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sábado, 22 de noviembre de 2014

RIBADEO "LA LLAVE DE GALICIA" (1) DE LA CAPILLA DE SAN MIGUEL AL PUERTO DE PORCILLÁN Y LA RÚA MAIOR: EL ORIGEN DE LA VILLA


Ribadeo desde A Ponte dos Santos

Vengamos por la villa asturiana de Figueras/As Figueiras, o por la llamada Variante de Tapia, en ambos casos el paso de tierras asturianas a gallegas en este tramo del Camino Norte se realiza por A Ponte dos Santos, inmenso y altísimo puente que evita el antaño peligroso paso de la Ría del Eo o de Ribadeo (cada orilla tiene sus preferencias toponímicas) en embarcaciones que, durante siglos, fueron muy poco seguras y, antiguamente, de gravoso pasaje para la época, lo que convertía la singladura del estuario en una muy peligrosa odisea demasiadas veces. Allí, al otro lado del estuario, nos aguarda la villa de Ribadeo, "llave de Galicia", tal y como ostenta en su propio escudo:

Escudo de Ribadeo

Este escudo es de origen medieval y está formado por una gran llave de otro sobre el mar, símbolo de la entrada en Galicia por su puerto en la ría, mientras la estrella ubica su situación en el septentrión, en el norte

A Ponte dos Santos al llegar a Ribadeo: a la izquierda se va al albergue público y a la derecha a la villa 

Una vez pasado el gran viaducto de A Ponte dos Santos sobre la ría, y ya en las gallegas tierras del concello de Ribadeo, tanto el Camino oficial como la Variante de Tapia se unen aquí, llegando a la Estrada do Faro, donde tenemos dos opciones a seguir:
-A la derecha, bajo el puente sigue el Camino hacia el centro urbano de Ribadeo, pasando sobre el puerto de Porcillán y atravesando posteriormente el centro histórico, para luego salir de la población por San Lázaro, solar de una antigua malatería, y continuar hacia Ove, ruta a Vilanova de Lourenzá y Mondoñedo, Vilalba, etc., separándonos de la costa cantábrica para adentrarnos en el interior de Galicia

-A la izquierda se va al albergue público de peregrinos, desde donde, siguiendo sendas costeras, existe la opción de tomar la llamada Variante Marítima junto al Forte de San Damián hacia Illa Pancha y Rinlo, así como también el trazado del llamado Camiño do Mar, un ramal que enlazará con el Camino Inglés en Ferrol

En esta entrada de blog nosotros vamos a optar por seguir el trazado del Camino de Santiago del Norte, por lo que, pernoctemos o no en el albergue público de Ribadeo, pasaremos aquí ahora debajo del puente para ir a la derecha



Siendo rigurosamente estrictos, este no es exactamente el itinerario histórico, pues hasta fechas históricas no existían ni este ni otro puente para pasar la ría en este lugar, sino que esto se realizaba por los puertos de Castropol y de Figueras/As Figueiras, empleando el antiguo servicio de barquerías existente


Esta es la doble señalización, del Camino hacia la villa de Ribadeo y del albergue, que encontramos en la pared de hormigón que soporta el viaducto


Estamos, recordamos, en la Estrada do Faro, que comunica Ribadeo con el faro de Illa Pancha, al norte de la población. Nosotros no vamos hacia el faro sino en dirección contraria, hacia la histórica capilla de San Miguel, sobre el Porto de Porcillán, origen mismo de la villa, santuario que vemos a lo lejos, con su inconfundible silueta blanca y cubierta de lousas de pizarra a dos aguas


A la derecha unos bloques hacen las veces de quitamiedos entre el Camino y la pendiente que cae a la ría, los prados sobre los acantilados. A la derecha un gran seto, sobre el que asoma una palmera, lo separa de una finca. Esta estrada constituye un buen paseo entre Ribadeo y el Faro de Illa Pancha que recorre la margen gallega de la ría hasta su bocana


Bocana que, mirando atrás vemos parcialmente hasta la asturiana Punta da Cruz, en Arnao (Castropol), con A Ponte dos Santos en primer término, inaugurado el 29 de julio de 1987 y formidable obra de ingeniería para comunicar directamente Asturias y Galicia sin necesidad de barquerías ni del gran rodeo de las carreteras N-640 y N-642, que se unen en la Ponte de Porto, ría arriba en Vegadeo/A Veiga. Por entonces casería de paso para caminantes pues se ignoraba totalmente lo que supondría, pocos años más tarde, a partir del Xacobeo ' 93 principalmente, la promoción del Camino de Santiago, y el tránsito continuo de romeros a Compostela. Para ello hubo de esperarse a octubre del año 2008 cuando se adaptó el puente y se ensanchó para que pasase por él la Autovía del Cantábrico (A-8), siendo entonces cuando sí se solucionó el tránsito para viandantes habilitando un paso (si bien mínimo y vertiginoso) a cada lado de la estructura y evitándose el peligro que suponía el que no poca gente lo cruzase, pese a la prohibición


Más allá vemos O Cargadoiro. En el año 1902 la empresa Chavarri Petrement y Cía empezó a construir este muelle-cargadero del hierro que se sacaba de las minas de Vilaoudriz, en A Pontenova, traído hasta aquí en ferrocarril minero. El ferrocarril se inauguró en 1903 y a partir de 1905 fue aprovechado también como transporte de pasajeros. Tras numerosas vicisitudes fue desmantelado en 1965. Pasado el tiempo una parte del trayecto, entre San Tirso de Abres (Asturias) y A Pontenova (Galicia), se transformó en vía verde peatonal y cicloturista, y otra, este cargadero, fue recuperado. Al principio se eliminaron sus estructuras metálicas pues amenazaban con venirse abajo, constituyendo un peligro, y posteriormente se reconstruyeron imitando a las originales

Más a lo lejos, la ya mencionada Punta da Cruz, extremo noroccidental de Asturias. En su extremo hay un pequeño faro y sus campos fueron secularmente tierra de cultivos. En tiempos existió un fortín con batería de cañones que, haciendo fuego cruzado con la batería del Forte San Damián, en la parte gallega, un poco más al norte de O Cargadoiro, protegía la entrada de la ría


Allí vemos Figueras/As Figueiras, en el concejo de Castropol, uno de los antiguos y seculares pasos de la ría. El cruce del estuario era especialmente temido por los viajeros de antaño, pues aparte de los precios de los barqueros las condiciones de sus embarcaciones parece ser que no eran de lo más aconsejable y en esta ría, cuya travesía duraba de treinta a cincuenta minutos, el peligro era patente. Así el primero de marzo de 1502, según escribe el viajero flamenco Antonio de Lalaing, en ruta a Santiago, se encontraron con...
"otro brazo de mar, el más grande y más peligroso de los tres, donde estuvieron en peligro, porque había tormenta y durmieron en Ribadeo, a nueve leguas de Navia"

Por su parte el peregrino y sastre picardo Guillermo Manier, quien peregrinó a Santiago en 1726 lo define textualmente como "uno de los sitios más peligrosos y temibles de toda España", relatando además sus temores cuando la lancha, amenazada por mar tormentosa, era..."como si fuera una pluma, como si bajase a un precipicio (...) que os causa miedos espantables que crees en todo momento que habéis perecido". Casi tres siglos después, e1797 el viajero italiano Luigi Salandra no lo pasaba mejor, vio como su caballo se asustaba en la zozobrante embarcación de paso que le había tocado en suerte y tiraba parte del equipaje que llevaba en la grupa: una maleta con ropa, mapas, reloj y brújula. Se trataba de una lancha de pesca pues al parecer no había de otra clase más óptima para el pasaje en ninguna de las dos márgenes de la ría, mostrándose un tanto escandalizado al relatar que
"como no existe muelle, es necesario escorar las embarcaciones para que desciendan pasajeros y animales. Para ello las mujeres que ayudan a la descarga se montan sobre el carel de la lancha y así muestran sus pantorrillas y muslos (hasta más allá de lo que permite la decencia)" 
Actualmente puede revivirse la experiencia de surcar el estuario de una ribera a otra concertando los servicios de embarcaciones de pasajes, si bien con más garantías de seguridad que aquellas peripecias y epopeyas que se padecían antaño


Destacan en Figueras/As Figueiras los famosos Astilleros Gondán, importante industria fundada en 1925 por Francisco Díaz Martínez, heredero de una tradición familiar, pues su padre Francisco Díaz Fernández, ya construía pequeñas embarcaciones a finales del siglo XIX. En 1969 comenzaron la fabricación de buques de casco de acero, y en 2009 de fibra de vidrio. Unos 300 barcos han salido de este astillero a lo largo de su historia


Siguiendo nuestro camino a la capilla nos encontramos con las casas del Grupo de Pescadores, la Colonia Gibraltar


En cada cruce, los mojones nos indican el camino a seguir a la capilla de San Miguel, que es una de las dos, junto a la de A Atalaya en As Figueiras/Figueras (Asturias), que dieron nombre a la Ponte dos Santos (que no "de Todos los Santos" como a veces se vio escrito)


De la capilla de San Miguel se desconoce la fecha de construcción, pero sí se sabe que su silueta blanca sobre el antiguo puerto era reconocible desde la distancia, sirviendo referencia visual para la marinería, incluyendo a los barqueros de la ría


Ese antiguo puerto era el de Porcillán, alguno de cuyos diques vemos desde aquí, el cual pasó, como suele ocurrir, a ser muelle deportivo cuando la actividad portuaria secular de pesca y comercio buscó nuevas instalaciones más acordes con las crecientes necesidades de espacio y calado se hicieron perentorias, en este caso en Mirasol, un poco más al sur y en esta misma ribera, que mira al sur a Castropol en la ribera asturiana, bajo el Monte San Marcos (229 m) y, más en la lejanía, las sierras de Bobia y Penouta


Desde el campo de la capilla vemos asomar, entre los árboles, algunos edificios del centro de Ribadeo, el casco histórico, sucesor de la puebla medieval y de la población que creció extramuros por el Campo da Vila entre los siglos XIX y XX saltando ya desde las antiguas murallas medievales


Pero antes habremos de bajar a Porcillán, el puerto, donde estuvo una de las puertas de dicha muralla, la llamada de Santo Domingo, pues la tradición decía que por ella pasó este santo para embarcarse aquí e ir a la guerra contra los albigenses (cátaros) proclamada por el Papa Inocencio III, según leemos en Ribadeo Turismo:
"El puerto de Porcillán encarna el pasado y el futuro de Ribadeo, ya que acoge la tradicional actividad pesquera junto con la moderna economía de servicios que ofrecen el turismo y los deportes náuticos. En la playa ubicada en la parte más próxima al núcleo urbano tuvo su origen Ribadeo. Alrededor de ella, la aldea de pescadores se convirtió en núcleo comercial. El primitivo muelle fue creciendo a partir del siglo XIX al ritmo de la población y de sus necesidades. Hasta aquí llegaban las barcas que cruzaban desde Asturias, como recuerda el indicador jacobeo. "


Indicador jacobeo plenamente oficial, pues cuenta los kilómetros que faltan a Santiago desde la misma rampa portuaria, que vemos a la derecha de esta foto, como bien señalan en la ficha del trazado de la Camino Norte de la Xunta de Galicia:
"O percorrido do Camiño Norte en Galicia iniciase no porto de Porcillán en Ribadeo, ao que os peregrinos chegaban nos barcos que facían o porto entre as dúas ribeiras do río Eo"
Y es que el origen de Ribadeo está sin duda en su puerto, pues el actual muelle deportivo o de Porcillán vio el nacimiento de la primera población, llamada Cabanela por sus cabañas, la cual se iría extendiendo hacia arriba con el transcurrir del tiempo, la cual se supone que en época romana fue llamada la llamada Julia Evi. El 7 de septiembre de 1930 escribía el vecino Augusto Barcia de la memoria de aquel primitivo enclave en La Comarca, dentro del apartado Ribadeo en fiestas:
"Yo sé que de Ribadeo desaparecieron los restos de aquella Cabanela episcopal, que alguien me dijo que en el siglo X era Sede de una Diócesis. En mi infancia, en uno de los acantilados que circundan la playa aún quedaban en pie muchos milenarios que estaban injertos todos a lo alto de viejas paredes de edificios lavantados entre las rocas, viéndose alli pilares de fábrica, claves de bóveda, marcas de silleríabaldosas y pizarra.

El primitivo asentamiento parece ser fue abandonado, bien por incursiones vikingas o por la fundación de una nueva población en el año 742, en tiempos de Alfonso I, que conquistó Lugo a los musulmanes. De aquella primera población se guarda la memoria en el barrio de A Vilavella (villa vieja), un enclave estratégico, sito al sur del Ribadeo actual, en la parroquia de Ove, y en el que el gran erudito ribadense José María Rodríguez Díaz quiere ver un posible asentamiento del temple, y así lo transmite en Templarios en A Vilavella:
"Considerar esta afirmación como un hecho manifiestamente demostrable a través de los testimonios documentales actuales de que se dispone no parece ser una verdad objetiva ni definitiva. Pero, la presencia de ciertos testimonios históricos y arqueológicos que se conservan aleja esta afirmación de una simple hipótesis y justifica, sin duda, como verdaderamente fiable la creencia en la presencia de estos monjes guerreros en A Vilabella en la alta Edad Media.           
Los testimonios más antiguos que se refieren al asentamiento poblacional de la primitiva villa de Ribadeo lo sitúan en el lugar entonces conocido por el nombre de Vigo, denominación que le viene dada de su derivación del vocablo latino, vicus, barrio, actualmente A Vilavella, denominación que se le dio para distinguirlo de la Vilanova, el naciente nuevo Ribadeo. Un pequeño recoveco, situado en la orilla gallega del río Eo, del que el actual Ribadeo recibiría su antiguo nombre de Ripa d`Euve. Una pequeña comunidad de vecinos, situada en las proximidades de la primitiva jurisdicción de Ove, que erigió allí la iglesia que más tarde sería conocida en los documentos oficiales por el nombre de iglesia de Santiago de Vigo.
Testimonio fehaciente, entre otros, de que en esa época histórica Santiago de Vigo era el núcleo referencial más importante de este contorno, antes de la existencia de los núcleos de Cabanela y Porcillán que dieron origen a la actual villa de Ribadeo, es una escritura de donación de propiedades, hecha por García Vermúdez al monasterio de Lourenzá en el año 1151, en la cual el donante fija la situación de sus propiedades “entre las aguas de Vigo y del Masma”: “…facio… cartulam donacionis… de quantum habeo et habere debeo ab aqua de Vigo usque ad aquam de Masma”, es decir, “…hago… escritura de donación… de todo lo que poseo y debo poseer desde el agua de Vigo hasta el agua del Masma”. La referencia a Vigo en este documento del siglo XII y no a Rippa d´Euue demuestra la inexistencia o escaso valor referencial en esas fechas de estos dos últimos barrios de Cabanela y Porcilán. 
Por la documentación medieval se sabe que la iglesia de Santiago de Vigo ejerció funciones parroquiales hasta el traslado del obispado de Mondoñedo a Ribadeo a finales del siglo XII. En esa fecha el obispo Pelaio de Cebeira levantó en Ribadeo una catedral dedicada a Santa María del Campo, convertida posteriormente en colegiata al perder Ribadeo la Sede episcopal, en el siglo XIII. La nueva catedral vino a sustituir a la iglesia de Santiago de Vigo en sus funciones parroquiales, aunque permaneciendo esta abierta al culto hasta bien entrado el siglo XVIII.
En ese barrio de Vigo, llamado hoy A Vilavella, residía, según el testimonio de ciertas fuentes históricas, una pequeña comunidad de Caballeros Templarios, a cuya orden pertenecía entonces la parroquia de Ove antes de pasar a la jurisdicción de la Orden de San Juan de Malta, heredera en España de los bienes raíces de la extinguida Orden de los Templarios. Esta orden de monjes-caballeros, creada a comienzos del siglo XII para la defensa de los Santos Lugares de Jerusalén y del camino de los peregrinos, fue disuelta en el año 1312 por el papa Clemente V, cediendo así a las presiones del rey de Francia, Felipe IV, que ambicionaba apoderarse de sus muchas riquezas, como así ocurrió. Pero los bienes raíces que esa orden tenía en España pasaron a poder de los Hermanos Hospitalarios, y con ellos la iglesia de Ove, que perteneció hasta tiempos recientes al Priorato de Portomarín, dependiente de la orden de los Caballeros de San Juan de Malta, los Hermanos Hospitalarios. 
De la primitiva pertenencia de la jurisdicción de Ove a los monjes templarios aún perduran hoy ciertos vestigios arqueológicos, como son, entre otros, según afirma el publicista y cura coadjutor de Ribadeo, Manuel S. Pérez, en la página 41 del Libro Inventario del archivo de la parroquia de Ribadeo, la capilla del Buen Jesús, situada en los límites actuales de la parroquia de Ove, hoy en ruinas, y a la que el INVENTARIO ARTÍSTICO DE LUGO Y SU PROVINCIA, publicado en el año 1980 por el Ministerio de Cultura, describe de esta manera: “Es de forma rectangular, sumamente pintoresca por sus torretas en forma de cubo en los cuatro ángulos y en el centro de los muros laterales”. Su estructura defensiva no parece ajena a la función guerrera, propia de los monjes templarios. Otro testimonio de la presencia de esta orden en el barrio de Santiago de Vigo y actual parroquia de Ove es el relieve existente en la piedra clave de cantería de una de las ventanas románicas abocinadas situada en el paño derecho exterior de la capilla de la Virgen del Camino, que parece representar el candelabro del templo de Jerusalén.
Otro testimonio más que contribuye a corroborar este hecho se encuentra en el citado Libro Inventario del archivo de la parroquia de Ribadeo, que en su página 41, su autor, el citado Manuel S. Pérez, afirma, sin hacer mención de las fuentes históricas en las que apoya su testimonio, que “En este lugar (se refiere a Santiago de Vigo) hubo un convento de Templarios”.
Por otra parte, la razón de la presencia de los monjes templarios en este lugar encajaría perfectamente con lo que constituye la razón del establecimiento de esta orden en la península ibérica: la defensa de los cristianos contra los musulmanes y la primitiva protección de los caminos de peregrinación a Santiago de Compostela. No es impensable que el barrio de Vigo quedara convertido en aquel tiempo en el lugar de paso de los peregrinos a Compostela por el llamado Camino Norte, y la razón por la que el templo allí erigido fuese dedicado al apóstol Santiago en aquellos tempranos tiempos.
Se puede, pues, concluir que en el barrio de A Vilavella estuvo el origen de la actual villa de Ribadeo, antes de la repoblación de los barrios de Cabanela y Porcillán hecha en el año 1182 por el rey Fernando II de León. Y no solo el origen de la villa de Ribadeo, sino también la cuna de su jurisdicción eclesiástica parroquial con la construcción de la iglesia de Santiago de Vigo, el establecimiento de un pequeño convento de los monjes templarios y la existencia de una pequeña Beatería  o Casa de Oración, origen del posterior convento de Santa Clara, según también afirma en el referido Inventario el citado historiador y articulista, Manuel S. Pérez."

