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lunes, 21 de marzo de 2016

MUXÍA: DEL PUERTO A LA IGLESIA DE SANTA MARÍA, RUTA A LA VIRXE DA BARCA

Muxía
Llegamos a Muxía viniendo por las playas de Espiñeirido y de la Cruz bajando desde San Roque y Chorente tras visitar el monasterio de Moraime. Aquí tomamos la Avenida López Abente, dedicada a este gran escritor y poeta galleguista, para dirigirnos al Miradoiro da Punta da Cruz donde está el Cruceiro Milagroso, dando vista a la Ría de Camariñas y desde ahí continuar al centro de la villa por la Rúa Mariña. Desde aquí vemos el cónico y rocoso Monte do Corpiño y, a su derecha, algo oculta entre dos altos edificios, está la iglesia parroquial de Santa María de Muxía, al lado de la que estuvo el Hospital de Nuestra Señora del Rosario, dedicado a acoger a los peregrinos que se dirigían al santuario de Nosa Señora da Barca, al otro lado del Monte do Corpiño, picudo picacho donde se halló el pequeño cuerpo que le da nombre, parte de algún antiquísimo enterramiento relacionado con ancestrales cultos cristianizados por los monjes de Moraime, el cercano monasterio


Y es que independientemente de la existencia en las inmediaciones de asentamientos castrexos, romanos y suevos, la historia de Muxía está vinculada a ser un fondeadero y puerto natural desde la más remota noche de los tiempos que sin duda fue aprovechado desde tiempo inmemorial. Pero el origen de la actual población tiene que ver con ser territorio bajo la jurisdicción del dicho monasterio de Moraime, quienes aprovecharon su situación y permitieron asentarse pobladores procedentes de otros lugares. Estos monjes benedictinos que dieron nombre a Muxía (monxía) fomentaron el culto mariano y cristianizaron estos enclaves, sustituyendo unas creencias por otras pero dejando los lugares sagrados, donde alzaron templos cristianos y fomentaron tradiciones piadosas que impulsaron las peregrinaciones


Así que quiso la mariana tradición que esta tierra fuese escenario del apostolado de Santiago, quien llegó a Muxía, en concreto a la Punta Xaviña, desolado porque pensaba que su prédica no hallaba eco en los habitantes de estas tierras, incluso castigados con la inundación de la mítica ciudad de Dugium, en las inmediaciones de Fisterra, pues se negaba a atender a su evangelización. Llegó pues aquí el Apóstol desolado cuando vio a una barca de piedra en la que venía la Virgen María, quien le dió ánimos y le consoló diciéndole que su labor estaba hecha, había dejado semilla y había de retornar a Jerusalén. Las partes de la barca quedaron para siempre en Muxía, grandes rocas a las que se quieren vier formas de casco, de vela, de timón... y que fueron el origen de las peregrinaciones a este promontorio sobre el Atlántico


Todo tiene visos de ser una cristianización de culto a las piedras, sus formas y propiedades, tenidas por mágicas o milagrosas desde los albores del tiempo. Algunas son oscilantes e incluso por algún motivo con ello relacionado emitían algún ruido. No obstante hemos de decir que tal vez la historia xacobea, dejando aparte su verosimilitud histórica, tenga el trasfondo real que es que estas rías vieron la llegada de muchas singladuras, rutas comerciales ya conocidas por los fenicios en busca del estaño desde sus bases mediterráneas, rutas luego conocidas por griegos y romanos. Junto con mercaderes, navegantes que buscaban fondeadero y escala, y también invasores, fluían gentes y con ellos su acervo técnico, cultural y religioso. No es nada extraña que la nueva religión, nacida en el oriente mediterráneo, llegase aquí primeramente precisamente por mar, caminos más rápidos que por tierra aunque más expuestos a zozobras. En ese aspecto conviene señalar que el monasterio de Moraime parece estar construido en las inmediaciones de unos de esos primeros enclaves sde la antigua Gallaecia


Por eso las primeras casas de Muxía se sabe estaban en esta ribera bajo el Monte Corpiño, donde las barcas se arrastraban tierra adentro a través de una desparecida playa ya que no había muelles. La Praza do Cabo da Vila era su extremo sur. El territorio ya aparece vinculado a la diócesis de Iria Flavia en fecha tan temprana como el año 572, sin duda en relación con alguna fundación antecesora de monasterio de Moraime


Al sur, en zona actualmente construida, se extendía A Camposa, campos de cultivo como su nombre indica. La costa, arrasada por ataques normandos y sarracenos, vivió una cierta paz al cesar a partir de la baja Edad Media lo peor de las invasiones, asentándose, al amparo de las tierras monacales, nuevos pobladores procedentes de Cereixo, siendo en ello de gran valor los privilegios concedidos para ello por el monarca Alfonso VII, quien pasó varios años de su temprana juventud en el monasterio de Moraime, acogido a su protección frente a sus oponentes dinásticos


