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miércoles, 26 de octubre de 2016

LA SENDA COSTERA EN LLANES (ASTURIAS) 3. EL BRAMADORIU DE EL PALU: "EL BUFÓN DE ARENILLAS" QUE INSPIRÓ A JOSÉ ZORRILLA

 

Peregrinos en la boca de un bufón de El Palu ("Arenillas"). Vidiago (Asturias)

Este es el bufón, o mejor dicho, uno de los bufones, de El Palu, al norte de Vidiago, en Llanes, Asturias, que por uno de esos errores de ubicación toponímica tan habituales pasó desde hace tiempo a ser conocido como de Arenillas, si bien este otro campo de bufones se encuentra en realidad un poco más al oeste. Dada su inmediatez a la Senda Costera de Asturias (GR-204), que muchos peregrinos emplean como alternativa, al menos hasta la villa de Llanes, al Camino de Santiago, dado que este tiene varios tramos, alguno muy largo, por el sufrido arcén de la N-634, este puede ser visitado in situ por los caminantes

Los bufones o bramadorios son oquedades formadas por la erosión marina en la roca caliza y por las que sale agua con gran presión y altura (hasta 10 metros), así como sonoro estruendo en días de temporal al salir con fuerza y estrépito un gran chorro de mar impulsado por el aire empujado con fuerza al interior de cavidades subterráneas horadas por el ímpetu del oleaje en las partes más blandas del acantilado y la roca madre


 En jornadas más calmosas también rugen y echan agua filtrada con fuerza y presión, aunque con menos "fiereza", por eso las mejores ocasiones para verlos son los de tormenta y vendaval en grado sumo, con la mar agitada del otoño y del invierno, arbolada por las galernas en el Cantábrico, días desapacibles de grandes marejadas o mareonas y en pleamares de unas temporadas en las que pasan menos peregrinos pero que, los que lo hacen asistirán a este espectacular prodigio de las fuerzas de la naturaleza que asombró al gran dramaturgo y poeta romántico José Zorrilla, autor de Don Juan Tenorio, quien lo conoció durante su estancia en Vidiago los meses de octubre y noviembre de 1882, ya en plena temporada de bufones


Fruto de aquella estancia en Vidiago, invitado por su amigo el acaudalado indiano Manuel Lamadrid a su recientemente adquirida mansión de La Casona de Ignacio Villar  (El Palaciu Vidiago) fue su obra El cantar del romero, donde le dedica varios versos a El Bufón de Vidiago, he aquí el primero

"EL BUFÓN DE VIDIAGO"

I

 Vuelve a surgir, inspiración dormida
en el fondo de mi alma fatigada,
sobre los desengaños de la vida
y ante su fin ya próximo... la nada.
En tu pulmón la voz enmudecida
busca y tu fuerza juvenil pasada,
y ven antes que el tiempo se me huya
y el hálito vital se me concluya.
Lo sé: los años sobre mí se apilan:
ya abre ante mí la eternidad sus puertas;
sobre la tierra ya mis pies vacilan:
mis oídos ya torpes y ya inciertas
mis miradas están: ya se aniquilan
mis fuerzas corporales: pero aún vive
la fe de mi alma; en mi cerebro aún arde
esa chispa de sol, la inteligencia,
emanación de Dios; que de Él recibe
el poeta de fe que a Dios concibe;
que en el hombre de fe se nubla tarde
y se apaga no más con su existencia:
porque Dios a su espíritu , la adhiere
con la inmortalidad, y a su presencia
va con el alma cuando el cuerpo muere.
Y aún vive en mí, fermenta todavía
y en mi caliente corazón se esconde
esa honda fe que por doquier me guía,
y aun a la voz de la alma poesía
mi independiente corazón responde.
Aún vive: siento aún y aún oigo y veo
por donde fijo la insegura planta
las faz de Dios y su presencia santa,
de negarle o no verle nunca reo:
hoy que en la tierra mi vejez paseo,
sus maravillas ante mí levanta;
y poeta de Dios, porque en Dios creo,
mi inspiración sus maravillas canta
Llegada a El Palu, con la ensenada de Purón enfrente

Así se ve la pradería de El Palu un día de verano según llegamos a ella desde Pendueles y La Playa Bretones siguiendo la senda costera, la mar está en calma y los bufones no bufan ni braman, pero hace sol y la vista es estupenda hasta la ensenada de Purón, donde desemboca el río de este nombre hito fluvial muy importante tanto en el Camino de Santiago como en esta ruta litoral


Ahí tenemos La Punta la Teyera, con sus acantilados, que guarda la ensenada por el oeste y, más atrás, asoma la parte superior del Castru Ballota, islote acantilado que se alza unos 43 metros sobre las aguas

Más arriba y a la izquierda La Cuesta Cue, por donde sube la senda costera luego de cruzar El Ríu Purón por una pasarela y atravesar el pueblo de Andrín. En lo alto está el monte La Tuerba (137 m), con el mirador de La Boriza, de excelentes vistas sobre la costa y desde cuyas inmediaciones empezaremos a ver la villa de Llanes, capital del concejo, a donde podremos seguir por la misma senda, reuniéndonos con el Camino de Santiago en la capilla del Cristo del Camino (La Cuesta'l Cristu) o bajando por la carretera local LLN-2 hacia Cue y dirigiéndonos al casco urbano llanisco por Puertuchicu


Aquí, en esta llanísima campera de El Palu es donde los vecinos de los diferentes barrios o aldeas de la parroquia de Vidiago celebran todos los años la Fiesta del Segador en el mes de agosto, a la que acuden también numerosos veraneantes, con misa, comida y romería campestres


Uno de los símbolos de la fiesta es la joguera o h.oguera (con "h.", hache aspirada), un gran tronco de árbol, ahora un ocalito o eucalipto y antiguamente humeros u otras especies autóctonas altas, que plantan los mozos del pueblo tras robar el árbol y traerlo a este lugar, colocándolo en el terreno,  bien hincado, sin escatimar esfuerzos ni pericia y siguiendo una tradición ancestral, es posible que, comparándola con otras similares existentes en gran parte de Europa, de origen prehistórico, como tal vez alguno de los bailes y danzas que se ejecutan tradicionalmente en estas fiestas


La joguera, si bien no se quema (es posible que muy antiguamente su leña, pasado un año, se emplease como leña), compite con la de otros pueblos en tamaño y aguante, ha de resistir ahí todo un año, hasta que se plante la siguiente


Es asimismo uno de tantos elementos identitarios de la comunidad, pues refuerza lazos de hermandad y colaboración vecinales, a la vez que entra en competencia, la pica o piquilla tradicional, con las jogueras de otros pueblos. Suelen colocarse arriba banderas, ramos, etc. y dejarse unas ramas sin podar para que luzca hermosa en la distancia


Y esta es una imagen de la senda costera en El Palu con la mar bravía del otoño ya entrado el mes de octubre, cuando los bufones también lucen en todo su esplendor



Ya en la distancia el chorro de aire y agua marina se divisa perfectamente y, a lo lejos, las olas parecen querer competir en bravura con estos bramadorios, batiendo el acantilado y saltando sobre él



Esto es lo que vería pues José Zorrilla y quiso plasmar por escrito en un poético cantar, estos son los siguientes versos de El Bufón de Vidiago en El cantar del romero:
II 
Ábrete, pues, ¡oh sésamo! Que encierras
el geniecillo ruin y microscópico,
que conmigo cruzó mares y tierras
desde la Alhambra hasta la mar del trópico.
Sal, atómico ser, sal de tu sueño;
rompe la leve cáscara del grano
de sésamo en que estás, átomo enano,
de los ingenios de hoy el más pequeño.
Sal y el viejo laúd toma en la mano;
pero vuelve gentil, ágil, risueño
como en el tiempo viejo, aun no en olvido,
cuando ibas, por mitad cristiano y moro,
la cruz al pecho y de alquicel vestido,
cantando a Dios y despreciando el oro;
cuando, de audacia y de locura ejemplo,
salmodiabas los versos del poeta,
lo mismo al son de la morisca pandereta.
Sal, genio mío, ven: te necesito:
ven conmigo a asomarte a un agujero,
por do el poder de Dios que veas quiero
en un rincón de Asturias donde habito:
ven no más a a escuchar un son, un grito,
un baladro, un bufido, un algo fiero
y encantador al par, santo y precito
tal vez: que nada siento, es algo empero
como huella de Dios, casi infinito.
Algo compuesto de agua, luz, espuma,
ímpetu, ruido, fuerza y movimiento,
que debe hoy escribir mi vieja pluma
y tú cantar con tu postrer aliento:
y este algo misterioso, indescriptible,
aéreo y corporal, sólido, hueco,
frágil y recio al par, inconcebible,
del cual vamos a hacer algo legible...
un poema tal vez... no es más que un eco;
mas ten presente, geniecillo loco,
que un eco siempre es algo, aunque es muy poco.
¡Ea, pues geniecillo que me inspiras,
a ver como de un eco en torno giras!
¡Sus! Tus alillas ágiles *desplega,
recorre desde la alfa hasta la omega;
tu vuelo es libre, tu labor sin coto;
con la palabra y la idea juega;
discurre, inventa, trama, afirma, niega,
canta, cuenta, salmodia... arma alboroto,
hasta que ese eco que a rumor no llega
sea el de un huracán o un terremoto.
Prueba a Asturias que puedes todavía
un eco en sus breñales escondido
convertir en raudal de poesía
y en un recuerdo de hombre agradecido.
Mas al hablarla de él... ¡por vida mía!
No vayas indiscreto o distraído
a alardear de saber mitología.
Asturias es romántica y cristiana:
salvó a Europa de ser mahometana;
y tierra en que es Santuario Covadonga,
su creencia y recuerdos no prolonga
hasta los mythos de la edad pagana.
No hables aquí de Ninfas: las de Grecia
no llegaron aquí: la Ninfa Eco
pasa aquí con razón por una necia,
que habló sin ton ni son y siempre en hueco.
Como Ninfa y Deidad la adoró Roma,
que adoró a todo Dios: pero se opina
aquí que Grecia la admitió, una broma
por dar a Roma, en la mansión divina.
Eco fue Ninfa: mas, sin forma humana,
hizo sólo en pinturas de persona;
y como Ninfa huera y casquivana
la aceptaron, de buena o mala gana,
desde el Areópago a la Sorbona.
Fue Ninfa, sí; pero la más perdida:
Divinidad rastrera y *rezungona,
sin dar la cara se pasó la vida
por cuevas, subterráneos y rincones
para escuchar a todos escondida,
cortando por do quier conversaciones,
metiéndose con todos en cuestiones
y en dividir a tontos divertida:
y como, impertinente y holgazana,
repetir nunca supo más que un trozo
de una farsa final, en la lejana
cavidad de una bóveda o de un pozo,
ya ni la poesía aquí la abona.
No hables, pues, de esa Ninfa charlatana,
aquí no quieren gente respondona:
y sabe la católica Asturiana
que ante la Cruz que el Gólgota corona
a las Ninfas ahogó la fe cristiana.
Aquí el eco no es más que un ruido, seco
o prolongado que, de voz humana
u otro son, se repite en algún hueco.
El eco que fue Ninfa muerto yace:
con que no hablemos más de esa villana,
y ven el mío a oír; que es un son vago,
que en las entrañas de la tierra nace
entre liquen, adelfa y jaramago,
que en dormir en un antro se complace,
y que en vapor y estruendo se deshace
en la Asturiana costa de Vidiago.

