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domingo, 28 de junio de 2015

ANTE SANTANA DE MONTARÉS "DONDE SUBEN DOS Y BAJAN TRES": LA ROMERÍA DE "LAS LIGAS PERDIDAS" Y EL JUBILEO DE LA MONTAÑA SAGRADA (ASTURIAS)

Paisaje de Piñera y Santa Ana de Montarés

Pese a que no es de una gran altura, el Alto de Santa Ana de Montarés (404 m) se yergue sobre la rasa costera del concejo asturiano de Cudillero/Cuideiru y ante el mar, viéndose desde la distancia. Se trata de un monte totémico con reminiscencias ancestrales, dedicado a la Madre de la Virgen María con un santuario milagrero que "compartía funciones piadosas con las de hospedería jacobea y cuadra de caballería", según el historiador Luis Antonio Alías. El Camino Norte, siguiendo el camín real, pasa a sus pies, pero sin embargo durante unos años, durante las obras de la Autovía del Cantábrico que lo cortaron, subía a su cima, si bien dando un gran rodeo y gastando notable esfuerzo, cosa que no obstante, podemos seguir haciendo opcionalmente


Para ir hacia Santa Ana de Montarés el Camino deja la Avenida Selgas (actual CU-2 y antigua N-632) en El Pitu, tras dejar atrás la Quinta de Selgas y la iglesia de Jesús Nazareno, tomando a la izquierda el Camín de la Vallina cuando llegamos a la altura de este edificio de viviendas cuya construcción tanta polémica trajo en su momento. Si lo deseásemos, podríamos realizar además una visita a la cercana villa y puerto de Cudillero/Cuideiru la de los pescadores pixuetos (de peixe -pez-), regresando de nuevo aquí. El Camino oficial no pasa por la capital del concejo, a sólo un kilómetro de aquí, si bien sabemos que históricamente tuvo hospital de peregrinos


El Camino continúa pues entre estas casas. Hemos siempre de prestar atención a los cruces


Aquí tenemos el mojón caminero con concha y flecha amarilla, así como otra concha, talvez anterior al mojón, el el murete de la valla de las casas


Como tantas veces decimos, en ocasiones, si vamos despistados, podemos no verlos, sobre todo si los tapa vegetación, solo sea un poco, que no es este el caso, o los oscurecen las penumbra, como comprobamos aquí


Pasamos al lado de estas casas viendo ya, a lo lejos Santa Ana de Montarés, por cuya ladera inferior continuará el Camino Norte rumbo a la Concha de Artedo y Las Luiñas, la zona más occidental de la antigua Pravia de Allende, de la que se escindió este concejo en la histórica fecha del 29 de diciembre de 1836, en plenas reformas administrativo-políticas liberales que acabaron con las del Antiguo Régimen


La independencia del concejo no se consiguió de un día para otro. Ya a principios del siglo XVIII, cuando recorrió estos lugares el visitador real A.J. Cepeda, hubo un intento de comprar la independencia por 1.000 doblones que ofrecieron los vecinos para poder nombrar sus propios cargos. Un nuevo intento emancipador se repetirá en 1734, pero aún habrán de pasar más de cien años para fraguarse


El nuevo concejo llevará el nombre oficial de su capital, Cudillero, pues en torno a él y a su próspero puerto giraba la buena parte de la vida económica de esta parte de la vieja Pravia de Allende. De esta manera se agrupaba en un nuevo ente administrativo una variada composición social, pescadores pixuetos y artesanos y comerciantes caínos en la villa, otros pescadores en puertos naturales como Artedo, campesinos de la rasa costera o marnuatos, campesinos del interior o xaldos y pastores trashumantes o vaqueiros de las brañas sitas en los cordales costeros, que irían superando lenta y paulatinamente muchas de sus ancestrales diferencias, existentes en base a sus distintos modos de vida



Santa Ana de Montarés, como algo más al occidente San Roque'l Picu, otro venerado santuario situado también en un alto, unía en sus romerías todos estos estamentos y alguno más, pues a su fiesta acudían los peregrinos procedentes de muchos lugares, en buena parte dirigiéndose a Santiago en Galicia. Esta llegada continua de gentes, especialmente importante en la fiesta, que se celebra el 26 de julio, continuaba a lo largo de todo el año de resultas de la fama milagrera de la ermita de Santa Ana, fundándose para acogerlos el mencionado hospital de peregrinos



Además del de Santa Ana de Montarés, la villa pixueta tenía su propio hospital de romeros, dedicado a Santiago, que aún los acogía a principios del siglo XIX. Por ello se constata, ya en la Edad Moderna, la existencia de un ramal, o varios, que desde este el camino principal, bajaban hacia la población



Y así, por este y otros caminos, circulaban peregrinos, arrieros y viajeros, saliendo del mismo sendas hacia el puerto y de allí hacia Santa Ana de Montarés, cruzándose en varios lugares. Aquella romería era también ocasión de gran jolgorio, naciendo canciones que plasmaban aquella fiesta, como la de Vengo del Campu Santana que transmite el mítico grupo de folk asturiano Llan de Cubel, de aquí originarios: 

Vengo del campu Santana
Ya perdí una lliga verdi
Alón campu Santana
Aunque la lliga se quede

Eiquí danciar queremos
Que ya de los mariñeiros
Santana la mio má
Güei ya'l nuasu dí
Santana la má nuastra
Güei ya'l nuasu xaréu

Cimavilla ya Santana
Con el puenti ya la noria
Vamos danzar xuníus toda la mariñeiría

Eiquí danciar queremos
Que ya de los mariñeiros
Santana la mio má
Güei ya'l nuasu dí
Santana la má nuastra
Güei ya'l nuasu xaréu

En Santana entre lus toxus
Busquéte nun t'atopaba
Canciaban los ruiseñores
Y pensé que me nomabas

Ya mientras Cuideiru viva
Ya duri la fonti'l Cantu
Vei San Pedru a la ribera
Con todos los demás santos

Eiquí danciar queremos
Que ya de los mariñeiros
Santana la mio má
Güei ya'l nuasu dí
Santana la má nuastra
Güei ya'l nuasu xaréu

Eiquí danciar queremos
Que ya de los mariñeiros
Santana la mio má
Güei ya'l nuasu dí
Santana la má nuastra
Güei ya'l nuasu xaréu



El Camino, aquí calle ancha y asfaltada baja ligeramente a La Vallina, siempre con el Alto de Santa Ana de Montarés en el horizonte, cuya cima es el Picu Santana



Una flecha amarilla en este poste nos indica que en el siguiente cruce hemos de seguir de frente



Pasamos entonces delante de este caserón y continuamos todo recto a La Vallina, un topónimo muy habitual, así como sus derivados y variantes, literalmente un "valle pequeño", pues como vallín se trata de un diminutivo


Como en la mayor parte de las aldeas costeras, sobre todo las próximas a las villas y vías de comunicación, La Vallina va dejando de ser eminentemente rural pasar pasar a ser residencial con fincas parceladas y nuevas viviendas unifamiliares y chalets, como los que empezamos a ver al fondo


Pasado el caserón, un mojón y otra flecha pintada en un poste certifican que vamos en dirección correcta


En la lejanía vemos Las Casas de Santana, al pie del monte y en una de sus cuestas. A la izquierda uno de los viaductos de la Autovía del Cantábrico, de la que tanto hablamos y más que hablaremos en este trasiego costanero del Camino Norte, pues supuso toda una revolución en las siempre penosas comunicaciones de la cornisa cantábrica


Pinos y eucaliptos han sido plantados masivamente en la montaña. Aún así vemos perfectamente bien la ermita de Santa Ana de Montarés por su parte posterior. El culto se registra desde el siglo X y, como es común en estos santuarios antiguos y milagreros, abundan las leyendas y las tradiciones, la más conocida y que comparten numerosas capillas, la de la aparición de imagen tallada en el mar, la cual a la que se le construye una capilla en el valle, pero extrañamente los materiales desaparecen del lugar y aparecen, tras búsqueda siguiendo señales sobrenaturales, en lo alto de la montaña sagrada, pasando esto tantas veces como son necesarias hasta que se decide construir su ermita allí en lo alto


Fincas y casas de La Vallina se extienden desde el camín real hasta la carretera de El Pitu, la CU-2 o Avenida Selgas


A lo largo de la carretera vemos quintas indianas, que constituyeron una verdadera colonia, haciendo calle. La instalación de las fundaciones de los Selgas en el lugar favoreció su construcción esta ubicación, cercana a la villa pero en un paraje llano, apacible y grato para hacer sus mansiones y quintas de recreo. A la derecha es el hotel Casona Selgas y a la izquierda La Parra



El viejo camín real pasó a ser una vía pecuaria más cuando se construyó la primera carretera propiamente dicha, la Ribadesella-Canero, actual N-632, si bien estas vías, o buena parte de ellas, fueron acondicionadas para permitir la mecanización del campo, lo que daría paso también a los automóviles, y a su progresiva transformación en áreas residenciales de baja densidad



Ya en el siglo XVIII se sabe que este, como otros caminos, fueron rehabilitados íntegramente para permitir el paso de las primeras diligencias de transporte regular de viajeros, la carrilona o carrilana, que estuvieron vigentes en muchos casos hasta entrado ya el siglo XX, cuando el motor sustituyó definitivamente a los caballos, la tracción de sangre.


Los peregrinos, hubiesen pernoctado o no en el Hospital de Santiago (otras fuentes dicen de Santantón) en Cudillero/Cuideiru, se dirigirían por aquí al de Santa Ana de Montarés. subiendo a lo alto del monte, o se dirigirían directamente a Soto de Luiña/Soutu Lluiña, donde llegó a haber dos hospitales de peregrinos, lo que demuestra un tránsito de romeros relativamente abundante en aquellas épocas de las peregrinaciones históricas. Estos serían ideales para acometer el penoso paso de Las Ballotas, o en su lugar el de Las Palancas



Y esta es la llanura que da nombre a La Vallina gran campera llana al pie de la rasa costera. A la izquierda un bosque ribereño delata el paso del río Piñera, nombre de esta parroquia cudillerense a la que pertenecen estos lugares y aldeas


El Alto de Santa Ana de Montarés, como cordal costero que es, se extiende longitudinalmente de este a oeste paralelo a la línea de costa, extendiéndose por sus faldas y caminos algunas aldeas de la vecina parroquia de San Xuan o San Juan de Piñera


Allí por ejemplo están Otero (L'Outeiru), en el acceso rodado a Santa Ana de Montarés, y La Cuesta'l Cestu, topónimo que podría a hacer referencia a los antiguos caminos empleados por las pescaderas pixuetas para llevar el pescado a los pueblos y villas del interior, con el cesto en la cabeza, como sucedía en casi todos los puertos pesqueros. Recogemos de Pueblos de Asturias este emotivo comentario firmado por Marta:
"El paisaje más bonito y mágico de mi niñez, correteando por los prados pendientes, cogiendo alguna mazorca para jugar, sorprendida de ver babosas de un negro reluciente, desconocido todo ello para una madrileñita de cuatro años que era llevada a los orígenes familiares en verano. Allí, mirando hacia lo alto del monte Santana cercano, descubrí la Vía Lacta en todo su esplendor, con resonar de fondo de canciones en bable, de dulce cadencia, que no entendía. La Cuesta 'el Cesto era la intriga de las historias antiguas que narraban algunas tías mayores. Ese paisaje sirvió durante muchos años en mi mente, como escenario de referencia de narraciones por lugares lejanos en los libros de aventuras, de una adolescencia todavía sin TV"

Vemos también allí cómo muchas casas campesinas han sido reformadas como viviendas funcionales, construyéndose también otras nuevas, tras haber desaparecido las caserías tradicionales. Se conservan varios hórreos y paneras


Gran parte de las pescaderas pixuetas se dirigían a Pravia, la secular capital del que fue un gran concejo, sucesor del territorio o alfoz consignado a esa villa a la que se otorgó carta puebla en la baja Edad Media, antigua corte asturiana de Silo y Adosinda, en la Flavionavia de los astures pésicos


La loma se extiende hacia El Forcón, Gamonéu y Los Llanos (365 m). Las cimas de los montes se cubren de las clásicas plantaciones de crecimiento rápido. En las faldas, donde están los pueblos, es donde se ven más prados y fincas. De antiguo paso de las mujeres a vender pescado recuerda el vecino Ramón Marqués Menéndez, Estampina:
"Había más de ochenta. Llevaban los barreñones de pescado en la cabeza para venderlo y se desplazaban a pie primero, luego en tren o en autobús, hasta Grado, Pravia, Salas, Trubia, Proaza... Cerca de Pravia hay una zona que se la conoce por "el camino de las pixuetas", porque por allí pasaban aquellas grandes mujeres, Me vienen a la memoria "las Camuñas", la "Roxa del Monte", "Pilar", "La Panoya, Isolina, "La Churra", "Las Franxoinas", Jesusa, etc."

