premiado ese mismo año en los Juegos Florales con su canto A la mujer Avilesina, premio que repetirá en 1918 con Covadonga y en 1928 con un soneto en honor del escritor Juan Ochoa y Betancourt. En 1914 saca a la luz el monólogo Colasón de Patagorda o En qué falto yo a daquién y en 1925 Orbayos de la quintana. En el año 1926 se rinde homenaje al poeta por parte del Ayuntamiento a petición de un grupo de intelectuales avilesinos


Fallecido en 1938, sus publicaciones serán recuperadas y reeditadas, dedicándosele la Selmana de les Lletres Asturianes del año 1996, publicándose el primer tomo de su Obra Asturiana, con edición de Antón García. Alberto del Río Legazpi le dedica uno de sus Episodios Avilesinos, El popular y bienquisto Marcos del Torniello, publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 10-2-2013:
"Nació en Gozón y lo bautizaron en Avilés, con el nombre de José Manuel García González. Aunque él luego, a lo largo de su vida –y en sus trabajos literarios– lo fue sustituyendo por los de Benigno García, José Benigno, J. Benigno y sobre todos ellos: Marcos del Torniello.     
Pocos escritores tan populares y queridos como este caballero (él diría paisano), al que muchos consideran, junto a Teodoro Cuesta, el mejor poeta en bable o asturiano. 
Su amigo, el poeta José Martín Fernández publicó (en la revista ‘La Semana’, febrero de 1901) una pieza titulada ‘Marcos del Torniello’, donde –selecciono el texto– lo describe de esta guisa:

Es muy grueso
bien formado, 
de regular estatura, 
respetable su figura 
y por todos estimado. 
Aquel que lo ve repara 
que delante de sus ojos 
lleva siempre unos anteojos 
de los que no se separa. (…)
Hay quien dice que nació 
ya con la pluma en la mano 
y que en dialecto asturiano 
un romance recitó. (…)
Su musa es inagotable, 
su facilidad es tanta, 
que en menos que un gallo canta 
compone un soneto en bable. 
¿Quién es quien no se recrea 
al leer sus composiciones? 
A mí me dan tentaciones 
de ir a vivir a la aldea. 
Está rebosando sal 
cuanto de su pluma brota, 
es un escritor de nota, 
un poeta original"


Un año antes, en 1995, la Cofradía de El Bollo, la gran fiesta de Avilés, colocó aquí esta placa en su memoria. Sigue de él biografiando Legazpi...
"Nacido en familia muy humilde, a los 15 años, tuvo que ponerse a trabajar como carretero, oficio que había venido ejerciendo su padre, Benigno, hasta su fallecimiento. 
No se dejó vencer por la adversidad y compaginó trabajo con estudio, en la Escuela de Artes y Oficios, después en ‘La Cátedra’, y luego el bachiller y luego intentó la Universidad, hasta que pudo cambiar su trabajo de acarretar por el de profesor particular. Y más tarde ser fichado por Domingo Álvarez Acebal como docente de la célebre academia ‘La Cátedra’, hasta que Marcos del Torniello fundó su ‘Colegio San José’. Del histórico pedagogo, Álvarez Acebal, que también había sido su primer maestro, decía ‘Ése, don Domingo, nacióme de la nada’. 
Y como maestro se ganó la vida el socarrón Marcos del Torniello, pseudónimo literario adjudicado porque su familia –oriunda del municipio Carreño– era conocida como ‘los Marcos’, en Logrezana, y Torniello por ser el lugar originario de sus antepasados. 
Sin embargo su obra en asturiano, mayoritaria, se recoge en dos libros: «Tambor y gaita» (1904) y «Orbayos de la quintana» (1925), editado éste por suscripción popular. Tambien una comedia en un acto y en verso, «La esfoyeta» (1906), escrita a petición de la Coral Avilesina y representada en Avilés y Madrid. Así como otra, «Colasón de Patagorda ó ¿En qué falto yo a daquián? » (1918)también de carácter costumbrista. 
Colaboró en revistas y periódicos, ‘La Voz de Avilés’ entre ellos. Sus artículos eran muy celebrados por la graciosa carga de sorna que llevaba. Pero donde tenían gran predicamento y triunfaban hasta alcanzar la lágrima, era en las publicaciones de los emigrantes asturianos en América. 
Según avanzaban los años, este popular personaje, se fue convirtiendo en una institución, en Avilés, y su presencia era requerida en todo tipo de actos, por ejemplo cuando en 1921 se puso en marcha el tranvía eléctrico fue Marcos del Torniello quien, con la poesía ‘La Tarascona y el trole’ cerró los discursos del acto de inauguración. Una autoridad. 
 Avilés era su diana preferida y ahí no daba puntada sin hilo. Por ejemplo: «En teatros y hoteles de primera / non ponen a Avilés el pie delantre, / Madrid, nin Barcelona, nin Valencia; / nin el mapa terraquio que se plante. / La villa fachendosa, / la diosa de los parques, / que se retrata en su fanosa ría, / y que tien por iglesias catedrales» 
Cuando un calurosísimo día de agosto de 1927 colocaron las placas que llevaban el nombre de una calle a él dedicada, Marcos del Torniello, agradeció el homenaje con un parlamento que comenzaba de esta guisa:

«Ye tanto el calor que fa-i, 
que azúmbame la pelle­ya, 
con esto del guirigay 
de honráme con una cai, 
sobrándome una caleya» 

 … que descolocó a las encorsetadas autoridades asistentes y provocó el jolgorio y la rechifla del personal, algo habitual en tan singular como campechano ciudadano. Autor polifacético, por ejemplo, de la letra de la famosa habanera “Soi de Verdiciu” y co-autor, pásmense, de la original ‘Historia cómica de Avilés’, en castellano. 

Sus versos se distinguen por su chispeante amenidad, inspirada en las sencillas costumbres y la aguda filosofía de la Asturias rural. 
Popular, sencillo y bienquisto, así pintaban al poeta Marcos del Torniello: Un paisano como una catedral"


A la izquierda están las casas de los actuales portales 19 y 21, con su estilosa estructura y gusto de época y de las que da noticia de su construcción La Voz de Avilés el 6 de julio de 1898;
"dentro de breves días comenzarán a fabricarse dos casas de nueva planta en la calle de la Estación las cuales por su esbeltez embellecerán aquella parte de Sabugo… son de gusto poco común… unen elegancia con sencillez causando agradable sorpresa"

Les Ayalgues y El Cabanón. De este segundo localizamos esta glosa en la página gastronómica de David CastañónLes Fartures:

"Se hace (muy) complicado intentar hablar objetivamente de la que consideras tu segunda casa. Un local asociado a vivencias personales, al despertar de la curiosidad cervecera y lleno de momentos intensos e irrepetibles. 
Todos los que me conocéis sabéis que siempre os hablo muy bien del Cabanón, y que todo lo bueno que le pase se quedará corto, y ahora os intentaré explicar porqué. 
Pablo García Serrano, o Pablo Cabanón, lleva 14 años al frente de la cervecería. ¡14 años! Aunque llevaba abierta desde el año 98, e incluso nos tomamos alguna cerveza juntos allí. Todavía me acuerdo del día que me contó que estaba negociando para hacerse cargo del bar y de todos los planes e ilusiones que tenía en mente para el local. 
Hijo de hosteleros, comenzó su carrera en el chigre de los padres, en Antromeru, donde siempre se mezclaron parroquianos y turistas en perfecta armonía, y es que la familia siempre tuvo ese don. Uno de los fuertes del Cabanón, sin duda, es la familiaridad y que consigan que te sientas como en casa, ya seas habitual o la primera vez que entras por el local. 
Cuando Pablo tomó las riendas del bar, en Asturies la oferta cervecera era prácticamente inexistente. Guinness, alguna Murphys, rara vez una London Pride y 3 o 4 cervezas belgas. Suficiente para creernos los reyes del mundo cervecero al descubrir un mundo más allá de la Mahou. De aquella, coincidió con el auge del barrio (Sabugo) como zona de movida y El Cabanón quedó prácticamente eclipsado como local de copas. 
Con la crisis, y la zona del Carbayéu pegando cada vez más fuerte, viendo cómo empezaba a cerrar un local tras otro en su misma calle, Pablo tuvo que optar por cerrar o reinventarse, ofrecer algo distinto. Y optó por la cerveza. Cuando prácticamente nadie más lo hacía, cuando la cerveza no estaba de moda. Comenzó con unas 25 referencias de cerveza, en pleno boom de la cerveza belga de abadía, trayendo cervezas que ahora nos encontramos en supermercados, pero que hace 10 era prácticamente imposible de encontrar (hoy en día en la mayoría de locales a lo máximo que podemos aspirar es a encontrar una Grimberger). 
A lo largo de todos años, y tras probar cientos de cervezas en su local, el Cabanón se convirtió en una de las cervecerías de referencia del Estado. Con él aprendimos a diferenciar una lager, una Pale Ale, una IPA, una APA, una lámbica, una Stout, una Saison ... Pasamos de la moda de la cerveza belga a las americanas, ahora las nórdicas. Allí probamos las primeras cervezas artesanas, cuando no "estaban de moda" y las primeras cervezas artesanas asturianas (aún me acuerdo de las primeras botellas de Caleya o Cotoya que pasaron por el local, todavía sin etiqueta). 
A lo largo de todos años, y tras probar cientos de cervezas en su local, el Cabanón se convirtió en una de las cervecerías de referencia del Estado. Con él aprendimos a diferenciar una lager, una Pale Ale, una IPA, una APA, una lámbica, una Stout, una Saison ... Pasamos de la moda de la cerveza belga a las americanas, ahora las nórdicas. Allí probamos las primeras cervezas artesanas, cuando no "estaban de moda" y las primeras cervezas artesanas asturianas (aún me acuerdo de las primeras botellas de Caleya o Cotoya que pasaron por el local, todavía sin etiqueta). 
Ahora es mucho más fácil abrir un local que apueste por la cerveza, pero de aquella no lo era. Por eso es justo reconocer a Pablo (y a Andres LúpuloRichi CantinaFranky Ca BeleñoDavid Cimmeria ...) que gracias a lo que ellos pelearon, hoy en día podemos beber la mejor cerveza del mundo en Asturies. Y eso es un lujazo que los que estuvimos ahí, y vimos lo que pelearon (y pelean) debemos agradecer. 
El Cabanón cuenta con 3 grifos de cerveza fijosPilsner Urquell (una rubia suave checa de baja graduación, que huele y sabe. Perfecta para refrescar), Leffe Bruin (cerveza flamenca de abadía de 6,5%, lo que comúnmente conocemos como una tostada. Toque dulzón a vainilla al final) y una Hoegaarden (una cerveza flamenca de trigo de baja graduación con un toque cítrico). 
Además, otros 5 grifos rotativos donde siempre encontrarás cerveza artesana y cerveza asturiana. Estos grifos van cambiando, y siempre se intenta compensar para tener distintos tipos de cerveza para que se pueda tomar varias pintas de forma progresiva, de más suave o refrescante a más densa y reposada. Los barriles se pinchan según demanda y según su óptimo punto de consumo, lo que hace que siempre encuentres uno nuevo que probar. 
Si esto te parece poco, en El Cabanón encontrarás unas 150 referencias en botella, desde las clásicas belgas o alemanas, hasta las cervezas más raras de cualquier parte del mundo. Tienes distintos sabores, tipos, procedencias y formatos. 
Como tanta información y tipos de cerveza, puede abrumar al público no avezado (o al que va de ello, que hay mucho postureo). Así que lo mejor es que entres y le pidas recomendación a Pablo. Con 3 o 4 preguntas, encontrará la cerveza que más se aproxima a tu gusto. Si eres más conservador, beberás un sabor más asequible, pero siempre con las mejores cervezas (tomar una pilsner urquell es una maravilla) y si te gusta probar sabores distintos, siempre encontrarás una cerveza muy exclusiva que te sorprenderá. 
Y como no solo de cerveza vive el humano (aunque podríamos), El Cabanón también ofrece  una colección bastante completa de whisky, sobre todo especializándose en el whisky de malta escocés. Cuenta con unas 25 referencias para todo tipo de gustos y precios. Además de escocia también encontrarás referencias de otros países como Irlanda o Japón. Merece la pena probarlos. 
Varias veces al año, organiza pruebas  de cerveza y de whisky. Para afianzar productos que ya tiene en el local, para probar productos nuevos por si le encajan, o simplemente para buscar experiencias nuevas con sus clientes. De alguna ya os hablamos (aquí aquí) y suelen contar con la presencia de distintos expertos. Además, eventos muy raros y exclusivos como la apertura de barriles de tipo Cask, como os contamos aquí en su día. 
¿Todavía no os convencí? Pues lo mejor que podéis hacer es ir, entrar, y si me veis apoyado en la barra, pedirle a Pablo una Estrella de Galicia o una Cruzcampo. Solo por verle la cara de circunstancias, a la primera pinta de lo que queráis, invito yo"

En el apartado de Gastronomía del artículo Avilés del Gran Atlas del Principado de Asturias de Ediciones Nobel se da buena cuenta de los productos de la tierra de los avileses...

"Con los productos del mar -no en vano Avilés cuenta con la más importante rula de Asturias- se elaboran exquisitos platos como la sopa de pescado, la caldereta, la merluza a la avilesina o las sardinas al vino, entre otros. En el apartado de carnes, tienen fama la ternera guisada con arbeyos y el sabroso jamón de Avilés. De sus postres destacan el arroz con leche, el bollo escarchado de Pascua, las marañuelas, los mantecados imperiales y los quesitos de almendra"

A la derecha y poco más allá de El Poeta tenemos el restaurante Brujería, del que también hallamos esta reseña del gastrónomo Luis Antonio Alías en el suplemento Yantar de  El Comercio el 27-10-2016: 

"Anda Sabugo no sólo teniéndose firme, si no cada vez más crecido en magia y sortilegios:basta pasear por su plaza y adyacentes cualquier noche de sábado (o mejor dicho de sabbat) para ver a numerosos aprendices de brujo y bruja montando inocentes y alegres aquelarres de copas, tapas, manteles y convivencias. Naturalmente Brujería, que pronto cumplirá un año abierta, forma parte de la concentración de usuarios de escobas voladoras, y por sus interiores del frontispicio a la terraza cubierta cuelgan unas cuantas. 
También hay brujas, aunque el logotipo lo protagonice un brujo silueteado igualito a Jacobo, que es capaz de guisarnos no ojos de cabra, colas de ratón y lenguas de sapo, sino unas fabas de potina y un arroz con pitu completos y verdaderos, o un vacuno con pimientos del bierzo rojo y jugoso. 
Pero esto es la punta del iceberg. O mejor dicho de los fogones, que además quedan completamente abiertos y a la vista en el medio de la sala, para que los comensales no pierdan detalle de la mezcla de ingredientes. Yla variedad, en sus adecuadas proporciones, da lugar a pócimas curativas de fames y momentos: longaniza avilesina con pulpo y puré de garbanzos, chipirones con mahonesa de ajo negro y cebollinos, tortilla de hígado de pato y trufa, ensaladilla de ventresca y aguacate, croquetas tiernísimas 
Además las presentaciones (Pablo, María y Ana atienden, sirven, explican y sonríen) cuentan y sorprenden: las alitas de pato vienen sobre un escurridor, los bocartes en caballete montando un lienzo de plata y rojo, las carnes con pizarras o tablas y la fritura de algas y langostinos en caja de madera. 
«Solemos pensar primero en un plato, algo que combinamos, probamos y aceptamos; seguidamente añadimos toques que nos parecen sorprendentes, divertidos, capaces de provocar sonrisas y comentarios además de, claro, buen gusto», señala Jacobo, que comparte el cucharón de los mezclas y las pinzas de las composiciones con Jairo. 
Jacobo, avilesino de nacimiento y retorno, estudió en la Escuela de Hostelería ovetense del Campo de San Francisco, hizo sus prácticas en el Reconquista y el Balneario, anduvo por los Pirineos y las Canarias y se acercó entrando en el catering de Nacho Manzano. «Y como llevaba mucho tiempo deseando disponer de mi propio rincón, formé un equipo y abrimos Brujería». 
¿Antecedentes familiares? «Sí, los de mi bisabuela extremeña, cocinera de unos terratenientes, y los de mi abuela, que lo fue de un colegio; ellas me aportaron sin duda alguna la vocación», añade reconociendo que las artes mágicas se heredan. 
Buenas artes y magia blanca de trufa piamontesa"

Con buen despliegue fotográfico tenemos otras excelentes críticas de la Brujería en la citada página gastronómica Les Fartures...
"El Barrio de Sabugo de Avilés vuelve a estar de moda, y ahora es una de las zonas que más está pegando gastronómicamente en la ciudad. El PañolYumeLa CalendaEl Poeta, un nuevo sitio de postres, El Cabanón para tomar las mejores cervezas del mundo, El Tostón de Jon y ahora, uno que nos faltaba por probar, La Brujería.

Y nos faltaba por probar, no por falta de ganas, si no porque es complicado encontrar una mesa para cenar el fin de semana. Local justo en frente de El Cabanón, tiene una amplia cristalera desde la que se ve todo el interior. Mesas espaciadas, altas y alguna baja; y la cocina abierta al fondo.

En la parte de atrás, una muy buena terraza, incluso con zona de juegos para los más críos.

Cocina con un toque de originalidad, tiramos de clásicos recomendados por la casa para hacernos una primera idea. Y nos gustó. Estaba todo muy rico"
En la parte de atrás, una muy buena terraza, incluso con zona de juegos para los más críos.Cocina con un toque de originalidad, tiramos de clásicos recomendados por la casa para hacernos una primera idea. Y nos gustó. Estaba todo muy rico"

Entre El Poeta y Brujería hay un muy llamativo edificio modernista con balcones de forja columnas y preciosos detalles artísticos y arquitectónicos


En el bajo ventana y puerta de acceso arco de medio punto. En el primero balcón saliente y otro más pequeño sobre la citada puerta de entrada


Bajo él un par de detalles nos permites saber algo sobre su origen


A la derecha y bajo él una elegante placa decorada con tema vegetal muestra la fecha de construcción...