Imprescindible acompañar las fotografías de los correspondientes vídeos para comprobar la espectacularidad de es estos bufones o bramadorios de El Palu... que en realidad no de Arenillas, que está unos metros más allá, como leemos bien leemos en la Enciclopedia del paisaje de Asturias: en la voz Arenillas:

"Arenillas, Bufón de (Llanes)

Situado en la pradería de Arenillas, al noroeste del pueblo de Puertas de Riegu y a poca distancia del mar, en realidad se trata de dos bufones que expelen agua pero poca (aunque alguna vez puede alcanzar cierta altura); otras cavidades localizadas en Arenillas son simplemente cuevas enormes. Pertenece a la parroquia llanisca de Nuestra Señora de la Paz de Vidiago y al Paisaje Protegido de la Costa Oriental

El bufón del Palu, más potente y que se encuentra más al este del auténtico bufón de Arenillas, está catalogado erróneamente como de Arenillas y como tal goza de gran fama"

Sobre el asunto de la ubicación de los bufones de El Palu y Arenillas tenemos un documento excepcional, el artículo Los bufones de "Arenillas" del llanisco R. González Noriega en la entrada para su excelente blog Renglones perdidos, donde nos explica todo lo referente al lugar, sus fiestas, tradiciones y etimología:
"Este fenómeno kárstico tan común y abundante en toda la costa oriental asturiana, en concreto donde predominan las rocas calizas, da origen a frecuentes bufones por los que el mar expulsa con toda la fuerza el aire comprimido en las oquedades del litoral, agujeros excavados a lo largo del tiempo. 
Muy abundantes en toda la cornisa llanisca, destacan los "Bufones de Puertas", particularmente el existente en la ería de "El Palu", por su majestuosidad. 
Una falla del terreno perpendicular al mar dejó en una extensión aproximada de treinta metros una grieta, parcialmente cubierta por sedimentos por la que, cuando la mar está gruesa, se puede ver la salida de varias columnas de agua pulverizada. Desde el pueblo se escucha el ruido producido por los embites del mar que semejan la acción del dios Thor y que dio lugar a nombres de las playas llaniscas de Toró y Torimbia, y  muchos lugares también en los que se dan estos fenómenos costeros. 
Una lluvia de agua y pequeñas partículas de arena arrastradas por el aire dejó huella en los terrenos de las inmediaciones, en los que la vegetación dominante son hierbas adaptadas a una alta salinidad.  
El topónimo 'Palu' puede derivarse de >palustre< como lugar de agua. En la zona hay múltiples conos por  los que se escucha el mar y en uno de ellos, el llamado por los lugareños El Pozu "Las Salmorias", es en realidad una playa interna en proceso de formación, donde la mar entra por una cueva, que en su día, (de eso puede que haya que retrotraerse a varios millones de años), todo haya comenzado con otro bufón, pero que, al encontrarse con un terreno formado por sedimentos poco cohesionados, el socavón es mayor. Su nombre viene del término árabe <al morias< que significa lugares invadidos por la mar. Con el paso del tiempo se castellaniza añadiendo el artículo "las" sin retirar el que ya tenía, "al", dando así> "las Almorias" y actualmente> las Salmorias.  
Desde el Pozu "Las Salmorias" se pasa a nado hasta la mar libre, aunque en el tránsito si la marea está alta, hay que soslayar un pequeño sifón, allí donde es más lenta la erosión sobre las rocas.  
Un día de agosto, cuando los vecinos de Puertas, Riegu y Vidiago se juntan en este bello paraje para celebrar "La fiesta del segador", pudimos ver cómo un piragüista entraba desde la mar al interior del Pozu y dio la vuelta ante el asombro de quienes nos encontrábamos allí para refrescarnos del fuerte sol. 
El término 'Salmorias' me sugiere algo relacionado con la sal marina, que quizás se usase para encurtir las pieles y alimentos perecederos. También encuentro relación con el término castellano 'salmodias' de significado: canción repetitiva y cadenciosa, que venga del murmullo del agua en el oleaje que al pasar por la cueva deja escuchar el eco monótono del mar. 
Aunque en el cartel anunciador venga el nombre de Bufones de "Arenillas", según me comentaron varias personas del lugar, Arenillas es otro lugar no muy lejos del Palu, a unos trescientos metros al oeste, donde hay más bufones, quizás no tan sorprendentes como estos dos de El Palu, salvo en mar gruesa con tormenta que dan miedo tan solo del ruido que meten. El término topónimo viene de la abundancia de concreciones calizas formadas por infinidad de moluscos que dejaron su impronta fósil en las rocas.  
Hubo aquí hasta hace bien pocos años una cantera para la extracción de sillares que se usaron en la construcción de las casas señoriales, de indianos. La roca está plegada en lajas de un plegamiento vertical por efecto del empuje de la placa costera. Los canteros las extraían por medio de cuñas y resultan más fácil de labrar. Los restos amontonados forman montículos de gravas y permiten ver la variada fauna atrapada entre la caliza. Pasados los cartelones del bufón de El Palu, siguiendo el camino, y a la izquierda, hay una finca en la que se observan anormales montículos redondeados; pues bien: se trata de un antiguo calero donde se elaboraba la cal utilizando la roca y los abundantes tojos, "gromos" de los cuetos.  
No está de más advertir a quienes visitan estos lugares de interés turístico y cultural, estás sencillas premisas: 
1ª. El acceso por el camino es únicamente para peatones y bicicletas, a ser posible con timbre.  También lo es para los dueños de las fincas colindantes que las atienden con sus medios mecánicos. No es una pista de competición, salvo para zapatillas. Puede comprenderse casos excepcionales, como acercar a ver el lugar a personas con movilidad reducida, ya sean jóvenes o mayores. Pero en ese caso, respetando la prioridad de los peatones, sin salpicar ni levantar polvareda.  
2ª. Muy importante es la vigilancia atenta de los menores en esta costa y en todas, pues yendo por los senderos, se tropieza con oquedades y las hierbas de sus alrededores son muy resbaladizas. 
3ª. Los cierres de las fincas y los animales que en ellas pastan, se deben respetar. Los cortes de las alambradas al maniobrar los vehículos, dejan cabos sueltos en la senda que puede enredarse en las ruedas de las bicicletas.  
4ª. Es un lugar agradable para disfrutar de una comida y pescar quien tenga permiso, pero los restos de basura y pañuelos de papel para otros menesteres no deben dejarse sembrados. Existen suficientes excusados para aliviarse en los bosques y tierra para taparlo.  
5ª. Así también, evitar molestar o dar alimentos a los perros pastores. Entender que un animal solo no está abandonado ni del pastor ni del rebaño. Y tampoco abrir las fincas. "La naturaleza es de todos", escuché decir a una excursionista que atravesaba una valla para robar fruta. - No es así, -le dije- . ¿Le gustaría que alguien entrase en su jardincillo a comerle sus ... lo que sea!  
 En este lugar rodó J. Luis Garci varias tomas de la película "El abuelo".  
Pero, bastante tiempo antes,  don José de Zorrilla publicó en su obra "El cantar del romero", con motivo de su estancia en el palacio del pueblo de Vidiago (...)"


En la citada Enciclopedia del paisaje de Asturias, consultando sobre el nombre auténtico del lugar, El Palu, leemos lo siguiente:
"PALU, El Bufón del (Llanes)

Bufón localizado en la pradería de El Palu que en momentos de temporal expele agua a más altura que El Bufón de Arenillas. El poeta vallisoletano José Zorrilla le dedicó un famoso poema. Monumento Natural del Principado de Asturias, se llega a él desde el pueblo de Puertas de Riegu, de cuyo territorio forma parte, así como de la parroquia de Nuestra Señora de Vidiago y del Paisaje Protegido de la Costa Oriental"


Y tal y como hacen aquellos dos peregrinos, aunque por entonces aún no existía senda costera alguna sino que habría que caminar campo a través, se acercó José Zorrilla al bufón en el otoño de 1882 para luego escribir en El cantar del romero este verso III al bramadoriu que tanto le impresionó:
Vidiago es una gárrula aldehuela
donde un pueblo entre Céltico e Ibero
franco, trabajador, sobrio y sincero
labrador, traficante y ganadero:
suda en verano y en invierno vela
y del sudor y afán del año entero
los domingos alegre se consuela,
bailando al son del árabe pandero
y al compás de la etrusca castañuela.
Vidiago es el lugar tranquilo
después de una existencia consumida
en inquietud y afanes sin medida,
que allende de la mar nos tuvo en vilo,
con la vida en un tris, la alma en un hilo
y la esperanza de volver perdida,
un amigo leal del tiempo viejo
volvió al paterno hogar en pos de asilo,
paz, pan, lana caliente y vino añejo;
cosas que ayudan a esperar sin pena
al fin de vida mala muerte buena.
A este amigo leal, que como hermano
me quiere y trata y como tal le tengo,
se me antojó venir este verano
a ver en la mansión de su abolengo:
y como él es un hombre de buen juicio
y yo un loco de atar desde ab initio,
antes de que la tumba se nos abra
vine a pedirle y darle, por si dejo
antes que él de vivir, su buen consejo,
mi último adiós y mi postrer palabra;
pues los dos vivido tanto,
ya al despedirme suponer debemos
que sus consejos él me da postreros
y yo que alzo en su hogar mi último canto.
Su hogar, palacio señorial un día
y hoy albergue por mí del dulce encanto
de la amistad, la fe y la poesía,
se eleva al par de gigantesca roca
que ha socavado el mar; en cuyo hueco
cien metros tierra adentro abre una boca,
donde cuando pacífico le evoca
de su manso rumor despierta un eco.
Este eco, de su alcázar no lejano,
de mi balcón los vidrios estremece
cuando, al crecer de noche el océano
con la marea equinoccial, parece
que se viene la mar sobre la tierra;
el eco en su caverna se enfurece,
y al viento contra el mar llamando a guerra,
amedrenta la costa y la ensordece
con bufidos de son tan pavoroso,
que turban de los pueblos el reposo.
Mas cuando el mar azul en calma duerme
y humilde el pié de los peñascos lame,
el eco yace en la caverna inerme
sin responder aunque la voz le llame.
Eco que asorda la comarca entera,
no del hombre a la voz sale al encuentro;
sólo habla con el mar cuando se altera,
ruge a impulso del mar de fuera adentro.
Yo le he ido a buscar: en el embudo
de piedra en que la mar boca le cava
me asomé y le llamé: mas se hizo el mudo,
porque era yo, no el mar quien le llamaba.
A este eco altivo y de desdén simultáneo,
para que en él a reposar se acoja
después de su periódica pelea,
el mar, que es como Dios un gran mecánico,
labrar un grande alcázar se le antoja,
y en él trabaja con afán titánico
empleando el poder de su marea.
Y aquel calcáreo gigantesco embudo
que un día fue no más un agujero
áspero, tosco, desigual y rudo,
es calado marfil, es chal ligero,
obra de aguja y de cincel agudo;
blonda de piedra, berroqueño encaje
tendido encima de peñón roquero,
filigrana sutil, labor de pluma
tejida por el mar con su oleaje,
con su acre sal y disolvente espuma.
Y el mar, que es además un grande químico,
descompone la roca y la rebaja,
la tornea, la ahueca y trabajador
como pudiera artífice muslímico,
rumano, índico o godo; y la alicata
la dentella, la comba, la maquea,
la retuerce, la riza, la dilata,
la acanala, la *histria y *losangea:
sutil, cada partícula caliza
con sus sales disuelve y pulveriza;
y quitando y dejando donde importa
ya lo esponjoso, lo arenisco y blando,
ya lo duro y silíceo, y avanzado
en su trabajo sin cesar, recorta,
perfila, aguza, redondea, cuadra
y carcome la piedra y la taladra;
transforma en fin la roca, improvisando
primores mil de talla en su haz salvaje,
sin que la desmorone ni la raje
el ímpetu del agua; ya que brote
del cráter o del mar, ya suba o baje,
mane, esculle o con ímpetu rebote.
El alma del mortal contempla absorta
las maravillas que el capricho aborta
del agua en su labor, sin que se agote
la original y rica fantasía
de su trabajo secular: y espanta
ver como en él solícita adelanta,
y a su antojo fantástico modela
la peña, la abrillanta o la apelmaza,
la esmerila, la pica o la cincela;
y en sus relieves incansable traza
repisas, *ornaciones, doseletes,
nichos, estalagmitas, rosetones,
miles de inverosímiles juguetes,
miles de inconcebibles invenciones.
Y aquel cono invertido y trabajado
con labor tan sutil y complicada
que comprender a quien la ve no es dado,
que turba la razón y la mirada,
que ni el loco mayor nunca ha soñado
en su mayor delirio, es la portada
del cóncavo palacio en cuyo hueco
duerme alojado por el mar mi eco.
Y he aquí con aire y mar lo que sucede
cuando el trabajo de ambos verse puede

