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miércoles, 19 de marzo de 2014

SAN SALVADOR DE DEVA "POR EL AMOR DE LA REINA VELASQUITA": LA QUINTA VERETERRA Y EL FANTASMA DE ANA DE SOLÍS, EL LLAGAR DE ARSENIO, EL CONDE DE REVILLAGIGEDO Y PEÑAFRANCIA (GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS)

 

San Salvador de Deva y el campo de la iglesia

Si bien no en el mismo Camino de Santiago del Norte, sí próxima a él por escasos metros desde la bajada de La Olla a La Pontica, la iglesia gijonesa de San Salvador de Deva conserva en su advocación la memoria de los caminos de peregrinación de los salvadores, las rutas a la catedral de San Salvador de Oviedo/Uviéu, donde se custodian en su Cámara Santa algunas de las reliquias más veneradas de la cristiandad, llegadas según la tradición desde Jerusalén escapando de invasiones y que al final acabaron en el mítico monte Monsacro antes que fuesen bajadas a la naciente capital asturiana con Alfonso II El Casto, bajo cuyo reinado se descubrió a la vez el que se tiene por sepulcro de Santiago en Compostela, al otro extremo de sus dominios 

Por eso, las sendas a San Salvador y a Santiago, vinculadas entre sí desde un principio, se llenaron de templos con estas dos advocaciones jalonando el recorrido a estos dos grandes centros de peregrinación y acogida, como este de Deva. Con el tiempo, cuando con el gran despegue de las peregrinaciones a Santiago desde Europa, a partir sobre todo del siglo XII, los viejos caminos primigenios fueron relegados en favor de los de la meseta, que discurren más al sur, aprovechando las inmensas llanuras de la meseta norte, recién ganada a los musulmanes, muchos eran los peregrinos que seguían escogiendo las rutas norteñas, tanto a la ida como a la vuelta de Compostela, naciendo a nivel europeo dichos tan célebres como el que, con ciertas variantes y en varios idiomas, viene a decir que "quien va a Santiago y no al Salvador visita al criado y olvida al Señor"

Inscripción de la reina Velasquita

En este contexto y en una época intermedia entre el traslado de las reliquias del Monsacro a la nueva capital del Asturorum Regnum, con la posterior inventio de la tumba de Santiago en Compostela (s. VIII), y el gran aluvión de peregrinos y otras gentes por los viejos caminos de Europa (s. XIII) al asentarse los reinos cristianos europeos surgidos tras la caída del Imperio Romano (s. V) y reorganizados tras las invasiones musulmanas, vikingas y magiares que casi los hacen sucumbir, es cuando se funda, poco antes de la apocalíptica fecha del año 1000, San Salvador de Deva, "fundado por el amor de la reina Velasquita",  como dice la inscripción que milagrosamente se conserva, recompuesta, en el montante de la portada sur, en un momento en que además, ya se había trasladado la capital a León, surgiendo un nuevo reino que ya se expandía al otro lado del Duero, llegando al Tajo y más allá, propiciando la apertura de nuevos caminos

Nuestra Señora de Peñafrancia, cerca de la iglesia de San Salvador de Deva

Al principio sabemos que San Salvador de Deva fue un monasterio, es fácil imaginarse que acogiese a peregrinos en aquellas primeras fases de las peregrinaciones a San Salvador y a Santiago antes de la gran eclosión bajomedieval, pues además la tradición romera de Deva llega hasta el siglo XVIII al menos, cuando en 1709 se sabe que llega a la parroquia un peregrino francés, llamado Lorenzo Boyer, que detiene, parece ser que de manera permanente, en Deva, encantado por este lugar, pasando a hacerse cargo de guardar no el antiguo monasterio, extinguido en el siglo XIV y luego parroquial, sino en la cercana capilla de Nuestra Señora de Peñafrancia, construida entre 1689 y 1691 a escasos metros, en el nacimiento del río llamado Deva (que luego pasó a ser más conocido como Peñafrancia), nombre relacionado con la diosa celta de la naturaleza, Deva, venerada precisamente en las fuentes y nacimiento de los ríos pero también en todo lo vinculado al agua, origen y fundamento de la vida, por lo que estaríamos en estos parajes ante evidentes casos de cristianización de cultos ancestrales, dando Deva también nombre a la parroquia

Tras siglos de reformas y transformaciones, pasando por la destrucción de la Guerra Civil, muy poco, aunque muy bueno como la lápida de consagración, es lo que queda de la que fue la iglesia primigenia amorosamente fundada por Velasquita en un momento también difícil para ella dentro de los tormentosos episodios matrimoniales de su marido Bermudo II, del que llegaría a vengarse cara a la posteridad tras su divorcio, dejando, ayudada tras su muerte por las crónicas del obispo Pelayo, una memoria nefasta de su recuerdo que ha llegado a nuestros días y de la que, aún hoy, se discute qué hay de realidad y qué de mala prensa transmitida por Velasquita y otros de sus oponentes, que no serían pocos los contrarios a su política, en la que se incluyen sucesivos matrimonios

La Senda del Ríu Peñafrancia llega a San Salvador de Deva

Por ello, si bien es verdad que el peregrino no tiene tiempo ni fuerzas para estar siempre deteniéndose a mirarlo y conocerlo todo a cada instante, cuanto aún menos para desviarse del Camino aunque sea unos metros, no está de más señalar que, dada su relevancia, es de fácil acceso, a partir del trayecto jacobita oficial, tomando la ruta alternativa de la la Senda del Ríu Peñafrancia, que recorre estas riberas fluviales desde el casco urbano gijonés y que nosotros podríamos seguir desde el cruce del Estanco del Infanzón, al lado del Camping Deva, donde tradicionalmente se detienen a pernoctar muchos romeros pues, desde hace décadas, viene a contar con el albergue público gijonés, a la espera de que se haga realidad alguna vez el tantas veces pospuesto alojamiento municipal de peregrinos en algún lugar de la ciudad

El Estanco del Infanzón

Este es el Estanco del Infanzón, en la carretera N-632, a la que salimos tras bajar de La Olla por una boscosa pista de grava que sigue el trazado del viejo Camín Real de la Costa. Nosotros llegamos a este cruce por una senda que sigue por la cuneta de la izquierda de la carretera, arrimados al seto con el Camping de Deva, llamado así oficialmente pero que como el Estanco del Infanzón se halla realmente en términos de la parroquia de Cabueñes

El Camino de Santiago cruza aquí la N-632 para tomar, a la derecha, El Camín del Estanco, siguiendo luego por el valle de Cabueñes hasta Somió y entrar en el casco urbano gijonés por La Guía, pasando el río Piles. No obstante, los peregrinos que deseen parar en el camping han de tomar el camino de la derecha, El Camín de la Pasadiella, para dirigirse a su entrada: esto segundo es lo que vamos a hacer en esta ocasión


Tomamos pues El Camín de la Pasadiella, que se dirige a las puertas del Camping, cuyas instalaciones vemos a la izquierda. La boscosa finca de la derecha, cerrada por un viejo muro de piedra, es la antigua Quinta Vereterra, actualmente La Quinta del Ynfanzón, nombre del afamado negocio de hostelería y hotel que ocupa el antiguo palacio, restaurado, que no vemos desde aquí, tapado por los árboles, y cuya entrada principal está al otro lado, en la Carretera Deva, a la que se accede desde la N-632 desde El Cruce, donde también está la sidrería de este nombre


A lo lejos, al sur, el Monte Deva (424 m), totémica montaña que también lleva el nombre de la diosa que dio topónimo a la parroquia, espacio natural ganado para uso público con áreas recreativas, área arqueológica, observatorio astronómico, apiario, centro de interpretación de la naturaleza y, por supuesto, repoblaciones de árboles autóctonos aunque aún predominan las plantaciones de eucaliptos


Aquí hay unos majestuosos robles, unos preciosos carbayos que desde la Quinta Vereterra dan sombra al Camín de la Pasadiella, topónimo que parece relacionado con pasar o lugar de paso, del latín passum, paso


Área de Autocaravanas, el Camping Deva, inaugurado en 1991, cuenta además con cabañas, bungalows, por supuesto parcelas de acampada, casa-chalet, alquiler de caravanas y tiendas de campaña, que se despliegan en verano, así como albergue de peregrinos


Peregrinos que pueden hacer uso de las demás instalaciones del camping, cuya entrada está aquí, así como la zona de parking

Aquí se accede a la recepción, bar, restaurante, tienda, piscinas, cancha deportiva y demás instalaciones campistas, un lugar ideal para hacer un alto y descansar de nuestra larga caminata, por lo común comenzada en esta jornada en Villaviciosa o sus inmediaciones


Es por ello muy posible que a muchos peregrinos, si han llegado con tiempo y fuerzas, les apetezca, tras el muy necesario descanso, darse un paseo por las cercanías, muy rurales, de estas parroquias de Deva y Cabueñes, en la zona occidental del concejo de Gijón/Xixón, acercándose a la iglesia parroquial, a unos 1.000 metros de aquí o poco más


El paseo, todo hay que decirlo, además de los alicientes del paisaje, la historia y el patrimonio, con todo en sentimiento que ello conlleva, también puede verse amenizado por la existencia de varios chigres merenderos, renombrados establecimientos hosteleros de cocina asturiana, a bastante buen precio, los más con instalaciones también al aire libre


Hay dos calles paralelas para entrada y salida de vehículos del camping, separadas por una franja verde donde se ha plantado una línea de arboles


Luego de un tramo recto El Camín de la Pasadiella gira a la derecha en ángulo recto enfrente de la entrada a la Casa la Porciúncula, vivienda para sede de la Comunidad Terapéutica La Santina, de Cáritas


Sobre lo que fue una vivienda unifamiliar construida en la década de 1960 se habilitó, dos décadas después, una residencia para personas mayores, la cual, posteriormente, fue cedida a Cáritas tras una reforma integral encargada por los Hermanos Menores Capuchinos al estudio AIU Arquitectura


A la izquierda, el portón de acceso a Casa la Porciúncula. De su construcción y puesta en marcha informaba el periodista M. Moro para El Comercio el 7-11-2014:
"La empresa Esfer está concluyendo la rehabilitación integral de la Porciúncula, una casona de Deva propiedad de Los Capuchinos, para convertirla en el primer ejemplo en España de edificio de consumo de energía casi nulo resultante de una reforma. Allí se mudará a partir del día 27 de este mes la comunidad terapéutica La Santina de Cáritas. El equipamiento asistencial dará servicio a 28 personas con problemas de alcoholismo que irán entrando y rotando en él. 
El proyectista de esta obra, el arquitecto gijonés Marcelino Galán, explicó ayer de forma pormenorizada la actuación llevada a cabo en Deva en el marco de la III Jornada de Rehabilitación Energética y Sostenible de Asturias, organizada por Esfer y celebrada en el recinto ferial Luis Adaro. 
Según destacó Galán, el edificio está dotado con una envolvente térmica y unos materiales de aislamiento y hermeticidad de primer nivel, siguiendo los estándares constructivos de máxima eficiencia energética del movimiento Passivhaus. Se estiman unos gastos en agua caliente y calefacción de entre 100 y 200 euros por persona y año. La remodelada casona incorpora, asimismo, un sistema de ventilación mecánica con recuperación de calor, que garantizará una gran calidad ambiental en el interior, manteniendo la temperatura constante entre los 19 y 21 grados y renovando el aire cada tres horas. 
Para la conversión de la Porciúncula en un edificio de consumo de energía casi nulo ha sido necesaria una inversión de un millón de euros. El 80%, aportados por la orden de los Capuchinos y el 20% restante, por La Caixa."

Llegados al cruce pues seguiremos por El Camín de la Pasadiella a la derecha, viendo seguidamente la finca, de pumares y otros árboles frutales, del llagar de Sidra Arsenio, junto a cuya entrada también vamos a pasar ahora


A la derecha, sigue el muro de la Quinta Vereterra, cuya extensa finca tiene forma de gran rectángulo entre la este Camín de la Pasadiella, que la bordea por el este y aquí, por el sur; la Carretera Deva, a la que vamos a salir ahora, y la carretera N-632, que hemos dejado en el cruce del Estanco del Infanzón


De la quinta se sabe al menos desde el siglo XV y que pasa a los Vereterra a mediados del XVIII con Miguel de Infanzón, párroco de Deva. Su palacio, que seguimos sin ver, era una casona asturiana reformada durante estas centurias pues padeció incendios y el paso de las carlistadas o guerras carlistas. La última gran transformación se acometió en 1852. Es posible que de entonces provengan estos muros


A la izquierda, Casa Aurelio Juliana, entre La Porciúncula y el Llagar Arsenio. El Camín de la Pasadiella baja suavemente, todo recto hasta la Carretera Vega, que veremos al pasar el llagar


 Según se refleja en los mapas correspondientes a Deva Cabueñes de la Colección Parroquies del Ayuntamiento de Gijón/Xixón, el Camín de la Pasadiella hace aquí de frontera entre ambas parroquias


A la derecha, por ejemplo, la Quinta Vereterra y el Camping Deva están en Cabueñes y estas de La Porciúncula, Casa Aurelio Juliana y Sidra Arsenio, situadas a la izquierda, en Deva


En la finca de la derecha nos encanta un hermoso texu que vemos junto a la entrada


Y esta es la gran llanura del valle del Peñafrancia y sus afluentes, que se extiende, a lo lejos y al sur, hasta el Monte Deva y, a su derecha, La Cuesta y Les Peñes, en la vecina parroquia de Santurio


Más allá, al sur del concejo, entre las parroquias de Llavandera y Güerces y encima de la de Vega, El Picu'l Sol (439 m), con el Picu Samartín (519 m) más atrás, a su izquierda y haciendo frontera con Siero, lo mismo que a su derecha El Monte Güerces y el Altu la Madera (280 m)



El acceso principal a esta atalaya sobre el concejo gijonés y su villa de Jovellanos se hace por Tueya, a su izquierda, parroquia de Llavandera, donde está el famoso llagar y chigre de Sidra Trabanco, que ha aprovechado uno de los túneles del malogrado Ferrocarril Gijón-Lieres-San Martín del Rei Aurelio, que recorre sus entrañas pero que nunca llegó a circular pese a hacerse todo su trazado con viaductos, puentes y túneles incluidos. Posteriormente, parte de ese recorrido fue aprovechado para llevar el carbón de la mina La Camocha, en el límite de Güerces con Vega, hasta El Musel, el cual funcionó entre 1949 y 1986, cuando hizo su último transporte. El trayecto del Ferrocarril de La Camocha fue reformado como vía verde peatonal y ciclista, abierta pública y oficialmente en junio de1998 


El Picu'l Sol debe su nombre, se dice, a haber sido un verdadero reloj de sol por el que los habitantes de las parroquias circundantes sabían la hora del día según las sombras proyectadas por sus laderas y pliegues respecto a la luz solar, así como las estaciones según la posición del astro rey en torno a su cima. Su forma característica, más o menos cónica o piramidal, ha ayudado a ser esta "aguja horaria" en uno de estos montes costeros que, pese a no ser de gran altitud, abarcan un grandísimo campo visual desde la costa al interior, prueba de ello es que fue puesto de observación de la aviación republicana en la Guerra Civil, extendiéndose a sus pies el aeródromo de La Camocha, en la llanura de Les Prairíes


Continuamos avanzando por el Camín de la Pasadiella. Suele haber buena visibilidad pero en ocasiones puede haber bastante tráfico en temporada alta, al ser acceso al camping y su renombrado restaurante, como lo es el de la Quinta del Ynfanzón, antigua Vereterra, cuya obra en base a la casona familiar se realizó en 2002. Esta es su historia según la conocemos de su propia web:
"La Quinta del Ynfanzón es una casona asturiana que ha ido pasando de padres a hijos durante casi los últimos diez siglos. En este momento, y tras sufrir al menos tres incendios y algunas guerras, se ha recuperado gran parte de ella manteniendo fielmente su ultima apariencia datada en 1852, fecha a partir de la cual se añade el salón de música (actual comedor de carta) y la galería que unía este con el antiguo comedor. de este modo se lograba un amplio espacio para fiestas y banquetes por el cual pasó lo más granado de la sociedad asturiana del pasado siglo XX. 
En los últimos tiempos el deterioro empezaba a ser muy considerable, tanto es así que fue necesario buscar una manera de reflotar el conjunto y se optó por una solución que permitiera mantener la unidad de la propiedad y al tiempo afrontar las obras que pedía. Así nace el restaurante, cafetería y  hotel, que junto con el salón para bodas y actos multitudinarios, los jardines y su gran aparcamiento, conforman la actual oferta pública de "La Quinta".

Portón de Casa Aurelio Juliana, una de las que miran al muro de la Quinta del Ynfanzón, cuyo director-gerente es Claudio Vereterra y Fernández de Córdoba, miembro de la estirpe de la casona, quien afirmó, en entrevista concedida a la comunicadora Cuca Alonso para La Nueva España y publicada el 10-10-2010 que "Yo nací para ser otro, pero llamó el deber familiar: era necesario defender el patrimonio"; así continúa:
-Por favor, defínase
-Soy una persona normal; trabajador infatigable, constante y cabezón. Nunca me aburro, siento curiosidad e inquietud por muchas cosas y creo disponer, además de un buen sentido del humor, de cierto grado de osadía para innovar e investigar. Mi empeño en defender el patrimonio de la familia ha logrado preservar un espacio natural de todo tipo de especulaciones, tanto urbanísticas como económicas a fin de poder compartirlo con la gente en general. 
-¿Dónde vive? 
-En nuestra casa de siempre, dentro de la finca. 
-¿Quién tenía la sangre más azulada, su padre o su madre? 
-Eso es algo irrelevante, y a los dos los he querido igual. Pero en el sentido de su pregunta, sus antecedentes históricos están bastante equiparados. La curiosidad es que me apellido Vereterra dos veces y Fernández de Córdoba, tres. 
-¿Ya tiene relevo para coger el testigo familiar? 
-Sí, cuento con una generación de sobrinos muy potente. Yo estoy casado, sin hijos, pero mis cuatro hermanos me han dado cinco descendientes. El primer dueño testado de la finca, en el siglo XV, fue Diego García Piñueli, y a partir de él se dispuso que la heredad pasara siempre al primer hijo varón, pero merced a diversas circunstancias familiares -descendencia sólo de mujeres o que hubiera varios clérigos, el apellido fue cambiando, aunque sin perder la línea directa familiar. De este modo, a mediados del siglo XVIII la finca pasó a un Vereterra, y llevamos ocho generaciones en ella. Son diez hectáreas que hoy han cobrado importancia con relación al tamaño de las posesiones, pero hace siglos esto era un discreto terrenín en un lugar llamado Cabueñes. 
-En tanto tiempo, habrá un fantasma... 
-Hay varios, el primero el dueño. En serio, el fantasma se llama doña Ana de Solís. Es una bonita tradición familiar. 
-¿Qué vínculo han tenido con Carmen Polo de Franco? 
-Su padre tenía una hermana que se casó con mi bisabuelo; uno de los hijos del matrimonio fue Claudio Vereterra Polo, el último alcalde que tuvo Gijón antes de la proclamación de la II República. Por tanto, Carmen Polo y mi abuelo eran primos hermanos. 
-¿Suelen ocultar el parentesco? 
-No, ni lo callamos ni lo aireamos; nos es indiferente. Otro de nuestros bisabuelos fue Saturnino Calleja, de Editorial Calleja, y tampoco lo divulgamos. 
-Usted, ¿para qué había nacido? 
-Para ser otro. Estudié Ciencias Biológicas e Informática, y durante 20 años hice teatro llegando a representar a España en el I Certamen Internacional de Teatro «Ciudad de La Habana». También organicé el Maratón de Teatro Ciudad de Gijón, con el fin de recaudar fondos para las víctimas del huracán Mich. Fui muy feliz en esa época de mi vida, pero me llamó el deber familiar. Era necesario defender el patrimonio y sacarle un rendimiento. Decidimos abrir la finca al público y en la actualidad vivimos de ella quince familias. 
-¿Le obsesiona la crisis? 
-No, pero nos está haciendo la puñeta. 
-¿Cuál es el punto más fuerte de la Quinta del Ynfanzón? 
-Lo más importante es hacer feliz a la gente, pero si nos referimos a la fuente de ingresos, sin duda, las bodas. 
-En un marco tan precioso, calculo una lista de espera de tres años... 
-De momento nuestras reservas se alargan a dos. 
-¿Su gran problema es el cocinero? 
-No, es mi gran ventaja. Contamos con dos de los mejores profesionales que hay hoy en este país. Son capaces de hacer desde un humilde caldito hasta desmontar y reconstruir el plato más sofisticado. De hecho estamos apostando por menús muy novedosos, que sean marca de la casa, pero sin renunciar a la cocina tradicional. 
-¿Usted qué come? 
-De todo, soy un tragón compulsivo. De este modo siempre puedo ponerme en el lugar del comensal, no del empresario. 
-Se nota su buena alimentación, ¿su peso y estatura? 
-1,92 y 90 kilos. Calzo un 46. 
-¿Dice tacos? 
-Bueno... Pero no debería. 
-Si se reencarnara... 
-Lo haría en mi mismo, pero con menos años. Nací en 1961 y dicen que era un niño muy mono, gordín. Me llamaban Claudín. 
-¿Qué ve en sus pesadillas? 
-Mis malos sueños siempre giran en torno al mal tiempo, que merma la belleza de la finca. Ahora mismo, el negocio de la Quinta del Ynfanzón está tan controlado que el único cabo suelto para cualquier evento es la meteorología. 
-¿Cómo se evade, en qué pierde el tiempo? 
-En el mar. El mar es la escapatoria más gratificante. Soy pescador desde que tengo uso de razón. Con el primer sueldo que obtuve en el teatro, después de trabajar todo un verano, compré unas gafas de buceo, unas aletas y un fusil. Los usé durante años, pero ahora tengo un equipo muy bueno. 
-¿Dónde se sumerge? 
-En toda la costa asturiana; la conozco muy bien. 
-¿El mejor caladero? 
-El mar. Es la respuesta que suele darse. Antes de tener coche iba en autostop o autobús a mis orillas. Un día pesqué un congrio de 20 kilos en Estaño y aún sudo al recordar la caminata cargando con él hasta la parada del autobús. 
-¿Volviendo a su negocio, han adaptado los precios a la precariedad actual? 
-Lo curioso de Quinta del Ynfanzón es que pese a estar englobada en el sector lujo por instalaciones y entorno, los precios son tan populares como los de cualquier restaurante de Gijón, e incluso más asequibles. 
-Veamos, ¿cuánto cuesta un café, y una botella de sidra? 
-Café, 1,30 euros. La sidra, 2'70 euros. 
-¿Le gusta ser un relaciones públicas? 
-Me encanta tratar con la gente y ver cómo disfruta de nuestra oferta. 
«Soy pescador desde que tengo uso de razón, con mi primer sueldo me compré unas gafas de buceo, unas aletas y un fusil» 
«Al ser un tragón compulsivo, siempre puedo ponerme en el lugar del comensal y no del empresario»