Avanzando la Edad Media Ribadeo se rodeó de murallas, con más valor simbólico que defensivo en realidad, cercado casi desaparecido salvo contadas porciones, barrera física que auspició la salvaguarda de los derechos de la Carta Puebla otorgada por el rey Fernando II en 1183, lo que daba fueros con ciertos derechos a sus habitantes, como la celebración de un mercado semanal que activase económica y socialmente la población, haciéndola además un tiempo sede episcopal de la diócesis de Mondoñedo, hasta 1219: Así lo explican en el blog de la Asociación de Vecinos Atalaia
"Repoblado Ribadeo y establecidos en la villa sus antiguos moradores, o los descendientes de ellos, la Sede episcopal fue trasladada al "lugar competente". El obispo bajo cuyo gobierno se efectuó el traslado, fue el sucesor de Rabinato. Llamábase Pelayo Cebeyra. Alcanzó este prelado el año 1218, en que acabó el curso de su vida y la solicitud de su pontificado, que disfrutó por espacio de 19 años. Según una tradición, el obispo D. Pelayo vivió en Cabanela, donde aún existe un edificio en ruinas que el vulgo señala como el antiguo palacio episcopal"
De esta manera Ribadeo sería uno de los enclaves urbanos de la antigua Provincia de Mondoñedo (desaparecida en 1833), junto con la misma Mondoñedo y Viveiro. Por aquel entonces se sabe que los obispos mindonienses tenían potestad para cobrar portazgo o peaje de paso, así como para explotar las salinas existentes en el lugar


Bastantes años después, en 1369, las guerras al trono castellano provocaron que el monarca Enrique de Trastámara entregase Ribadeo al caballero francés Pierre de Villeines, Primer Conde de Ribadeo, en pago a su ayuda en el conflicto. Villeines, a su vez, la vendería poco después al Condestable de Castilla Ruy López Dávalos, Segundo Conde de Ribadeo



La caída en desgracia del conde ante el nuevo rey Juan II hizo volver el condado a la corona, si bien otros dicen que realmente fue dividido. Sea como fuere lo cierto es que Juan II lo entregó a su vez a otro noble, Rodrigue de Villandrando, en 1431, con la curiosa premisa que el nuevo título le permitía comer a la mesa del rey el día de la Epifanía y llevar el traje que se puso el monarca esa jornada, en gratitud por salvarle de ser capturado por el Infante Don Henrique. Siglos después y por matrimonio el condado pasó a la Casa de Híjar y más tarde a la Casa de Alba


Así fue como nació y evolucionó el Condado de Ribadeo, que marcó buena parte de la historia de este territorio, más allá incluso del actual concello, pues se harán un tiempo incluso con el control de la Ría del Masma, el Porto de Foz. Por eso se habla a veces del Ribadeo de los condes, que no dejaron algunos de tener disgustos con la autoridad real, como Rodrigo de Villandrado, al que por carta la reina Juana de Castilla le quiso poner coto a sus apetencias sobre Foz y su ría:
"entre esta villa e Ribadeo e Bibero hay un rio que se llama la Vasma ... de pocos dias a esta parte vos o algunos de vos aveys fecho e mandado fazer ... carga e descarga en la dicha ria de la Vasma"
Porcillán y al fondo Castropol (Asturias)

Mientras, la prosperidad portuaria hacía de Ribadeo una de las principales dársenas del Cantábrico con sus rutas comerciales con Sevilla, Lisboa y buena parte de Europa, sobre todo con los puertos bálticos como Riga, célebres por sus importaciones de aguardiente. Las rutas a América fueron asimismo muy importantes, principalmente en los tiempos de las grandes emigraciones de los indianos.  A mediados del siglo XIX escribe Pascual Madoz, en su célebre Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar:
"El puerto situado en la ría o brazo de mar, que se anticipa a recibir las aguas del Eo, es el más conocido y frecuentado de el Ferrol a Santander; pueden fondear en él buques a tiro de pistola, de la orilla en 20 pies a baja mar entre la villa y el castillo de San Damián, situado en el término de Villacelanal N. NE. para defender la entrada..."


Luego, como ya hemos dicho, el puerto pesquero y comercial fue un poco más al sur, a Mirasol, pero la gran pujanza portuaria ribadense disminuyó notablemente cuando se decidió hacer en Gijón/Xixón el gran puerto de El Musel, a finales del siglo XIX, si bien Mirasol sigue siendo el gran motor económico de Ribadeo, incrementado en 2004 concesión de un punto de inspección fronteriza, siendo el único puerto lucense que puede comerciar con países no comunitarios. Se exporta arena de mina, magnesia, aglomerado y celulosa principalmente y se descarga maíz, sal y pulpa de remolacha



Por su parte Porcillán pasó a ser puerto deportivo y el turismo fue haciéndose otra muy potente industria, atraído por el paisaje, las playas, la gastronomía, las fiestas y este bello estuario entre otras cosas. En nuestros días en este puerto abren sus puertas varios establecimientos hosteleros. La ría es surcada por veleros y otras embarcaciones, la famosa vela mística del Eo


Y aquí, la capilla de San Miguel es una verdadera atalaya sobre puerto y ría que bien merece la pena descubrir, la cual forma parte además de la llamada Ruta de los Miradores. En la sección Patrimonio de la web Turismo de Ribadeo encontramos esta su reseña arquitectónica:
"El edificio es de planta rectangular cubierta a dos aguas con entramado de madera cubierto por losetas y chapa nervada con teja curva de cerámica. Los muros están cubiertos con mortero y pintados. La puerta de acceso es rectangular y remata en dintel curvo. Posee un pórtico pegado a la capilla con cubierta a tres aguas y cuatro pilastras que lo sujetan. Sobre este aparece un vano y una espadaña sencilla con vano en arco de medio punto, para albergar la campana, y final en cruz latina."

Este acogedor pórtico es un lugar ideal para el descanso y la tertulia, reuniéndose los vecinos y a veces también los peregrinos, sobre todo cuando se refugian de algún temporal. La capilla, por supuesto, tiene su piadosa tradición, según la que la capilla se erigió tras la aparición de una imagen de la Virgen en unas rocas, pero luego, los vecinos de la parroquia de Vilaselán se la llevaron a su parroquial para evitar que fuese profanada y destruida en tiempos de guerras e invasiones. No obstante, cada 27 de septiembre y conmemorando su aparición, la Virgen es traída en procesión desde la iglesia de Vilaselán aquí, "vestida con sus mejores galas"



Y desde este campo de la capilla de San Miguel veremos, al otro lado de A Ponte dos Santos, su santuario hermano en la ribera asturiana, en A Atalaya, a la izquierda de los Astilleros Gondán, en Figueras/As Figueiras


A Atalaya, donde se sitúa la ermita de San Román, sobre la playa de este nombre y la de El Cañón, en la que se venera también a la Virgen del Carmen, de honda tradición marinera, y al Cristo del Buen Viaje, devoción viajera, peregrina y marinera, pues los pescadores de Figueras/As Figueiras, os pixotos, se acogen a la protección de este santuario al volver de faenar recitando...
"Santo Cristo da Atalaya
danos o ventiño en popa
que somos os das Figueiras,
que traemos la vela rota"

Hay buena romería el día de San Román, se disfruta de unas excelentes vistas sobre la ría, y la capilla presenta una llamativa torre-mirador almenada, la Torre de O'Connor, siendo obra todo ello de 1842 a expensas del Gremio de Mareantes y reconstruida en 1901 por doña Socorro S. de García. Aún existían señales en la pared de los disparos de la guerra civil


Por su parte, y en relación con las peregrinaciones y el paso del Eo, en Figueras/As Figueiras hubo un hospital de peregrinos anexo a lo que hoy es la iglesia, que se supone sería fundado por el Gremio de Mareantes y que prestó servicio hasta finales del siglo XVIII, atendiendo romeros, pobres y enfermos


El hospital de peregrinos estuvo funcionando hasta 1778, de él se dice en escritos que su dedicación a enfermos y peregrinos era tal era tal que, cuando alguno moría, se celebraban unos funerales con "más pompa que el más rico propietario de todo el contorno". En el paisaje de casas escalonadas destacan el enorme y almenado Palacio de Trenor, con su quinta arbolada a la derecha, y arriba a la izquierda la Torre del Reloj


De los peregrinos unos se decidirían a la ruta por mar, cruzando la ría, y otros seguirían por el viejo camino terrestre hacia A Ponte Vella de Abres, antiguo puente que, aguas arriba, permitía el paso a pie de una a otra orilla allí donde el estuario se estrecha notablemente en la llamada Ría de Abres


Y más a lo lejos Castropol, otro paso acuático de uno al otro lado del estuario, cuyo Hospital de Santiago se sabe fue fundado en el siglo XVI por el militar, veterano de las guerras de Flandes, Mediterráneo y Portugal, Pedro Bermúdez, el cual funcionó hasta primeros del siglo XIX


Más atrás, bajo el Monte San Marcos, discurre la ruta terrestre que, desde Tol, se dirige por Lantoira y Seares a Vegadeo/A Veiga para cruzar luego la Ría de Abres y entrar en Galicia hacia Trabada, la cual es también Camino de Santiago oficial dentro del Camino Norte. Esa ruta y esta del paso a Ribadeo se reunirán en la misma Praza da Catedral de Mondoñedo



Una de las estampas más conocidas del estuario es la de las vistas de Castropol desde Ribadeo, con su gran torre de la iglesia parroquial de Santiago, añadida en el siglo XIX a un templo edificado tras el incendio que asoló la población en 1587. El santuario cuenta con una Puerta Francisca dedicada al paso de los peregrinos, similar a las puertas del Perdón


Volvemos la vista hacia Porcillán donde, sobre la estructura de las antiguas fortificaciones portuarias, actual Parque da Atalaia, reconocemos el llamativo edificio hexagonal del Faro de Señales de Obras Públicas, sede actualmente del Distrito Marítimo de Ribadeo. Era anteriormente vivienda y taller técnico de mantenimiento de señales marítimas de la Autoridad Portuaria, quien se lo cedió a Fomento en 2012. Al fondo a la izquierda hay una torre más "moderna", es el ascensor panorámico que une el casco histórico con el puerto, ponderado de esta manera por el ilustre viajero inglés George Borrow, que lo conoció en septiembre de 1837 camino de Asturias durante su famoso viaje por España enviado por la Sociedad Bíblica Británica:
“Ribadeo es uno de los principales puertos de Galicia admirablemente situado para el comercio, en una profunda ensenada donde desemboca el Eo. Contiene muy buenos edificios y una amplia plaza plantada de árboles. 
Había anclados en la rada varios navios; la población, más bien numerosa, no mostraba aquella miseria ni tristeza que acababamos de ver en los ferrolanos”

