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jueves, 3 de septiembre de 2015

SUBIDA AL MONTE FACHO Y AL SAN GUILLERME: LOS ENIGMAS DE FISTERRA

Subiendo del Faro de Fistera a lo alto del Monte Facho
Camino de San Guillerme
La subida al Faro de Fisterra, contemplando si la visibilidad es propicia la puesta de sol desde el que fue durante siglos considerado fin del mundo conocido en occidente, es para muchos peregrinos la culminación del Camiño de Fisterra y de la peregrinación xacobea. Pero en todo el monte del cabo, el Monte Facho, antiguo Promontorio Nerio, existen más lugares de sumo interés que fueron fundamentales en la historia de las peregrinaciones a este viejo confín del mundo. Así, subiendo desde el Cabo Fisterra a lo alto del Monte Facho, hemos querido continuar nuestra peregrinación por el Finis Terrae para ir a conocer un paraje muy importante y especial en toda la tradición fisterrana, tanto xacobea como precristiana: el Monte San Guillerme, donde están las ruinas de un antiguo santuario entre unas rocas y en un lugar de extraordinaria belleza y magia. Para llegar a él puede emplearse la carretera que sube desde la explanada del faro tomando luego, antes de la cima del Facho, una pista a la derecha que, por tramo bastante llano, nos lleva a San Guillerme


El Monte San Guillerme, ya a la vista, es una estribación al este del Monte Facho, nombre este que hace referencia a que en estas alturas estuvo el primer faro de Fisterra, el cual sería una hoguera que se vería en la distancia, aviso a navegantes y señal de alerta ante ataques por mar. La tradición cristiana afirma que el Apóstol Santiago predicó en Fisterra y mandó hacer un santuario en sustitución del precristiano altar del Ara Solis , que fue destruido. No sería inverosímil que se tratase todo ello de una explicación popular, con presencia de santos y apóstoles, de la acción evangelizadora de los primeros misioneros, quienes tal vez llegados por mar, con las activas y antiquísimas rutas comerciales marinas, extenderían el culto cristiano por la antigua Gallaecia desde estas rías y sus promontorios, transformando los nemeton o santuarios naturales galaicos aquí existentes desde tiempo inmemorial, en un conocido proceso de sustitución que suele darse con la llegada de nuevas religiones que transforman a las creencias anteriores y sus divinidades con el hábito y nombre de nuevos santos


Pronto, una senda señalizada a la derecha nos lleva a este antiguo asentamiento, guardado por el monte. La ermita de San Guillerme fue durante siglos el santuario más occidental de la cristiandad y sin duda cristianizaba estos parajes de ancestrales cultos y creencias anteriores. Desde la Edad Media tenemos documentos de cronistas y viajeros que hablan de la llegada a Fisterra como culminación de la peregrinación a Santiago y en concreto del santuario de San Guillerme, el cual aprovecha en su construcción el hueco natural de un penedo que forma parte de esos llamativos conjuntos de roquedos o peñascales similares a las famosas Pedras Santas de Fisterra tan abundantes en el cabo y en toda la Costa da Morte. Por aquel entonces la iglesia de Nosa Señora das Areas, a la salida de Fisterra, era solo un templo edificado sobre el antiguo hospital de peregrinos que allí existió en un principio, peregrinos cuya meta eran el cabo y este eremitorio de San Guillerme. Su importancia era tal que se tenía como el lugar en el que se completaba totalmente, devocional, física y mentalmente, el Camino de Santiago. No solo el Camino a Compostela, sino al mismo mar por donde según la piadosa creencia el Apóstol llegó a predicar a Galicia y por donde sus discípulos Teodoro y Atanasio traerían su cuerpo de regreso a los lugares que vieron su ímpetu misionero, tras su ejecución en Palestina. Con el tiempo San Guillerme iría decayendo y sería la nueva iglesia mariana fisterrana la que ostentaría el patronazgo de la villa de Fisterra