La razón de la estancia de José Zorrilla en Llanes invitado por su amigo Manuel Lamadrid Noriega, era que acababa de realizarle un gran elogio en su obra Recuerdos del tiempo viejo, lo que satisfizo mucho al indiano. Así escribe Zorrilla como se fraguó su revitalizante estancia y cómo llegó a Vidiago, narrando alguna de sus visitas a esta costa:
"El 27 de septiembre de 1882, harto de andar en Madrid tras de mi todavía no acordada y prometida pensión; harto de zarzuelas sin música y sin poesía, de toros muertos a volapié después de diez pases de pecho, diez de telón, diez arrastrados y diez y siete incalificables, por celebridades taurómacas, para quienes fueron niños de teta desde Romero y Costillares hasta Montes y el Chiclanero; harto de los berridos de gañotillo, los meneos de lupanar y los salvajes pataleos de lo que se llama cante y baile flamenco; harto de todo el gárrulo ruido de discursos, y guitarreos y del ardillesco movimiento y bárbaro tecnicismo de lo chulo que hoy priva, y harto, en fin, de timadores, espadistas y rateros sueltos, todo lo cual compone la espuma del vicio tolerado por la justicia y mimado y celebrado y caído en gracia por los que creen que la gracia constituye la base del carácter de nuestro pueblo y que los españoles somos el más gracioso del universo, me acordé de una invitación que de tiempo atrás me tenía hecha mi amigo Manuel Madrid, de ir a pasar unas semanas en su solariega de Asturias, me salí de Madrid sin decir esta boca es mía, y del tren de Santander descendí en Torrelavega, donde atrapé la vetusta diligencia de Santander a Oviedo, y en el pescante de tan desvencijado vehículo di conmigo en Vidiago, lugarejo que por mitad divide el camino real pocos kilómetros antes de cruzar a Llanes.

En Vidiago tenía mi amigo su casa; y desde el primer día de mi estancia en ella, comenzó a gustarme la pintoresca situación del pueblecito de Vidiago, entre las montañas y el mar, cuyo móvil y azulado lomo, cuya espuma y cuyo rumor se percibían desde los balcones de mi aposento. En cuanto el tiempo nos lo permitió, comenzó mi amigo a darse el placer de enseñarme su tierra, y yo a encantarme recorriendo aquellos montes cuajados de seculares encinas y robustísimos castaños, aquellos maizales sonorosos, tendidos como tapices en las hondanadas de los valles, aquellas rocas escarpadas y cortadas a pico sobre aquel mar rara vez en calma y aquellos horizontes rematados por un lado en el círculo del agua y por el otro en apilados montes cuyas espaldas parece que guarden los embreñados Picos de Europa. Desde lo alto de aquellos derrumbaderos, veíamos el puertecito en miniatura de Llanes, patria y solar de los Posada Herrera, los peñascos de Covadonga, las avanzadas rocas que resguardan la regeneradora Comillas, hoy viuda de su opulento regenerador, y hasta la punta en que se destaca el faro de Santander sobre el giganseco mogote de Santoña, envuelta en la bruma, último término de tan inmenso cuadro."

Como datos interesantes, destacar que Zorrilla viene en carruaje desde Torrelavega, pues el ferrocarril no circularía por aquí hasta 1905. También habla del "camino real" anterior a la actual carretera (y que coincidiría con el Camino de Santiago actualmente señalizado), por lo que se entiende tampoco estaría aún hecha. Estas son sus primeras impresiones de estos lugares:
"Allí respiré, a pleno pulmón, un aire vivificador, perfumado con el olor de las agrias manzanas, los acres nogales y los frescos castaños, y cargado de las salinas emanaciones del mar. Comenzó mi amigo a mostrarme los fenómenos geológicos de aquellos peñascos cuajados con hierro y carbón de piedra, aquellos páramos de riquísimos pastos y aquellos pueblecillos metidos entre árboles, cuyas casas blancas diseminadas sin orden entre su verdura parecen, desde lejos, palomas anidadas y corderos recostados entre la yerba. Aquella paz tranquila de la campesina vida, sin robos y sin quimeras, aquel continuo y pausado paso de las carretas chirrionas de ruedas sin rayos, aquellos cantares melancólicos de los pastores y las labradoras que limpian los maizales y recogen las mazorcas, aquellas frescas y rollizas muchachas, coloradas como las manzanas de sus pomares, aquellos viejos con sus monteras de pico y con sus ruidosas almadreñas, aquella gente franca y cordial que me saludaba sonriendo, sin asombrarse de mi legendaria perilla ni de mi facha tan diferente de su pintoresco traje, me trajo más de una vez a los ojos lágrimas de envidia a su vida pacífica y patriarcal.

Poco a poco fuí sondando aquella capa de poesía y al apercibirme de la realidad que bajo de ella fermentaba, lamenté que el error, la preocupación y la rutinaria costumbre les impidiera convertir su pintoresca tierruca en el más rico paraíso. Si el progreso y el confort modernos hiciesen de Asturias una Suiza española, y aquellos sombríos y opulentos hijos de Albión pudieran, como lo desean, venir a ella como vienen sus barcos a sus puertos seguros de hallar albergue cómodo, sería aquélla una deliciosa jira de veraneo; y allí se quedaran tal vez y a la larga, a pesar de la moda y de la ruleta, los centenes españoles que se quedan en Biarritz y en Spa en compañía de las inglesas esterlinas."

Ambos, Zorrilla y Lamadrid, se habían conocido tiempo atrás, en México, a donde Lamadrid había emigrado con 14 años y había labrado tan poderosa fortuna que llegó a hacerse amigo del emperador Maximiliano, que se había hecho mecenas de Zorrilla, quien arribó al país azteca el 9 de enero de 1855 dentro de sus muy convulsos avatares vitales y donde permanecería once años (con un intermedio de un año en Cuba en 1858). Buen observador y siempre crítico, Zorrilla enseguida encontrará motivos de enmienda en cosas que no le agradan al llegar aquí:
"Pero dos manías tiene aquella buena gente, que contribuyen a su pobreza y despoblación. Una es la de ser cosecheros de un maíz que les cuesta doble del que les costara el importado de américa, en lugar de volver a ser ganaderos como sus abuelos, y otra la de enviar a sus hijos a hacerse millonarios a Cuba y a Méjico; de donde vuelven tales, uno de cada diez mil, ricos, tres o cuatro y los demás, o se casan allá, o mueren víctimas del trabajo o de los vicios, en aquel país del oro y de las fiebres, de las locas especulaciones y los desatinados, inútiles e inconcebibles despilfarros. 
El ejemplo de algunos, cuyo trabajo coronó allá de oro la fortuna, hace que cuantos tienen hijos allá les envíen casi niños y en ellos funden la esperanza de una riqueza que rara vez logran. ¡Cuántas madres ya viejas se me han lamentado de que sus ingratos hijos no las envían ya ni lo suficiente para vivir en la más sórdida estrechez! Pero ¿saben, acaso, aquellas madres si viven los hijos de cuya ingratitud se quejan? Y entre tanto, ¿en quién esperan tantas mujeres sin marido para seguir poblando aquella madre tierra, la mitad de cuyos hijos se echan al mar mientras la otra mitad tiene que acudir a la voz de la patria que para soldados se los pide?"

Sin embargo, pronto se sobrepone y se centra en la obra en la que este bufón será uno de los protagonistas, así la concibió y así se fraguó su publicación según cuenta de su puño y letra:
"Basta de esto: por más que me apesaren y me importen los errores de mi patria, cúmpleme a mí solamente, trovador vagabundo del siglo XIX, convertir en poéticas leyendas sus glorias y desventuras. De las breves relaciones que anteceden, tiene origen mi Cantar del Romero: la voz de una muchacha me la hizo concebir al son de su pandero, y la vista de un fenómeno natural, del que en aquellas costas llaman un bufón, me la hizo determinar y extenderla en este libro. Escribíle yo con el solo intento de dejarle inédito para deleite de aquel amigo mío, que rarísima vez lee versos, y de aquellas muchachas que el cantar del romero me cantaron y a quienes yo quería que en mi ausencia se le leyeran unos hermanos Bustamante, a los cuales quiero yo mucho y que aquellas muchachas cantadoras me reunían para que sus cantares estudiara.

Pero al salir de Vidiago me detuvo en Torrelavega y me hospedó en su casa el propietario de El Cántabro, don Genaro o Perogordo, a quien en Méjico conocí y donde por mí no dudó ponerse lealmente de mi parte en un trance un tanto difícil. Español de corazón, allá sacó sin miedo la cara y hoy sigue lidiando en su Cántabro por los intereses de España, y a mi paso por Torrelavega, se prendó por ceguedad de amigo de mi leyenda, ofreciéndose a imprimirla. Por fin, en Santander, don José M.ª de Pereda, escritor notabilísimo, a quien puede llamarse Walter Scott de la Montaña, con quien hice allí conocimiento y con cuyas obras me he familiarizado hasta tenerlas por solaz continuo, y alguna a la cabecera de mi cama para ahuyentar de noche las visiones de mis tristes recuerdos y acallar los remordimientos de mi insomne conciencia, se empeñó en que la diera a luz, para hacerme la honra de pedirme su manuscrito.

He aquí la historia de mi Cantar del Romero y la razón de por qué la he dado a luz: y si llegara a hacerse popular en Asturias, y si por su lectura pudiera corregirse su gente de la manía de la emigración a América, y mi amigo de Vidiago no olvidarme y Pereda encontrar mi leyenda impresa tan a su gusto como le pareció, en la rápida lectura de mi manuscrito, bastará para que yo no me arrepienta de haberla impreso."


Fijémonos en un detalle, más allá de los acantilados de La Punta la Teyera surge otro bufón, el de Ballota, justo a la izquierda del castru de este nombre, cuyo chorro, según la Enciclopedia del paisaje de Asturias, puede llegar a los 50 metros y "no es raro que surja de modo repentino, sin previo aviso". Buen momento para traer a colación del verso IV de El Bufón de Vidiago:
Este eco juguetón, hijo intranquilo
del aire, que del agua va envidioso
dentro del hondo socavón asilo
a buscar cuando el agua está en reposo,
susurra intermitente, rumoroso,
cual manantial oculto que hilo a hilo
se oye apenas manar dentro de un silo;
y su son subterráneo y misterioso
la atención de quien le oye tiene en vilo.
Es que su padre el aire, que le crea
de la boca de piedra a la salida,
de la boca en el fondo se recrea
en hacerle bullir y juguetea
con él, y en una hebra de su aliento
le mece, le columpia, le cunea
con un murmullo igual y soñoliento.
Una brizna silvestre que, prendida
su raíz al peñón, flexible ondea
con aquel *flébil hálito menea
y el eco con la voz adormecida
entre vigilia y sueño se estremece,
y a intervalos despierta y se adormece:
y turba a quien le escucha, y le marea
con la aprensión de cosa indefinida:
pues parece la boca chimenea
de algún laboratorio en que se anida
algún gnomo, que está con mala idea
trabajando en labor desconocida.
Este eco, empero, caprichoso, extraño,
vario y falaz como mujer coqueta,
finge dormir con malicioso engaño
móvil siempre y sin pié como veleta:
pues cuando más halagador arrulla,
móvil esclavo de la mar inquieta,
en cuanto siente que la mar murmulla
a la boca exterior del subterráneo
ante el mar que se encrespa se levanta,
y con ímpetu al suyo simultáneo
se sacude con ímpetu instantáneo:
y al que le oía entretenido espanta
el ruido inesperado del envite
repentino del mar, que en su garganta
de piedra el eco del carbón repite


Tiempo después, el padre Manuel Fraile Miguélez"un viajero agustino y decimonónico", escribiría su libro Impresiones de un viaje por el Oriente de Asturias y, entre otras cosas, seguiría los pasos de José Zorrilla, pero como escribe en su artículo El bufón de Vidiago quien fuera Cronista Oficial de Llanes José Ignacio Gracia Noriega"anduvo por las tierras de la llanura costera al Oriente de Llanes en busca de las huellas del poeta José Zorrilla y sólo encontró el bufón"