La presencia del fantasma de Ana María no es solo en la casa, sino también en la finca, especialmente el día 25 de agosto, momento de gran afluencia de gentes en plena temporada turística, por lo que no sería extraño que se nos apareciese en El Camín de la Pasadiella a los peregrinos demasiado madrugadores, cuando salen aún de noche

Doña Ana de Solís, retrato de la Casa Vereterra

... A ver qué nos dicen de ello en la Quinta del Ynfanzón:
"Eran tiempos oscuros de guerras y ausencias.... Doña Ana de Solís tenia mucha juventud y poca cabeza. Y sucedió, que recién muerto D. Luis, vinieron sus hermanos a dar la triste noticia... 
Doña Ana es el fantasma que se aparece en la casa y finca, especialmente el día 25 de agosto, día de San Luis y nombre de su esposo. 
Se dice que fue emparedada por adúltera, en un día del santo de su difunto marido, y que lejos de arrepentirse o pedir perdón, sólo podía pensar en lo guapa que su amante no podría verla...¡Cosas de mujeres!. El caso que por todos los medios trata de encontrar la ocasión de celebrar la fiesta que la fue negada y, cuando no lo consigue llora por los aposentos de su antigua casa. 
Y todo empezó un buen día mediado el otoño en que don Felipe vino a hacerse cargo de esa finquita de las Asturias que le habían legado en minorazgo... 
Don Felipe: Era el menor de sus hermanos y en aquellos tiempos estos no heredaban casi nada. El caso es que el bueno de él, monta en su caballo y comienza el viaje desde la capital hasta Gijón a donde llega no sin varias anécdotas y días de cabalgada. La finca estaba ocupada por unos llevadores que desde años atrás no eran molestados por nadie si exceptuamos "los Glayíos" a los que estaban acostumbrados y mantenían lejos a los vecinos.... 
Pero seguro que alguien de la casa terminará de contar la historia sobre el terreno..."

Es decir, si oímos glayíos, gritos, por El Camín de la Pasadiella, no descartemos que sea el fantasma de Ana María con ganas de celebrar aquella su malograda fiesta. De aquellos linajudos personajes del lugar y de otras historias de la quinta nos informan así en la página de la RTPA (Radiotelevisión del Principado de Asturias):
"La singularidad de la Quinta del Ynfanzón no es tanto su arquitectura, sus recursos naturales o elementos de interés, sino las antigüedades e historias a ellas suscritas y conservadas durante generaciones de títulos y abolengos de quienes la han habitado y siguen haciéndolo.
Entre los antepasados más lejanos, un militar de los Reyes Católicos y entre las piezas de colección más antiguas, una litera de dos caballos. 
Centenarios, incluso milenarios, son también muchos de los elementos de su jardín con frutales en su día plantados y explotados por el empresario gijonés Tomás Zarracina. 
Un total de 10 hectareas de terreno que por tener tiene hasta un fantasma, el espectro de Doña Ana Solís que, por desleal, permaneció años emparedada aquí. 
La Quinta del Ynfanzón es la única de las grandes posesiones similares que se conservan en Gijón con buena parte de su dominio abierto al disfrute del público desde que, en 2002, se adaptara para ser hotel y restaurante y mantener con ello el patrimonio familiar."

También podemos oír cantar, entonces eso tal vez provenga de alguna espicha o fiesta sidrera que estén celebrando en el llagar de Sidra Arsenio, que tenemos a nuestra izquierda, fundado en 1930 por Aurelio Cuesta, pasando en los años 1970 a ser propiedad de Arsenio González Tomás, abuelo de la actual propietaria, naciendo entonces la marca de Sidra Arsenio como la conocemos en la actualidad


En un principio parece ser era un pequeño llagar de autoconsumo, que posteriormente vendería sidra directamente desde esta su ubicación. Más tarde empezaría su comercialización, principalmente en sidrerías cercanas y luego, ampliando su capacidad, incrementando su área de venta y distribución


En medio de la finca del Llagar Arsenio hay una hermosa panerona de corredor, entre pumares y otros frutales, además de árboles ornamentales entre los que no falta una indiana palmera


En 1931, Alejandro González Cuesta, hijo de Arsenio, se hace cargo del llagar hasta su propia jubilación, siendo sustituido entonces por su hija Lara González, la actual gerente, a la que entrevista para El Comercio la redactora Susana D. Tejedor en artículo publicado el 6-2-2020:
"El llagar Arsenio debe su nombre al abuelo de la actual propietaria. Por aquel entonces, se trabajaba con una pequeña producción para consumo propio. Con los años, se han elevado notablemente las cifras, aunque no hay voluntad de ampliar. «Es mejor seguir con lo que tenemos; es un mercado complicado», asegura Lara González Cifuentes, gerente de Sidra Arsenio. Ella regenta el llagar ubicado en la parrquia gijonesa de Deva. Le tocaba por relevo generacional y de hecho dice que nunca se planteó otra opción profesional porque ésta le gusta. En cambio, se encuentra con muchos a los que no les hace gracia que una mujer esté al mando. 
-Una mujer al frente de un llagar tradicional. Y, además, joven. Sigue siendo chocante. 
-Sí, la verdad, es que no es lo habitual. Tengo 32 años y llevo al frente del negocio desde hace ocho. 
-Primero, su abuelo Arsenio, y luego, su padre, Alejandro.

 -Un llagar con un espíritu familiar. Le tocaba a usted el turno.

-La verdad es que yo me crié aquí, entre toneles, manzanas y sidra, y siempre me ha gustado. Tengo una hermana, pero vive en Francia, así es que o me quedaba yo o no sé qué hubiera pasado. De todas formas, es que a mí siempre me gustó. No me planteé otra cosa. 

-Pero ni siquiera en la actualidad es habitual una mujer al frente de un llagar. 

-Desde luego que no. El de la sidra es un mundo muy machista. A los chigreros les gusta hablar con un hombre. No todos son así, pero la mayoría, sí. 

-Su producción anual es de 120.000 litros. ¿No se plantea crecer? 

-No. El espacio que tenemos es reducido y estoy yo sola. Me da para vivir y no pretendo más. 

-Las manzanas también son propias. 

-Tenemos pomaradas propias y luego completamos con las de vecinos de la zona, de Deva. Siempre hemos estado con la misma gente y queremos seguir así. 

-¿Cómo ve el sector? Muchos dicen que se ha estancado. 

-Lo que está claro es que hay que ponerse las pilas. Hay que innovar para vender. Por eso hay muchos llagares que sacan productos nuevos, tipo vermú de manzana, sidra con espuma; hay que estar continuamente ofreciendo novedades. Y hay que probar lo que hacen otros para poder mejorar tú, si quieres hacer un producto superior. 

-Si tuviese que vender las bondades de la sidra a los turistas, ¿qué les diría? 

-Lo que más la atención llama es el escanciado. Hay que cuidar mucho este aspecto: es esencial."


A la puerta, siempre hay cajas de sidra y palés, lo que revela una importante actividad. En la importante web sidrera Loca por la sidra, se hace un reportaje excelente sobre Sidra Arsenio, en cuya ficha figura una capacidad de aproximadamente 120.000 litros, con cinco toneles de madera (roble y castaño) que pueden superar los cien años y varios depósitos de acero inoxidable y fibra de vidrio


La manzana viene fundamentalmente de pumaradas propias y de vecinos, siendo en un 90% asturiana, recibiendo varios galardones. Produce sidra natural de un solo palo con el nombre de Sidra Arsenio, que puede comprarse aquí mismo o tomarse en bares y sidrerías


Si bien no disponen de servicio de restaurante pueden celebrarse espiches contactando antes con los responsables del llagar, así como visitas al mismo, también previa solicitud


Lara González, la propietaria, participó en el encuentro de mujeres vinculadas al mundo de la sidra que se reunieron para potenciar el sector y conseguir que la cultura sidrera asturiana sea patrimonio de la humanidad. Esta es la crónica de la jornada para El Comercio, con el titular "La sidra ye muyer por muches coses", firmado por J. M. Puga y publicada el 11-4-2019:
"Hubo un tiempo en el que la mujer no podía entrar en los llagares mientras durase el proceso de elaboración de la sidra, porque se decía que estropeaba el proceso. Esos años han quedado atrás, pero no tanto como para parecer situaciones anecdóticas aisladas. De hecho, todavía hay quien recuerda haber visto esas situaciones en su propia casa. La mujer ha ido poco a poco ganando peso en todo lo relacionado con la bebida asturiana. Participa tanto en la preparación de las pomaradas durante el año como pañando las manzanas llegado el momento. También transportan el fruto y lo mayan para obtener la bebida, la cual luego les gusta consumir bien escanciada. 
Nueve mujeres relacionadas de alguna forma con el sector se reunieron para defender que la bebida no entiende de género, sino de gustos personales. Coincidieron enólogas, escanciadoras ganadoras de campeonatos, llagareras, chigreras, periodistas y embajadoras de la cultura sidrera llegadas de diferentes puntos del Principado en una jornada vespertina dedicada a «demandar visibilidad», celebrada en el Museo de la Sidra de Nava. 
«Estamos acostumbradas a escuchar que la sidra ye como una muyer porque es complicada y particular cuando no, la sidra ye muyer por otras muchas cosas. Aquí estamos diferentes perfiles vinculadas a ella de alguna forma», explicó Jackeline Marcano Pérez, consumidora, embajadora de la cultura sidrera y creadora del blog La sidra está de moda. Ella, comercial además de sidra Castañón, fue la promotora de la reunión que, aprovechando la circunstancia, tituló 'La sidra ye muyer'. 
Todo el gremio sidrero asturiano estuvo representado en la jornada. Hubo responsables de llagares, representadas por María Vigón, de Sidra Vigón (Villaviciosa); Elena Zapatero, de Sidra Zapatero (Nava) y Lara González Cifuentes, del llagar Sidra Arsenio (Deva, Gijón), y no faltaron las chigreras. Acudieron Noelia Alonso, propietaria de la Sidrería Bobes (Gijón), además de primera escanciadora en Gijón de Sidra 2018 y chigrera mayor en el año 2017; Loreto García, propietaria de la Sidrería El Madreñeru (Pola de Siero) y Susana Ovín, al frente de la Sidrería La Barraca (Nava). Estas dos últimas, además de dirigir negocios hosteleros muy vinculados a la sidra, tienen probada su destreza escanciando. Loreto García ganó el Campeonato de Escanciadores en el año 2009 y Susana Ovín fue la campeona en los años 2000, 2003 y 2004. 
La reunión contó con la participación de enóloga y asesora de calidad Cristina Castaño Monllor, quien tras licenciarse en Ciencias Químicas en la Universidad de Oviedo se especializó en el sector con un máster enfocado a la enología y la viticultura. 
Coincide que tres de las presentes (Susana Ovín, Loreto García, Jackeline Marcado) son embajadoras de la cultura sidrera del Principado, con la misión de impulsar la candidatura presentada a la Unesco para ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. 
«Es bueno que estemos hoy aquí, pero aún mejor lo es que nosotras seamos solo una representación de las que podrían estar. Somos muchas más», valoraron las presentes. 
Tal visibilidad quieren dar a la mujer en el sector, que participarán en la campaña publicitaria lanzada por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Sidra de Asturias. Estos buscan imagen y las mujeres quieren serlo."

Y con un delicioso tastu o sabor a sidra continuamos camino tan agradablemente por la frontera entre Deva y Cabueñes, constituida aquí por El Camín de la Pasadiella 


Camino que sigue bajando suavemente entre el muro de la Quinta Vereterra y el vallado de la finca del Llagar Arsenio


En la Wikipedia se nos dice que "El Alto del Infanzón es un paraje de Cabueñes, en el límite de Gijón con Villaviciosa", el cual se extendía desde ese pequeño puerto, de solo 171 metros de altitud pero de fuerte desnivel (como pudimos comprobar bajando de La Olla) hasta la "finca del Ynfanzón, todo ello propiedad, en el pasado, de Don Miguel de Ynfanzón, párroco de Deva, ascendiente de los actuales propietarios, la familia Vereterra. El Primer propietario del que se tiene constancia fue Pedro Piñueli el Viejo, en el s. XV"


Parece evidente pues que el nombre del Infanzón o Alto del Infanzón para toda esta zona de Cabueñes proceda de aquel párroco que se hizo con la propiedad del lugar y es el primer antepasado de los Vereterra asentado en esta quinta, de cuya historia sigue informándonos Claudio Vereterra en otra entrevista para La Nueva España, esta realizada por Marcos León y publicada el 19-5-2008:
"-¿Recuerda cuál ha sido el papel de su vida?

-Quizá el de un sargento en «Campos de Marte», de Etelvino Vázquez.

-¿Se ganaba dinero para salir adelante?

-El teatro es como un camión; si éste se mueve mucho, los beneficios son generosos. Yo he trabajado muy duramente así que pude vivir bien, al mismo tiempo que disfrutaba. En el fondo éramos todos unos bohemios.

-Del teatro a la hostelería, ¿qué le hizo dar un cambio tan radical?

-Teníamos un importante patrimonio en Gijón: la casa de la familia, en Cabueñes, la denominada «Quinta del Infanzón», que estaba muy deteriorada. Había que hacer algo con ella y, reunidos los hermanos, decidimos poner la finca a trabajar, abriéndola al público.

-No parece una tarea sencilla, careciendo de experiencia...

-No lo fue en absoluto. Pasamos cinco años dedicados a preparar el proyecto, a conseguir apoyos, financiaciones, aprendiendo, haciendo cálculos de todo tipo. Al final nos asociamos con Manolo Robledo, un hombre genial para estos asuntos, casado con una prima de mi madre, Rosario Wigins, hija de la marquesa de Muros.

-¿La finca desde cuándo pertenece a la familia?

-Cincuenta generaciones atrás, que se traducen en unos 600 años. El primer dueño documentado fue don Pedro Piñueli el Viejo. Se da la circunstancia que siempre fue pasando por mayorazgos, como garantía de conservación del apellido. Y llegó a la familia Vereterra a través de don Miguel Infanzón, párroco de Deva, que hubo de dejarla en herencia a una sobrina casada con el primer Vereterra, aunque la casa de Vereterra está en Valdesoto. Hay unas cartas fechadas de 1758 en las que Miguel Infanzón fustiga a los mozos de Deva contra los de Caldones.

-¿A partir de ahí nunca se ha desvinculado del apellido Vereterra?

-No, pero al llegar a manos del marqués de Gastañaga, Vereterra por matrimonio, se rompió el mayorazgo. El marqués tenía tantas posesiones que al considerar poco importante el predio gijonés se lo cedió al hijo pequeño, Felipe Vereterra y Carreño. Éste fue quien hizo, a principios del siglo XIX, la última reforma de la casa. En 1852 se puso agua corriente y luz; hay una placa que lo recuerda.

-Por cierto, ¿qué vínculo tienen los Vereterra con la familia Franco?

-El mismo de usted con su tía menganita. Carmen Polo era prima hermana de mi abuelo Claudio Vereterra y Polo, que fue alcalde de Gijón, pero esta generación no la ha conocido.

-¿Qué superficie tiene la finca?

-Diez hectáreas, o sea, 100.000 metros cuadrados, y la mayor parte son públicos. Se conserva la cuadra de caballos y enganchamos uno para las bodas.

-Al hablar de bodas, ¿cómo van las previsiones para 2008?

-Muy bien. Sólo queda libre algún viernes; los sábados, imposible. Pero me alegro que esté volviendo la moda de hacer las bodas en domingo; son muy elegantes. Además son fiestas que tienen un final natural y no se eternizan.

-Así que la inversión...

-Abrimos el negocio en diciembre de 2002, y, en efecto, la inversión fue enorme, así que todavía anda por ahí y lo que andará. Poco antes de inaugurarlo, una empresa de Madrid dedicada a los casinos nos puso sobre la mesa un cheque en blanco, pero... Nuestro objetivo era defender la propiedad, mantenerla entera sin especular con ella. Pero el trabajo ha ido muy bien y prueba de ello es que somos una referencia en Gijón. Creo que la Quinta del Ynfanzón es un lujo para la ciudad ya que forma parte de su cinturón de calidad. Lo primero que se abrió al público fue el restaurante, al ser la herramienta que nos permite ir recuperando la inversión. Posteriormente, se rehabilitó la casa de la abuela, convirtiéndola en hotel, al que consideramos como un complemento de la oferta, ya que sólo tiene cinco habitaciones, y la rentabilidad interesante de un hotel se consigue a partir de 20 habitaciones. Hemos respetado la antigua distribución de 1852, con su capilla, la escalera de piedra y madera, los techos altos, el suelo que cruje, los muebles antiguos... Pero, en mi criterio, el mejor hotel de Gijón, sin comparación posible, es la Quinta de Duro, con una casa y una finca fantásticas.

-La cocina siempre es el problema mayor, ¿cómo lo han resuelto?

-Con un equipo de cuatro cocineros y tres ayudantes, ofrecemos cocina clásica y moderna. Aunque hay áreas de trabajo perfectamente delimitadas, yo soy el responsable último de todo.

-¿Cómo situaría sus precios?

-En una línea muy aceptable, tanto en carta como en terraza y bodas, ya que conozco los precios de la competencia. En las bodas aceptamos un máximo de 300 comensales, que son las menos; las normales se mueven entre 120 y 160 personas.

-Hay que ver cómo ha cambiado la sociedad... Antes, los terratenientes empleaban la vida en la caza, el caballo, el tiro de pichón, el tenis hierba...

-Ahora resistimos jornadas de trabajo de 18 horas y noches de cuatro. El puente de mayo apenas pude dormir doce horas en los cuatro días. En el siglo XVI ciertas familias generaron bienes, y aún en el XIX se vivía holgadamente, pero llegó el XX y se gastaron los patrimonios, así que en el XXI nos toca currar como negros; ésta es una sociedad en la que todos hemos de tirar del carro.

-Quién le iba a decir...

-Que iba a acabar de chigrero... Pero estoy contento, mi trabajo es procurar que la gente lo pase bien, que sea feliz. Por cierto, nosotros servimos la mejor sidra de Asturias y del mundo, La Mangada, procedente de un llagar de Cabueñes que sólo la saca al mercado cuando está madura."