Muxía aparece citada en el año 1313 en el cartulario del genovés Pedro Visconte logrando el título de villa en 1345. Además de un más que posible lugar sagrado precristiano y su puerto natural, junto con la dependencia monacal y el aprovechamiento pesquero, la historia de Muxía aparece vinculada a los linajes que ejercieron su influencia sobre la población, como el Conde de Altamira. Hombre de confianza de los condes era el capitán Fernán Álvarez de Carantoña, quien tenía su palacio en la Pena do Pazo


Las peregrinaciones a Muxía fueron alentadas por el clero compostelano pues a través de Moraime estaba dentro de su órbita de influencia, frente a otros puertos dominados por linajes feudales. En esta competencia se buscaba la concesión del privilegio real del derecho de carga y descarga de su puerto a nivel internacional. Villa y puerto fueron asaltados ya por los franceses en 1522 y el monarca Carlos I, dada su estratégica situación, se lo llegaría a cambiar a los monjes por otro territorio


Momento de esplendor de Muxía fue avanzado el siglo XIX, cuando, recuerándose del tremendo asalto que sufrió toda la comarca durante las guerras napoelónicas y librándose paulatinamente de influencias señoriales, llegaría a ser un gran puerto pescador y marinero, célebre por la sardina y el congrio, entre otras especies, siendo la villa centro administrativo, comercial y de servicios de todo el concello


A principios del S.XIX sobresalía ya la importancia pesquera de Muxía, destacando sobre todo las capturas de sardina y congrio; a mediados del siglo, la villa ya cumplía la función comercial y de servicios con respecto al resto del municipio, comezando a sobresalír también de manera importante el arte del encaje, as palilleiras, industria artesanal cuyo origen en Galicia es discutido, tal vez relacionado con los mercaderes italianos de los paños de Flandes y que llegó a exportarse por toda España y gran parte de Sudamérica


Aún a principios del siglo XX, cuando Muxía, tenía unos mil habitantes, la playa era el lugar de arribada de las lanchas pesqueras. Las primera carretera enlazaría Muxía con Berdoias en los años 20 de aquella centuria, llegando también la luz eléctrica


Tras las penurias de la guerra civil y la posguerra la revalorización del pescado en los año 50 le dio a Muxía un nuevo auge y más tarde, al descubrirse el gran caldero Canto, hubo una importante prosperidad que cambió a partir de los año 70 el aspecto de la localidad, construyéndose nuevos edificios dado el incremento demográfico, su bien hay que decir que no siempre respetando unas pautas estéticas y urbanistas acordes con tan hermoso enclave y su historia


Hoy en día Muxía es capital de concello con todos los servicios que ello conlleva. Esta fachada marítima que mira a puerto y ría concentra buena parte de la hostelería, destacando la gastronomía marinera de pescados y mariscos


Un pedazo de arenal aún se ve al pie de aquellos edificios. En medio vemos unas casas de piedra, muestra de lo que era la arquitectura tradicional del viejo puerto de pescadores. Por ellas habremos de desviarnos al interior de la villa para ir a la iglesia de Santa María y luego al santuario de la Virxe da Barca


Unos miradores jalonan el recorrido por la Rúa Mariña


Así como los mojones camineros


Un trozo de la primitiva playa


Aquí dejamos el paseo marítimo de la Rúa Mariña. Ahora por A Rambleta hacia la Rúa Real llegamos al centro histórico muxián. A Praza da Constitución era el centro de la antigua villa, donde se celebraban mercado y fiestas


En esta explanada iremos a la derecha


Un gran panel nos informa de la ruta a seguir


De la Rúa Real a la iglesia de Santa María


Edificios nuevos junto a tradicionales casas de piedra con balcón componen esta rúa


Casa de corredor


Galerías


A lo lejos reconocemos el campanario de la iglesia


Un grandísimo balcón... florido y hermoso.


A Praza da Casa do Mar, donde estaba el alfolí de la sal, monopolio comercial otorgado a Muxía en el saiglo XV.


Seguimos avanzando


Filas de casas y edificios de pisos


Oficina de información turística de Muxía


Hay hoteles y pensiones, si bien estas rúas del interior, levantadas sobre el itsmo, suelen ser más tranquilas que el paseo marítimo


A la derecha la casa rectoral, señal que nos acercamos a la iglesia


Bifurcación y a la derecha


Subiendo un poco


Sobre estos muros se asienta la iglesia. Nos desviamos a la izquierda por las escaleras de barandillas metálicas


Viendo los penedos del Monte Corpiño


Y llegamos a la iglesia parroquial de Santa María de Muxía. Se trata de una iglesia gótica, del denominado gótico marinero, aunque con reminiscencias románicas. Es de una nave con techumbre a dos aguas de madera y teja, así como ábside rectangular. Al lado estuvo la antigua Capela da Encarnación, fundada en el siglo XV por Alonso García y destruida en los años 70 del siglo XX para construir nichos. Sus restos fueron recuperados en el año 2015