 (De Cudillero en el recuerdo. Evocación Gráfica. De Juan Luis Álvarez del Busto y Tico Medina)


Ahí están Villazaín y Armayor, muy cerca del área recreativa de La Peñona, otro de los grandes miradores del Cantábrico


Llegamos así a las últimas casas de La Vallina, con Santa Ana de Montarés siempre ante nosotros. El recorrido a sus pies será la antesala para la gran bajada al valle del río Uncín, que desemboca en la playa de la Concha de Artedo, una de esas grandes bajadas con posterior subida que tanto quebranto causaba, por sus sucesión, a los peregrinos y viajeros que atravesaban Las Luiñas y Las Ballotas, como veremos cuando pasemos por allí


Las peregrinaciones a Santa Ana de Montarés, existentes desde tiempo inmemorial, pues estamos sin duda ante un lugar de culto prerromano cristianizado, se vieron notablemente incrementadas cuando el Papa Clemente XI concedió jubileo perpetuo el día de Santa Ana. Es fácil imaginarse el trasiego de gentes que habría por estos caminos en aquella época. Así escribe de ello José Luis González y Gonzáles en La Nueva España el 29 de julio de 2011:
"Ese lugar está cargado de leyendas y magia, pues la virgen que aquí se venera es la madre de la Virgen María y abuela de Jesús y esposa de San Joaquín que también se celebra su santo el mismo día 26 de julio de cada año. 
Esta fiesta es misteriosa, dado los milagros que en ella se suceden a los numerosos romeros de las distintas villas colindantes o no colindantes a la de Cudillero, como son: Muros de Nalón, Luarca (Valdés), Pravia, Soto del Barco, Salas, Comarcas Vaqueiras, Comarcas de Avilés, Grado, etcétera, que cada año acuden a la romería puntuales a la cita. La ermita de Santa Ana es como ya dijimos un lugar venerado por la abundancia de portentos, ya que en su morada en las paredes de la misma se encuentran muchas muletas antiguas de gente que gracias a la Santa no necesitaron volverlas a usar. También hay lepantos de marineros que en su día salieron bien parados de las contiendas navales y se ofrecieron a ir a la ermita a depositar sus gorros. Dentro de la capilla se encuentran multitud de reliquias e imágenes de distintas cosas y sobre todo de santos, pero lo más característico y peculiar son dos cadenas que los fieles se frotan por todo el cuerpo y al mismo tiempo se pide un deseo a la Santa mediante rezos de Fe. 
Antaño la gente ofrecida, después de que se cumpliese la profecía, subían a la ermita de rodillas rezando desde distintos puntos de la montaña, para saldar así su deuda.

El monte recuerda en su topónimo, y en parte también en su forma alargada y aplanada, al Monte Areo gijonés y carreñín. Se ha querido ver en ello unos posibles montes de las aras, las aras sestianas o monumentos de culto imperial romano, si bien nos adentramos ya en un terreno de meras elucubraciones



También se especula una relación con Ariu, topónimo existente en Los Picos de Europa, el cual podría dar el nombre de un antiguo posesor Arius, o con el indoeuropeo ar o ara, valle o río. Más apurada parece la explicación, ampliamente divulgada, que haya sido enclave del culto a un dios guerrero personificado en el griego Ares. Sea como sea hay quien dice que el lugar es "El Lourdes del Bajo Nalón" de la cantidad de gente que acude a su romería



Destaca el ritual peregrino de pasarse por la parte dolorida del cuerpo las cadenas allí custodiadas, por sus atribuciones curativas, algo que ya conocimos en San Amaro, en Castrillón, cuando recorríamos la Sierra del Cordel, no demasiado lejos de aquí. La devoción fue la causa de la creación de una muy antigua cofradía, que tras una decadencia sería restablecida el 2 de junio de 1718 por el pixueto Juan Antonio Domínguez Sierra, la cual se encargaba de la administración del santuario. A partir de entonces se celebra la gran gira y romería campestre del concejo, donde se une lo religioso con la fiesta más popular. La tradición de subir de rodillas o con pesadas cadenas para pedir por los enfermos u otros motivos prácticamente ha desaparecido


El templo es sencillo y carece de especial ornato exterior. En el interior se recrea la arquitectura popular de la zona, con tallas muy veneradas, como las imágenes del Cristo de la Misericordia, Santa Bárbara o San Miguel, pero destacando la de la santa patrona, la Abuela de Jesús, Santa Ana, junto con su hija la Virgen Niña. Esta imagen fue ocultada durante la guerra civil, cuando el templo padeció destrucción, siendo después reconstruido y las fiestas recuperadas, por lo que las mozas siguieron cantando en la madrugada aquellas pícaras coplas que dicen...
En el Campo de Santa Ana
me cayó una liga verde.
Adiós Campo de Santa Ana
donde las ligas se pierden


A Santa Ana de Montarés acudían muchos cojos, pues es santa de especial devoción para quienes padecen cojera, por lo que es tradicional ver muletas, antiguas de madera y nuevas de metal, como ex-votos en en santuario. Otras ofrendas abundantes eran los lepantos, gorros de los marineros de la armada de guerra. En el antiguo hospital y caballerizas se conserva la antigua cocina en la que preparaban la comida


¿Y qué comerían los peregrinos del Camino?, todo dependería de lo que ofreciese la tierra según cada sitio y época. No sería lo mismo por ejemplo en la Edad Media que tras la llegada a partir del XVI de los productos americanos, cuando el maíz se convertiría aquí en el cereal panificable predominante y las patatas, ya más adelante, sustituirían a las castañas en el pote, como las fabas sustituyeron a las fabonas o fabas de mayo 



Ciertamente es un asunto, el de la comida de los peregrinos, que no habría de ser muy diferente a la de los vecinos, al que la Xacopedia de dedica todo un largo apartado, el de Gastronomía, del que extraemos su comienzo:
"Aunque no se puede hablar de una cocina del Camino de Santiago o de una cocina jacobea propiamente dicha, existen productos cultivados cerca de la Ruta, antes y ahora, que, por lógica, serían la base de la cocina para la alimentación de los peregrinos. En todo caso no difiere en gran medida de la habitual disfrutada por los ciudadanos vecinos del Camino. Otra cuestión importante son las influencias que el flujo de caminantes ocasionó y de las singularidades, algunas ya difíciles de seguirles la huella, que, sobre todo en la Edad Media, los peregrinos europeos fueron dejando aquí y allá.

En el discurso inaugural de un congreso sobre La gastronomía en los caminos de Santiago, ofrecido por José Juan Iglesias del Castillo y Díaz de la Serna, conocido como Pepe Iglesias, se expuso que históricamente, la comida jacobea principal fue el llamado caldo de peregrinos. En realidad, esto es lo que pasó a denominarse sopa boba, es decir, un cuenco de agua caliente con algún mendrugo de pan duro picado, aliñado con vinagre y sal, que en los conventos se enriquecía con tocino rancio y alguna hortaliza para ayudar a sobrevivir a mendigos y peregrinos. En las casas y posadas este caldo era más rico, ya que le añadían lo que la despensa tuviese en ese momento de la temporada: nabos, berzas, castañas, bellotas o garbanzos, entre otros, dando lugar a los distintos cocidos actuales y que, según la riqueza de la familia y el día de la semana, podía llevar cecina, carne fresca o salada o incluso algún pescado. El caldo de peregrinos era el alimento cotidiano, sin distinguir desayuno, almuerzo o cena"

Nos acercamos a una antigua casería, una quintana de las que antaño poblaban estas camperas de la rasa costera, rodeadas de prados de pasto y huerta, la panera era el granero del cereal, elevado del suelo para aislarlo de los roedores, siendo la evolución en tamaño del hórreo a partir del siglo XVII para guardar las grandes cosechas de maíz



A lo largo del siglo XX, los cambios socio-económicos llevaron al final definitivo de la sociedad rural tradicional. La mejora de las comunicación permitió el suministro de pan blanco a diario desde las tahonas, por lo que la labor de hacer el pan en casa, previa molienda en el molino, primero hidráulico y ya al final eléctrico, desapareció. Por otro lado muchos campesinos se asentaron en villas, ciudades y zonas industriales en busca de otros empleos, y los que quedaron se especializaron en el suministro a estos grandes y crecientes núcleos de población urbana: pastos para ganado de carne y de leche y grandes huertas, a veces de invernadero, para verduras, frutas y hortalizas. Las cuadras dieron paso a las naves de ganado y silos


Estas casas mantienen la estructura de lo que sería la casería tradicional, más o menos evolucionada, hasta mediados del siglo XX. De ven dos viviendas de planta cuadrada y cubierta de teja a cuatro aguas, unidas por un cuerpo central a manera de pasillo comunicante, de dos pisos, el cual deja un espacio entre las dos. La de la izquierda tiene un corredor mirando al este, sobre una antoxana o portalón a manera de zaguán, mirando al este, al prado


La otra casa, o cuerpo de la casa, presenta una pequeña galería mirando al Camino, que la bordea por la derecha


A la puerta de la cuadra una flecha confirma la ruta a seguir, saliendo de La Vallina


Dejamos pues las casas y nos adentramos en este bosquete: es la bajada al río Piñera


Las antiguas bañeras se aprovechan como bebederos. Que veamos casas deshabitadas no quiere decir que no tengan dueño, al igual que los prados colindantes. Tal vez no vivan aquí pero siguen teniendo ganado, o lo han arrendado a ganaderos


Desde aquí vemos el centro de la parroquia, en torno a la iglesia de Santa María de Piñera, templo parroquial, medio tapado por casas y árboles, reedificado en el siglo XVII sobre uno anterior que formó parte de un pequeño monasterio medieval. Allí se venera al Cristo de Piñera, encontrado al decir de la tradición por unos pescadores pixuetos (apodo de los marineros de la villa de Cudillero/Cuideiru) en un sarreo o cala en la cercana Playa la Conchiquina y del que se dice que, allí donde tenía la mano derecha, brotó agua, naciendo La Fonti'l Cristu