A su derecha se encuentra el mirador de A Atalaia, con su capilla del siglo XII, hecha construir por Fernando II sobre las murallas y dedicada antaño a la Santísima Trinidad. Se dice es el edificio religioso más antiguo de la población y fue reformado en el siglo XIV, conservando puerta gótica. El promontorio ayudaba como referencia geográfica a los barcos a entrar a puerto. Fue fortificado como baluarte defensivo con troneras y cañones en el siglo XVI y en el lugar se reunía el Gremio de Mareantes, así como se celebraban los concellos abertos de la vecindad. Más antiguamente, la desaparecida muralla medieval (de la que queda algún resto) llegaba hasta aquí, pues el acantilado hacía de defensa natural y no era necesario prolongarla más. Un postigo o portezuela comunicaba A Atalaia con el barrio de Cabanela en el que tuvo su pazo el obispo Pelayo de Cebeyra, el Obispo Santo de Ribadeo, escribe en Ribadeando el erudito investigador José María Rodríguez:
"Por los documentos que se guardan en los diversos archivos se sabe que don Pelayo II de Cebeira, sucesor del primer obispo de Ribadeo, don Rabinato, inició su pontificado en Ribadeo en el mes de diciembre de 1199. Era natural del Bierzo, hijo de la “canóniga” de Astorga, María Peláez, y en el momento de su nombramiento como obispo ejercía el deanato de la catedral de Astorga. 
Nombrado obispo de la diócesis de Mondoñedo, se incorporó a la sede episcopal en Ribadeo, a donde había sido trasladada desde Mondoñedo por el rey Fernando II de León. Las razones de este traslado no se deducen con suficiente claridad de los documentos que se ocupan de este hecho, pues dicen escuetamente “…statu meliori sane censeo transmutari”…, es decir, “… pienso trasladar (la sede) para estado ciertamente mejor…”. 
Incorporado a su destino en Ribadeo para regir la diócesis mindoniense, que entonces llegaba hasta el Navia, tuvo que enfrentarse a la primera gran dificultad que era la de construir su catedral para desempeñar en ella su magisterio catedralicio. Una vez construida, en un campo extramuros de la villa, en el espacio hoy dedicado a parque municipal, próxima a la nueva oficina de turismo, la consagró a la advocación de Santa María, siendo conocida en el futuro como Santa María del Campo, nombre que heredó la actual iglesia parroquial de Ribadeo. 
La tradición, aún hoy viva entre los vecinos de Ribadeo, sitúa al obispo Pelayo viviendo en el barrio de Cabanela, junto a la ría, donde aún hoy se conservan las ruinas de un edificio que unos atribuyen a los restos de la antigua residencia del obispo y otros a una torre defensiva que hubo allí en esos tiempos pasados, según se menciona en las antiguas actas municipales. Unos restos de un edificio que bien pudo haber tenido los dos destinos. 
De la vida pastoral del obispo Pelayo nada nos dicen los documentos, si exceptuamos algunos rasgos que se pueden desprender de una lectura entre líneas, que nos hacen adivinar que se trataba de un hombre de marcada vida espiritual. 
De su vida administrativa, se sabe que estuvo presente en distintos y alejados lugares para confirmar, a veces sólo como testigo, importantes documentos de transacciones, permutas, privilegios o donaciones de bienes entre la corona o particulares y la sede o algún monasterio. De alguno consta que lo hizo desde San Martín de Mondoñedo, lo que hace suponer que solía acudir a retirarse con frecuencia a dicho monasterio. 
Falleció don Pelayo el día 3 de noviembre de 1218, dejando todas sus pertenencias, que no eran muchas, al cabildo para bien de su alma. Su cadáver fue depositado en un sarcófago de piedra montado sobre cuatro pilares, elevado tres cuartas del suelo, que estuvo situado durante cinco siglos en su catedral, la Colegiata de Ribadeo, entre el coro y la puerta principal. 
Después de su muerte, por causa de la presión ejercida por algunos canónigos que sentían añoranza por su morada anterior, la sede episcopal retornó a su anterior residencia en Villamayor de Brea (actual Mondoñedo). Pero esa es otra historia. 
¿Qué secuelas dejó en el pueblo de Ribadeo el paso de don Pelayo por esta villa? El P. Flórez, al hablar de la muerte de don Pelayo, utiliza una frase altamente reveladora sobre las virtudes de este obispo. Dice que falleció “con aplauso y con deseo de los súbditos de más larga vida, pues en su tiempo logró adelantar las obras de la iglesia”. Esta frase no es más que una expresión tardía que encierra, insinúa y expresa entre líneas una realidad mucho más profunda y antigua. Una frase reveladora que, como veremos seguidamente, es la expresión de los profundos sentimientos de devoción del pueblo hacia las virtudes que adornaban a este prelado. 
Efectivamente, cinco siglos más tarde, en el año 1701, se produce un hecho que confirma la expresión de Flórez y nos demuestra cómo el obispo Pelayo era venerado como santo por el pueblo de Ribadeo. Una devoción que había arraigado en el pueblo de tal forma que quinientos años no fueron bastantes para que el pueblo olvidara las virtudes de este obispo, hasta que la propia jerarquía de la iglesia prohibió darle culto. 
Hasta tal punto estaba latente en el pueblo la devoción hacia este obispo que, como cuentan las crónicas, los fieles se acercaban a su sarcófago “a tocar en el sus rosarios y sus cabezas dolientes y a hacer otras acciones de devoción y de piedad”. Con motivo de la visita pastoral que el obispo de Mondoñedo D. Manuel Francisco Navarrete y Ladrón de Guevara hizo a la Colegiata de Ribadeo, el 3 de noviembre de 1701, entre los muchos Mandatos que dictó sobre el culto en la Colegiata y otras costumbres, figura el mandato número 35 por el que prohíbe y ordena que se destierren de los fieles esas costumbres de tocar “sus rosarios y sus cabezas dolientes en su sepulcro” y se corrijan esas expresiones de devoción y piedad, prohibidas por las bulas papales y el Santo Concilio. Se refería el obispo a las costumbres que tenían “muchas personas simples y poco consideradas, de rendir culto ante el sepulcro que está situado entre el coro y la puerta principal”. El obispo había tomado esta decisión después de haber hecho la oportuna comprobación abriendo el sepulcro. Al no haber encontrado en su interior el cadáver incorrupto, fue para él prueba evidente de que no se trataba de un caso de santidad. Pues en aquel entonces la incorrupción del cadáver era una prueba evidente de santidad. Y como consecuencia mandó volver a cerrar el sarcófago y prohibió dar culto al muerto, bajo pena de excomunión. El obispo Navarrete sin duda ignoraba la identidad del muerto pues el sarcófago no tenía leyenda ninguna, sino sólo un báculo y una mitra labrados en su superficie. 
Una tradición así mantenida entre los fieles a lo largo de cinco siglos es señal más que evidente, a pesar de las normas que regían entonces sobre la declaración de santidad y a pesar de la prohibición del obispo Navarrete, de que el obispo Pelayo había muerto en olor de santidad y de que gozaba de la veneración de los fieles cinco siglos después de su muerte. He aquí un retazo, brevemente contado, de un capítulo de la historia de Ribadeo que pudo haber significado, de no ser por la prohibición del obispo Navarrete que lo borró de la memoria del pueblo, que esta villa hubiera podido tener hoy su Obispo Santo."

Seguimos por la estrada do Faro todo en línea recta dejando a la derecha el Grupo de Pescadores o Colonia Gibraltar


Vemos el centro urbano bien apiñado en torno a la picuda torre del campanario de la iglesia parroquial de Santa María do Campo, antiguo convento franciscano. En primer término vemos asimismo las también picudas almenas de un edificio destacado: A Torre, O Cuartel Vello, construida en 1701 según los parámetros del barroco, de él hablaremos más prontamente


El Camino sigue todo recto y esta bifurcación, al pie de la Colonia Gibraltar, un mojón nos indica continuar por la Estrada do Faro, todo en llano, en dirección a las casas del fondo. La de la derecha es la rúa Antonio Rodríguez Darriba, dedicada a este prestigioso médico que tan hondo y cariñoso recuerdo dejó en Ribadeo


Seguimos fijándonos en el original faro de señales hexagonal sobre Porcillán a nuestra izquierda. A sus pies la Avenida Leopoldo Calvo Sotelo, que enseguida cruzaremos, comunica a la villa con su puerto. Más abajo, a nuestros pies, la umbría no nos deja ver el precioso solar de la Fonte de Guimarán, de agua muy apreciada, a donde iban las trabajadoras de la conserva a beber y a por agua para el vinagre, pese a que las fábricas ya disponían de agua corriente


Bajo nosotros descubrimos los tejados de la nave del Centro de Cultivos Mariños, antiguamente de Conservas Truel o de Peláez, luego La Marina, una de las antaño prósperas industrias conserveras de Ribadeo. Actualmente, Porcillán como puerto deportivo está gestionado por el Club Náutico Ribadeo, fundado en 1974. En medio de la ría está O Tesón, un gran banco de arena y, al fondo, la ensenada de A Lieira, donde había importantes astilleros de ribera, que hicieron incluso buques para la Armada Invencible, en concreto varias urcas, especie de fragata


Un precioso paseo marítimo une Porcillán con Mirasol, el antiguo muelle de Figueirúa, para cuya construcción el Consejo Real propuso a la Villa que se subiesen algunos arbitrios para poder afrontar sus costes, incluyendo el camino, dado que se presupuestaba en 23.890 reales. Se decidió a raíz de ello incrementar el impuesto de la sal de uno a dos reales por fanega. Más tarde, donde hoy está la fábrica de hielo, se instaló la fábrica de Conservas Bravo, dedicada especialmente a la anchoa y al chicharro, donde trabajaban unas ochenta mujeres


A nuestra derecha, una fila de casas se extiende entre la Estrada do Faro y la rúa Antonio Rodríguez Darriba. El Camino empieza a bajar suavemente


 A la izquierda una hilera de árboles hace de este tramo hasta la calle Leopoldo Calvo Sotelo un hermoso bulevar. Mucha gente realiza a diario la ruta de Ribadeo al faro por aquí, yendo y viniendo


En la lejanía, dos cúpulas destacan sobre estos árboles y señalan el corazón del centro ribadense, el antiguo Campo da Vila, hasta donde llegaban las murallas y por donde seguirá el Camino 


A la derecha son las cúpulas de un edificio emblemático, la Torre dos Moreno y a la izquierda el no menos importante de la Casa do Concello, antiguo pazo del Marqués de Sargadelos, Casa de Casas o Casa de Arriba. De ellos nos ocuparemos cuando lleguemos a la actual Praza de España


 Llegamos al cruce con la Avenida de Leopoldo Calvo Sotelo y seguimos viendo las cúpulas de la Torre dos Moreno en lontananza. A nuestra derecha, en el cruce, otro bloque de casas, la segunda es el Balcón del Eo, uno de los alojamientos que podremos encontrar en la población, donde hay numerosos hoteles, pensiones y algún albergue privado


Ahora, cruzamos la Avenida Leopoldo Calvo Sotelo por este paso de cebra y seguimos de frente, entrando de esta manera en lo que fue el Ribadeo intramuros, pues aquí estaba una de las antiguas seis puertas de la muralla, al menos de las seis existentes en el siglo XVI. Leemos algo de su historia y de sus características en el citado blog de la Asociación de Vecinos Atalaia, que queremos recomendar:
"Construida también en tiempos de los primeros condes, la muralla no estaba hecha para resistir un asedio largo, aunque el Ayuntamiento (1771) creía que era "tan precisa como inexcusable para el tránsito y uso en cualesquiera invasión que ocurriese de los enemigos. 
Tenía unas cuatro varas de ancho y tres o cuatro de altura. Estaba formada por dos paredes paralelas, cada una de pie y medio o dos de espesor, y entre ellas se habían echado escombros y arena, que con la humedad producían a cada paso barrigas, grietas y hundimientos, ocasionando no pocos gastos , que eran satisfechos a partes iguales por el conde y el concejo (...)"

El mojón nos indica continuar por la rúa de Guimarán, nombre de uno de los antiguos pazos de Ribadeo, situado cerca de aquí y hasta donde llegaban sus posesiones, hasta la puerta de la cerca o muralla medieval aquí existente antaño y hoy desaparecida, también llamada de Guimarán. Así leemos en Atalaia:
"Frente a Guimarán había otra puerta; fue tapiada a principios del siglo XVII. Desde aquí seguía la muralla paralelamente a los límites de la parroquia de Ribadeo, por lo que hoy se llama Trasdacerca, que es donde existe, en bastante buen estado. La muralla subía por lo que actualmente se conoce por "Costanilla del Padre Sarmiento", abriendo una puerta, la del Agua, sobre la calle que hasta hace poco fue llamada de "las Angustias" y que antes se dijo "dos Ferreiros"(hoy Viejo Pancho y Antonio Otero) y antes todavía de Ares-Ares. Del lado de la Fuente-Nueva, en sitio que no es fácil precisar, había (al menos en los siglos XVI y XVII) un baluarte, al que se le daba el nombre de celada"

Estas puertas se cerraban ante cualquier amenaza exterior, incluso bien pasada la Edad Media, como los continuos y temidos desembarcos de corsarios, tal y como aconteció en 1569. En el año de la peste de 1578 estas murallas se cerraron, pero fue un intento vano de parar la epidemia. Así se recoge en las actas municipales:
continuaba la peste desolando muchos lugares de la costa y continuaba la vigilancia en la villa para evitar toda comunicación con los infestados a cuyo fin habian cerrado todas las puertas, escepto dos. En estas habia guardias asalariados. Fueron inútiles estas precauciones: la peste apareció a la vez en los arrabales de Porcillán y Cabanela, y fueron tantas las víctimas que fue preciso recoger por las calles ropas de los vecinos para amortajar á los que morian

Unas placas de cerámica, fabricadas en la prestigiosa Cerámica de Sargadelos, de la que también hablaremos próximamente al pasar por el que fue el mencionado pazo de su fundador, la Casa de Arriba o Casa de Casas (Casa do Concello), señalizan las rúas del casco antiguo así como numerosos edificios y lugares notables de la villa


El  nombre de Guimarán, existente también en el concejo asturiano de Carreño (al pie también del Camino Norte), es un antropónimo germánico, Vimara o Vimarano, que debió estar bastante extendido en la alta Edad Media, por lo que estaríamos ante el que habría sido un antiguo posesor. Quizás el Vimarano más conocido fuese el hermano del rey Fruela I, muerto por este en el año 765 dentro de una conspiración palaciega de la corte canguesa en el por entonces aún naciente Asturorum Regnum


La pequeña cuesta desde la antigua Porta de Guimarán se acaba aquí, entre unas casas donde se estrecha el Camino. 


Y caminamos junto a la tapia almenada del recitado Pazo de Guimarán, que si bien cercan la finca particular del palacio, recuerdan de alguna manera lo que fueron las antiguas murallas de Ribadeo


En la esquina, donde este muro acaba, hay un cruce: es la Praza de Guimarán, un lugar muy importante, pues el Camino se bifurca. De frente es la rúa de San Miguel, que era la que antaño rodeaba parcialmente la muralla camino de la capilla de esta advocación, de donde venimos nosotros


Siguiendo las señales jacobitas que jalonan el recorrido, desde esta pequeña plaza nosotros no iríamos por la rúa de San Miguel sino que bajaremos a la izquierda, a Porcillán, pues la idea es recorrer desde el muelle la ruta que seguirían los peregrinos de antaño que, tras arribar a puerto, atravesarían Ribadeo para salir a la Praza do Campo, actual centro y corazón de la villa y entonces salida del núcleo histórico más allá de las murallas rumbo a San Lázaro. 

Si, por alguna razón, deseásemos atajar recorrido, puede prescindirse de bajar al muelle y seguir a la derecha directos a la dicha Praza do Campo da Vila, pero perderíamos lo que fue el comienzo del itinerario histórico ribadense y el verdadero comienzo del Camino de Santiago oficial en Galicia por Ribadeo


Inmediatamente hay otra bifurcación, aquí ahora iremos a la derecha por esta callejuela, viendo de frente las casas de A Atalaia y de la subida por la antigua Rúa Maior hacia el Campo da Vila, por donde enseguida pasaremos. Ahí debió estar el origen de Ribadeo, solar de sus primeros pobladores, asentados al abrigo de las laderas que caen al puerto, que en el origen sería una ensenada natural en un recoveco protegido de vientos y corrientes


Por allí seguía el trazado de la muralla, cerrando todo el terreno alrededor del puerto, la población y el embarcadero de aquel asentamiento primigenio. Así lo explican también en la web de Atalaia:
"La muralla arrancaba del ángulo este de la fortaleza, y tenía un postigo a pocos pasos de ésta. Bajaba en línea recta hacia Cabanela, por los terrenos que ahora ocupan las casas de la calle de Ibáñez. Sobre esta parte de la muralla se hizo en 1545 un camino almenado, que ponía en comunicación la fortaleza y dicho barrio de Cabanela cuando no existía la calle mencionada.

(...)Frente al repetido barrio, final de la calle que hoy se llama de "Méndez Sanjulián" y que primitivamente de dijo "Rúa Travesa" y luego "del Correo", porque en ella estuvo la primera estafeta que hubo en la villa, se abría en la muralla la puerta "de Cabanela", nombrada también "del Canónigo", tal vez por estar próxima a la casa del matrimonio Bela, en la cual vivía "el canónigo presbítero sarense". Esta puerta fue derribada a finales del siglo XVIII.

(...) Continuando por la parte alta de Cabanela, donde aún hay restos de la muralla, ésta iba a empotrarse en la Atalaya, en la que quedaba interrumpida, porque allí el alto acantilado la hacía completamente innecesaria. Un postigo establecía la comunicación entre la Atalaya y el barrio en que,, según se cuenta, tuvo su palacio el obispo Cebeyra"

A partir de las murallas la población creció por la llanura de la rasa costera siguiendo los caminos de entrada y salida marcados por las desaparecidas puertas de la muralla, en este caso la Porta da Vila, hacia San Lázaro y Ove. Ese será el recorrido de nuestro periplo xacobeo por la villa de Ribadeo


La estrecha y coqueta rúa tiene el encanto de las pequeñas y viejas calles de los antiguos barrios de pescadores y marineros. 