La finca de la Quinta del Ynfanzón hace, como el camino, un ángulo hacia la derecha. Aquí vemos nuevas construcciones en la parcela situada el cruce del Camín de la Pasadiella con la Carretera Deva


Carretera que empezamos a ver allí al fondo, al final de esta recta, en la misma ribera del Peñafrancia


Una inmensa pantalla vegetal forma una muralla natural entre la quinta y el camino al acercarnos al cruce en la misma vega del Peñafrancia 


Si quisiésemos tomar algo y conocer la Quinta del Yinfanzón, de la carretera iríamos a la derecha, a su entrada principal y acceso. También allí está la sidrería El Cruce y, poco más allá y pasando la N-632, el llagar El Mancu, concurridos chigres y merenderos


Nosotros, en este caso vamos a ir a la izquierda para conocer la histórica iglesia de San Salvador y otros lugares interesantes de Deva, pero no iremos por la carretera exactamente


Cruzaremos y tomaremos la Senda del Ríu Peñafrancia, con la que enlazamos en este lugar, la cual es empleada por algunos peregrinos (hace años se pintaron flechas amarillas) para dirigirse a Gijón/Xixón como alternativa al Camino de Santiago, pues es más directa y evita el paso por calles, carreteras y vías locales, con su tráfico y asfalto, aunque no siga un itinerario histórico


De la misma manera, es empleada por los peregrinos a Covadonga para salir del casco urbano por La Guía y recorriendo el valle de Cabueñes muy pocos kilómetros más al sur que el Camino de Santiago


Nosotros, al cruzar, iremos, camino de Deva, por el mismo sentido que los peregrinos a la Santina, a la izquierda, y si quisiésemos ir a Gijón/Xixón lo haríamos en sentido inverso a ellos, a la derecha. La reunión con el Camino oficial se efectuaría en La Guía, en concreto en el paso de El Puentín, actualmente una gran rotonda sobre El Piles, en Les Mestes (mesta, unión de ríos), donde recibe las aguas del Peñafrancia, el cual va a su encuentro por la umbría que tenemos enfrente, formada por su vegetación ribereña


Dado que en esta entrada hablamos de la visita a Deva, al cruzar y llegar a la senda tomaremos en este caso, recalcamos, el camino hacia la izquierda


Y ya estamos pues en la Senda del Ríu Peñafrancia, camino senderista y ciclista que en estos sus últimos metros en dirección al nacimiento del río y a la iglesia de Deva va paralelo a su curso fluvial, que tendremos en todo momento a la derecha, más próximo o más alejado de la senda, así como, también de forma permanente, a nuestra izquierda, la carretera


Realmente estas casas a nuestra izquierda, al estar al sur del Camín de la Pasadiella, ya son de Deva, en concreto del barrio de La Reguera. A la izquierda son las cuestas de La Llaguna y La Pasadiella, la bajada de La Olla que hemos dejado atrás viniendo de Villaviciosa por El Curviellu


Al sur es el Monte Deva, en concreto sus estribaciones orientales por el Altu la Olla (329 m), que por L'Arquera y La Llomba llegan al Altu'l Curviellu, desde donde bajamos nosotros y por donde suben los peregrinos a Covadonga


Esa es pues parte de la ladera septentrional del Monte Deva, barrios de La Olla y El Fondón, al otro lado está el valle de Riosecu, un interesante curso fluvial que parece siempre bajar seco, de ahí su nombre, al menos hasta su tramo final en la parroquia de Pión, pues es afluente del Ríu España


Realmente sus aguas bajan subterráneas y tienen varios surgideros, uno de ellos es el Güeyu Deva, nacimiento del Peñafrancia, que antes era llamado también Deva. La existencia de un santuario mariano en Riosecu, donde se sumen sus aguas, dedicado a la Virgen de la Milagrosa, y otro en su surgimiento, sobre El Güeyu Deva, unido al monasterio de San Salvador y al topónimo de la deidad celta de la naturaleza ha dado lugar a pensar en cristianizaciones de estos lugares que, por sus características especiales, fueron considerados sacros desde la más remota noche de los tiempos, a lo que habríamos de unir las necrópolis tumulares megalíticas-neolíticas existentes en lo alto de la montaña


En cuanto al Peñafrancia, prácticamente no podemos verlo en este tramo, casi más bien lo intuimos al otro lado de la espesa vegetación que crece en sus orillas, a nuestra derecha


Aquí, al separarnos ligeramente de la Carretera Deva, llegaremos a verlo al pasar por el túnel por el que viene su curso, subterráneo, habilitado para salvar el terraplén hecho para el trazado de la Autovía del Cantábrico (A-8), que tiene aquí su enlace...


Aparte de la vegetación ribereña original fueron plantadas en esta vega más especies de árboles autóctonos, álamos sobre todo, como pantalla visual y acústica al pie de dicha autovía, cuyo tramo Infanzón-Piles fue inaugurado el 30 de julio de 2002, culminando las obras de la Ronda Sur 


Por la alameda, bajando ligeramente, llegamos a la boca del túnel, justo debajo del enlace. Vemos y oímos el tráfico circular a velocidad. Parece mentira que antaño todo él, incluso el pesado, atravesara la ciudad por el medio


El no es muy largo, vemos perfectamente al otro lado la salida, la pista por su parte es ancha y llana en todo momento desde su comienzo en Les Mestes-La Guía hasta su final en el lavadero de Deva, entre la iglesia de San Salvador y la capilla de la Virgen de Peñafrancia, hasta donde llegaremos


Y aquí tenemos El Ríu Peñafrancia, canalizado, aunque se le han dejado y rehabilitado su lecho y orilla natural pedregosa tras las obras viarias de la autovía


En el interior del túnel, iluminado permanentemente por varios focos, resuena el eco de nuestros pasos pisando el grijo, la grava o zahorra, así como, de fondo, se oye el murmullo de la corriente


Pronto salimos ya al otro lado, donde hay más frondoso arbolado de ribera


Arbustos y arboledas bajo las que el río parece sumirse, oculto por este hermoso manto verde natural que le proporciona al lugar buena y fresca umbría


Al salir del túnel empieza un poco de cuesta para volver a ganar la Carretera Deva, que también ha pasado bajo la A-8 por su correspondiente túnel


También aquí, en la sombriega salida del túnel, alumbran la senda durante la noche algunas farolas


El río, ahora de nuevo perfectamente visible, a veces de aguas claras y a veces amarronadas con motivo de lluvias, discurre a nuestros pies. Su trayecto entre nacimiento y unión con el Piles es de unos 10 km salvando un desnivel de unos 60 m según datos del Estudio ecológico de los ríos del concejo de Gijón (varios autores del Aula de Naturaleza de la Universidad Popular Municipal de Gijón)


Truchas, anguilas y pescardos, dice dicho estudio eran habituales en estas aguas tan castigadas en sus tiempos por los acuíferos que secaban el río o por determinados focos de contaminación. El río discurre en su mayor parte entre praderas de explotación ganadera, pumaradas y pequeñas huertas familiares:
"Los árboles y arbustos más frecuentes que encontramos en su ribera son alisos, castaños, mimbreras, avellanos... En cuanto a la fauna podemos citar los típicos de las zonas húmedas, como caracoles, babosas, sapos, ranas, etc. También fue visto algún erizo y toperas Los pájaros más corrientes son: gorriones, petirrojos, lavanderas, jilgueros, palomas, mirlos, chochines, grajillas y urracas. Entre los insectos cabe destacar el ciervo volante, las libélulas, los caballitos del diablo."

Acaba la cuesta y sigue este recto y llano paseo de farolas al llegar otra vez a la Carretera Deva, con el Monte a lo lejos, comenzando a nuestra derecha, La Quinta'l Conde, la extensa finca de los condes de Revillagigedo, una de las grandes posesiones nobiliarias gijonesas propiedad de históricos linajes de recio abolengo, como suele decirse


Una estirpe que arranca con los Revillagigedo como parte de la casa de los Ramírez-Jove y que llegarían a Deva hace unos quinientos años, a principios del siglo XVI, cuando Juan García de Jove va a adquirir...
"la casa de Arnado en Deva, con todos sus edificios y dos orrios y el molino debajo de ella, con la Torre de Deva, heredades, llantados, huertos, naranjos y limones, con los montes de Grandeño y más que en dicha parroquia pertenecen al vendedor, Miguel de Valdés, por herencia de sus padres y por la del bachiller de Gijón su abuelo..."

Un muro cierra toda la inmensísima finca, que guarda todo un bosque, encontraremos su entrada principal un poco más adelante, cerca ya de la iglesia de San Salvador. Como dice el erudito investigador Rafael Suárez Muñiz , Geógrafo Urbanista, en uno de sus artículos dedicados a los espléndidos jardines de la finca, este de El Comercio, publicado el 23-4-2022:
"En esta vasta posesión se celebran siete siglos de historia, desde que fuera mayorazgo de la familia Ramírez de Jove; unos bienes familiares que pasaron generación tras generación hasta llegar a manos de los actuales propietarios, los hermanos Armada Barcáiztegui, hijos del último conde de Revillagigedo, marqués de San Esteban del Mar de El Natahoyo y conde de Güemes."

Los Ramírez-Jove pasaron a ser Marqueses de San Esteban del Mar del Natahoyo por título concedido por Felipe V a Carlos Miguel Ramírez de Jove, caballero de la Orden de Calatrava, el 20 de marzo de 1708, con el vizcondado previo de la Peña de Francia, en memoria de los méritos de su tío paterno, el Mariscal de Campo y Comisario General de la Caballería de Milán, Francisco Ramírez de Jove y Valdés, fallecido en Milán dos años antes en la defensa del castillo de Tortona, del que era gobernador


Estas son algunas dependencias de la quinta, si bien no sus dos palacios, el de Abajo y el de los Picos, el primero lo podremos ver antes de llegar a la iglesia. Aquí se encuentra en nuestros días la prestigiosa ATM Galería, galería de arte dirigida por Diego Suárez Noriega:
"ATM es una plataforma que alberga proyectos que van más allá del formato de exhibición tradicional, alojando programas de residencias y diferentes colaboraciones. Cuenta con artistas procedentes de diferentes contextos como una forma de poner en valor el trabajo artístico frente a otro tipo de clasificaciones.

ATM trata de promover una línea de trabajo sólida destinada a llevar a sus artistas a la escena contemporánea del ámbito internacional."

Sería en 1838 cuando la estirpe pasaría a ser conocida como de los Condes de Revillagigedo al casarse Álvaro de Armada y Valdés con María Manuela de la Paciencia Fernández de Córdoba y Güemes, Condesa de Revilla Gigedo (por entonces se escribía así, por separado) V Condesa de Revillagigedo, así aparece en la relación de la Wikipedia:
"Álvaro de Armada y Valdés (Oviedo, 11 de mayo de 1817-Gijón, 23 de junio de 1889), V marqués de San Esteban de Natahoyo, VII marqués de Santa Cruz de Rivadulla, XVI Adelantado Mayor de la Florida, Coronel de Infantería, regidor de Oviedo, gobernador civil de Madrid, varias veces Diputado y senador del Reino, Caballero de la Montesa y de Carlos III.

Contrajo matrimonio en Madrid el 16 de julio de 1838 con María Manuela de la Paciencia Fernández de Córdoba y de Güemes (1822-18 de abril de 1871), V condesa de Revilla Gigedo, V marquesa de Canillejas, III condesa de GüemesGrande de España, dama de la reina y de la Banda de María Luisa. Era hija de José María Fernández de Córdoba y Cascajares, marqués de Canillejas, y de Carlota de Güemes, condesa de Revilla Gigedo."

Por su parte el primer Conde de Revilla Gigedo fue Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, natural de Reinosa, título que le fue concedido por el rey Fernando VI en agradecimiento a sus servicios a la Corona, y este fue el título que más se popularizó en tierras gijonesas en este y otros palacios y casonas:
"Juan Francisco de Güemes y Horcasitas (Reinosa16 de mayo de 1681 - Madrid27 de noviembre de 1766) fue un noble, militar y administrador virreinal español. Como capitán general de la Capitanía General de Cuba (1734-1746), creó la Compañía de Comercio de La Habana (1738-1740) y expulsó a los británicos de Cuba y de Florida. Fue virrey de la Nueva España del 9 de julio de 1746 al 9 de noviembre de 1755. Fomentó la colonización de California y la pacificación de Sonora y Nuevo Santander. Su hijo fue Juan Vicente de Güemes Pacheco y Padilla, II conde de Revilla Gigedo."

Ahora, esta hermosa vega, donde se han plantado varios árboles autóctonos, nos separa del río: La Ferrería, topónimo que delata la existencia de una antigua fragua y molino, posiblemente unos metros más adelante y a la derecha, en la actual Casa Ugenio'l Molín, donde estuvo El Molín de Deva


Mientras a la izquierda sigue, y bien que seguirá, el muro de La Quinta'l Conde, vemos a la derecha esta hermosura de pradería con área de descanso y zona de juegos infantiles incluida


Y mirando a la senda, un monolito con una placa, homenaje póstumo a Marino Solar Menéndez, Marino el Alcalde, cofundador de la Cooperativa de Aguas de Deva en 1967 y de la asociación de vecinos en 1979, así como delegado de la Alcaldía


Este merecido recuerdo a su memoria tardó casi dos décadas en hacerse realidad, y de esta manera lo titula M. Moro en el artículo Deva homenajea a su 'alcalde' 17 años después de fallecer, al dar la noticia de la presentación pública de este monolito para El Comercio el 13-11-2018:
"La parroquia de Deva honró ayer la memoria de su alcalde pedáneo más recordado y querido, Marino Solar Menéndez, del que se cumplen este mes diecisiete años de su fallecimiento. Solar fue el gran impulsor del desarrollo de Deva, que le vio nacer en 1920 en el barrio de Serantes. Primero, como propietario, junto a su mujer Josefa , del bar El Rinconín de Deva, donde está el merendero actual. Posteriormente, arriesgando en la creación de una cooperativa que logró llevar el agua a las casas de sus vecinos. También fue fundador de la Asociación de Vecinos Peñafrancia y, el 23 de octubre de 1979, fue elegido por votación popular alcalde pedáneo, o lo que es lo mismo delegado de la alcaldía en la parroquia de Deva, en sustitución de Luis Martínez Álvarez. Bajo su mandato «se asfaltaron muchos kilómetros de caminos de carros, ensanchándolos y haciéndolos carreteras y se pusieron infinidad de puntos de luz. Dejó a Deva como un vergel, al punto de que le dieron el premio de pueblo más bonito de Gijón», destacó Pedro Solar, amigo de la familia y encargado de glosar su figura. 
El nombre de 'Marino el alcalde' estará asociado para la posteridad al área recreativa que hace las veces de parque infantil y lugar de descanso y ocio para senderistas en la finca de La Ferrería, por donde discurre el paseo peatonal al lado del antiguo molino. Es la zona verde en la intersección del Camín del Molín y muy próxima al arroyo de Peñafrancia."

Ese mismo día, el también periodista Luján Palacios informa para La Nueva España con El círculo cerrado de Marino Solar, en el que pormenoriza cómo este hito marca el homenaje pendiente con él desde el mismo día de su inesperado fallecimiento: 
"Hace diecisiete años, decenas de vecinos de Deva se juntaron en un restaurante de la zona para rendir homenaje a uno de sus parroquianos más queridos: Marino Solar Menéndez, quien fuera impulsor de la asociación vecinal Peñafrancia, alcalde pedáneo, fundador del mítico bar "El Rinconín" e incansable promotor de mejoras diversas en la zona. En medio de lo que debería haber sido un día de fiesta se declaró la tragedia: Marino Solar falleció repentinamente a los 81 años mientras sus vecinos le esperaban para la pitanza. 
Le había pasado factura el fallecimiento de su esposa años antes en un accidente de tráfico cuyas consecuencias también dejaron mermada su salud, y el merecido reconocimiento se truncó. Hubo que esperar casi dos décadas para que el alboroque culminara ayer, por fin, en la misma parroquia en la que "tanto bien hizo", a decir de los vecinos. Desde ayer la zona de juegos infantiles de Deva lleva su nombre en forma de área recreativa, y a la familia, representada por sus hijos Armando y Mari Paz, así como por tres de sus bisnietos, no tuvo más que palabras de agradecimiento. 
"Es un honor que después de tantos años se sigan acordando de él", aseveraba su hija Mari Paz con el ramo de flores que le entregó el Ayuntamiento en las manos. "Son para él, para el cementerio", explicaba antes de saludar a los numerosos parroquianos que se acercaron a celebrar, ayer por fin, un homenaje "merecidísimo", como aseguró Pedro Solar, amigo de Marino Solar y encargado de glosar su figura desde su nacimiento en Deva en 1920. 
Conocido también como Marino "Silvestrón" o Marino "el Alcalde" (tan honda fue su impronta en la parroquia), los asistentes al acto de ayer recordaron cómo se desplazaba cada día a trabajar a los Astilleros Riera en bicicleta, cuando aún era poco más que un chiquillo. Entre sus múltiples ocupaciones Pedro Solar desveló ayer una de las más singulares: la de la excavación de los cimientos de la torre de la Laboral. Más tarde trabajaría en la ferralla, una labor de la que pidió la excedencia para decidirse a montar un bar en lo que primero fue cuadra: "El Rinconín de Deva". 
Pero los desvelos por los que más recuerdan los vecinos a Marino Solar tienen que ver con la solución al problema del abastecimiento de agua a la parroquia, con la localización de un manantial y la construcción de una traída para dar servicio a todos los domicilios de la zona. Posteriormente, en el año 1979, Marino Solar también estuvo detrás de la fundación de la asociación de vecinos Peñafrancia, y en el mismo año fue elegido alcalde pedáneo por una gran mayoría de votos en la primera votación popular celebrada en Deva, como recordaba el concejal Manuel Arrieta. 
Bajo su "mandato" se arreglaron y asfaltaron numerosos caminos, se colocaron decenas de puntos de luz y se acometieron tantas mejoras que la parroquia se hizo merecedora del premio al "pueblo más bonito de Gijón". Una vez que desapareció el cargo de alcalde pedáneo, Marino se volcó aún más con la asociación de vecinos, y por eso ayer, en los alrededores de la zona verde que lleva su nombre, quienes le conocieron se reunieron por decenas para recordar su figura. 
Y como Solar da ahora nombre a una zona de juegos infantiles, quienes más la disfrutaron fueron sus biznietos: Paula Escandón y Luján y Darío Rodríguez. Ellos fueron los encargados de descubrir la placa conmemorativa y los primeros en estrenar los columpios. Para mantener joven el espíritu de Deva."

Al fondo, más allá del seto que separa el prado del río, está la citada Casa Ugenio'l Molín, El Molín de Deva, también conocida como Casa Anita'l Molín, útimo antiguo molino que nos vamos a encontrar en este maravilloso recorrido, más antiguamente aún de Robustiano y Generosa, donde en la actualidad vive Roberto Solar, gran informante en nuestras andanzas por Deva y alma-mater de la comisión de fiestas. Es una de las pocas caserías con ganado que quedan en esta parroquia que pasó en pocas décadas de ser rural a convertirse en netamente residencial. Allí vivía también su hermano Larso, quien se hizo famoso por todas las fiestas al construir, pieza a pieza, una gramola, que llevaba contratada de romería en romería


En aquellos tiempos, aún con pocos coches, circulaba por esta carretera la célebre camioneta de Alicio'l Lecheru, que bajaba de Pion con su cargada de latas y calderos para llenarlas con la leche de las entonces numerosas caserías de Deva y llevarla a vender al gijonés Mercado del Sur


Alguna vez debió bajar gente en la camioneta de Alicio, constituyendo el primer transporte a motor que hubo en Deva para desplazarse a Gijón/Xixón, pues antes o se iba andando, o en burro, o en xarré o carruaje de caballos, pocos eran siquiera los que tenían bicicleta de aquella


La primera línea regular de viajeros en autobuses oficiales fue la de Cele, que llegaba oficialmente, viniendo de la ciudad, hasta El Cruce, pero después a veces seguía hasta el interior de Deva por esta misma carretera, que eran un par de kilómetros más, pues tenía aquí una hermana. En la actualidad hace este recorrido una de las líneas de autobuses municipales de EMTUSA


Cruzamos El Camín del Molín, referido al Molín de Deva antes referido, acceso, señalizado por sus correspondientes letreros, a de uno de esos chigres-restaurante-merendero que dan fama a la parroquia por su estupenda gastronomía, con gran comedor y amplio merendero, El Rinconín de Deva, antes Casa Marino y Josefa, quienes lo fundaron en 1968, y que comenzó siendo, como su nombre indica, un rinconín muy pequeño, para transformarse en el espacioso local que es ahora, así como todo su amplio entorno


Luego lo llevó el hostelero gijonés José Fernando González Espina, a cuyo fallecimiento La Nueva España le dedicaba esta glosa, en la que se hace hincapié en su especial predilección por este lugar, publicada el 21-7-2016:
"El hostelero gijonés José Fernando González Espina ha fallecido esta mañana a los 59 años de edad tras una larga enfermedad. 
Fernando Espina nació en Infiesto en 1957 y era el mayor de tres hermanos. Vivió en Gijón desde los once años y era un gran aficionado a los viajes, llegó a visitar 32 países, y también al deporte, en especial al balonmano que practicó en el equipo del Grupo Covadonga que jugó en División de Honor. 
Gestionó 42 negocios con más de 1.300 empleados donde estacan entre otros el Caribe, Indian Café o el Mirador del Cantábrico. En esa larga lista destacan sobremanera "El Rinconín de Deva, siempre fue al que más cariño tuve, y siempre fue el que me permitió hacer todas las chifladuras que hice. Me deba una especie de base para lanzarme a otras aventuras. El Geographic es otro local al que tengo mucho cariño", como señaló el propio Espina en una de sus últimas entrevistas en LA NUEVA ESPAÑA."