Independientemente de la realidad histórica lo cierto es que no fue del todo extraño encontrar figuras religiosas, flotando o encallando, en redes de pescadores o incluso en la costa, en tiempos de las reformas anglicanas en Inglaterra, pues los iconos, por oposición al catolicismo, eran quemados o arrojados al mar, llegando algunos muy lejos. Los pescadores le tuvieron de siempre gran veneración, ofreciéndole votos, rogativas y promesas, principalmente en la fiesta del segundo domingo de agosto, cuando acudían allí andando con sus familias, muchas veces descalzos y con los remos al hombro. Luego se hacía solemne procesión en la que los marineros portaban al Cristo tal y como lo encontraron, de pie. La iglesia de Santa María de Piñera fue además parroquial de la villa de Cudillero/Cuideiru durante casi tres siglos


Cuando el prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos visitó el lugar plasmó en sus Diarios la existencia de una cruz procesional de plata sobredorada, una bandeja y un cáliz, piezas de orfebrería actualmente desaparecidas. Es interesante saber que el cementerio parroquial de San Fortunato fue construido a instancias de los Selgas y se tuvo en su momento entre los más bellos de Asturias. Su advocación a San Fortunato parece ser que tiene que ver con su benefactor Fortunato Selgas Albuerne


Vacas autóctonas acuden a abrevar a sus bebederos-bañera, la Asturiana de los Valles, que tiene diversos nombres populares. Vamos poco a poco adentrándonos en zona vaqueira, de los antiguos vaqueiros de alzada, con sus tradiciones nómadas entre las brañas costeras y las de la cordillera o de alzada. Hemos hablado ya de ellos al pasar por algunos de sus antiguos asentamientos en El Cueplu y Anzu, en Castrillón, y aún habremos de hablar más al ir avanzando hacia el occidente


No eran siempre cordiales, ni mucho menos, las relaciones entre aquellos antiguos estamentos sociales que eran campesinos, pescadores y vaqueiros. Las historias de pleitos, peleas y desafíos están documentadas y han pasado incluso a las canciones y al folklore... "más quiero ser de la braña ya que me chamen vaqueira que ser de la marina ya me chamen sardineira". Hay incluso historias de amores imposibles como los de Romeo y Julieta. Tal vez si entablamos conversación con algún vecino que aún conserve la memoria, o la de sus mayores, que vivieron aquellos tiempos, podamos conocer más, si bien hay que tener presente que pueden estar aún vivas ciertas falsas leyendas, sobre todo sobre los orígenes de algunos de estos grupos sociales tradicionales, sobre todo los pixuetos y los vaqueiros


El Camino, ha perdido el asfalto y baja, al principio muy suavemente, hacia la ribera del río. Es una buena senda. ancha y bien trillada


Este primer tramo es recto y no ofrece pérdida, se notan las rodadas de algunos vehículos que pueden bajar ocasionalmente a las fincas, todoterrenos o mini-tractores pascualinos


De frente a nosotros, en la ladera de Santa Ana de Montarés, Otero o L'Outeiro...


Y abajo, antes que crezcan los eucaliptos, veremos San Juan o San Xuan de Piñera, el centro de la parroquia gemela, en cuyo topónimo advertimos la abundancia antaño de pinares autóctonos. Encontraremos muchos más nombres similares por la marina asturiana y gallega, otra cosa es que los pinos actuales, en la montaña, son más bien especies introducidas con las repoblaciones, o también para las industrias madereras y papeleras


Continuando el descenso el Camino forma un tramo de túnel vegetal, cubierto de matorrales y arboledas


Abundan castaños jóvenes, laureles y otras especies. Es uno de esos caminos que suelen agradar tanto a muchos peregrinos, sin asfalto y rodeados de naturaleza


Luego salimos a un paraje más abierto al lado de una finca, que no obstante es fácil que se vuelva pronto monte o plantación de eucaliptos, como las que ya vamos viendo por aquí


Sigue la bajada por la paz del sendero. Tramos absolutamente apacibles, pero temidos por los peregrinos y viajeros de la antigüedad, propensos a emboscadas de salteadores, razón por la cual muchas veces se unían en grupos, en gran parte atendiendo a su procedencia. En otras ocasiones una buena solución era la de unirse a las caravanas de los arrieros, con sus recuas de mulas, los transportistas de antaño, formándose a veces grandes comitivas


No obstante, solía haber una diferencia importante, los arrieros y viajeros iban a las ventas camineras, en origen refugios para ellos y sus caballerías, también para vaqueiros y ganaderos con el ganado camino de la braña o de ferias y mercados. Por contra los peregrinos, aunque también utilizaban las ventas, solían ir a los establecimientos de caridad especializados en ellos y en los pobres, donde tendrían "lumbre, lecho y caldo" caritativamente: los hospitales de peregrinos


Por aquí, aquellos peregrinos de antaño se dirigirían, pasado ya el de la villa pixueta, a los mencionados hospitales de Santa Ana de Montarés o a los de Las Luiñas. Los arrieros dispondrían de varias ventas. Las cuales eran en origen poco más que un refugio con una cerca para mulas caballos y ganados, evolucionando luego muchas a posada con tendero y taberna, sobre todo al acondicionarse los viejos caminos, que a veces eran de herradura, solamente aptos para las caballerías


En nuestros días el Camino también es acondicionado periódicamente para el paso de peregrinos. Con el tiempo, si bien siempre tuvo paso franco, la vegetación tiende a ocupar su espacio...


Por ello de vez en cuando, cada ciertos años, se desbroza en condiciones y también se apisona un poco, como vemos en la foto



Son estos aquí ya los metros finales de la bajada al río...


El suelo se cubre de hojas. Hay bastante piedra suelta, tal vez restos del viejo empedrado


Ya abajo, suele haber un tramo de barro al pasar el puente. Esta es una foto de verano. Al haber una permanente umbría no es fácil que seque


El mismo lugar en invierno, con menos vegetación y muchos árboles sin hojas


Aquí pasamos el pequeño puente sobre el río Piñera. Es posible que con la vegetación ribereña no lo veamos


Sólo nos daremos cuenta que pasamos sobre él cuando veamos discurrir el río a nuestros pies...


Es en inverno,  cuando se limpia la orilla, cuando se ven mejor puente y río. El río Piñera nace en la Sierra de Gamonéu y pasa por Pepín antes de llegar aquí. recibiendo las aguas de los regatos de San Roque y Santa Ana antes de desembocar en el puerto de Cudillero/Cuideiru, donde es llamado río La Mimosa


El puente, hecho de piedra y de un arco, delata cierta antigüedad. Solían ser reparados a menudo, pues estos ríos, aunque de poco cauce, cuando se desbordan con lluvias y riadas pueden causar bastantes destrozos y quebrantos. Veremos alguno similar más adelante, si tomamos el recuperado camino de Las Ballotas


Pasados puente y río toca subir todo recto entre castaños y eucaliptos. No es una cuesta larga pero sí directa


Pronto vislumbramos el final de la cuesta


Una vieja muria o murete de piedras revela también la antigüedad del Camino


La subida acaba aquí, al menos de momento, en una carretera local asfaltada, en la que iremos a la derecha


Hemos llegado a El Ventorrillo, ubicación de una de aquellas históricas ventas camineras de las que antes hablábamos. De frente, a lo lejos, vemos La Estación o Las Casas de la Estación, la Estación de Cudillero, inaugurada el 30 de julio de 1962 al abrirse el tramo ferroviario Luarca-Pravia de la línea Ferrol-Gijón, que no quedaría completada hasta una década después


Estas estaciones ferroviarias están a veces a varios kilómetros de las poblaciones, como es este el caso, pasando lo mismo con los apeaderos. La epopeya del ferrocarril en el occidente asturiano, a donde llegó extraordinariamente tarde, cuando ya triunfaba la carretera como medio de comunicación terrestre, es digna de ser contada, y a ello dedicamos y dedicaremos numerosas entradas de blog según recorremos el Camino Norte. Baste recordar que el proyecto había sido aprobado, bajo parámetros estratégicos para comunicar las fábricas asturianas de armas con el puerto de Ferrol, en 1886, tardando por tanto nada menos que 86 años en completarse


Las obras no empezaron hasta 1921 tras solventarse problemas del trazado, y con los avatares políticos, la guerra y la posguerra, el primer tramo, Avilés-Pravia, no se inauguró hasta 1953. Antaño estas estaciones tenían su Jefe de Estación, ferroviarios, almacenes y personal de mantenimiento que vivían aquí. Ahora se han convertido en simples apeaderos


Al tren subían las pescaderas pixuetas para llevar su mercancía a los mercados de las villas. También las aldeanas con sus productos de la huerta, mas pollos, quesos, etc. De ello, si bien refiriéndose a la estación de Grao, escribe muy bien Nando F. Arias en La Voz del Trubia:
"El trasiego de trenes era constante las veinticuatro horas del día. Trabajadores, estudiantes, comerciantes, turistas eran diariamente transportados por tan cómodo y seguro tren. De Grado salían los productos frescos de sus huertas hacia toda Asturias e incluso hacia Madrid. Era habitual ver en muchas tiendas de la región el cartel: “Lechugas, repollos, fabas, etc. de Grao”. Por otra parte, el comercio y la industria de Grado recibían diariamente los suministros necesarios 
Quién no recuerda a las célebres “carretonas”, que hacían los encargos de los comerciantes en la capital. Y las “vendedoras de pescado” que subían desde San Esteban, la Arena o Cudillero. Era normal ver también en la estación cajas de madera con respiraderos que contenían otro de los productos de los que Grado gozaba de gran fama: los pasteles. Los dulces entre los que se encontraban los afamados “tocinillos de cielo” se distribuían en tren. 
En la década de los 60 se sustituyen las ya vetustas locomotoras de vapor por otras de diesel y poco después los ya destartalados vagones de madera son cambiados por otros con autonomía propia"

Llama la atención cómo, cerca de la estación, estaba aquella antigua venta que la precedió: El Ventorrillo, cuyas casas, ahora vivienda particular, siguen en pie en este lugar


Venta de arrieros, paradas de postas, parada de diligencias, y paso de trashumantes, nómadas y peregrinos. De ella y otra existente en las inmediaciones, La Venta del Gallo, dicen así en El Camino de Santiago por Asturias. Itinerarios (varios autores):
"Muy cerca de la estación de Cudillero, situada a unos 700 m al E. de Belandres, hubo dos ventas (...), conocidas como El Ventorrillo y La Venta del Gallo"

Lo cierto es que en El Ventorrillo, donde hay un cruce, hay dos casas que, más o menos reformadas, pudieron ser tal vez esas dos ventas mencionadas. Más adelante habría otra más, ya en Las Dueñas, La Carrilona, nombre de la diligencia que desde el siglo XVIII al menos recorría la zona como línea regular


El Ventorrillo, y otras variantes similares, es un nombre genérico de muchas de aquellas ventas, que ha pasado a la toponimia de numerosos lugares, manteniendo el diminutivo, de origen castellano, pues salvando las distancias y para entendernos, sería algo parecido a una marca o franquicia. Serían ya sin duda las ventas con sus hospedajes y tabernas, incluyendo tal vez tienda y otros servicios