Mucha atención al llegar a este portón, pues comienzan unas escaleras en el tramo final de la bajada a Porcillán. A lo lejos, de nuevo las cúpulas de la Torre dos Moreno son nuestra referencia visual para este paseo por las rúas ribadenses que acabamos de comenzar, símbolo de toda una estirpe de emigrantes que transformaron la localidad, tal y como hemos comprobado ocurrió asimismo en numerosas villas costeras asturianas y cántabras. Leemos en la web de Mundicamino:
"Ribadeo es una parada necesaria en el camino. Aunque los paisajes costeros que rodean esta zona sean impresionantes, la propia ciudad no se queda atrás. Ribadeo revivió durante el siglo XIX y XX, cuando los emigrantes volvían a su hogar e invertían sus riquezas en nuevos hogares. En ese contexto se construyeron muchas casas de indiano, a la vanguardia arquitectónica, y la Torre de los Moreno es una de ellas. "

La Torre dos Moreno se alzó en un enclave muy significativo pues, el paso entre el Ribadeo intramuros y los espacios abiertos a partir de la Porta da Vila por donde se expandiría la villa entre los siglos XIX y XX. Ella misma se erigió en el solar de una también desaparecida fortaleza que reforzaba en ese estratégico lugar las defensa de las cercas. Sus últimos restos, la llamada Torre Julia, desaparecieron precisamente la hacerse la torre, aunque en el proyecto original se buscaba respetarla, pero esta cedió con gran facilidad durante los trabajos de cimentación


Escaleras abajo enlazamos con la Baixada a Guimarán, donde seguimos a la izquierda delante de esta casa


La concha y la flecha nos orientan en este pequeño dédalo de calles, cual Hilo de Ariadna en el laberinto. Al fondo vemos la ría y un edificio notable, la Aduana Vella o Antigua aduana de Ribadeo, por donde iniciaremos la subida desde el puerto por la Rúa Maior. En el año 2022 se descubrió una de las antiguas embarcaciones de paso de la ría, muy antigua, lo que delata el paso continuo de viajeros y peregrinos desde tiempos remotos. Con el título Hallan en Ribadeo el primer barco medieval empleado en la peregrinación a Santiago, así daba la noticia el periódico La Vanguardia el 31 de agosto de ese año:
"¿Cómo sorteaban los peregrinos medievales los grandes accidentes geográficos en el Camino de Santiago? Los arqueólogos han descubierto por primera vez los restos de una embarcación medieval que tendría su base en Ribadeo. El barco habría servido para cruzar la ría entre Galicia y Asturias en lugar de dar la vuelta a Vegadeo por la ausencia de puentes. 

Se trata de una pieza longitudinal de madera tallada en forma de L, que quedó profundamente incrustada en el sedimento. Según ha informado la Conselleria de Cultura de Galicia fue construida entre los años 1050 y 1260 para cruzar de Vegadeo a Ribadeo, dos localidades vecinas separadas por la ría, mucho antes de que se construyera el primer puente en 1863. 

El puerto de Ribadeo fue la vía de entrada de peregrinos por su conexión con San Julián o Hospitalario y la creación de un hospital para atenderlos. En la Leyenda de San Julián , escrita hacia 1260, Julián aparece como peregrino a Santiago y otros lugares santos tras escapar de su casa en Angers. Precisamente a este momento corresponde la datación obtenida por los análisis de carbono 14 realizados.

La pieza localizada habría sido tallada "con herramientas metálicas tipo azuela", a partir "de un único tronco de madera de carballo", probablemente de la zona, en alguno de los astilleros de ribera de la comarca. Mide unos 7,27 metros de longitud, con esquinas curvas, y un espesor de madera que oscila entre los 6,3 y los 5,6 centímetros. Los arqueólogos señalan, además, que la embarcación permitía cargar animales y pasajeros.

Los expertos concluyen que este tipo de embarcación no sería demasiado distinta de las que se empleaban en la misma época para cruzar los grandes ríos del norte de Europa, al fin y al cabo de allí provenían los peregrinos buscando a San Julián."

Aquí, otra de las placas de cerámica de Sargadelos que señalizan el callejero ribadense y sus rincones y monumentos. Estemos bien atentos a donde ponemos ponemos el pie peldaño a peldaño


Tras un primer trecho escaleras abajo, llegamos a una pequeña explanada frente a la entrada del Hotel A.G. Porcillán, edificio muy reformado pero que sus primeras referencias documentales se remontan al año 1600, cuando el edificio hacía la función del Ayuntamiento, según leemos en la web de Vinetur:
"Aunque en la actualidad no se conserva ninguna de las fachadas que conformaban la estructura en su primera construcción, se tomaron muy en cuenta referencias fotográficas que se remontan a finales del siglo XIX y principios del XX. En la primera escritura de propiedad, que data de 1600, observamos que la construcción aquí afincada tenía la función de ayuntamiento, teniendo en cuenta que los primeros núcleos urbanos de la villa fueron el Muelle de Porcillán, Cabanela y la Villavieja."

Estamos pues en los barrios primigenios en los que nació el primer Ribadeo a partir del puerto hacia arriba. Son sus gerentes Israel y Aurora, de su historia y del origen del hotel leemos en su propia web lo siguiente:
"Somos Israel y Aurora. Estamos vinculados a la hostelería desde nuestros inicios, creciendo en este mundo gracias a nuestro aprendizaje en la Cafetería O Grolo, donde están nuestros comienzos, Mesón A Lareira y Pub Esgorma. 
En 2001 aparece en nuestras vidas el proyecto más importante, Saúl. La hostelería tiene difícil conciliación, y es en ese momento cuando decidimos dar prioridad a la familia. Es así como empezamos nuestra travesía en el Hotel A. G. Porcillán, donde además de nuestro trabajo, tenemos también nuestra casa. 
Después de 18 meses de obra, además de todos los meses dedicados a buscar la mejor ubicación, el Puerto de Porcillán, situado en el Puerto Deportivo de Ribadeo, y del que cogemos prestado su nombre; y los muchísimos días sin descanso que Israel dedica a hacer planos hasta llegar a la distribución final. 
Aunque el hotel cuenta con tres decoraciones distintas, por nuestras venas corre agua salada y hace que "marinero" sea el primer adjetivo que define al Hotel A. G. Porcillán, y eso lo dejamos ver nada más traspasas la puerta, donde cada elemento náutico tiene su propia historia para nosotros..."

Las conchas y flechas cumpliendo su función señalizando nuestro itinerario hacia Porcillán, el puerto


Y aquí, bajo a Atalaia, tenemos la calle Antonio Otero antaño rúa Ares, rúa dos Ferreiros o rúa das Angustias, la antigua rampa del puerto de Porcillán, dedicada a este escritor y colaborador del antiguo periódico La Comarca del Eo. De frente las casas por donde sube del muelle a la Praza do Campo da Vila el Camino, siguiendo la antigua Rúa Maior. Abajo, estas ruinas son las otra de las antiguas fábricas conserveras ribadenses, La Trocha, de Correa y Calderón, donde estuvo de encargado Manuel Valencia. "Allí, además de la anchoa, preparaban rayas y las ponían a secar colgadas en el exterior", dicen en Fábricas de conservas y Ribadeo, del blog de Atalaia:
"El trabajo que se realizaba en todas ellas era manual excepto para cerrar las latas que tenían máquina.

El trabajo se realizaba a partir de la descarga del pescado. A las seis de la tarde salían las lanchas de pesca y no volvían hasta las diez de la noche, a esa hora había que destripar, luego, a la mañana lavar el pescado y pasarlo por las parrillas.

Se descansaba media hora para merendar y una hora para comer y se trabajaba incluso en festivos. La jornada era de ocho horas pero se prolongaba a base de horas extraordinarias.

Mujeres que trabajaron en las fábricas: Jimena de Jacinto, las de Vacas, A Diosa, A Bicha, Ana y Balbina del Conserje, Chicha do Chono, Argimira de Benitín, Rosita da Guidana...

Las fábricas trabajaban al mismo tiempo, si una mujer por la circunstancia que fuese paraba de trabajar en una, buscaba empleo en otra de las fábricas.

Los desperdicios del pescado se usaban para abonos que iban para la zona de Asturias (Grandas de Salime)

Pese a disponer de agua en las fábricas, se iba buscar la de la Fuente de Guimarán para hacer el vinagre y para beber las trabajadoras, por la calidad que tenían las aguas de esta fuente."

Asomándonos a la barandilla vemos a la izquierda el puerto de Porcillán, con Figueras/As Figueiras e lo lejos y a la derecha la antigua aduana. Es aquí donde empezaría verdaderamente el Camino de Santiago en su trazado histórico ribadense, que es el que seguirían los peregrinos antiguamente nada más desembarcar en la villa procedentes de Figueras/As Figueiras, de Castropol, o mismamente arribando por mar desde algún puerto Europeo. Aquí, la construcción de un nuevo embarcadero y rampa al final de esta calle propiciaría que se hiciese, subiendo a la derecha, la llamada Aduana Vella, aprovechando un pazo anterior en el arranque de la antigua Rúa Maior (derecha de la foto), del que hablaremos prontamente


Y por ello, en algún lugar de estos barrios más antiguos en el entorno inmediato de Porcillán, se supone habría estado el Hospital da Barca, uno de los hospitales de peregrinos que existieron en Ribadeo. Fue fundado en 1206 por Pedro Belo y su mujer María Bela, donándolo a las autoridades eclesiásticas del monasterio de Sar y de Ribadeo a cambio de misas de aniversario por la salvación de su alma. Dejaron además estipulado que ambas instituciones religiosas tendrían que contratar y mantener en este hospital a un barquero que transportase de una a otra orilla de la ría y por este puerto de Porcillán a todos los viajeros sin coste alguno para ello. Se desconoce cuando se extinguió la labor de este Hospital da Barca, pero en Ribadeo Alén do Camiño nos ofrecen esta bella historia que lo relaciona con el mismo origen del puerto y villa:
"Los peregrinos una vez llegados a Castropol se embarcaban para cruzar la ría de Ribadeo y entrar en Galicia por Santiago de Vigo, la vieja “Ripa Euve”, Ribadeo en la actualidad. Está documentada la existencia desde la edad media de barcas distribuidas por la ría que facilitaban el paso del peregrino hasta su desembarco en el puerto de Porcillán, antiguamente conocido como Julián. 
Hoy el puente dos Santos acerca Asturias y Galicia, simplificando la entrada en Galicia. 
San Julián, apodado el Hospitalario, es patrón de los peregrinos, hosteleros y barqueros. Cuenta la tradición que tras haber matado a sus padres por equivocación se convirtió en barquero, ayudando a cruzar un peligroso río a los viajeros y llegando a fundar un hospital para atenderlos en su travesía junto con su esposa. Desconocemos si realmente el motivo de esta denominación inicial del puerto se encuentra en un intento de tratar de vincular el río en el que San Julián trabajaba como barquero con la propia ría de Ribadeo para promover la peregrinación a Santiago por nuestra villa, pero sí conocemos la labor desarrollada por el matrimonio Bela. 
Pedro Belo y su mujer María Bela fundarían una barca piadosa que donarían al Monasterio de Sar y a las autoridades eclesiásticas de Ribadeo junto con una casa, a condición de que las dos comunidades mantuviesen en dicha casa “un hombre navegante que en su barco lleve y traiga sin carga y sin precio a los yentes y vinientes por Puerto Julián, que está sobre Ribadeo». Se fundaría así en el año 1206 la obra del Hospital da Barca de la que desconocemos cuanto duró, pero que trató de favorecer en su paso de Galicia a Asturias, a las gentes que desde todos los puntos de Europa venían a visitar el sepulcro del apóstol Santiago."

Bajamos así la rampa frente a La Solana, que abrió sus puertas en el año 2004. Llegando a su terraza giramos a la izquierda y seguimos bajando hacia el puerto. En Ribadeo y los peregrinos, entrada de la web de la muy activa Asociación Atalaia, nos informan de aquella antigua fundación hospitalaria portuaria:
"... fue obra de Pedro Belo y de su mujer María Bela, habiendo sido confirmada por el obispo Pelayo de Cebeira, segundo de su nombre en la sede mindoniense y único que la rigió en Ribadeo.

Dicho matrimonio dio al monasterio del Sar y a la sede en Ribadeo "la casa que en propio suelo labraron" en esta villa, con obligación de que cada una de las comuniddes debía ser anualmente un aniversario por el marido y otro por la mujer", debiendo además de esto las dos comunidades mantener en dicha casa un hombre navegante que en su barco lleve y traiga sin carga y sin precio a los yentes y vinientes por Puerto Julián, que está sobre Ribadeo" (Porcillán) 

Hízose esta fundación en el año 1206. No se sabe hasta cuando duró; únicamente consta que con ella tratábase de favorecer en su paso de Galicia a Asturias, a las gentes que desde todos los puntos de Europa venían a visitar el sepulcro del hijo del Zebedeo."

Antes incluso, según la obra anónima Antigüedades de Rivadeo, habría habido una hospedería más antigua aún, fundada en los mismos albores de las peregrinaciones xacobeas, y dedicada a los peregrinos pobres, la cual habría sido llevada tiempo después más arriba y habría sido el precedente del Hospital de San Sebastián, del que hablaremos enseguida


Pese a la hospitalidad de sus fundaciones para pobres y romeros, la vida de los peregrinos sufría los vaivenes del momento y los acontecimientos de cada época, sobre todo pasada la época dorada de las peregrinaciones con la reforma luterana y sobre todo con la gran decadencia de las mismas en el siglo XVIII:
"Más adelante, en vez de barcas piadosas, ofrecíanse galeras a los peregrinos. Una canción francesa del XVII recuerda uno de estos poco agradables “ofrecimientos” “Cuando fuimos a Galicia, en Ribadeo-dice esta canción-querían mandarnos a galeras jóvenes y viejos. Pero nosotros nos defendimos en nuestra lengua: hemos dicho que éramos españoles y somos de Francia”

Para comprender esto de que se quisiese mandar a galeras a los peregrinos es preciso decir que estos cometían numerosos abusos en los pueblos y por los caminos, lo que obligó a las autoridades a tomar enérgicas medidas para reprimirlos. Así por ejemplo, en 1752, el regente de la Audiencia de Oviedo dictó una providencia prohibiendo a los que iban a Santiago la entrada en Asturias si no traían en regla la documentación, y ordenando a los que seguían el camino francés de la marina, que tomasen, además de las dimisorias del obispo, licencia de los jefes que había a la entrada de estos Reinos.

A los que llevaban mujeres en su compañía se les exigía fe de casamiento y no exhibiéndola, se les encarcelaba y formaba causa.

La canción citada se refiere, indudablemente, a incidentes surgidos con motivo del cumplimiento de aquellas"

En Ribadeo Puerta de entrada, de Ribadeo. Alén do Camiño, se informa de la llegada de peregrinos no solamente desde Asturias a través de la ría sino también por mar desde otras partes de Europa por las rutas comerciales marítimas del Atlántico:
"El Camino Norte es un itinerario de comercio, cultura y peregrinación que conduce a Santiago de Compostela por el norte, teniendo en Ribadeo uno de sus hitos señalados. Devotos procedentes no solo de tierras asturianas, sino también de todo el norte de la península, e incluso, del norte de Europa llegados por mar a los puertos vascos y cántabros procedentes de Inglaterra, Flandes, Alemania o Escandinavia, entraban en Galicia cruzando el mar Cantábrico a través de la hermosa ría de Ribadeo. 
Es nuestra histórica villa puerta de entrada y punto de partida en Galicia de la ruta jacobea. Desde aquí, 193,2 km separan al peregrino de su ansiado destino, la catedral de Santiago."

Aquí ahora llegamos a una bifurcación: si queremos visitar el puerto, paseando visitando sus muelles, podemos ir a la izquierda, pero el Camino sigue cuesta arriba a la derecha por una rúa adoquinada, es la antigua Rúa Maior, ahora de Amando Pérez, que en tiempos fue llamada también rúa da Paz


Esta sería pues la ruta empleada por los peregrinos y viajeros que llegaban a Ribadeo cruzando la ría en embarcaciones desde Asturias, o directamente por mar desde otros puertos. No en vano al empezar la calle está la ya citada Aduana Vella, en la también llamada entonces Rúa Grande, abierta entre finales del siglo XIX y principios del XX sobre la Punta A Moreira. El lugar es de especial relevancia histórica, así decía el escritor, periodista y y político Augusto Barcia Trelles en su artículo Ribadeo en Fiestas para La Comarca, el 7 de septiembre de 1930:
" Los que sepan de historia de Ribadeo os dirán muchas cosas de interés singular. Tradiciones confusas de episodios que datan de la fecha en que Pelayo realizó sus proezas en Covadonga, aludiendo a que uno de los bajeles en que tornaron a Lusitania los secuaces de Muza, en Ribadeo entraron hostigados por las furias del mar y de Ribadeo salieron amenazados por las furias de los hombres.

También os relatarán que en algunos de los frustrados intentos de la invasión normanda en las riberas del Rio Eo quedaron en condición de esclavos parte de aquellas destrozadas huestes, de gentes que más que conquistadores eran piratas

No faltará a la narración quién os diga que de antes de estos tiempos data el trato y relación entre las gentes de Irlanda y las que habitaban esta costa, por ser todos de idéntica familia de viejo origen celta.