En ella vemos, en números romanos, la fecha de construcción, año 1923...


Y un azulejo cerámico a esmalte con la que parece la numeración original


En el segundo piso hay un balcón estilo corredor, entre cortafuegos y con columna central que nos recuerda a los palacios renacentistas. Sobre él hay un gran alerón que lo separa del ático, también balconado pero más pequeño


Admiramos las artísticas filigranas de la columna y sus detalles de inspiración naturalista


Fijémonos seguidamente en el cortafuegos izquierdo, recorrido por cuatro rayas verticales...


Y en medio un círculo con una cabeza en relieve, detalle muy de época en esta clase de edificios que asemejan palacios urbanos


También a la derecha otra cabeza, esta con lo que parece un yelmo...


Bares y restaurantes sacan sus terrazas a esta calle peatonalEn el libro Avilés de la colección El Viajero Indiependiente de Ediciones Júcar y del que son autores Alberto del Río Legazpi y Juan Carlos de la Madrid, se lee:

"... comer es muy fácil en Sabugo y aledaños. Todas sus calles forman parte de la denominada ruta de la sidra y, por tanto, son lugares para comer -especialmente platos marineros- y echar culinos de sidra"

Por su parte, el gran cronista de los caminos jacobitas, Antón Pombo, dedica varios apartados a Avilés en su Guía del Camino de Santiago. Camino Norte (Anaya), recomendando, como hacemos nosotros, una visita placentera y con tiempo
"El fuero concedido por Alfonso VI (principios del siglo XII) refuerza la posición de Avilés en la costa asturiana, de la que se convierte en su principal puerto. En él desembarcaron peregrinos procedentes de Francia, Inglaterra, Flandes y el norte de Europa, para los cuales fueron fundados los hospitales de San Juan y, a partir de 1513, el de la Asunción. Los núcleos medievales de La Villa y Sabugo, separados por marismas, no quedaron unidos hasta el siglo XIX, en que estas fueron desecadas para crear el ensanche burgués, el mercado y el romántico Parque del Muelle. Sometida a fuertes transformaciones por la instalación de la industria metalúrgica pesada, la ciudad ha sabido conservar su casco histórico, ahora rehabilitado y peatonalizado, y proyectarse hacia el futuro con el Centro Cultural Oscar Niemeyer, última creación de este mítico y centenario arquitecto brasileño"
:
Y con el título Sabugo hasta en la sopa, de pescado, Alberto del Río Legazpi escribe esta glosa dentro de ese artículo dedicado al barrio en la edición avilesina de La Nueva España el 4-6-2010:
"Con su centro en un pequeño cerro, Sabugo fue un lugar batallador de remos y redes, de santo inglés (uno y no más, Santo Tomás), de escritores malditos por la vida (Bances Candamo) o malditamente desconocidos (Rafael Suárez Solís) o de músicos ignorados hasta el otro día (Ramón de Garay). Una población marinera donde unos, pescadores, vivían de ir a la mar, y otros, artesanos y pescaderas, de lo que de la mar venía.

 Luego se despeñó por la decadencia y lo ahogaron oleadas de tifus. Pero hasta que se desecaron las marismas que lo aislaban no fue conquistado por Avilés, que lo convirtió en su barrio más castizo y pinturero"

Thank you for watchingLuego se despeñó por la decadencia y lo ahogaron oleadas de tifus. Pero hasta que se desecaron las marismas que lo aislaban no fue conquistado por Avilés, que lo convirtió en su barrio más castizo y pinturero. Único por sus características y por sus dos iglesias, una del siglo XIII, nada menos. Y ahora -por elementales efectos (aunque los puristas dicen que defectos) turísticos- aquel pueblo de mareantes de las mareas se reconvirtió y resulta que produce mareados. Mareados por consumo de sidra y demás familia etílica"Luego se despeñó por la decadencia y lo ahogaron oleadas de tifus. Pero hasta que se desecaron las marismas que lo aislaban no fue conquistado por Avilés, que lo convirtió en su barrio más castizo y pinturero...

Y en Sabugo, la flor de la maravilla, el querido cronista-divulgador de Avilés y sus lugares expone, a fecha 10-10-2017 y dentro de sus Episodios Avilesinos de El Comercio-La Voz de Avilés, estas y otras consideraciones:

"Fue la pesca la que labró su pasado como pueblo. Capturaban productos del mar con barcas armadas por ellos, lo mismo que luego hicieron con galeras y galeones. Por ejemplo, para Pedro Menéndez de Avilés, cuando puso rumbo a la América del norte 
Por siglos estuvo bastante clara la identidad de Sabugo como pueblo. Hoy, su núcleo central (plaza del Carbayo) se ha reconvertido en una de las zonas hosteleras más famosas de Asturias. 
Por lo que se ve, aquí siempre mandó la humedad. Ayer marinera y hoy sidrera. Ni los mareantes antes por los violentos oleajes. ni los mareados ahora por los vapores etílicos, mayormente. 
Los libros más antiguos del Archivo Histórico local nos informan que en el año 1479 el alcalde de mar, de Sabugo, era Pero López. Mientras la vecina y poderosa Villa de Avilés tuvo tres regidores ese mismo año (Juan del Peso, Juan Rodríguez y Ferrando de Cabada). Sabugo, tenía forma y maneras de ente autónomo"

Continúa Legazpi exponiendo los grandes cambios experimentados por Sabugo  desde su unión física con Avilés en el siglo XIX...

"Pueblo de gentes humildes y aguerridas, celosos de su ‘independencia’ respecto a la villa, a la que estuvo ‘unida’ durante siglos por un enclenque puente de madera. Símbolo de la desunión social entre ambos.

Sabugo fue trazado con tiralíneas: la calle de Alante, hoy de La Estación; la de Atrás, ahora de Bances Candamo; la de Enmedio, actualmente de Carreño Miranda y su recoleta plaza (con su extraordinaria iglesia) que, en tiempos, lució un arrogante carbayo, donde antes hubo un fresno, una fuente pública y un cementerio adosado al templo.

Sabugo fue ‘descaradamente’ rico (en la Edad Media) y luego descarnadamente pobre y sufridor, en mayor número que otras zonas de la población , de calamidades sanitarias.

Y luego ocurrió que en el siglo XIX Avilés rescató terreno al mar y ensanchó su zona urbana construyendo el parque del muelle y la actual plaza del mercado. Una vez creados estos espacios llanos y habitados, Avilés engulló definitivamente a Sabugo, al que integró como barrio.

La ‘invasión’ quedó completada al inaugurarse (1890) la nueva estación de ferrocarril de Avilés en terrenos ocupados antaño por sus carpinteros de ribera (astilleros de épocas pasadas).

Todavía quedan rescoldos de ‘su suspirada independencia’, en alguna de las coplas bailadas al sosegado ritmo de danza prima: ‘Mal haya quien puso el puente para pasar a la Villa, sabiendo que hay en Sabugo la flor de la maravilla’.

Hoy, aquel pueblo marinero es una de las zonas mas nobles de ese Avilés de por los siglos de los siglos amén.

Su historia es tan variada en acontecimientos que exige episodios aparte. Y si alguna conclusión hubiese que sacar ahora, es que Sabugo no es mejor ni peor, que éste, aquel o el de más allá.

Sabugo, es distinto. Punto"


Mismamente las casas, como ya hemos dicho, ya no son las de los pescadores, sino producto de las amplias reformas urbanísticas llevadas a cabo en Sabugo a caballo entre los siglos XIX y XX. Es más, hoy en día desde Sabugo ni siquiera podemos ver La Ría (en Avilés, con mayúscula, como dice Legazpi) pese a su proximidad, dado los terrenos ganados al estuario y su edificación


El haber sido calle de comunicación directa entre el centro de Avilés y la estación propició especialmente esta intensa urbanización de la calle y también de sus aledañas al integrarse en un único entramado urbano, pero hay algún elemento que delata ese pasado marinero, como la iglesia de Santo Tomás de Canterbury (Iglesia Vieja de Sabugo), cuyo ábside románico abulta ya a escasos metros a la izquierda de la calle, y cuya advocación de un santo inglés delata aquellas ancestrales relaciones marítimas con el orbe atlántico... 
"Y también llama la atención la cuestión de su iglesia de Santo Tomás de Canterbury (siglo XIII), que dependía de la jurisdicción eclesiástica de Pravia y no de la de su vecina y tan próxima: la avilesina de San Nicolás de Bari (siglo XII).

Ambos templos construidos con poca diferencia en el tiempo, lo que dice mucho sobre la importancia de Sabugo edificado sobre suave colina resbalando hacia la mar, en un lugar próspero en flores de saúco, planta que siempre sirvió como infusión (‘fervidiello’) para sus habitantes mayoritariamente marineros, pescadores y artesanos de útiles marinos. Todos vivían del mar y muchos morían en él"

Desde aquí empezamos a ver bastante bien al fondo los edificios de La Estación, que cambió el nombre de esta calle, pero nosotros no nos dirigiremos a ella, sino que iremos a la izquierda, hacia la iglesia, pasando a la Plaza del Carbayo


Antes del cruce de la iglesia vemos un escudo en este edificio de la derecha, pues perteneció al linaje de los Llano-Ponte, quienes la permutaron a los hermanos García Pumarino por su palacio al comienzo de la calle Rivero, en El Parche, asunto del que hablamos al pasar por allí, pues el Camino discurre frente a ambas casonas. El Cronista Oficial de Avilés, Justo Ureña y Hevia, explica en sus Crónicas Avilesinas de El Comercio-La Voz de Avilés cómo fue todo aquel proceso:
"A principios del año 1770, don Manuel Francisco de Llano-Ponte, mostró su interés por adquirir la propiedad de los García-Pumarino, mediante permuta con una casa que había construido en el barrio de Sabugo, extramuros de la Villa, y sus huertas y propiedades anexas. Dicha casa subsiste en la actualidad reformada, conservando en su fachada el escudo de los Llano-Ponte entre balcones, con espantosos reclamos publicitarios que proclaman la desidia de la actuación pública en la conservación de nuestro patrimonio histórico monumental. Más como la Casa-Palacio estaba vinculada a la Capellanía, fue preciso contar con la oportuna licencia del señor provisor de la Diócesis, para que el negocio jurídico pudiera formalizarse, en aseveración de todo ello transcribimos el documento siguiente: "En la ciudad de Oviedo a 22 de junio de 1774, ante mi el escribano y testigos presente, personalmente el señor don Manuel Francisco de Llano-Ponte, dueño, señor y mayorazgo de la Casa de Ponte, sita en la parroquia de San Pedro de La Corrada, concejo de Pravia y vecino, dueño y poseedor de las de la parroquia de Soto del Barco, en el propio concejo: dijo que bajo el permiso, beneplácito y aprobación del señor provisor y vicario general de este Obispado, tiene tratado con don Fernando García-Pumarino, presbítero de esta Villa de Avilés, capellán de la Capellanía titulada de Santo Toribio de Mogrovejo, Nuestra Señora del Pilar y San Rodrigo, fundada en su ermita particular de esta Villa de Avilés y don Joaquín García-Pumarino hermano de dicho capellán, patrono insolidum de la referida Capellanía por una casa propia incorporada a dicha Capellanía que corresponde a la calle de Rivero y plaza pública de esta Villa, con una huerta y heredad a la parte de abajo o posterior de la misma casa, cede en permuta y cambia la casa que el señor otorgante acaba de fabricar a su misma cosa y expensas en el lugar de Sabugo, extramuros de la misma Villa, con su huerta en la parte de atrás de ella y 36 fanegas de pan de renta anuales en bienes raíces, como son casas, heredades y prados, cuyos límites y demarcaciones, los interesados y foristas especificarán en la escritura que se efectúe de otra permuta ". 
La casa permutada por la de los García-Pumarino, es la existente en la calle de La Estación, en Sabugo, al lado de la única casa con soportales existente frente al ábside de la iglesia vieja, en cuya fachada, como ya se dijo, figura el escudo de los Llano-Ponte. Esta familia tiene su antecedente en el matrimonio de don Victoriano de Llano, procedente de una antigua familia que remonta sus orígenes a la descendencia del conde don Piñolo, siglo XI, con solares en distintos concejos de Asturias, con doña Inés de Ponte y Busto, procedente de la antigua casa llamada de doña Palla, que se esconde entre las brumas de la leyenda, con posterior asentamiento en La Corrada, lugar del Concejo de Soto del Barco; el blasón de los Ponte consta de una espada de plata, guarnecida de oro sobre azul, apuntando hacia arriba, pasando por cuatro medias lunas en rojo y cinco flores de lis de oro, una sobre la punta de la espada y dos a cada lado, todo ello enmarcado en una bordura verde, con ocho espadas de oro con la siguiente leyenda: "Estas armas y blasón / de Ponte y de Doña Palla / preciados y antiguos son / y ganadas en batalla / cuando la restauración"

El escudo se conserva, muestra las armas de los Llano, los Ponte y los Cuervo de Pravia. Sigue diciendo Ureña:
"El escudo que figura en la casa, hoy número 20 de la calle de La Estación, que fue objeto de la permuta con la de los García-Pumarino está dividido en cinco cuarteles, los dos superiores corresponden a Valdés y Álvarez y los tres inferiores son, Arango, Ponte y Alonso. No es preciso esforzarse mucho para apreciar la diferencia existente entre los bienes permutados, no solo por su emplazamiento, sino también por su cabida y la extensión de los terrenos anexos, varios factores pudieron influir en el trueque; el mismo año de 1774 en el que se firma la escritura de permuta era Alcalde de Avilés, don Rodrigo de Llano-Ponte, que había sucedido a su pariente don Antonio Jacinto de Llano-Queipo y a quien a su vez sucedió don Álvaro Ramón Valdés-Ponte, también de la familia. Por otra parte don Juan de Llano-Ponte y Sierra, Deán de la catedral de Oviedo había pasado a ser Obispo auxiliar de la Diócesis en 1770, pues el titular de la misma Monseñor Pisador (1760-1791) muy quebrantado de salud residía permanentemente en Benavente, a su muerte fue don Juan obispo titular, de 1791 a 1805, no podemos olvidar que uno de los herederos, don Fernando García-Pumarino era sacerdote y capellán de la casa adjunta a la Capellanía, todo lo cual sin mayores conjeturas hace suponer con fundamento que influyó para que la permuta se formalizase"

Y a continuación el otro de los edificios porticados que quedan en esta calle. Antes de dejarla, hablaremos un poco de  la Estación de Avilés, que se inauguró por todo lo alto el 26 de julio año 1890, 20 días después de acabadas las obras del primer ferrocarril gracias a la intervención de García San Miguel, marqués de Teverga. Se trataba de la línea Villabona-San Xuan de Nieva, ambas poblaciones entonces con importante actividad industrial y minera que embarcaban sus productos por el ya trasladado y creciente puerto avilesino (Dársena de San Xuan) para darles salida comercial a sus producciones


La estación,  se construyó en los terrenos del Campo la Bogaz, que eran puerto pesquero y astilleros de carpinteros de ribera, tras no poca polémica, con peleas incluidas, entre los partidarios de hacerla aquí o en La Industria, al otro extremo de Avilés, otro asunto del que habíamos hablado tras dejar el Paseo de la Ría en el Puente Azud. La zona era parte de Cantos, pero empezó a conocerse como Los Telares, nombre de la actual avenida que pasa frente a ella, antes Carretera de Pravia, al instalarse en la antigua explanada empresas textiles. En 1996 se hizo una estación más para el ferrocarril y otra de autobuses. Extraemos de uno de los Episodios Avilesinos de Legazpi este resumen de la historia:
"La estación del ferrocarril nació entre palos (porque llegaron a las manos), y encendidas polémicas, entre los partidarios de construirla en la zona conocida como La Industria (donde hoy confluyen Llano Ponte y Avda. de Cervantes) o en la actual, que llamaban también Cantos. Detrás de ambas ubicaciones estaban los consabidos intereses y, por supuesto, los interesados: el marqués de Ferrera liderando a los ‘industriales’ y el de Teverga a los ‘cantistas’, opción triunfadora. 
Puestos los marqueses, con perdón, en una balanza, pesa más el de Teverga que se curró lo del ferrocarril e importantes obras de la Ría, que el rancio de Ferrera viviendo de las rentas de sus múltiples propiedades inmobiliarias en Avilés. Y si al primero, por ser naviero, la estación le venía mejor a orillas de la Ría, el segundo no dio ni un palo al agua, en ningún sentido"

Reiteramos: nosotros aquí dejamos la calle La Estación para ir, siguiendo las señales del Camino Norte, a la izquierda a la Plaza del Carbayo, donde está una de las grandes joyas del patrimonio avilesino, la iglesia vieja de SabugoSanto Tomás de Canterbury, advocación de un santo inglés, adaptada popularmente como Cantorbery, que demuestra la intensa relación marítima de Avilés con los puertos atlánticos y con todos los mares conocidos desde tiempos remotos


