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sábado, 28 de febrero de 2015

LA MALATERÍA DE SAN LÁZARO DE BARAYO, EL BAO Y CASA CARMINA. ENTRANDO EN EL CONCEJO DE NAVIA (ASTURIAS)


El Bao y el viaducto de la Autovía del Cantábrico
El Camino coincide con la carretera N-634 unos metros al entrar en Navia
El Camino Norte de Santiago acaba de bajar del Monte Faro y cruzar el río Barayo dejando atrás la parroquia de Otur/Outur, en el concejo de Valdés. Así es como entramos en el concejo de Navia, en El Bao (de vadum, precisamente paso del río). Antes hubo un puente medieval, sustituido por el actual de la carretera, al igual que una histórica malatería u hospital de leprosos. Aquí destaca hoy en día sobre el valle el grandioso Viaducto de Barayo, en uno de los tramos más problemáticos dentro de las obras de construcción de la Autovía del Cantábrico en el occidente asturiano, una verdadera proeza constructiva de los tiempos modernos 


La construcción se vio afectada por un gran argayu o corrimiento de tierras que dejó totalmente inutilizada la N-634, por lo que el tráfico, prácticamente la totalidad del de la cornisa cantábrica entre Asturias y Galicia, incluyendo el pesado, había de pasar por la que era hasta entonces esta carretera local, así lo explicaba el periodista R. Muñiz en su crónica para El Comercio el 27 de junio de 2013:
"En la madrugada del 10 de junio de 2010, el agua caída durante quince horas arrastraba materiales que obturaron los tubos de canalización bajo la N-634. La carretera se convirtió en un dique contra el que se acumuló un pantano de 16 metros de profundidad. Tras ahogar las primeras casas, los técnicos dictaron el destrozo de la Nacional. Solventada la urgencia, la comunicación viaria fue restablecida invirtiendo 2,3 millones de euros en el arreglo de una carretera secundaria..."

En la bifurcación seguimos a la derecha por la carretera, la cual sube un poco, dejando el viaducto a la izquierda, cuyos datos técnicos extraemos de Juan Manuel Calvo Rodríguez y Joaquín Arroyo Márquez en Viaducto de Barayo
"El Viaducto Barayo forma parte del “Proyecto de Construcción de la Autovía A-8 del Cantábrico, PK 507 al 517, Tramo: Otur – Villapedre”. La estructura tiene una longitud de 591.0 metros entre ejes de apoyos de estribos, con un total de 16 vanos repartidos en 36.50, 14 vanos de 37.00m y un vano final de 36.5 metros. La rasante determina sobre el terreno natural una altura máxima de pilas de 58,0 m aproximadamente. Entre las pilas P-6 y P-8 se salva el arroyo existente mediante un arco de 70 metros de luz. 
La sección transversal del viaducto tiene un ancho constante de 24,00 metros. La solución estructural está formada por dos vigas cajón prefabricadas dispuestas adosadas una a la otra formando una sección cajón bicelular. La unión transversal de las vigas se realiza mediante barras pretensadas. Las vigas tienen un canto de 2,34 metros y una de las almas es vertical para permitir la correcta unión entre vigas. La colocación de las vigas se realizó mediante un carro lanzavigas apoyado sobre las pilas. 
Para la formación de la losa del tablero, se dispusieron sendos puntales prefabricados adosados al exterior de las vigas separados 3,70 m entre ejes. La losa entre almas de vigas y un pequeño voladizo de 1,50 metros se ejecuta con prelosas dispuestas sobre las vigas, hormigonándose el resto de la losa mediante un carro de hormigonado a la vez que se colocan los puntales prefabricados. 
Las pilas del viaducto están formadas por un fuste de hormigón armado octogonal hueco, con dimensiones en planta de 5,50 x 2,30 metros de sección mínima con una pendiente longitudinal de 1/75 y espesor de pared de 0.30 m. 
El arco situado entre las pilas P-6 y P-8 es de hormigón armado con un ancho constante de 5.50 metros y canto variable entre 3.00 en arranques y 2.00 en coronación. El espesor de las paredes del arco es constante de 0.30 metros. 
Para la construcción del arco se ejecutaron dos semiarcos prácticamente verticales junto a las pilas P-6 y P-8 y posteriormente se realizó una maniobra de abatimiento de los mismos mediante un sistema de cables. Una vez situados los semiarcos en su posición definitiva se procedió a hormigonar las rótulas situadas en las cimentaciones de las pilas P-6 y P-8, permitiendo así la ejecución de la pilastra P-7 sobre la clave del arco"