Reales o fantásticas, entre tales versiones se puede tejar la urdimbre de esos relatos seculares que tanto entretienen a los niños y de tal modo halagan a los hombres.

Yo sé que de Ribadeo desaparecieron los restos de aquella Cabanela episcopal, que alguien me dijo que en el siglo X era Sede de una Diócesis. En mi infancia, en uno de los acantilados que circundan la playa aún quedaban en pie muchos milenarios que estaban injertos todos a lo alto de viejas paredes de edificios levantados entre las rocas, viéndose allí pilares de fábrica, claves de bóveda, marcas de sillería, baldosas y pizarra"

Y por eso, camino plenamente histórico, reiteramos, estos mojones sí llevan, en una plaquita en bronce, marcadas las distancias a Santiago de Compostela: estamos a 189 kilómetros y medio de la Praza do Obradoiro. Aquí, la antigua Porta de Santo Domingo de la vieja muralla es descrita en Paseo polo casco antiguo de Ribadeo:
"La puerta de Santo Domingo era baja y estrecha, y por encima de ella había un camino que tenía acceso por una escalerilla abierta en la muralla. Fue derribada en 1799. En este sitio tenía la muralla un baluarte con troneras y pasamuros, completándose esta defensa, cuando se temía un ataque de corsarios, con cestones y trincheras."

Por las inscripciones de su fachada sabemos que esta antigua aduana o Alfándega Vella fue construida en 1726 como casona señorial de Carlos Acevedo Pardo. El incremento de la actividad portuaria y económica de Ribadeo en esa centuria y la siguiente, con su puerto abierto al tráfico internacional hasta con América, fue la razón para crear aquí la aduana, con almacenes y dependencias de los oficiales que, por dibujos de época, estaba sobre la misma orilla de la ría, que aquí tenía fondeadero y refugio natural. Esta es su descripción en la página de Turismo de Galicia:
"Singular edificio del s. XVIII que está situado en el puerto de Ribadeo. El escudo que adorna la fachada indica que originariamente fue una vivienda  señorial que perteneció a don Carlos Acevedo Pardo. 
Su reconversión en aduana se vincula directamente con el desarrollo comercial por vía marítima. Así, Ribadeo tuvo destacada posición entre los puertos comerciales del norte de la península desde el siglo XVI, si bien la época de mayor auge en el que se refiere a transacciones comerciales no llegó hasta el s. XVIII, momento en el que se levantan los aranceles para la importación de linos del báltico, y Ribadeo se convierte así en el principal puerto de entrada de este bien. Otras mercancías habituales eran las de cabotaje: aceite, vino, sal, etc. Esta llegó a ser la cuarta aduana en volumen de recaudación en Galicia, siendo habilitada en el s. XIX para el comercio con América.
Del edificio, destaca su hermosa fachada de puro estilo barroco borbónico."

En su fachada la placa de la calle con sus denominaciones actuales y pasadas...


E información de la historia de la aduana, que llegó a ser la cuarta de Galicia en volumen de recaudación, habilitándose en el siglo XIX para el comercio con América. En el momento de escribir estas líneas se proyectaba en él la apertura de un hotel


Desde la rampa enfrente de la Aduana contemplamos las casas de la Baixada de Guimarán, por donde acabamos de bajar. En 1542 se construyó en la muralla medieval sobre Porcillán un baluarte con troneras mirando a la entrada de la ría, siendo abandonado a mediados del siglo XVIII y que con el tiempo llegaría a desaparecer totalmente


Relacionado con este sistema de defensas portuarias, sus torres de control y vigilancia, así como su correspondiente guarnición está A Torre, A Casa Grande o Cuartel Vello, llamativamente pintado de blanco y cuyas almenas veíamos antes desde la Estrada do Faro


Se construyó en 1701 como mansión de Francisco Sierra-Pambley imitando con sus almenas el aspecto de las torres señoriales antiguas, si bien es un claro exponente del estilo barroco propio de la época. La familia fundó aquí una escuela para "leer, escribir, contar, doctrina, gramática y otras ciencias, como se estila en los colegios de la Compañía de Jesús" en la que se impartiría clase hasta primeros del siglo XIX. Luego pasó a ser cuartel de la Milicia Nacional


Abajo, el Bar Restaurante Marinero, este fundado en 1979, y en lo alto la Casa o Pazo de Guimarán, junto a cuyos muros almenados hemos pasado hace un instante. Se trata de una mansión barroca del siglo XVIII que fue solar de los Arango y Mon, con jardín, capilla muro almenado y mirador. Esta es la biografía de su fundador y origen del pazo, extraída de Ribadeo Alén do Camiño:
"Edificio del siglo XVIII fundado por Bernardo Rodríguez de Arango y Murias Mon, apodado El Indiano. Nacido en Santa Eulalia de Oscos en 1704, hereda la fortuna de su tío José Fernández de Murias Mon, empresario y comerciante que hizo fortuna en las Indias obteniendo el título de hidalgo.

Se estableció en Ribadeo en la década de los treinta del siglo XVIII, desde donde comenzó a administrar toda esa fortuna y fundó diversas obras pías y capellanías.

Uno de los elementos habituales con los que contaban los pazos gallegos era su capilla, que se puede observar en la parte trasera del edificio. "

La capilla está dedicada a la Virgen de Chiquinquirá y a San Bernardo. La Virgen de Chiquinquirá es de gran devoción en parte de hispanoamérica, patrona y reina de Colombia, de la ciudad venezolana de Maracaibo, del también venezolano Estado Zulia y en Perú de la parroquia Bella Vista del Estado Trujillo, y de la ciudad de Caraz, lo que demuestra la relación internacional del puerto de Ribadeo y sus estirpes, ya que su fundador Bernardo Rodríguez-Arango y Mon, El Indiano, hizo fortuna en tierras peruanas, no obstante es uno de esos personajes de la historia de lo que es difícil discernir plenamente realidad de leyenda. Bernardo Rodríguez de Arango y Mon, El Indiano Señor de Guimarán, le dice en su cita biográfica el erudito Martín Fernández en La Voz de Galicia, edición A Mariña, del 6-1-2019:
"Muchos dudan de que estuviera, alguna vez, en las Indias. Otros, en cambio, creen que residió en ellas varios lustros. Pero todos están de acuerdo en que Bernardo Rodríguez de Arango y Murias Mon es El Indiano, por antonomasia, de Ribadeo y de A Mariña.
A esa condición, unió otras. Fue también un empresario adelantado a su tiempo que mejoró e incrementó los bienes recibidos por herencia. Ostentó el título de Señor de Guimarán, cuyo pazo erigió sobre la Ría de Ribadeo. Tuvo como administrador a un joven Antonio Raimundo Ibáñez, posterior Marqués de Sargadelos, que hizo su primer gran negocio con su dinero. Y fue, en fin, el iniciador de una familia de lustre y de varias obras pías y capellanías en Vilaselán (Ribadeo), una de las cuales dedicó a la advocación de la Virgen de Chiquinquirá, patrona de Colombia. 
El Indiano nació en Santa Eulalia de Oscos (Asturias) el 4 de diciembre de 1704. Era hijo de Matías Rodríguez de Arango y de Eulalia Fernández de Mon, vecinos del lugar de Perulleira que tuvieron tres hijos: Antonio, Bernardo y Pedro. 
Sus abuelos paternos eran Francisco Rodríguez de Arango y María Fernández de Ochoa y Salazar, residentes en La Trapa, en el antiguo concejo asturiano de Burón que, en 1834, pasó a formar parte de la provincia de Lugo y del Concello de Fonsagrada. Sus abuelos maternos se llamaban Domingo Fernández de Murias y Mon y Angela Méndez de la Graña, ambos naturales de Lodos, también en Burón. 
El Indiano vivió con sus padres hasta 1730. Pero ese año la vida hizo su voluntad y decidió dar un giro a su destino. Su tío José Fernández de Murias y Mon, hijo de sus abuelos maternos, era un rico comerciante y empresario conocido por El Perulleiro que otorgó testamento en Quito (Perú). Era natural de San Andrés de Logares, en Burón, y tras conseguir una fortuna en Las Indias ganó y justificó su nobleza mediante Real Carta Ejecutoria de Hidalguía, como señalan Manuel Luis Ruiz de Bucesta y Angel de Bueres en el estudio sobre su persona publicado en la revista de Estudios de Genealogía y Heráldica de Galicia. 
Para salvar su alma 
En la herencia, José de Murias Mon -que tambien era llamado así- concedió plenos poderes a su sobrino Bernardo para que pudiese cobrar y actuar sobre la totalidad de los caudales que le debían en Perú, en Cádiz y en otros lugares en los que había invertido su dinero. Y le puso como condición que, con la cantidad que lograra recaudar, fundase diversas capellanías y obras pías con las que, según era la mentalidad de la época, pensaba salvar su alma… 
Así que El Indiano se trasladó a Ribadeo, algún año no del todo precisado entre 1730 y 1736, para administrar el capital de su tío y continuar gestionando, desde su puerto de mar, varios de sus grandes y pingües negocios. (...) 
La herencia de su tío, que recibió El Indiano, consistía en cinco casas, o palacetes, ubicados en la ciudad de Cádiz, inexcusable referencia del comercio con Ultramar. Una estaba situada en la Alameda, tres en las calles Murga, Marina y Chica y la quinta en San Juan de Andas. En total, los inmuebles rendían 2.507 pesos de renta anual. Y a ello había que sumarle la torre de Guimarán y otras diez propiedades que tenia en Asturias y Galicia, evaluadas en 106.000 pesos fuerte de la época. Toda una fortuna. 
Con ese capital, Bernardo Rodríguez de Arango creó dos mayorazgos: uno, en 1761, con los bienes de Cádiz; y el otro, con los bienes y rentas de Asturias y Galicia. 
Heredó un enorme capital 
El capital heredado era enorme para la época. Y, al poco de morir su pariente, El Indiano cumplió con las condiciones que el legatario le había impuesto y fundó dos capellanías ratificadas por el Escribano de Castropol Antonio Pérez de Presno Vior el 25 de marzo de 1740, según los citados Ruiz de Bucesta y De Bueres. 
Estos dos estudiosos forman parte de los que dudan que El Indiano visitase las Indias. Se basan en los padrones muncipales donde siempre figura presente. Otros historiadores, sin embargo, como el ribadense Francisco Lanza, el asturiano Jesús Evaristo Casariego o Eloísa Villar Checa -en sus obras sobre el Marqués de Sargadelos-  aseguran que se asentó durante varios lustros en tierras de Indias y que fue allí, en Perú, donde incrementó la herencia recibida por su familiar. 
Éste, José Fernández de Murias y Mon, había dedicado su vida a la actividad industrial y mercantil en el Virreinato de Nueva Granada y con los beneficios obtenidos a través de ella había invertido en inmuebles y negocios en Cádiz y en Ribadeo."

Aquí fue administrador de la familia quien llegaría a ser el famoso Marqués de Sargadelos Antonio Raimundo Ibáñez-Gastón de Isaba y Llano Valdés, cuando apenas tenía 20 años y se hizo cargo de los negocios comerciales de la familia, estableciéndose más tarde por su cuenta y alcanzando el gran éxito que le hizo ser una de las grandes figuras de la Ilustración española con sus grandes reformas estructurales y cambio de mentalidad para aquella época del llamado Antiguo Régimen:
"Bernardo Rodríguez de Arango tuvo gran relevancia por los edificios que promovió, por su actividad comercial e industrial y por sus obras pías. Pero también por la trascendencia que tuvo para Antonio Raimundo Ibáñez, el Marqués de Sargadelos. Ibáñez había nacido también en Os Oscos, en 1749. El Indiano lo empleó en el Pazo de Guimarán tal vez por motivos de paisanaje, amistad o parentesco materno. Dos años después de su fallecimiento en 1767, el joven Antonio Raimundo (tenía 20 años) fue nombrado Administrador General por su primogénito y heredero, Bernardo Phelipe. 
Y cuatro años después de acceder al cargo, en vista de los buenos resultados que había obtenido con la dirección de negocios de vinos y aguardientes, sus sucesores le otorgaron plenos poderes para gestionar el patrimonio que tenían en Cádiz. 
En un viaje a esa ciudad, Ibáñez compró con el dinero de los descendientes de El Indiano varias partidas de aceite que transportó en ánforas de barro en un buque fletado para la ocasión con destino a Ribadeo. Los herederos de Bernardo no participaron en el negocio y sólo le pidieron el importe de ventas y alquileres de sus casas. Ibáñez se lo liquidó y con el despacho del aceite logró un enorme beneficio. Así cimentó su fortuna, se casó con Josefa López Acevedo y empezó a volar por su cuenta. 
El futuro Marqués se dedicó a la importación de diversos productos y a comerciar desde Ribadeo con el Báltico, Rusia o Francia en sociedad naviera con el burgués compostelano José Andrés García con quién también se asoció para levantar una fábrica de fundición en Sargadelos (Cervo). Otro puntal en el que asentó Ibáñez su éxito fue Joaquín Cester, el director de la Casa-Fábrica creada por Carlos III en Ribadeo para manufacturar lienzos, que lo animó a construir una fábrica de loza. 
Pero el primer peldaño de su emporio fue con el negocio del aceite a cuenta del dinero de los herederos de El Indiano…

Desde el pazo, El Indiano dominaba todo el trasiego de gentes y mercancías en el puerto, atento a cualquier novedad. El actual muelle o peirao se construyó entre 1884 y 1888. Antes, durante siglos, los barcos fondeaban en el estuario y la mercancía se cargaba y descargaba en barcazas en la antigua Rampa de Porcillán, zona donde estuvo la primera Casa do Concello. En la actualidad vemos sobre el puerto deportivo de hoy en día el Fogar do Mariñeiro, hotel y restaurante. La industria turística y hostelera se ha consolidado plenamente aquí como en la práctica totalidad de las villas cantábricas. Estamos en un buen lugar para recordar aquella poesía de 1550, Y de todos un poco olvidado, obra del Licenciado Molina, que dicen:
Que de riberas no está despoblado,
Doquiera que lleva su curso y rodero;
Este que digo llamamos el Eo,
Que toma en Galicia muy poco lugar,
Porque muy pronto lo toma la mar,
Allí en una ría que está en Ribadeo

Llamativos corredores en una de las casas que miran al muelle, asentada sobre la misma roca del acantilado, la cual aflora a su izquierda, donde hay un banco corrido, de piedra. En la fachada unas placas de cerámica de Sargadelos señalan la llegada al puerto y narran resumidamente su historia


Admirable vista de la ría desde Porcillán a la Ponte dos Santos y A Punta da Cruz. En 1634, fruto de sus visitas a estas costas entre 1621 y 1622, el cosmógrafo Pedro Teixeira habla así de Ribadeo en su obra: Descripción de España y de las costas y de los puertos de sus reynos. Al muy católico y poderoso rey don Felipe III:
“De la costa y lugares del Reyno de Galicia. 
El primero lugar del Reyno de Galizia por su costa setentrional de la parte del levante hes la villa de Ribadeo, lugar de grande población y trato, esta situada en una cuesta que baxa asta la orilla del mar y su puerto y junto a el una yminencia un castillo antiguo con un terrapleno o plataforma por la parte que mira al puerto y su barra, con seis pieças de artillería bastante defença para estorvar pueda ser acometido, sin consido peligro dan fondo los navios en su puerto junto a la villa y debaxo de la artillería del castillo, quedando distante de la barra media legua el fondo hes acomodado para qualquier navio porque siendo de grande porte se queda mas a lo largo y siendo de menos se arrima a la plaia entrase en este puerto por junto a una isla alta y la putna de la tierra de la parte de la villa, aviendo en esta entrada y canal quatro y seis braças de fondo y mas adentro diez y adelante va demenuendo quanto mas se acercan al puerto, acuden a cargar a este puerto muchos navios maderas, vino y frutas de la tierra. Deste referido puerto de Ribadeo al poniente tres leguas sale a la mar un rio que llaman Yspiñeira en cuia margen tiene dos aldeas una de la parte del levante que llaman San Cosme del Barreyro y la otra del poniente que dizen Santhiago de Foz"