No obstante, en dicho artículo, Gracia Noriega presta especial atención tanto a Zorrilla como a otro personaje relacionado con Maximiliano y los asturianos emigrantes en México, el mariscal Achille Bazaine...
"En Pendueles y en Vidiago vivieron dos personajes algunas temporadas, en las casonas de dos indianos, con cuyos propietarios trabaron contacto y amistad en Méjico. Uno de ellos fue el Mariscal Bazaine y el otro el poeta José Zorrilla; los dos llegaron a Llanes no precisamente en épocas de esplendor. Achille Bazaine era el jefe de la tropa militar francesa que mantuvo en su efímero trono al romántico Emperador Maximiliano y a la desdichada emperatriz Carlota: durante este reinado, el poeta José Zorrilla dirigió el teatro Nacional de Méjico, y en el palacio imperial ofreció un montaje de su celebérrimo «Don Juan Tenorio». Bazaine hizo buena amistad con un indiano, el conde de Mendoza Cortina, y Zorrilla con otro indiano, también llanisco, Manuel Lamadrid. Barridos los fastos del Imperio por las tropas del presidente constitucionalista Benito Juárez (y fusilado Maximiliano junto con los generales Miramón y Mejía en Querétaro), tanto Bazaine como Zorrilla regresaron a Europa, donde prosiguieron sus respectivas carreras: mas durante la guerra franco-prusiana, en 1870, Bazaine, al frente de su ejército de más de cien mil hombres, hubo de rendirse vergonzosamente en Metz. Degradado, tuvo que abandonar Francia gracias a los buenos oficios de una ardiente criolla, y Mendoza Cortina le dio acogida en su palacio de Pendueles, uno de los primeros de la comarca en cuya construcción se empleó hierro y cristal, como el del Marqués de Argüelles en Garaña, aunque más suntuoso. Cuenta don Fernando Carrera que en cierta ocasión Mendoza Cortina le llevó en carruaje hasta la Cuesta del Cristo para que viera Llanes. Bazaine le observó con sus prismáticos de campana y exclamó:

—¡La grand ville!

Para impedirle que sufriera alguna decepción después de esta primera impresión entusiástica, Mendoza Cortina no le permitió que entrara en ella, instándole a regresar a Pendueles, con el pretexto de que amenazaba lluvia.

Zorrilla, por su parte, volvió a entrar en contacto con su amigo Lamadrid con motivo de la publicación de sus «Recuerdos del tiempo viejo», donde elogia al indiano. Fruto de este trato renovado fue su estancia en Vidiago en los meses de octubre y [100] noviembre de 1882, que el poeta aprovechó para componer la leyenda en verso «El cantar del romero» y parte de su discurso de ingreso en la Real Academia Española, que fue en verso, como se sabe. Abre el libro el famoso poema «El bufón de Vidiago»: los bufones (que según Zorrilla se llaman así porque «bufan») son sifones en las rocas por los que en días de galerna surge con estruendo la mar desmenuzada"

Y por supuesto también Gracia Noriega presta atención al cronista Laurent Vital, narrador de la accidentada arribada del joven Carlos de Flandes, quien sería Carlos I de España y V de Alemania, en su periplo terrestre por estas costas en 1517, donde había llegado tras una galerna que desvió el rumbo de su flota, arribando a Tazones y de allí a Villaviciosa, prosiguiendo luego por tierra con su séquito camino de la corte, asombrándose así de los bufones pues cuando pasaron, finales de septiembre, ya habrían comenzado las mareonas del otoño, es además su primera descripción conocida:
"Llanes está situado a un tiro de arco cerca del mar, el cual llega por una entrada muy peligrosa hasta dentro de la villa, y la azota ese mar incesantemente contra las rocas y montañas, que son maravillosamente altas y parece que sea un abismo infernal por el ruido del agua, la cual salta continuamente más alta que una lanza por las grandes olas que allí se encuentran y redoblan contra esas rocas excavadas y divididas en grandes cavidades, dentro de las cuales el agua penetra; y cuando están llenas, entonces el agua se ve rechazada por afuera, saltando, espumeando, ruidosa y tan impetuosamente, que apenas si uno oye gritar ni hablar, que es una cosa terrible y espantable de ver y oír"

Aquí tenemos los bufones de El Palu, mal llamados de Arenillas como hemos visto pero que sí podemos llamarlos de Puertas o de Vidiago, dos de ellos especialmente bravos y sonoros. Venga el verso V de José Zorrilla:
Es que las ondas de la mar agita
ya la marea equinoccial que avanza:
es que el mar, que sus olas necesita
extender o romper, con infinita
creciente progresión sus olas lanza
más altas cada vez contra la roca;
y allí abre al mar el socavón de su boca,
y allí el oleaje al socavón alcanza,
y el mar al eco con su voz provoca:
es que ya entre aire y mar la lid estalla,
y es que el aire que ocupa la caverna
la defiende del mar: por lo que eterna
es del agua y el aire la batalla.
-¡Ya la lid se trabó!- ya la marea
se desborda en la cueva: el aire grita,
silba, gime y tenaz puja y jadea
prensado sin cesar: el mar se agita
cada momento más: toca, rodea
y asalta el antro; de encontrar se irrita
al aire en el cabon: con él pelea
bajo la tierra: embravecido ondea,
y olas sobre olas al echar se comba,
y llena el socavón de espuma y ruido:
el eco, entre agua y aire comprimido
cual de prensa neumática en la bomba,
su hálito arrullador convierte en tromba,
su flébil son en infernal rugido.
Bufa el aire furioso: el mar rebrama
y ondas tras hondas en su auxilio llama:
montañas de agua sobre el aire arroja:
él reventando de furor se espirita:
dobla su empuje el agua: el aire afloja
sintiendo que por fin se debilita,
y muge con hondísima congoja:
pero por más tenaz que forcejea,
el agua de delante se le quita,
y él por la encañonada chimenea,
fugitivo huracán, se precipita.
¡Dios! Por el fondo del calcáreo embudo
de ciclones con fuerza estremeciendo
la mole inmensa del peñasco rudo,
aire y eco a la vez salen rompiendo
de la atmósfera el tul en cien jirones;
haciendo al desgarrarla más estruendo
que el que harían rugiendo cien leones,
cien ballenas un golfo revolviendo
y reventando a un tiempo cien cañones.
De darle con inútil esperanza
caza en el viento, tras del aire lanza
gigante surtidor de agua en espuma
furioso el mar; pero en su altura suma
de su empuje a pesar ya no le alcanza:
y él, vuelto ya de su pavor, se engríe
y, en lo alto, de él y de su afán se ríe.
Entonces, alardeando por despecho,
desplega el agua espléndido penacho
saliente, punta ruin o áspera escama
del cóncavo peñasco, desparrama
rizos, madejas, cintas, trenzas, blondas
y velos mil sin adhesión ni trama;
cuyos hilos fugaces culebrean,
y van a reunirse con las ondas
del socavón por el conducto estrecho,
en donde serpenteando burbujean,
sin conseguir jamás hacerse lecho.
El aire, que la siente bajo tierra
tornarse hirviendo al mar tras la resaca,
detrás del agua al socavón se arroja;
vuelve otra vez a provocarle a guerra:
otra vez del cabon la desaloja
ella: él entra otra vez: otra le saca
el agua y otras mil... y no se aplaca
de aire y agua la horrísona pelea,
de la caverna en el peñasco hueco
hasta que se retira la marea,
y vuelve al fin del socavón ya seco
a apoderarse el aire con el eco.

Los bufones tienen su leyenda popular, la cual ha sido harto literaturizada en diferentes versiones, básicamente se trata de dos amantes furtivos arrojados al mar y cuyos gritos y suspiros son los bramidos del bufón, aportamos este relato como ejemplo esta de José Bolado, El bufón de Vidiago, publicada el 4-8-2021 en el blog La montera picona:
"El bufón de Vidiago (Leyenda) 
Había una vez en Vidiago un noble que era dueño de un hermoso castillo y de tantas y de tan considerables propiedades que se le tenía por uno de los hombres más ricos del territorio. 
Era su esposa noble y recatada, hermosa y rezadora; hacía honor a esa reputación, siendo gentil con los huéspedes, calentando como un rayo de sol los corazones, ejercitando ampliamente las virtudes de la caridad cristiana. 
Fundara el noble conventos, ermitas y hospitales, que había dotado con abundantes recursos; decoró iglesias y capillas y todos los días de fiesta vestía y alimentaba a un gran número de pobres, que ascendía a veces a centenares. Unas cuantas docenas de ellos se habían hecho asiduos: comían en el patio del castillo y no cesaban de prodigar alabanzas al hidalgo. 
Una pena embargaba su corazón: no le había dado Dios descendencia por línea de varón. Sólo una hija, criada como flor de invernadero, rubia y delicada, de cuerpo hermosamente formado, que pasaba las más de las horas asomaba al amplio ventanal de la torre o paseando, en la compañía de una doncella aldeana, fiel como un can, por hermosos salones, almenas y jardines. 
Algunas noches, por entre el fuerte murmullo del viento, se enfurecía el mar y llegaban al castillo unos extraños ruidos; bien parecían suspiros, largamente contenidos, del monstruoso cuélebre. Más de una noche las dos jóvenes habían conversado sobre el origen de aquellos ruidos y más de una vez concertaron acercarse al fenómeno. 
Por fin, una noche el fuego de la curiosidad se avivó y, no les siendo posible seguir dominando sus anhelos, calzaron sus zapatos y, sigilosamente, salieron del castillo, iluminadas por una antorcha; descendieron por la suave y solitaria ladera del montículo en que se alzaba la noble morada y marcharon tras el perro hasta llegar a una encrucijada, en un robledal, junto a un manantial. Aquellas aguas se juntaban en una fuente, en cuya piedra había mandado el noble de Vidiago tallar un banco para descanso de los peregrinos. De pronto, ante ellas, con una potencia misteriosa, se eleva en el aire una tromba de agua entremezclada en blanquecina espuma, seguida de enorme y lastimero trueno. La antorcha se apagó y las dos jóvenes, como queriendo ahuyentar el pánico, se abrazaron, deshaciéndose en lágrimas. 
Una música suave, como de laúd, las despertó de su desconcierto. La doncella rubia, grácil y de serenos ojos azules, latiéndole en desorden el corazón, sólo acertó a escuchar: 

"Señora soy vuestro cautivo

que vos preso me tenedes

que por vos muero e por vos vivo

fazed, pues, lo que queredes"

Con la música habían cesado los ruidos. Asomaba ya el sol del nuevo día cuando la doncella, sola, erguida, mirando atentamente en su derredor, avanzando por el sendero fue a encontrar al gentil trovero. Sin perder detalle de la varonil aparición, la joven mantenía en ella la mirada de sus cálidos ojos. Tras el respetuoso saludo, sin dejar de mirarse, los dos jóvenes se abandonaron en sabrosa plática. El trovero no apartó la vista de la belleza de la doncella, quien a su vez hizo lo mismo y no dejó de admirar al joven, que representaba una considerable parte del mundo con la que desde tanto tiempo había soñado en secreto. Habla nacido el amor. 
Pero, de súbito, bajó avergonzada la mirada: a sus oídos habían llegado los ruidos de la mesnada del castillo. El castellano de Vidiago sorprendió la escena y furioso se arrojó sobre los enamorados. Los dos cuerpos son lanzados a una ahoyadura con salida a la mar, por donde emergían los ruidos que la fuerza expansiva del aire producía. 
Aseguran los viejos del lugar que en las noches en que suena el «Bufón», entremezclados con los truenos, se oyen lamentos de madre y suspiros de amor. 
Anónimo"

Otra versión del mismo argumento pero con una descripción literaria diferente es la de Javier Con Fernández, publicada en La Nueva España el 15-6-2020 y titulada La leyenda del bufón de Vidiago:
"Érase un hidalgo de luenga barba blanca y noble escudo, en cuyos cuarteles campeaba un lema sonoro y significativo; rememorador de las gestas heroicas de noble casta. En las gastadas piedras de los recios murallones que cercaban la casona solariega, solitaria y vetusta, perdida entre encinares, habían puesto la lepra de los años su acción destructora. Era tío de reyes, y señor de señores, paseaba orgulloso su elevada figura enhiesta como las encinas del bosque, por entre la humilde admiración de sus criados que bajaban la vista no pudiendo resistir la iracunda y recta mirada de su amo y señor, como si el dios del orgullo hubiese revivido en su inanimada escultura. Su esposa, noble y austera dama, recatada y hogareña, sumisa y rezadora, por entre cuyos dedos de marfil o de rayos de luna, pasaban silenciosas las cuentas del rosario y las limosnas. Había siempre en sus labios finos y pálidos el diseño de una tristeza, algo que quería ocultar, denotando más el atroz tormentoso interior de su alma condenada a sufrir la presencia continua de su antítesis. Había una hija de aquel matrimonio, rubia y delicada, con ojos azules y serenos. No faltaba en la casa la vieja gruñosa y leal, con ínfulas de señora para tormento de servidores, una joven doncella aldeana y fiel como un can.