Acercándonos a la iglesia parroquial de San Salvador hay un conjunto de varios carbayones dispuestos en fila en la franja verde entre la senda y la carretera, catalogados dentro de los Árboles notables del concejo de Gijón en la publicación de este título, obra de diversos autores de las Escuelas Talleres de Gijón


A la derecha, El Valliquín, pequeño valle muy llano formado por estas encantadoras vegas del Peñafrancia, ya en el barrio de San Antonio


Estos emblemáticos carbayones de altura tienen entre los 13 y los 17 metros y el  tronco abarca entre 3,40 y 4,40 de grosor, son realmente espectaculares aquí alineados, estirando sus robustas ramas sobre la senda y la carretera a un tiempo


A veces es llamada La Carbayera Deva y se dice que fueron plantados por mandato "del Conde", aunque sin especificar a cual de ellos


Las últimas  generaciones cuando hablaban de El Conde se referían al octavo de Revillagigedo, Álvaro María del Milagro de Armada y Ulloa, también VIII Marqués de San Esteban de Natahoyo, VI Conde de Güemes, Grande de España, XIX Adelantado Mayor de la Florida y Coronel de Artillería, que Enriqueció a media parroquia de Deva, o al menos ese es el titular con el que A. Rubiera encabeza la noticia de su fallecimiento para La Nueva España el 11-1-2014:
"Enriqueció a todos los de Deva. Eso no se lo va a poder negar nadie. Fue una buenísima persona. Nadie en Deva tenía nada, y él se lo dejó todo. Si hoy no está en el funeral toda la parroquia, ye que no hay vergüenza". Enedina Costales Blanco, vecina de la parroquia gijonesa, donde el octavo conde de Revillagigedo llegó a tener ingentes posesiones por heredad -sus propiedades alcanzaban otras muchas zonas del concejo-, expresaba ayer su sentir, y creía que el de muchos vecinos, tras conocer el fallecimiento del aristócrata, ocurrido en Madrid el jueves.
Álvaro María del Milagro Armada Ulloa, titular de la casa condal de Revillagigedo, uno de los títulos más importantes de Asturias, noveno marqués de San Esteban del Mar de El Natahoyo, decimonoveno Adelantado Mayor de la Florida, coronel de artillería y grande de España, murió a los 93 años tras largo tiempo de enfermedad y de retiro de Asturias. Sus restos fueron incinerados ayer en Madrid, en el crematorio de la Almudena, y su familia puso rumbo a Gijón, donde hoy se celebrará el funeral en su memoria. 
Será a las cinco de la tarde en la capilla de Peña Francia, en Deva. En el santuario de la quinta familiar -la que primero fue finca de verano y luego el asentamiento oficial en Gijón del conde de Revillagigedo y sus hijos-, al que tan unido se sentía, quedarán depositadas sus cenizas. Allí reposan también los restos de su padre, Álvaro Armada de los Ríos-Enríquez, y de su abuelo, Álvaro Armada Valdés, con sus respectivas esposas. 
Armada Ulloa se casó en 1950 con Carmen Barcaiztegui y Ihagón, y con ella tuvo seis hijos: Carmen, Rafaela, Álvaro -conde de Güemes-, Micaela, Teresa y Casilda. Su descendencia incluye quince nietos. Buena parte de esa familia estará presente hoy en un funeral, al que a buen seguro no faltarán muchos de los vecinos que aún hoy sienten la deuda de gratitud con el finado. 
"Los dejó ricos a todos en Deva, porque ofreció a precios muy justos caserías enteras; arreglóse con casi todo el mundo poniendo buenos precios a las propiedades; de otra forma nadie hubiera podido comprar. Fue una persona excelente; si espera unos años, tal como siguió la cosa de las ventas de fincas en esta zona, se hubiera hecho de oro", contaba Enedina Costales. 
Y una de las familias que lo atestiguan es la de Laly Solar. "Nuestra casería estaba integrada en las propiedades del conde, como casi toda Deva, porque la mayor parte de la zona era suya. Era una persona buena que se portó con los colonos, a los que nos ofreció las tierras de las que éramos llevadores y las casas a un precio bueno. No fue usureo y era apreciado. Tenía amor por la tierra y por la herencia de sus antepasados, y lo que no le gustaba era que vendieras algo de lo que habías comprado. Cuando venía de Madrid algunas veces pasaba por casa a ver a mi padre; del conde me quedan recuerdos entrañables", explicaba Laly Solar. 
Visitas a los vecinos enfermos, reparto de medallas y estampas religiosas entre los conocidos, negociados con los parroquianos que solían acabar en un apretón de manos y buen entendimiento. Así recuerdan muchos de los oriundos de Deva y quienes tienen sus raíces familiares en la zona el proceder de Armada Ulloa, un grande de España que llevaba cuenta hasta de los eucaliptos -sobre todo de dos, los más especiales, pues estaban ubicados más arriba de la capilla de Peña Francia y fueron los primeros que hubo en Asturias, según refería Armada Ulloa- plantados por sus antepasados. 
La principal propiedad de los Revillagigedo en Gijón fue el palacio del muelle, que lleva su nombre, y toda la manzana, incluida la colegiata de San Juan Bautista, un magno edificio construido en el siglo XV y vendido en 1976 a la Caja de Ahorros por 100.000 euros, una cifra simbólica para beneficio de la ciudad. El nombre de su título está, además, vinculado a la institución educativa de El Natahoyo, que impulsó su abuelo.  Entre las condolencias que ayer se hacían llegar a la familia estaba la del director de la Fundación Revillagigedo, la de distintos particulares y, también, la del Grupo municipal Popular, en cuyo nombre Manuel Pecharromán trasladaba a la familia "nuestro más sentido pésame; nunca olvidaremos su generosa contribución al desarrollo de Gijón, que constituye un valioso ejemplo para muchas generaciones".

Nos llama la atención en nuestro recorrido el tronco de este carbayu, que está hueco pero sin embargo su ramaje es frondoso, por lo que parecen goza de buena vitalidad. A él se le dedica este escrito en el blog Diario del Aire, firmado por Lazarillo y fechado el 18-6-2015:
"Al viejo roble centenario del camino de Deva lo descuajó una tormenta el pasado sábado. Tenía el corazón abierto y calado de muchas intemperies. La pasada primavera quise llevarme la que a la postre va a ser la última imagen de su estatura. También entonces le dí el último abrazo, siguiendo una vieja costumbre adolescente. Un pañuelo de prímulas cubría la tierra bajo la que se asentaban sus hondas raíces. Venía a ser como una ofrenda repetida cada primavera. Espero que pronto planten en esa misma tierra que nutrió su fortaleza un joven roble que lo sustituya. Y que los otros árboles centenarios de la carballeda, uno de los lugares boscosos más amenos y bucólicos de Gijón, hagan notar al tierno vecino que así como el viento curte el vigor de los robles, también conviene reconsiderar el rigor de su furia cuando pueda agitar en exceso un corazón viejo, roto y abierto a las heridas del tiempo y la intemperie."

Las farolas siguen jalonando el trayecto, que puede cómodamente recorrerse de noche, siendo espectaculares los atardeceres. Es común ver gente paseando, corriendo, pedaleando, a casi cualquier hora, incluso las amigables noches del verano, no en vano los alrededores son famosos por sus romerías y merenderos, por eso, el Diccionario Geográfico de Asturias. Ciudades, Villas y Pueblos, dice de Deva que "De gran importancia paisajística, su economía agrícola ha pasado a depender del sector hostelero, debido a la cercanía con el centro urbano."


Se han plantado nuevos ejemplares, pues algunos, secos, fueron talados ante el peligro que se viniesen abajo sobre coches o viandantes


Aún jóvenes, sus características hojas de contorno lobulado los hacen inconfundibles


Así será como lleguemos a la grandiosa entrada a La Quinta'l Conde, que se asemeja a la de un castillo. En el año 2015 hubo un proyecto, por parte de Álvaro María del Milagro de Armada y Barcáiztegui, IX Conde de Revillagigedo (hijo de Álvaro María del Milagro de Armada y Ulloa), para hacer en la quinta un espacio de "recreo, ocio y cultura". Unos años después se abrió su magnífico jardín francés a las visitas, retomamos el relato de Rafael Suárez Muñiz:
"Hoy les enseñamos un recóndito paraíso que habrán bordeado cientos de veces y quedado impactados ante el imponente muro y el viejo portalón de madera, que nos remite a una fortaleza, cual castillo almenado. Nos estamos refiriendo al «mejor jardín francés de Asturias», de acuerdo con el doctor geógrafo Rodrigo Álvarez Brecht, situado en el mayor latifundio de Gijón y una de las mayores fincas de toda Asturias: la quinta de Peñafrancia (Deva) ... (...)
No hay una familia con mayor relevancia territorial en la región. La carga de títulos nobiliarios no los hace más distantes sino al contrario, nos encontramos ante nobles de hecho y de derecho; siempre mostrándose de cara a la ciudad y a la ciudadanía y no de espaldas a estas. Desde EL COMERCIO agradecemos a la familia Armada la apertura de la puerta de «esa fortaleza» para poner de manifiesto enfáticamente, sin que pase desapercibido, que se trata de una incursión única y que en excepciones se produce. (...) 
Cruzamos la puerta y nos reciben Carmen Armada y su jardinero Ramón Pérez, un lujo de volcados anfitriones. Dos seres extraordinarios preocupados por el buen estado de la jardinería y con un afán conservacionista y patrimonialista consabido en tanto que es un valor que define a los ascendientes de los Armada. Carmen Armada, primogénita de esta noble familia y marquesa de San Esteban por derecho sucesorio —título que lleva su hijo— es una enamorada del universo verde en particular y del patrimonio histórico-artístico en general, un perfil que tristemente no abunda. «Yo me ocupo del jardín francés porque me gustan las plantas y la jardinería. Yo soy muy aficionada a las plantas y estoy en la Asociación de Amigos de los Jardines con muchas sevillanas con las que viajo a ver jardines de todo el mundo», indica Carmen. 
«La finca y todas las zonas ajardinadas las empezó Álvaro Armada Valdés (1817-1889), que era poeta y muy aficionado a la botánica»; en efecto firmó un libro con seudónimo titulado Poesías del barón de Fritz. Era marqués de San Esteban del Mar de El Natahoyo, marqués de Santa Cruz de Rivadulla, conde de Revillagigedo y conde de Güemes al desposarse con Manuela de la Paciencia Fernández de Córdoba, que era grande de España. «El hijo de ambos continuó embelleciendo la finca, fue el que hizo el invernadero y el jardín francés», indica doña Carmen Armada, tataranieta y bisnieta de los artífices de los jardines históricos de diseño. Es decir, Álvaro Armada Valdés comenzó con la proyección de la jardinería de Peñafrancia, incluidos los inicios del jardín francés en el que luego contribuyó su hijo Álvaro Armada Fernández de Córdoba (1843-1907) y sus descendientes. 
La motricidad inducida por la clorofílica afición de Carmen Armada es simpatiquísima, te gana. Los últimos coletazos del confinamiento —la desescalada más estricta— la cogieron en la esplendorosa quinta de Peñafrancia y eso le dio un golpe de realidad: «nunca había estado aquí en abril-mayo-junio y no había visto mis plantas florecer, no sabía cómo eran esos arbustos en flor». Pues ahora a Carmen la tenemos yendo y viniendo de Madrid para ver su jardín y sus plantas florecer. De veras tiene un espíritu tan incansable como apasionante, es todo oídos y ella misma muestra esa conciencia o didáctica de querer / deber enseñar los jardines a la gente cultivada, ya que el papel de visitante lo vive en sus propias carnes, pues es socia de la Asociación de Amigos del Botánico de Gijón y del Real Jardín Botánico de Madrid. 
(...)  solo cabe invitar a nuestros lectores a deleitarse con esta maravilla de jardín, que ha sido posible que llegue a nuestros días gracias al importantísimo trabajo de recuperación que doña Carmen Armada efectuó en el año 2000 para salvarlo de la degradación en la que estaba sumido. Algo digno de encomio como no menos reseñable el tándem que forma con su jardinero Ramón desde hace dos años. Dos cabezas bien ajardinadas. Pasen y lean."

Aquí el muro es más alto. tiene forma semicircular y presenta almenas, la quinta tiene también su historia detectivesca, el robo de una tiara en palacio, valiosísima joya de novia, nos lo cuenta Alexandra Benito en la sección Vanitatis de El Confidencial del 19-10-2020:"Prepara el bol de palomitas, la manta de ver películas y ponte cómoda en el sofá, porque la historia que te venimos a contar hoy es digna de una gran novela policiaca. Nuestra historia comienza en la parroquia de San Salvador de Deva, en Gijón, donde celebraron su boda Hilda Armada Falcó y Borja Márquex 

El 3 de septiembre de 2011 sería un día de extrema felicidad para los novios y sus seres queridos, entre los que se incluía a la prima de la novia, Tamara Falcó, pero muy pronto se convirtió en una jornada marcada por el recuerdo de un robo histórico 
Hilda Armada Falcó es la nieta del conde de Revillagigedo e hija del conde de Güemes (título que actualmente ella ostenta) y la condesa de Villanueva de las Hachas. De ahí que decidiera lucir en este gran día una de las grandes joyas de su aristocrática familia. 
Nos referimos a la espectacular tiara de platino y diamantes de corte brillante que vimos a la actual condesa de Güemes en su boda, perteneciente a la familia de su madre, Hilda Falcó Medina. Una joya única original de los años 20 y de la firma Cartier que tenía gran valor, se estima que por encima de un millón de euros, pero que nunca jamás podría volver a lucir después de su enlace. 
Ni un año después, porque en mayo de 2012, una banda de ladrones entró en la finca familiar asturiana la Quinta de la Peña de Francia y arrasaron con todos los enseres de valor. La Guardia Civil estimó que pudieron hacerse con un botín de más de 35.000 euros en efectivo, varias antigüedades y la famosa tiara de diamantes del millón de euros, que se encontraba en la caja fuerte de la vivienda. 
Un golpe que parecía maestro, ya que no hubo detenidos en un principio, pero que como suele pasar no lo fue. Podría haberse dado el caso de que una banda de ladrones organizados entrara en una casa de campo para un robo menos ambicioso y que de casualidad se hubieran encontrado con el impresionante botín
Sin embargo, como sospechaban los investigadores de la Guardia Civil, alguien sabía que la tiara no había viajado de vuelta a Madrid tras la boda de Hilda Armada Falcó. Quedándose en Asturias, contra el pronóstico habitual. 
Por eso, la investigación se centró desde los inicios en el círculo cercano de la familia, concluyendo siete meses después con la detención, entre otros, de la antigua pareja de guardeses de la finca. 
Nos ponemos en antecedentes -no hay una novela negra que no incluya algún flashback- para viajar unos años atrás al pasado y presentar a J. L. C. M. y a V. L. V. E., de 31 años y 28 años, respectivamente. Una pareja que trabajaba desde hacía cinco años como guardeses y asistentes de servicio de la propiedad del conde de Güemes. 
La mala suerte (o no) hizo que, justo en el momento del robo, ninguno de los dos se encontrara en la residencia. Una casualidad que después quedó desarmada, ya que la Guardia Civil de la Comandancia de Gijón demostró que la pareja de guardeses y su prima, Wanda S. V., habían contactado con una banda especializada en el robo de joyas de Bolivia, su país de origen. 
Así, según recogería después la crónica judicial del periódico asturiano 'La Nueva España', la prima de la guardesa sí estaba en la Quinta de la Peña de Francia el día del robo. Facilitando que los ladrones pudieran entrar e inutilizando los sistemas de seguridad. 
La joven, considerada en el juicio como la cabecilla de la trama, llevaba varios meses residiendo en la casa sin que sus dueños lo supieran, siendo la encargada de permitir la entrada de los ladrones sin levantar sospechas (ya que supuestamente no debería estar allí). 
El juicio llegaría en 2014, donde cuatro personas de la cinco imputadas -una continúa en busca y captura por la Interpol- fueron juzgadas. A lo largo de la vista oral, la guardesa que trabajaba en la casa dijo que solo robó lo que necesitaba, "600 dólares para una operación" de su madre. Desvinculándose del resto del dinero y piezas.  
Sin embargo, se pudo demostrar que durante su estancia como trabajadores, los guardeses y su prima Wanda S. V. (que contaba con antecedentes penales también en Bolivia por varios atracos) habían robado también en la cercana vivienda de la tía de Hilda Armada, Casilda Armada, en varias ocasiones. Sustrayendo entre 6.000 euros y 8.000 euros en piezas que después habían vendido en casas de empeño de la zona, de lo que se hizo eco el periódico 'El Correo'. 
Finalmente, el abogado que representó a los imputados llegó a un acuerdo con la Fiscalía para rebajar la pena de sus clientes, que, a cambio, reconocieron los hechos. Aceptando cada procesado los delitos que se les imputaban y dos años y medio de prisión. 
Por desgracia, a pesar de esta sentencia, nada del botín ha sido recuperado. Ni el dinero, ni las antigüedades o recuerdos familiares, ni mucho menos, como era de imaginar, la valiosa tiara. Un misterio sin resolver, o casi, porque a pesar de no haber atado todos los cabos, los expertos dan por hecho que jamás se volverá a ver esa joya histórica. 
A pesar de que se continúa buscando su paradero -la Guardia Civil siguió su pista desde Asturias por varios países de Latinoamérica como Chile-, se cree que su destino final fue Bolivia, país natal de los condenados. 
Se da por hecho que la joya fue desmantelada y vendida en piezas sueltas, lo que facilita su salida en el mercado negro y, aunque pierde valor, hizo que fuera más fácil de revender por el ladrón fugado. 
"La investigación se cerró entonces, no hay esperanzas de que aparezca", aseguró la Guardia Civil a 'El Mundo' entonces. Aunque, como la esperanza es lo último que se pierde, esperamos que algún día la familia pueda recuperar una tiara a la que seguro guardan muchísimo cariño desde hace un siglo."


Entre los ilustres visitantes e invitados a la mansión de La Quinta'l Conde se recuerda especialmente por su trascendencia internacional al cantante, compositor y músico Mick Jagger con parte de su familia y miembros de The Rolling Stones con motivo de su apoteósico concierto en la ciudad en julio de 1995. Una cena con la aristocracia local lo tituló para El País Javier Cuartas en su noticia del día 23, de la que extraemos lo siguiente:
"'Alvaro Armada, cuya amistad con Jagger se remonta a varias décadas atrás. Apenas han trascendido detalles de esta cena íntima, a la que asistieron miembros de las familias Armada y Cañedo, otro de los apellidos de la aristocracia asturiana."