Un monolito recuerda la fosa común aquí existente de los represaliados en la guerra civil: la Fosa de El Bao


Aquí está el monolito que nos indica continuar por esta carretera, lamentablemente con apenas espacio para el paso de viandantes, lo cual es un riesgo y máxime en esta curva cerrada, extrememos al máximo la 


La carretera no tiene normalmente mucho tráfico pero sí es muy veloz y en esta cerrada curva no hay arcenes: es un tramo peligroso para el que urge una solución inmediata, pues son muchos los peregrinos que pasan por él


Y estas son las casas de El Bao o El Vao, el pequeño núcleo de población existente al pasar el vadum del río Barayo entrando en el concejo de Navia. 


Piedra de afilar en el jardín: nuevos usos ornamentales para elementos tradicionales usuales en las caserías de antaño


Por suerte no andamos muchos metros por el peligroso tramo, enseguida nos desviamos por este ramal a la izquierda, justo cuando la carretera pierde prácticamente todo espacio para el peatón


Estas señales nos indican este ramal a la izquierda, que va a constituir un alivio para el peregrino


Hay un poco de cuesta desde la que, subiendo, podremos ver el pequeño valle del también pequeño río Barayo, que hace de límite de concejos y desemboca en la playa de igual nombre, la Playa de Barayo, que es paisaje protegido y reserva natural. Si bien un tanto alejada del camino para quienes van andando, si se tiene oportunidad, sobre todo más factible quizás para los bicigrinos, no deje de visitarse. El topónimo Barayo estaría relacionado con el de El Bao y sería un diminutivo de vado, el vadeo o paso del río



En algún lugar de las inmediaciones, entre El Bao, el río y la playa, estuvo la antigua Malatería de San Lázaro de Barayo, de la que se sabe documentalmente desde el año 1274 por el testamento del arcediano de Ribadeo, Diego Iohannes, siendo mencionada posteriormente varias veces a lo largo del tiempo hasta su extinción en el siglo XVIII con la disminución de la endemia de la lepra. Se trata en concreto de varios testamentos del siglo XVI, uno de don Pedro Alonso, arcediano de Valdés, en el que manda "lo acostumbrado a los malatos de Barayo", y otro que estipula que se entregue "a los malatos una emina de pan y media" por parte de Alonso López Bolaño en 1599  


Aún se mencionaba en tiempos la existencia de un prado y una fuente de San Lázaro, aunque el trazado actual de las carreteras generales y sus cambios han transformado totalmente el lugar e incluso el trazado del Camino, que ha de seguirse unos cuantos metros por el arcén desde el río y bajada de El Bao hasta estas casas. De su posible ubicación escribe el médico e historiador José Ramón Tolivar Faes en Hospitales de leprosos en Asturias durante las edades media y moderna que podría estar en otro vado existente 500 metros río abajo, según la tradición local y los topónimos referidos, si bien ambos está a una cierta distancia (los malatos solían aliviarse en alguna fuente salutífera cercana a su malatería)






De la malatería se conservaba la imagen de San Lázaro en el cercano pueblo naviego de Vigo, a unos dos kilómetros y el más próximo al lugar, si bien últimamente se hallaba en paradero desconocido. Tolivar Faes, que la conoció, dicen que era una imagen de madera, de 73 centímetros de alto, repintada por entonces (1966) con "no demasiado gusto", afirmando que las llagas de su cuerpo tienen un intenso color rojo, como la túnica que lo envuelve, sosteniendo con la mano derecha un largo báculo y con la izquierda un libro, tal vez un evangelio en una de cuyas parábolas se inspira la historia de Lázaro. Otras capillas de leproserías tenían imágenes similares: Ferradal en Castropol (cerca de uno de los ramales del Camino Norte), Valdevenero (Camino de Santiago Allerano) y Padraira (esta en el Camino Primitivo)