En el fondo de la ría yace el muy famoso Galeón de Ribadeo, uno de los buques hundidos en este profundo estuario que por su trascendencia histórica ha sido objeto de varias expediciones arqueológicas submarinas, prueba de ello es el magnífico artículo de José Alonso para La Voz de Galicia titulado El galeón de Ribadeo, un tesoro único, a la vista tras cuatro siglos enterrado, de fecha 22-6-2019 y en el que da cuenta de estas interesantísimas investigaciones:
"Habrá un antes y después del galeón de Ribadeo. Va a ser citado cada vez que se hable de construcción naval en el siglo XVI. Este galeón va a pasar, sin duda, a los libros de historia». Lo afirma el arqueólogo submarino Miguel San Claudio, que las tres últimas semanas ha dirigido la cuarta prospección sobre el buque que él descubrió en 2011 en la ría de Ribadeo, cuando supervisaba el dragado del canal del muelle.
En el siglo XVI el Imperio Español alcanzó su apogeo y con Felipe II llegó a ser la primera potencia. En aquellos tiempos, quien dominaba el mar, dominaba el mundo, y en las flotas, el galeón era el buque insignia. En 1597, Felipe II ordenó al escuadrón ragusano (la República de Ragusa, la actual Dubrovnik, era aliada de España) un nuevo intento de invadir Inglaterra. Desde A Coruña y Ferrol zarpó la flota con destino a Falmouth, en Cornualles. Como almiranta se situó un galeón, el San Giacomo di Galizia, un buque de 34 metros de eslora con una capacidad de carga de 1.200 toneladas y un centenar de tripulantes, que en sus misiones de traslado de tropas podía llevar 300 personas más. 
Al aproximarse a la zona, un temporal impidió desembarcar a la mayoría de barcos. El resto fue recalando en el norte de la península ibérica, pero el San Giacomo di Galizia se encontró con tres barcos flamencos y uno inglés, con los que combatió, refugiándose finalmente en la ría de Ribadeo. El 13 de noviembre de 1597, por motivos que se ignoran, el barco, que había varado, se hundió. La tripulación y la tropa desembarcó auxiliada por la población de Ribadeo. 
El barco quedó adrizado, ligeramente inclinado a estribor, salvándose lo posible, artillería, pertrechos y la arboladura. Incluso con la madera que se rescató, el armador del galeón, Giomo di Polo, pidió autorización para construir otro. 
Toda esta información se ha podido acreditar con las tres intervenciones arqueológicas previas y peinando archivos como el de Simancas. Analizando la madera se confirmó que el barco había sido construido con roble de las inmediaciones del Vesubio. Los datos cuadraron: el buque hundido en Ribadeo era el galeón San Giacomo di Galizia, construido en Nápoles en 1590. 
Estas semanas un equipo internacional de especialistas, con la colaboración de buzos de la Armada, lograron desenterrar una parte del esqueleto del barco. Hicieron una trinchera en la pila de lastre central para llegar a la cuaderna maestra y la carlinga, sobre la que se asienta el palo mayor con una masa compacta, similar al actual cemento. Cuatro siglos después, se observaba de nuevo el San Giacomo y se recababa valiosa información. Seguidamente, fue tapado de nuevo. 
La importancia de este galeón radica en su singularidad y en su excepcional estado de conservación. «Los galeones de guerra españoles de esta época marcaron el inicio de toda una cultura marina de la construcción naval, que fue lo que permitió a Europa dominar el mundo. ¿Dónde colocar este barco? En el top ten de su época. No hay otro igual. No conocemos ningún otro galeón español de guerra del siglo XVI en el mundo», apunta Miguel San Claudio. Lo más parecido es el Mary Rose, el barco de guerra insignia del monarca británico Enrique VIII, construido en el siglo XVI, y la única nave de guerra de ese siglo que ha sido rescatada del mar. Mide como el San Giacomo, 32 metros, y se encuentra en Portsmouth. 
Las maderas descubiertas son piezas soberbias perfectamente ensambladas, de un grosor (12 centímetros) que hablan de la categoría del buque. El casco, por ejemplo, estaba forrado de plomo, para que fuese más rápido. 
Cada intervención sufragada por la Xunta se acomete bajo criterios científicos, reuniendo a los mejores especialistas del mundo, que se prestan a colaborar. Saben que están ante un pecio único y actúan en consecuencia. «Lo que es necesario es continuar con el trabajo, seguir aprendiendo, conseguir nuevo datos, pero para eso necesitamos una infraestructura adecuada. Lo que no vamos a hacer es poner en riesgo el pecio o los objetos que contiene para excavar. Si nuestra generación es incapaz de gestionar esto, a lo mejor es preferible dejar que venga otra capaz de hacerlo, pero lo que es necesario es garantizar siempre la protección del yacimiento y en eso estamos», concluye San Claudio."

Un par de años después, el 4-7-2021, es Vicente G. Olaya quien publica, esta vez para El País, "Los secretos del galeón San Giacomo", donde explica en primer lugar las muy especiales circunstancias del hallazgo de este sorprendente pecio y prosigue con la sorprendente novedad que era una nave capitana de una segunda tentativa de invasión del Inglaterra tras el fracaso de la Armada Invencible:
"Ribadeo está anclado en la orilla occidental de una verde y frondosa ría. En 1989, el municipio lucense amplió los muelles de su pequeño puerto, lo que modificó la línea de costa y las corrientes marinas que se adentraban en este estuario que comparten Galicia y Asturias. La inesperada fuerza de las aguas durante las mareas comenzó a horadar el fondo arenoso y en 2011 afloraron unas desconcertantes piedras volcánicas nunca vistas y unos objetos cerámicos que no se correspondían con los tradicionales de la zona. El Museo del Hombre de París determinó pronto que las rocas procedían del lejano Vesubio (Nápoles, Italia), lo que permitió a los arqueólogos darse cuenta de a lo que se enfrentaban: eran el lastre que se colocaba en las bodegas de los galeones para mantener su estabilidad. El San Giacomo di Galizia, la nave de guerra del siglo XVI mejor conservada del mundo, acababa de ser localizado a solo ocho metros de profundidad.
Diez años después, y tras cinco campañas de excavación y toma de datos, la última en junio, los secretos de la capitana de la escuadra que en 1597 intentó el asalto de Inglaterra empiezan a desvelarse ante la admiración de los especialistas dirigidos por el arqueólogo Miguel San Claudio. Provienen de las universidades de Texas (EE UU), Nova de Lisboa (Portugal), Trinity Saint David (Gales), Valencia, el Institute of Nautical Archaeology de Texas, el CSIC y el Maritime Archeology Trustde Southampton (Reino Unido). Y eso pese a que el presupuesto para devolver a la luz el gigante de los mares es exiguo: 15.000 euros este año, que ha puesto sobre la cubierta la Universidad de Texas para extraer los secretos de un galeón que portaba 91.000 ducados de oro (120 millones de euros al cambio actual) para comprar voluntades en el campo enemigo. Solo la ayuda y apoyo de la Armada española ―cada campaña del equipo de submarinistas militares está valorada en 18.000 euros, aunque lo hacen de manera altruista―, la Asociación de Amigos del Galeón de Ribadeo, la Xunta de Galicia, el Real Club Náutico de Ribadeo, el Centro de Actividades Subacuáticas de la Costa de Lugo y el Ayuntamiento, que ofrecen apoyo material y humano, permite que los trabajos continúen. Fernando Suárez, el alcalde, lo explica así: “Todos son voluntarios. No hay fondos de las administraciones gallega y nacional. Poco más que decir”. 
El primer intento de invasión de Inglaterra, en 1588, fracasó por las condiciones meteorológicas. De los 137 barcos que Felipe II envió para provocar la rebelión de los católicos en el reino anglicano, 35 no regresaron. El temporal afectó principalmente a las naves adaptadas a la navegación en el Mediterráneo y que no estaban preparadas para el Mar del Norte. Por eso, el monarca se dio una segunda oportunidad ocho años después, en 1596: una flota mayor que la anterior (196 barcos) lo intentaría de nuevo. 
El imperio no contaba esos años con una flota real, así que a Felipe II solo le quedaban dos opciones: requisar barcos o alquilarlos (“contrato de asiento”, se llamaba en la época). El croata Pedro de Ivella le ofreció 12 naves de guerra, la escuadra de la República de Ragusa (Dubrovnik), de la que él sería el almirante y que capitanearía el San Giacomo di Galizia. Inicialmente, el San Jerónimo iba a ser la capitana, pero se hundió en aguas de Corcubión, en plena costa de la Muerte en octubre de 1596. 
El San Giacomo tenía ―”tiene”, replica San Claudio, “porque sigue ahí”― 34 metros de eslora y 11 de manga, movía 1.800 toneladas (la nao Santa María de Colón rozaba las 100) y transportaba una tripulación de unos 500 hombres, de los que 138 eran marinos. Fue construido en los astilleros de Castellammare di Stabia (Nápoles) por el armador Giovanni di Polo ex profeso como buque de guerra. A diferencia de otros de su categoría, fue forrado con un casco mucho más ancho de lo habitual (12 centímetros, frente a seis) para que sus maderas pudieran resistir mejor las andanadas de la artillería enemiga. Los análisis han confirmado que, al menos, parte de sus tablones proceden del monte Gargano (en la región italiana de Apulia). La nave iba artillada, además, con 40 cañones de fabricación italiana, lo más puntero tecnológicamente de la época. 
No hay dudas de que se trata del San Giacomo porque en el siglo XIX el historiador local Fernando Méndez San Julián, que además fue regidor del municipio, escribió Apuntes de Ribadeo, donde recuperó antiguos documentos municipales y uno de ellos hacía referencia a la llegada del galeón. El equipo de historiadores de Miguel San Claudio comprobó los datos en los archivos de Simancas (Valladolid) y Mondoñedo (Lugo), mientras que el Ayuntamiento encontraba más viejas actas confirmando el nombre. Actualmente, están disponibles en la página municipal. 
Construido en 1590, el San Giacomo arribó a Lisboa en 1595 con su escuadra de protección, pero no fue hasta 1596 cuando pudo reunirse con el resto de la flota real. La capital portuguesa no resultaba el puerto más apropiado, a causa de los vientos dominantes de componente norte en el verano, para el asalto de Inglaterra. De hecho, 25 de las naves encallaron en su intento de acercarse a la Gran Bretaña y estrellaron sus cuadernas contra las costas del noroeste de Galicia. Los arqueólogos han localizado en los últimos años cinco de ellas, como el Santa María Anunciada (Finisterre) o el San Jerónimo (Corcubión). 
Los barcos supervivientes se reagruparon en Ferrol (A Coruña) y en 1597 salieron 136 con destino a Blavet, en la Bretaña francesa, en manos de Felipe II entre 1590 y 1598. Allí, los barcos reales fueron reabastecidos y reparados. Ya preparados para el ataque, partieron para Cornualles (Inglaterra) y se situaron frente a las costas del municipio de Falmouth. Pero nuevamente un temporal desbarató la flota, que se mantuvo, no obstante, durante días “a la capa” esperando que pasase la descomunal tormenta. Pero las averías eran enormes y hacían imposible el ataque final. 
Diego Brochero, el general de la Armada filipina, ordenó el regreso. Pero sus palabras no alcanzaron a todas las naves, y varias de ellas desembarcaron 400 soldados en las costas inglesas. Los tercios se fortificaron y esperaron refuerzos que nunca llegaron. Los ingleses, aterrorizados, ni intentaron atacarlos. El camino hacia Londres estaba expedito. Pero el resto del Ejército ya navegaba de vuelta hacia España, así que los conquistadores decidieron volver. 
El San Giacomo, fallido el desembarco, navegaba hacia la Península, pero en su camino se topó en el golfo de Vizcaya con tres naves holandesas y una británica. Las desarboló con el fuego de sus cañones, las puso en fuga y, dañada, reemprendió la senda de vuelta a casa. 
Ribadeo era el último puerto seguro de la costa cantábrica y con suficiente calado antes de llegar a Santander. El galeón, ante los daños, decidió no arriesgarse y entrar en la ría gallego-asturiana el 11 de noviembre de 1597, pero la noche se le echó encima. Los habitantes de Castropol (Asturias) y Ribadeo, al verlo llegar, encendieron fogatas en los montes para guiarlo. El San Giacomo finalmente logró arribar. “El galeón Santiago de Galizia [el San Giacomo] con otras dos urcas han llegado a Ribadeo, tan destrozado que se puede tener por milagro, viene la gente mal parada y enferma del mucho trabajo que han padecido”, describe un documento de 1597. El concejo ordenó hornear pan para alimentar a la hambrienta y enferma tripulación. Se conserva una carta firmada por el almirante Martín Padilla, del 16 de noviembre de 1597, donde da las gracias al regidor de la localidad gallega, por “el servicio que esa villa ha hecho a Su Majestad, en la ayuda que ha dado por salvar el galeón Santiago, que ha sido muy propio de los naturales y vecino de ella y del gobierno que tienen”. 
El barco quedó fondeado a la entrada de la ría, pero el 14 de noviembre encalló por el “mal gobierno de sus mandadores”, según se quejó el armador. Las continuas subidas y bajadas de la marea durante cuatro jornadas terminaron por romper el casco y lo arrastraron ría adentro, a menos de 30 metros de la costa y a ocho de profundidad. No obstante, toda la tripulación alcanzó tierra y salvó la carga de dorados ducados que guardaba para comprar voluntades. En ese momento, en Inglaterra se estaba produciendo una temible persecución ―incluidas torturas y muertes― de miles de católicos y la población dudada sobre si alzarse o no contra la reina Isabel. 
A las afueras del casco urbano de Ribadeo, entre un frondoso bosque de pinos, se halla un centro de interpretación de la ría en desuso que se construyó con fondos europeos hace dos décadas. El Ayuntamiento lo ha cedido a los investigadores para que lo utilicen como laboratorio. Los expertos analizan los restos encontrados, entre los que se hallan balas de cañón de piedra y hierro, suelas de calzado —hay algunas muy pequeñas que corresponden a grumetes o pajes―, numerosas vasijas de formas y colores diferentes, botellas y hasta maderas de la nave. Estas últimas se mantienen sumergidas en agua, porque si se secasen se desintegrarían. El agua ha sustituido, con el paso de los siglos, a la celulosa que las compactaba. Cuando se extraigan, se cambiará el líquido marino por un compuesto de polímeros que mantendrá para siempre su forma. Tânia Casimiro, profesora de la Universidad Nova Lisboa y especialista en cerámica europea del siglo XVI, examina cada recipiente de forma minuciosa. Así ha descubierto que entre las vasijas encontradas bajo las aguas de la ría se han extraído cerámicas del siglo VI antes de Cristo, lo que confirma que Ribadeo ―como se creía― no fue solo un puerto romano, sino que se usó desde la Edad del Hierro. 
La extracción de los elementos y la carga del barco solo es posible gracias a la cooperación de un equipo formado por una treintena de personas, entre las que se encuentra la Unidad de Buceo de Ferrol de la Armada, que capitanea en esta campaña el teniente de navío Ángel Lozano. “Es un buque de Estado”, recuerda este militar especializado en buceo y desactivación de explosivos. Los vestigios marinos se recogen con el máximo cuidado. 
La situación administrativa de la nave es bastante complicada. Por un lado, y con las leyes de Navegación Marítima y de Defensa Nacional 5/2005, la responsabilidad de proteger el patrimonio subacuático corresponde al Ministerio de Defensa ―propietario legal de la nave al ser un buque de Estado―, pero las competencias patrimoniales están cedidas a la Xunta de Galicia. El Ayuntamiento solo puede actuar hasta el borde marino, aunque esté en su término municipal. No obstante, la cooperación es total y armónica. “Y eso que la Xunta es del PP y yo del Bloque”, bromea el regidor del BNG. 
Los expertos civiles han dividido la ría en cuadrículas de 20 por 20 metros. San Claudio explica cada día, antes de comenzar la búsqueda, el plan de la jornada. “Vamos a hacer una ele hacia el este, donde están los pilares del puente”. Todos guardan silencio y escuchan con atención. Se asemeja a una operación militar, donde cada uno conoce su misión. Lozano no dice nada. Solo mira a su equipo fijamente. Una mirada lo dice todo. 
Cada punto donde bucean está marcado con un sistema de GPS. Los militares serán los encargados de trasladar a los arqueólogos en embarcaciones rígidas inflables (RHIB) hasta el lugar exacto donde comenzarán la búsqueda. Una vez llegados, expertos y soldados se sumergen hasta el fondo del estuario llevando unas redes donde depositarán todos los objetos que vayan encontrando. Otra lancha militar queda como vigía y aparta del área a los veleros turísticos que se adentran en la zona de trabajo. 
Fundamentalmente, los arqueólogos que encabeza Miguel San Claudio actúan en dos lugares: a la entrada del estuario, donde el barco fondeó varios días hasta que fue arrastrado por las corrientes ría adentro, y el lugar donde finalmente se partió y encalló. En el primero, separado unos 300 o 400 metros del segundo, los tripulantes del galeón fueron arrojando los objetos de uso diario que ya no creían útiles. “Para ellos era basura; para nosotros, un tesoro”, afirma el arqueólogo investigador de la Universidad de Texas, mientras saca del mar, con una gran sonrisa, enfundado en un traje de submarinista, las botijas de media arroba y platos que va hallando. 
En el segundo punto se encuentra todo lo que la tripulación no pudo salvar antes de que el barco se hundiera: el pecio, el armamento y pertenencias de uso diario militar y civil. De hecho, no es extraño ver cómo los arqueólogos arrastran hasta la superficie, y gracias a la ayuda de globos de aire, balas de cañón, tanto metálicas como de piedra, que quedaron en el fondo. De momento, no se ha hallado entre los centenares de objetos ninguna moneda, ya que su capitán logró salvar el tesoro de 91.000 ducados que portaba la nave. 
A pesar de estar tan cerca de la costa, el equipo no teme posibles saqueos por parte de desaprensivos. “Los vecinos siempre están mirando hacia el mar. Y si ven que alguien desconocido está buceando en la ría, inmediatamente llaman a la Guardia Civil. En eso no hay ningún temor”, dice el subteniente buzo Óscar Labora, al tiempo que asciende a la superficie con una bolsa llena de objetos cerámicos la arqueóloga estadounidense Megan Crutcher. Los buzos permanecen bajo el agua entre 30 y 60 minutos en cada inmersión. (...) 
El espíritu del intrépido barco, en contra de lo que pueda parecer, no terminó sus días bajo las aguas de la ría asturiano-gallega. Vecinos y soldados lograron salvar el 14 de noviembre de 1597 sus cañones antes de que se hundiera. Con ellos, el armador italiano volvió a construir otro galeón al servicio del rey de España, aunque los historiadores desconocen cómo fue bautizado y su destino. “Seguro que volvió a luchar”, concluye San Claudio. “Era un galeón de guerra y tenía su destino marcado. A veces rechazamos nuestra propia historia para aceptar las mentiras de los demás”.