Cuando Álvaro Armada falleció apareció esta semblanza biográfica de Marco Menéndez en El Comercio al dar nuncio de su muerte el 11-1-2014:
"Álvaro María del Milagro de Armada y Ulloa, VIII conde de Revillagigedo, Grande de España, IX marqués de San Esteban del Mar de Natahoyo, VI conde de Güemes, XIX adelantado mayor de la Florida por su ascendente Pedro Menéndez de Avilés, que fundó la ciudad de San Agustín, en Estados Unidos y coronel honorario de Artillería, falleció en la madrugada de ayer en su domicilio de Madrid, a los 93 años. Nacido en la capital de España el 22 de diciembre de 1920, se casó el 1 de julio de 1950 con María del Carmen Barcáiztegui y Uhagón, en la localidad guipuzcoana de Fuenterrabía. El matrimonio tuvo seis hijos: Álvaro VII conde de Güemes, María del Carmen, Rafaela, Micaela, Teresa y Casilda. 
El conde de Revillagigedo, que en su momento fue accionista de EL COMERCIO, «murió a la una de la madrugada, tranquilo, en la cama, en su domicilio de Madrid», explicó ayer a este periódico su hijo Álvaro Armada, quien se encontraba velando a su padre en la sala 26 del Tanatorio de la M-30. Asimismo, informó de que el entierro «tendrá lugar en Gijón el sábado día 11 a las cinco de la tarde en la capilla de Nuestra Señora de la Peña de Francia en Deva». 
Dicen quienes le conocían que el conde de Revillagigedo «era un hombre sencillo, tímido, humilde, de grandes sentimientos religiosos, con gran rectitud de conciencia y que prefería pasar inadvertido». Esa conciencia religiosa fue la que le movió a alejarse de la vida pública hacia 1985. Fue un hombre muy apreciado por los vecinos de la parroquia de Deva, donde residía habitualmente en la finca Quinta de Peña de Francia, ubicada al lado de la iglesia parroquial. Además, era uno de los principales impulsores de las fiestas sacramentales de la pedanía gijonesa. 
Pero antes de apartarse de la vida pública, el conde de Revillagigedo estuvo consagrado a su familia. Su matrimonio, incluso, vino recogido en las crónicas sociales de la época, que indicaban que «la novia, que vestía traje de tul con gorrito de encaje antiguo, entró en el templo del brazo de su hermano y padrino, el conde de Llobregat; seguía el novio, dando el suyo a su madre y madrina, la señora viuda de Argüelles». Una vez concluida la ceremonia religiosa, en aquel 1 de julio de 1950, «se celebró una fiesta en Zuloaga Aundi, residencia de la familia de la novia». 
El legado de la fundación 
La Fundación de Revillagigedo es uno de los legados que deja el conde en la ciudad. El Ministerio de Educación aprobó en julio de 1964 el carácter benéfico-docente a título particular de este centro educativo, ubicado en El Natahoyo, que había sido instituida el año anterior en una escritura pública ante el notario gijonés José Ramón Penzol. 
El objeto de esta fundación era procurar la formación y enseñanza de oficios «profesional y técnica en todos los órdenes, y religiosa de los jóvenes productores de ambos sexos, bien mediante la concesión de becas anuales, bien dando clases directamente en centros o dependencias que al efecto establezca la fundación o bien de cualquier otra forma con tal de cumplir el fin fundacional que tendrá siempre carácter gratuito». 
Años de retiro 
Álvaro Armada Ulloa decidió a mediados de la década de 1980 alejarse de la vida pública y ocuparse fundamentalmente de cuestiones sociales. El escritor Antonio Colao Granda hizo referencia en su trabajo 150 motivos para aumentar su fe a un encuentro que tuvo en su momento con el conde de Revillagigedo y que refleja sus profundas convicciones religiosas. Colao Granda explica que el conde prefirió vivir de la forma más austera posible. El escritor destaca además que Álvaro Armada dedicaba numerosas horas a la oración. 
También recogió Colao Granda lo que el propio Álvaro Armada Ulloa le había dicho: «La riqueza siempre ha sido la perdición de muchos hombres. Para los cristianos puede ser incluso odiosa. Tú encontrarás en los manicomios muy pocos dementes por haber perdido a un ser muy querido, pero sí muchos por haber perdido su fortuna». 
Aunque residía fuera de Asturias, nunca perdió su vinculación ni su carácter gijonés. Prueba de su afecto por la ciudad fueron la donación que realizó de la Colegiata de San Juan Bautista, el actual Palacio de Revillagigedo y todos los inmuebles anexos, estableciendo una fórmula con Cajastur por la que cedía el inmueble por una cifra aproximada a los cien mil euros. Esta no fue su única aportación a la ciudad a lo largo de su vida, ya que «una de sus grandes preocupaciones fue contribuir al desarrollo de Gijón», recordaba ayer su familia. 
En la última parte de su vida, el conde de Revillagigedo pasó un tiempo en una residencia de Trujillo (Cáceres). En los últimos tiempos su estado de salud había empeorado de forma notable, por lo que sus hijos decidieron trasladarlo a su domicilio de Madrid, donde a la una de la madrugada de ayer falleció. 
Álvaro Armada Ulloa era hijo de Álvaro Armada de los Ríos-Enríquez, abogado, diputado por Gijón y, posteriormente, senador, y de María de la Concepción Ulloa. El conde tuvo ocho hermanos: María Josefa, Teresa, Concepción, Victoria Eugenia, Rafaela, María de la Asunción, Javier y Rosario."

Magnífica portada de acceso a la finca y sus jardines. El Archivo de los Condes de Revilla-Gigedo, uno de los archivos nobiliarios privados más importantes de España, fue declarado Bien de Interés Cultural en 2008 y comprado posteriormente (septiembre de 2023) por el Ministerio de Cultura y Deporte. Esta es parte de su ficha:
"El fondo ha sido depositado en el Archivo Histórico de la Nobleza, archivo estatal dependiente del Ministerio de Cultura y Deporte, con sede en Toledo, donde se procederá a la descripción y ordenación de su contenido, así como a su correcta conservación. 
La compra permite incorporar al patrimonio histórico español documentos fundamentales para el conocimiento de la historia de la España moderna y de América. Conserva la documentación original sobre la conquista de La Florida y las primeras fundaciones europeas del siglo XVI, como San Agustín o Santa Elena; y los virreinatos de la Nueva España durante la segunda mitad del siglo XVIII, época de las grandes exploraciones y descubrimientos científicos. 
El conjunto está formado por los archivos de los linajes Ramírez de Jove, marqueses de San Esteban desde 1708; Casa de Valdés, condes de Canalejas desde 1675; Casa de Güemes, condes de Revilla-Gigedo en 1749 y condes de Güemes en 1781, Grandes de España; y Casa de Ríos y Omaña, o Casa de los Armada, marqueses de Santa Cruz de Ribadulla desde 1683. 
Además de la documentación relativa al ejercicio de oficios públicos de sus miembros, el archivo incluye documentos de carácter personal de los cuatro linajes, procedentes en su mayoría de Asturias. También se encuentra información de Valencia, Palencia, Zamora, Granada y Madrid. Estos legajos están relacionados con temas patrimoniales (títulos de propiedad, rentas, arrendamientos foros y censos) y mayorazgos, así como los testamentos o capitulaciones matrimoniales. Asimismo, se incluyen documentos relativos a los patronatos y fundaciones de obras pías (Colegiata de Gijón, Capilla de San Ildefonso de la Catedral de Palencia...). El archivo adquirido incluye una serie de árboles genealógicos de las Casas Asturianas y los Mayorazgos de la Casa de Revilla-Gigedo. 
Entre los miembros más destacados de los linajes que conforman el Archivo Güemes y Revilla-Gigedo se encuentran Pedro Menéndez de Avilés (1519-1574), marino de la Casa de Canalejas y adelantado de la Florida; y los condes de Revilla-Gigedo, virreyes de la Nueva España: Juan Francisco Güemes Horcasitas, virrey entre 1746 y 1755, y su hijo Juan Vicente Güemes Pacheco, quien desempeñó este cargo entre 1789 y 1794. 
Relacionada con ellos y con el desempeño de sus cargos públicos se encuentra la documentación más relevante sobre los primeros asentamientos en Estados Unidos fundados por Menéndez de Avilés, Santa Elena y San Agustín; o la relativa al origen de la secretaría del virreinato de Nueva España. Completan los conservados en archivos estatales sobre este periodo, en concreto, en el Archivo General de Simancas y el Archivo General de Indias, en España; y en el Archivo General de la Nación, en México, entre otros. 
En este fondo se conserva correspondencia, peticiones o informes enviados a los dos virreyes sobre asuntos cotidianos del virreinato, así como algunos más extraordinarios como las expediciones rusas a Notka, la conquista de Nueva Santander, otros relativos a las Islas Filipinas y Marianas, o las expediciones de Alejandro Malaspina a Nicaragua y otras de carácter científico. 
Su valor único hizo que estos legajos fueran objeto de incautación por la Junta del Tesoro Artístico durante la Guerra Civil para protegerlos de los bombardeos y sitio de Madrid y, posteriormente, fueran devueltos a sus dueños."

Sobre la portada, el escudo, o escudos familiares, de las estirpes que aquí confluyen. En su trabajo Patrimonio rústico del Marqués de San Estebanen el Gijón del siglo XVIII, la investigadora Irma González Sánchez, de la  Universidad de Oviedo, realiza una sinopsis de orígenes familiares:
"La Casa de los señores de Ramírez, posteriormente marqueses de San Esteban del Mar de Natahoyo, remonta su relevancia a principios del siglo XVI, con el matrimonio de don Juan García de Jove con doña Isabel Ramírez de las Alas y Miranda, descendiente de la Casa de las Alas de Avilés. En 1552, con facultad real, esta señora fundó el mayorazgo principal de la Casa de Ramírez. A través del mayorazgo, los bienes se inmovilizan, se vinculan a los descendientes, evitando así su dispersión. La tierra dejaba de ser mercancía y se protegía de las particiones testamentarias, garantizando unos bienes y unas rentas incluso en momentos de fuerte endeudamiento y de presiones de los acreedores. 

Así, se iniciaba una larga carrera consistente en la vinculación de tierras, la realización de ventajosas alianzas matrimoniales (con casas como los Alas, los Jove o los Miranda), y la adquisición de cargos públicos. Todos éstos son mecanismos de ampliación y afirmación del poder de la Casa Ramírez. Ejemplos de este ascenso imparable los encontramos tanto en los protagonistas de la Casa como en sus actuaciones. En un esbozo general podemos afirmar que en el siglo XVI asistimos a una política de compra de tierras y cargos que decrece a medida que avanza el XVII y que se recupera al llegar al XIX, sobre todo cuando el V Marqués se una a la Condesa de Revillagigedo. En el siglo XVII nos encontramos con figuras tan destacadas como las del licenciado Fernando Ramírez, magistrado de los Consejos de Nápoles o Luis Ramírez  Valdés, canónigo prior de la catedral de Oviedo y fundador de la colegiata de San Juan Bautista en Gijón y de la capilla de la Peña de Francia en Deva. 

En 1706 Francisco Ramírez, que sirvió a los reyes Carlos II y Felipe V como capitán de caballos, coraza e infantería, mariscal de Campo y comisario general de la Caballería de los Estados de Milán es pasado a cuchillo tras haber defendido valientemente el castillo de Fortona. El 25 de enero de 1707 Felipe V expidió un Real Decreto en el que se otorgaba a don Carlos Miguel Ramírez de Jove, sobrino de don Francisco, el título de marqués o conde «lo que eligiere para él, sus sucesores y herederos». También se permitió a los sucesores del título creado la utilización del «uniforme de mariscal o coronel del cuerpo de Artillería «por juro de heredad». Esta concesión real es un momento clave en el desarrollo de la casa. Ya formaban parte de la nobleza titulada, era el reconocimiento formal de un poder ya asentado. El paso de señor de vasallos a caballero y de ahí a titulado refleja la culminación de ese paseo por las estrategias canónicas de ascenso nobiliario..."

Y en el apartado de Conclusiones, Sánchez resume la trascendencia del linaje en su esplendor dieciochesco:
"La casa de Ramírez, a través de las estrategias de compra de tierras y cargos, vinculaciones, y alianzas matrimoniales consigue ascender a lo largo de la Edad Moderna; alcanzando su punto álgido en 1707 con la concesión del título de marqueses de San Esteban del Mar. La posesión de tierras en el concejo, incluyendo un coto señorial, y su presencia en la villa de Gijón hacen de esta Casa una unidad fuerte y poseedora de una gran relevancia a todos los niveles en el Gijón del siglo XVIII. 

Las rentas de la tierra eran su mayor fuente de ingresos. Las tierras de labrantío, más numerosas que los prados, se organizaban en erías, espacios cerrados que abarcaban varias parcelas campesinas. Tenían un producción cerealística variada, que combinaba variedades destinadas al autoconsumo (mijo, panizo) con otras más comerciales (escanda, trigo, maíz). Los prados se destinaban a pasto de ganados y a la obtención de hierba para las cabezas estabuladas; y para completar la dieta se contaba con la producción hortícola y los frutales. Las casas, hórreos y tierras se configuraban en caserías, una unidad de explotación base de la economía agraria asturiana consistente en la casa, hórreo o panera, tierras adyacentes y terrazgo disperso. Podemos ver que el terrazgo estaba, salvo excepciones, muy fragmentado y en algunos casos las tierras aparecen como cerradas sobre sí, rompiendo esa organización común de la ería. 

Otros ingresos provenían de actividades industriales aisladas, como una tejera o una forja-herrería de bastante importancia en la que el marqués invirtió capital para su mejora. El ganado cedido en aparcería o comuña, en cualquiera de sus formas, era una forma de explotación ganadera indirecta muy cómoda y de bajo riesgo para el marqués que también vemos reflejada como una fuente de ingresos, aunque mucho menos importante que la renta de las tierras. 

A pesar de todo, la mala administración de las haciendas, las dotes y los excesos en los gastos destinados a ostentación de su posición son una sangría constante que apretaba las economías nobiliarias, pero sin ahogarlas. Posteriores estudios de esta casa y de su entorno nos permitirán establecer una línea evolutiva más completa y realizar un análisis más exhaustivo de sus realidades y trasfondos."

El camino de acceso se dirige desde la portada a los edificios palaciales entre bosques y jardines, que como hemos dicho pueden visitarse en las oportunas visitas concertadas y organizadas. En su magna obra Jardines clásicos de Asturias, de José Valdeón Menéndez, este gran paisajista nos ofrece esta descripción:
"Conocida popularmente como la finca del Conde de Revillagigedo, la "Quinta de la Peña de Francia" formaba parte del antiguo concepto jurídico de Coto Redondo, que en este caso comprendía el Coto de Castañera, los Montes de Rioseco y la Granja de la Peña de Francia, luego denominada Quinta, una de las extensísimas propiedades de D. Álvaro Armada Valdés. Éste era Marqués de San Esteban del Mar de Natahoyo -título otorgado en 1707 por Felipe V a Carlos Miguel Ramírez de Jove- además de Conde de San Julián, Marqués de Santa Cruz de Ribadulla, Adelantado Mayor de la Florida, Coronel Honorario de Artillería y otras distinciones, como Senador del Reino, Caballero del Hábito de Montesa, Gran cruz de Carlos III, etcétera. De su matrimonio con Dña. Manuela de la Paciencia Fernández de Córdoba se origina la vinculación del Condado de Revillagigedo a Asturias, títulos que ella ostenta junto con los de Condesa de Güemes, Marquesa de Canillejas y Grande de España. "

Era este Álvaro Armada Valdés, nos cuenta Valdeón Menéndez, uno de aquellos personajes románticos del segundo tercio del siglo XIX, político muy activo, lo mismo que industrial, y gran amante de las Artes y las Letras, empleando en sus versos, de amores imposibles, el seudónimo de Barón de Fritz:
"Este Marqués de San Esteban poseía en el Principado más de veinte palacios abiertos todo el año pero, quizás por su cercanía a Gijón, donde estaba su residencia del mismo nombre, sintió debilidad por la "Quinta de la Peña de Francia". De este modo amplió la antigua construcción para pasar aquí cada vez más tiempo, a la vez que acondicionó la finca con plantaciones arbóreas y de frutales..."

Es posible pues que tanto el muro perimetral actual, datado en 1863, como algunos de los ejemplares más antiguos de estos carbayos, procedan de aquellos ingentes trabajos, en los que se habilitó un invernadero, se hizo un lago de una zona pantanosa, surcado por lanchas de paseo y haciendo un precioso jardín:
"Con todo ello, la propiedad adquiere un auténtico sentido de quinta, concepto romano con el que se designa el lugar escogido para retiro y solaz, un locus amoenus que contrapone el otium de las residencias campestres con el nec-otium propio de la vida urbana. Es el espacio donde se producen interminables foros literarios, entretenidos paseos y almuerzos, y donde puede disfrutarse del apacible mundo rural. La quinta debe incluir la vivienda -literalmente en el sentido de lo que hoy conocemos como "segunda vivienda"-, los terrenos dedicados a huerta y frutales -representativos de su carácter agrario- y el jardín"

La senda sigue muy recta a la sombra de estos venerables árboles. A la derecha un seto nos separa de las fincas de la vega, que fueron propiedad, como casi todas las de Deva y buena parte de las de otras parroquias, del Conde. De uno de ellos, del VI Conde de Revillagigedo, Álvaro Armada y Fernández de Córdoba (1843-1907), nos dice la Real Academia de la Historia:
"Nació en el seno de una de las familias más representativas del caciquismo en Galicia y Asturias, que durante gran parte del siglo XIX ostentó su representación política en las Cortes españolas, tanto en el Congreso como en el Senado. Fue el hijo mayor de Álvaro Armada y Valdés, marqués de San Esteban del Mar de Natahoyos y marqués de Santa Cruz de Rivadulla, gobernador civil de Madrid, diputado por varios distritos de la entonces provincia de Oviedo, senador vitalicio desde 1860 y uno de los jefes del Partido Conservador junto a Alejandro Mon, nacido en Oviedo, y María Manuela de la Paciencia Fernández de Córdoba y Güemes, V condesa de Revillagigedo, marquesa de Canillejas y III condesa de Güemes, natural de Madrid. Su hermano menor, Juan, hombre de refinada cultura, sucedió en el marquesado de Santa Cruz de Rivadulla y fue elegido diputado por La Coruña en 1896, cargo del que no llegó a tomar posesión quizá por su estado de salud, ya que fallecería en 1898. 
En 1871, Álvaro Armada sucedió en el condado de Revillagigedo, con Grandeza de España, y además en las mercedes de marqués de San Esteban del Mar de Natahoyos (VII) y conde de Güemes (IV). 
Al año siguiente, casó, el 20 de mayo de 1872, con Rafaela de los Ríos Enríquez y Miranda, en Trubia (Oviedo), de cuya unión nació el también senador por derecho propio, desde 1921, Álvaro Armada de los Ríos. 
Siempre en las filas del partido conservador, como todos los miembros de la familia, fue diputado por Gijón durante las sucesivas legislaturas entre 1885 y 1895. Pero, tras heredar los títulos requeridos por el párrafo 2.º comprendido en el artículo de la Constitución, solicita al Senado en esa última legislatura su admisión por derecho propio, lo cual se llevó a efecto tras jurar el 13 de junio de 1896, permaneció en la Cámara hasta su fallecimiento. 
Consejero director de Metalúrgica Gijonesa y dueño del puerto interior del Musel, en Gijón, no ocultó estos intereses particulares a lo largo de toda su actividad, sino que fue miembro de cuanta comisión de ferrocarril y carreteras afectaba a la provincia y a su economía, si bien realizó al tiempo las consabidas obras de beneficencia fundando la Escuela de Artes y Oficios de Gijón y el Instituto Jovellanos. 
Ostentó cargos y distinciones propios de la nobleza terrateniente conservadora de la época: adelantado mayor de La Florida, coronel honorario de Artillería, vocal de la Diputación Permanente de la Grandeza de España, maestrante de la Real de Valencia, gentilhombre de Cámara con ejercicio y servidumbre, caballero de las Órdenes de Carlos III, de Montesa (desde 1897) y Gran Cruz de Carlos III. 
Falleció en un accidente en su provincia el 23 de septiembre de 1907."

"Una alineación de ancianos robles da testimonio de los últimos pasos de los caminantes en la senda", dice, respecto a este tramo final de la Senda del Peñafrancia, el geógrafo Francisco Javier Granda Álvarez en su libro Natural de Gijón. Parques, jardines y espacios verdes municipales. Al pasar ante este nos percatamos que parece haber tenido una poda bastante drástica


Ciertamente algunos ejemplares son especialmente viejos. Cuando uno cae es noticia en la prensa local, tal que esta, Adiós a un árbol centenario, en El Comercio del 16-6-2015:
"Durante muchos años ha ofrecido sombra en la parroquia de Deva, pero después del último temporal no ha resistido más. Uno de los centenarios robles que bordean la carretera que da acceso a la iglesia de esta parroquia gijonesa se ha caído sobre el camino peatonal que discurre paralelo a la vía. Se trata de un ejemplar de grandes dimensiones, por ello ha sido necesario cortarlo en varias partes para retirarlo. De ello se han encargado operarios del equipo de Conservación Medioambiental del Ayuntamiento de Gijón. Además, en la operación también ha sido necesario un camión provisto de una grúa. En el camino un enorme agujero da cuenta del gran tamaño de las raíces de este árbol."

A la izquierda continúa el larguísimo muro de La Quinta'l Conde, donde hay numerosos árboles notables también, y catalogados, como una faya o haya de 25 metros de altura, olmos y varios más. Dice Álvaro Armada, actual Conde de Revillagigedo, según cuenta Rafa Suárez Muñiz en El Comercio del 20-3-2022:
«la quinta Peña de Francia es una gran extensión de terreno vinculada a la familia Ramírez de Jove desde el siglo XV entre otras muchas propiedades. Fue a partir del siglo XIX cuando se hicieron las mejoras en el jardín a partir de Álvaro Armada Valdés, que construyó el muro, el jardín de las camelias y convirtió la quinta Peñafrancia en un lugar de recreo al estilo del romanticismo del siglo XIX»

Los robles "eran básicos para el combustible de pequeñas industrias como la forja-herrería que el marqués poseía en Deva", dice en su estudio sobre estas antiguas posesiones nobiliarias Irma González Sánchez, siendo aquella el origen del topónimo La Ferrería al lado del Molín de Deva. Seguimos leyendo el artículo citado de Rafa Suárez Muñiz:
 "Si tenemos en cuenta la fotografía aérea histórica podremos comprender que en aquella centuria se aproximaba como mínimo o bien superaba una extensión de 60 hectáreas solo de una única finca (la matriz), en otras palabras: 600.000 m2. La casa original también es del siglo XV, «aunque luego fueron haciéndose distintos añadidos al objeto de convertirla en una especie de cazadero o lugar de recreo», ya que los propietarios vivían en el mal llamado palacio de Revillagigedo. La mayor joya arquitectónica de la ciudad era el lugar de residencia principal, el palacio barroco de Cimadevilla fue ordenado construir por Carlos Miguel Ramírez de Jove, el primer marqués de San Esteban, que también da el nombre correcto a la plaza que icónicamente preside desde 1705 (levantado a partir de la torre occidental del siglo XV)."