En la esquina, con buen tiempo, se disfruta de las terrazas de otro establecimiento emblemático, El Pañol, cuya entrada, mirando a la iglesia, hace el número 1 de la Plaza del Carbayo, del que leemos esta glosa en Les Fartures de David Castañón, del que extraemos esta parte del artículo:
"No os exagero si llamé unas 6 durante estos años para intentar encontrar mesa en El Pañol, y ... a la séptima fue la vencida. Es un local pequeño y que siempre suele estar lleno. Así que reservad con tiempo y no os arrepentiréis.
Está situado en plena Plaza del Carbayu, en frente de la Iglesia de Santo Tomás de Canterbury (Iglesia Vieja de Sabugo). Sus ventanas y su terraza tienen vistas a la Iglesia; es un auténtico lujazo mirar por la ventana y encontrarse un monumento del S.XIII en frente. Una maravilla de la que pocos sitios pueden presumir. Y uno de los encantos del local. 
Es un local pequeño, coqueto, hecho para disfrutar de su terraza en la calle peatonal (tranquilos, en invierno está resguardada). Dentro, se divide en dos pisos; abajo zona cuadrada de barra con mini-mesas altas para tomar vino y/o picar algo. En el piso de arriba, una galería preciosa con 4 mesas. Estrecha. 
Tienen una filosofía muy clara (y muy guapa) de cocina de producto. El local lo regentan Gerardo y Paloma. Paloma es navarra, y tiene acceso a productos de primera de su huerta. Así que, según van necesitando, les envían los productos frescos que necesiten en el transporte de primera hora de la mañana, para que siempre estén listos para la hora de comer. 
Su complemento es Gerardo, un apasionado del vino al que le encanta enseñar y probar. De hecho, lo mejor que puedes hacer es ponerte en sus manos a la hora de elegir un vino. Nosotros así lo hicimos, preguntamos por un vino blanco asturiano y nos indicó que el más "hecho" en ese momento era La Descarga, Vino blanco de Bodegas Obanca fuera de la DO Cangas 
(...) El plato más conocido del local son las Alcachofas Rellenas de Jamón y Foie. Las alcachofas son de las pocas hortalizas que se me suelen resistir, pero éstas estaban buenísimas. Buen relleno de jamón, aunque el toque de foie no lo notamos apenas. Y es que vienen con una capa por encima de compota de manzana. Así que un plato lleno de contrastes, amargos y dulces con el toque de jamón"

La iglesia, transición entre el románico y el gótico, fue consagrada en el siglo XIII por tres obispos. Se trata de un templo de nave única y planta basilical, con grandioso ábside semicircular que arranca en tramos rectos. Sobre él y también en el saliente del tejado, numerosos canecillos sustentan ese alerón y los varios contrafuertes de esta fachada sur revelan las soluciones arquitectónicas góticas hechas


En este muro sur se conserva además el banco de piedra en el que se sentaban los miembros del Gremio de Mareantes en sus reuniones. Las reformas, sobre todo entre los siglos XV-XVI y XVIII, supusieron la elevación del alzado y cubierta del edificio, entre otras intervenciones, como el cegado de los huecos originales románicos o saeteras en época barroca para hacer otras nuevas ventanas, más grandes


En 1819 se cubrió el exterior con un gran pórtico cerrado de mampostería con armadura de madera, pagado por los hermanos José  y Fernando Arias Carvajal, retirado en 1929, aunque aún se ven los soportes de piedra que sostenían su estructura



Si tenemos en cuenta que una iglesia representa mucho más que un centro religioso, la existencia de una, antigua y monumental en Sabugo, afianza la independencia de la población respecto a Avilés. La iglesia es también un centro social comunitario en el que se hacen patentes todas las facetas vitales del individuo y su comunidad, desde el nacimiento con el bautismo, la comunión con la misa dominical en la que coinciden los miembros de la parroquia y todos sus diferentes lugares. Las reuniones para asuntos del común que tienen lugar en su campo y cabildo, las fiestas y romerías donde se conocen mozos y mozas, la boda, el bautismo de los hijos, el entierro, el cementerio para recordar a los antepasados... todo lo trascendente tiene aquí lugar, de ahí su máxima importancia
.

En cuanto al santo patrón, su trascendencia aparece así de bien resumida y plasmada por del Río Legazpi en otro de sus Episodios Avilesinos:
"Santo Tomás de Canterbury fue en vida el arzobispo Thomas Becket, amigo personal del rey Enrique II de Inglaterra que terminó cargándoselo por no doblegarse al poder real, lo que elevó a los altares al prelado.

La rebeldía de Becket se convirtió en santo y seña que recorrió Europa. Una marea religiosa que llegó a Avilés, como gran puerto de mar que era, abierto a mercaderías pero con rendijas para filosofías. Y en el vecino pueblo (otros le decían arrabal) de Sabugo se le consagró -en el siglo XIII- una iglesia, que es hoy el monumento medieval mejor conservado de la ciudad"

El ábside del altar, que como es usual en tantos templos románicos, arranca en recto para hacerse semicircular, presenta multitud de canecillos en el saliente del tejado. Como toda la iglesia, ha tenido grandes reformas a lo largo del tiempo, por ejemplo, sus ventanas originales fueron cegadas al hacerse una bóveda de nervios en el siglo XVI



Especialmente interesantes son los citados canecillos que recorren toda la cornisa del ábside, si nos fijamos veremos diferentes formas y figuras en ellos

Los canecillos son en buena parte lisos o aquillados, lo que hace patente su románico tardío, que no daba demasiadas concesiones a las filigranas decorativas para que nada desviase la atención de la oración y la meditación


Las composiciones geométricas más abundantes son las de rollos, muy usuales en el románico


Estos canecillos de rollos alternan entre los de las citadas formas aquilladas


Tiene además este ábside dos columnas que apoyan toda su estructura de mampostería


Fijémonos arriba en el capitel de esta primera...


Presenta temática de inspiración geométrica-vegetal, con formas onduladas y bolas


Seguidamente continúa la línea de canecillos recorriendo el alerón del ábside



Un estrecho ventanuco cegado sustituye a lo que debió ser una antigua ventana románica con arcos y columnas. Observemos los soportes añadidos cuando se construyó el pórtico, que fue retirado


A la derecha estaba antiguamente el camposanto, Ahora vemos ya la segunda columna del ábside...


A la derecha los canecillos continúan hacia el muro norte...


Y este es el capitel de la segunda columna


Aquí, entre lo que revelan ser elementos vegetales aparece labrada lo que parece una concha, pero también podría ser una especie de hoja...


Volvemos pues hacia la plaza para seguir viendo la iglesia mientras continuamos camino por la Plaza del Carbayo pasando la entrada de El Pañol, otro de los locales hosteleros recogidos por las crónicas de Luis Antonio Alías para Yantar de El Comercio-La Voz de Avilés...


Esta fila de casas que mira a la iglesia es prácticamente toda de negocios de hostelería en sus bajos, como toda la plaza y parte de sus calles adyacentes. En El Carbayo se celebran fiestas y conciertos, de ella leemos en el blog de Arturo Suárez:
"...la recoleta plaza del Carbayo, centro del medieval barrio marinero de Sabugo, y llamada así porque tenía plantado un carbayo frente a su iglesia del siglo XIII. Era un homenaje a la madera carbayona, materia prima en la construcción de barcos en las ‘carpinterías de ribera’ –que así se llamaban, entonces, los astilleros– del Campo de Bogaz, situado donde ahora está la estación central de Avilés, y donde se fabricaron multitud de embarcaciones de madera, desde simples barcas hasta galeones durante los siglos XVI al XVIII"

Según avanzamos hacia el corazón de la plaza, seguimos admirando la vieja parroquial sabuguera. María Soledad Álvarez Martínez, en su libro El románico en Asturias, vincula la construcción de esta iglesia al aumento de población acontecido en la baja Edad Media con la prosperidad portuaria avilesina:

"Las mejores muestras protogóticas se ubicaron en las dos ciudades existentes en la región en el siglo XIII, Oviedo y Avilés, y en algunas villas privilegiadas por los monarcas: Tineo, Llanes y Maliayo (Villaviciosa). Las circunstancias que favorecen la actividad constructiva varían según los casos, pero, en general, se relacionan con las necesidades generadas por el aumento demográfico que experimentan los núcleos urbanos, en los que se asiste a la formación de nuevos barrios mercantiles y artesanales.

El despegue de la villa de Avilés es el más directamente relacionado con la actividad mercantil. En la segunda mitad del XIII, con la intensificación del comercio atlántico, se asiste a una dinamización económica que está en la base del crecimiento urbano. Este es notorio en el arrabal de Sabugo, comunicado por un puente con la villa y emplazado en las proximidades de la rías, en el que se construye un templo parroquial pasada la mitad de la centuria"

Prosigue la especialista explicando que es en este contexto cuando se construye esta iglesia, dedicada al mártir inglés, canonizado en 1173:
"... se relaciona, sin duda, con los intercambios establecidos entre esta villa asturiana  y otras del ámbito atlántico. En 1254 la iglesia está documentada, por lo que su construcción es anterior, posiblemente del segundo cuarto de la centuria, ya que las avanzadas trazas de la portada no pueden ser anteriores.

El templo se configura conforme a las soluciones planimétricas y estructurales del románico pleno, nave única y ábside semicircular precedido de tramo recto, cuyas cubiertas originales desaparecieron en el curso de las intervenciones realizadas en los siglos XV y XVIII"

Avanzando el siglo XIX la iglesia se fue quedando pequeña. Avilés y Sabugo se unían física y eclesiásticamente, por lo que se decidió hacer la Iglesia Nueva, constatando el aumento poblacional a lo largo de aquel ensanche urbano, consagrada en 1903, pasando allí la sede parroquial


Y entonces, en esta, que pasó a ser la Iglesia Vieja, aunque siguió habiendo liturgia, a partir de los años 80 del siglo XX se realizan en esta iglesia vieja actos sociales y culturales, entre los que podríamos mencionar la entrega de las Sardinas de Oro, premios de la Fundación Sabugo Tente Firme, visitas de personalidades y exposiciones, como la celebrada en 1985 con cuadros de Juan Carreño Miranda traídos del Museo del Prado en Madrid


Atención al texto explicativo y a la concha que nos señala dejar la calle de La Estación para ir a La Plaza del Carbayo


En unas pocas frases se resumen sus características principales


Aquí vemos una foto de la bóveda nervada del ábside que sustituye a una anterior románica. Esta intervención se asemeja en gusto y tiempo a la efectuado en la que fue la parroquial de Avilés, actualmente de San Antonio de Padua y antes de San Nicolás de Bari o de La Villa 


Pasamos ahora a la fachada sur del templo y sus muros de mampostería, así como sus tres contrafuertes, añadidos para soportar la estructura de la cubierta tras las dichas reformas, que sustituyeron el tejado de madera original de la nave por bóveda de lunetos, además como hemos dicho de subir los muros y abrir grandes ventanales, a partir del siglo XVI


Aquí está la portada sur, típicamente románica con sus arcos de medio punto


Arcos que se sostienen sobre columnas con sus capiteles, fustes y bases. Arriba una cornisa presenta canecillos labrados


Una cenefa ajedrezada recorre el arco exterior y otros presentan decoración apomada y otros detalles


Las columnas y basas carecen de decoración. Vamos a ver los capiteles de la derecha


En el capitel interior se ve, entre unas palmas, una figura humana con hábito y capucha puesta. La tradición asegura que es un monje. Encima hay otra cabeza asomando entre puntas de diamante, elemento decorativo de estructura piramidal y repetición lineal también llamado punta de clavo. Es una forma decorativa usual que asemeja también una planta tetrapétala


En el exterior se ven dos cuadrúpedos con sus cabezas enfrentadas. Arriba otra cabeza más entre las puntas de diamante, esta con cara de grandes ojos


En la pared, al lado de las columnas una especie de Cruz de Malta o de San Juan, muy empleada en el siglo XII como emblema de la orden de este nombre, también llamada de los Caballeros Hospitalarios y especialmente vinculada a los caminos de Santiago


Como datos curioso podemos decir que esta orden religiosa se funda en 1084, un año antes de la concesión a Avilés del fuero que amparaba sus derechos poblacionales por parte de Alfonso VI. Aunque la iglesia, construida un siglo y medio después, tal vez no tenga relación con ello. Solo decir que esta Orden de San Juan tuvo dos señoríos en Asturias: Villapañada (Camino Primitivo) y Areñes (Siero). Independientemente de su vinculación o no con la orden es un tipo de cruz bastante representada en muchas iglesias asturianas


Vamos ahora a ver los capiteles de la izquierda


Predomina el elemento vegetal, estilo palmas. También se ven bolas


Pero entre las palmas se ve, en medio, una cabeza más, también asomando en una especie de capucha. Existe la creencia que podrían tratarse de imágenes de los monjes, de vecinos del lugar, o de gentes que participaron en la construcción


Vamos a alzar la vista ahora para ver los canecillos de la cornisa o tejaroz


Son seis y, sobre ellos, una banda con filigrana estilo espiral a la larga. Además de recursos decorativos estos motivos repetitivos buscaban sensaciones de movimiento continuo y por lo tanto de infinito o eternidad


A la izquierda un canecillo representa una figura humana con los brazos levantados sosteniendo un fardo, y una gran cabeza que parece presentar tonsura. Es bastante empleado este motivo y se interpreta como la pesada carga que soportan los frailes en su misión espiritual


El siguiente a su derecha presenta su figura lisa. Fijémonos encima en la línea de representación espiral


Cabeza sonriente, ojos bien abiertos mirando hacia abajo. Se aprecian detalles de rayas hacia atrás en el peinado


María Soledad Álvarez Martínez interpreta las rayas bajo la cabeza, que parecen una barba, realmente como una imagen del hombre ascensional, dando la sensación de movimiento de subida de la persona


Animal de orejas puntiagudas, parece un felino pero también podría ser un zorro o un lobo. El lobo tiene consideraciones tanto positivas como negativas en el románico, representa a los gremios de constructores, pero también la voracidad, la promiscuidad, la crueldad, algo parecido al zorro, si bien ambos son también animales heráldicos


El gato, que también podría ser un lince o, esquemáticamente un león, tiene también una simbología dual, como lo es buena parte de toda la románica: el gato tiene connotaciones brujeriles o de maldad pero también simboliza el poder ver en la oscuridad. Estas son solo algunas de las posibilidades


Rollos en forma de fardos, bien detallados


Y otra figura humana "manos arriba" con los brazos extendidos, y un hábito bajo el que asoman las piernas, como si se apoyase en los pies para sostener un rollo o fardo. Existen otras bastante similares en el antiguo convento avilesino de San Francisco. Podrían ser un símbolo de la "pesada carga" de las gentes de fe


Vamos a ver ahora la portada principal de la iglesia, para ello hemos de continuar  hacia dicho centro de la Plaza del Carbayo, pasando frente a La Calenda, otro establecimiento notable, del que escribe David Castañón en Les Fartures:
"Precioso sitio situado en la zona de Sabugo de Avilés. Destaca su decoración de "chigre antiguo" con dos pisos: la parte de abajo se centra en una vinotería "a la vieja usanza" y arriba se sitúa la zona para comer. Es un sitio bastante pequeño, por lo que es muy común encontrarse sin mesa los fines de semana por la noche y, hasta donde yo sé, no reservan por teléfono, así que, o se va pronto, o se espera a cenar tomando algo. 
Su cocina destaca por ser bastante familiar, con una carta que se centra en el tapeo pero que no desmerece las carnes (de hecho, es bastante famoso por su cachopo) y sus pescaos. Tiene unas tablas "Calendas" muy abundantes y que están realmente buenas. Buena proporción también de ensaladas y digna de mención su Tabla de Carnes (un poco más cara que la Calenda de Carnes). 
Los postres son caseros siendo indispensable tomar su Tarta de Chocolate. 
Un sitio con unas vistas preciosas (sobre la antigua Iglesia de Santo Tomás en la Plaza del Carbayu) para cenar barato"

Y seguidamente a La Calenda también buenas opiniones las de David sobre El Tostón de Jon:

"El Barrio de Sabugo de Avilés está en pleno proceso de recuperación, y ahora es una de las zonas que más está pegando gastronómicamente en la ciudad. El PañolYumeLa CalendaBrujeríaEl Poeta, un nuevo sitio de postres, El Cabanón para tomar las mejores cervezas del mundo y ahora una nueva vinatería para tomar con tostas.

Fui compañero de Jon Ander en el colegio, gran tipo y muy querido; pero con los años le perdí la pista. Según me contó, tras unos años regentando un negocio de hostelería en Madrid, decidió volver con su mujer Gema a Asturies. Y abrió en plena Plaza del Carbayu, El Tostón de Jon, hace menos de 1 año.

Ya os hablé varias veces de la Plaza del Carbayu, pero es uno de los sitios más guapos de Avilés. Con la Iglesia Vieja de Sabugo, del SXVIII presidiendo la plaza, es una gozada disfrutar de su magia mientras cenas o tomando algo en una terraza. El local es cuadrado y tiene amplias cristaleras para que disfrutes de la vista, o de la iluminación nocturna mientras estás resguardado dentro. La terraza con el buen tiempo, también ayuda.

La propuesta del local es sencilla. Vinos de calidad, distintos, con ofertas a todos los precios; y tostas de buen tamaño, calidad y baratas. Y lo cumplen con creces"

 

La Plaza del Carbayo forma ante la iglesia una explanada cuadrada y en torno a ella se conservan algunos edificios tradicionales restaurados, incluyendo casas de galería y corredor, en cuyos bajos hay también buena y concurrida hostelería. En medio de la plaza suelen instalarse más terrazas, sobre todo en verano. Fijémonos ahora en la esquina de la iglesia arriba


Fijémonos arriba en estos dos canecillos románicos sosteniendo una pequeña cornisa en la misma esquina del templo


La Plaza del Carbayo,  debe su nombre a un gran roble que tuvo plantado en medio mucho tiempo, el cual cayó en el siglo XIX y fue sustituido por otro que vino de la llamada Plazuela del Fresno, este también desaparecido. Alrededor de las casas de la plaza, los edificios adyacentes, son más modernos. Al otro lado de la iglesia estaba el camposanto


El Camino pasa por esta pequeña gran plaza y es muy difícil resistirse a la tentación de detenerse unos instantes, o también sentarse tomar algo...