Y ya llegamos a las ruinas de la ermita y asentamiento de San Guillerme, situadas en una atalaya de 22 metros de altura orientada sobre la ría de Corcubión y la mar océana, en el monte de este nombre. Así en el siglo XIV el caballero magiar George de Grisaphan, atormentado por una vida de atrocidades y peregrino en Fisterra, escribe en sus Visiones Georgii de este paraje como "lugar muy solitario, desierto y apartado notablemente de los hombres y sus viviendas, situado entre montes altísimos que casi nadie frecuentaba". George de Grisaphan escribía esto en su obra  Visiones Georgii, narrando como tras llegar como romero en Compostela se quedó en Galicia como ermitaño y preguntó a los frailes de la catedral por un sitio apartado para retirase a la oración contemplativa, los cuales le señalaron este lugar pues "era un lugar muy solitario, desierto y apartado notablemente de los hombres y de sus viviendas, situado entre altísimos montes que casi nadie frecuentaba". Su visita causó tal expectación que la vecindad empezó a visitarle asiduamente, por lo que a los cinco meses hubo de marcharse


El enclave sacralizado era como hemos dicho el resultado de la evangelización de este espacio relacionado con el Ara Solis o Altar del Sol relatado por viajeros y cronistas muy anteriores, a donde acudían gentes de todo el orbe a ver al astro rey ocultarse sobre el horizonte. Justo en esa época, baja Edad Media, las peregrinaciones se intensificaron al ir desapareciendo la amenaza de las grandes invasiones marinas de vikingos y sarracenos y con el aumento de la población que se iba asentando en los otrora expuestos puertos naturales al amparo de las rías, fundándose instituciones hospitalarias para los romeros que acudían de Santiago a venerar este templo y el de Santa María das Areas, justo donde arranca la subida al cabo, construido en torno a un hospital de peregrinos que daba servicio a estos santuarios, y donde se adora desde entonces al Santo Cristo de Fisterra, que al decir de la tradición apareció justo al pie de este lugar, en la Praia das Cabanas, lugar en el que la leyenda quiso que acabase el Ara Solis, el Altar del Sol, arrojado como símbolo pagano por Santiago montaña abajo hasta el mar


En el año 1417 el noble francés Nompar II, señor de Caumont escribe de "San Guillermo do Deserto" tras llegar desde Maroñasy en el siglo XV es el polaco Nicolás Poipelovo quien gana en este santuario la indulgencia plenaria. En 1539 es el veneciano Bartolomé Fontana quien narra sus impresiones del hospital de peregrinos y de los guías que orientan a los romeros hasta San Guillerme

San Guillerme, según nos explica el investigador Juan Gabriel Satti, aparece reflejado en el Derecho Canónico del sur de Francia como final del camino para muchos peregrinos, y así lo señala el Doctor Lousi Th. Maes en su libro dedicado a las peregrinaciones a Fisterra. En Flandes era mencionado como lugar de peregrinación penitencial junto con Santiago de Compostela y Santa María de Ortigueira, así en Lieja o Liege el derecho estipula en sus reglas la peregrinación a este lugar como expiación de ciertos delitos violentos (peleas) dentro de las iglesias, habiendo el reo de realizar dos peregrinaciones a Santiago, una por la iglesia ofendida y otra por la víctima. Igualmente los reos de asesinato debían llevar un aro al cuello, brazo o cintura hecho con el metal del arma empleada. A la vuelta tenían que acreditar su viaje y, si la otra parte los perdonaba, podían volver a casa

Se estipulaba en el derecho flamenco que había peregrinaciones mayores, a Roma, Santiago, Canterbury y Colonia, y menores, a santuarios de especial devoción por sus reliquias. Por lo general una peregrinación mayor llevaba unida otra menor, como en el caso de Santiago, prolongándola hasta Fisterra. Las condiciones de los caminos y sus paradas, alojamientos, seguridad, higiene, infraestructuras, etc. no eran ni mucho menos las de nuestros días y las peregrinaciones eran una verdadera penitencia de la que muchos no regresaban, enfermaban y morían, eran robados o asaltados, padecían calamidades y abusos, sucumbían ante el esfuerzo, pasaban hambre y frío... los hospitales asistenciales no siempre funcionaban bien ni reunían las más elementales condiciones de habitabilidad, y un sinfín de contrariedades que se incrementaban cuando había alguna condena de por medio: entonces habían de peregrina descalzos, sin armas, con vestimentas pobres, ayunando y solo tomando legumbres, pan y agua, menos los domingos y festivos, sin detenerse más que un día en el mismo lugar. Tampoco les estaban permitidas transacciones comerciales