La rúa, de firme adoquinado hace aquí ahora una vuelta completa para rodear la aduana y subir al Campo da Vila, dando vista a Atalaia, con su ascensor panorámico y campo de la capilla. De este lugar escribe José Paz Paz en Motor y Viajes de El Mundo, dentro del artículo que titula La ría del Eo. Destellos plateados en tierra fronteriza:
"Atalayar le llaman en Ribadeo a acercarse al mirador de la Atalaya y otear el tiralíneas del horizonte más allá del voladizo del cargadeiro y del arco rocoso de la pena Furada, escondrijo de cangrejos y lapas. Allí se levanta una capilla del siglo XIII que conserva una pila de curiosa forma espiral.

Dicen que ésta se construyó en la época de Wamba o del primer rey de Galicia, pero eso no importa. En realidad, atalayar es una actividad muy propia de cualquier enclave marinero, una costumbre de ésas que quedan prendidas en la memoria generacional y se repiten de manera inconsciente, como el respirar. De día, siempre es posible encontrar en ella algún anciano que fuma impasible y comenta lo último que pasó. De noche, es lugar de reunión del mocerío.

Así que, si uno afina allí bien el oído, podrá escuchar ciertas historias que han corrido siempre de boca en boca. Por ejemplo, que los balleneros traían de Riga el kummel, bebida que acabó por denominarse popularmente como licor de Ribadeo. O que la Santa María, también llamada María Galante, se construyó aquí. O que entre la capilla de San Miguel y la de San Román, en Figueras, los santos se hablan por la noche. Y que las lampreas, animal casi mitológico en Galicia, recorren arriba y abajo la ría"

Y este es el ya citado ascensor panorámico que une A Atalaia directamente con el puerto salvando unos 21 metros de desnivel. Además de su función de favorecer la comunicación con el muelle deportivo es un excelente mirador con inolvidables vistas sobre el estuario. Accedemos a la información que de él se nos ofrece en Ribadeo Turismo:
"El ascensor, construido en acero y cristal y premiado por su original diseño, tiene capacidad para 16 personas.

Desde su cabina se pueden disfrutar, la medida que sube, de imágenes de la ría a manera de fotografías enmarcadas a través de los huecos.

Una singular experiencia de la que se puede disfrutar en muy pocos lugares, y una magnífica alternativa para los amantes de la fotografía, que podrán tomar imágenes panorámicas de la ría y de la villa de Ribadeo."

Tras esta cerrada curva, la Rúa Maior subirá ya todo recto hasta el Campo da Vila, dando vista primeramente a la fachada este de la Aduana Vella, edificio bellamente restaurado en cuyos bajos, destinados a almacenes y alfolís, se habilitó en los años 1920 y 1930 una escuela para niños y niñas. El investigador Francisco José Campos Dorado nos transmite, en su blog Ribadeando, que dieron aquí clase Don José Novo y Doña Concepción López González "que foron apartados do ensino durante a contienda". Empezada la posguerra la escuela se trasladó a la parte posterior de la actual Casa do Conceyo (Ayuntamiento), cuando el entonces alcalde D. José María Castelao compró el antiguo pazo del Marqués de Sargadelos, que de aquella acababa ser la sede del antiguo Banco de Casas


Estos son sus jardines, desde donde seguimos viendo el Pazo de Guimarán, cuyo fundador lo fue asimismo de la escuela de primeras letras de Ribadeo, acontecimiento que rememora el erudito local Pablo Vivín en Ribadeo Historia y Emigración:
"El 25 de febrero de 1767 se funda en Ribadeo una escuela de primeras letras con la obligación de salir el maestro y los discípulos todos los sábados por las calles de la villa cantando el rosario con el estandarte de la Virgen y faroles.

El artífice de tal escuela Bernardo Rodríguez Arango, emigrante en Perú y originario de los Oscos y después de hacer fortuna adquirió la propiedad de Guimaran y asimismo construyo la capilla de Villaselan, donado la imagen de Virgen que corresponde a la Virgen Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquira, patrona del estado peruano donde había emigrado Rodriguez Arango"

Y esta es la fachada sur de la Aduana Vella, donde en lo alto un balcón-corredor aprovecha esta orientación dando vista al sol. Más de una vez se asomarían los aduaneros de antaño a ver el panorama de gentes subiendo y bajando a puerto con sus mercancías, por esta Rúa Maior, antiguamente la calle principal de Ribadeo, de ahí su nombre, la que del puerto salía fuera de la población, y viceversa, atravesándola de este a oeste


La rúa se cita ya en documentos medievales, hasta el siglo XVII aparece en escritos como Rúa Grande y Calle Mayor, luego de la Paz, ahora Amando Pérez, pero recordando el de Rúa Maior, atendiendo a su denominación tradicional y popular


En la actualidad es una calle relativamente tranquila, prácticamente solo vecinos, peregrinos y algunos visitantes la recorren, pasan pocos coches. Pero al final de la misma y de esta cuesta llegaremos al actual corazón de Ribadeo, la tan recitada Praza do Campo da Vila y su entorno, parque y jardines, edificios, bullicio, calles y movimiento, en lo que ya era Ribadeo extramuros, el ensanche de la población que saltó de la muralla en todas direcciones, pero sobre todo al oeste


La rúa está flanqueada por casas, por aquí fue extendiéndose la población desde su núcleo originario, tal y como bien nos informan en Paseo polo casco antiguo de Ribadeo:
"La villa de Ribadeo nació en Cabanela. Dieron principio a esta población algunos pescadores establecidos desde tiempo inmemorial en la ribera y playa que en adelante se llamó Cabanela, por las pequeñas cabañas donde se albergaban sus moradores. 
Sucesiva y lentamente, se propagó la población a la ribera de Porcillán y de aquí comenzó a engarabitar por una encañadita muy pendiente e incómoda en la que el antiguo muro contuvo hasta el siglo XIX los límites de la villa. Formáronse poco a poco la rúa de Ares-Ares, la de la Trinidad, la Mayor, la de la Atalaya... 
Desde el siglo XVII, las casas se contribuyeron de mampostería y en una cosa ponían gran interés los propietarios de la época: en lucir en las fachadas de las casas, mejor cuanto más arriba, la piedra de armas fanfarrona. 
En 1566 fueron empedrados algunos de los lugares más transitados de la villa, tales como la plaza pública (de la Constitución), las puertas de la muralla y las entradas de los caminos públicos. Y hasta 1750 no se volvió a tocar. Las aceras no se conocieron en España hasta el reinado de Carlos III. En ese tiempo fueron colocadas en algunos sitios de Ribadeo (frente al hospital, en la plaza, etc.) En 1851 se pusieron aceras en todas las calles, a expensas de los vecinos. 
Fue ascendiendo la villa hacia el llano. Formáronse la Plaza Mayor, el Patín, la calle de los Hornos, las callejas transversales. Se unían el mar y el mercado, bases de la villa de Ribadeo. Cuando el mar se vio libre de corsarios, el caserío desbordó la cerca, apareció Figueirúa, la calle de San Miguel, el barrio de Gibraltar. En el siglo XVII se hizo una capilla fuera de puertas, no lejos de la del Agua. Esta capilla, llamada de la Misericordia, dio origen a la calle de este nombre, la cual, hacia fines del XVIII, se extendió hasta la ermita de la Virgen del Camino, tomando entonces toda ella el nombre de San Roque. Por la misma época en que se comenzó la calle de la Misericordia, se abrieron la de los Herradores, la de la Confitería y el callejón que baja de la calle de San Roque a la Fuente Nueva".


"La calle principal empezaba en la Puerta de la Villa y terminaba en la de Cabanela. Se llamó hasta el siglo XVIII Rúa Grande y Calle Mayor; después fue bautizada de la Paz.", se especifica de esta rúa por la que seguimos subiendo, tal y como haría, subiendo, y bajando también, un día sí y otro también, el popular Xancín, personaje célebre del Ribadeo de antaño, "encargado de anunciar la llegada del correo a la villa, anunciar los edictos de la alcaldía y portar los estandartes en las procesiones y en los entierros. Siempre con su cornetín colgado al pescuezo", escribe de él Pablo Vivín en Ribadeo Historia y Emigración:, así como que su figura fue inmortalizada en una muy curiosa y amena obra:
"En el año 1881, se realiza una publicación en Galicia, titulada «Menestra de tipos populares de Galicia», con dibujos de Federico Guisasola, y textos de los escritores mas relevantes de aquella época en Galicia, y Valentín Lamas Carvajal, es el encargado de «alabar» al ribadense «Xancín».

En 1879, realiza un encargo en una imprenta de una fotografía suya y en el reverso con un texto, donde el se define. No tiene desperdicio.

Tengo la gran suerte de tener en mi archivo, ambas publicaciones. Les recomiendo su lectura.

Según me contaban mis tías, cuando falleció su madre, llevo como costumbre el estandarte, y al terminar el funeral acudió a la sacristía, a recibir su correspondiente paga y el «Cura Vello» (como era conocido el Párroco de aquella época) , le dijo «Xancín, como me vas a cobrar si fue el entierro de tu madre», a lo cual le contesto «Ten razón, pero págueme logo a mitade».

Es historia de nuestro Ribadeo de antaño."

Justo aquí veremos de nuevo A Torre, O Cuartel Vello, prominente sobre lo que fue la antigua población y su puerto del viejo Porcillán, vinculada como hemos dicho a las defensas costeras y guarniciones permanentes existentes en esta villa, sucesoras de las viejas cercas medievales


Con los cambios en las artes de la guerra se transformó la estructura defensiva de esta y otras villas. Los cuarteles de las milicias y guarniciones locales fueron entonces esta torre y, en el exterior de la villa, en la boca de la ría, el Forte de San Damián (justo al norte de A Ponte dos Santos, muy cerca del albergue público)


Aquí, en el cruce con el Calexón dos Perigos, estuvo A Porta da Pena, otra de las de la antigua muralla, derribada en 1797. A principios del siglo XVIII la cerca estaba considerada obsoleta e inservible, las nuevas técnicas y tácticas militares habían cambiado con el uso de la pólvora y se optaba por fortines armados con baterías. Como en otros casos fue considerada una especie de cantera pública y las autoridades permitían que el vecindario cogiese de ella piedra para muros, casas, y otras obras, razón por la que fue desapareciendo


A mano izquierda una de las preciosas placas de Cerámica de Sargadelos la recuerda, así como la muralla, de la que leemos en Paseo polo casco antiguo de Ribadeo:
"Construida también en tiempos de los primeros condes, la muralla no estaba hecha para resistir un asedio largo, aunque el Ayuntamiento (1771) creía que era "tan precisa como inexcusable para el tránsito y uso en cualesquiera invasión que ocurriese de los enemigos.

Tenía unas cuatro varas de ancho y tres o cuatro de altura. Estaba formada por dos paredes paralelas, cada una de pie y medio o dos de espesor, y entre ellas se habían echado escombros y arena, que con la humedad producían a cada paso barrigas, grietas y hundimientos, ocasionando no pocos gastos , que eran satisfechos a partes iguales por el conde y el concejo.

La muralla arrancaba del ángulo este de la fortaleza, y tenía un postigo a pocos pasos de ésta. Bajaba en línea recta hacia Cabanela, por los terrenos que ahora ocupan las casas de la calle de Ibáñez. Sobre esta parte de la muralla se hizo en 1545 un camino almenado, que ponía en comunicación la fortaleza y dicho barrio de Cabanela cuando no existía la calle mencionada.

Frente al repetido barrio, final de la calle que hoy se llama de "Méndez Sanjulián" y que primitivamente de dijo "Rúa Travesa" y luego "del Correo", porque en ella estuvo la primera estafeta que hubo en la villa, se abría en la muralla la puerta "de Cabanela", nombrada también "del Canónigo", tal vez por estar próxima a la casa del matrimonio Bela, en la cual vivía "el canónigo presbítero sarense". Esta puerta fue derribada a finales del siglo XVIII.

Continuando por la parte alta de Cabanela, donde aún hay restos de la muralla, ésta iba a empotrarse en la Atalaya, en la que quedaba interrumpida, porque allí el alto acantilado la hacía completamente innecesaria. Un postigo establecía la comunicación entre la Atalaya y el barrio en que,, según se cuenta, tuvo su palacio el obispo Cebeyra.

Reaparecía la endeble defensa de la villa frente a donde está hoy la última casa de la calle Amando Pérez Martínez (antes de la Paz), sobre la Cova da Vella, nombre que llevaba la puerta que allí había, nombrada también "da Pena". Algo más abajo, en Porcillán, estaba la "puerta de Santo Domingo", así denominada porque por aquel lugar había pasado (la tradición lo decía) este santo varón cuando vino a embarcarse al puerto de Ribadeo para emprender la cruzada que contra los albigenses dictó el papa Inocencio III."


Recordemos que pena en gallego es peña en castellano. No tiene que ver pues con lamentos sino con rocas, buena base para erigir esta defensa pese a que nunca pareció tener una gran capacidad defensiva real. No obstante estas cercas medievales tenían un alto valor simbólico-administrativo y comunitario, señalaban los confines de estas poblaciones aforadas y su jurisdicción. Leemos en la web de la Asociación española de amigos de los castillos lo siguiente:
"La muralla se debió construir en época de la creación del condado (1369) aunque pudo haber algo antes. Era el edificio de mala calidad y pese a reforzarse con baluartes en el s. XVI ya eran ruina en el XVII. En el XVIII se comenzó a reutilizar material y en el XIX se derribaron las puertas. Sólo quedan vestigios en algunas casas."