Una muy buena oportunidad para acercarnos de paso a admirar la magnífica portada oeste de esta iglesia que preside tan emblemática plaza. Sobre ella también se extendía el cabildo o pórtico donde llamaba a conceyu, reunión a campana tañida, el mencionado Gremio de Mareantes, grandes pescadores de ballenas, gremio marinero del que no se sabe su origen, solo que el libro de actas más antiguo que se conserva es de 1678, aunque la institución seguro era muy anterior, tal vez del siglo XIII al menos. El investigador Román Antonio Álvarez lo plasma así en El Gremio de Mareantes de Sabugo, publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 6-8-2007:
"En el primer libro de actas que se conserva, del año 1678, se mencionan como socios del Gremio, entre otros muchos, a los siguientes apellidos conocidísimos de Avilés: Bernardo de Carreño, Antonio de Obaño, Pedro Galán, Luis de los Alas, Juan de Alvaré, Rodrigo del Busto, Melchor de la Vega Cuervo, Domingo Morán de la Riba etc. El pórtico de la Iglesia parroquial de Sabugo, extramuros de Avilés, era el lugar en donde se celebraban las Juntas, convocando a los marineros al son de campana tañida"

El 24 de febrero de 1699 se aprobaron las constituciones del gremio, organizando su funcionamiento, y de ello continúa escribiendo Román Antonio Álvarez en su artículo:
"En el primer libro de actas1 que se conserva, del año 1678, se mencionan como socios del Gremio, entre otros muchos, a los siguientes apellidos conocidísimos de Avilés: Bernardo de Carreño, Antonio de Obaño, Pedro Galán, Luis de los Alas, Juan de Alvaré, Rodrigo del Busto, Melchor de la Vega Cuervo, Domingo Morán de la Riba etc. El pórtico de la Iglesia parroquial de Sabugo, extramuros de Avilés, era el lugar en donde se celebraban las Juntas, convocando a los marineros al son de campana tañida.

En Junta General del 24 de Febrero de 1699 se aprobaron por mayoría unas constituciones del Gremio, en las que se determinan y concretan las condiciones y bases del mismo, sometidas después a la aprobación de Fernando León Falcón, Juez Ordinario de su Majestad en Avilés. Con esta aprobación las constituciones adquieren fuerza de ley, pudiendo interponer para su observancia y cumplimiento la autoridad judicial.

Entre otras capitulaciones se dispone:

1º) Que todo marinero habría de dejar, para fondo común del Gremio, un cuarto de quiñón de sus pesquerías o de sus navegaciones.

2º) Que lo recaudado por este concepto se destine: A que los vecinos pobres gocen de todo alivio que en tal caso se pudiese, mediante a que estos efectos son precedidos de su mismo sudor y trabajo. A costear la leva o levas de marineros para las Reales Armadas. Para defenderse de cualquier pleito con personas o comunidad, o promoverlo en defensa de sus intereses. Para cupos de rentas reales. Para ornamentos y decencia del templo y culto divino de la parroquia, sufragando, con fondos del Gremio, la parte de contribuciones correspondiente a los vecinos, socios del Gremio, que fueran pobres, entre los cuales no pudiera hacerse repartimiento para levantar la carga de la parroquia. Posteriormente fueron detallándose algunos otros extremos como contratos con médicos de la villa para que asistiesen en sus enfermedades a los individuos del Gremio, incluso al párroco y sus familiares.

El Ayuntamiento nombraba todos los años, cuando lo hacía con todos los demás cargos, el Alcalde de la Mar2 que siempre era un miembro del Gremio de Mareantes de Sabugo. Desempeñaba las mismas funciones que los capitanes de puerto actuales"

Se deduce que en origen el Gremio de Mareantes debía de estar bajo el patronazgo de San Telmo, pues fue quien bendijo las naves que forzarían las defensas fluviales de Sevilla cuando se tomó la ciudad en 1248, reinando Fernando III El Santo, participando embarcaciones avilesinas capitaneadas por Rui Pérez. Ello propició que el culto al santo, que se fue de la corte tras la guerra para predicar en Asturias y Galicia, se extendiese por todos los puertos del Cantábrico y el Atlántico. De todas maneras la gran fiesta del Gremio de Mareantes era el 2 de febrero, La Purificación


En 1741 se señala la obligación de celebrar el Corpus, sabiéndose que había enfrentamientos con otras cofradías avilesinas por la posición en el desfile, lo que revela el secular enfrentamiento con La Villa. El Gremio de Mareantes decayó en el siglo XIX hasta desaparecer, su última junta se celebró el 23 de febrero de 1868. Fue sustituida por el Pósito de Pescadores, de carácter laico y social, el cual existió hasta pasada la Guerra Civil, ocupando luego su lugar la Cofradía de Pescadores Virgen de las Mareas:
"De los primeros datos históricos se deduce que el Gremio de Mareantes nació, como todos los demás de esta Edad Media, bajo la protección, dirección e impulso de la Iglesia, teniendo desde un principio como Patrón a San Telmo y con posterioridad se introduce también como Patrona a Nuestra Señora de las Mareas. Posiblemente el origen del Gremio sea incluso anterior a la vida de este Santo del siglo XIII, patrono de Tuy, y cuya santa dedicación a los pescadores y los milagros que se le atribuyen en relación con los mismos, hizo que su patronazgo se extendiera rápidamente por los Gremios de Mareantes de todo el Cantábrico y el Atlántico. La relación de San Telmo con Avilés se remonta a la toma de Sevilla por Alfonso III el Santo, ya que bendijo la flota de naves que remontando el Guadalquivir rompió el puente que unía Sevilla con Triana logrando la rendición de la ciudad. Entre los marinos autores de la gesta estaba Rui Pérez de Avilés. Posteriormente, el que luego sería elevado a los altares como San Telmo, abandonó su cargo de Capellán de los Ejércitos Reales y se marchó a Galicia desde donde ejerció su dedicación a los más humildes entre los que se encontraban preferentemente los pescadores. Murió en Tuy que le hizo su patrono y desde allí su patronazgo se extendió como ya se dijo anteriormente. Avilés, que conserva un precioso crucero, ahora en restauración, dedicado a San Telmo y que tiene una gran antigüedad, posiblemente fuese de las primeras villas del norte cuyo Gremio de Mareantes adoptase a San Telmo como su patrón. En los Acuerdos de Febrero de 1741 se recoge la obligación para el Gremio de Mareantes de celebrar de forma especial el día del Corpus. Se establece que todos los Cofrades debían de asistir con hachas encendidas a la procesión, bajo pena de multa y el Mayordomo tenía la obligación de enviarlas la víspera, al domicilio de cada uno de los socios. Fueron famosos los enfrentamientos que se suscitaban por parte de los marineros de Sabugo con los miembros del resto de las Cofradías, en razón del lugar asignado en el desfile procesional3, y que de alguna manera reflejaba la rivalidad del barrio marinero con el resto de los barrios de Avilés y especialmente la rivalidad entre la parroquia de Sabugo y la de la Villa. 
La fiesta principal del Gremio fue siempre el día de la Purificación, día dos de febrero. La celebraban con vísperas solemnes en la parroquia, misa el día de fiesta y procesión. En 1781 se adopta un acuerdo por el que ordena que en lo sucesivo, el Mayordomo ha de tener expuesto el día de la Purificación a "Nuestro Amo", con 60 "luces", que se han de pesar, antes y después de "encerado" pagándole la Cofradía el gasto de la cera. 
Ya bien entrado el siglo XIX el Gremio decae hasta perder totalmente su funcionamiento, siendo sustituido por el Pósito de Pescadores, con un carácter laico y social. La última Junta del Gremio de Mareantes, cuya acta figura en los libros, se celebró el 23 de Febrero de 1868, nombrándose mayordomo a D. Manuel Prendes y aparece firmada por D. Juan Ovies, D. Pedro Muñiz, D. José María Sierra, D. Manuel Ovies, D. Manuel Cuervo y D. Miguel Barbón. 
El Pósito de Pescadores pervivió hasta terminada la Guerra Civil. Posteriormente, la dictadura franquista sustituyó al Pósito por la Cofradía de Pescadores Virgen de las Mareas, cuya existencia llega a nuestros días"

En 1943 un nuevo barrio de pescadores, llamado popularmente El Nodo, pues salió en el noticiero del cine o No-Do, fue inaugurado un poco más al norte, marchando a residir allí los pescadores sabugueros, poniendo fin a siglos de historia marinera en este histórico barrio 


Y ya pasamos a ver la magnífica portada oeste, la gran portada principal del templo sabuguero, donde más se revela esa transición del románico al gótico


Aquí tenemos esta gran portada de arcos ojivales que también muestran la inspiración más netamente gótica. Arcos, fustes y capiteles bien labrados; y también sobre el conjunto una cornisa o tejaroz con canecillos esculpidos. En El Románico en Asturias, María Soledad Álvarez Martínez la expone como una novedosa solución arquitectónica que fue en su momento:
"La formulación innovadora de la portada occidental  reside tanto en la estructura como en la ornamentación. Por una parte, el acusado abocinamiento, aumenta el número de arquivoltas"

El mal llamado arte gótico habría se ser llamado arte ojival. Gótico fue una denominación despectiva que le dieron los artistas renacentistas posteriores, al considerar, dentro de los cambios estéticos de una corriente artístico-cultural frente a la anterior, un arte bárbaro que atribuyeron falsamente. De a la influencia goda. De las características de esta fórmula dice la Wikipedia:
"El arco apuntado, también llamado arco ojival, es una tipología extensa de arcos que están compuestos por dos segmentos de arco formando un ángulo central en la clave.​ Se suele emplear en contraposición geométrica al arco rebajado. El arco apuntado transmite mejor el empuje lateral que uno de medio punto, esto hace que se puedan construir vanos más abiertos, muros más altos y se obtenga mayor sensación de verticalidad.
Empleado anteriormente por los abasíes en el siglo IX. En la arquitectura islámica, el arco de herradura apuntado o arco túmido aparece desde el siglo X. Tiene precedentes en el arte románico (siglo XII). Se utilizó en el románico borgoñón. Es típico de la arquitectura gótica (siglo XIII-XV). 
Durante el siglo XV se generaliza el uso del arco apuntado conopial, o cóncavo-convexo, de cuatro centros, dos interiores en el intradós, a la altura de las impostas, y dos externos en el trasdós. Posteriormente surge el arco rebajado, tipo carpanel, o de tres centros, dos a la altura de las impostas y uno por debajo de ella, mucho mayor. El llamado arco Tudor, típico de Inglaterra. El arco escarzano, que no llega al semicírculo, también se empleó en la arquitectura gótica, en vanos secundarios. En la última época del arte gótico se utilizó el arco mixtilíneo, compuesto de una sucesión de segmentos cóncavosconvexos y rectos  
El arco apuntado o apuntalado tiene arcos circulares tangentes a las líneas de mocheta y que se cortan en vértice agudo. En la Europa del siglo XII, el arco ojival no sólo supone a un cambio estético que rompe con el clasicismo del arco de medio punto, propio de la arquitectura romana y la románica, sino que además, resulta más eficaz, pues gracias a su verticalidad las presiones laterales son menores que en el arco de medio punto, permitiendo salvar mayores espacios. Es típico de la arquitectura gótica. 
La sección del arco ojival reproduce los nervios, cada vez más complejos, del sistema gótico, que también se manifiestan en las mismas molduras del pilar. Tiene una forma de punta de flecha que debido a su forma vertical permite elevar la altura del edificio"

Vamos a fijarnos primeramente pues en estos sus arcos ojivales, lisos menos un guardapolvos exterior que los abarca, que decorado en rosetas es la única concesión decorativa. a la arquería propiamente dicha, pues los capiteles de las columnas sobre los que se sustentan estos arcos sí presentan buenos motivos cincelados


Podemos por ejemplo fijarnos ahora en los cuatro capiteles de la derecha


En estos capiteles vemos una rica y variada ornamentación en la que destacan numerosas cabezas y motivos zoomórficos, alegorías de la iconografía medieval


Es muy llamativo el capitel más cercano a la puerta, con nada menos que cinco cabezas mirando de frente. Debajo de él otra Cruz de Malta


Aunque parecidos, cada rostro tiene gestos diferentes, no sería extraño que representasen a gentes que realmente existieron, vecindario, gente que participó en la edificación del templo, monjes o personalidades, fácilmente miembros del Gremio de Mareantes


Otro dato es que muestran gorros muy propios del medievo


Vamos a ver ahora el capitel que tiene a su derecha


Justo en medio de los dos capiteles hay otra cabeza, más pequeña


Tiene un gran capuchón, o tal vez sea una melena, y encima una cruz


Pájaros afrontados picando del mismo fruto, alegoría que en el románico simboliza posiblemente conceptos eucarísticos. Las aves representan usualmente las almas humanas, serían en este caso las almas de los justos alimentándose de la Gracia, y la vida eterna como fruto de la eucaristía


Arriba, en la esquina de las tetrapétalas, asoma otra cabeza que parece estirar el cuello


Y a la derecha, entre este capitel y el siguiente, esta cabeza muestra lo que parecería ser un prelado con su mitra


A su derecha un capitel vegetal, luego otra cabeza con tocado obispal y a la derecha capitel con cuadrùpedo, tal vez un león, en lo que parece una selva. Arriba otra cabeza


La cabeza con tocado, entre los dos capiteles más exteriores y entre hojas de castaño, simbología vegetal muy a destacar


El león. María Soledad Álvarez Martínez plantea que esta iconografía es artísticamente conservadora, más tendente al románico que al gótico que supone la novedosa portada ojival:
"Los cuatro capiteles que rematan a cada lado las columnas acodilladas entre las jambas se muestran conservadores al mantener la representación de las aves apicadas y los leones pasantes, pero estos últimos se superponen a una vegetación naturalista extraída del entorno, del que se toman las hojas de castaño. Al mismo tiempo, entre ellos, se establece una continuidad por medio de máscaras humanas, que contribuyen a formar un friso natural corrido"

Otra de esas cabezas o mascarones se sitúa sobre el capitel, también con largo cuello, gorro a la moda medieval y entre puntas de diamante


Vamos a ver ahora los cuatro capiteles de la izquierda...


Junto a la puerta capitel vegetal y debajo una cruz, a su izquierda de nuevo el motivo dos pájaros afrontados picando de un mismo fruto, y en medio de los dos capiteles otra cabeza


Cabeza que parece otro prelado con su mitra y hábito. A su izquierda otro capitel con la imagen de las aves afrontadas


Luego a su izquierda otro capitel vegetal, con figuras de hojas, y seguidamente otra cabeza


Si bien es un elemento frecuente en el románico, la presencia de cabezas labradas a todo detalle en el arte románico-gótico avilesino es digna de atención. La constatamos en la iglesia de San Antonio de Padua o Padres Franciscanos (antigua parroquial), en el antiguo monasterio de San Francisco, y en la Fuente de los Caños de San Francisco



Esta incluso parece tener ojos oblicuos además de un tocado


En el capitel exterior otro cuadrúpedo a manera de león


Cuadrúpedos y cabezas son muy usuales en el arte románico, realmente en el arte de casi todos los tiempos. Pero en el caso de las cabezas su extraordinaria abundancia en los monumentos avilesinos ha dado siempre bastante que hablar 


Vamos a ver ahora arriba los canecillos del tejaroz o cornisa sobre esta gran portada


Esculpidos con diversas inspiraciones geométricas y entre ellos diversos motivos cncelados, aquí flores de ocho pétalos y elementos vegetales. Encima una banda con bolas apomadas


Se adivinan rollos, caras, figuras y entre, estos dos canecillos, en las metopas, arriba, nuevamente la Cruz de Malta, abajo hojas o árboles esquematizados


Otra figura humana que sostiene un fardo en forma de rollo (la carga que lleva a cuestas un religioso) y tetrapétala o punta de diamante. Entre ambos cruces y flores en las metopas


Más elementos vegetales en la metopa a la derecha del canecillo de la tetrapétala. El siguiente a su derecha presenta una flor de ocho pétalos y encima lo que parece un apomado u otra cabeza


Otros dos canecillos: en medio de ellos la Flor de Lis, representación estilizada del lirio, símbolo de pureza que puede vincularse a la Virgen María, pero también símbolo de la realeza. Sus tres hojas pueden significar asimismo la Trinidad. A la derecha rollos o fardos, otra vez "las pesadas cargas"


Otro capitel con un personaje que sostiene un tollo o taco, a la derecha tres figuras alargadas, entre los dos otra flor de lis, a la derecha una pequeña hexapétala, símbolo solar que se repite en el arte desde la Prehistoria


En el capitel de la derecha línea vertical de tres picudas puntas de diamante


Más arriba, la espadaña fue rehecha en los trabajos que alzaron la altura del templo, si bien conserva sus elementos constructivos originales, reformados en 1808. Fijémonos asimismo en el ventanuco sobre la cronisa, que da luz al interior


Pasamos al muro norte, donde estaba el camposanto. Aquí se añadieron a la iglesia algunas capillas en el siglo XVII, como la de los Llano Ponte, que estaba en este lugar, derruida a principios del siglo XX


Los Llano Ponte, procedentes de Pravia, emparentaron en el siglo XVIII con los Ferrera. Hay algunas sepulturas y cimientos descubierto cuando en los años 2010-11 se realizaron campañas arqueológicas, de las que se da oportuna cuenta en La Nueva España del 6-7-2010, cuando Saúl Fernández publica Las raíces nobiliarias de Sabugo:
"Lo que se sabe de la capilla funeraria de los Llano Ponte no es demasiado: que se levantó anexa a la iglesia vieja de Sabugo en el siglo XVI y que fue derruida cuatro centurias después, es decir, a comienzos del siglo pasado. El arqueólogo Alejandro García explica que «existe documentación fotográfica, pero en la que apenas se distinguen detalles». Esto, el desconocimiento de la historia del monumento, es una de las razones que ha movido a la Universidad, al Ayuntamiento y a la Escuela de Arte a iniciar las primeras excavaciones en los exteriores del templo del barrio de pescadores.