Por su parte La Venta'l Gallo o Venta del Gallo, es también otro topónimo existente en otros lugares. Sabemos que es una venta, pero no porqué del gallo. Xosé Lluis García Arias, en Toponimia Asturiana: el porque de los nombres de nuestros pueblos, dice que "pudieron haber sido motivados por representaciones decorativas que, en puertas y tejados, se utilizaron como información de posibles asentamientos de ventas o tabernas". También, pensamos, podría ser un apodo del ventero (gallu: valiente, célebre), o algún gallo cantarín que amenizase en la madrugada los despertares de los alojados


Por entonces, la infraestructura caminera era la heredada del medievo, y esta a la vez de época romana y anterior. Las primeras carreteras en el sentido actual del término no se harían hasta finales del siglo XVIII con las grandes infraestructuras públicas de épocas como las de Carlos III, pero en el occidente de Asturias las actuales N-632 y N-634 no se pondrían en marcha hasta las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX


Aún en el año 1770, Jacinto Abella, comisionado por el Gobierno para reconocer los caminos asturianos, califica a Asturias como la "Siberia del Norte" por "las angosturas y asperezas que dificultan sus comunicaciones y comercio". Esto se hacía especialmente en lugares como este, acercándonos a Las Ballotas, un desafío para los viajeros de todos los tiempos, incluso de la vieja carretera, que llegó a ser llamada La Torturadora, por sus curvas, estrecheces, desniveles y peligrosidad. Puede decirse que hasta la construcción de la Autovía del Cantábrico no se solventó de forma efectiva el problema de las comunicaciones terrestres a lo largo de esta franja costera norteña



Fijémonos en el mojón: hay que ir por aquí a la izquierda. Para evitar estas fragosidades asturianas algunos peregrinos con posibles realizaban el camino en barco. Esta es la idea que tuvo el noble flamenco Antoine de Lalaing en 1502, tomar un barco en Avilés y desembarcar en A Coruña para desde su puerto ir andando a Santiago. Pero hubo de desistir, y con sus acompañantes realizó este camino costero, pues los vientos no hicieron viable su singladura


Jesús Evaristo Casariego publicó en su momento esta amena descripción de lo que sería la vida en una venta asturiana de los tiempos de las diligencias. La extraemos de uno de sus artículos en La Nueva España, recopilados en el muy recomendable Blog de Acebedo:
"La vida de las posadas asturianas de antaño era pintoresca, aunque algunas veces pobre e incómoda. Ventero ladino, pero servicial, mozas generosas en lo suyo, mozos de paja y cebada llenos de marrullerías: todos pendientes siempre de la propina; tipos que han sido muchas veces citados en una literatura de costumbrismo convencional, que no siempre respondía a las realidades. Arrieros y viandantes del común se amontonaban en las amplias cocinas de inmenso lar (llar y char, en asturiano), donde en los escaños , mesas y banquetas toscamente labrados , los "tayuelos" , tenían lugar animadas tertulias en las que se cambiaban noticias nuevas o se recitaban , una vez más, viejas leyendas y romances. 
Se dormía generalmente en las cuadras y cocinas, entre montones de heno y sacos de paja y cebada; unos candiles iluminaban la escena y a veces se apagaban para facilitar un episodio erótico entre el viajero galán o dadivoso y la moza servicial, como la Maritornes cervantina. Muchas comidas se hacían en común, cada uno con su cuchara de palo sacando directamente con ella la vianda de la olla donde había sido guisada. Sólo algunas posadas de los caminos reales importantes tenían habitaciones con camas completas arregladas; eran para los viajeros ricos que montaban caballo propio y llevaban también criado o criados ecuestres. 
En el lar barboteaban los grandes calderos colgados de la gramallera o se freían las truchas o la magra (Carnes), en amplias sartenes de asas, sobre los tréboles. De escarpias fijadas en la pared se colgaban mantas, capotes, escopetas, espadas y trabucos. En algún rincón sobre humilde mesa, se podía jugar a las cartas y generalmente los jugadores daban grandes puñetazos sobre el tablero al sacar los triunfos. 
La vida de las posadas se animaba singularmente al atardecer y al alba. A esa hora proseguía el viaje de la recua bajo el sol ardiente o entre la niebla lechosa o la lluvia insistente y monocorde. Todos se cubrían con sus capotes de capucha, arrebujándose en sus mantas o bajo los lienzos encerrados; algunos, ya en los últimos tiempos desenfundaban gigantescos paraguas de telas chillonas, rojas o amarillas. En determinadas épocas de guerras civiles y trastornos o en lugares donde se sabía que operaban bandoleros, las gentes iban con temor y recelo, y los valientes acariciaban los trabucos, escopetas o pistolas de arzón. Pero no eran frecuentes los asaltos a recuas numerosas, pues los bandoleros solían rehuir los posibles combates. Por eso, en esas circunstancias, los viajeros y arrieros solían esperarse unos a otros y unir sus recuas y caballerías, formando caravanas a veces de más de cien personas y animales; ello daba seguridad al camino, pero aumentaba las incomodidades de la posada, adonde entraba de repente tal multitud"

En El Ventorillo el camino pasa entre las dos casas del lugar y empieza una nueva bajada, esta al río o regato de San Roque, que como dijimos, va a dar sus aguas al Piñera, que acabamos de cruzar y dejar atrás


Aquí, otra concha nos confirma la dirección a seguir, entre los paredones que cierran las fincas de ambas casas


Estos paredones eran muy usuales en las antiguas ventas, un buen cierre para las mulas de las recuas de los arrieros, las caballerías de los carros y diligencias, o las de los viajeros con posibles. También, reiteramos, ganados camino de las ferias y los mercados, o incluso de la trashumancia. De los arrieros precisamente sigue diciendo Casariego...
"Los arrieros llevaban y traían toda clase de mercancías, pero los productos típicos eran el pescado, con exportación y el vino y el aceite de oliva, como importación; artículos que en Asturias alcanzaban altos precios hasta que , a finales del siglo XVIII, se importaron regularmente por mar desde levante y Andalucía , distribuyéndose al interior desde los puertos de Gijón, Avilés o Luarca. Las recuas que salían desde Oviedo por las rutas de Pajares y Peñaflor y la Mesa o las del Occidente , que iban de Luarca y Cangas por Leitariegos, solían contar de diez a veinte y hasta más machos o acémilas que llevaban y traían bultos de encargos o constataban sus caballerías a los pasajeros . A estas recuas se les solían unir otros viajeros para caminar juntos, con mayor amparo y pasar el viaje más entretenidos"

Los arrieros, verdaderos peregrinos de los caminos del comercio antiguo, tenían fama de disponer de buenos recursos dado su oficio, pero no solían en cambio llevar vida de grandes lujos, al menos ejerciendo la arriería, continuamos leyendo de Casariego:
"Los arrieros, al menos los que tenían recua propia, que eran la inmensa mayoría, ganaban buen dinero y solían ser rumbosos en las ventas y mesones, comiendo buenas tajadas, bebiendo los mejores vinos y disfrutando de la alegre compañía de complacientes mozas. En cambio, casi nunca dormían en cama; usaban por alcoba pajares y cocinas y por colchón montones de heno o sacos de paja"

Antes de la llegada de las diligencias, sino se entraba en Asturias a pie o a caballo de forma particular, como los peregrinos, solo se podían efectuar trayectos de viaje organizados con las recuas de los arrieros:

"La recua fue el único medio de viajar a Asturias durante siglos. Las últimas grandes recuas llegaron hasta mediados del siglo XIX, La época de su mayor importancia y animación son las tres centurias que van desde Carlos I a Isabel II. En el reinado de ésta fue cuando se instauró un nuevo modo de viajar; las modernas diligencias de línea regular. Pero eso ya es otra historia"

 Además de los salteadores de caminos, otros peligros acechaban a los viajeros de antaño. En el siglo XIX por ejemplo, las endémicas guerras carlistas

"Durante las guerras civiles, los carlistas dominaban generalmente los campos despoblados y aldeas; y los liberales, las ciudades y villas. A lo largo del viaje podían surgir en cualquier recodo las boinas de los voluntarios del Rey o los morriones de los soldados de la Reina. Había que sonreírles a unos y a otros, en el camino, estar a bien con todos, pues un mal entendido exponía a graves riesgos tanto en mano de partidarios de la Tradición como en las de los defensores del liberalismo . En la primera guerra (1833-1844) se contaron algunas represalias, pero generalmente ni carlistas ni liberales causaban daño o molestias a los viajeros, limitándose a identificarlos por si entre ellos iba algún personaje o correo del bando contrario"

En lo alto, volvemos a ver Las Casas de la Estación 

 
Y abajo la espesura de la vegetación ribereña señala que nos acercamos al río


Los troncos de algunos árboles se cubren de hiedra en esta selvática espesura


Se acaban los muros de las fincas justo cuando también acaba el descenso a la orilla, realizando ahora el camino un poco de curva a la derecha


Allí, por la umbría, pasa el regato de San Roque...


El arroyo forma un pequeño meandro antes de seguir bajo el camino en sus metros más llanos


Es un lugar muy fresco, siempre en penumbra, en el que se oye de fondo el murmullo del arroyuelo...


Arroyuelo que se mete bajo el camino, siguiendo al otro lado para unirse pronto al río Piñera


Y como suele suceder, tras bajar al río toca subir de nuevo a los campos de la rasa: aquí comienza otra cuesta...


Los árboles son un elemento muy importante de los caminos de Santiago, no en vano la misma Xacopedia les dedica todo un artículo, que plasmamos aquí en parte:
"Es uno de los elementos de referencia del Camino de Santiago. Según la Ruta discurra o no por zonas arboladas así serán las sensaciones y la forma de afrontar el itinerario. El árbol forma parte de los recursos del Camino proporcionados por la naturaleza, a veces con alguna colaboración humana, como el agua o la piedra
Quizá por esto el Codex Calixtinus (s. XII) no le presta especial atención. Sólo en el libro V alude de pasada a si alguna zona está más o menos arbolada. Le confiere, sin embargo, ciertas connotaciones divinas. Así sucede cuando, en las inmediaciones de Sahagún, recuerda a los árboles nacidos de las lanzas de los guerreros cristianos del emperador Carlomagno o cuando un peregrino en extrema necesidad acaba rendido y dormido al cobijo de un árbol y en ese escenario se le aparece el Apóstol. Al despertar encuentra como almohada un pan cocido. 
En relatos posteriores no se les concede una especial relevancia a los árboles del Camino, quizá porque la convivencia con ellos era lo habitual. Estaban en el Camino y cumplían su misión. Aportaban sombra para el descanso en verano y cobijo contra la lluvia en invierno y días de lluvia. Como mucho se podían echar en falta en algunos tramos desarbolados. Pero también, llegada la ocasión, representaban una amenaza latente -robos, asaltos, misterios, espíritus desconocidos- en las zonas excesivamente boscosas prolongadas en un interminable y sombrío corredor hasta el reencuentro de nuevo de los espacios abiertos, casi siempre más seguros y menos dados a exacerbar la imaginación. 
Los árboles actuales del Camino, como en el pasado, definen etapas, establecen lugares de descanso, reparan con su solitaria sombra los prolongados descampados del Camino -también necesarios e igualmente reveladores- y animan el espíritu. En muchos casos, permanecen en la memoria, aunque no todos los caminantes perciban y sientan su presencia"

El Camino asciende pues por el bosque de ribera, volviendo a ganar altura rápidamente. Las continuas subidas y bajadas, cual montaña rusa, son características del Camino Norte en su conjunto, pero a partir de aquí se harán especialmente notorias al acercarnos a Las Ballotas, donde la montaña se desborda literalmente al mar...