La desaparecida muralla de Ribadeo tenía seis puertas y dos postigos (pasos pequeños), uno era el Postigo da Fortaleza, otra la Porta de Cabanela o Porta do Canónigo, el Postigo da Atalaia, la mencionada Porta da Pena, la de Santo Domingo, la de Guimarán (por cuyo antiguo emplazamiento hemos pasado), la Porta do Auga y la Porta da Vila, hacia donde nos dirigimos ahora


Fue tal la importancia estratégica de Ribadeo en las endémicas guerras con Inglaterra, Holanda y Francia, que Felipe II le concedió el privilegio de no reclutar soldados para la contienda pues eran necesarios para la defensa local del puerto, y también la exención de alojar tropas en tránsito. En el siglo XVII, a consecuencia de la guerra con Portugal, tal privilegio fue suspendido


En nuestros días la Asociación de Vecinos A Atalaia emprende numerosas actividades y promueve la recuperación de la historia y patrimonio de estos lugares. Por ellos conocemos noticias como las fiestas populares de los gremios de mareantes y sastres en las rúas y plazas de la vieja Ribadeo:
"En Ribadeo consta que los gremios de mareantes y de sastres realizaban “danzas a la morisca” acompañados por los inevitables gaiteros (el más antiguo documentado es Bartolo da Acea en 1570) e incluso por músicos extranjeros como los trompeteros flamencos que actuaron en 1624 con gran éxito. Al paso de la procesión disparaban salvas las baterías de la Atalaya y fueron habituales las corridas de toros que organizaba el Ayuntamiento en la Plaza Mayor, escenario en el que tenían así mismo lugar las representaciones de comedias y autos a cargo compañías profesionales (Gaspar de Villafuertes y Gregorio Sanjurjo en 1582 y Vicente Osorio en 1620)"

A nuestra derecha, Casa Fefa y Herminio. La cuesta no ofrece tregua, son unos 400 metros de subida desde Porcillán hasta el Campo da Vila. Es muy fácil que por aquí hubiese pasado, pero bajando, aquel polifacético viajero inglés, George Borrow, erudito aventurero, vendedor de biblias, cuando, llegando las ocho de la mañana del 24 de septiembre de 1837, se disponía a cruzar a Asturias en barca acompañado de su criado griego Antonio Bocchino y de un alquilador de caballos, Martín de Ribadeo, con su yegua recién comprada a una partida carlista


En aquellos tiempos la población se estaba expandiendo más allá de las murallas, pues desde el siglo XVIII el Campo da Vila, arriba al final de la cuesta, más allá de la Porta da Vila, ya se había venido transformando en paseo, alameda y espacio de socialización, entre la cerca medieval de la villa y los conventos franciscanos construidos en el extrarradio en la Edad Media, camino de la extinguida Malatería de San Lázaro, en el camino de Ove y paso del Camino de Santiago


Esta de la derecha es la casa de Ramón Bustelo González, Diputado a Cortes por Ribadeo entre 1901 y 1923. Una placa en la fachada, colocada con motivo de su nacimiento, honra su memoria, como también lo hace José de Cora, director de El Correo Gallego, en artículo publicado en este periódico el 2-11-2020:
"El 1 de noviembre de 1968, coincidiendo con el año de su centenario, Ribadeo rinde homenaje a Ramón Bustelo y González (Ribadeo, 1868). (Distintas fuentes lo consideran nacido en A Coruña, o el año 1873, o incluso en distintos días dentro de esa fecha). 
Sea como  sea, lo que está fuera de duda es la vinculación del hijo de José Bustelo y Brígida González Santamarina con Ribadeo, donde se le llama su “diputado por antonomasia”, donde preside el Club Deportivo Ribadense el año 1913 y   donde hereda el Caserón y la banca de Francisco Antonio de Bengoechea, a través de su sobrino, el falso Martínez González-Bengoechea, que además lo vinculará al Partido Liberal, rama moretista, con el que hará política, siendo la pareja parlamentaria de Joaquín Quiroga Espín por la provincia lucense.
Cuando es diputado provincial en Lugo, Ramón se une a Rosario Vázquez Gómez, hija de un militar de la ciudad con raíces familiares en Guntín, y hermana del fundador del Partido Socialista de Uruguay, el masón Adolfo, al que su sobrino-nieto Leopoldo Calvo Sotelo Bustelo descubrirá de casualidad en un libro siendo ya adulto, con la consiguiente sorpresa morrocotuda. Rosario será muy recordada en Ribadeo por sus donaciones.  
De este matrimonio nacen los ingenieros, Francisco y Ramón Bustelo Vázquez, así como Mercedes, que a su vez se casará con el letrado del Consejo de Estado, Leopoldo Calvo-Sotelo, el autor de Ribanova, a quien reconoce la prensa como “fino escritor humorista”, y que serán padres del futuro presidente del Gobierno, de quien Ramón es padrino en su bautizo. 
Su labor política y parlamentaria, la del abuelo, abarca desde 1901 a 1931, salvo el corto período en 1907 cuando es senador y subsecretario de Abastecimientos y Transportes. 
A finales de 1930, con la convocatoria de elecciones prevista para los primeros meses del año siguiente, Ramón Bustelo se dirige por carta a sus electores pidiéndoles una vez más su confianza.
No sospecha la reacción que va a provocar en el abogado de A Pontenova José María Díaz y Díaz-Villaamil, futuro gobernador civil de Huesca, Málaga y Zaragoza durante la II República, que se lanza a la yugular de Bustelo y le afea hasta la ortografía con una virulencia que sin duda tuvo que sorprender al curtido parlamentario y a muchos de los que lo conocen. 
Aquella reacción, unida a las informaciones de lo que está sucediendo en España, le hace concebir un futuro completamente distinto para la actividad política y decide, no solo retirar su candidatura, sino también abandonar la actividad política. 
Él lo explica en una carta pública anunciándolo en enero de 1931: “El trance peligroso por el que atraviesa la Nación pide esfuerzos que yo no me veo capaz  de rendir (…) Quede para otros un empeño que juzgo superior a mis energías”. Tiene entonces 63 años. 
Y con la despedida hace un resumen de su paso por la política: “Escuché a todos, atendí a muchos y no perseguí a ninguno”. Villaamil había ganado. Su firma lo dice todo: “Ramón Bustelo, exdiputado por Ribadeo”. El mismo día de su renuncia, se informa que le sustituye su hijo político, Leopoldo Calvo Sotelo, que morirá tan solo dos años más tarde. 
En 1968 se coloca una placa en la casa familia, de acuerdo con el mandato municipal y allí acuden sus tres hijos, sus nietos Leopoldo y Ana María, el marido de ésta, Rafael del Pino, y el escritor Joaquín Calvo-Sotelo, entre otros miembros de la familia."
 
En esta rúa, un poco más adelante a la derecha, tuvo su papelería el célebre ribadense Fernando Salgado Valdés, músico nacido en 1865 que, tras ser músico aventajado en la escuela de Antonio Gayol, dejó los estudios para dedicarse al Comercio y a su pasión artística. Organizaba agrupaciones musicales, cantaba melodías, escribía y adaptaba letras, algunas para el coro Cantigas da Mariña, fundado en 1924


"Mucha cuesta y mucha escalera, pero mucho encanto", suele decirse de estos barrios antiguos de Ribadeo. No es una cuesta considerable ni significativa para los peregrinos que ya han conocido las subidas y bajadas del Camino de Santiago del Norte que han quedado atrás, pero sí un tanto prolongada y muy directa


Para descansar, a la izquierda tenemos el Hostel Namor, de Eva y Ángel, fundado en 2023, un buen alojamiento y en el mismo Camino. El 14 de agosto de ese año la periodista Lidia Fernández les dedica un reportaje para La Voz de Galicia titulado Abre en pleno casco histórico de Ribadeo un novedoso hostel con jardín y terapias naturales para los peregrinos: del que extraemos buena parte:
"El Camiño Norte cada vez acoge a más peregrinos que, atraídos por la belleza paisajística de la zona, se embarcan en la que sin duda se convertirá en la aventura de sus vidas. Y a pesar de que las cifras de peregrinos este verano en A Mariña parecen haber descendido respecto de los años anteriores, lo cierto es que esta ruta jacobea se está consolidando como una alternativa muy demandada, sobre todo por los extranjeros, especialmente procedentes de diversos puntos de Europa.
Es en este ambiente de claro apogeo de las rutas de peregrinaje donde surge el proyecto de Chiquinquira Dorado, la propietaria del hostal de moda entre los peregrinos que llegan a Ribadeo en busca de calidad y de un servicio que no encuentran en los albergues públicos. A pesar de llevar abierto menos de un mes, el Hostel Namor se ha convertido en todo un referente de este tipo de turismo tan particular. «O noso perfil de cliente é, fundamentalmente, o estranxeiro que demanda unha atención de calidade, cos servizos que non atopa noutro lugar do Camiño», asegura Ángel Quintana, quien ayudó a Dorado en la reconversión de su centro de terapia en el hostal que ha abierto en pleno centro de Ribadeo, en la Praza dos Catro Canos, a escacasos 100 metros de la casa consistorial. «Pásanos pola porta o camiño de Santiago, literalmente», bromea Quintana. 
Entre las características de este hostal destacan la privacidad de sus instalaciones. «É un concepto semellante ao dos albergues cápsula que están tan de moda, pero diferente», explica. «Quixemos facer un establecemento diferenciado, cun valor engadido claro, centrado no ecolóxico e en ofrecer alternativas e terapias naturais ós camiñantes que levan centos de kilómetros sobre os seus pés», profundiza este gerente con experiencia previa en la gestión de pisos turísticos en la localidad.«O hostal conta con 14 prazas, distribuídas en 7 literas, que garanten a privacidade dos seus usuarios. Tamén conta con dous baños e un salón-cociña a disposición de todos», confirma. 
Pero sin duda, lo más destacable de este exclusivo albergue es el jardín interior, con una terraza de más de 200 m2, idónea para desconectar y perderse en medio de la naturaleza, pero en pleno centro urbano. «O entorno do xardín é o que máis gusta. Todos os nosos clientes quedan abraiados e encantados», asegura Quintana, animando a visitar sus instalaciones. 
«Estamos a piques de abrir tamén un centro de masaxes e terapia nun espazo que ata o momento se atopaba inhabilitado. Calculo que nos próximos dez días poderemos ofrecer tamén este servizo para garantir o benestar físico dos peregrinos que nos escollan», indica. Habrá masajes y todo tipo de terapias para mejorar la estancia de los caminantes y su condición física."

A la derecha, A Praciña o Praza dos Catro Canos, así llamada por esta fuente de cuatro caños construida en 1849 siendo alcalde Benito María Miranda, la cual fue restaurada en 2008. Es de planta circular y en su centro tiene una columna de planta cuadrada, con un caño en cada lado, rematada en pináculo. Abajo, una reja de hierro era sobre la que se colocaban cubos, calderos, sellas y demás recipientes para ser llenados de agua


Aquí, en la esquina con el Calexón da Paz, estuvo la antigua cárcel hasta 1839, trasladada de aquí a la llamada Casa da Fábrica hasta que se construyó un nuevo edificio en 1867


Las placas de cerámica de Sargadelos, omnipresentes en Ribadeo, nos explican la historia de esta hermosa plazoleta


Pazo dos Miranda. Fuente Morriña de Cuba. Proyecto Palmera

Siguiendo camino calle arriba veremos el Pazo o Casa dos Miranda, con su blasonada fachada. Si bien muy reformada, su origen puede estar en el siglo XVI con la expansión de la actividad comercial portuaria. Esta es su historia extraída de Ribadeo. Alén do Camiño:
"La vinculación de los Miranda con Ribadeo es antigua. Junto con los Menéndez Navia, Sierra, Ribadeneira o Aguiar, son los grandes hidalgos comerciantes marítimos de madera durante los siglos XVI y XVII. 
Emparentarán con otras grandes familias de la época como los Osorio o Villamil, llegando a conseguir importantes puestos de responsabilidad en la villa. Pedro de Miranda y Osorio ostentaría el cargo de cabo y gobernador de armas (siglo XVII), y Fernando Miranda y Olmedilla (muerto en la primera guerra carlista) el de juez y más tarde diputado y comandante de la Milicia Nacional. 
La señorial casa de los Miranda consta de bajo y dos plantas, con tres balcones con barandilla de función enrejada y, en los bajos, de tres sólidos portalones de madera con molduras. La puerta central de doble hoja, con montantes vidriados y cancilla de forja, es la de entrada a la casa. Su fachada está toda construida de cantería y, entremedias del balcón central del primer andar, en la parte alta, se encuentran dos escudos de armas labrados en piedra de mármol blanco y en muy buen estado de conservación. 
En esta casa debieron de establecerse hacia el año 1590 para desarrollar sus actividades."

Conocido así un nuevo rincón de Ribadeo en el Camino seguimos cuesta adelante pasando entre esta Praza dos Catro Canos y la Casa dos Miranda


Hermosas y largas filas de casas encajan la rúa, la mayor parte restauradas y rehabilitadas. No suele haber un excesivo tránsito de gentes, pues en la actualidad las calles más transitadas y comerciales de Ribadeo están a partir del Campo da Vila, por donde fue creciendo la población fuera de su núcleo originario, pero antaño esta rúa, como otras de la parte más antigua, tenían un gran trasiego subiendo y bajando del puerto


Hermosas balconadas y galerías. Aquí estaba la Casa de Don Clemente, indiano que regresó con fortuna a Ribadeo, adquiriendo dos casas contiguas que reconstruyó haciendo un edificio nuevo, datado en 1908. Don Clemente Martínez Pasarón fue uno de los grandes indianos benefactores de la villa, como siguió siéndolo su mujer, Doña Ernestina, según se refleja incluso en un acta municipal:
"Acta de la sesión supletoria celebrada el dieciocho de abril de mil novecientos dieciocho por el Excmo. Ayuntamiento de Ribadeo, en su Casa Consistorial 
Décimo Sexto. Por unanimidad se acordó aprobar la siguiente: “Proposición –Son tantas las obras benéficas que la respetable señora doña Ernestina Mansilla Jiménez, viuda de Martínez Pasarón, hija adoptiva de estas Villa, ha realizado en la misma , en el transcurso de pocos años que cuantas alabanzas se le tributen y cuantas distinciones se le otorguen, ofendiendo su modestia, son pocas, haciendo justicia a su caridad inagotable. Su nombre se pronuncia con verdadera veneración por los pobres y los humildes. A sus expensas se edificó uno de los pisos del Hospital Municipal; contribuyó con crecidos donativos a las obras de restauración y embellecimiento de la Iglesia Parroquial ; distribuye, constantemente, comida y ropa, a los necesitados; y funda, por último, la gran obra, la que constituye el amor de sus amores, el Colegio que lleva el nombre de su llorado esposo “Clemente Martinez “ de enseñanza gratuita, elemental y comercial para niños pobres, con reparto de premios mensualmente entre los más aplicados, y para cuyo sostenimiento destina la importantisima cantidad de doscientas mil pesetas, además de donar el hermoso edificio en que está instalado con su capilla, jardín, muebles y menaje moderno y abundante=Y es tanto más de agradecer este generosos desprendimiento de la ilustre dama que de tan sabia manera distribuye su cuantiosa fortuna y así atiende al mejoramiento y bienestar de las clases humildes, cuanto no le ligan con este pueblo otra clase de afectos y cariños, que el recuerdo de haber sido un dignisimo hijo de él, el malogrado compañero de su vida, a cuya memoria dedica todas sus obras.=Deber nuestro es exteriorizar y demostrar la gratitud inmensa que le debemos y teniendo la seguridad de interpretar este unánime y noble sentimiento que palpita en los corazones de todos los buenos ribadenses, a la Corporación tengo el honor de proponer:= Se sirva acordar : Se eleve al Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación  respetuosa instancia  solicitando se digne conceder a la Sra. Doña Ernestina Mansilla Jimenez , Viuda de Martínez Pasarón, el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia y proponerla al gobierno de S.M. para que se le otorgue la Gran Cruz de  dicha Orden, con distintivo blanco, libre de gastos , por considerarla de lleno comprendida en el art 6ª condición 1ª del Real Decreto de 29 de Julio de 1910=Casa Consitorial de Ribadeo, Abril 18 de 1918=José Díaz Braña=Rubricado"

Justo antes de pasar la antigua Porta da Vila hacia el Ribadeo extramuros o del ensanche por el Campo da Vila o Praza de España llegaremos a la Praza de Abaixo, la antigua plaza mayor del viejo Ribadeo, donde estuvo la Casa Concello antes de su ubicación actual en el antiguo Pazo del Marqués de Sargadelos, sito en el Campo da Vila, al otro lado de estos edificios, hacia donde nos dirigimos...



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