 Nueve alumnos del curso de gestión y conservación de bienes culturales, que se desarrolló durante todo el año en el centro de servicios universitarios de Avilés, se encargarán durante tres semanas de buscar los cimientos de la capilla de los Llano Ponte. Los nueve alumnos estarán dirigidos por cuatro profesores y los trece serán los encargados de descubrir las dimensiones exactas de la capilla y sus enterramientos. Porque una de las cosas que están meridianamente claras es que en la capilla nobiliaria eran sepultados los vecinos más preclaros del barrio. 
La familia de los Llano Ponte proviene del concejo de Pravia. Con los siglos acabó emparentada con los marqueses de Ferrera. Se establecieron en el barrio de Sabugo y, en el siglo XVIII protagonizaron uno de los episodios más singulares de la historia inmobiliaria del concejo de Avilés: Manuel Francisco de Llano Ponte propuso a los hermanos García Pumarino permutar la casa. Estos le daban a Llano Ponte su palacio y aquel, a cambio, le entregaba la suya, en plena calle de la Estación. Parece que el sabuguero salió ganando: se quedó con el palacio en el que se encuentran ahora los cines Marta. Los García Pumarino, en cambio, se mudaron a un edificio donde ahora luce el escudo de los Llano, los Ponte y los Cuervo de Pravia, casi en frente del ábside de la iglesia de Sabugo, que ahora empezará a mostrar su pasado"

Thank you for watchingNueve alumnos del curso de gestión y conservación de bienes culturales, que se desarrolló durante todo el año en el centro de servicios universitarios de Avilés, se encargarán durante tres semanas de buscar los cimientos de la capilla de los Llano Ponte. Los nueve alumnos estarán dirigidos por cuatro profesores y los trece serán los encargados de descubrir las dimensiones exactas de la capilla y sus enterramientos. Porque una de las cosas que están meridianamente claras es que en la capilla nobiliaria eran sepultados los vecinos más preclaros del barrio


Vemos algunas sepulturas y, en el muro, destacando por ser una piedra casi blanca, una inscripción


De momento no hemos podido discernir lo que trae y no hemos hallado información de ella


Vista la iglesia de Santo Tomás de Canterbury retomamos camino, avanzando por la Plaza del Carbayo, viendo a la izquierda, en un edificio de la calle Bances Candamo, el escudo de Sabugo


Un barco entre dos columnas, de los antiguos astilleros de carpinteros de ribera, la iglesia vieja que acabamos de visitar y el antiguo carbayu, con dos remos cruzados y un salvavidas son la iconografía presente en este blasón del barrio. Sabia Nueva es la asociación cultural que realiza actividades promocionando el barrio y sus tradiciones


El barrio de Sabugo está actualmente integrado totalmente en el entramado urbano avilesino, en su mismo centro incluso, pero eso, recalcamos una vez más, es así desde hace apenas siglo y medio. Sabugo formaba parte no solo del Avilés "extramuros", fuera de las murallas que defendían "La Villa", sino que se encontraba separado físicamente de la misma por el río Tuluergo (hoy en día subterráneo) y por llamargues o marismas, también llamadas güelgues, así como por el mismo muelle y puerto, perteneciendo mismamente, repetimos al territorio de Pravia de Aquende


Esa antigua separación geográfica llevó por lo tanto en su momento a una división administrativa y todo ello junto con una importante rivalidad vecinal que en nuestros días prácticamente ha desaparecido pero que en tiempos fue muy intensa, y que se revivió, incluso ya estando unidas las poblaciones, en episodios como la construcción de la estación del ferrocarril


Figuraba primeramente como pueblo y después como barrio, alzándose en lo alto de una colina de unos once metros de altura al lado de la ría, de la que ha ido "separándose" al ir la población ganando terrenos al estuario. Aquí, sabe cuanto tiempo hace, estaría alguno de los sabugos o saúcos que le dieron nombre, así como el carbayu o roble a la plaza, sin duda memoria de alguna antigua carbayera que se empleó para la construcción naval. Una leyenda dice que con uno de aquellos antiguos carbayos de la plaza hizo Pedro Menéndez de Avilés, el Adelantado de La Florida, una quilla para su barco, a cambio de darles a los frailes de la iglesia unas campanas para la espadaña


Si bien el ambiente marinero desapareció de Sabugo hace décadas, al trasladarse los pescadores a El Nodo, el barrio sigue conservando su tipismo en esta plaza y alguna de sus calles aledañas



En este sentido, la citada calle Bances Candamo, antigua calle D'Atrás, porticada, es la que aún conservaría ciertos resquicios constructivos que son memoria del antiguo Sabugo marinero. En 1892 cambió de nombre para homenajear a otro asturiano de la corte de Carlos II, el dramaturgo Francisco Bances Candamo, nacido en esa misma calle el 26 de abril de 1662. Francisco quedó huérfano de padre, un humilde sastre, con solo once meses, por lo que su madre lo llevó, junto con su hermana Catalina, a casa de un tío materno que era canónigo en Sevilla, Antonio López Candamo. Catalina ingresó como monja en un convento y Francisco comenzó carrera eclesiástica en 1672 y, formado en humanidades, se interesó por el teatro y estrenó en 1685. Por su rey y por su dama. Fue nombrado con apoyo de la reina madre, doña Mariana de Austria, dramaturgo de cámara regia por Carlos II.


De Bances Candamo, contemporáneo cortesano del Rey Hechizado junto con el pintor Carreño Miranda ha sido también biografiado por Alberto del Río Legazpi en sus Epìsodios Avilesinos:
"Misterio, secreto, sigilo, enigma, incógnita, ocultación. Son términos que ayudan a explicar las sombras que siguen rodeando la vida de este caballero avilesino. Su obra literaria está bastante más clara. 
Es Bances Candamo, autor teatral, con especial dedicación a la dramaturgia. Le avalan veintitantos dramas –destacando ‘El esclavo en grillos de oro’– sin que ello le impidiese dedicarse, con reconocido éxito, al género lírico. Y un excelente poeta –en su tiempo el teatro se hacía, mayormente, en verso– que tenía una habilidad especial para la ironía rimada. Pero el estudio, detallado, de su obra será otro episodio aparte. 
Fue escritor de éxito, en Madrid. Sus obras, muy celebradas, lo llevaron a ser nombrado ‘Dramaturgo de Cámara del Rey’. Y tan apreciado que, se cuenta, que delante de su casa (en la calle de Alcalá de florista viene y va), altas instancias oficiales, ordenaron que se extendiera paja por el pavimento, al objeto de que el ruido de los carruajes, no distrajera la inspiración del autor en su creación literaria. Mola ¿eh? 
Que tiempos aquellos. En el que un rey español (Carlos II) se rodeaba de intelectuales avilesinos: uno, Francisco Bances Candamo y otro, Juan Carreño Miranda, como su Pintor de Cámara. Un lobby avilesino, con tintes de Sabugo, donde ambos tienen calles, dedicadas, que se cruzan. Mira tú que curiosidad. 
Pero cuando Bances estaba en la cumbre literaria oficial, de repente le vino el cataplum, y dio con él en funcionario de tesorería y administración, con destinos ambulantes por villas y villorrios del sur de España. 
Con Bances, las incógnitas ya comienzan con su año de nacimiento, porque han desaparecido las páginas correspondientes en el archivo eclesiástico. Aunque se cree como más probable que fue 1662, el año en que Francisco Antonio de Bances y López-Candamo vino al mundo en el pueblo de Sabugo, muy cercano a la histórica y amurallada villa de Avilés. 
Hijo de humilde sastre, fallecido joven, y tan menesteroso que fue ‘enterrado de limosna’. El óbito del alfayate trajo consigo la emigración forzosa de nuestro personaje, todavía un niño, a casa de parientes sevillanos. Y fue allí, en la tierra de María Santísima, cuando con el tiempo vería la luz su genio para el ingenioso arte del teatro versificado, que entonces -siglo XVII- ya estaba en crisis. Adviertan ustedes que no es un invento actual lo del aprieto teatral. 
Gerardo Diego en su ‘Antología poética en honor de Góngora’ dice que: ‘Si queremos encon­trar un verdadero poeta en la época del último Austria (Car­los II), hemos de trabar conoci­miento con Bances Candamo. De los autores de teatro ‘postcaldero­nianos, es el más fino’. 
El escritor avilesino Constantino Suárez ‘Españolito’, para quien Bances es una de las más altas y legítimas glorias puramente literarias de Asturias, escribe, sin citarlos –porque siguen en zona de sombra– acerca de ‘los puntos oscu­ros de su vida calamitosa y amar­ga’ y se refiere a la caída en desgracia, del sabuguero en la Corte madrileña como ‘el accidente’, que ‘Españolito’ achaca a rivalidades amorosas o peligrosas sátiras contenidas en los versos del poeta. 
Se dice que cuando murió el rey de España, el comediógrafo quedó a merced de sus enemigos, que lo persiguieron hasta la muerte porque no le perdo­naron las burlas que –tanto en poemas como en comedias satíricas– les fue asestando en vida. Quizá un ripio lo llevó a RIP. 
Avilés le tiene dedicada la calle donde nació, en el barrio de Sabugo, y la biblioteca municipal lleva su nombre. También una comedía de Bances Candamo, «El imposible mayor, en amor le vence amor», con música de Sebastián Durón, fue rescatada del olvido y escogida para la reinauguración del teatro Palacio Valdés, el 14 de noviembre de 1992. 
El escritor avilesino –enseñante en los Estados Unidos– Santiago García- Castañón, es un especialista en la obra de su paisano. El RIDEA (Real Instituto de Estudios Asturianos) sacó a la luz dos comedias de Bances en ediciones de Santiago García-Castañón: ‘Sangre, valor y fortuna’ (1990) y ‘Por su rey y por su dama’ (1997). Y también, con motivo del tercer centenario de la muerte del dramaturgo y poeta, García-Castañón editó su ‘Poesía selecta’ (2004). 
Bances Candamo es, por supuesto, personaje recomendable como autor literario. Pero para jóvenes licenciados en busca de una tesis doctoral de impacto, aquí tienen la ocasión de su vida, investigando la vida tan mal parada del literato asturiano del Siglo de Oro, degradado como personaje del mundo teatral español, reconvertido en funcionario del tres al cuatro y muerto, misteriosamente, en el pueblo albaceteño de Lezuza, a los 42 años de edad. Y no por navaja, herramienta tan típica de aquella hermosa tierra, parece ser que por veneno. Así acabó la azarosa vida de un escritor de la Corte que compuso afilados versos de este corte: 
Mi consuelo es que de mí 
no ha de sacarme mi suerte; 
el rey puede hacer hidalgos, 
pero Candamo no puede"

El barrio celebra las recuperadas fiestas marineras de Santa Ana en esta plaza. Especialmente relevantes fueron por ejemplo las del año 2015, con el pregón del escritor Miguel Solís Santos, rememorando la historia del barrio. De esta forma lo anunciaba Sheyla González en El Comercio-La Voz de Avilés el 25 de julio de aquel año:
"El barrio de Sabugo revivió ayer sus siglos de historia a través de las palabras que leyó Miguel Solís Santos desde uno de los balcones de la plaza de El Carbayo. El historiador fue escogido por la Asociación Sabia Nueva para leer el pregón de las fiestas de Santa Ana, que tras veinte años volvieron ayer al barrio de marineros.

En llingua asturiana y repleto de referencias históricas sobre Sabugo y sus gentes, el pregón de Miguel Solís sirvió para recordar los inicios de un pueblo humilde, a las afueras de Avilés, en el que sus vecinos pescadores en el antiguo puerto de Avilés «supieron vencer a las dificultades a la sombra del carbayo, árbol bendito, noble y fuerte, virtudes que comparte con el pueblo», destacó el historiador en el comienzo de su lectura. En la plaza, varias decenas de personas atentas al pregón, muchas de ellas ataviadas con el traje tradicional marinero, pantalón o falda larga azul, camisa blanca y pañuelo a cuadros azul y blanco.

Manuel Solís habló del Sabugo independiente, relevante, puerto de Asturias y de Castilla, pero también de las pestes que asolaron el actual barrio, los naufragios y la galerna de 1961, en la que murieron 22 pescadores.
«Sabugo siempre miró de tu a tu a la villa de Avilés, nunca sintiéndose inferior», reflejó en su discurso Miguel Solís. En el pregón también quiso tomar la palabra la propia Asociación Sabia Nueva que destacó la recuperación de las fiestas y llamó a los vecinos a participar para conseguir «un Sabugo cada vez más grande e importante en Avilés, que la ciudad entera venga a vernos», comentaron.

El Coro Sabuguero se encargó de introducir el pregón y de ponerle el broche final con sus canciones. Ataviados también con la indumentaria tradicional marinera, la agrupación cerró el acto oficial con un «viva el barrio de Sabugo, cuna de los marineros». Antes, la Banda de Gaitas de Corvera había realizado un pasacalles por el barrio.

Tras la lectura del pregón, los vecinos pudieron disfrutar de un baile vermut amenizado por el grupo Talismán en la misma plaza de El Carbayo, en la que también se repartieron las Santaninas entre los socios de la entidad organizadora y las pusieron a la venta al público para que los asistentes pudieran llevarse a casa un recuerdo de estas fiestas recuperadas. Por la tarde, los más pequeños disfrutaron del festival infantil con el grupo Mextura y a primera hora de la noche se ofreció un recital junto a La Monstrua. Para terminar la jornada de ayer el grupo Talismán volvió a subirse al escenario de la plaza de El Carbayo para amenizar la verbena, y a la vez junto a La Monstrua se celebró la otra verbena de las fiestas con el grupo La Movida.

Hoy continúan los actos con la santa misa en la iglesia del Carbayo cantada por el Coro Amigos de Sabugo, a las 12 horas. Por la tarde, habrá juegos infantiles tradicionales en la plaza con Ximielga la Saya, las verbenas de ayer volverán a celebrarse a partir de las 21.30 horas y a media noche se bailará la Danza Prima"

La plaza no deja de ser el campo de la iglesia, de fi8estas romerías y encuentros. También hay aquí casas con soportales, de corredores sostenidos por columnas, como el de La Curuxa, una de las sidrerías emblemáticas de Sabugo (a la derecha de la foto), de la que escribe David Castañón en Les Fartures:

"Mítica sidrería de Avilés situada en uno de los lugares más guapos de la ciudad, al lado de la capilla medieval de la Iglesia de Sabugo. En verano está hasta arriba porque llenan la plaza de terrazas y lo típico es ir a tomarse unes botellines de sidra. Dentro, tiene la típica decoración de casona asturiana de dos pisos, la parte de abajo más en madera y con la barra del bar (donde también se puede picar algo) y la zona de arriba más enfocada a restaurante. Se suele ir de picoteo, aunque yo ya probé alguna carne y algún pescao y no está mal. Una buena opción para comer algo sin salirse del centro"


A su izquierda, también con corredor y columnas, un histórico veterano, La Araña, que reabrió en 2018 como La Quinta Araña, como leemos en la noticia de Saúl Fernández en La Nueva España el 17 de febrero de ese año, donde se comenta algo de la muy curiosa historia del negocio:
"Cuando hace más de setenta años abrió por primera vez el bar La Araña, pocos hubieran esperado una historia tan larga por delante: en pleno Sabugo, a un paso de la iglesia vieja, en el corazón de uno de los barrios más singulares de Avilés. El hostelero local José Antonio Loya y su hijo Abraham han decidido sumarse a esta extensa trayectoria reabriendo el restaurante, que llevaba tiempo cerrado. "Estamos haciendo obras. Estamos pendientes de los últimos detalles, pero calculamos que entre finales de febrero y comienzos de marzo podremos abrir", admite José Loya, hostelero veterano, hijo de Félix, el fundador del San Félix, en la avenida de Los Telares. "Queremos contribuir a levantar la principal plaza de Sabugo", añade. 
La Araña se llamará a partir de ahora La Quinta Araña. "Por dos razones: porque seremos los quintos en dirigir el local y como recuerdo a La Quintana", asegura Loya. Y es que La Quintana fue el local que durante quince años dirigió el propio Loya en Ingenieros.  
El cambio sustancial de la "nueva" Araña con respecto a las anteriores es que abrirá también el primer piso del edificio histórico, una casa popular levantada a comienzos del siglo XX y que guarda las trazas y la señas de identidad de un poblado que siempre había mirado al mar, a la pesca. "Hemos hecho una ampliación abajo para poder dar de comer a entre 35 y 40 personas. Además, arriba, abriremos para 50 más", dice el nuevo gerente del local al que han accedido "en alquiler con opción a compra", según explica el popular hostelero avilesino, que comenzó su carrera en el Real Balneario, pasó por Hotel San Félix, participó en la apertura del pub Plazas, en El Carbayedo y estuvo menos de un año al frente de El Bosque, cerca del límite entre Avilés y Castrillón
El negocio que se plantean los dos Loya, según explica José Antonio, es ante todo para dar almuerzos. "Las cenas, de momento, no", apunta. Los quintos de La Araña echan a andar en un bar que fundó Ramón Menéndez, "Mahoma", uno de los avilesinos más populares de mitad del siglo pasado. Su bar, con arañas, fue un imán de tardes y noches de ocio. Los más veteranos recuerdan que lo adornaba con artilugios especialmente llamativos, como una jaula que decía que había ocupado el emperador francés Napoleón Bonaparte"

Mahoma era además notificador municipal y sobre él cayó, como sobre toda la corporación amenaza de excomunión por parte de los franciscanos avilesinos que se habían establecido en la antigua parroquial de San Nicolás de Bari (hoy de San Antonio de Padua), templo hermano del de Sabugo, donde se hizo una fea torre de pisos (hoy demolida), para hacer las viviendas de los frailes. Este episodio lo cuenta del Río Legazpi en La Nueva España del 1-5-2009, titulándolo Un franciscano y Mahoma

"Los monjes franciscanos de Avilés están realizando la mudanza hacia su nueva residencia ya que el mostrenco arquitectónico que actuaba hasta ahora de convento comenzará, por fin, a ser demolido.

La colina sagrada de Avilés va a ser, en parte, rehabilitada. Alberga un importante complejo religioso compuesto por la antigua iglesia de San Nicolás de Bari (hoy de los Franciscanos), cuyo cuerpo central data del siglo XII y las capillas anexas góticas (XVI) y barroca (XVIII). Todo complementado por la capilla de los de Las Alas (XIV), hoy patio de luces, con sus alas cortadas.

La colina marinera de Avilés, Sabugo, es de origen medieval. Pero aquellos mareantes salados han devenido hoy en mareados parroquianos a la pesca de sidra y demás. Famoso en toda Asturias como lugar de copas, Sabugo tuvo su primera marea etílica hace unos cuarenta años. Entonces, La Araña era un bar de referencia obligada en el barrio, bautizado como «ruta húmeda de Avilés», ya que era internacional, porque lo era también Ensidesa. La Araña estaba regentado por Ramón Menéndez, al que apodaban Mahoma, asunto que no le molestaba. El hombre era también notificador del Ayuntamiento de Avilés.