Antaño hubo también al lado de esta iglesia un hospital de peregrinos dedicado a Nuestra Señora del Rosario, del que un informe del año 1585 decía... "En la villa de Muxía ay otro hospital que esta junto a la Yglesia; tiene su capilla y su casa baxa donde bibe el hospitalero y encima esta doblado con su sala y un aposento: está bien reparado y tiene alguna ropa, tiene de renta un ferrado de trigo y unas casas que son la mitad de la casa en que bibe Vilaboa en la plaza y otra mitad de otra casa junto a la yglesia queta bacia y un quarto de otra questa cayda"


Destacan los contrafuertes góticos del edificio. Hay varios canecillos esculpidos en la parte posterior de la nave y en el ábside cuadrado. El primer testimonio escrito procede del año 1203, cesión del Papa Inocencio III al monasterio cisterciense de Carracedo en El Bierzo


Sobre las rocas y separado del tempo está situado el campanario. El Camino pasa, estrecho, entre ellos


Esta espadaña exterior tiene toda la traza de ser una construcción dieciochesca


Su sombra se proyecta sobre la fachada sur de la parroquial. Seguimos por el paso entre las rocas y el santuario sito a la izquierda


Al pie del campanario, un Cristo de piedra...


A la derecha pasaremos junto a la portada oeste


Es de arco ligeramente apuntado, reocorrido por arriba por una banda de dientes de sierra, tímpano sin decoración pero bajo el que dos ménsulas a ambos lados del dintel de la puerta muestran figuras labradas, una de ellas un fraile. Los capiteles de las columnas muestran decoración muy gastada


Cristo y Campanario


Al pasar al otro lado veremos la capilla gótica del Rosario, de finales del siglo XIV, advocación del antiguo hospital de peregrinos


Sobre la capilla una vieja cruz de piedra


Y seguimos ahora por el bello sendero empedrado que va a Nosa Señora da Barca


Caminamos sobre Rúa Virxe da Barca, sobre los famosos secaderos de congrio de Os Cascóns ante A Pedra dos Corvos y el dique del puerto, viendo todo este sector de la Ría de Camariñas. A la dereha, enfrente del dique portuario está la Punta do Corpiño de Chorente y a su derecha la Praiz de Espiñeirido bajo el Monte de San Roque, por donde viene el Camino, procedente de Moraime. Más a la izquierda y en la lejanía veremos Merexo y las playas de O Lago y de Punta da Barreira, bajo Monte Agudo (248 mts.)


 Se dice que los de Muxía son los últimos secaderos de este pescado que quedan en Europa. Aquí los vemos "desnudos" aún. Sin los peces colgando. Ya en la baja Edad Media los puertos gallegos comerciaban con el congrio seco a cambio de cáñamo procedente de Cataluña y Aragón para la cordelería de las embarcaciones que se hacían en los astilleros de Galicia


 Ante los secaderos las Illas Os Carreiros, peñascos del mar. A la izquierda asoma un poco el puerto de Camariñas. Al fondo la Praia da Barreira con las costas de la parroquia de Leis de Nemancos y la desmbocadura del Rego Grande, llamado Rego do Porto al salir al estuario en esa localidad


 Varias farolas iluminan esta senda


Pasamos al lado de unas casas y sus terrenos


Zona de arbustos


Nos acercamos a las casas que hay antes del santuario de Barca


Aquí hay huertas


Dando vista a la gran boca de la Ría de Camariñas


Con el Cabo Vilán al fondo, cuyo altísimo faro, inaugurado en 1896, fue el primero eléctrico de España, hecho para sustituir a otro más antiguo tras la catástrofe del Serpent, buque de guerra inglés que embarrancó y se hundió en estas costas en una terrible catásatrofe marinera


Y el Monte Farelo con el santuario de la Virxe do Monte, también concello de Camariñas, que se dice es hermana de la Virxe da Barca de Muxía. Otro centro de romerías, peregrinaciones, tradición y leyendas marineras en torno a sus milagros y veneración. A la derecha está la también llamada Praia de Lago


Pasiajes de la Costa da Morte, apelativo de este litoral tan afectado por los naufragios, uno de los más recientes y graves aunque no hubo víctimas mortales directas fue el del Prestige en el año 2002, cuya carga de fuel se desparramó y extendió por las costas atlánticas y cantábricas en una catástrofe natural inmensa


Muxía, atalaya de la mar océana


Y ya ante nosotros el Atlántico en todo su esplendor, el antiguo Mar Tenebroso ante el cual temblaron antas los más intrépidos generales romanos, cuando vieron al sol, textualmente, arrojarse sobre el océano al atardecer con una gran llamarada. Aquí está O Cruceiro da Barca y al fondo A Ferida, monumento que recuerda la catástrofe del Prestige


Por aquí nos encaminamos al santuario da Nosa Señora da Barca, un lugar impresionante donde se unen los más sublimes encantos del paisaje y de la historia, ante las piedras sagradas que, dice la leyanda, fueron la barca de la Virgen María cuando vino a avisar a Santiago que era ya buena hora de regresar a Tierra Santa... por mar, como él llegó. Fantástica simbiósis de intrépidas singladuras y evangelizaciones de ritos cuyo más remoto origen se pierde en la noche de los tiempos...


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