En el portalón, un mastín guardador, en las cercanías, el mar rugía, se movían vellones de espuma como copos de nieve diseminados. Y la dama rubia delicada y sensible soñaba con su príncipe que un día pudiera librarla de su esclavitud; una noche, la dama, la sirvienta y el mastín salen entre la oscuridad y el silencio, a la luz de una antorcha se van las dos blancas figuras, va delante el mastín, moviendo la cola, como si fuera un interrogante dicha salida.

Se siguen oyendo los ruidos, tienen miedo, corren, luego se detienen, de pronto se eleva una tromba de blanquecina espuma, seguida de enorme trueno, ahora rezan implorando favor... Algo suave se ha oído, ¿quién es el que en una noche tan lóbrega se entretiene en pulsar las cuerdas musicales?

La damita rubia tiembla y escucha, la canción sigue cayendo en la noche como venida del cielo, los ruidos cesan, las horas pasan veloces... el alba se acerca, la niña rubia y curiosa quisiera detener el carro del sol, en la penumbra matutina se dibuja la silueta de un trovero gentil. Se ven él y ella, se acercan y se miran... se hablan. Ha nacido el amor, la sirvienta y el can se retiran...

Ruido de gentes con armas, el señor y sus siervos, furioso tras sorprender tal escena se arroja sobre los enamorados “gritos de angustia”. Sobre la blancura del vestido de ella, florece como roja amapola su sangre, del color del jubón del galán. Los dos cuerpos son lanzados a un embudo con salida al mar, por el cual surgían los ruidos que la fuerza expansiva del aire producía... Es fama que en las noches que suena “el bufón de Vidiago”... van mezclados en su ruido ladridos lastimeros, lamentos de madre, palabras de amor..."

La leyenda es digna del famoso José Zorrilla, sin embargo la placa explicativa no es tan dada a las transcripciones legendarias y nos ofrece una explicación más prosaica aunque plenamente científica:
"Los bufones situados sobre la plataforma de la rasa entre Llanes y Unquera, presentan una morfología kárstica, que con el fenómeno periódico de las mareas, es la responsable de la principal singularidad del lugar.

Los bufones son grietas y chimeneas abiertas en la costa y conectadas con simas marinas por las que el agua del mar penetra a presión, formando surtidores de agua pulverizada visibles desde el exterior y que pueden alcanzar más de veinte metros de altura.

La formación de los bufones se basa en la disgregación de la roca caliza por efecto de la acción de su disolución en contacto con el agua de lluvia. El agua de lluvia penetra por pequeñas fracturas o zonas de mayor debilidad hasta el nivel del mar. La acción erosiva del mar favorece el agrandamiento de las pequeñas cavidades originales, provocando con el paso del tiempo que se forme una cueva en comunicación con el conducto vertical. Con la llegada de las olas, el aire que existe en la cueva se comprime y sale gran presión al exterior.

Si la mar está en calma, los respiraderos de las cavidades subterráneas se limitan a expulsar el aire, comprimido en las galerías por los golpes del oleaje. Sin embargo en los días de fuerte marejada, los bufones se transforman en un espectáculo que produce admiración y temor. Entonces, el agua y el aire, apretados en aquellas angosturas subterráneas, escapan juntos por los resquicios de la adelgazada bóveda. La tierra se abre escupiendo al cielo trozos de mar con ensordecedor ruidos y un ligero orbayu de sal riega los campos. Los quejidos del Bramadoriu, como se denominan localmente, se oye a muchos kilómetros y el suelo, desgastado ya por milenios de oleaje, amenaza con romperse definitivamente."

Foto de situación y texto dedicado a la fauna, vamos a leerlo y trascribirlo:
"La vegetación de la zona está formada principalmente por las formaciones pratenses de uso agrícola en las tierras más favorables y praderías de Agrostos sp. y festuca rubra. También aparecen extensos herbazales de Molinea cerulea, matorrales de genistas (Genistas florida subsp. occidentales) y algunas plantaciones de eucalipto cercanas al borde del acantilado.

En el acantilado se puede observar la gradación típica de lugares expuestos a la influencia del oleaje marino. Entre las comunidades vegetales destacan las especies asociadas a la zona superior de los acantilados y adaptadas a la vida en ambientes sometidos a fuertes vientos e influencia de gotas saladas procedentes de salpicaduras marinas, como Amena maritima, Plantago maritima, Crithorum maritimun conocido como cenoyo de mar, Daucus carota, Limonium binervosum, entre otras.

Entre las plantas claramente terrestres, a pesar de la escasez de especies, cabe destacar la presencia de una comunidad de interés botánico dominada por el acebuche u olivo silvestre (Olea europaea) y que se encuentra a lo largo de esta línea costera. De los bosques de encina (Quercus ilex) que ocupan la zona solamente quedan pequeñas manchas relictas.

Se pueden observar varias especies de aves costeras como gaviotas (Larus sp.) y cormoranes (Phalacrocoax sp.), además de aves paseriformes como el colirrojo común (Phoenicurus ochurus) o la tarabilla común (Saxicola torcuata), constituyendo en la época de migración un buen enclave de observación ornitológica. Además en el entorno del Monumento se encuentra uno de los puntos de cría del patiño común (Hydrobates pelagicus) especie catalogada de interés especial por el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Fauna Veretevrada."

Habremos de buscar pues de nuevo la sensibilidad de la poesía según nos acercamos al bramadoriu de El Palu y para eso plasmamos los dos últimos versos del El Bufón de Vidiago de José Zorrilla:
VI 
Y vuelve a oír quien a escuchar se inclina
al cono, por el mar *filigranado
como un joyel precioso colocado
bajo una recamada muselina,
cómo el aire del antro enseñoreado
en aspirar ufano se recrea
del agua inmóvil ya, la ventolina
tenue y fugaz, bajo la cual no ondea:
y engreído, el cabon porque domina,
aún bufa por lo bajo y aletea:
y la brizna flexible que se inclina
enraizada en el peñón menea
y con su tallo móvil juguetea:
el eco imitador bufa y bravea
otra vez susurrando a la sordina,
y escondido en el fondo de la mina
con la brisa y el agua coquetea.
Mientras, sin miedo de la mar vecina.
 
VII
CONCLUSIÓN
( Vidiago, setiembre de 1882 )
 
Llaman a esto un bufón aquí en Vidiago,
porque bufa en verdad y estruendo mete
que da pavura y amenaza estrago:
a mí nombre poner no me compete
a las obras de Dios: lo que aquí hago
es venir a adorar a este boquete
al Dios para quien es la mar un lago,
y este extraño fenómeno un juguete.

Detenemos pues nuestra marcha hacia Llanes para acercarnos a este bramadoriu o campo de bufones de El Palu. Un sendero sale de la senda a la derecha



No tenemos más que dejarnos que guiar por el "humo" sino por el mismo chorro del bufón, así como por la abrupta orografía rocosa entorno a él y que sigue hasta el acantilado, el cual también es digno de recorrer, con la suficiente precaución, ya que el roquedo presenta muchas pequeñas oquedades, no hay un sendero definido y hay que mirar mucho donde poner el pie


La roca pues queda aquí plenamente al descubierto, incluso la tierra de tanto pisar sobre ella las continuas visitas al bufón


Las gentes se asoman al abismo de esta enorme sima, que sin embargo, cuando nos asomemos veremos que no es tan profunda, pues se estrecha a un nivel un poco más bajo como un cuello de botella o aún menos. De todas maneras máxima atención aconsejamos de nuevo, como en los acantilados, los accidentes no son infrecuentes por desgracia


Según nos acercamos descubrimos lo que parecen dos bufones principales, que salen de sendos pozos semejantes a cráteres, sobre todo este


Y de vez en cuando resopla el bufón, cuando con más intensidad y cuando con menos. Otro gran poeta y escritor, el asturiano Alfonso Camín, vincula en su poema Peña Tú al bufón de Vidiago con el cercano ídolo de este nombre, en La Sierra Plana de la Borbolla, solamente 1,5 kilómetros en línea recta:
En el camino de Llanes a Unquera,
monte y gaviota y espuma y pedrusco,
los Aguilones, el Liño y el Cuera,
fiero guardián del sarcófago etrusco,
Peña-Tu, reina de una rey solitario
que es EL BUFON junto al mar prisionero,
para vengar su dolor milenario,
todas las noches degüella un lucero.

El monolito de piedra barbada
dice a los montes y al aire su pena:
- Pues que juzgáis a mi raza acabada,
pués que tenéis a mi amor en cadena;
pués que subistéis con yuntas de bueyes,
en el afán de buscar un tesoro,
a profanar mi silencio y mis leyes,
medio a aventar las cenizas que adoro,
crezca la roca en los cotos sombríos,
séquense todos los viejos castaños,
sales amargas os brinden los ríos,
sólo aquí pasten los negros rebaños:
miren que el árbol sin tierra se agosta,
no halle la yerba felíz la vacada,
trueno de muerte retumbe en la costa
y en el pedrusco se melle la azada.

Dice la piedra palabras de horrores,
vienen los años de atroz filoxera;
vénse caer los nogales mejores
que eran honor de la antigua campera.
Sigue EL BUFON con la espuma y el grito,
quiere subir a los montes abiertos;
alza su testa el feroz monolito
con su rencor y su noche y sus muertos;
Y ante el clamor de los negros batanes,
para evitar ese bárbaro azote,
en la goleta del Cristo de Llanes
sobre las olas se fué EL PERICOTE.

Va la canción del amor en las velas
y , aunque no sepa ni cómo ni cuándo,
él volverá con botín de canelas,
el volverá por los mares cantando.

Tirsos floridos se lleva a los mares,
marcha sonando madera y pandero,
prenden en México los viejos pomares,
rosa y clavel y tomillo y romero.
De Veracruz a la Asturias de Oriente
torna el amor en la vela esperada,
caño de plata relumbra en la fuente,
se oye en las mozas la voz de alborada.

Pero la reina del rey solitario
que es EL BUFON entre espuma y pedrusco,
para vengar su dolor milenario,
fiero guardián del sarcófago etrusco,
suelta los grajos detrás de la luna,
llama a concilio a la arisca raposa,
y entre el rapón de tinieblas hay una
conspiración contra el lirio y la rosa.

Cubre de sombra los viejos castaños,
ruedan sus voces del monte al camino;
tras de las mozas retozan los DIAÑOS.
beben los DIAÑOS la sidra y el vino.
Ruge EL BUFON, encantado don Suero,
quiso subir a la cumbre y no pudo;
sueña que está del amor prisionero,
reta a la lid con el brazo desnudo.

