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jueves, 17 de septiembre de 2015

"PÉNJAMO" Y EL MONTE DEL COTO DE GRANDAS

El Santo de Salime desde El Mirador, camino de Grandas.
Desde El Salto de Salime, el impresionante embalse del río Navia, los peregrinos han venido subiendo por la carretera AS-14 el tramo que asciende hacia la villa de Grandas, capital del concejo, admirando unas maravillosas vistas de este pequeño mar fluvial hasta llegar al célebre cruce de Pénjamo...


"Pénjamo" era el apodo que se ponía en Asturias a numerosos poblados o casas nuevas, generalmente para trabajadores venidos de otras partes, construidas en los años 40-50. Aquí ha pasado a la toponimia pero su origen se sitúa en una popular canción de Pedro Infante, una exitosa ranchera muy en boga en aquellos tiempos, dedicada a la ciudad mexicana de Pénjamo, en el Estado de Guanajuato. No vamos a Pénjamo (el desvío lo dejamos atrás a la izquierda), vamos a Grandas de Salime, capital de este concejo, pero la recordamos y la tarareamos en estos alegres momentos en que Grandas se presiente próxima. Ánimos para el peregrino en estos últimos tramos de subida con una pegadiza composición que dio nombre a pueblo enteros, desde México a Asturias...




Durante la subida divisamos toda la serranía que se alza sobre el Navia: encima de El Salto y El Muro tenemos A Pena da Armadela, pero más arriba y de Norte a sur van El Pico Vallongo, de 1.084 metros, el Penedo dos Coriscos, de 1.092 metros, El Penedo del Rayo, Os Pozos, Valialonga, El Pico Buspol con sus 1.120 metros, El Penedo Gordo, El Xeixo Branco, El Ferradal y As Albas del Ferradal (quizás en ocasiones pueda reconocerse en la lejanía la cascada de El Río del Couto vertiendo sus aguas al Navia desde las alturas), A Cruz de Franciscón, El Pico de Valiel... llamándonos la atención la vegetación y arbolado que crece entre los vericuetos de las peñas de agudas aristas y sus estratos, así como los extensos pinares de estas empinadísimas faldas montesinas.


Llamándonos la atención la vegetación y arbolado que crece entre los vericuetos de las peñas de agudas aristas y sus estratos, así como los extensos pinares de estas empinadísimas faldas montesinas.


Ahora, dejado atrás el cruce de Pénjamo, la carretera de Grandas tiende a separarse de estos murallones sobre el río y se introduce entre dos grandes paredones de roca viva abiertos en la peña de la montaña.


Es aquí, justo en el útimo recuesto, cuando un desvío a mano izquierda nos indica con sus señales jacobeas abandonar la carretera para subir por el monte El Coto de Grandas.


Coincidimos, pero en dirección contraria con el GR-109, Sendero de Gran Recorrido de la Cordillera Cantábrica.


A principio ascendemos por fuertes pendientes, que dan paso a un buen sendero llano a la sombra de la arboleda, pinos, carbayos, tojos, helechos...


Los helechos en ocasiones casi cubren el sendero, que "empequeñece".


Luego se ensancha un poco en un tramo que conserva parte de su antiguo empedrado.


Sol en los pinares.


Sendero ente helechales.


Alegoría de la naturaleza en los bosques de Grandas.


Atrás, al este, la bajada de Buspol. A la izquierda asoma un poco la carretera, subiendo desde El Salto de Salime.


Las piedras se cubren de musgo.


Las piedras forman escalones en un poco de subida.


Flechas indicadoras en los troncos de los árboles.


Pino caído.


La senda es llana y se adentra en el boscaje.


Hermosura natural.


Arbustos y hojarasca.


En los brezos, toxos y matorrales.


Piedras "pulidas" por las botas y calzado de tantos peregrinos.


Vieja muria de piedra.


Carbayos y castaños.


Chantas o lajas de piedra.


Más helechos y arbustos.


El sendero del bsoque.


Nos acercamos a Grandas.


Ya vemos al fondo la carretera.


Y las primeras casas.


Estupendo caminar por el boscaje hasta llegar a la vista de Grandas de Salime, con sus casas y barrios dispuestos en la suave ladera de una pradería.

Desde aquí reconocemos tanto los arrabales más nuevos como los que componen el casco histórico de la población, predominando los tejados de pizarra, pero viendo también algún hórreo y casa tradicional, de cuando Grandas era poco más que una aldea, en un valle en ligera pendiente que se abre hacia el río, El Rigueirón.


Desde aquí vemos además la Casa del Hospital, el que fue antiguamente el Hospital de Peregrinos de Grandas de Salime, muy reformado a haber sido transformado en casa de labranza. Su primera mención escrita responde al Archivo Parroquial de Grandas del año 1576 aunque es fácil que existiese desde bien atrás. No obstante se desconoce si el edificio actual conserva elementos originales a consecuencia de aquella reforma.


 Bajamos por estas primeras casas hacia la carretera...


Atención: el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha nos observa desde una de las fachadas...


Bajo él, varios ingenios agrícolas.


Vigilante del Camino: Quijote de los peregrinos...


Señales en el jardín...


Señales que nos indican cambiar de acera.


Pasamos al lado del restaurado lavadero.


Y enfilamos la Avenida del Ferreiro, con ganas ya de buscar parada y fonda, visitando por supuesto el
Museo Etnográfico de Grandas de Salime, visita imprescindible e inexcusable...











 

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