Siguen abundando los castaños, árbol caminero por excelencia cuyo fruto, caído al suelo, es considerado de uso público consetudinariamente, por lo que mató muchas hambres en el pasado. Existen dichos como "castaña en el camino es del vecino", pero también del peregrino y de todo el que pase...


La pista sube un poco más y nos acerca a otra carretera local, en la que hay un cruce muy importante


El camino sigue subiendo, pero si, dejado atrás El Pitu, aún nos lo pensamos mejor y queremos ir a Cudillero/Cuideiru, lo seguimos teniendo cerca, a un kilómetro o poco más a nuestra derecha


En este lugar la carretera realiza además una curva muy cerrada con poca visibilidad. Aunque pasan pocos coches estemos aquí muy atentos: es la comunicación directa de la villa con la estación


Para evitar errores, profusión de flechas amarillas nos indican, además del mojón, seguir subiendo


Seguidamente otra curva cerrada a la izquierda...


Llegando a lo alto, tendremos una buena vista a nuestra derecha


Divisamos La Formiga, al pie de El Tolombréu y el camping L'Amuravela, por donde baja la carretera CU-2, Avenida Selgas, el acceso desde El Pitu a la villa de Cudillero/Cuideiru


La subida va suavizándose cuando bordeamos esta casa con finca, cerrada por verja


Y ya ganamos los campos abiertos de la rasa litoral


A la derecha, algunas preciosas quintanas con hórreos


De frente una castañalona, un gran árbol de castaño o castañal


Y de frente otro cruce en el que hemos de prestar especial atención


El Camino cruza y sigue de frente. A la derecha también podemos ir a la villa pixueta y a la izquierda a La Estación, donde ha sido habilitada una casa para alojamiento rural: El Alma del Ferroviario


De este tramo dice el libro El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa que el Camino en su trazado original:
"... continuaba por delante de la estación del FEVE, habiendo sido cortado en este punto por las instalaciones ferroviarias, por lo que es necesario dar un pequeño rodeo hacia el noroeste para esquivar este obstáculo y volver por la carretera hacia el SO. unos 400 m para retomar el antiguo trazado a la altura de la estación..."

Y así el Camino va a continuar todo de frente, en dirección a un poblado de viviendas y al puente del ferrocarril


Atentos por supuesto al oportuno mojón con flecha


Más allá de dicho puente volvemos a ver las laderas de Santana de Montarés y L'Outeiru


Pasamos así bajo el puente del tren. Una de las iniciativas turísticas para relanzar esta línea es el Ferrocarril Transcantábrico, no obstante el futuro de la línea ferroviaria es fuente de muy especial preocupación entre los usuarios


Al otro lado, el barrio de Belandres, del que se cuenta en el Gran Atlas del Principado de Asturias:
"Como sucede en la mayor parte de los concejos asturianos, la Edad Media suministra al historiador los primeros documentos referentes al espacio que en la actualidad configura el concejo de Cudillero y que por entonces se incluía en una circunscripción denominada territorium praviae (nada tiene que ver con Cudillero la demarcación altomedieval de Prámaro, como erróneamente se ha afirmado con  relativa frecuencia; tal circunscripción se corresponde con el actual concejo de Grado). La primera noticia se fecha en el 905, y entre oros bienes, integra en la citada demarcación praviana la "eclessiam Sancte Marie de Velandres cum suis adiacenciis" (Santa María de Piñera). Aunque el documento se considera una falsificación realizada durante el obispado de don Pelayo, la referencia geoadministrativa resulta válida para el primer tercio del siglo XII, cuando el documento fue pergeñado. De esta última centuria se conserva un inventario de bienes y siervos que incluye a "Sancti Iohannis de Velundres" (San Juan de Piñera) y "Arroias" (Arrojas) entre las villas dependientes de San Andrés de Pravia"

Así, Belandres, escrito Valandres o Velundres, es la primera demarcación citada documentalmente dentro del actual concejo. No en vano en las inmediaciones hay localizado un castro, El Curión, precedente poblacional de las actuales parroquias


El topónimo Belandres ha querido buscarse en el antropónimo de un posesor de nombre romano o altomedieval, Velus o Verus. En cuanto a El Curión es sin duda no de tantos de raíz kor, como Coru, Corona, etc. tan abundantes en poblaciones y recintos castreños, del que dice García Arias en su Toponimia Asturiana...
"Parece ser que CORONUS es el nombre de un dios guerrero fre cuente en Hispania y también, CORONA, el de un soldado de la Legio VII Gemina. Su radical, coro-, es probable que porte la raíz indoeuropea *koros, presente en el céltico corio ‘tropa’ (TLG 57) y en el antiguo irlandés cuire ‘tropas, grupos’. Desconozco si Coru, Corigos, El Curión, Corondeño, guardan alguna relación lingüística con cuanto antecede"


Aunque no vamos a llegar a ella, sino que nos desviaremos antes, es preceptivo saber que esta carretera se dirige a la iglesia parroquial de San Juan de Piñera, que como la de Santa María tiene su particular Cristo, el Cristo de la Bonanza, del que dice la tradición que fue encontrado por unos pescadores pixuetos en medio del mar durante una tormenta. Tan pronto lo cogieron e izaron a su embarcación la galerna amainó, por lo que consideraron era un milagroso prodigio, siendo la imagen llevada a este templo de San Juan, donde se hicieron sus devotos, fundando la cofradía del Cristo que sería llamado de la Bonanza, con importante rivalidad en tiempos con la del Cristo de Santa María de Piñera



En la tradición se vislumbran los enfrentamientos de las dos parroquias por su hegemonía religioso-administrativa sobre el puerto de Cudillero/Cuideiru, la cual habría de cesar con la constitución de la población pesquera como parroquia, con la construcción de su propia iglesia, dedicada a San Pedro, patrón de los pescadores, en el siglo XVI


Lo cierto es, carretera arriba, que la cuesta no cesa, no es un gran desnivel pero sí una buena rampa en continuo ascenso


Más pastizales bajo Santa Ana de Montarés y Otero o L'Outeiru, la subida a la ermita de Santana de Montarés


Volvemos a ver en toda su longitud todo este monte emblemático, sacro y totémico, según nos acercamos a su base, por donde continúa el Camino Norte


Otra curiosidad del enclave es que por el otro lado del monte pasaba uno de los antiguos caminos costaneros desde Pravia al mar, el cual iba por Villafría, solar de la antigua malatería y hospital de leprosos de San Lázaro. Salía de Pravia por Angones y era llamado Camín de las Pixuetas, otra de las rutas de las pescaderas llevando los peixes al interior


De antiguo se describe la existencia de una fundación hospitalaria allí, al otro lado del Picu Santana, el Hospital de Santantón, en La Candalina, subiendo al santuario. El historiador dieciochesco Juan de Bances Valdés nos deja testimonio que entre Pravia y Cudillero "había hospitales, a poca distancia, para los peregrinos que pasaban a Santiago".


El Alto de Santa Ana de Montarés es en sí mismo un faro o referencia visual para los pescadores pixuetos, así se decía, cuando una embarcación se consideraba había ya pescado bastante, o por otras razones: "Así ponga el rabo pa Santa Ana". Esto es, que regrese a puerto


La misma ermita, pintada de blanco, abunda en ese concepto de faro como referencia geográfica para regresar al muelle enfilando hacia él la proa. 


La carretera, ensanchada en su momento, es también un importante acceso a la villa pixueta. Tal vez no tenga tanto tránsito como la de El Pitu, pero hay que estar atentos muy atentos al paso de vehículos


A la izquierda, al este, los montes de La Peñona, límite con Pravia


Un poco más adelante el Camino tomará el ramal de la derecha, recuperando el trazado original desaparecido en este lugar. Sin embargo hemos de decir que, no mucho más allá, está el afamado Hotel Lupa, con restaurante, un dato a tener en cuenta en este trayecto en el que no encontraremos lugar para comer o tomar algo tal vez ya hasta llegar a Artedo, o al mismo Soto de Luiña/Soutu Lluiña


Fue fundado en 1948 como tienda de ultramarinos y en 2013 se les concedió L'Amuravela de Oro, galardón pixuetu por excelencia, otorgado por la Asociación Amigos de Cudillero (L'Amuravela es el pregón de las fiestas de San Pedro, San pablo y San Pablín en la capital del concejo, que hace años ha dado nombre también a este premio). Con este motivo la corresponsal Sara Arias publica en La Nueva España el 26 de abril de ese año la entrevista titulada De ultramarinos al complejo hotelero:
"Trabajo, tesón, tratar bien a la gente, calidad y precios para todos los bolsillos. Estos son los secretos del complejo hostelero «Lupa» de Cudillero, al que la asociación «Amigos de Cudillero» ha otorgado la Amuravela de Oro a la trayectoria empresarial. «Somos gente normal, preferimos estar en segundo término, pero es un orgullo», afirma Pilar Uría, dueña del negocio junto a su marido Jesús Díaz, ya jubilado
Uría y Díaz son la segunda generación de la empresa familiar que nació en 1948 como un ultramarinos. Cuando su marido se hizo cargo, comenzaron a expandirse, primero como un mesón y años más tarde conformando uno de los complejos hosteleros más importantes de Asturias. Hoteles, restaurante, cafetería y hasta cinco salones para bodas. Todo con trabajo. Pero no sólo de su empeño sino también «el de todo el personal que lleva toda la vida con nosotros», asegura Uría 
Aunque Uría sigue al pie del cañón hasta que se jubile el próximo año, es su hijo Alfredo Díaz y su mujer, Susana Fernández, quienes están al frente del negocio: «Mi nuera es el referente del Lupa», dice Uría, quien lamenta que no estén sus suegros en vida para celebrar el acontecimiento. 
El trabajo en Lupa es duro. Abren los 365 días del año y nunca dicen que no a los clientes. «Siempre nos adaptamos a lo que necesiten», destaca. Además, no paran de hacer las reformas que sean necesarias y la última obra ha sido un parque infantil cubierto. Emprender e innovar. Será por eso que pese a la puesta en marcha de la Autovía del Cantábrico, que dejó el negocio fuera del tránsito de los coches, «la gente se desvía y siguen parando en Lupa», sostiene la mujer"

De esta manera, vayamos o no al Lupa, el Camino oficial y señalizado deja esta carretera y sigue por el camino de la derecha en El Peñéu


Si entendemos bien lo dicho en el libro de la topoguía del Camino de la Costa, este sería el trayecto original del camín real, cortado por la vía del tren


El camino es, en este primer trecho, llano y recto, una pequeña tregua tras las cuestas que hemos dejado atrás


También hay aquí una cierta profusión de flechas, y es que este mojón, de espaldas al camino que sube, no se ve siempre bien


Esta es una foto de hace años. Parece que debe ser uno de los mojones supervivientes de los colocados con la primera señalización institucional del Camino Norte, allá por 1994


Otra flecha más en el poste telefónico nos orienta hacia El Valle


Un poco más adelante, donde está aparcada aquella furgoneta, hay una bifurcación, por donde habremos de seguir a la izquierda


En otro poste, una concha nos lo indica, si bien realmente habría de ir, preceptivamente podríamos decir, de la correspondiente flecha amarilla, elemento este plenamente direccional


Esta es una foto, de la misma bifurcación, sin la furgoneta aparcada, que se aprecia mejor


También después, en el mismo cruce, un mojón nos advierte de tomar este ramal a la izquierda


Las fincas, parceladas, se separan del camino con vallas o altos y espesos setos plantados


De nuevo, nos tocará subir un repecho, no muy fuerte, pero también prolongado, hasta las faldas de Santa Ana de Montarés


El entorno parece hacerse más rural, con estos verdes prados de siega y pasto cerrados por estacas y alambradas


Este es uno de esos caminos que, pese a estar asfaltados, son un verdadero placer para caminar, en medio de prados y sin apenas tráfico. Es posible que no nos crucemos con ningún coche hasta llegar a Artedo, a no ser en los dos cruces que nos aguardan de la N-632


Los postes de las alambradas, instalados para que el ganado no pase al camino, tienen, en su forma irregular y levemente caídos, todo el encanto del paisaje campesino tradicional de la aldea asturiana...