¡ Hasta que abril vienen a ornar la floresta,
canta el amor con su voz cristalina,
y EL PERICOTE retorna la fiesta,
baila que baila por Santa Marina ¡

Como Camín, hay quien ha vinculado estos bufones del bramadoriu de El Palu y Arenillas con dicho ídolo de Peñatú o Peña Tú (que no Peñatu ni El Peñatu como erróneamente se ha trascrito su topónimo alguna vez), localizado gravado y pintado al abrigo de un peñón calizo que por su forma fue llamado La Cabeza del Xentil (xentil, 'gentil', 'pagano') incluso con unas fauces abiertas semejantes a la boca del cuélebre de la leyenda y una de sus paredes, la meridional, presentando una formación rocosa semejante a escamas, no se sabe si natural o esculpida por mano humana


Del ídolo de Peña Tú y Cabeza del Xentil tenemos en este blog una entrada dedicada expresamente a él, pues dada su cercanía puede visitarse, tal vez, eso sí, un tanto apartado desde la senda costera para quien vaya andando, pero no tanto para quien siga el Camino de Santiago, que yendo algo más al sur pasa prácticamente a sus pies a la altura de Puertas, donde hay además un centro de interpretación-aula didáctica, o había, pues parece ser ha cerrado, o al menos así figuraba al escribir estas líneas


Nuestra idea es reconocer todo esta bramadoriu y sus bufones, empezando por este, el más próximo a la senda y al que suele acercarse la mayor parte de la gente por su accesibilidad, al menos hasta este borde


Nos asomamos pues con cuidado al bufón, tengamos en cuenta que con la presión, además de agua y aire, pueden salir piedrecillas despedidas y algo de arena, la bruma que se forma y queda unos instantes en suspensión puede hacernos llorar los ojos pues pica como agua salada marina que es


Hay efectivamente un fondo de tierra o tierra y arena y un estrechamiento a manera de cuello de botella o embudo de donde sale el chorro o fumarola, según el caso y la fuerza de cada eyección


Siempre se ve, y se oye, imponente, pues es, como tantas veces se ha dicho, tan sobrecogedor como atrayente. Gracia Noriega recuerda también a otro escritor asturiano, Celso Amieva...
"... que desde Méjico escribía: «Yo me acuerdo, en mis noches, del bufón de Vidiago» e imaginaba a los bufones marinos desde Tinamayor a Cabo de Mar rindiendo homenaje al martillo de Tor. El bufón no sólo es maravilla visual, sino acústica. Canta en las noches de galerna un bronco son de mar que se extiende por los aires hasta los Picos de Europa, tan visibles desde Pría. En Cabrales y Carao, cuando oyen el bufido la Bramadoira, preparan la leña, llega el invierno."

Efectivamente, Celso Amieva, seudónimo de José María Álvarez Posadas, llamó a estas Las costas de Tor en su poema, pues el continuo golpear del mar agitado le recordaba al poderoso Martillo de Tor de la mitología germana y la toponimia a la misma deidad...
«Las Costas de Tor» 
Desde Cabo de Mar hasta Tinamayor 
extiéndanse las costas escarpadas de Tor. 
Sin duda el dios del Norte tiene un solio en sus brumas 
y es quien del mar exige tanta ofrenda de espumas 
que ascienden a los cielos en la marea llena. 
Su majestad gravita, fatal, sobre la arena 
de las playas sagradas… Le he comprobado yo 
en Torimbia y Toranda, en Troenzo y Toró. 
Su sombra amenazante muchas veces la veo 
proyectada en el alto litoral de Toreo 
y él es el que golpea toda la crestería: 
la montaña en Benzua y el cantil en Bendía. 
Los bufones marinos le rinden homenaje 
de sus frémitos hondos en un coro salvaje. 
¿No lo oyes, doncella la del blondo cabello 
que en la noche medrosa te abrazas a mi cuello? 
Son San Tiuste y Vidiago, son San Martín y Pría:  
el dios del trueno truena encima de Tronía.

 

Desde Tinamayor 
hasta Cabo de Mar, 
el martillo de Tor 
golpea sin cesar.

Como la leyenda tantas veces literaturizada, las descripciones de estos bufones son variadas y, aunque ciertamente todas vienen a decir lo mismo cada una aporta una intensidad y detalle diferente, por aportar alguna que nos gusta aportamos estas de Senderismo en Asturias:
"Un bufón (bramadoriu para los lugareños) es una sorpresa, un auténtico goce para el que nunca ha visto nada parecido." 
"La mar en pleamar, aprovecha las chimeneas naturales que ha abierto en los castros (acantilados) calizos para mostrar todo su poder." 
"El agua choca contra los acantilados con extrema violencia, y si halla un hueco, un agujero o una grieta vertical que conduzca hasta lo más alto de los castros, saldrá disparado hacia el cielo, a toda velocidad. Todo ello acompañado por "auténticos bramidos" y con un bufido final, un resoplido, que agita al más pintado, se oyen a km. de distancia." 
"Son grutas, simas verticales y galerías horadadas por el agua en los acantilados de rocas carbonatadas, que por el influjo de las mareas producen grandes ruidos o bufidos." 
"Son típicos de la costa oriental asturiana, en donde las características geológicas son las adecuadas (materiales calizos del paleozoico, afectados por diaclasas y fracturas perpendiculares mar)"

Los visitantes brincan de risco y risco y de peña en peña, una vez cautivado por el bufón, se produce el encanto y quedamos para siempre prendados de este paraje donde se unen lo cercano y lo inhóspito, lo temible con lo maravilloso, lo agreste y furioso con la tranquilidad del sendero, la paz y el reposo con el más inquietante grito desgarrador de la roca horadada, esencia viva de las ancestrales fuerzas de la naturaleza, que hay que tratar con sumo respeto, no cometamos la más mínima imprudencia ni el más inocente despiste aunque en principio y a pesar del firme irregular del roquedo, el paso parezca relativamente fácil


A poco que nos acerquemos, llegamos a percibir el mismo aliento del cuélebre subterráneo allí encerrado por los encantamientos, el que según otras versiones de la leyenda, era el trovador o mozo enamorado en quien se transformó, desencantado por el amor de la doncella de cruel padre filicida


Un acontecimiento que puede estremecernos en una mezcla de temor y a la vez placer de los sentidos, que parecen revitalizarse al máximo en este lugar cargado de energía de la naturaleza


Tras unos instantes de calma, se oye un rugido que sale de las entrañas de la tierra y a veces incluso tenemos la impresión que esta se mueve, vibrante, bajo nuestros pies. La presión ejercida por el mar provoca una cierta sensación de seísmo


Desde este bufón la gente se dirige al siguiente, unos metros más al norte y más próximo al acantilado, observemos el color más oscuro de la roca caliza delatando, por su humedad, el lugar por donde sale cuando el chorro "se hace de rogar"


El borde es como un campo minado de rocas calizas de aristas bastante rotundas, picudas y afiladas, una caída sobre ellas ha de ser harto dolorosa


Aunque con cuidado se pasa relativamente bien, un peregrino, muchas veces cansado por su kilometraje, tanto del día como de jornadas acumuladas habrá de redoblar su esfuerzo, máxime si va con su mochila, por lo que quizás sea lo mejor posarla en lugar seguro y alto, a la vista y a la vez a salvo de chinches, si se desea venir también por aquí


Arenas en el suelo entre las peñas, hay partes que incluso puede decirse que tienen algo de trepada, nunca nos confiemos, recalcamos que ha habido algunos accidente


Nos apostamos en los lugares que estimamos con mejores vistas y a la vez seguros, estemos muy pendientes de hacia donde sopla el viento para que el agua no nos caiga encima y nos deje empapados, además de estropear nuestros dispositivos electrónicos, que sin duda vamos a sacar para hacer fotos y vídeos


Salvo en días realmente tormentosos la columna de agua y aire no se alza continuamente siempre, a veces hay que esperar unos instantes...


A veces, como si estuviese esperando a que la gente se vaya, aguarda a salir cuando todos se han ido


Desde aquí podremos ver a estos bufones en acción, arriba foto y abajo un vídeo...



Entre ellos hay un pasillo natural en la roca con suelo de arena, de estas pequeñas formaciones arenosas viene el topónimo Arenillas, que existe en diversos lugares de Llanes


Fijémonos en las aristas afiladas de estas rocas en primer plano, justo en el canto del pozo, límite natural al abismo



Aquí, los dos en silencio... al fondo, unos visitantes llegan y otros se van. Dado que estos elementos naturales son especialmente visibles en otoño e invierno ciertos días, pese a ser sumamente desapacibles, pueden traer enorme concurrencia, sobre todo los fines de semana



A veces cuesta marcharse, pues casi como un amante despechado, el bufón revela como si quisiera recabar tu atención cuando "ve" que te vas, que luego des la vuelta deslumbrado y vuelva a "callarse" ya es otra cosa, y así puedes pasarte horas...


Vamos a acercarnos ahora al borde del acantilado a ver las olas batir contra su paredón calizo, su majestuosa bravura ya hemos dicho que parece celarse de la fama del bufón desatado


Nunca jamás de los jamases acercarnos demasiado, desde aquí ya vemos hasta el llancar, que es la parte más oscura del cantil, la cual queda al descubierto entre ola y ola cuando ya va bajando la marea, es un buen criadero de numerosas especies de mariscos y crustáceos, como los mejillones o los preciados percebes, entre otros


Caminando ahora un poco más allá vemos otro oscuro pozo, el de otro bufón, vamos a esperar también aquí, al borde mismo del acantilado, a ver si sale


Ahí lo tenemos saliendo con garbo, también fantástico y espectacular, traemos ahora su explicación según la cuenta el profesor Benedicto Cuervo Álvarez en la página Waste Magazine:
"La costa de Llanes, en la zona oriental asturiana, se caracteriza por una gran estructura geológica configurada por rocas calizas cámbricas que se ven afectadas por un intenso proceso de karstificación que tiene su origen en la capacidad del agua del mar para disolver este tipo de roca. Ello explica que to da la rasa litoral llanisca esté surcada por grutas subterráneas que se abren en los acantilados y que, en ocasiones, también se comunican con la superficie a través de simas verticales de varias decenas de metros de altura.
Los bufones son, pues, grietas y chimeneas abiertas en terreno calizo cerca del acantilado costero, conectadas con simas marinas por lo que las olas del mar empujan el agua con gran fuerza formando, en la superficie, surtidores de agua pulverizada visibles a kilómetros de distancia. 
El bufón se compone, en esencia, de una cámara o cueva y un conducto vertical por donde se expulsa aire a presión, producto del impacto del oleaje contra la base del acantilado, acompañado por agua del mar  a modo de potente chorro (surtidor) que, en algunas ocasiones, puede llegar a alcanzar los 30 metros de altura. 
Estas formaciones se localizan en rocas calizas y tienen su origen en la disolución de la roca por parte del agua, dejando una chimenea que comunica el mar, en su parte inferior, con la superficie del acantilado. Cuando hay marea alta y la mar está fuerte, un gran volumen de agua empujada por las olas entra con gran fuerza por la parte inferior del bufón y sube por el estrecho canal provocando un silbido o bufido característico que le da nombre a la formación. Es más frecuente contemplar este singular espectáculo durante los meses de otoño e invierno que es cuando el mar Cantábrico está más “embravecido”

Muy interesante es el aporte de este gran especialista en temas medioambientales sobre cómo llevan a cabo su acción de emerger súbitamente estos fenómenos marítimos tan sumamente llamativos y atractivos a pesar de su inquietante rugido y violencia: 
"Cabe diferenciar tres fases en el funcionamiento de los bufones, cuando se da las condiciones para ello. La primera fase, se produce cuando las olas chocan bruscamente contra los acantilados costeros y el aire se filtra con el agua de mar por unos conductos o galerías  que están por debajo de la roca. En la segunda fase, el aire y el agua asciende por la chimenea o agujero cal careo empezando a emitir un ruido muy fuerte. Por último, en la tercera fa  se, el aire y el agua del mar salen juntos por el agujero y provoca, por presión, que ambos elementos asciendan decenas de metros por encima de la superficie del acantilado. "