El patronazgo de la malatería estaba relacionado con el del Hospital de Peregrinos de Navia, a cargo de la Casa de Navia, "que ponía y quitaba al hospitalero de Santa María Magdalena" (advocación siempre vinculada con San Lázaro en las leproserías), correspondiendo en el siglo XVIII al marqués de Ferrera y a Joaquín de Velarde "vecinos de Oviedo", según el Catastro de La Ensenada. En el blog Villapedre, dedicado a la parroquia naviega a la que pertenecen estos lugares, leemos así de esta fundación:
"Aún siguen en pie algunos fragmentos de la llamada Malatería de San Lázaro de Barayo. En la Edad Media, y aún hasta el siglo XVIII, eran frecuentes las epidemias de tifus, pestes, lepra... Numerosos nobles y gentes realizaban a su muerte fundaciones pías e instituciones benéficas y hospitales para atenuar las enfermedades tan frecuentes. Y en Barayo, se construyó un pequeño hospital o alberguería para leprosos o "malatos". Su fundación debió hacerse en el siglo XIII, en 1274 el arcediano de Ribadeo Diego Iohannes dejaba para los malatos de Barayo una emina de pan y media en su testamento. Durante la edad moderna, hay numerosas citas a esta malatería en la documentación y los testamentos. Y desapareció a finales del siglo XVIII ( esto lo tengo fresco en la cabeza porque no hace mucho consulté la documentación que se conserva en el archivo histórico provincial de Asturias), en 1837, el gobernador civil se dirigió al marqués de Santa Cruz para saber si percibía las rentas correspondientes a este hospital. En su respuesta, dice que efectivamente, el hospital, que se mantenía en pie en estas fechas, recibía la cuarta parte de los frutos de la parroquia de Santa Marina de Puerto de Vega, que mantenían los gastos de los enfermos y del clérigo que regentaba el hospital. 
En el templo parroquial de Santa Marina de Puerto de Vega, se conserva una imagen de San Blas del siglo XV, procedente de la capilla de la malatería, que fue expuesta en la exposición "Orígenes" en Oviedo. En la capilla de Vigo, aunque tengo que confirmarlo, está la imagen de San Lázaro. La malatería y su capilla estaban bajo la advocación de María Magdalena. 
Del edificio antiguo, quedan restos de las paredes empotrados en la construcción actual. La fuente donde se decía que se lavaban a los malatos, posiblemente esté enterrada. Y la capilla, desgraciadamente fue arrasada para levantar encima la mole monstruosa de escombro sobre la que pasa la nacional 634 (podrían haber hecho un puente y se ahorrarían los problemas con las riadas en invierno, pero bueno)"

Es llamativo el caso de la existencia de malaterías en estos que fueron antaño caminos principales de comunicación, pese al miedo que había al contagio. Hacían los malatos vida muy próxima a la gente que no padecía la enfermedad, llegando a casarse mismamente, o yendo a ferias y mercados. El tratamiento consistía en bañarse en fuentes tenidas por salutíferas y si se podía en una mejor alimentación, si bien es cierto que en muchos casos no padecían lepra sino otros males de la piel tenidos entonces por la misma enfermedad. Daría la impresión que, en algún momento, determinadas fundaciones hospitalarias se hubiesen especializado en la atención a los leprosos, considerado uno de los actos supremos de caridad cristiana.


Nuestro camino sube desde la carretera en dirección de nuevo al viaducto, pero antes de él hallaremos una viejas cuadras o cabañas, donde el trayecto hace une curva cerrada a la derecha, ganando altura


Es un buen lugar para descansar, en este banco de madera, al lado de las ruedas del carro del país y de otros objetos, aperos y artilugios expuestos para deleite de caminantes y peregrinos



Este tipo de ruedas, llamadas de carro del país, y de las que hay diferentes modelos, llaman mucho la atención de los estudiosos, se supone es un diseño de notable antigüedad. Leemos así por ejemplo en la Wikipedia:
"Las primeras ruedas eran simples discos de madera con un agujero central para insertarlas en un eje. La posterior invención de la rueda con radios permitió la construcción de vehículos más rápidos y ligeros y surgió durante la cultura de Andrónovo (2000-1200 a. C.), al norte de Asia Central
La inclusión de una cinta de hierro alrededor de las ruedas de los carros surgió en el primer siglo antes de Cristo entre los pueblos celtas que, además, fueron los primeros en usar un tipo rodamiento rudimentario en el eje consistente de unos discos de madera muy dura. Posteriormente los romanos utilizaron anillos de bronce como rodamiento, a modo de buje. Por esa época, constructores daneses también probaron con éxito un sistema de cojinetes con rodillos de madera que hacían girar la rueda con menor fricción"

Junto con esta rueda, una antigua desgranadora de las mazorcas o panoyas de maíz. Sobre la puerta un yugo de uncir las vacas


Arriba un hórreo en miniatura en una artística composición sobre un barril


Hemos llegado a Casa Carmina, un verdadero museo, entre etnográfico y caminero, que recibe vistosamente a los peregrinos con esta hermosa decoración de motivos autóctonos y relacionados con la ruta xacobea