El convento fue decido construir en 1958, pero era tal la magnitud de la blasfemia urbanística que constituía aquel edificio de cuatro alturas, machacando un ábside románico, que el Ayuntamiento de Avilés, en 1962, mandó parar la obra. Cosa histórica, porque entonces casi nadie se atrevía a enfrentarse a la Iglesia de los concordatos con el régimen de Franco.

Para comunicar tal decisión y llevarla en mano se diligenció a Mahoma, porque esto era lo suyo. El superior de los Franciscanos, leída la orden, parece que levitó en cólera y le manifestó al empleado del Ayuntamiento su intención de excomulgar a la Corporación municipal en pleno e incluso hasta al mismo notificador, que -aunque agnóstico declarado- quedó apabullado con la actitud del fraile. «Acojonaba, oye», contaba Mahoma.

A los pocos días presentose el superior con un documento de excomunión en el despacho del Alcalde. Cargo que por ausencia del titular, Francisco Orejas, ostentaba «Polchi» Figueiras. Me tiene contado Justo Ureña que éste puso al religioso, Fray Celestino García, de chupa de dómine. Más tarde el Alcalde se entrevistó con el arzobispo de Oviedo, Segundo Sierra, que echó por tierra el auto de excomunión, pero no el convento de autos.

Pero fíjense, ustedes, que noticia, de ecos universales, sería hoy aquella que titulase: «El superior de los Franciscanos de Avilés amenaza con excomulgar a Mahoma». El caso es que, ahora, el convento caerá"


A la izquierda, en el bajo de un edificio de plantas, La Taberna de Mario


Y a su lado un hermoso edificio restaurado, con buena galería



Sabugo, como todo el centro histórico de Avilés, fue rehabilitándose desde aproximadamente 1997 resultando puede decirse que una recuperación ejemplar. Por suerte, la gran urbanización de Avilés a raíz de la llegada de Ensidesa, a partir de 1950, dejó relativamente tranquilo el casco histórico, donde no muchos edificios resultaron afectados, sino que más bien la construcción masiva de nuevas viviendas para la ingente demanda de  creciente ciudad se produjo en los arrabales rurales, naciendo nuevos barrios urbanos


Alguno de esos nuevos edificios empiezan a partir de aquí, ya en la calle Marcos del Torniello, hacia la que se dirige el Camino


Las terrazas ocupan en verano toda la Plaza del Carbayo, de uno a otro extremo. Reiteramos que no es fácil sustraerse a hacer un alto y descansar de nuestra larga caminata


La coqueta plaza y su bella y no muy grande explanada, las típicas casas de corredor y las nobles piedras de su iglesia, símbolo de la identidad de Sabugo conforman un espacio especialmente atractivo que anima a sentarse, a la charla y/o a la contemplación de este magnífico entorno 


El Camino Norte es muy dado a, si se dispone de tiempo y ganas, para hacer etapas no demasiado largas, disponiendo de una o al menos media tarde, por ejemplo, para visitar lugares del Camino o sus aledaños, como es el caso de este antiguo barrio marinero o del antiguo Avilés intramuros (La Villa) junto con El ParcheSan Francisco y las calles de Galiana y Rivero



En este caso, haciendo caso (valga la redundancia) al libro Avilés (El Viajero Independiente) de Juan Carlos de la Madrid y Alberto del Río Legazpi...
"Esta plaza es el elemento ordenador del barrio de Sabugo, en ella confluyen las calles que lo forman y, hoy por hoy, es el conjunto mejor conservado y con mayor sabor del barrio. Hay que tener en cuenta que se pisa ya una zona muy antigua, que fue colina separada del resto de Avilés por los míticos campos de Bogaz, Faraón o Caín, ya incluidos en la trama urbana, y que, desde los remotos tiempos medievales, fue morada de gentes que vivían del mar, bien pescando todo tipo de especies (incluida la ballena) o construyendo buques cuyas velas se desplegaban en la ría"

Por supuesto, un apartado fundamental es el que estos autores dedican a la iglesia...
"Un elemento destaca sobremanera, la iglesia vieja de Sabugo, antiguo templo dedicado a Santo Tomás de Canterbury (o Cantorbery) que como sucede en la otra iglesia importante de raíz medieval, era santo foráneo cuya veneración habría llegado a través de los buques que arribaban a la zona. La iglesia es la pieza  que aglutinó la vida del barrio al menos desde el siglo XIII. Pese a sus numerosas r4eformas es la única en Avilés que conserva su viejo trazado románico en una sola nave rectangular y un ábside de planta semicircular precedido de tramo recto, otra influencia exterior del románico internacional (...)

Esta iglesia siempre ha sido el símbolo del barrio. Cuando se construyó suponía la independencia de un pueblo, separado del resto por la marisma, que tenía su propio templo. Los habitantes, pescadores en su mayoría, encontraron en ella el lugar de culto, enterramiento y hasta de toma de decisiones laborales; aquí se reunió, hasta bien entrado el siglo XX, la cofradía de mareantes y no hace demasiado tiempo que las últimas pescateras de la zona se juntaban a cantar y contar anécdotas en la plaza al acabar el día. Todavía hoy la iglesia dapulso al barrio. En su plaza se realizan los actos centrales de las fiestas que, al principio de septiembre, cierran la costera del bonito, en la que todo el barrio se engalana con decoración a veces espectacular, y se reparten miles de raciones marineras a los transeúntes. En este iglesia la Asociación Cultural y folklórica "¡Sabugo Tente Firme" concede anualmente sus premios "Sardina de Oro" a destacadas personalidades nacionales e internacionales"

Y es que Sabugo en origen no era ni un arrabal ni una entidad suburbana prolongación de Avilés, sino una población aparte. Así lo afirma el catedrático de historia medieval Juan Ignacio Ruiz de la Peña:
"los dos núcleos -Avilés y Sabugo- nacen y se consolidan simultáneamente y con cierta autonomía -aunque con una única personalidad jurídico-pública- documentándose ya el de Sabugo como independiente de la villa de Avilés a fines del siglo XII"

Visitada la plaza, vamos a continuar por el Camino Norte señalizado hacia la calle dedicada a Marcos del Torniello. Por esa zona estaría la Plazuela del Fresno, cuyo árbol fue traído a la del Carbayo cuando cayó el antiguo roble

Se sospecha con bastante fundamente que Sabugo tuvo su propia cerca o muralla, una de cuyas entradas, o salidas, estaría frente al Puente Nuevo y se pasaría a la calle de La Estación y, siguiendo el trazado del Camino, otra estaría aquí, la Puerta del Fresno, y así lo argumenta el arqueólogo avilesino José Jorge Argüello Menéndez en su libro Abilles. De tema escribe amenamente Ramón Baragaño en La Cerca de Sabugo, publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 6-3-2010:
"Este núcleo habitado por pescadores y gentes de la mar, que contó con astilleros para la fabricación de barcos, no consta que tuviera algún tipo de cerca o muralla para ninguno de los autores que han escrito sobre la historia de Avilés. Sólo muy recientemente el arqueólogo avilesino José Jorge Argüello Menéndez lo ha planteado en su interesante libro "Abillés" (Palma de Mallorca, 2009), en el que propone una visión renovadora del Avilés medieval. Argüello apunta como prueba tres documentos de los años 1488 y 1490, en que se habla de «la cerca de Sabugo», la puerta de entrada desde el puente sobre el Tuluergo y «la puerta del Fresno que es en Sabugo». Esta última puerta parece ser que se encontraba en la unión de la hoy llamada plaza del Carbayo con la calle Marcos del Torniello. Y añade Argüello otra prueba gráfica: el dibujo realizado en 1634 por el cartógrafo portugués Pedro Texeira sobre Avilés y su ría, en el que se ven claramente las murallas de la villa y una cerca de menor altura y formato cuadrangular rodeando el pueblo de Sabugo. 
Hay que advertir que Pedro Texeira, por encargo del rey Felipe IV, recorrió las costas de España y Portugal desde Fuenterrabía (Guipúzcoa) hasta Rosas (Gerona) y posteriormente, durante cuatro años, escribió el texto y dibujó los mapas del llamado «Atlas del rey Planeta» o «Descripción de España y de las costas y puertos de sus reinos» (1634). Aunque del texto se conservan tres manuscritos, la parte cartográfica se había dado por perdida hasta que apareció casualmente en Viena en 2002, año en que fue publicado completo por vez primera. Este cartógrafo portugués estuvo en Avilés, seguramente en el año 1623, por lo que cabe pensar que su descripción de la ría, de la villa y de Sabugo es bastante fidedigna. 
A estas noticias que avalan la posible existencia de la cerca de Sabugo hay que sumar el testimonio que nos proporciona Luis de Valdés, clérigo y escritor nacido en Avilés y bautizado el 12 de septiembre del año 1600, según consta en el archivo parroquial de San Nicolás de Bari (Libro de Bautizados, tomo I, folio 12). Era hijo de Melchor de Valdés, regidor de Avilés, y fue autor de unas «Memorias del arzobispo don Fernando de Valdés». Este manuscrito, redactado en 1622, se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid con el número 11.457, y no fue publicado hasta el año 1978, con el título de «Memorias de Asturias», con edición y prólogo del padre José María Patac de las Traviesas, en la colección Monumenta Historica Asturiensia. A partir del folio 77 de su manuscrito, Luis de Valdés abandona la genealogía y añade curiosas noticias sobre Asturias, las villas y lugares del Principado y la vida en nuestra región a comienzos del siglo XVII. Naturalmente, el clérigo avilesino hace referencia a su villa natal, de la que dice que es «bien cercada, con su fortaleza» (véase "Pliegos del Alfoz", en LA VOZ DE AVILÉS del 26 de octubre de 2009). Y concluye con las siguientes palabras: «Tiene esta Villa por arrabal otra villita cercada, donde viven pescadores y gente que trata de la mar. Llámase Sabugo». 
Este testimonio rotundo referido a la cerca de Sabugo tiene enorme importancia, ya que lo aporta un avilesino, buen conocedor del tema que trata. Así pues, es casi seguro que, al menos durante los siglos XV al XVII, Sabugo estuvo rodeado de una cerca de la que desconocemos su altura y sus materiales, y también cuándo desapareció; era más modesta que la muralla de Avilés y carecía de torreones defensivos. La cuestión creo que merece la atención de los arqueólogos"

A la izquierda, entre Bances Candamo y Marcos del Torniello, se extiende una fila de casas de planta baja que conforman esa transición entre el viejo Sabugo y el nuevo


De aquel antiguo Sabugo era el ilustre fraile del císter Roberto Muñiz Rodríguez, autor de la Biblioteca Cisterciense Española, en la que se recopilan los escritores españoles y portugueses (más de trescientos) de esta orden religiosa. De esta obra dicen en la Real Academia de la Historia que no ha sido superada y que "bien pudiera haber servido de modelo a algunas otras más modernas de la misma índole que no han seguido una metodología tan certera y orientadora". Y de la biografía de su autor leemos así:
"Se ignora la mayor parte de su vida, pues nadie, hasta ahora, se ha ocupado de elaborar una biografía algo completa sobre él. No debe extrañar, ya que a partir de su muerte, las continuas revoluciones en el siglo XIX, la total dispersión de los religiosos en 1835, y la pérdida de la mayor parte de los archivos monásticos impidió que nadie facilitara datos de su vida. Los últimos treinta y cinco años de la Congregación Cisterciense de Castilla son los menos estudiados y conocidos.

Sus padres se llamaron José Muñiz Álvarez y Ana Rodríguez Menéndez de los Reyes, quienes habían contraído matrimonio el 2 de mayo de 1718. Fue el menor de tres hermanos. Le pusieron el nombre de Antonio Dionisio. Ningún detalle más se conoce sobre su familia ni sobre su niñez ni los estudios que realizó; sólo consta que pronto —a los dieciséis años— manifestó deseos de abrazar la vida religiosa del Císter.

Ingresó y recibió el hábito en el Monasterio de Matallana (Valladolid) el 13 de mayo de 1755, cuando regía la abadía fray Cayetano Cabezón.

Cambió el nombre de pila por el de Roberto, en memoria del santo fundador del monasterio. Terminado el noviciado fue admitido a la profesión, que en aquellos tiempos era única, es decir, el candidato que había dado pruebas de auténtica vocación, una vez admitido por los sufragios de todos los monjes profesos, hacía sus votos solemnes, porque no se conocía entonces la profesión temporal, que se comenzó a hacer por un trienio en los primeros años del siglo XX.

Habiendo dado pruebas inequívocas de haber tomado la vida religiosa en serio, y una vez cerciorados los superiores de sus buenas disposiciones para las letras, trataron de darle una formación más completa, enviándole a los distintos colegios que tenía la Congregación a la sombra de las Universidades de Salamanca y Alcalá, de los que salió con sólidos cimientos en filosofía y teología, aunque quizá su predilecciones se dirigieron al campo histórico, en el que descollaría más tarde, sin descuidar otras materias, como lo demostró en los servicios que le confió la Orden, y que fueron de gran responsabilidad. Se supone que la primera salida para estudios debió de ser al Monasterio de Santa María de Meira, en la provincia de Lugo, donde radicaba el Colegio de Filosofía, cantera de sabios desde los comienzos de su fundación alrededor de 1600. También el novel monje echó allí profundos cimientos en filosofía, teología y cánones, a juzgar por los problemas con que tuvo que enfrentarse a favor de las monjas cisterciense"

Respecto a la calle Marcos del Torniello podemos decir que fue aquí donde el escritor soltó aquellos versos que plasmábamos antes en su biografía al dedicársele su nombre en agosto de 1927...
«Ye tanto el calor que fa-i, 
que azúmbame la pelle­ya, 
con esto del guirigay 
de honráme con una cai, 
sobrándome una caleya»

Al llegar a Marcos del Torniello iremos a la derecha, adentrándonos entre los altos edificios de pisos de la urbe. Dejamos atrás así el casco histórico por donde habrían estado la Puerta del Fresno y su plazuela

Siempre hemos de ir atentos a la señalización pero en los cascos urbanos especialmente, es tal la cantidad de cruces y señales de todo tipo que las flechas y conchas xacobeas pueden pasarnos desapercibidas. De las segundas hay una en esta fachada, al lado de la puerta

De cerca se ve mejor...

Y aquí hay una flecha, en una pegatina colocada estratégicamente en la parte posterior de una señal de tráfico

Seguimos junto a esta tapia por la calle, que hace un poco de cuesta. una subida que ya no cesará hasta que lleguemos a la iglesia de San Cristóbal, fuera ya del casco urbano avilesino

A la derecha, otra de las antiguas viviendas unifamiliares populares de Sabugo, a la izquierda los bloques de pisos

Muchísima atención, pues a los pocos metros dejaremos la calle Marcos del Torniello para cruzar a la izquierda y seguir por la Avenida de Alemania, que aquí comienza

La calle sigue en ascenso, muy suave. Tengamos especial cuidado pues ya hemos salido de las rúas peatonales de Sabugo

Atentos a la señalización vertical, en cualquier lugar aparecen señales jacobitas, como la concha en el letero que indica el camino a San Cristóbal...

Y otra pegatina, esta señala este giro que hemos de realizar aquí para continuar avenida adelante

Al principio la avenida parece una calle más, incluso algo estrecha y umbría, encajonado entre altos bloques, pero unos metros más arriba se ensanchará. Es la calle que de Sabugo nos llevará a El Nodo y San Cristóbal

A la derecha la Farmacia Veiga, abierta en 1967 en esta calle para atender la cada vez mayor demanda de una población que multiplicaba sin parar su número de habitantes. Su historia la encontramos en su propia página:

"Situada a pocos metros del antiguo barrio de Sabugo, en el casco histórico de Avilés (Asturias) la farmacia abrió sus puertas en 1967 de la mano de Mercedes Veiga Nicole. En 1994 se incorpora a la botica su hijo Antonio y cuando Mercedes se jubila en 2006 pasa a ser el titular de la farmacia. Con medio siglo de historia la farmacia ha permanecido en la misma ubicación y se ha reformado en dos ocasiones para adaptarse a los nuevos tiempos y dar un mejor servicio a sus clientes"

 Al fondo son los edificios de la calle La Cámara, otra de las que, desde finales del siglo XIX, simbolizaron la comunicación entre Avilés (La Villa) y Sabugo, pasando sobre las desecadas marismas del Tuluergo. Más tarde, la misma calle simbolizó en su prolongación por aquí el desmesurado crecimiento urbano acontecido en Avilés a partir de la construcción de la gran planta siderúrgica de Ensidesa. Así lo explica también del Río Legazpi en La Cámara, es calle principal:

"La Cámara, columna vertebral del Avilés más reciente que inició el despegue hacia el progreso en el siglo XIX. En su momento fue un elegante resbalón modernista hacia el futuro. 
Ese deslizamiento generó una avenida que selló la unión entre la Villa y Sabugo, una vez desaparecido el puente que comunicaba ambos lugares, al soterrar el río Tuluergo que atravesaba la población desde el parque del Retiro (actualmente conocido como Las Meanas) hasta su desembocadura en la Ría, al final de la hoy calle de La Muralla, donde estuvieron ubicados durante siglos los muelles del histórico puerto de Avilés 
Anteriormente, en 1818, se había derribado la muralla defensiva de la Villa (episodio aparte), con argumento tan retorcido que da pie a pensar en grandioso pelotazo urbanístico. 
Pero el caso es que fue así como nació el Avilés moderno, articulado por esta calle que debe su nombre a la antiquísima fuente –ubicada en inmediaciones de Cabruñana y San Bernardo– conocida como la de La Cámara, ya que sus dos caños estaban situados en una cámara o depósito de piedra.

(...)  a mediados del siglo XX, cuando Avilés explotó –demográfica, social y económicamente hablando– con la construcción de ENSIDESA y otras grandes empresas, la calle se fue prolongando, siendo alcalde Fernando Suárez del Villar, a partir de la iglesia, pero sin pizca de gracia arquitectónica. 