Por la documentación conservada sabemos que los penitentes a San Guillerme de Fisterra procedían de poblaciones como la mencionada Lieja, así como Amberes (2.450 sentencias de 1415 a 1513), Gante (1.376 sentencias de 1350 a 1360), Alost y Malinas. Eude Rigaud, arzobispo de Ruán desde 1248 a 1279, afirmaba que una de los mejores castigos para los clérigos descarriados era enviarlos a peregrinar


Etienne van Cauwenberg, en su trabajo dedicado a las peregrinaciones expiatorias y judidicales, relata que dos reos de Gante y otros dos de Alost fueron condenados a peregrinar a Ortigueira y luego, en caminata tenida por más penosa, a Fisterra, pues la justicia de Gante solo la condonaban por trece libras en metálico, cuando a Santa María de Ortigueira era de diez y a Santiago de doce


Los restos que llegaron a nuestros días revelan que San Guillerme disponía de una estructura construida de mampostería granítica adosada a una gran piedra cuadrangular que forma una pequeña cueva. Tendría tejado a dos aguas. El altar de piedra de su interior, también cuadrangular, conservaría su altura originaria. No muy lejos se hallan las señales de un asentamiento de población, en Vilar Vello, pendiente de los pertinentes estudios arqueológicos


El conjunto exhumado hasta la actualidad delata sus diferentes etapas constructivas y que en la zona sur del santuario hay vestigios de uso doméstico que delatan la existencia de hogares o lareiras.


En este aspecto se demuestra una cronología constructiva que va del siglo XII o XIII (independientemente de una ocupación muy anterior, siglos VII-VIII y de la que se observan vestigios) al XIV. Las excavaciones del año 2008 arrojaron nueva luz a estos hallazgos


El culto del Ara Solis donde ya los romanos, sabedores por anteriores navegantes de las maravillas del lugar, admiraron sobrecogidos la puesta de sol, simbolizan la veneración solar en este estratégico lugar en el que se le ve morir cada mañana sumergiéndose en océano para resucitar a la maña siguiente en un ciclo vital al que se superpuso el Cristo de Fisterra cuya resurreción con tanta intensidad se celebra en la Semana Santa fisterrana. Creencias de muerte y resurrección basadas en las virtudes de la fertilidad y plasmadas estas  físicamente en el célebre leito do santo, el lecho o cama del santo (tumba atribuida a San Guillermo, de quien pronto hablaremos), piedra venerada a donde iban las parejas con dificultades para tener hijos, plasmando su deseo y amor sobre este verdadero altar en un ritual similar al de otras regiones europeas de realizar el acto sobre piedras sagradas en casos especiales


Se trata de un sepulcro antropomorfo con vestigios de símbolos solares en él cincelados. Las investigaciones arqueológicas informan que podría ser del siglo VII por lo que sería muy anterior al San Guillermo de la tradición. Más posiblemente sería en todo caso un ermitaño que velaría por el culto del recinto. Otra tradición posterior relata que la advocación de San Guillerme procede de un ermitaño así llamado que habitó el lugar en la alta Edad Media. Para unos ese eremita sería nada menos que Guillermo X Duque de Aquitania, quien peregrinó a Santiago en el siglo X y sería conocido popularmente como Don Gaiferos. Para otros sería otro San Guillermo, el conocido como Guillermo I El Santo, Guillermo de Tolosa, El Grande o de Gellone, entre otros sobrenombres, personaje histórico que vivió en tiempos de Carlomagno. Una explicación intermedia sería que sí habría un ermitaño al que la gente tendría como santo y ese fue el San Guillerme que llegó a nuestros días