Hay también un pequeño altar dedicado a Santiago Apóstol


Espacios dedicados al Camino y los peregrinos


Concha, Santiago en su caballo blanco y el escudo del concejo de Navia


Casa Carmina es un pequeño santuario caminero en plena cuesta en el camino de Villapedre, cabeza de esta parroquia naviega a la que pertenece El Bao


También aquí hay sitio para sentarse y sacar los bocadillos de las mochilas


Mesa y bancos de piedra y bien trabajado y artístico seto


Al lado, una pequeña explanada que es un balcón sobre el valle, con banco de madera a la buena sombra del árbol...


Sigue la cuesta y dejamos atrás la casa: ahora en la pared otra rueda de carro, esta de radios o rayos. Hay también varios azulejos con alegorías, tiestos, jarras...


Y por supuesto, la concha xacobea...


Luego un original y artístico cruceiro, cuya cruz está hecha de herraduras soldadas, fechado en 2010


Y a la derecha, el jardín del peregrino...


Otro hórreo en miniatura y debajo una barrica... sin duda el paisaje debe ser un tanto diferente al que tanto inquietó  a George Borrow, el gran aventurero, filólogo y aventurero inglés al que tanto nos hemos referido en estos tramos asturianos del Camino Norte en Asturias. No era exactamente un peregrino, pero venía de Santiago recorriendo este antiguo camín real pues por entonces aún no se habían hecho las carreteras, siendo acompañado por su criado griego Antonio Bocchino y por un guía, al que llama Martín de Ribadeo


 De su viaje dejó como legado la obra descriptiva The Bible in Spain, publicada en 1843 y traducida posteriormente por Manuel Azaña. En base a ella el erudito José Manuel Gómez Tabanera realizó el trabajo La Asturias que conoció George Borrow, traduciendo algunos párrafos, explicando su trayecto y realizando alguna crítica. Esta es la parte al paso de Jorgito el inglés, como se le llamaba en España, por lo que él denomina textualmente Baralla, manifestando, en conversación con sus acompañantes, los miedos existentes en torno al lugar, con las almas en pena de la malatería:



Pensando en los relatos de aquellos viajeros de antaño, llegamos en este bello conjunto de Casa Herminia la Fuente de Santiago, con su pequeño estanque. Más allá de la fuente otras piezas y elementos en muy cuidada exposición


Indudablemente es un hermosísimo lugar para el reposo del romero


Pasada la casa el camino pierde el asfalto y sigue ascendiendo, viendo abajo la carretera


Y más allá de El Bao el Pico Faro (351 m), por cuya falda oeste baja la pista que, sustituyendo a los viejos caminos afectados por la autovía y sus obras, baja desde La Barraca, al oeste de la parroquia de Otur/Outur, para dejar el concejo de Valdés y entrar en este de Navia. El topónimo, similar al de muchos montes costeros, hace referencia a eso, a un faro, sin duda antiquísimo, que en la remota antigüedad no era más que un alto promontorio ante el mar donde se prendían hogueras para orientar a los barcos


Río abajo habría estado la célebre Malatería de Barayo, cuya jira o comida campestre mantenía viva la tradición hospitalaria del lugar. Desapareció en la década de 1960 pero en 2013 fue recuperada por vecinos del citado pueblo de Vigo, al otro lado de la playa. En el artículo San Lázaro regresa a Barayo, Lucas G. Padilla describe para La Nueva España el 25 de agosto de aquel año cómo transcurrió aquel rehabilitado festejo:
"Entre El Bao (Navia) y la playa de Barayo (Valdés), al borde de un tramo del Camino de Santiago, poca gente sabe que se fundó, hacia 1274, la malatería -u hospital para leprosos- de San Lázaro. Desaparecido en el siglo XIX, la talla del santo de mismo nombre que albergaba el edificio se trasladó a la capilla del vecino pueblo de Vigo, donde es venerada con especial cariño por los lugareñas. Cuentan los mayores que la imagen tenía diez botones de oro y que era de gran valor, a pesar de su reducido tamaño. En la actualidad, desgraciadamente, se desconoce su paradero

No fue lo único que se perdió en el pueblo naviego. Durante los años sesenta del pasado siglo se celebraron jiras, muy recordadas en Vigo y alrededores, en las cercanías de la playa de Barayo, próximas al antiguo asentamiento de la malatería de San Lázaro. Pese algún intento fallido de recuperar la zona como lugar festivo -la organización de un festival rock en 1984, por ejemplo- la tradicional jira quedó olvidada.. Hasta este año.