(...) Esta calle –que bien podría llamarse Gran Vía de la Dioptría Perfumada– es también una suerte de termómetro político. En función de circunstancias históricas, llevó el nombre de García San Miguel (segundo marqués de Teverga), de José Manuel Pedregal y del Generalísimo Franco, para terminar regresando –en 1979 y siendo alcalde Manuel Ponga– a su histórico nombre: La Cámara. 

En sus dos tercios primeros, bajada y llano (y exceptuando tres esquinas desgraciadas) es calle decimonónica, lúcida, lucida y finolis ‘ma non troppo’. Luego, con la reciente y deslucida prolongación la calle sube presto pero decae con desgana y finaliza desafinada arquitectónicamente hablando. 

Y así, gloriosa en sus dos terceras partes, pero desentonada en el tercio final, transcurre la sinfonía urbana de esta orquesta de Cámara. Quiero decir de La Cámara"

La Avenida de Alemania, aún estrecha pero con buenas aceras, que se enchanchan a partir de aquí, hace un giro a la derecha antes de unirse a la calle La Cámara, que cruzaremos un poco más adelante y de la que sigue hablando Legazpi de esta manera...

"Hubo en esta zona -y en pocos metros cuadrados- 'multitud' de locales destinados al ocio, cosa que llama la atención. Y es episodio aparte.

Al igual que las barbaridades urbanísticas cometidas La Cámara, capítulo que, también, toca otro día.

Pero esta calle comercial tiene una extraña singularidad y es el porrón de establecimiento del mismo gremio que se apelotonan en un tramo de unos 130 metros: seis ópticas y seis perfumerías (algunas de considerable tamaño)

Cosa insólita, aparente despropósito mercantil, que da que pensar. ¿Será Avilés tan celosa de su olfato y vista? O que los avilesinos son extremadamente cuidadosos con su higiene personal (jabones y perfumes) y la cosa cultural (vista cansada por lectura).

Esta 'Gran Vía de la Dioptría Perfumada' también es una suerte de termómetro político. En función de circunstancias históricas, llevó el nombre de García San Miguel, Pedregal, Generalísimo Franco, para terminar regresando -en 1979 y siendo alcalde Manuel Ponga- a su histórico nombre: La Cámara"

Estas calles son de notable actividad, tiendas, comercios y hostelería, empezaremos a ver abundante tráfico, trasiego de gentes, furgonetas de reparto... a la izquierda, bajo la palmera, la del Café Agora

A la derecha, las de otro templo gastronómico avilesino, la sidrería Casa Marisa, fundado en 1984 y regentado por María Luisa García García, que además de chigrera es peluquera

 Como nota curiosa hemos de decir que la sidrería abrió el día del mismo cumpleaños de Marisa, el día 26 de febrero de aquel año

Entre sus varias especialidades podemos comentar del repollo relleno de picadillo de carne y la merluza a la avilesina, el cachopo, el arroz con bugre (bogavante) y un largo etcétera

Una concha de la señalización oficial a la puerta puede animarnos a dar cuenta de los manjares de la tierra

Entramos pues y pedimos el menú, de primero rica Fabada Asturiana con su compangu, con la perola al lado para repetir hasta que se acabe, si queremos

Un merecidísimo primer plano. Fabes, tocín y morciella, así como un excelente artículo con receta del gastrónomo José Antonio Fidalgo:

"La polémica está «en el plato» (es decir, ya está servida) y un servidor, amante de los cambios de impresiones, va a «mediar» en el entuerto culinario. El asunto, por lo visto, surge de esta pregunta «en sin sentíu»: ¿Qué lleva la fabada: panceta o tocíno? 
Antes de discutir los «palabros»: «tocín», panceta (o «tocín entreverau») y «untu», matizaremos lo que se cita en dos cantares asturianos, ya del siglo XIX, que algunos entienden que son la primera lista de ingredientes de fabada.

1.- ¡Adiós, plaza del Fontán,
consuelo de mi barriga;
donde por dos cuartos dan
FABES, TOCÍN Y MORCILLA.

2.- Baxaren cuatro alleranos
todos cuatro de madreñes,
y en Santullanu pidieren
FABES, TOCÍN Y MORCIELLES.

Miren ustedes, a mi entender esto no es un recetario-anticipo de fabada; sino un simple y elogioso comentario de un «plato menú del día» ofrecido a gentes humildes (los mercaderes de la ovetense Plaza del Fontán y los cansados peregrinos al Salvador y a Compostela) o a los arrieros alleranos que, en ruta de mercancía hacia Oviedo, paraban a comer en Mieres o en Santullano. 
Tan humilde y tan escaso de ingredientes cárnicos, que el propio cantar lamentaba así:

Les fabes non taben bones,
morcielles no había denguna;
el tocín taba nel gochu…
¡Válgame Dios, qué fartura!
 

 Hoy a ese guiso de a diario, elaborado con «fabes corrientes» (como «les pintes», «les roxes»…) y enriquecido con algún aporte de cerdo como tocino («tocín»), morcilla («morciella»), chorizos sabadiegos y en algunos casos con un toque de unto («untu»), es lo que llamamos «FABES ESTOFAES». 
No una FABADA. 
¿Por qué «tocín» y no panceta? 
El tocino es producto graso unicamente, mientras que la panceta («tocín entreverau») contiene, junto con la grasa, parte cárnica tipo «jamonín» intercalado en ella.- Tocino y panceta proceden de la panza (barriga) del cerdo, pero son ligeramente distintos .- Ambos son productos de salazón y en algunos casos y gustos con un cierto y ligero ahumado. El tocino es más vulgar, más humilde; la panceta es más selecta, más «señorosa», más de fiesta. 
¿Y qué decimos del unto? 
El unto es la parte grasa del cerdo que envuelve al intestino. Se sala y se cura al humo o al oreo y su sabor, en crudo, no es agradable. 
Cocido con verduras o con legumbres les da un gusto singular y apetecible; pues como dice el refrán gallego :»Caldo que non leva un pouco de unto, non está no seu punto». 
Entre paréntesis les recuerdo que UNTO, en lenguaje político, significa soborno, comisión, regalo para que…. En una palabra, corrupción. 
Ya me entienden, ¿verdad? 
Bueno, bueno. 
Ya hemos aclarado uno de los puntos de mi «perorata». Ahora explicaré cómo cocino mis FABES ESTOFAES CON TOCÍN Y MORCIELLA. 
Tras un remojo en agua durante una noche pongo les fabes roxes (unos 300 g) en una tartera con un buen chorro de aceite, una cebolla picada, un diente de ajo picado, una zanahoria, un pimiento rojo pequeño cortado en cuatro trozos y una buena cucharada de pimentón extremeño. 
Rehogo todo muy buen y añado agua fría hasta cubrir. Hierve todo ello junto con un trozo de tocino blanco (unos 100 g escasos) y una morcilla asturiana, previamente dada un hervor en agua. En otros casos, en vez de morcilla uso chorizo … o «ambos a dos», que diría un cursi. A media cocción sazono con sal. 
Ya en su punto y el caldín un si es no es espesín, dejo en reposo durante una o dos horas y finalmente sirvo muy caliente"

 De segundo, una magnífica Merluza a la Avilesina... esencia de la gastronomía local

Otro buen primer plano y una receta de Luis M. Alonso de su artículo para La Nueva España Queridísima merluza:

"La merluza a la avilesina pertenece también con honores al recetario asturiano. Se sofríen ajo, jamón y cebolla ya pochada en una cazuela. Se agregan la merluza, dos almejas, un par de mejillones y un chorro de vino blanco, por persona. Se deja cocer durante un cuarto de hora, incorporando un fumet de pescado. Finalmente, se espolvorea de perejil y se sirve. Esta preparación, como muchas otras, procede del caldero de los pescadores que se embarcaban en compañía de unas cabezas de ajo, unas cebollas, unas patatas y, todo lo más, unos pimientos para condimentar el rancho en alta mar"

 

Y ahora Arroz con Leche, nuestro gran postre... con azúcar recién requemada y hecha rico caramelo... 

Y es que hay que reponer fuerzas y guardar energías para acometer ahora la cuesta de San Cristóbal

Y así, tras dar buena cuenta de estas exquisiteces salimos de Casa Marisa y continuamos ruta Avenida de Alemania arriba...

Llegamos así al cruce con la calle La Cámara, que viene directamente de El Parche (Plaza de España y Ayuntamiento)

Estos grandes bloques de pisos evidencian el gran crecimiento urbano avilesino, el cual continúa en nuestros días pese a una cierta disminución del número de habitantes, Muchos vecinos dejan el atestado centro urbano para vivir en las nuevas urbanizaciones de las afueras (o lo que fueron las afueras), donde "antes había solo praos", más amplias y tranquilas

Nosotros vamos a seguir recto y en cuesta, por toda la Avenida dfe Alemania, por lo que aquí cruzaremos la dicha calle La Cámara   


La "tentación" es cruzar directamente, aprovechando esta gran isleta triangular. Pero lo preceptivo es hacerlo un poco más a la derecha, por el paso de peatones


Si nos fijamos, al lado de la palmera, hay más señalética viaria y jacobita...


Obsérvese la concha xacobea en el rótulo: San Cristóbal es nuestra siguiente referencia geográfica y caminera para ir saliendo de Avilés y, enseguida, pasar al concejo de Castrillón


Parece mentira que por aquí, siglos ha, bajaban por el viejo camín real los carros de mercancías voluminosas que no podían cruzar por los puentes entre Avilés y Sabugo, dando un gran rodeo por Valparaíso y Miranda, bordeando por las alturas el valle del río Tuluergo


Al cruzar la calle La Cámara y pasar al otro lado vamos a fijarnos en un detalle a la izquierda


Una de las torres de la Iglesia Nueva de Sabugo, la construida para sustituir a la vieja que hemos dejado atrás tras la unión de las poblaciones con la desecación y relleno de las marismas. Esta nueva iglesia se empezó a construir en 1897 en el lugar en que había estado convento de la Merced, venido acá en el siglo XVII de Raíces (Castrillón). Del convento se aprovechó mucha piedra para este nuevo santuario, por eso nada queda tampoco de ese viejo monasterio mercedario consagrado en 1699 en el Campo Caín, levantado en terrenos donados por el marqués de Camposagrado, que tenían ese nombre porque, según la tradición, un hermano había matado a otro


El viejo edificio monacal de La Merced fue derruido en 1895 tras poco menos de dos siglos en pie. Aparte de sus reaprovechadas piedras, unos pocos de sus elementos se enviaron a diferentes santuarios de las inmediaciones. Del antiguo Campo Caín y el arruinado monasterio mercedario Armando Palacio Valdés en La Novela de un novelista (1921)
",,, y delante del arruinado convento de la Merced, otro gran espacio llamado Campo Caín, donde había siempre grandes montones de lodo destinados sin duda alguna al juego del llancón (la estaca)"
En otro apartado recuerda otros usos del viejo convento y elucubra sobre el nombre del lugar:
"Acostumbrábamos los chicos a recrearnos por las tardes, como ya creo haber dicho, en el llamado Campo Caín, o sea el trozo de terreno con árboles que se extendía delante del antiguo convento de la Merced. Este convento, medio derruido, servía para todas las cosas de este mundo: para escuela, para vivienda, para oficinas de la Aduana, para cuartel de carabineros, para telégrafo cuando lo hubo, etc., etc. El Campo Caín sólo servía para nosotros. Ignoro cómo a ese campo ameno y pacífico le dieron un nombre tan trágico. Es posible que en los siglos pasados se cometiese allí un fratricidio. A él dieron también en venir por las tardes a solazarse aquella primavera las niñas de la población con sus doncellas. El solaz de las niñas no era como el nuestro jugar a la estaca, saltar los unos sobre los otros y darse de mojicones. Ellas formaban corrillos, cantaban dulcemente y bailaban la giraldilla"

Aquí tenemos un buen banco por si deseamos reposar un poco antes de remontar la cada vez más pendiente cuesta a San Cristóbal, reajustar la mochila o atarnos bien las botas... 


Seguimos todo recto acera adelante al pie de estos edificios



Las flechas amarillas nos indican continuar por la Avenida de Alemania, nuevos barrios, como El Quirinal crecidos al amparo del gran despegue industrial y poblacional que supuso la siderúrgia de Ensidesa


Al fondo las torres de pisos de la calle González Abarca, dedicada al prelado avilesino Felipe González Abarca, cuya biografía plasma Alberto del Río Legazpi en Cuatro obispos de Avilés:
"Felipe González—Abarca García nació en Avilés en 1765 y vivió hasta 1842. También ingresó de niño en el [hoy] desaparecido convento de La Merced, que estuvo, más o menos, donde hoy se levanta la iglesia de Sabugo nueva. El joven fraile mercedario, con 24 años, fue mandado a Roma donde estudió lenguas orientales llegando a dominar el sánscrito, arameo, hebreo, árabe, griego y latín, algo de llamar la atención. En 1791 obtuvo la cátedra de hebreo en la Universidad de Santiago de Compostela donde residió veinte años. 
Este meteórico erudito avilesino ocupó la diócesis de Ibiza de 1816 a 1829 y posteriormente la de Santander, desde 1830 hasta su fallecimiento en 1842. Llaman la atención algunas medidas que tomó en Ibiza —y que recoge el historiador Joan Marí Cardona— especialmente la que ordena a los sacerdotes dar clases a los feligreses que no hubiesen podido estudiar las primeras letras en su infancia. 
En el tránsito entre Ibiza y Santander vino a Avilés donde fue recibido y agasajado en el Ayuntamiento quien le pidió un retrato suyo, cuadro que hoy luce (junto al de Fray Valentín Morán) en el salón de Recepciones del palacio municipal. Posteriormente otra Corporación dio su nombre, también en Ibiza, a una calle"

 Casualidades de la historia, la calle González Abarca está conectada con la Plaza de la Guitarra, donde tiene domicilio familiar monseñor Aníbal Nieto Guerra, obispo de San Jacinto de Yaguachi (Ecuador), que nació en Fermoselle (Zamora) peor que con tres años vino a Avilés, donde se asentó su familia al calor del trabajo de Ensidesa. Él mismo, lo manifestaba así en El Comercio-La Voz de Avilés para el redactor Fernando Busto, el 24-5-2021:

 «Me identifico como avilesino-zamorano. Mi padre trabajó durante 35 años en Ensidesa. Vivimos en Llaranes y tengo recuerdos muy hermosos. Después nos trasladamos a la plaza de La Guitarra…»


Del resto de su biografía nos habla también Alberto del Río Legazpi:

 "Su vocación religiosa surgió siendo estudiante en el colegio de los Salesianos de Llaranes. Más tarde ingresó en la orden de los Carmelitas y con el tiempo cumplió con su deseo de ‘ir a misiones’ y en 1975 ya estaba en Guayaquil, la segunda ciudad de Ecuador. Años de entrega y mucho trabajo le convierten (en 2006) en obispo auxiliar de Guayaquil y luego obispo titular de la nueva diócesis (creada en 2010 por el Vaticano) de San Jacinto de Yaguachi, territorio donde viven unos 600.000 fieles, de una población superior al millón de personas.

Allí sigue monseñor Nieto Guerra tras las huellas que han dejado en la historia Fray Valentín Morán, Juan de Llano-Ponte y Felipe González Abarca. Tengo leído que solo los que se esfuerzan por ir mas lejos descubren lo lejos que pueden llegar"

A nuestra izquierda vemos desde aquí la Quinta Pedregal, que perteneció al político José Manuel Pedregal, Ministro de Hacienda en 1922. a quien está dedicada esa calle


En la Guerra Civil fue incautada por las tropas republicanas como lugar de detención y, en noviembre de 1937, caído el Frente Norte, fue improvisada consistorial durante dos años, pasando seguidamente a ser cuartel de la Brigada de Investigación y Vigilancia, de infausto recuerdo, pues se practicaban durísimos interrogatorios, tras los cuales los detenidos eran enviados a la cárcel, al campo de concentración de La Vidriera, o fusilados directamente


Tiempo después la Quinta Pedregal acogía la pinacoteca y colección de porcelana de Sevres de José Luis García Arias, fundador del Grupo Melca


El investigador Pablo Martínez Corral ha estudiado su historia en el libro Memoria y olvido en la Quinta Pedregalasí lo cuentan en La Memoria, de Asturias Laica:
"Pablo Martínez Corral, historiador, profesor del IES  Arzobispo Valdés Salas, en Salas, e investigador de la Memoria Histórica acaba de publicar «Memoria y olvido en la Quinta Pedregal. La represión franquista en la comarca de Avilés« 
La Quinta Pedregal originalmente perteneció al político José Manuel Pedregal y  hoy acoge la pinacoteca y la colección de porcelana de Sèvres de José Luis García Arias, presidente del Grupo Melca y  pasa por ser, según Pablo Martínez Corral, el gran icono de la represión franquista en la comarca. 
El estudio de Martínez Corral analiza las políticas represivas franquistas en la comarca avilesina desde el 21 de octubre de 1937, y en su investigación conjuga diversas fuentes primarias y archivísticas. Comienza con el análisis de las distintas estrategias violentas empleadas sobre la población avilesina desde la entrada de las tropas franquistas. A continuación, mediante varios ejemplos, se relatan las diferentes técnicas para someter a una población considerada hostil: los paseos, los juicios sumarísimos, las palizas y las multas conforman las tácticas de control de la retaguardia. La memoria colectiva sobre los sucesos se analiza, finalmente, en torno a la Quinta Pedregal, en Avilés, edificio utilizado como centro de detención. A pesar de las políticas y discursos que se aplican en la posguerra, queda constancia de cómo las familias de las personas detenidas revindican dicho lugar como un símbolo de Memoria. 
A las varias presentaciones del libro hechas hasta el momento, se suma ahora su presencia en el programa La Memoria, programa que da título a la entrada y del que extraemos el fragmento de su entrevista. 
Así la anunciaban previamente:  «El termino «chupadero» nos remite siempre a aquellas cárceles de carácter clandestino o semiclandestino donde durante la dictadura argentina fuerzas militares o paramilitares mantuvieron prisioneros, torturaron y desaparecieron a miles de personas. Sin embargo, también en el estado español el esquema represivo puesto en marcha por los fasciofranquistas tras el golpe militar del 18 de Julio de 1936 incorporó espacios de carácter y funciones similares. Uno de ellos es la conocida como «Quinta Pedregal» en Aviles (Asturies) donde entre noviembre de 1937 y finales de 1939 cientos de personas cruzaron el umbral de esa casona requisada y convertida por las fuerzas franquistas en el centro de operaciones de la temida Brigada de Orden Público para no regresar jamás.  El profesor e historiador Pablo Martinez Corral es bisnieto de uno de esos desaparecidos y autor del libro «Memoria y olvido en la Quinta Pedregal» donde tras diez años de investigación refleja los ecos de esa memoria del terror que aún hoy palpita entre sus muros y también en los testimonios de los pocos supervivientes.  Y él estará con nosotrxs aquí, en «La Memoria»

En este tramo de gran acera y arbolado, es el Camino un precioso bulevar. San Cristóbal y la concha indican y confirman que vamos por el itinerario correcto 


Las áreas residenciales, con sus calles anchas y bien planificadas cara al tráfico rodado serán en esta subida el paisaje urbano predominante en nuestro entorno más inmediato


Los bajos comerciales van espaciándose algo más que en el centro. Abundan en este trecho clínicas y mutuas


A la izquierda las torres de pisos que se extienden hacia El Quirinal


La subida es aquí una buena rampa con anchísima acera, estupenda para el caminante, un hermoso paseo


Los barrios nuevos en el extrarradio de la urbe en alguno de los accesos al Hospital San Agustín, situado cerca de aquí y que veremos desde más arriba, cuando lleguemos a las urbanizaciones de San Cristóbal


A nuestra izquierda el Colegio Santo Tomás, que apenas asoma un poco del seto


Nos acercamos a la confluencia de la Avenida de Alemania con la de la Constitución. La fila de edificios del fondo señala la dirección a seguir, siempre en subida...