El trayecto serpentea un poco, ligeramente, para ganar altura llegando a las casas. Si este es el camín real es muy posible que por él pasase el flamenco Antoine de Lalaing en 1502, del que sabemos por sus escritos que el 27 de febrero comió con sus acompañantes en "Cudillero, a cuatro leguas de Avilés", tras cruzar el Nalón por la barquería de El Castillo


Más de dos siglos después, en 1726 pasaría, en dirección a la catedral ovetense de San Salvador, haciendo el camino del vuelta, el peregrino y sastre picardo Guillaume Manier, pues se sabe se hospedó en el hospital de peregrinos de Cudillero/Cuideiru, calificando sus lechos de "buenas camas"


Más problemática sería seguirle la pista al obispo-peregrino armenio Martir o Martirus de Azerdjan, pese a que fue quien escribió la primera guía del peregrino del Camino Norte, que recorrió no mucho antes que Lalaing, allá por 1491. Sacamos de la Xacopedia parte de su biografía y periplo:
"Martiros emprendió su viaje el 29 de octubre de 1489 desde la ermita de San Ciriaco, en Norkiegh (Armenia), con ánimo de visitar el sepulcro del príncipe de los apóstoles en Roma, San Pedro. En breves etapas a pie llegó a Constantinopla, donde el 11 de julio de 1490 embarcó en una nave francesa con rumbo a Venecia. Allí permanece 29 días donde le asombra, según los datos de su texto, que la ciudad de los canales tuviese 74.000 casas y que en la catedral de San Marcos pudieran caber 10.000 personas. 
Tras un viaje de 33 días llega a Roma, donde permanecerá cinco meses. Esta larga estancia le dio tiempo para conocer muchos santuarios y queda especialmente impresionado por la prisión de San Pedro y de San Pablo. Declara con orgullo haber visitado entre diez y doce iglesias por día y haber sido recibido tres veces por el papa del momento, Inocencio VIII, de quien obtuvo unas cartas comendatorias, que le sirvieron de pasaporte durante el resto de su viaje por Europa. 
El 9 de julio de 1491 partieron de Roma en dirección a Alemania. Llegaron a Constanza y probablemente viajaron río Rin abajo hasta Basilea, donde fueron apresados como espías. En Colonia, ciudad en la que permaneció 22 días, le impresiona la tumba de los tres Reyes Magos y el lugar de enterramiento en Santa Úrsula de las 12.000 vírgenes. Prosigue su trayecto por Aquisgrán y Bersaçon, en dirección a Francia. Después de visitar París, entró en España, procedente de ToursPoitiers y Bayona. 
En la península el obispo cogió el Camino de la Costa, una vía poco frecuentada por los peregrinos que bordea la costa cantábrica. Tomó algunas desviaciones hacía el interior del territorio, visitando Oviedo y Betanzos. Después llegó a Compostela: “Entre grandes penalidades, pero con ayuda de Dios, muy cansado y falto de fueras, llegué finalmente a la iglesia y a la tumba del Apóstol Santiago, el gran y glorioso santo y luz del mundo. […] Me acerqué a su sepulcro, lo veneré rostro en tierra y supliqué el perdón de mis pecados, así como el de mi padre, de mi madre y de mis bienhechores; finalmente había llevado a cabo entre un mar de lágrimas lo que había sido anhelo de mi corazón”. Tras 84 días en Santiago, no le “fue posible permanecer más tiempo por causa de la carestía de los víveres” de modo que emprende el camino de vuelta ya en el año 1491. 
El maduro y cansado obispo prosiguió hasta Fisterra, lo que resulta llamativo si además se tiene en cuenta que se trata de un hombre que viene casi del otro extremo del mundo. Según relata, este último trecho le supuso muchos trabajos y sufrimiento físico. En el trayecto se encontró con un misterioso animal salvaje llamado wakner. 
Ya de vuelta, debió de proseguir su viaje por la costa, pues dice que recorrió “muchas ciudades situadas a la orilla del mar universal, antes de llegar a Bilbao”. En Euskadi embarcó para Andalucía y Marruecos, recorriendo el sur y el Levante español antes de emprender el regreso a su país por Francia e Italia desde donde siguió por vía marítima. Su relato termina con estas palabras: “Inmediatamente me dirigí a Santa María [puerto próximo a Roma], donde embarqué y experimenté de nuevo condiciones tan desdichas que habría preferido la muerte a tener que sufrir tantos peligros” 


Fila de abetos o árboles ornamentales, los cuales también pueden ser una buena protección contra los vientos en esta rasa tan expuesta a ellos



También aquí se han construido nuevas viviendas unifamiliares, rodeadas de campo y jardín


En esta foto vamos a ver un ejemplo de cómo cambian los colores del campo según la estación: en verano




Y al comienzo de la primavera...


A la derecha, una tapia de ladrillos cierra otra casa con terreno, rodeada de árboles


Y aquí asoma el hórreo, de los de corredor


A la izquierda más jardín, incluso con una roca decorativa


Ahora, en esta encrucijada, seguimos todo recto siempre en cuesta...


Esta flecha amarilla en el poste nos lo indica


Hitos del Camino: seguidamente el mojón nos lo confirma


Foto más reciente, al mojón le han pintado una flecha amarilla, según es lo más correcto, atendiendo a las directrices del Consejo Jacobeo:
"El emblema de la concha se creó con la intención de identificar un símbolo con el Camino de Santiago. En su origen, tiene un significado orientativo, de posición, no necesariamente direccional. Representa la convergencia de rutas que desde distintos lugares conducen a un punto, siempre en el oeste. No se creó, por tanto, como indicador de dirección, sino como símbolo del Camino, si bien podría ser usada con ambos fines (posición y dirección) en casos puntuales, como en el entorno de bienes declarados por su interés cultural o en conjuntos históricos, donde se podrá sustituir el cartel indicador por una concha en suelo, a fin de minimizar el impacto de la cartelería

 El Consejo Jacobeo recomienda que el emblema de la concha se utilice como símbolo identificativo del Camino de Santiago y aconseja que su representación, proporciones y colores, así como su utilización, se ajusten a las indicaciones contenidas en el Manual de Uso publicado por el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo en 1989 

Es aconsejable que este símbolo aparezca junto con la flecha amarilla, que indica la dirección, en aquellos soportes que así lo permitan"

Seguimos subiendo, poco a poco pero sin pausa, acercándonos a la carretera


No tomamos ahora ningún desvío, continuamos siempre en subida por el camino principal, asfaltado


A nuestra derecha tenemos, parcialmente oculto por los árboles, El Palacio de Belandres, muy reformado pero que conserva parte de su antigua estructura, que incluye capilla propia. Fue fundado por la familia Moutas, siendo uno de los siete mayorazgos creados por Juan de Inclán, párroco de Folgueras, entrado en la iglesia parroquial de San Pedro de Cudillero/Cuideiru


Las aldeas de se desparraman por la campiña. Praderías, granjas, chalets, quintanas y alguna casería componen el paisaje inmediato ante nuestros ojos, abundando relativamente carteles y anuncios de alojamientos para peregrinos. A lo lejos Cerecedo, El Zrecéu


El Palacio de Belandres tiene una extensa finca rodeada por un alto muro que llega mismamente a este camino


La vieja cerca, sin duda de los tiempos en el que este camín real aún era el principal de la cornisa cantábrica, antes de la construcción de las carreteras, se cubre de hiedra, maleza y hierbas, pero su estructura pétrea resiste bastante bien el paso de los siglos


Bifurcación y de frente. Más allá de la tapia de la izquierda hay un silo, lo que delata que pasamos al lado de una casería con nave de ganado


En este tramo pues el camino pasa encajado entre dos paredones de cierre mientras continúa la cuesta


Otra bifurcación y también de frente, esto es, recto y a la derecha, en El Praón


En cada cruce tenemos el mojón: aquí sin flecha...


Y aquí ya sí, con flecha, como debe de ser...


De frente el largo edificios de Apartamentos El Pradón. No son estos alojamientos pensados específicamente para los peregrinos, pero conviene nunca perderlos de vista, pues en ocasiones pueden servirnos sin lugar a dudas


Pasamos al lado de la entrada y un poco después acaba este tramo de cuesta


Enlazamos con una carretera local paralela a la N-632, la cual seguiremos a la derecha


La N-632 cortó el camín real también en este lugar, pero hay un buen paso para retomarlo un poco más arriba


Más allá del muro volvemos a ver El Palacio de Belandres con su arbolada finca


Al fondo a la derecha asoma la mansión palacial original, siendo  muy evidentes los cambios efectuados en ella y en su entorno


En su finca se construyeron en su momento grandes naves de ganado y otras dependencias y cobertizos que transformaron aún más el lugar


Aquí está el acceso al palacio, en esta encrucijada en la que tomaremos el camino de la izquierda para disponernos a cruzar la carretera


La carretera N-632, la Ribadesella-Canero, antigua Carretera de la Costa, había llegado a Pravia en la relativamente temprana fecha de 1856, pero su remate en Canero o Caneiru, enlazando con la del interior, actual N-634, no se produjo hasta unas tres décadas después


Es absolutamente imprescindible pasar con la máxima atención y cuidado. Aunque el tráfico ha sido absorbido en su mayor parte por la cercana autovía, que pasa algo más arriba, sigue siendo en este punto de tráfico muy intenso y, al estar en una recta muy veloz


Estamos sin duda ante uno de los puntos negros del Camino Norte que requieren especial atención. Sólo un par de placas advierten a los conductores del cruce, a veces continuo, de peregrinos. Se necesitan semáforos y demás señales luminosas de advertencia, similares a las existentes en otros cruces de estas mismas características y peligro


Al otro lado se supone recuperamos el itinerario histórico del Camín Real de la Costa subiendo al barrio o lugar de El Mantu


Tenemos pues a partir de aquí un poco más de cuesta...