«Un grupo de vecinos y amigos de Vigo, de forma espontánea, nos decidimos a recuperar un día tan guapo», cuenta Javier Pérez, uno de los organizadores y al frente del grupo de «Los Barayinos». Tras pedir ayuda a la comisión de fiestas y solicitar los permisos necesarios, se pusieron en marcha.

Al mediodía de ayer, en la capilla y bajo unas oscuras nubes que no presagiaban nada bueno, comenzó el día festivo con la misa en honor de San Lázaro. Tras la misa, se subió a las antiguas escuelas del pueblo, donde se fue reuniendo la gente de Vigo y alrededores para bajar a Barayo. Llamó la atención que, a diferencia de otras jiras con gran variedad de colores, este año lo predominante en Vigo fue el tono verde. Organizadores y muchos asistentes lucieron este color.

Amenizado el camino por los sonidos del grupo de gaitas «El Trasno», de Coaña, los romeros fueron bajando al prado de Birulo. Ya en Barayo y aunque se echó en falta a más gente -pues quizá la lluvia y lo apartado del lugar hicieron quedarse a muchos habituales y forasteros en casa o el hotel-, comenzó la fiesta. Pocos fueron los de Vigo «de toda la vida» que no acudieron a la jira. Además, quien más y quien menos, colaboró con lo que pudo. Por ejemplo Ángeles, de Casa el Rato, cedió la maquinaria para poder despejar la parcela de la Casina de Birulo, ya que estaba impracticable. O Manolo de Bras, que cedió el prado propiedad de su familia

Por esa razón, a mitad de la tarde, se les rindió homenaje a ambos, entregándoles un ramo de flores y un «gadañín» o pequeña guadaña, elaborado por una artesana local"

Paso a paso, dejamos atrás este pequeño valle cargado de historia y vamos acabando la cuesta, al llegar a aquel pinar, n bello rincón caminero al lado de estos prados de pasto según nos adentramos en el concejo de Navia, hacia cuya capital los peregrinos de antaño solían encaminarse por este viejo camín real, a fin de acogerse a su Hospital del Santísimo y la Magdalena


El camino sigue la rasa costera naviega, no por primera línea de costa pero sí cercano a ella, un par de kilómetros más al sur, siguiendo el trayecto más recto hasta la citada villa de Navia, la mítica Navia Albión de Ptolomeo, donde desde la baja Edad Media se sabe que había un servicio más o menos regular de barqueiros para pasar al otro lado de la ría que forma el Navia en su desembocadura


Sin embargo se sabe de otros que, como solía pasar al plantearse la disyuntiva del peligroso cruce de estuarios, vadeaban más al interior. Así lo explica Ramón Avello Luis Sevilla en Flores de leyenda, artículo publicado en El Comercio el 14-8-2010:
"Algunos peregrinos tomarían, en Villapedre una desviación hacia Anleo. Uno de ellos, según la tradición, fue San Francisco de Asís. En 1214 durmió en la torre vieja del palacio. Todavía hace cuarenta años se conservaba en la torre un clavo oxidado en la pared, en el que, según la leyenda, San Francisco colgó el hábito para dormir. La cercana capilla de la Regla, evoca el paso del «pobrecito de Asís» por estos parajes"

En 1836 Guillermo Schulz, ingeniero de minas y pionero de la geología, además de gran viajero que inspeccionaba los yacimientos, escribía del camino hacia Navia...
"es uno de los más cómodos de toda Asturias y Galicia. Aunque se pierde tiempo en las dos rías se hace esta jornada con bastante comodidad cuanto por el presente abrigo que representa la esparcida población y abundancia de todo lo necesario"

Luego del pinar, un soberbio paisaje se ofrece ante nosotros: Villapedre, la cabeza de la parroquia, y otros de sus barrios, extendidos salpicando esta verde campiña litoral


Villapedre o Vil.lapedre (Vitsapedre) llegaremos por el barrio de Villainclán o Vil.leirán, viendo a la derecha Tox, comunicación con Veiga o Puerto de Vega, histórico puerto ballenero de gran tradición, historia y patrimonio, a dos kilómetros escasos del Camino, por lo que si se tiene oportunidad, no dudamos en recomendar una visita, máxime si nos alojásemos aquí cerca y disponemos, por ejemplo, de la tarde para acercarnos a conocer esa importante población pesquera de muy ponderado patrimonio








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