En algunos tramos aún podremos reconocer, pegado a la derecha del suelo del camino, el surco de la canal que llevaba el agua del río desde su nacimiento en El Güeyu Deva hasta dicho Molín de Deva para que, tras ser embalsada en su presa o ñora, hiciese girar su rodendu y moviese las muelas y toda su maquinaria hidráulica:
"Tendríamos que hacer un importante ejercicio de imaginación para concebir que toda la hilera de robles tricentenarios que acompañan la senda peatonal de Peñafrancia como bosque de ribera genuino o la propia iglesia de San Salvador e incluso el mismo río estuvieron dentro de la actual posesión de la familia Armada Barcáiztegui hasta el último tercio del siglo XIX. Tenían un inmenso bosque en casa, es más: tenían un monte en casa, el monte Deva. Seguramente esa rectificación parcelaria fue la que dio lugar a que esta noble saga hiciera obras para sus vecinos y colonos tales como el mayor complejo hidráulico del municipio el lavadero-bebedero y fuente del güeyu Deva, ya que ellos ya tenían otro enorme lavadero dentro de la finca. De la quinta de Peñafrancia, al igual que se decía de la Universidad Laboral en la autarquía, podríamos decir que era una «ciudad en sí misma», ya que era una finca autosuficiente, basada en la economía forestal y agroganadera de autoabastecimiento, amén de contar con todo lo necesario para cumplir una elitista vida residencial y una función de ocio dentro de una residencia secundaria tan alejada y rústica."

La especialización ganadera del campo astur en una de sus tantas reconversiones hizo que aquella cultura cerealística de los molinos desapareciese, y estos con ella. La vegas se aprovecharon para pasto y siega y el pan se dejó de hacer en casa al mejorar las comunicaciones para la mecanización del campo y ser accesibles todas las aldeas al reparto diario desde las tahonas de las villas y ciudades


Al sur, la alargada y alomada silueta del Monte Deva vuelve a hacerse plenamente visible para nosotros. De su divino nombre y del de esta parroquia, nos dice el filólogo Ramón d'Andrés en su Diccionario Toponímico del Concejo de Gijón:
"Etimología: en principio, este topónimo designa el río, afluente del Piles, que nace en la parroquia y que tiene también el nombre de Peñafrancia. El origen del topónimo Deva quizá esté en el nombre céltico Deva –palabra hermana de la latina dĕa–, con el significado de ‘diosa’, ‘divinidad’, referida al río, en una religión que adoraba las corrientes de agua. En latín dīva significa ‘diosa’, pero de acuerdo con las reglas de evolución fonética es difícil que genere Deva. 
Referencia al lugar: en Asturias hay otros dos lugares que llevan este nombre: la isla La Deva, frente a Castrillón, que es la mayor de nuestra costa; y el río Deva, que nace en Covadonga y desemboca en la ría de Tinamayor, trazando el límite entre Asturias y Cantabria. En Vizcaya existen también el río y villa de Deba, grafía eusquérica del mismo nombre. Es importante señalar que el río Deva de Gijón y el del oriente asturiano nacen ambos debajo de una peña (en el caso gijonés, en la Peñafrancia o ‘peña rota o francida’), sobre la cual hay un santuario relacionado con una antigua divinización. Además, ambos lugares coinciden en ser el punto de referencia de una fiesta que se celebra el ocho de septiembre; en el caso de Deva, la fiesta de Nuestra Señora de Peñafrancia. Finalmente, no hay que olvidar que este topónimo se utiliza también para dar nombre a El Monte Deva."

Desde aquí ya empezamos a ver la iglesia de San Salvador de Deva, en concreto su pórtico, en el mismo borde de la carretera. De la documentación histórica del topónimo también se ocupa Ramón d'Andrés en su diccionario:
"«…et de heraditatibus suis et de monasterio Sancti Saluatoris de Deua cum omnibus bonis et hereditatibus suis» (Catedral de Oviedo-1, año 1006); «ecclesiam Sancti Saluatoris de Deua» (San Isidoro de León, año 1103); «exceptis his duobus prandiis de Deua et de Sarego que iure debentur episcopo» (Catedral de Oviedo-1, año 1117); «cum illis hominibus de Deuea [sic] quos uocitant Farragos» (Monasterio de San Vicente de Oviedo-1, año 1170); «in Asturiis in ripa maris, in Gigion, […] et ecclesiam Sancti Saluatoris de Deua» (Diócesis de León, año 1176); «cum illis de Deua in ualle de Gigion» (Monasterio de San Vicente de Oviedo-1, año 1180); «Plinium minorem, in Deua» (San Isidoro de León, año 1181); «Item como a Alvar Garçía otro tego que yaz a la castannar de Deva» (Monasterio de San Pelayo de Oviedo, año 1370); «e conel çellero de Deua» (Libro Becerro, año 1383); «San Salvador de Deva» (Inventario de Parroquias, año 1385). En el Libro del Cay, año 1567, aparece: «Luys de Zarrazina de Deba», «Luys de Zarraçina, vezino de la aldea de Deba, deste conzejo de Gijon». Por su parte, en el Libro Ordinario: «En Deba a Juan Menéndez», «Cabe a Deva…», «En Deba a Toribio de Barrio» (año 1576); «en Deba a Loys de Çarraçina, fiel y cogedor» (año 1577); «Y en Deba, a Juan de Çarraçina, el biejo» (año 1578). En el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) se cita «la Parrochia de Deva», «el Rio de Deva», pero también «Deba». El diccionario geográfico de Madoz (1845-50) cita este topónimo como Deva, pero también como Deba, en una época de escasa regularización ortográfica. En los mapas de los siglos XVII y XVIII, realizados en su mayoría por cartógrafos extranjeros, suele aparecer con las formas «Deba», «Deva» y alguna vez «Deua».

Antes de la iglesia, se abren en el muro de la quinta grandes vanos a ras de suelo, cerrados eso sí con barrotes de hierro, a manera de desagüe de las aguas sobrantes de la finca, que en esta zona se eleva sobre un cueto
 

El agua riega así estos campos de de la vega del Deva o Peñafrancia, cuyo curso lo delata la fila de árboles al otro extremo de la finca, haciendo de frontera entre los barrios de La Reguera y San Antonio


Aunque no llegamos a verlo, sobre aquel cueto al otro lado del río está La Torre, con la capilla de San Antón que da nombre al barrio, del año 1701 y donde se celebraban romerías el día de San Antón Abad, santuario recuperado por un particular, Fernando García Zamanillo, tras muchos años de abandono y vinculado a una casona que es ahora casa de turismo rural, La ermita de Deva


En el Camino, otro carbayu hendido por un rayo. Irma González Sánchez, citando al Catastro de Ensenada, de mediados del siglo XVIII, relata la respuesta que se da en Deva a sus pesquisas sobre el arbolado existente:
"En el Catastro, a la pregunta sexta «Si hay algún plantío de árboles en las tierras que han declarado» se contesta que hay ziruela, membrillos, «cadapados» y parras», y se nos remite a la cuarta pregunta, en la que encontramos que además de estas especies, había también «manzanos, perales, «teisales», guindales, cerezos, pescales, abellanos, limones, narangos agrios, narangos dulces, higueras, nogales, castaños, robles».

Desde aquí, agachándonos un poco, podremos ver uno de los palacios de La Quinta'l Conde a través de estos huecos


Este Palacio de Abajo, el primero y más antiguo, se haría sobre otro más antiguo aún citado en 1605 con motivo del fallecimiento de Alonso Ramírez de Jove y tiene en su estructura diversas tipologías y estilos, "es una gran mole de estructura compleja", leemos en Vivir Asturias, a lo que añade:
 "compuesta por distintas estructuras separadas que se construyeron en diferentes etapas, extendiéndose en dirección norte-sur, desde un primer tramo de tendencia neoclasicista, con sus vanos distribuidos racionalmente, hasta una torre rectangular de inspiración historicista"
Palacio de los Picos. Foto de Julio García González

Más arriba, El Palacio de los Picos, que NO vemos desde aquí, es así llamado por sus cubiertas piramidales y pequeñas torres de los ángulos y es posterior, de finales del siglo XIX o principios del XX. De los dos escribe José Valdeón en Jardines clásicos de Asturias:
"Dentro de la "Quinta de la Peña de Francia" hallamos dos construcciones bien distintas. La primera, habilitada por Álvaro Armada con los fines que ya conocemos, es un caserón resultado de varias edificaciones yuxtapuestas. "En el primer tramo de aprecia una cierta influencia de las premisas neoclasicistas a disponer de vanos de forma racional, con sencillos marcos los superiores y ligeramente arqueados en la planta baja". La segunda es un palacete que "destaca por sus armoniosas proporciones y matizado decorativismo, y en su tratamiento arquitectónico están presentes el eclecticismo y la tradición francesa, reflejándose esta última sobre todo en la disposición piramidal del tejado que remata las pequeñas torres de los ángulos. Parece ser que se hizo por iniciativa de la esposa del marqués, por su deseo de una vivienda dotada de mejores condiciones y comodidades que la otra. Ésta posee su propio acompañamiento jardinero, además de disfrutar de mejores vistas que la primera. Ambos edificios ocupan una posición central dentro de la quinta, rodeados por amplias praderas, extensas plantaciones de frutales y numerosos y antiguos ejemplares arbóreos, de los que han sobrevivido muchos robles carbayos, Quercus robur, a los que se suman bellísimos y provectos negrillos, Ulmus minor, extinguidos por la enfermedad de la grafiosis, y algunos tilos, Tilia sp., también desaparecidos"

Quercus rubur como los que hay aquí, en todo este tramo desde La Ferrería hasta la iglesia de Deva, embelleciéndolo notablemente con su majestuoso porte, a escasos metros. Sobre la quinta, el investigador Isidoro Cortina Frade manifiesta su sospecha que hubiese anteriormente una castro astur  en San Salvador de Deva y su monasterio hasta la Edad Moderna, artículo que publica en el Boletín del Instituto de Estudios Asturianos Nº122:
"La palabra Deva tiene una etimología muy clara y precisa y que constituye la base de partida histórica de un proceso evolutivo enraizado en hondas creencias que la m arcan y la definen. 

Lingüísticamente, afirma María Lourdes Albertos, Deva es un nombre genuinamente indo-europeo, basado en «Deiva» (diosa divina), frecuente en la formación de hidrónimos, por el carácter divino atribuido a los ríos, sobre todo en las regiones de estirpe céltica. Los celtas adoraban los accidentes naturales, para ellos representantes de la divinidad. Altuser define a este respecto la religiosidad como una representación seriada de los ríos, los montes, determinados lugares como cruces de vías, etc., que, además de los astros, eran objeto del culto céltico. Uno de los elementos esenciales de esta religión indígena es el naturalismo. Los accidentes naturales eran m orada de los dioses y aunque no eran deidades en sí mismos, eran representaciones suyas o sus lugares de habitación. 

En Deva y barrio que lleva su nombre nace un río. El lugar de nacimiento o afloramiento es genuino como ninguno. Brota espontáneamente debajo de una alta y escarpada roca, no como una simple fuente, sino con un notable caudal. Une al verdor y a la frondosidad virginal, la frescura de un rincón de ensueño. Es el núcleo germinal de Deva, que aquí nace cara a la historia. 

El lugar es idóneo para la evocación de divinidades, ninfas y seres mitológicos. Constituye un ideal, como así fue, para la cimentación de un habitáculo de deidad primitiva o para el origen de una leyenda. Hoy sobre esta roca está radicada la capilla de Peña de Francia, como así se denomina su pétreo basamento y en donde se venera la imagen de la Virgen bajo esta advocación. Es el panteón familiar de la estirpe de los hoy condes de Revillagigedo, sus fundadores y patronos, quienes a su vera tienen su feudo. (...)

No hace todavía mucho tiempo y en compañía de un amigo, don Rodrigo Suárez Pastor, entusiasta de la infrahistoria gijonesa, en un recorrido efectuado por la parroquia de Deva, examinamos una tosca representación de cabeza humana em potrada en la pared de una casa de labor, sita en el lugar de Faro, Barrio de Pedroco, la cual había pasado hasta entonces desapercibida a efectos de estudio y atención. Los propietarios de la finca le otorgan un origen desconocido y han m anifestado que su radicación en el citado lugar data desde tiempo inmemorial. La pieza me llamó inmediatamente la atención y la asocié con la memoria que tenía de las cabezas castreñas expuestas en el Museo Arqueológico de Lugo y con la familiaridad que irradia otra cabeza, con la que me encuentro vinculado, aunque de diferente naturaleza, situada en el ábside de la iglesia de Santa Eulalia de Baldornón, cuya filiación indígeno-romana precisé por primera vez. 

Este hallazgo de Deva puede calificarse como el primer testimonio de una cabeza-trofeo en Asturias, como la califica la profesora Fernández Ochoa, a quien puse en antecedentes de las primicias del hecho (...)

 Este hallazgo nos hace reafirmarnos en la idea de la existencia de un asentamiento indígena en Deva corroborando las anteriores apreciaciones expresadas sobre un lugar de culto en torno al nacimiento del río. No existen noticias ni vestigios de tal radicación, al menos de tipo castreño, si bien el punto central y culminante de la actual finca del conde de Revillagigedo y sobre el lugar en donde se levanta un palacete constituye un emplazamiento no desdeñable para haber en su día constituido un hábitat de no muy extensas proporciones."


Dentro del mismo abanico de posibilidades, esboza Cortina Frade además la posible existencia posterior de una villae agrícola romana en el lugar:
"El análisis de lo que hoy es la gran finca unitaria de los Condes de Revillagigedo cubriría todas las aspiraciones que podrían exigirse para el establecimiento de una villa en la época del Imperio: situación y orientación, fertilidad y abundancia de agua con el nacimiento del río dentro de su enclave. ¿Podría haber tenido tales antecedentes, nos preguntamos? Carecemos de toda prueba al respecto. 

Del examen del archivo de la casa de los Ramírez de Jove, fundadora del señorío y mayorazgo allí asentados, no resulta fundamento positivo alguno. Los antecedentes más antiguos datan de 1517 en que Juan García de Jove, llamado «El Fundador», adquiere «la casa de Arnado en Deva, con sus edificios y dos orrios y el molino debajo de ella, con la Torre de Deba, heredades, llantados, huertas, naranjos y limones, con los montes de Grandeño y más que en dicha parroquia pertenecen al vendedor (Miguel de Valdés) por herencia de sus padres y por la del bachiller de Gijón su abuelo». Posteriores compras irán aumentando progresivamente el dominio territorial de la familia en la parroquia. Todas ellas constan reseñadas en el citado archivo. Se desconoce la naturaleza anterior de dichos bienes enumerados, pero es significativa la designación de la Torre de Deva a efectos de consignar la preexistencia de un posible feudo, cuya antigüedad e importancia se ignoran. 

De lo que sí hay referencia es del hallazgo de un tesorillo de monedas romanas en el término. Somoza nos da cuenta de ello: «En 1887 Francisco Suárez Pachín de Cámpices, vecino de Rioseco, en Deva, halló en el Monte Coriscao un lote de ochocientas monedas, en su mayor parte grandes y medianos bronces del Alto Imperio»

Lo que sí que tenemos bien tangible es la iglesia de San Salvador de Deva, que si bien, insistimos, está totalmente reformada, es la única que conservaría restos indudablemente prerrománicos y de interés en el concejo de Gijón/Xixón, siguiendo lo que dice Isidoro Cortina: 
"San Salvador de Deva es el único vestigio existente en Gijón, «in situ», del Arte genuinamente asturiano. Como se ha podido comprobar, fueron edificadas, pero han desaparecido, otras iglesias de la época, como San Julián de Lavandera..."

Esta iglesia fue fundada como monasterio por la reina Velasquita, primera esposa de Bermudo II rey de Asturias y León, poco después de comenzar su reinado, hacia el año 984. Siete años después, a finales de 991, su marido la repudia al no tener hijos varones y ella pasa a residir en el convento de San Pelayo, el de las célebres Pelayas, en Oviedo/Uviéu, rechazada por su marido como tantas otras reina de aquel entonces a causa de problemas de descendencia, un mundo de estrategias políticas en el que el amor se dejaba absolutamente de lado en cuanto acontecían asuntos dinásticos


De todas formas Velasquita tampoco habría de quedarse muda y en sus años de vida en las Pelayas transmitió muy posiblemente, bien directa o indirectamente, a todas las personas influyentes de su entorno un juicio nefasto de Bermudo II. Es muy posible también que esa negatividad llegase a tiempos del cronista obispo Pelayo, quien recopilando datos de un siglo o siglo y pico atrás, tampoco vería muy bien el segundo matrimonio del rey con Elvira, que sería la nueva reina, y por todo ello iba a escribir en su crónica una visión sumamente negativa de su reinado, que sería el origen de la leyenda negra que acompañó a la biografía de este monarca hasta nuestros días


Del año 1006 se conserva un documento, de fecha 29 de agosto, guardado en el Libro de los Testamentos de la catedral de por el que Velasquita, hace donación de San Salvador de Deva a favor de la iglesia de San Salvador de Oviedo/Uviéu. Este libro tiene la sospecha, por no decir certeza, que es una falsificación del mencionado obispo Pelayo, todo o en parte, pero la fecha concuerda con los años posteriores a la fundación del cenobio, si bien teóricamente Velasquita ya estaría retirada de los asuntos cortesanos, aunque dadas las circunstancias tampoco sería imposible que pudiese seguir ejerciendo cierta autoridad, al menos sobre lugares como este de su fundación


Si tenemos la oportunidad de acceder al prado sito a la izquierda, al lado norte de la iglesia, y acercarnos a ese tramo del pórtico, sostenido por un par de columnas y cerrado por verja, tendríamos oportunidad de ver uno de esos elementos primigenios de los tiempos de la fundación del santuario por la reina Velasquita


Se trata de una artística arquería ciega de piedra y el arranque de otra. Determinados autores, como el historiador Manuel Risco, sostienen que estos arcos serían, antes de ser tapiados, la comunicación de la iglesia con las demás dependencias monacales, sin embargo Isidoro Cortina piensa que comunicaba la nave central con una lateral, la del lado del evangelio, siguiendo el esquema de tres naves de las iglesias del Arte Asturiano:
"Examinada concienzudamente la técnica constructiva, y realizado un análisis comparativo con otras iglesias de la época, así como estudiada en profundidad la orientación del templo, nos permitimos discrepar de la apreciación de Risco, estimando que la arquería en cuestión constituía la arquería izquierda o del lado del evangelio de la nave central de la primitiva iglesia, que comunicaba con otra nave lateral y que no constituyó una salida o pórtico de comunicación con el adjunto monasterio. La iglesia actual, que mantiene la misma orientación, fue levantada aprovechando al menos dicho lateral, lo que nos permite, teóricamente y con base en elementos comparativos existentes de la época, practicar una reconstrucción, aunque sea aproximada de lo que pudo ser el templo original.

Dada la estructura de dichos arcos la estimamos, como sus congéneres, de tres naves, con cabeza tripartita, con un pórtico a los pies dividido en tres cámaras, con las capillas abovedadas y una cámara secreta en la parte superior de la capilla mayor, con comunicación por una triple ventana con el exterior y concebida dentro de los patrones de ese primitivismo regresivo que caracteriza estos últimos ramalazos de nuestro prerrománico regional."