Además de dar explicar pormenorizadamente su actividad, Cuervo Álvarez nos da cuenta de su importancia y ubicación, denominando de Arenillas (nombre más generalizado), tanto a estos como a los situados más al occidente, los verdaderos bufones de Arenillas, a todo este sector de costa lleno de bramadorios y otros fenómenos cársticos similares:
Los dos principales campos de bufones de Asturias y de toda España se encuentran en el concejo de Llanes (Asturias) entre los pueblos de Llames de Pría y Vidiago (a 22 y 8 Km. al este de Llanes) en donde podemos con templar este fenómeno de la naturaleza en una zona caliza con multitud de grietas, agujeros y huecos producidos por la erosión del agua del mar. En ocasiones las grietas son tan pequeñas que sobre ellas ha crecido algún ar busto o hierba y cuando llega el bufido empieza a agitar las plantas que se desarrollaron en dichas grietas. 
Se puede constatar que los bufones no aparecen de forma solitaria sino formando campos de varios de diversa antigüedad y potencia cada uno. Los hondos quejidos de los bufones del Bramadoriu, (Llames de Pría), tal vez el campo de bufones más importante de España, se dejan oír a kilómetros de distancia. Un estruendo natural que tradicionalmente se ha utilizado como indicador meteorológico por la gente del lugar. De ahí el dicho popular: “Cuando sientas sonar el pozo Pría, coge leña para otro día”. 
Los bufones de Arenillas, en la localidad de Puertas de Vidiago, es el más importante de todos ya que cubre una gran extensión de roca calcárea de unas 17 ha. en unos 1.200 metros de costa. El principal bufón activo de este campo une prácticamente la sima con el acantilado, situado a unos 50 m. Cuando el bufón está activo alcanza toda su espectacularidad y belleza, el potente chorro de agua (que puede llegar a ascender decenas de metros) acaba por desintegrarse en miles de gotas que dibujan un precioso arco-iris a poco que salga el sol. Además del principal y más activo bufón de Areni llas existen una docena más de ellos de menor tamaño o colapsados.
En síntesis, podemos decir, que en la zona oriental asturiana existe un extenso campo de bufones que, por su singularidad geomorfológica, ha sido incluido en la Red de espacios Naturales Protegidos con la categoría de Monumento Natural y que supone todo un espectáculo sonoro y visual cuando se produce este fenómeno singular de la naturaleza."

Aquí tenemos el "campo minado" de nuevo, de rocas muy punzantes y con numerosos huecos entre ellas. Además de cuidado no tropezarnos ni resbalarnos, cuidemos no nos hagan tampoco una herida tipo corte en las rodillas al pasar o nos rasguen el pantalón


El premio, esta magnífica vista hacia La Punta la Teyera y La Boriza en La Cuesta Cue, a donde subirá la senda costera luego de pasar El Ríu Purón y subir desde Andrín, dando vista al oeste a la villa y puerto de Llanes


Aquí el roquedo hace unos escalones naturales por los que iremos dando la vuelta alrededor de estos bufones de El Palu


De frente y sobre nosotros el gran tronco de las fiestas, la joguera. , en las inmediaciones del Pozu Salmoria o Las Salmorias, un enclave extraordinario, no visible a simple vista, en el que incluso podemos bañarnos, bajando por estos peñascales, en días de calma chicha naturalmente, nunca cuando el bufón brama con estruendo



Campo este además de célebres romerías, he aquí una crónica de la misma hecha para El Comercio y publicada el 27-8-2017:
"Frente al Cantábrico, en una pradería de belleza incomparable situada entre los bufones de Arenillas y el pozu las Salmorias, los vecinos de la parroquia de Vidiago celebraban ayer la fiesta del Segador, una tradición que cumplía 35 años y que fue apadrinada por el lugareño Lorenzo Noriega, ya fallecido. 
La misa campestre, superado el mediodía, fue oficiada por el párroco Ignacio Pérez Perela. No más de un centenar de lugareños estuvieron presentes en la eucaristía, pero a primeras horas de la tarde el número de romeros se quintuplicaba para participar en comidas campestres en grupos de familia y amistad. Lo cierto es que las cercanías del acantilado habían pasado a convertirse en un pintoresco restaurante al aire libre. 
Acudieron vecinos y veraneantes de las parroquias limítrofes y se preparó una monumental paella con «almejas, gambas, pollo, verduras y varios kilos de arroz». Y no faltaron parrillas de carne y criollos, empanadas, tortillas, boronas preñadas y filetes."

Rodeando así todo el bramadoriu, nos quedan los bufones ahora a nuestra derecha, compartimos ahora un relato del investigador y erudito local Juanjo Navina en la página Gente de Vidiago sobre cómo se habría inspirado José Zorrilla en Vidiago para componer El cantar del romero:
"En 1861 viene de Méjico para su tierra natal, el indiano D. Manuel J. Madrid compra el antiguo palacio que los Álvarez de las Asturias habían heredado de sus antepasados, los Noriega de Vidiago, en la cantidad de ciento treinta y un mil doscientas setenta y nueve reales.  
Una vez terminadas las obras de rehabilitación invita a pasar una temporada en el, al poeta, José Zorrilla que había conocido en la corte de Maximiliano de Méjico.  
Viene Zorrilla a Vidiago y en septiembre de 1882 escribe basándose en un romance popular unos versos que su anfitrión le había pedido como recuerdo de su estancia.  
Contaban que D. Manuel pidió a una viejecita del pueblo que fuera al palacio, para recitarle al poeta el romance que sirviera de base a los versos que iba a escribir.  
Llego la anciana a una hora temprana y el poeta que acababa de levantarse salió a recibirla vestido con una bata roja hasta los pies, quedo tan pasmada la buena mujer que creyendo que estaba ante el obispo se arrodillo y se santiguo.  
Cuando lo contaba Zorrilla a sus amigos en la corte siempre decía, que en ningún sitio le habían recibido como en Vidiago."

Retomamos la Senda Costera de Asturias (GR-204) donde la habíamos dejado y volvemos a hacer camino tras esta inolvidable visita al bramadoriu de El Palu, el de Arenillas está realmente pues en realidad un poco más adelante, al oeste, y no tan espectacular como este


El Cuera a la izquierda, separado de Los Resquilones por el Altu la Tornería (en medio de la foto) y La Cuesta Cue (a la derecha) son nuestras referencias visuales y geográficas al oeste cuando proseguimos nuestro camino a Llanes


Antes de dejar la bramadoria de El Palu, atendemos a estos carteles colocados en la senda, los cuales informan también de estos bufones


En este primero, el de la derecha de los dos, junto con un par de fotos explicativas, podemos leer el texto siguiente:
"La naturaleza caliza del subsuelo y la acción erosiva del agua a través de los periodos geológicos han determinado en la franja costera llanisca la formación de un peculiar paisaje, con presencia de afloramientos rocosos, amplias dolinas, abruptos acantilados, islotes costeros y pequeñas playas, y la existencia de singularidades geológicas asociadas a conductos kársticos como son las playas interiores, como la de Gulpiyuri o bufones, como los de Arenillas.

Los bufones de Arenillas han sido declarados Monumento Natural por el Gobierno del Principado de Asturias. El monumento comprende una franja costera de unos 1.200 m de longitud, desde la desembocadura del río Purón por el Oeste, hasta el pozo de la Salmoria por el Este, en la que se sitúan una docena de bufones de muy distinto tamaño

El fenómeno periódico de las mareas es el responsable de la propulsión de chorros de aire a presión y agua pulverizada que producen los característicos bufidos que dan nombre a éstos elementos."

Y en el de la izquierda hay un par de gráficos que nos dan una muy buena idea de la formación de pozos y bufones, y también un texto
"Los bufones son grietas y chimeneas abierta en la costa y conectadas con simas marinas por las que el agua penetra a presión, formando surtidores de agua pulverizada visibles desde el exterior y que pueden alcanzar más de veinte metros de altura

Si el mar está en calma, los respiraderos de las cavidades subterráneas se limitan a expulsar el aire comprimido en las galerías por los golpes del oleaje. Sin embargo, en los días de fuerte marejada, los bufones se transforman en un espectáculo que produce admiración, entonces el agua y el aire, apretados en aquellas angosturas subterráneas,  escapan juntos por los resquicios de la adelgazada bóveda. La tierra se abre escupiendo al cielo trozos de mar con ensordecedor ruido y un ligero orbayu de sal riega los campos. Los quejidos del bramadoriu, como se denominan localmente, se dejan ori a muchos kilómetros y el suelo, desgastado ya por milenios de oleaje, amenaza con romperse definitivamente"

Sección transversal de la formación de un bufón a partir de una gruta marina excavada por el oleaje en las partes más blandas de la roca madre del acantilado


Porción de terreno con la disposición de bufones y simas en este tramo de costa al norte de Puertas (Vidiago)


Mapa de bufones y simas desde la desembocadura del Ríu Purón hasta El Pozu la Salmoria y límite del Monumento Natural


De frente, continúa la senda costera, con la Sierra de Cuera en lontananza, que se extiende a lo largo de unos 30 kilómetros de este a oeste paralela a la costa por términos de los concejos de Llanes, Cabrales, Ribadedeva y las dos Peñamelleras: El Valle Altu y El Valle Baju


A la izquierda son los campos de Valdi, que se extienden al sur de la senda, abundan las hondonadas formadas por la erosión kárstica y cubiertas de hierba y matojos


El camino sube un corto repecho dando vista a la vertiente más occidental de La Peñe Villa, serranía separada del Cuera por el Altu la Tornería, allí destacan La Corona Cantiellu o El Bijorcu (669 m), fácil de identificar por las antenas en su cima


Profunda sima a nuestra izquierda dentro de esta formación de fenómenos erosivos en este sector de costa de Llanes al norte de Puertas


Las alambradas y los pastores eléctricos revelan los usos ganaderos de las fincas. La pista es de zahorra muy clara, casi blanca, en esta cuesta, muy bien definida y que no da posibilidad de confusión o pérdida


Acabada la corta subida llegamos a esta pequeña vega en la que la senda llanea unos metros, al fondo, las omnipresentes plantaciones de eucaliptos imperan al acercarnos al Ríu Purón, un gran hito fluvial tanto en el Camino de Santiago como en la senda costera


En esta foto nos haremos una idea de cómo cambia el paisaje según crecen o se talan y vuelven a crecer los ocalitos o eucaliptos de las plantaciones


Al sur, tres totémicas cimas del Cuera, El Picu Jaba o H.aba ("H." es hache aspirada) con sus 1.168 m y La Cabeza Turbina, que con sus 1.315 m es el más alto de la sierra, de cuyas fuentes nace El Ríu Purón, la principal Sulaconcha, la más espectacular L'Oyu


Su desembocadura está un poco más al oeste de aquí, en El Bocal, una bocana del pequeño estuario acantilado parte del cual veremos al cruzar el río 


Para cruzar el río la senda costera se dirige al sur, donde está la pasarela peatonal por la que pasaremos a la otra orilla, cerca de La Venta'l Pumar y camino de Andrín, siguiendo la ruta a Llanes


Y así, por la zona de Valdi, la senda realiza un importante rodeo para buscar el paso del Purón, una barrera natural de cierta entidad que marcó ciertas divisorias geográficas y culturales en Llanes, incluyendo isoglosas lingüísticas


Llegados a este cruce iremos a la izquierda para continuar rumbo sur hacia el puente, pero sí comentar que si quisiésemos conocer la desembocadura del Purón en principio puede irse por la derecha, pues está a apenas 500 metros de aquí, si bien el sendero no está muy bien definido ni marcado y puede haber algún problema de orientación


Luego habríamos de volver aquí para retomar la senda costera en el lugar donde la hemos dejado y regresar a la ruta


Aquí un vallado cierra una propiedad, justo cuando la senda hace una curva en ángulo recto a la derecha


Hay algunos árboles plantados como barrera vegetal al comienzo de este tramo recto que viene ahora


Crecen altos brezos, tojales, helechos y otras hierbas y llegamos a las plantaciones de ocalitos o eucaliptos


Crecen rápidamente y son talados también rápidamente, por lo que el paisaje puede cambiar también drásticamente en poco tiempo, pues con ellos crecen los matorrales, zarzas, brezos, helechos, tojales y demás plantas y hierbas