En el trabajo Descripción y análisis de la huella urbanísticadel boom inmobiliario en Asturias mediante Sistemas de Información Geográfica, 1996-2006, de los especialistas en urbanismo Víctor González Marroquín, Fernando Rubiera Morollón y José Luis Pérez Rivero hablan así de este periodo de crecimiento urbano:
"De 2000 a 2007 son los años en los que se gesta en España una burbuja alrededor del sector de la construcción impulsada por el boom inmobiliario y el elevado ritmo de crecimiento de la obra pública. Las consecuencias macroeconómicas de este crecimiento desequilibrado de la construcción son bien conocidas, sin embargo las consecuencias urbanísticas han sido menos estudiadas. Aunque el Principado de Asturias no es una de las regiones españolas con mayor presencia de burbuja inmobiliaria, es evidente que ha participado del proceso nacional. Los rasgos de esta región la hacen especialmente interesante para el análisis, debido al desarrollo de una conurbación poli-céntrica en la zona central y la convivencia de distintos tipos de desarrollo urbano en un espacio reducido. En este trabajo se aplica una metodología basada en la descripción y análisis de la información contenida en la cartografía digital referenciada. A través de la clasificación e interpretación de los píxeles de las orto-fotos correspondientes al Principado de Asturias podemos identificar la expansión urbana experimentada, distinguiendo entre los usos industriales y urbanos del nuevo suelo utilizado. Aplicando un análisis estadístico con modelos que contemplan la dependencia espacial de la información podemos identificar las causas del crecimiento urbano y describir sus distintos patrones. Identificamos los focos afectados por procesos de burbuja inmobiliaria, así como la morfología urbana que se consolida a consecuencia, entre otros factores, de una ausencia de coordinación entre los municipios que conforman el área central"

En este contexto, se analiza por parte de los autores el crecimiento urbano de las tres ciudades principales del área central asturiana. El caso de Avilés es significativo porque, dada u escasa extensión, este de extiende a los concejos limítrofes:

"Prestando atención al crecimiento de la zona central se observa cómo la ciudad de Oviedo se disemina hacia el Norte y el Este (Llanera, Siero y Navia). Avilés también expulsa su crecimiento a los municipios colindantes, aunque de un modo menos continuo que el de Oviedo con una ruptura entre la ciudad y su entorno. Gijón ha crecido de modo más auto contenido, muy disperso hacia el Este, pero siempre dentro del término municipal (...)

En el caso de Gijón se puede ver que el crecimiento ha sido más compacto ampliando los límites del área urbanizada y con una mayor intensidad de edificación en la propia ciudad. Gijón partía de una realidad más dispersa al inicio del periodo que ha moderado a lo largo del periodo analizado. Oviedo ha crecido con una fuerte diseminación. Su desarrollo se produce, como decíamos antes, hacia el Norte y el Este. La mayor parte del crecimiento ha caído en los municipios de Siero, Llanera y Navia. Al Oeste apenas ha existido crecimiento. La dispersión ha aumentado en el área Noroeste en dirección a Gijón. Avilés combina ambos modelos. La ciudad de Avilés ha crecido hacia dentro y en los límites al estilo de Gijón, menos apreciable por ser un crecimiento más moderado. Pero los municipios del entorno han capturado parte de su crecimiento. La menor proximidad a la ciudad, ubicada en el interior del término municipal, ha ocasionado un crecimiento menos continuo que el de Oviedo, con una corona verde entre los municipios del entorno y la propia ciudad de Avilés. Tanto en Oviedo como en Avilés se han desarrollado grandes centros comerciales en los límites mismos de cada municipio (Parque Principado en la frontera entre Siero y Oviedo y Parque Astur en la frontera entre Corvera y Avilés). Estos centros comerciales han reforzado el desarrollo urbanístico de ambos municipios. No se da un caso similar en Gijón. Los nuevos centros comerciales han quedado contenidos dentro del área municipal alrededor de las nuevas áreas urbanizadas"


En este sentido, es muy interesante apreciar cómo en Avilés y en la mayor parte de España, está extendiéndose el "crecimiento urbano a la americana", basado en urbanizaciones residenciales alejadas del centro histórico, lago que se hará especialmente perceptible a partir de aquí, donde aún estamos bastante próximos a ese centro del casco antiguo


A la derecha Edilan Café, en los bajos de este edificio antes del cruce. No serán muchos los bares que encontremos a partir de ahora desde aquí a lo alto de San Cristóbal, o mismamente hasta Castrillón


Una gran explanada donde se extienden también buenas terrazas. De frente las grúas señalan nuevas construcciones


En esta rotonda se instala la fuente que antes estaba en la Plaza de Pedro Menéndez, entre la del mercado, el Parque del Muelle y Sabugo


Es posible que cuando vengamos ya haya un edificio construido en el solar que tenemos enfrente, al otro lado de la Avenida la Constitución, que nos disponemos a cruzar


El mojón xacobeo señala aquí este paso y cruce, en un trecho bastante llano antes de continuar cuesta arriba. De la señalización del Camino dice de esta manera la famosa Xacopedia:
"Los estudiosos de la caminería han demostrado que todas las vías utilizadas por el hombre, desde la Prehistoria hasta la actualidad, han dispuesto de algún tipo de señal orientativa para guiar a quienes la siguen. En su magistral obra sobre el Camino de Santiago, el arquitecto Arturo Soria y Puig incide en la importancia que tienen estas señales, en algunos casos cuestión de vida o muerte, por ejemplo a lo largo de un puerto de montaña cubierto por la nieve, pero siempre necesarias para evitar pérdidas y rodeos innecesarios. El balizamiento, además, ha constituido también una manifestación del poder, que de este modo extiende su dominio por un espacio lineal -por ejemplo, en las vías romanas con la instalación de los miliarios-, y es por ello que ha tenido tanta importancia para el cristianismo, muy atento a la santificación del territorio por medio de cruces y cruceros, humilladeros, altares de ánimas, ermitas, torres, etc. 
El Camino de Santiago siempre ha dispuesto de hitos, pero a finales de los años setenta, en la pasada centuria, se hacía imprescindible, para propiciar su renacimiento, buscar una marca que permitiese identificar las antiguas veredas, pues de otro modo los peregrinos no tendrían más remedio que seguir las carreteras. Con un sentido práctico, Elías Valiña tuvo la sencilla y genial idea, como todas las de este gran promotor de la peregrinación contemporánea, de emplear la pintura amarilla y colocar las primeras flechas en las bifurcaciones y encrucijadas del Camino Francés. Desde entonces, la flecha amarilla han sido consagrada por las asociaciones jacobeas que balizan los caminos que conducen a Compostela. Se trata de una señal humilde, muy versátil y ubicua, pero su principal defecto es que necesita una permanente reposición. Para solventar este problema, pronto se buscó complementarla, que nunca sustituirla, con otros sistemas de guía"

Y así, luego de la famosa flecha amarilla comúnmente aceptada, se plantearon nuevas opciones de señalización, que sin sustituirla, se compaginasen con ella:
"A partir de 1986 la Diputación Provincial de Lugo comenzó a colocar, en coincidencia con el I Congreso de Estudios Históricos en el Camino de Santiago, marcos decanarios pétreos que, al tiempo que publicitan al pagador, marcan las distancias hacia Compostela. El modelo de este monolito, realizado en piedra granítica, sería copiado por la Diputación de A Coruña y, con una medición mucho más precisa, por la Xunta de Galicia en todas las rutas de su territorio, consagrando la forma de un mojón trapezoidal de piedra o cemento, con el emblema de la concha de venera labrada o modelada en una placa cerámica. Esta tipología se ha ido extendiendo al resto de las rutas, sobre todo al Camino Norte, aunque el emblema de la concha, con los colores de la Unión Europea, ha sido dispuesto, como indicador de la dirección, de forma diferente según el lugar: así todas las líneas de la concha confluyen en su base, que representa la meta compostelana y el sentido a seguir, en Asturias y el resto de las comunidades cantábricas, pero en Galicia sucede justo al contrario, y son los rayos mayores, alargados, los que actúan al modo de flecha. 
Pese al deseo de buscar un patrón de señal, más allá de las flechas amarillas, aceptada por todos los sectores implicados en la promoción del Camino de Santiago, en el I Congreso Internacional de Asociaciones Jacobeas (Jaca, 23-26 de septiembre de 1987), un encuentro clave en la reformulación del moderno peregrinaje, no se alcanzó ningún consenso. En una de sus conclusiones el congreso se limita a sugerir que el Consejo de Europa debería ponerse de acuerdo con las administraciones implicadas para “señalizar kilométricamente con hitos o mojones de piedra el Camino de Santiago colocando, además en la parte adecuada de las bifurcaciones, otro hito que indique de forma inequívoca la continuación del Camino”. Se deseaba aunar, de este modo, la visión romántica de una calzada antigua, al modo de las romanas y sus miliarios, con la entonces acuciante necesidad de orientación"

Aparte de la flecha, elConsejo de Europa, al declarar al Camino Primer Itinerario Cultural Europeo en 1987, auspició una marca propia basada en la concha como icono y los colores azul y amarillo de la bandera bandera europea

"La realidad actual de la señalización, sin embargo, no ha redundado en la creación de un único referente, y la flecha amarilla sigue siendo la guía más humilde y universal, conocida por todos los peregrinos desde el primer día que se ponen en camino en cualquier país de Europa, por cuyas rutas se ha extendido hasta los confines del continente. Junto a ella conviven una gran multitud de modelos, generando una dispersión a la que han contribuido los planteamientos localistas y el afán diferenciador cultivado por asociaciones jacobeas, ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, estados, etc. Por otra parte, las vías secundarias han adoptado esquemas de actuación similares a los de las empresas, que buscan el apoyo de la publicidad para vender su producto, con la pretensión de diferenciarse del Camino Francés con iconos identitarios"


Cruzamos así la Avenida de la Constitución, importante vía que comunica El Quirinal con Los Telares, las estaciones de tren y autobuses y la zona de La Ría 


Seguidamente seguimos por bueba acera siempre subiendo y siempre por la Avenida de Alemania


Empezaría aquí el que viene a ser el repecho más fuerte de la subida a San Cristóbal


Frente a nosotros, en un bajo, está la panadería La Armonía, fundada en 1980, donde también podremos proveernos de pan o algún dulce o pastel


Buena energía todo ello para acometer estas rampas...


Hay también más paseo arbolado con buena y ancha acera, además de bancos


Y así pasamos al lado de algunas casas del oficialmente llamado Poblado de Pescadores Nuestra Señora de las Mareas, a donde vinieron los pescadores sabugueros tras su inauguración en junio de 1943, con presencia del entonces Ministro de Trabajo José Antonio Girón y las cámaras del noticiario NO-DO (Noticiarios y Documentales), de ahí su nombre más extendido y popular: El Nodo


Fue diseñador del nuevo barrio el arquitecto Carlos de Miguel, cuya biografía y trayectoria leemos en la Real Academia de la Historia:
"Miguel González, Carlos de. Madrid, 1904 – 11.II.1986. Arquitecto, crítico e ingeniero.Titulado en 1934, era también ingeniero del Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI) desde el año 1924.

Fue director del Boletín de la Dirección General de Arquitectura y de la Revista Nacional de Arquitectura, siendo responsable del sello crítico que tuviera en los años durante los que la dirigió. Fue el organizador de las “Sesiones Críticas de Arquitectura” durante casi veinte años, que asimismo se encargó de publicar, y que constituyen el testimonio de mayor prestigio de los arquitectos españoles. Durante aquel período dio cauce a la publicación de los artículos de algunos de los arquitectos más relevantes de la generación posterior, sin atender a su orientación o signo ideológico, vía que sirvió a muchos de ellos de catapulta hacia una sólida carrera posterior. Esto explica la aparición de artículos de arquitectos tan dispares como Oriol Bohígas, Antonio Fernández Alba, Francisco de Inza, Juan Daniel Fullaondo o José Luis Fernández del Amo.

Entre sus obras arquitectónicas, destaca la Tribuna del estadio de San Mamés, en la que abandonó el concepto de cubierta-visera proyectando un cerramiento arqueado que se apoya en los muros laterales de la tribuna.

Se trataba de dos arcos atirantados de gran luz que daban una imagen moderna fundada en la estructura.

En 1964 intervino en el proyecto de la Ciudad de los poetas, uno de los conjuntos de viviendas más destacados en Madrid, en el que busca alejarse de la idea de barrio dormitorio proyectando un nuevo centro comunitario cuya trama se adaptaba a los desniveles naturales del terreno y con necesidades sociales perfectamente estudiadas.

En la década de 1970 fue co-organizador, con Oriol Bohígas, de los “pequeños congresos”, debates entre arquitectos madrileños y catalanes que discutían sus puntos de vista sobre la arquitectura moderna que seguía intentando imponerse.

Falleció en Madrid en febrero de 1986, dejando viuda a su esposa María Luisa Fernández de las Cuevas Guerrero. Fruto de este matrimonio hubo cuatro hijos: dos mujeres y dos hombres.

Obras de ~: con R. Magdalena, Concurso restringido de anteproyectos para el nuevo estadio de Chamartín, Madrid, 1944; Escuela Profesional en Vallecas, Madrid, 1950; con J. A. Domínguez Salazar, R. Magdalena y C. Fernández Casado, Tribuna del Estadio de San Mamés, Bilbao, 1951; con A. Perpiñá, Conjunto residencial “Ciudad de los poetas”, Madrid, 1964; Concurso de anteproyectos para el Pabellón español en la Exposición Universal de Bruselas 1959, s. f.
Escritos: con F. Chueca Goitia, Modelo para un palacio en Buenavista. Ventura Rodríguez, Madrid, Plutarco, 1935; con F. Chueca Goitia, La vida y las obras del arquitecto Juan de Herrera, Madrid, Gráficas Carlos-Jaime, 1949; Madrid, plazas y plazuelas, Madrid, 1976; El barrio de Salamanca en el recuerdo, Madrid, 1981"

Aquí primeramente cruzamos de frente por la calle Navío, nombre especialmente marinero como debe ser en un barrio de pescadores


De frente pero a la vez subiendo hacia la izquierda, siguiendo en todo momento esta Avenida de Alemania que aquí realiza una curva bastante cerrada


De frente la calle El Balandro, a la izquierda la Avenida de Alemania, por donde hemos de continuar


Si nos fijamos veremos una flecha amarilla en el bordillo de la avenida


La flecha que confirma nuestra ruta, en continuo ascenso...


Cuidado porque en este margen no hay aceras. Sí hay a la izquierda, donde tenemos otra panadería, Carbayedo, también con buenas viandas


Seguidamente hay un mojón. Sí hay aceras a la izquierda, donde tenemos otra panadería, Carbayedo, también con buenas viandas


Luego de este cruce volveremos a tener aceras si vamos por la derecha


Estas son las urbanizaciones construidas más recientemente en esta cuesta de San Cristóbal, en plena zona de expansión urbana de Avilés


Mientras a nuestra derecha, entre las casas, vemos en El Nodo la iglesia de Nuestra Señora de las Mareas, de la que es párroco el sacerdote avilesino Víctor Gaínza. Destaca sobre todo su altísimo campanario. Pero fijémonos también en ese ábside semicircular con contrafuertes, tal vez una concesión al románico-gótico


Aquí las urbanizaciones tienen entre ellas amplias zonas verdes, es una zona residencial por excelencia, bien comunicada pero a la vez tranquila respecto al bullicioso centro


Palmeras, césped, jardines conforman el entorno de estos bloques en lo que viene a ser un pequeño y coqueto barrio-dormitorio


Las aceras siguen siendo buenas y anchas, haciendo de este tramo un hermoso paseo urbano, pese a las cuestas...


Ahora legamos a la calle Ría de Avilés, que vamos a cruzar para seguir subiendo...


Para siempre mayor seguridad, usemos el paso de cebra que tenemos un poco más adelante


En medio de las calles y en plena cuesta una vivienda unifamiliar de antes de las urbanizaciones: Villa Suárez, por donde continuaremos camino a lo largo de la parroquia de San Cristóbal, que fue antiguamente llamada de Tuluergo, por el río, y luego de Entreviñas, por sus viñas, de las que prácticamente no queda más que el topónimo, aparte de algunos viejos documentos...











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