La pregunta que surge es que si el Libro de los Testamentos es una falsificación total o parcial, ¿qué verosimilitud tendría la fundación por Velasquita?. Para ello hemos de pasar al muro sur, donde está la estela de consagración, un elemento ya con total viso de autenticidad



Suele estar la verja abierta, vayamos hacia la puerta existente en este costado sur, dentro del cabildo a la derecha, al fondo, junto a la sacristía


Allí está la puerta susodicha, acerquémonos a ella y fijémonos en su parte superior


Aquí, sobre el dintel y en lo alto de la pared, veremos la estela de consagración de San Salvador de Deva, aparecida en pedazos después de la gran destrucción del edificio en la guerra civil y seguidamente recompuesta y colocada en este lugar



Gracias a ella podemos saber la fecha hacia la que se fundó el monasterio, si bien unos dicen el 1006 y otros el 962, y sobre todo  el nombre de su benefactora. El texto, escrito en latín medieval, está guardado por la cruz asturiana con el alfa y omega, y dice así...
"HINC NOMINE DOMINI IHESUCRISTI PRO CUIUS AMORE VELASQUITAE REGINAE PROLIS RAMIRI EDIFICABIT TEMPLUM DOMINI SANCTI SALVATORIS ET RELIQUIE QUI HIC SUN RECONDITE UT IN SINU SANCTE RECIPIAT PREMIA DIGNA ET IC FELICITER VIVAT ET REGNUM DEI POSSIDEANT AMEN, QUO CONSECRATUM EST TEMPLUM HOC"

La posible traducción, que como siempre pasa en estos casos, tiene diversas posibilidades e interpretaciones, vendría ser más o menos de esta manera:
"En el nombre del Señor Jesucristo, que por su amor la Reina Velasquita, hija de Ramiro, edificó el Templo del Señor San Salvador y depositó las reliquias que aquí están guardadas, para que reciba dignos premios en el santo seno, y vivan felizmente y posea el Reino de Dios. Queda consagrado este templo" 

No se sabe cuándo pudo fallecer Velasquita, pero por otros datos sobre su biografía hubo de ser probablemente entre los años 1028 y 1035, siendo tradición que fue enterrada aquí, en el interior de la antigua iglesia monacal, como era costumbre, siendo posible que sus restos, como los de tantísimos monjes y personas inhumadas en los santuarios o su inmediato camposanto antes de la creación de los cementerios exteriores, aún estén en el subsuelo de San Salvador de Deva, otra cosa es en qué estado. Leemos en Wikipedia:
"Velasquita Ramírez (m. c. 1035) fue reina consorte de León y reina consorte de Galicia por su matrimonio con el rey Bermudo II y madre de la infanta Cristina Bermúdez, esposa del infante Ordoño Ramírez el Ciegogenearcas del linaje de los Ordóñez de Asturias, el más importante de este reino en el siglo xi .
No se conocen con certeza sus orígenes familiares. En una inscripción en la iglesia de Deva, se titula simplemente, filia Ranimiri. Manuel Risco, historiador del siglo xviii , opinaba que la reina Velasquita era hija del rey Ramiro II de León. Sin embargo, Velasquita nunca se titula filia Ranimiri regis, lo cual hubiera sido la costumbre en su época.​ Los historiadores modernos rechazan la paternidad de Ramiro II y opinan que sus padres fueron Ramiro Menéndez, hijo del conde Hermenegildo González, y Adosinda Gutiérrez, nieta del conde Ero Fernández. La filiación propuesta concuerda con un diploma del 5 de enero de 999 en el cual rey Bermudo se refiere al conde Gonzalo Betótez, padre del conde Hermenegildo González, como su bisabuelo. 
Su matrimonio con el rey Bermudo II de León se celebró entre 980 y octubre 981. Ambos aparecen juntos por primera vez en un diploma gallego el 11 de octubre de 981, un año antes de comenzar el reinado de este, con motivo de una donación del que fue ayo de su esposo Bermudo, el conde gallego Menendo Menéndez, al monasterio de San Julián de Samos. 
La última vez que aparecen juntos es el 24 de diciembre 988 cuando ambos confirman una donación al monasterio de Celanova. Probablemente fue repudiada un año más tarde, en 989.En noviembre de 991 el rey Bermudo ya aparece por primera vez junto con su segunda mujer, Elvira García. Velasquita se retiró a la ciudad de Oviedo en compañía de su hija, la infanta Cristina Bermúdez,​ y profesó en la religión en el monasterio de San Pelayo de Oviedo, donde era abadesa la reina viuda Teresa Ansúrez. Es probable que ahí surgiera la idea de unir ambas líneas reales mediante el matrimonio de Cristina, la hija de Velasquita, y el nieto de Teresa Ansúrez, el infante Ordoño Ramírez el Ciego. El 4 de marzo de 996 aparece confirmando una donación hecha por Bermudo II de León y su nueva esposa, la reina Elvira García, al monasterio de San Pelayo y a su abadesa, la reina viuda Teresa Ansúrez, de unas propiedades en Sariego. 
Velasquita fundó el monasterio de San Salvador de Deva antes de 1006 que entregó el 29 de agosto de ese año a la catedral de Oviedo. En enero de 1020, con su hija Cristina, confirmó una donación y el 31 de mayo de 1024 estuvo presente cuando la infanta Cristina fundó el monasterio de Cornellana. Su presencia se registra por última vez el 15 de agosto de 1028 cuando intercambió una propiedad con Félix Agelaz"


De San Salvador de Deva poco más sabemos documentalmente, nada más que 300 años después, en 1305, el monasterio ya estaba extinguido y el santuario había pasado a ser iglesia parroquial, sucediéndose numerosísimas reformas. En esos tiempos ya habría acontecido una reforma integral de la iglesia al estilo románico, de la que se conservan ciertas porciones, según explica Cortina Frade de este y otros hallazgos acontecidos en la iglesia:
"... en 1985, se realizaron unas obras de parcial picado de la pared de yeso de la iglesia, para dejar vista su fábrica de piedra, y un arreglo completo de la techumbre del templo. Con este motivo ha quedado al descubierto parte de la obra antigua, original y primitiva. En la fachada Sur han aparecido inesperadamente unos vestigios, que pudieran ser ilustrativos y servir de prueba a las posibles dimensiones y características, aunque muy precariamente, de la iglesia pre-románica. 

Al picar la pared de la iglesia y por su parte exterior —hoy paramento de una adyacencia moderna— se descubrió bajo la capa de cal que la cubría el sillajero del templo, con su rem ate final constituido por una base externa de zócalo. Adosada a esta esquina exterior, ángulo Este-Sur, y perfectamente conservada en su escuadramiento, tiene su base de partida una pared posterior, cuya parte inferior está reforzada por un zócalo románico adornado con dientes de sierra. En la parte baja de la confluencia de ambas construcciones quedó una especie de nicho u hornacina, la cual nos ha permitido el examen y características de la antigua esquina. 

La pared románica nos demuestra una ampliación del primitivo templo, en plena Edad Media. Nos inclinamos a datar esta obra en la última mitad del siglo XII. Como más tarde se expondrá, en 1147 la iglesia de Deva estaba destruida y Jiménez de Rada nos confronta su existencia a principios del siguiente. Este añadido del lateral Sur se corresponde con el resto de la nave central. Su fábrica difiere de la obra pre-románica. El remate de la esquina de esta última es de sillar perfectamente escuadrado y de buenas proporciones volumétricas. La pared románica es de material de piedra más pequeño y su prolongación no guarda línea con la anterior, de la que hoy es prolongación."

Dos capiteles prerrománicos, del tiempo de su fundación, fueron robados del lugar en el que se encontraban, en la capilla del cementerio, situado más atrás, en los años 1990. El antiguo monasterio fue mencionado por don Rodrigo Ximénez de Rada, historiador, arzobispo de Toledo y primado de España. en su obra De rebus Hispaniae, culminada en 1243, dentro de un territorio gijonés que decía haber quedado "desierto" por entonces:
"Licet autem vivitas sit deserta: Giion terra vulgariter apellanatur, in qua est monasterium Sancti Salvattoris"
Esto ha llevado a suponer que este monasterio fuese el citado por el monje Osberno de Baldr en 1147, que acompañaba a los cruzados que iban arribaron a la costa gijonesa camino de Tierra Santa, en lo que llama el puerto de Mala Rupis (roca mala, tal vez refiriéndose al peñón del Cerro Santa Catalina)
"Allí hay una iglesia muy célebre por un convento de monjes, que hacía poco había sido destruida por los moros"
 (Ibídem enim ecclesia a mauris ante parum temporis fuerat destructa, monachorum cenobio celeberrima)

En la puerta del cementerio una placa recuerda al escritor Andrés Solar SanturioAndresu'l de Deva, nacido en la parroquia en  el año 1955, hijo de campesinos y labrador, estudió en las antiguas escuelas, que están justo más arriba de la ermita de Peñafrancia. Desde muy joven comenzó a colaborar en iniciativas vecinales, como la Comisión de Fiestas de Deva. Fruto de esta inquietud natural fue su activa participación en el proceso de recuperación cultural asturiana. En 1978, estando en contacto con los cantautores Julio Ramos y Carlos Rubiera entra en contacto con la histórica asociación Conceyu Bable y publica sus primeras obras y artículos en el diario El Comercio, que empezó escribiendo en sacos de pienso. Gran escritor en asturiano, enseguida iba a destacar como autor consagrado, ganando sus primeros galardones literarios en 1979 y 1980: los del Instituto Jerónimo González, de Sama, que lograría dos veces seguidas, y compartiría con el escritor Miguel Solís Santos el del Segundo Concurso de Narraciones Curties n'Asturiano convocado por la antigua Diputación Provincial en 1981, así como los de Conceyu Bable y el Ayuntamiento de Llanera. Además de sus obras literarias Andrés Solar publicó diversos trabajos de investigación en prensa y revistas, al igual que artículos de opinión



Sobresale su estudio sobre la toponimia de Deva hecho junto a Carlos Rubiera y plasmado en la revista de las fiestas de 1979. Participó en diversas asociaciones culturales como la ya mencionada Conceyu Bable, pero también en la Xunta d'Escritores Asturianos, Teatru Infantil Xaréu o la Xunta pola Defensa de la Llingua Asturiana. Falleció en un desgraciado accidente de tráfico en Sotrondio en 1984 a los 29 años. Muchas de sus obras fueron editadas después de su muerte gracias al trabajo de Carlos Rubiera y Ramón d'Andrés, los dos escritores y amigos de Andrés Solar, al que se le dedicó hace años la Selmana de Les Lletres Asturianes. Todos los años, la Xunta pola Defensa de la Llingua Asturiana falla los Premios Andrés Solar, que llevan el nombre de este gran asturianista y que valen para premiar a las personas, instituciones, entidades, asociaciones, o empresas que más destacan a lo largo del año en la defensa y promoción del idioma


Se asegura que si San Salvador de Deva se hubiese conservado en su estructura original constituiría un interesante eslabón artístico entre el Arte Asturiano prerrománico y el primer románico en Asturias, sin embargo ya antes de la completa destrucción del templo en la contienda civil aquella vieja fábrica estaba casi desaparecida


Es de todas maneras muy interesante saber, tanto por eruditos que la conocieron, como el epigrafista y arqueólogo Ciriaco Miguel Vigil, como por el mismo Libro de Fábrica, que comienza en 1850, que aún por entonces, a mediados del siglo XIX, deberían mantenerse no pocos elementos originales, si bien la iglesia se estaba cayendo, informa Isidoro Cortina Frade:
"Además de los citados restos de la arcada, obra de la fábrica en sí, cita también Vigil la existencia en el testero de la iglesia de un ajimez tapiado que comunicaba luz al altar principal, el cual está hoy desaparecido, sin duda alguna destruido como consecuencia de las transformaciones posteriores habidas y de los avatares sufridos por la iglesia desde el pasado siglo. Este ajimez estaba constituido por «dos columnitas con capiteles de talla tosca y gruesa, con cornisa de adornos varios, cerrados por un arquillo circular». 

En el Libro de Fábrica de la Parroquia, que comienza en 1850 y en las anotaciones correspondientes al de 1860 (folio 8) se contienen noticias de la existencia de piezas arqueológicas pertenecientes a la primitiva iglesia, que por aquellos tiempos se estaba desmoronando. Al respecto, se puede leer: «el campanario antiguo contenía solamente una tronera de cortas dimensiones y era de cantería toscamente labrada, sin relieves, cornisas ni adorno alguno. Al demolerlo se encontraron vestigios de otras obras, entre las que figuraban una columnita redonda, como de una vara de alta, con su base y capitel en relieve sobre otra columna cuadrada, todo de una pieza; una pieza cuadrada también de una vara de diámetro y un palmo de ancho en la que se habían abierto dos troneritas arqueadas a medio punto con algún esmero; esta piedra se hizo pedazos por incuria de los peones. Por último el dintel de la puerta

Cita también Vigil la existencia de ménsulas, sin labores, de la fachada principal. Estas han desaparecido asimismo, se cree que en las sucesivas y continuas reformas del templo habidas en la segunda mitad del siglo XIX. Existe constancia documental, en el citado libro, de que en 1854 se hace la capilla mayor, la cual costó 5.535 reales y de que en 1856 «se levantó el pórtico, se aumentó la sacristía y se puso el tejeroz», con un costo de 3.964 reales y 22 maravedises."

Ese año de 1860 se demolió el campanario antiguo y se vino abajo media techumbre de la iglesia, por lo que hubo mester acometer una reparación integral del edificio, dirigida por el arquitecto gijonés Cándido González, la cual subió a más de 1.605 reales incluyendo una nueva pila de agua bendita, construyéndose la nueva espadaña del campanario


El Libro de Fábrica añade otro inconveniente que por otra parte da un dato sobre los antiguos enterramientos o inhumaciones dentro de la iglesia:
«A causa de ser el terreno falso, fué necesario abrir una zanja de más de ocho pies de profundidad y seis de ancho para echar los cimientos de la nueva espadaña; y como no se hubiese hallado peña ni terreno que inspirase bastante confianza, toda la pared hasta el nivel del pavimento se hizo con grandes piedras, la mayor parte de a cerro, que atraviesan el hollo en todas las direcciones y con una fuerte argamasa formada de cal viva y de guijo. En el atrio, delante de la puerta mayor, se encontraron enterrados muchos huesos».

En 1910 siguieron las obras y ampliaciones con dos nuevas capillas laterales y elevándose las paredes, pero la traza actual se debe a la reconstrucción total de la parroquial tras ser destruida en 1936 hasta los cimientos. Su reconstrucción comenzó en 1938 estando de párroco don Corsino Suárez Menéndez


El nuevo templo del Salvador en Deva sería inaugurado el día 6 de agosto de 1941, festividad del Patrono y fiesta sacramental de Deva. En esas obras trabajaron los vecinos a sextaferia (labor comunal del sexto día o sábado) y el precio de todo subió a las 77.486,99 pesetas


Y por fin, en 1971, se decidió quitarle la cal y dejar la piedra descubierta, siendo este el aspecto que ha llegado a nuestros días


Quedó tan hermosa, a juicio de tantísima gente, que durante un tiempo se la llamó "la iglesia les bodes", pues eran muchos los novios que acudían aquí a hacer su reportaje fotográfico, entre San Salvador, El Güeyu Deva y la capilla de Peñafrancia, aunque se hubiesen casado en otro lugar...


Al otro lado del campo de la iglesia, a la derecha de la foto, otro rincón muy especial: El Calvariu les Tres Cruces, con el altar de las procesiones del corpus



De las tres, la de la derecha parece la más antigua, "Aprovechadas para cierra del campo de esta iglesia de San Salvador de Deva, quedan unas pocas piedras, alguna con entalles, procedentes sin duda de una antiguo "Calvario", dice Pedro Hurlé Manso en el capítulo El Concejo de El Libro de Gijón, publicado en diciembre de 1979



Presenta inscripciones, a la derecha nos parece leer ESTACIÓN y a la izquierda, tal vez echándole imaginación, CONDENADO, podría ser efectivamente una de las estaciones de un antiguo viacrucis de los que tuvieron muchas iglesias y algunas aún conservan. Presenta similitudes con la famosa Cruz de Ciares, no muy lejos de aquí, y con las de la gijonesa iglesia de San Pedro, la primera parroquial de la villa


Desde el campo de la iglesia vamos entonces ahora a retomar la Senda del Ríu Peñafrancia para llegar hasta su final en El Güeyu Deva


Cruzamos entonces la Carretera Deva, dando vista al Prau la Cámbara, que se extiende hasta el río, donde antes se celebraban las fiestas de Deva


A la izquierda los aparcamientos. La construcción del muro de La Quita'l Conde hacia 1863 parece afectó también a los terrenos del entorno de la iglesia, donde la mitra ovetense siguió teniendo propiedades en el "Cellero de Deba" (cellero, conjunto de tierras parroquiales) hasta tiempo después de extinguido el monasterio de San Salvador, el que la iglesia mantuvo su advocación


Junto con el Cellero de Deba la mitra catedralicia ovetensis también poseía la yuguería, o terreno de cultivo, denominada de San Servando, que abarcaba términos de Deva y de Santurio. Consultemos nuevamente a Isidoro Cortina Frade cuando dice:
"Las grandes vicisitudes sufridas en la política del Reino de Castilla en el siglo XIV, motivadas por las luchas fratricidas que llevaron al trono a los Trastamaras, tuvieron una enorme repercusión en Asturias y concretamente en Gijón. Hay que aludir a ellas forzosamente porque el nombre de Deva aparece vinculado al señorío de Noreña, del que fue desposeído el conde don Alfonso Enríquez en favor del obispo de Oviedo don Gutierre de Toledo, el cual fue investido como nuevo conde de Noreña por el monarca Juan I, dados los servicios prestados por el prelado a su causa. 

Desaparecido lo que podíamos llamar coto monasterial o posesiones de la fundación por la disolución del cenobio, sus bienes pasan a denominarse Cellero. Este conjunto patrimonial lo encontramos vinculado al señorío de Noreña en la segunda mitad del siglo XIV, desconociendo el motivo y la fecha de su enajenación por parte de la jurisdicción eclesiástica a la señorial civil. 

El señorío de Noreña constituía un poder feudal de primera magnitud en Asturias, am parado en la prepotente figura de su titular don Rodrigo Alvarez de las Asturias. A su muerte se transm ite su sucesión a don Enrique de Trastamara, a quien había prohijado, y a sus descendientes. En el testamento de don Rodrigo, fechado el 16 de agosto de 1331, no consta expresamente, entre sus inmensas posesiones, muchas de las cuales cita, las radicadas en Deva. Es posible que la transm isión del dominio haya sido posterior a esta fecha. En la carta que en 1381 envía el rey don Juan a «los Concejos et llugares; et cotos del Obispo de Oviedo para que non den yantar nin pecho, nin pedido Din trebuto alguno al Conde Don Alfonso nin a sus merynos e enque defienda a ellos que nono lo tomen», se citan una serie de tierras del obispo de Oviedo y de su Iglesia,, entre las que no se menciona a Deva y sí, en el concejo de Gijón, a Santa Eulalia de Baldornón, hecho éste que viene a confirmar la no pertenencia en estos tiempos de Deva al Obispado. Sí se nomina, en cambio, en un privilegio que Juan I otorga en las Cortes de Segovia el 20 de septiembre de 1383, por la que concede la casa y señorío de Noreña, «con todos sus cotos, et aldeas, et iuguerias et yantares, et comiendas, et presentaziones et con todos los otros sus derechos a Don Gutierre Obispo de Oviedo e a su Iglesia». Entre los bienes que constituyen la concesión figura: «... et con el Cellero de Deva...» 

En la división que hizo don Gutierre al año siguiente, el 31 de mayo de 1384, con el deán y Cabildo, de la casa y señorío de Noreña, se adjudica de nuevo al obispo el señorío sobre estas tierras con las siguientes palabras: «... et asignamus dicto Domino Episcopo, et constituim us plenarie dominium et merum et iuxtum im perium in tota iurisdictione... item. Cellarium de Deva quod est in Concilio de Gigion».

 En el Libro Maestro de la Catedral de Oviedo constan dos asientos referenciales de últimos del siglo XIV relacionados con este Cellero. Dice el primero: 
«Un pergamino por el que Alvar Rodríguez, vecino de Mareo en Gijón, se aparta del derecho que podría tener al Cellero de Deba, en fuerza de una donación que le havian hecho los Reyes de dicho cellero, y otros junto con la Casa de Noreña, Su fecha en 5 de enero de 1393, ante Juan Fernández notario».
El otro es del tenor siguiente: 
«Un pleito con sentencia a favor del Obispo, Deán y Cabildo sobre el Cellero de San Salvador de Deba. Su fecha en el año de 1397; y una concordia otorgada en el mismo año sobre el propio asumpto».
Los bienes de la Iglesia de Oviedo en Deva estaban constituidos por el dicho cellero y por la llamada yuguería de San Servando, repartida por la parroquia y la vecina de San Jorge de Santurio. Tal dedicación le venía por la existencia de una capilla dedicada a este Santo y que estaba situada en el barrio de Lloreda, lindante con el concejo de Villaviciosa. La pesquisa, apeo y formalización de los bienes que comprende dicha yuguería se contienen en un documento conservado en el Archivo de la Catedral y fechado el 5 de julio de 1454. Un antecedente de esta relación y deslinde aparece también en el cuaderno de «Pesquisas de los préstam s, yuguerías y rentas de los concejos de Gijón y Carreño, pertenecientes a la Iglesia de Oviedo», que data de 1433 y conservado en el mismo archivo catedralicio. 

El Libro de Pesquisas de las Rentas de la Mesa Capitular o «Libro del Prior» de la Catedral de Oviedo, del año 1494, vuelve a repetir el apeo de la yuguería de San Servando y a continuación, y en otro apartado, la titulación y contenido de «El Cellero de Sant Salvador de Deva». 