Así, lo que puede ser hoy un paraje sombrío puede ser mañana una rasa pelada cuando llegan las talas


Puede ser esta una de las plantaciones más frondosas de eucaliptales en la costa, pues la mayor parte se han realizado intensamente en las laderas de las sierras planas y algo de sus cimas, al igual que los pinares


La ocalital es casi impenetrable por la gran maraña de monte bajo que crece en el suelo a partir de las veredas de la senda


La señalización propia de la senda es un monolito de hormigón con las rayas rojas y blancas propias de un GR o sendero de gran recorrido, el 204, la Senda Costera de Asturias, que enlaza con el gran camino europeo E-9


Luego, a partir de esas marcas oficiales, otras entidades y particulares colocan o pintan sus señales, incluso flechas amarillas del Camino de Santiago, si bien su recorrido oficial, que sigue preceptivamente las rutas de peregrinación histórica (el Camino Real de la costa), discurre más al sur


Sin embargo, recordamos, la senda costera es también empleada por numerosos peregrinos, sobre todo en el tramo de Santiuste a la villa de Llanes, es decir, el trayecto más oriental del concejo, donde el Camino de Santiago coincide en bastantes trechos con la carretera N-632 y su sufrido asfalto, que se ha superpuesto en determinados sitios con el Caminu Real (real, del reino, un equivalente a del Estado o público, salvando las distancias)


Cuando los ocalitos son aún pequeños descubriremos, en primer término, como espolón en la ladera norte del Cuera que se adentra como una cuña sobre la rasa, la picuda mole caliza del Picu'l Castiellu, de unos 450 metros de altitud. En sus estribaciones estaba El Castillo de Soberrón, desde donde un representante regio gobernaba el territorio en la antigüedad, cuando aún no se llamaba Llanes, sino Aguilar o Tierra de Aguilar, allá por la alta Edad Media, y cuando era parte de la llamada provincia de Primorias o Primoriense (entre los ríos Sella y Deva). Más arriba tenemos el paso de La Muezca en El Risque, a unos 652 metros de altitud


Y a lo lejos, Llabres o La Peñe Llabres, por su parte, tiene muy buen acceso montañero y pastoril desde el pueblo de Posada, situado a sus pies y un poco más al norte, así como desde Vibañu, que está justo detrás, al oeste, donde se canta el popular Ramu de Vibañu durante la ofrenda de los panes, colocados con ramos, durante las fiestas. Leemos en Iberia Mágica:
"El canto del ramo se interpreta en muchos pueblos de Asturias durante las fiestas patronales. Los ramos son ofrendas que se colocan sobre un armazón de madera listo para ser transportado hasta la capilla del santo patrono. Las ofrendas son diversas según el pueblo y la época de la fiesta: pan, cereales, uvas, manteca. Las mozas adornan el palanquín con flores y cantan el ramo, generalmente acompañándose de percusión, mientras los hombres lo portan sobre los hombros. Este ramo del oriente de Asturias está dedicado a la Virgen del Rosario y se interpreta con panderetas y tambor en un difícil ejercicio de repetición"

Cuando los árboles crecen una pantalla vegetal nos oculta estas vistas hasta el siguiente corte


Mucha atención ahora a este cruce, en el que tenemos que ir a la derecha si deseamos seguir por la senda costera, pero hemos de decir que de frente se va a Los Tornos, en Puertas, a poco más de un kilómetro de aquí, por donde va el Camino de Santiago y desde donde puede subirse a la Cabeza del Xentil e ídolo de Peña Tú


Tomamos pues el camino de la derecha para continuar por la Senda Costera de Asturias (GR-204) que es a la que está dedicada esta entrada de blog


Hay que estar pendientes, pues un poste indicador había desaparecido cuando vinimos la última vez y únicamente se veían algunas flechas amarillas y azules pintadas en alguna piedra


Estamos en las inmediaciones del lugar conocido como El Cuetu la Viña, un topónimo que hace referencia a antiguas plantaciones de viñedos, posiblemente estilo parra. Mismamente se ha buscado relación entre el nombre de la parroquia, Vidiago, y la vid pero en su obra Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos, el erudito filólogo Xosé Lluis García Arias se muestra más partidario de un antropónimo prerromano, con el sufijo céltico acum, tal vez el nombre de un antiguo posesor. Puertas a su vez tiene claro su significado de "lugar de paso"


La importancia de este paso entre las montañas y el mar se ve a las claras en el yacimiento del Jou Puertas, uno de los numerosos hoyos de formación natural causados por la erosión marina en la roca madre caliza del terreno, el cual fue una trampa mortal para muchos animales durante milenios. Cuando se descubrió, al abrirse la caja de la Autovía del Cantábrico, constituyó uno de los conjuntos fósiles de animales de clima frío encontrados en la Península Ibérica, el más famoso de los cuales era una cría de mamut, pero también rinocerontes lanudos y un ciervo que pasó a ser el mayor de la historia natural. Así recoge la noticia Diego Álvarez Lao para el diario ABC del 10-12 del 2013 en Descubren una cría de mamut en Asturias:
"Hace unos 35.000 años, una cría de mamut de un año de edad y con una esperanza de vida de 60 años que caminaba por lo que hoy es Puertas de Vidiago (Asturias) se alejó de la manada y del cuidado vigilante de su madre y se arrimó a una zona peligrosa. “Se trataba de una depresión del terreno, llamada dolina de colapso, que desembocaba en una de las innumerables cuevas del subsuelo del oriente asturiano”, explica Diego Álvarez Lao, profesor del departamento de geología de la Universidad de Oviedo y coordinador de la excavación de Jou Puerta, cuyos resultados acaban de publicarse en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. 
Al igual que los otros 33 animales que compartieron la suerte del pequeño mamut durante los 6.000 años en que se mantuvo abierto el agujero que comunicaba con la cueva, una vez que cayó dentro el animal fue incapaz de trepar por las paredes de la cavidad y salir al exterior, si es que aún seguía vivo tras el impacto 
“Gran parte de los restos que hemos recuperado corresponden a individuos juveniles, menos experimentados y desconocedores de los peligros del terreno, como es el caso de los dos rinocerontes lanudos de entre seis y siete años y un pequeño leopardo, aún con dientes de leche todos ellos”, señala el paleontólogo. 
El mayor ciervo de la historia 
Entre los restos de rinoceronte lanudo recuperados, Álvarez Lao destaca “un húmero de extraordinario tamaño y robustez que por sus dimensiones perteneció a uno de los mayores rinocerontes lanudos que se han documentado en el registro fósil de todo el mundo”. Con 105 restos correspondientes a tres individuos (dos jóvenes y un adulto viejo), “el conjunto correspondiente a esta especie hallado en Jou Puerta ha resultado ser uno de los más ricos de la Península Ibérica” afirma Álvarez Lao. 
Megaloceros o ciervo gigante 
Pero los rinocerontes lanudos no fueron los únicos colosos ya extinguidos que corrieron la misma suerte. En el Jou Puerta también quedó atrapado un ejemplar del mayor ciervo que existió en la historia de la evolución: un megaloceros o ciervo gigante. 
“Se trata de una especie poco frecuente en los yacimientos ibéricos, y de la que en Jou Puerta hemos podido recuperar fragmentos de un asta descomunal”, destaca Álvarez Lao. De hecho, entre los extremos de ambas astas había una distancia (envergadura) de tres metros y medio, y cada asta medía en torno a un metro ochenta desde la base hasta su extremo. El propio cérvido medía más de dos metros sólo hasta la cruz (el “hombro” del animal). 
En lo más frío de la glaciación 
La condición de trampa natural y posterior cobertura con lodo y piedras del yacimiento no sólo ha permitido que los huesos lleguen al presente en un excepcional estado de conservación, protegidos de la erosión y la acción fragmentadora de los carnívoros. Además, una trampa de estas características, explica Álvarez Lao, evita la selección presente en yacimientos resultado de la actividad de depredadores, tanto humanos como animales, que podían limitarse a cazar unas pocas especies en consonancia con sus preferencias alimenticias. 
“Puesto que los animales caían por azar en el agujero, el yacimiento de Jou Puerta aporta una muestra bastante representativa de la fauna de herbívoros que poblaba el área cantábrica durante el tiempo en que estuvo abierta la cavidad, que coincide con algunos de los episodios más fríos de la última glaciación”, señala el paleontólogo y profesor de la Universidad de Oviedo. 
Respecto a la fauna carnívora, el hecho de que hayan aparecido restos de un solo ejemplar frente a 33 herbívoros se debe principalmente a que los primeros, con su mejor visión espacial, son poco propensos sufrir este tipo de accidentes. 
La presencia en el yacimiento de Jou Puerta de herbívoros propios de climas glaciales como el mamut y el rinoceronte lanudo, escasas en los yacimientos ibéricos, indica que los restos se depositaron en un momento de clima muy frío y árido. Sin embargo, la especie más abundante hallada en Jou Puerta es el ciervo, que junto con los corzos hallados suelen estar asociados a climas templados. Esta convivencia de faunas glaciares y de climas templados en un mismo territorio es una peculiaridad de los yacimientos ibéricos, especialmente de la zona cantábrica. 
A día de hoy, y tras haberse excavado el yacimiento de Jou Puerta, la cueva que lo albergaba ha desaparecido bajo la Autovía del Cantábrico"

Si los eucaliptos están crecidos nuestro campo de visión se circunscribirá a nuestro entorno más inmediato y no más allá


Pero si cuando pasemos los ocalitos no están crecidos, veremos una referencia muy importante, La Cuesta Cue, como más se conoce popularmente a La Sierra Plana de Cué. Por allí sube el Camino de Santiago por La Cuesta'l Cristu hacia La Jorcada y la ermita del Cristo del Camino, antes de bajar a la villa llanisca, y allí se une a él esta senda costera


A una curva a la derecha le sigue otra a la izquierda y la senda va ganando un poco de altura atravesando la ocalital


Luego, casi en llano, zigzaguea un poco en medio de las plantaciones


Cuando vemos de frente la Sierra de Cuera sabemos que estamos caminando al sur


Y cuando está a nuestra izquierda es que estamos caminando en dirección oeste, siempre en dirección al río


Sin embargo, cuando crecen los árboles, esta orientación se hace un poco más complicada, de todas formas y a excepción del cruce que acabamos de pasar, no hay en este tramo ningún desvío que pueda hacernos dudar


Simplemente seguimos la bien marcada y trillada senda en varias curvas y revueltas. Ahora, de nuevo hacia el sur, tenemos en el Cuera y ante nosotros La Cabeza Liñu (1.117 m) con  (1.165 m) a su derecha, y a su izquierda El Picu Ubricariu (1.137 m) y El Picu la Muezca (1.085 m). Más abajo es La Cuesta Purón, de la que tenemos una buena descripción en la Enciclopedia del paisaje de Asturias:
"Llamativa cuesta que se extiende al sur del pueblo de San Roque l'Acebal; en el pie de su falda sureste se encuentra el pueblo de Purón, del que sin duda proviene su nombre. Al contrario que otras cuestas, La Cuesta Purón carece de una cumbre muy definida: su parte más elevada alcanza los 267 m de altura  y en su cima se sitúa también El Llanu la Casuca, a unos 220 m de altura; otra de sus partes se denomina La Cuesta la Piedrona y una tercera es Los Aguilanes, que cae hacia la carretera de Purón"

Gran paisaje ante nuestros ojos en el que nos percatamos de alguna de las varias franjas lineales paralela, hasta doce, que constituyen el Cuera: Mañanga, Las Cuestas, El Texéu, El Risque, El Cantu, La Peña, los valles interiores, El Traviesu con La Verde, L'Escar, Cuera propiamente dicha, La Peña y luego ya las cuestas de la otra vertiente, la sur


Aquí estamos ya al borde del acantilado, cubierto de brezos y donde se han plantado también ocalitos, sobre El Ríu Purón. Un poco más adelante a la derecha, al pie de una torre eléctrica, haremos un alto en el mirador antes de cruzarlo, contemplando la belleza de El Bocal antes de bajar a cruzar su pasarela y continuar ruta hacia Andrín y La Boriza, camino de Llanes





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