Primeramente andamos al lado de la finca Las Señadas, un topónimo vinculado al latín signum, signo o enseña. Se solía emplear para denominar inscripciones, no dejando de recabar nuestra atención su localización en este lugar, sería como las señaladas o las señalizadas, lo que da pie a sospechar que tuviese que ver con esta antiquísima vía, puestos s pensar


Pasamos junto al portón de la finca y proseguimos la pequeña subida que nos lleva hasta las casas de arriba


Senda florida: foto de las margaritas en primavera


Y ahí está uno de los numerosos viaductos de la Autovía del Cantábrico (A-8). Puede decirse que hasta su construcción no se solventó de manera mínimamente satisfactoria el problema de las comunicaciones con el occidente de Asturias por su franja costera, así como con Galicia. No obstante en esta comunidad hay un gran punto negro, las persistentes nieblas del Alto da Xesta, que obligan con frecuencia a utilizar de nuevo la N-634 entre Mondoñedo y Abadín


El viaducto, junto con el tramo Muros-Las Dueñas, se inauguró el 10 de marzo de 2013


Autovía, camín real, carretera y ferrocarril discurren muy próximos, aprovechando este paso natural de la rasa costera


Flecha amarilla en el muro de la izquierda


Pasamos bajo el hórreo de corredor, con su bodega debajo, normalmente dedicado a almacén de aperos


A la altura de esta casa hay un poco de explanada. Es un buen lugar para detenerse a disfrutar del paisaje


Y es que estamos ya a una cierta altura y disponemos de excelentes vistas sobre esta parte del litoral centro-occidental asturiano


En primer término por ejemplo, la torre cuadrada del Palacio de Belandres con El Pitu al fondo


Volvemos a ver La Cuesta la Formiga y El Tolombréu de Riba, barrio en lo alto de la villa pixueta y la rasa de La Atalaya o La Telaya con el cementerio a la izquierda y a la derecha unos bloques de casas que se ven en la distancia extendidos linealmente por la rasa costera



Los bloques de viviendas de protección oficial de La Atalaya, conocidos popularmente como California. Alrededor abundan los alojamientos turísticos


En medio del mar, la Isla la Deva, al fondo la boca de la Ría de Avilés, con la península de Nieva y la costa de Gozón con la Rasa de Peñes, y sus altos acantilados


La Deva, que ya veíamos desde Era, llegando a Muros, y desde El Pitu, es la isla más grande de la costa asturiana y una de las mayores del Cantábrico, con una planta de aproximadamente 800 x 400 metros, cubierta en gran parte de vegetación y con altos acantilados en su sector sur, mirando al Playón de Bayas, concejo de Castrillón. Su nombre se relaciona con la divinidad femenina de las aguas en las creencias célticas y es un topónimo relativamente común en los de raíz indoeuropea desde el Atlántico hasta la India


Más a lo lejos, frente a los acantilados de Peñes hay otro par de islas o islotes


Una es La Erbosa, a la izquierda, la segunda en tamaño del litoral astur, que como su nombre indica, también está cubierta de hierba. Más a la derecha, como unido a los acantilados, es El Sabín, accesible andando en las bajamares. Todas estas islas son lugar de paso y nidificación de numerosas aves marinas

 
Por ahí están los accesos a La Conchiquina y La Fuenti'l Cristu, donde se dice apareció la imagen del Cristo que se venera en la iglesia de Santa María de Piñera. De frente los cantiles de La Punta y la rasa de Bayas, concejo de Castrillón. sobre El Sablón


Varios caminos comunican El Picu. El Tolombréu y La Atalaya con la villa, en concreto con El Cantu. Si se visita la población, por ejemplo bajando por La Formiga, después podremos volver a El Pitu por ahí, retomando el Camino Señalizado. Es una zona menos frecuentada turísticamente que La Ribera y por lo tanto más tranquila en los multitudinarios veranos pixuetos. Hay lugares para comer y por supuesto para pernoctar


Uno de esos caminos, subiendo desde El Cantu, pasa junto al cementerio, donde comienza a llanear


Luego pasa por California y prontamente llega al cruce de El Pitu donde enlaza con el Camino Norte


Tras este merecido descanso de tanta cuesta, en el que aprovechamos para contemplar el paisaje, subimos unos metros más detrás de este caserón


La cuesta acaba en esta bifurcación al pie de una gran panerona: nosotros continuaremos camino a la derecha


Concha jacobea en el muro bajo la panera


Y la flecha amarilla en la esquina, la señala propiamente direccional


Portón con motivos marineros: dos veleros


Caminando en llano avanzamos hacia el siguiente grupo de casas, que forman un piño un poco más allá


Abajo, en la carretera y más allá. divisamos otros barrios y lugares de estas parroquias cudillerenses


Los Villazones, donde está la Finca Engracia, y más allá Villamar o Villademar, otro núcleo rural y turístico de interés en los accesos a la villa, solar de La Torre, casa indiana de 1920 hecha sobre una torre medieval que fue de los Sierra de Jarceley, que ya en 1876 mandaron construir allí una capilla dedicada a Nuestra Señora de la O


Un poco más allá está la turbera de Las Dueñas, monumento natural, la más extensa turbera litoral de Asturias, con una 27 hectáreas de extensión y hábitat calificado prioritario, con varias especies protegidas de flora


Por allí pasa la carretera CU-3 que es acceso directo al puerto de Cudillero/Cuideiru desde la N-634 y la A-8, sin necesidad de atravesar la población. Posiblemente sea con El Pitu el acceso principal al casco urbano, en concreto a La Ribera, la zona más visitada


  Un poco más allá está el ferrocarril, así comoel camino de acceso a la playa o ribera de Las Rubias


El Camino sigue asfaltado y llaneando haciendo calle entre las casas y fincas


Seguimos avanzando: estas aldeas, ya con menos actividad agraria y ganadera, se han especializado en segundas residencias y vivienda vacacional. En verano y fines de semana suele haber cierto trasiego de gentes. En invierno hay solamente unos pocos vecinos


Se nota que que Camino fue aquí ensanchado en su momento para permitir el paso de vehículos. No obstante el muro de piedras de la izquierda parece ser bastante antiguo. Fijémonos también en las obras de saneamiento, con las tapas de registro



Aquí la calle se estrecha un poco entre el muro y la casa. Si viniese algún vehículo estemos atentos y dejémosle pasar



Las casas, como en muchos lugares, fueron reformadas cuando los tradicionales usos agropecuarios se abandonaron, las cuadras se integraron en las viviendas y los hórreos que se conservan cambiaron su función de graneros a otros menesteres


Aquí hay un poco de corrada con un poco de empedrado enfrente de esta casa


A continuación, un cruce de caminos, en el que iremos a la izquierda, empezando de nuevo a subir...


Pasamos entre estas casas por esta pequeña rampa


Es la cuesta por la falda justo debajo del Picu Santana por donde continuaremos hacia el oeste, en dirección al valle del río Uncín y La Concha de Artedo


Enlazamos con una carretera local y seguimos a la izquierda, siempre en ascenso


Es la zona de El Zarrucu, de zarru o cierru, cerca o antiguo terreno cerrado, cercado


Aquí hay un lugar que sin duda hará las delicias de muchos peregrinos y caminantes


Antes de acometer las cuestas y pistas de la montaña, hay un mojón, y junto a él una fuente


Más allá, a la sombra de una castañalona, un viejo y grueso castaño, mesa y bancos de madera


Este espacio se le ve bien cuidado y mimado, preciosa parada para senderistas y peregrinos de Santiago y Santa Ana


Se han plantado flores para hacer de este rincón un pequeño vergel


Un buen momento para sentarnos a conversar, ajustarnos calzado y mochilas o. cómo no, sacar el bocadillo si llega el hambre


Luego reemprendemos la marcha por otro trecho cuestudo


Observemos la concha y la flecha en el muro de la izquierda


Fila de altos cipreses contra los fuertes vientos en El Zarrucu


Ojo con poner el pie en estas cunetas de cemento que canalizan las aguas de lluvia que arroyan por el monte, a veces tienen musgo o moho y pueden ser resbalosas, con caídas dolorosas, normalmente de rodillas


El Camino, sube ahora recto y en rampa...


Deja la fila de cipreses y pasa entre esta casa y un cobertizo


Bifurcación y a la derecha


Flecha indicadora casi borrada en un viejo tronco puesto como monolito, incluso con un tejadillo a cuatro aguas cubriéndolo



Es una curva cerrada desde la que vemos, un poco más arriba, Las Casas de Santana, otro de los accesos a la montaña sagrada



Hacia allí arriba vamos nosotros, con la idea de ganar ya la autovía, que pasa por esta gran ladera norte de Santa Ana de Montarés



El mojón con la correspondiente flecha



En esta cuesta no dejamos de recordar aquella frase que dice "Santa Ana de Montarés, suben dos y bajan tres", esto es, sus romerías, de las "ligas perdidas", eran un "lugar de concepción", como dice Diego Canós Benajas en su libro El que camina solo, algunas de cuyas partes no nos resistimos a traer aquí:
"Cudillero, un pueblecito de cuento, un tanto devorado por un moderno turismo cosmopolita, ligeramente sobre explotado, que a la par de añadirle encanto a lavilla, también le procura nuevas grietas a sus casitas envejecidas y multicolores. Es un lugar encantador, sIn embargo.... Acudí a la oficina de turismo a primera hora del día porque no era el pueblo lo que a mí me interesaba, sin la ruta más allá de las montañas, que habría de conducirme por el mismo camino del apóstol Santiago, hasta un fuerte lugar de inmemorial marianismo como lo es Santana de Montarés, un peculiar santuario al que ni siquiera muchos de los antiguos asturianos han ascendido. Y es que, de la misma manera en que el Nazareno, o La Blanca, son patrones del pueblo del arca, Santa Ana lo es de Cudillero, aunque aquí parecen no tenerle excesiva devoción a su enigmática virgen sanadora... Sino más bien respeto... Como lugar de poder y fuerte presencia espectral, ufológica, twinpeakseana, o como se la quiera tomar, el santuario queda alejado por, al menos, una decena de kilómetros de cualquier aldea cercana a Cudillero, e incluso a más de dos horas a pie del mismo núcleo poblacional, eso, si conoces bien el camino... a mí, las pocas indicaciones que pude obtener me las dio una hermosa chica de la antigua religión, rodeada por dos nornas, viejas y oscuras"

En esta novelesca, pero realista a la vez, búsqueda del Camino a Santana de Montarés, Canós Penajas prosigue así su relato, en el que coincide en su trayecto con los peregrinos jacobitas:

"Sí sabían quien era yo, pero querían averiguar si era capaz de andar hasta el santuario por mí mismo... A Cudillero se accede por una empinada cuesta de más de tres kilómetros de largo, todavía más matadora que las de Luarca... Lara, "la joven", dijo que si deseaba llegar hasta Santana de Montarés, santuario, cuyo paradero, sólo parecía conocer ella, tenía que volver por donde había venido en taxi, caminar durante unos cuatro kilómetros, hasta observar la rotonda de la autopista, girarla, pasar el supermercado, alcanzar la gasolinera en el remate del valle, y a partir de allí, adentrarme en lo desconocido... 

Y así fue como este peregrino de Santana de Montarés inició su marcha, peregrinación corta pero muy intensa:

Eso hice, y ahí fue donde empecé a quemarme la cara, aunque eso me daba igual... Es decir, sabía muy bien que mi blanca piel iba a quemarse en ese trayecto por la potencia del día, pero también sabía que el dolor, que comencé a sentir en cuanto salí de Cudillero, era solamente una ilusión, en realidad, como cualquier forma de dolor lo es... Cuando ingresé en el inmenso bosque, no muy distinto a mi amado Brieselang, esto es bien cierto, anduve por unas dos horas hasta encontrar el camino decisivo hacia Santana de Montarés. Me perdí varias veces, y por los sinuosos senderos incluso crucé palabras y frases con varios peregrinos de Santiago, franceses, británicos y españoles de todas las edades, y hasta charlé con un extraño ciclista en uno de mis pocos descansos durante el camino, sobre nuestros destinos no comunes. Cuando le dije hacia dónde me dirigía, me preguntó porqué, y le contesté: "No lo sé", como si yo fuese el profesor y él, el alumno en el transcurso de un arduo examen..."