Ya adentrados en la Edad Moderna, y a título referencial, podemos decir que existen diversas anotaciones referidas a ambas unidades patrimoniales en el «Libro Maestro» de la Catedral, y un apeo y deslinde completo de la parroquia y de la yuguería de San Servando datado en 1763. En esta fecha el cellero de Deva estaba compuesto por un conjunto de «cerca de treinta piezas maiores y menores». La yuguería de San Servando constaba de un total de dieciséis heredades."

En cuanto a las fiestas del Práu la Cámbara, hemos recogido la tradición oral que hace muchísimos años, antes de la guerra, la juventud pagaba a un organillero para que alegrase la romería, pero un cura que había le abonaba aún más para que no viniese pues aún se consideraba por aquel entonces una música pecaminosa que incitaba a bailar a lo agarrao, con gran quebranto para las morales más pudorosas


Otro viejo tronco de carbayu, totalmente pelado. A lo lejos el Altu la Olla (329 m) y La Llomba, estribaciones del Monte Deva hacia El Curviellu


A la derecha, la entrada al Prau la Cámbara, al fondo empezamos a ver el lavadero de La Fuente Deva. A la izquierda sigue aún durante un buen trecho más el muro de La Quinta'l Conde, que como dice Ramón d'Andrés en su Diccionario Toponímico del concejo de Gijón:
 "se refiere al Conde de Revillagigedo, o sea, a la propiedad de los Marqueses de San Esteban del Mar del Natahoyo y Condes de Revillagigedo. El mayorazgo de Los Ramírez Jove nace en 1541; esta familia llegó a convertirse en la posesora de prácticamente todas las tierras de la parroquia de Deva, arrendadas a los campesinos."

La etimología de La Cámbara por su parte puede ser buen argumento de discusión, en principio podría ser lugar de cámbaros, cangrejos, en este caso de río, pero la raíz cambarus hace referencia a "cosa curvada" en general, también referente a la curva, que hace aquí, a manera de meandro, el Peñafrancia


"En Deva se conjuga la tradición con el sosiego", leemos en el artículo dedicado a Deva en la serie dedicada a las parroquias rurales gijonesas del del diario El Comercio allá por los años 1980, cuando la parroquia dejaba se ser eminentemente rural para pasar a ser residencial:
 "Allí, como dicen los vecinos "la gente de la ciudad viene a descansar y no a trabajar la tierra". Pese a su cercanía a Gijón conserva el necesario ambiente rural y en su aire se respira serenidad. Las viejas costumbres han dejado huella en esta bella parroquia gijonesa"


Recordaba en dicha serie Marino Solar Menéndez, por entonces propietario de El Rinconín y alcalde pedáneo, "hombre simpático, campechano y de Deva de toda la vida",  aquellos tiempos "cuando ganaba tres pesetas a la semana podando los caminos de acceso a la finca del conde de Revillagigedo". Ahora una senda, esta del Peñafrancia, los recorre a lo largo de todo este sector de su muro


A nuestra derecha y al otro lado del Ríu Peñafrancia, el empedrado Camín del Valliquín recorre la orilla contraria al pie de Casa Robustiano, en el barrio de San Antonio, donde también se encuentra la rectoral


Una hermosa quintana con vivienda tradicional tipo casona, hórreo, panera y llagarón, que denota hubo en tiempos buena casería


En la distancia, la ladera del Monte Deva por la zona de La Escurama y área recreativa de El Pinar, sobre Serantes, otro barrio de Deva, acceso cuestudo y directo al observatorio astronómico existente en la cota más alta de la montaña


Fijémonos en los corredores tanto del hórreo como de la panera, hechos de listones de madera horizontales, en vez de los clásicos verticales. Ya no se ven como antaño les riestres de panoyes o ristras de mazorcas colgando, como fue habitual durante siglos, desde la llegada e implantación de maíz de América, que propició la aparición de la panera como evolución en tamaño del hórreo


Aquí vemos, bien marcada, la canal, el antiguo canal del molino que llevaba el agua al Molín de Deva, y antes a la fragua de La Ferrería propiedad del Conde


La Senda del Ríu Peñafrancia acaba en este lugar, La Fuente Deva, "Fonte y Llavaderu de Peñafrancia", dice de este maravilloso paraje la ficha que a él le dedica el libro Fuentes y lavaderos de Gijón, de la Escuela Taller de Medio Ambiente Rosario Acuña


La Carretera Deva hace una muy cerrada curva a la derecha para pasar El Puente Deva, El Puente Peñafrancia o El Puente'l Güeyu, para pasar sobre el Peñafrancia en su nacimiento, puente que vemos un poco más allá del llavaderu, a su derecha


Pero nosotros no vamos por la carretera, vamos a bajar a la Fuente Deva o Fuente Peñafrancia, en medio de la explanada delante del lavadero. El río Peñafrancia, originalmente es llamado río Deva, que nace al otro lado del puente, en El Güeyu Deva, el ojo de Deva, cuyo nombre, recalcamos una vez más  significa "diosa""divina"



Un sitio perfecto con su precioso conjunto de lavadero, puente, y bebederu o abrevadero, conservado como elemento destacado de la arquitectura popular asturiana en esta clase de edificaciones comunales donde, como ahora los caminantes y peregrinos, se juntaban antes todos los vecinos como lugar de encuentro y reunión a la hora de lavar la ropa, coger agua para casa o traer el ganado a abrevar


Se dice de este lugar que era antaño "el periódico de Deva" porque además de para ir a por agua y hacer la colada constituía un auténtico lugar de reunión vecinal, donde todo el mundo se enteraba de todo al entrar en conversación, no siendo extraño incluso, que durante los veranos se entablasen grandes discusiones y algaradas entre las lavanderas y los molineros del cercano Molín de Deva, aventándose les tables de llavar contra'l matu, por culpa de la escasez de un agua que todos querían aprovechar


Muchas de estas lavanderas lavaban ropa de la ciudad por encargo, principalmente de hoteles y negocios, así como de alguna casa pudiente, transportando la colada de acá para allá en carros tirados por burros


Y vemos la profundidad y largura del lavadero, del que se afirma que fue, y sigue siendo, el más grande del concejo, aunque ya sin uso desde que afortunadamente llegó el agua corriente a las casas. En el citado libro Fuentes y lavaderos de Gijón se dice de él:
"El llavaderu tiene una longitud de 22 m. y una anchura de 4,4 m y está pegado de espalda a un talud coronado por la carretera y al lado de un puente; su tejado es a una sola agua y aún se conserva de tejavana. Cuenta con una sola balsa, de 1,8 de ancho, pegada a la pared posterior, que es de piedra enlucida, con llavadera de piedra arenisca en grandes lajas; por delante de ella hay un pasillo, al que se accede por una entrada frontal central y otra lateral izquierda, ambas con dos escalones descendentes. El tejado está sujeto por la pare posterior, la lateral izquierda y, en el frente, por seis columnas de hierro y otras tres de ladrillo visto que reposan, a su vez, sobre un murete también de piedra y enlucido, que hace funciones de banco corrido. Por fuera, tiene una escalera ascendente con diez peldaños que comunica con la carretera"

Esta es la célebre fuente de los tres caños, se supone que este gran lavadero formaría parte de las mejoras promovidas por el Conde en 1863 en todas sus posesiones, tanto para su uso particular palacial como para sus arrendatarios. Tiene tres caños de PVC con rosetón basal metálico, que salen de la parte baja de una columna de base triangular de 2,7 metros de altura por 0,80 de lado, hecha con cinco piedras de arenisca


La columna se sitúa en el centro de un pequeño pozo a manera de foso circular, rodeado por otras tres columnas de sección trapezoidal curva, hechas de piedra enlucida y dispuestas cada una frente a su correspondiente ángulo de la columna triangular


La base del foso es de piedra. Una tradición que se nos ha transmitido de viva voz asegura la fuente se hizo por cuenta de la petición de un aguador de Ciares que vendía agua por las casas del casco urbano, quien la recogía de las fuentes de Cabueñes, hasta que un día, como consecuencia de algún problema, dejó de ir por allí y pidió permiso al Conde de Deva, dueño de la mayoría de la tierra de la parroquia, para poder sacar agua de aquí, solicitud que le hizo por escrito un párroco


El Conde contestó afirmativamente y hace construir una primera fuente algo más adelante del nacimiento del río para que le sea más fácil sacarla al aguador


De esta manera nace La Fuente'l Güeyu, Fuente Deva o Fuente Peñafrancia, donde posteriormente se haría este gran lavadero para la vecindad. Juaco López Álvarez, Director del Muséu del Pueblu d´Asturies, escribe estas bellas palabras en el prólogo del libro de Héctor Blanco González El patrimonio hidráulico de Gijón:
"El agua, como los animales y las plantas, tuvo que ser domesticada a lo largo de la historia para hacerla cada vez más accesible y útil. Tuvo su época dorada durante la Edad Media, en la que se desarrolló una revolución industrial basada en su fuerza motriz. Es el tiempo en el que aparecen y se difunden en Europa varias máquinas hidráulicas relacionadas con materias imprescindibles para la vida de sus habitantes: molinos de harina y papel, ferrerías y mazos para el hierro, batanes para los tejidos de lana o sierras para cortar madera. 

La necesidad de agua y el intenso uso que se hacía de ella, unido a la escasez que incluso en Asturias, tierra de agua, llegaba con el estío, trajo consigo ordenanzas, derechos de uso y establecimiento de “veceras” rigurosas para su aprovechamiento, lo que no impidió desacuerdos y peleas entre vecinos y pueblos.

La mujer ha estado especialmente vinculada a ella. Las “xanas”, los seres sobrenaturales femeninos más populares de la mitología asturiana, herederas de las ninfas o compañeras de la diosa Diana, vivían en el agua, y las fuentes y lavaderos eran espacios de mujeres en los que el hombre andaba con cuidado. La mujer era la única transportista de agua desde la fuente a la casa, cargando con ferradas y más adelante, en el siglo XX, con cubos de hierro esmaltado, en una tarea que era impensable en el otro sexo. Tal vez por eso la Historia, con sabiduría, castigó a miles de emigrantes asturianos en Madrid a ejercer de aguadores, desde el siglo XVI hasta bien avanzado el siglo XIX, llevando el agua a diario desde las fuentes públicas a los domicilios de los madrileños. La mujer asturiana era también la única que lavaba la ropa en el río, el regato o el canal del molino, siempre a la intemperie, en verano e invierno. Los lavaderos cubiertos y cerrados que aún hoy vemos en pueblos y villas se construyeron en la segunda mitad del siglo XIX y sobre todo en la primera mitad XX, promovidos por empresas, ayuntamientos y la Diputación Provincial, así como indianos y filántropos, para que las mujeres no enfermaran de frío o insolación. 

Todo este pasado hídrico, que abarca muchos ámbitos de la vida y tiene múltiples lecturas, nos ha dejado un patrimonio cultural importante..."

Desde esta magnífica explanada, parte enlosada y parte con césped, vemos los dos puentes, el de la carretera y el que sale al Camín del Valliquín, que es por donde vamos a seguir ahora


Aquí también hay un pequeño puente para los paseantes. Al fondo está el de la carretera


Allí es donde el Conde mandó hacer una presa, a manera de gran remanso, para aprovechamiento piscícola, El Pozón o El Muelles Peñafrancia, pues era navegable en lancha


El agua entra al llavaderu desde allí, desde el remanso que produce esta represa debajo del puente, donde en temporada de lluvias, crecidas, etc. se forma esta bella cascada


A la izquierda del puente y su salto de agua vemos un ojo o abertura en el muro desde allí concretamente sale el agua de El Pozón, la cual se divide seguidamente en dos conductos, uno para el lavadero y otro para la ya citada acequia de la canal del Molín de Deva, la cual podía cerrarse con una presa de piedras y tablas para dirigir el agua preferentemente al molino


Nos imaginamos que este sería el motivo por el cual según nos contaban, había a veces algaradas entre las mujeres que lavaban y los dueños del molino, pues en verano la escasez de agua no daba para todos


El agua pasa a la fuente por una conducción desde el manantial, tras atravesar toda la balsa del lavadero, donde también a su entrada hay cañerías que van a parar a un depósito a la otra margen del río. Su caudal es de 100 litros por minuto, según datos del citado libro Fuentes y lavaderos de Gijón



Cuando hace buen tiempo el lugar suele llenarse de gente: ciclistas, andariegos, excursionistas, o grupos de amigos y familias que vienen a pasar el tiempo en este rincón lleno de naturaleza entre álamos, carbayos y lloreos (laureles)


El Camín del Valliquín sube una pequeña rampa entre el río y el muro de la Casa Rectoral. El lugar es muy fresco y rezuma humedad, lo que se agradece en días de calor y tras hacer buenas caminatas, correr o andar en bici, de ahí que sea un enclave muy querido y visitado, muy accesible y pensado para hacer una merecida parada y descanso


El Ríu Peñafrancia, que recordamos fue llamado también Deva, topónimo que pasó la parroquia, guarda relación especial con el Deva que nace en Covadonga. Tanto uno como otro nacen en lugares sagrados en los que sin duda hubo alguna veneración antes de la llegada del cristianismo y en los que existiría devoción a esa Deva o diosa vinculada a las aguas y la naturaleza


Una antigua leyenda transmitida antaño de generación en generación por los habitantes de Deva dice que el día de la legendaria batalla de Covadonga el agua que salía del Güeyu estaba roja de la sangre de los caídos en el combate. Se trata de la repetida tradición de la "comunicación subterránea" de este tipo de lugares sagrados o mágicos, y que en este caso pueden tener una explicación lógica: las aguas que nacen en El Güeyu Deva pasan en su recorrido subterráneo por alguna veta de mineral de hierro



Esto dicen algunos geólogos que puede verse claramente en unas piedras que se encuentran o se encontraban en el mismo nacimiento del río y que están teñidas de herrumbre roja, lo que pudo dar origen a esta tradición popular tan sumamente sugerente



El agua viene, subterránea, bajo El Monte Deva, dese el río que da nombre al valle de Riosecu, al sur y al otro lado del cordal de Deva, nos detallan en la Enciclopedia del paisaje de Asturias:
"Su nacimiento se produce en el llamado güeyu de Deva, una surgencia que proviene del cercano valle de Riosecu, según las últimas investigaciones llevadas a cabo por el Grupo Ensame Aguarón. Han explorado parte del recorrido subterráneo del río, superando 10 sifones y varias cavidades, algunas de gran belleza como la denominada Altar de Deva, y demostrando cómo se solapa bajo el valle de Rioseco, del cual se alimenta este arroyo. Según los especialistas es la cavidad española con mayor número de sifones y la segunda en Europa, a falta de una total exploración."


La Fuente de Deva se encuentra "rodeada de prados de siega y de labor y de huertos frutales", añaden los autores de Fuentes y lavaderos de Gijón, que continúan describiendo de esta manera su entorno:
"En sus inmediaciones hay chopos, carbayos, lloreos, cerezales y castañales; el terreno es poco pendiente y el fondo del valle es muy abierto. No hay desde su emplazamiento ninguna vista panorámica; su orientación es SE. Cercanas a la fonte se encuentran la iglesia de San Salvador de Deva, de orígenes en los siglos X-XI, y la Capilla de la Virgen de Peñafrancia, construida a finales del siglo XVII"

"La fonte se encuentra rodeada de un pequeñísimo parque que cuenta con cuatro bancos de fábrica, una farola y una pequeña mancha de césped, que se intercala en el suelo empedrado", dicen también, "Anejo al conjunto se encuentra un pequeño puente de ladrillo que comunica con un camino."



"Tras su nacimiento, salva dos pequeños puentes y un lavadero fuente de gran belleza, punto de partida del sendero cicloturista que se dirige al cercano centro de Gijón", explican por otro lado en la Enciclopedia del paisaje de Asturias. Más allá de ese segundo puente, que es el que acabamos de cruzar hay otra presa, más pequeña, y a su derecha lo que parece un remonte salmonero que formaría parte de las instalaciones piscícolas del Conde



Volviendo a la carretera esta es la encrucijada de L'Arbolón, así conocida por un árbol de grandes dimensiones que existió hace tiempo. Aquí vamos a cruzar para ver El Pozón al otro lado del puente. De frente sigue El Camín de Barrea hacia la capilla de Nuestra Señora de Peñafrancia y el popular bar El Chabolu (antes La Farola), a la derecha se va al de Casa Yoli, antiguamente Casa Martina y Casa Fredes y para muchos L'Estanco Deva



Y este es El Muelle Peñafrancia, un gran pozón o estanque en el mismo nacimiento del río, donde antes de la guerra del 36 podían pescarse truchas. La gente se colocaba por aquí a echarles el anzuelo, aunque había quien era capaz de cogerlas con la mano según pasaban por la salida de los canales hechos para su reproducción. De aquella el pozo era un verdadero lago de dos metros de profundo que se limpiaba todos los meses por iniciativa del Conde, quien pagaba a perrona la cesta de hojas sacadas del agua, labor que solían realizar las mujeres y los niños de Deva



En ocasiones El Muelle Deva o El Pozón se llega de vegetación y plantas, siendo este su aspecto. El Güeyu Deva, el nacimiento del río, está al fondo en la espesura, donde salen las aguas


Aguas que brotan bajo una peña que es donde está el güeyu propiamente dicho, y sobre la peña la ermita de la Virgen de Peñafrancia, una misteriosa virgen negra relacionada con La Santina de Covadonga pues celebra también su fiesta el 8 de septiembre. En otoño, cuando caen las hojas, tal vez la podamos ver ya desde aquí, sino podemos acercarnos a ella por la carretera, siguiendo El Camín de Barrea


El santuario es otra posible cristianización de un lugar de ancestral veneración. Esta ermita fue edificada acabando el siglo XVII vinculada a las posesiones de los condes, al ser el panteón familiar de esta estirpe. La tradición popular afirma que la Virgen se apareció en este lugar a un vecino de Deva un día 8 de septiembre, Natividad de Nuestra Señora. La gente empezó a acudir allí para adorar una imagen mariana representativa del acontecimiento hasta que se decidió trasladarla a la cercana iglesia parroquial de San Salvador, pero no pudieron porque la imagen siempre volvía milagrosamente a la peña, encima del Güeyu, tantas veces como la llevaban. A causa de eso tuvieron que hacer la ermita de Peñafrancia. No obstante, la historia nos informa de la construcción de este templo de otra manera...


En el año 1689 Don Luis Ramírez de Valdés, prior de la Catedral de Oviedo/Uviéu, pide permiso a D. Juan Manuel Ruiz Amaya, arcediano y gobernador del Obispado, para hacer en un prado de su propiedad una capilla dedicada a la Virgen de Peñafrancia, advocación originaria de la sierra del mismo nombre en Salamanca. Dos años después, concedidos los permisos, se acaba la obra y se oficia la primera misa el día 6 de septiembre de 1691 


El santuario sigue la traza de las ermitas de la época, con planta de cruz latina y pequeña cúpula en el medio, pero con un especial esfuerzo de los constructores para asegurarla bien encima de la roca. Tiene tres pisos o niveles: el de arriba o superior, donde están el altar mayor (presbiterio) y el camarín de la Virgen; el del medio o central, con una cúpula bajo la que están las tumbas de los condes, y el de abajo o inferior con los bancos de misa


La entrada se sitúa en la pared que mira hacia el este y debajo el pórtico hay una ventana con una reja que permite la entrada de luz al interior. En la romería de Peñafrancia destacaba por su alegría en la puya'l ramu Jesús El Policía, rifa con panes, patatas, pimientos, llacones, fabes, pitos, coríos... todos los productos del campo, así es que no pocas veces empezaba a la una y media y acababa a las tres, justo para escapar a comer a casa



En el año 1709 un peregrino francés llamado Lorenzo Boyer llegó aquí caminando desde Burdeos, quizás con la idea de seguir hasta Santiago, pero quedó encantado de la belleza de Deva y de la ermita de Peñafrancia, haciendo del lugar su morada y sirviendo de freru (santero asturiano) y ermitaño al cuidado del santuario hasta su fallecimiento en 1740. Su recuerdo seguía estando presente hasta hace algún tiempo entre las leyendas de los vecinos y vecinas de Deva que la transmitían como símbolo de la hermosura de su parroquia


Como San Salvador de Deva, la capilla fue quemada con todas sus imágenes, si bien también se dice que la de la santa fue arrojada al río, por lo que la actual de Nuestra Señora de Peñafrancia es posterior. La original era del siglo XVIII y copia de la de Nuestra Señora de la Peña de Francia de Salamanca, en la cual el Niño está de espaldas a la Madre, con la mano derecha bendiciendo al pueblo


Una vez llegados al Güeyu Deva y conocido el santuario de Peñafrancia podemos tomar algo en cualquiera de los lugares mencionados y regresar a nuestro punto de partida, el Camping Deva, donde podremos continuar a Gijón/Xixón por el Camino de Santiago a través de Cabueñes y Somió o escoger la Senda del Ríu Peñafrancia para llegar a la ciudad














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