En relación con el ermitaño existe una leyenda trascrita por el polaco Erich Lassota de Steblovo (de quien tanto hablamos en esta ruta) en 1580 que dice que a media milla de la iglesia de Santa María das Areas...
"... cuando se retira el mar se ve al pie de una montaña, el vino que el demonio derramó. Porque se dice que un día vinieron allí algunos franceses, y pasaron al pie de la montaña; al ermitaño que bajó a verlos le regalaron un barril de vino tinto; al marcharse ellos el ermitaño quiso llevarse a sus espaldas el barril a la montaña, más un demonio disfrazado de campesino se le apareció, y el ermitaño le pidió el favor de ayudarle empujando por detrás el barril para que no le pesara tanto. Y el demonio se prestó a ello con mucha amabilidad. Pero, subiendo, el demonio en lugar de ayudar tiraba para atrás para que pesase más, y por último pegó un tirón tan fuerte, que hizo rodar al santo con su barril hacia abajo, y en este suceso no sólo el barril se estrelló, sino que el vino se puede ver todavía sobre las piedras derramado, y el ermitaño se rompió también un brazo y una pierna. Yo no pude verlo porque la mar estaba muy agitada"
En aquel lugar sería donde la leyenda afirmaría encontraron los pescadores la imagen del Cristo de Fisterra, arrojada al mar al echar lastre un barco que luchaba contra la tempestad y que al punto se calmó. Afirma la Xacopedia:
"Sea como fuere, investigadores como Esmorís Recamán no tienen dudas de que el lugar estuvo antaño habitado por algún eremita de nombre Guillermo, a quien por sus virtudes, tal vez el propio pueblo acabó canonizándolo. Lo cierto es que el lugar se convirtió en un espacio de culto temprano, mucho antes de la llegada del Cristo de Fisterra"


Un buen día se dice que un obispo cansado de la vigencia de una costumbre pagana poco asimilable mandó partirla en pedazos, pero el lecho ahí se conserva aún y, para no pocos, sigue conservando sus milagrosas virtudes. De él que escribe en 1745 el Padre Sarmiento
"No hace mucho tiempo, había una pila o cama de piedra en la que se echaban marido y mujer que, por estériles, recurrían al santo y a aquella ermita..."

A partir de entonces San Guillerme languidecería hasta ser abandonado. Entonces Nosa Señora das Areas le sustituiría definitivamente como lugar de culto en el siglo XVII. Algo después el enclave de San Guillerme sería destruido, unas fuentes dicen que por los franceses,quienes se llevarían el cuerpo del santo, lo cual nos llevaría bien a una incursión por mar o bien a la invasión napoleónica de primeros del siglo XIX y otras fuentes por mandato de la Iglesia, en el siglo XVIII. También se señala que su ruina llegó en el XVII oincluso el XVI, sin más precisión que "fue destruido", llamándonos la atención que todas esas fuentes hablan siempre de destrucción en vez de abandono.


Así en 1673 el peregrino Doménico Laffi ya se detendría más en su romería en la iglesia de Santa María o de Nosa Señora das Areas, pero sin dejar de lado que las fogatas de la montaña y los alrededores de San Guillerme


Ya abandonándose el santuario es el Padre Catoira quien afirma que  "la ermita de Finisterre, por tradición de aquel reino, se tiene haberla erigido nuestro Santiago, cuando destruyó en aquel sitio el bárbaro culto que los gentiles daban al sol, en la dilatada planicie de aquel monte, que llaman Ara Solis"


Y aún después el célebre viajero, filólogo, predicador protestante y corresponsal George Borrow Jorgito el inglés, quien viaja por media España llegando a Fisterra, dejando su visión del lugar en la famosa obra The Bible in Spain, or the Journey, Adventures, and Imprisonment of an Englishman in an Attempt to Circulate the Scriptures in the Peninsula (Londres, 1843) y traducido como La Biblia en España por Manuel Azaña:: "Según la tradición de toda la antigua cristiandad, Santiago, el santo patrono de España, predicó el evangelio a los idólatras españoles"


San Guillerme y su entorno siguen centrando la atención de numerosos peregrinos, historiadores e investigadores, hasta nuestros días. Asimiso es un espacio de alto valor ecológico, natural y paisajístico.


No quisiéramos aún dar por terminada la peregrinación a Fisterra. Ya que estamos en lo alto del monte podemos regresar a Fisterra bajando hacia A Insua para acercarnos a la playa de Mar de Fóra, un espacio natural de gran belleza y con unos atardeceres fisterranos absolutamente impresionantes. Para no perdérselo por nada del mundo...






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