Lo cierto es que la montaña sagrada, repoblada, no deja ver bien los caminos que suben a su relativamente cercana cumbre. Una red de pistas forestales forma un particular laberinto en el que, como le pasó a Penajas, ha de buscar cada uno la salida con su particular hilo de Ariadna:

"A pesar del trasiego, finalmente identifiqué el paradero del sitial de la virgen, madre de otra virgen, la virgen rubia de negras cadenas... ¡Se encontraba en una montaña dentro de otra montaña!... Es decir, en mitad del bosque, en mitad de la sierra vetusta y titánica, asomada a una nueva y sonrojada montaña, en cuya colina perentoria y estratégica se hallaba el santuario con el que llevaba soñando más dedos año

Lo que sentí al arribar al cruce de caminos, ese que señala el centro previo de la colina, como en una novela victoriana de Forster o James, con esa cruz repleta de coloridas ofrendas paganas a sus pies, a las que rodean las mariposas color naranja, amarillo fosforescente y rojo sangre, junto al naturalmente inspirado acompañamiento del ocre acento de la esplendorosa hierba por doquier del esperanzador y clarificado emplazamiento, me conmovieron sobremanera,,, Y recordé el dicho que las más ancianas maruyas decían, hace décadas, cuando algún peregrino las custodiaba sobre las iglesias cercanas en aquel tramos del camino: "Santana de Montarés: Suben dos y bajan tres1"... ¿Era un antiguo lugar de concepción!... Pero esto no era algo extraño, cosas así ocurrían por todos lados antes dela venida de monjes y hogueras... El Montsegur gabacho, por poner otro ejemplo, más bien, su bosquecillo previo, también lo era... "


Varios son los caminos pues, que suben a Santa Ana o Santana de Montarés, aún preguntando es fácil perderse en el intrincado dédalo de sendas y caminos hacia su ermita y cumbre. También la cercana autopista, que aún no vemos desde aquí, oculta asimismo por la boscosa espesura, parece haber cortado algunos


Aquí, aunque ya no lo vemos, estamos justo enfrente y al pie de la ermita, tal vez este trayecto sea el más directo para llegar a ella sin separarse demasiado del Camino de Santiago, pero mejor vayamos con alguien experto y conocedor de la montaña, no nos pase lo que en el literario relato de Canós Penajas


En torno a Santa Ana de Montarés existió de siempre una red de caminos reales (del reino, publicos), que comunicaban la costa con el interior, principalmente vía Pravia. De ellos escribe así D. Antonio Juan de Bances y Valdés en 1806 según informe a la Real Academia de la Historia:
"Por junto a la iglesia de Villafría pasa el camino Real de la costa, cuando se quiere ir á Pravia; y para ahorrar repeticiones se dice aquí que saliendo por el puente de Agones, sube a Escoredo y a Villafría; después baja por Candolina a Artedo; pasa por junto á la ilgesia de Soto de Luiña, incorporándose poco antes con el de Muros; y sigue á Novellana. saliendo del Concejo por Ballota. Por aquí transitan los correos, que es más breve, y será el único, que anden todos si se consigue hacer el puente grande de Peñaullán. El otro antiguo de Artedo pasa por San Juan y Santa María de Piñera, y Muros, atravesando el río Grande (Nalón) por junto al castillo de San Martín. En uno y otro había hospitales a corta distancia para los peregrinos, que pasaban á Santiago de Galicia, que en el día ya son excusados"

Es interesante esta noticia de los hospitales de peregrinos "a corta distancia", que ya eran "excusados", esto es, estaban extintos, lo que señala el ocaso de la época de las peregrinaciones históricas, antes incluso de la caída del Antiguo Régimen, las desamortizaciones y las reformas liberales. en plena época dela Ilustración


Portón, hórreo y palmera. Estos altos muros ofrecen protección también conta los vientos, así como la prolongación del alerón del tejado del hórreo, extendido sobre la tapia


El alerón cuenta con sus propios pegollos o pilares, una solución constructiva que veremos frecuentemente


La cuesta continúa acercándonos ya a las arboledas de la falda de la montaña...


Aún antes tenemos aquí otra mesa y banco ofreciéndonos otro lugar de pausa y descanso



Aquí confluyen dos caminos, este y el que viene de Los Villazones y Villademar, que volveremos a ver desde aquí si miramos al norte, al mar



Los Villazones y Villamar o Villademar, la villa del mar, con su barrio de Las Grandas, Si nos fijamos tal vez veamos, a la izquierda de la foto, la carretera CU-3 que comunica con el puerto pixueto, cerca de la Concha del Treizal


Tal y como nos señalan el mojón y la flecha hemos de seguir subiendo monte arriba



Pasamos junto a los muros de otra vivienda con terreno


Y la subida se acaba ya en esta bifurcación: el de la derecha es uno de los caminos cortador por la autovía, por lo que hemos de seguir por la derecha en un nuevo trayecto



Este nuevo itinerario sigue unos metros en paralelo a la A-8, cuya señalética ya podemos ver desde aquí


Antón Pombo, en su guía del Camino Norte publicada por Anaya, dice así:
"Atrás han quedado los tramos urbanos, y el Camino recorre ahora plácidos entornos rurales buscando su propia personalidad entre la N-632, la por fin concluida autovía del Cantábrico, que tantos quebraderos de cabeza nos ha dado por estos lares, con sus altos viaductos, y el ferrocarril de vía estrecha, que es el mejor integrado en el medio de los tres"

El Camino, o la pista que sucedió al Camino, realiza un poco de bajada. Es muy ancha, casi como alguna carretera general, pero prácticamente sin tráfico. Sin duda se empleó para los camiones y maquinaria grande y pesada de la obra de la autovía


A los lados, a manera de barrera acústica y visual, se han plantado densos pinares que han crecido estos últimos años


Esta es una foto de pocos años después de abrirse este tramo de autovía, con los pinos aún sin crecer o siquiera por plantar. Veíase entonces Las Dueñas, donde está La Carrilona, la parada de la antigua diligencia, cerca del también citado monumento natural de la Turbera las Dueñas


Aquí el Camino realiza una curva completa y pasa bajo la autovía


Puentes y viaductos son una impresionante obra de ingeniería. Es cierto que se han cobrado su tributo en el paisaje pero el secular problema de las comunicaciones por la cornisa se ha solventado en gran parte, salvo en ciertos lugares, como el ya comentado del Alto da Xesta, del que hablaremos oportunamente cuando pasamos por allí, saliendo de Mondoñedo a Abadín y Vilalba


Más de una vez estas estructuras sirvieron de parapeto a peregrinos contra chaparrones y temporales, esperando aquí unos minutos a que amainase


Viene seguidamente un poco de ligera rampa hacia arriba...


Arriba enlazamos con otra pista, por lo que llegamos a una bifurcación, en la que seguiremos a la derecha


Atentos al mojón y su precepetiva flecha, que vemos ahí enfrente


Subimos aún un poco más, pasando sobre el pequeño regato de Santana, que se sume bajo esta pista, subterráneo, bajando por la vereda izquierda


Arriba, plantaciones de eucaliptos



Y buenas matas de helechos. El Camino empieza a llanear y sigue siendo muy ancho


La pista serpentea siguiendo la sinuosidad de esta ladera en Las Hortonas


Estas tupidas plantaciones son taladas tras sus correspondientes años de crecimiento para ser empleadas para la producción de pasta de papel (antaño sus grandes vigas eran para la construcción y la minería). Cuando esto ocurre, y hasta que crece la siguiente generación de ocalitos, se forman grandes calvas en la montaña


La pista por lo tanto sigue siendo aprovechada para usos forestales, como las demás de este y otros muchos montes costeros


El Camino tampoco aquí ha de tener pérdida, siempre por la gran pista de asfalto...


Cada ciertos metros habrá algún mojón, pero pueden quedar ocultos o casi, por plantas y helechos.Este incluso ha perdido su concha, pero presenta su flecha pintada


Por este trecho hay algún árbol autóctono, castaños y algún carbayu, asícomo algunos pinos de repoblación o también para las papeleras


Y de nuevo la ancha senda empieza a bajar al llegar al pinar...



Curva cerrada ala derecha y en descenso...


Veamos la profunda tajada hecha en el terreno para abrir y ensanchar esta pista


Y ahora curva a la izquierda, otra vez ante la autovía



A base de otro lugar mejor se ha pintado aquí una flecha de confirmación en la cuneta canalizada a la izquierda



Otra mata de pinos nos separa del tráfico y su ruido


Elmismo lugar antes de lantarse los pintos que hacen de muro natural ante la autopista


Se supone que cuando crezcan más llegarán a dar una fresca y buena sombra en este trecho



Y ahora curva a la derecha...


Volvemos a pasar bajo la Autovía del Cantábrico


Y de nuevo otra vista de Las Dueñas, un topónimo relacionado con monjas, tal vez las del monasterio femenino ovetense de Santa María de La Vega, con intereses en esta zona en la baja Edad Media


Vemos ya desde aquí también alguna de las primeras casas de El Rellayu, topónimo cuyo significado literal es pequeña ladera, tal vez alguna de estas estribaciones de Santa Ana de Montarés


Pasamos al lado de una explanada, solar cerrado por estos muretes de hormigón a la derecha del camino. Puede haber sido algo relacionado con la autovía, sus obras o alguna nave aquí existente antaño



La pista sube entonces otro corto recuesto


Y arriba nos encontramos con una bifurcación, en la que tomaremos el primer camino a la derecha



Justo aquí lo tenemos, fijémonos en el mojón


Todas estas pistas sustituyen al trazado perdido del Camín Real, siendo una buena alternativa para evitar la sufrida y peligrosa N-632


Si la vegetación nos deja, tal vez veamos, abajo, en la carretera, Casa Fernando II, otro de los establecimientos emblemáticos de esta ruta, hotel y restaurante construido en 1985 y ampliado diez años después. Más allá las ocalitales nos ocultan los campos de La Punta Castañal


"En Santana ente los toxos busquete nun t'atopaba..." dice el cantar. El Camino, llano, pasa entre zarzas y toxos a la sombra de más ocalitos...


Este mojón viene a indicar que en el siguiente cruce tenemos que seguir recto de frente...


Y de frente entramos en El Rellayu, actualmente de San Juan de Piñera pero que antaño perteneció parroquia de Samartín, San Martín de Luiña, "cabeza de todas Las Lluiñas", recitaba el gran José María Peláez Prieto, Peltó, marino y luchador, con el cantautor Rafa Lorenzo en aquel disco, Sou Vaqueiru


Por aquí pues, nos adentramos en las indómitas Luiñas o Lluiñas, uno de los territorios de la antigua Pravia de Allende que configuraron en 1837 el actual concejo de Cudillero o Cuideiru, que en los viajeros y peregrinos de antaño evocaba las fragosidades camineras de Las Ballotas


Por El Rellayu comienza la gran bajada al Valle de la Barca, el valle del río Uncín, que desemboca en la cercana playa, o ribera, como más se dice en estas costas, de la Concha de Artedo, llena de historia y de historias, preciosa bahía que conviene conocer y visitar, al paso mismo del Camino Norte en Asturias...







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