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viernes, 14 de abril de 2017

LOS ACANTILADOS DEL INFIERNU, DE TOMASÓN, PALU VERDE, ARRA Y ARBIDEL (RIBADESELLA/RIBESEYA, ASTURIAS): "EL DEU DEL BIABLU " Y LA COSTA JURÁSICA

 

Acantilados del Infiernu, Ribadesella/Ribesella (Asturias)

Un impresionante frente acantilado recorre la costa oriental del concejo asturiano de Ribadesella/Ribeseya entre la desembocadura del Ríu Mía, Aguamía o Guadamía en El Vau l'Arena (Playa l'Aguada) y la del Sella, son los acantilados de Tomasón, Palu Verde y L' Infiernu, al norte de la parroquia de Collera, por cuyos pueblos de Cuerres y Toriellu  discurre el Camino de Santiago, rumbo a la capital del concejo y a solamente unos 500 metros, o poco más, al sur de este agreste e impresionante litoral 

El Palu Verde y El Palu Pequeñu, formidables y picudos peñascos vistos desde los acantilados

El topónimo tiene que ver con varios factores, todos ellos geográficos-orográficos, comparables con el infierno, al menos en lo relativo a la actitud ante el paisaje, según cada época histórica, pues lo que hoy nos parece una costa maravillosa en sus tiempos era visto como un lugar peligroso por sus abismos solitarios, sólo frecuentados por algunos pescadores


Uno de los símbolos naturales de esta costa en la que el Mar Cantábrico enseña todo su ímpetu es el grandioso peñón vertical del Palu Verde, enorme espolón que, como no podía ser de otra manera en estos parajes de infernal nombre, es también llamado El Deu del Diablu (dedo del diablo)

El sendero subiendo entre tojos y helechos junto al borde del cantil

L' Infiernu también alude a la franja litoral inmediatamente anterior al acantilado, ahora muy frecuentada pero antaño mucho más solitaria. Ahora predominan los pastizales, salvo en el borde del cantil, pero es posible que siglos ha hubiese espesos encinares que le añadirían al paraje un toque aún más tétrico o lúgubre a aquellas soledades, siempre por supuesto desde el punto de vista de los viajeros de antaño, en constante alerta ante asaltos de bandoleros o cualquier peligro, natural o... sobrenatural

La palabra infiernu, como infiestu, otro topónimo existente en estos acantilados, está asimismo relacionada con lugar infestado, con mucha vegetación, casi selvático, de dificultoso acceso, también a causa de roquedos, lo que añadido al vertiginosa sensación de los altísimos acantilados le añadiría aún más aspecto tétrico en sus tiempos

La senda por la orilla del gran precipicio

En nuestros días una senda, o sendas, puesto que a veces presenta varios ramales más o menos paralelos, recorre estos acantilados tan próximos al Camino, "al norte del Camino de Santiago del Norte", podemos decir siendo totalmente exactos, es la Ruta de los Acantilados del Infiernu, preciosamente bella

No somos en principio muy partidarios de dejar el Camino de Santiago, continuador en su trazado histórico oficial de aquellos milenarios caminos reales de los peregrinos y viajeros de antaño, para tomar otras sendas: costeras, fluviales, vías verdes, etc., pero, en tramos muy concretos, como este que presentamos aquí, también deseamos proporcionar información sobre lugares que, por su proximidad, historia, belleza, trascendencia, etc. pueden interesar al romero según pasa por sus inmediaciones

Caminando por el borde del acantilado

Además que el peregrino tampoco tiene tiempo para pararse o desviarse a cada momento para verlo y conocerlo todo, la ruta de los acantilados del Infiernu requiere un esfuerzo superior: aparte de que es algo más larga y no tan directa como el Camino de Santiago, hay varios subeybajas y pasos por pedregales y tojales, al menos si buscamos el itinerario más próximo al acantilado para verlo bien, que es lo interesante si nos acercamos aquí

En la distancia, acantilados de Arra, cuestas de Arbidel y Monte Corveru, paso a Ribadesella/Ribeseya

Pero, reiteramos, dado el interés que puede ser conocer este indómito e inolvidable paraje tan próximo al Camino, deseamos darlo a conocer en su tramo principal y no demasiado apartado del itinerario jacobita oficial, entre el pueblo de Toriellu y L'Argunadieyu. Realmente podría llegarse a la misma villa de Ribadesella/Ribeseya, pero aparte de unas considerables cuestas en los últimos repechos antes de llegar a la villa del Sella, nos perderíamos la entrada histórica del Camino por el barrio de El Portiellu y su trazado por los barrios más antiguos de la población

Área Recreativa del Infiernu, donde proponemos regresar al Camino de Santiago

Por eso proponemos, una vez pasada el área recreativa, y viendo ya la casi totalidad del Infiernu, regresar al Camino de Santiago en L'Argunadieyu, para ir a El Portiellu por Oreyana y San Antoniu

Camino del Infiernu: el Camino de Santiago sale de Toriellu

El camino de Santiago sale del pueblo de Toriellu, en la parroquia riosellana de Collera como hemos dicho, en dirección a Sierralluenga, es el comienzo del "Camino al Infiernu", lo que no deja de ser una chocante ironía, simpática, que el Camino de Santiago también pase por el "infierno", aunque un infierno muy especial, donde lo endiablado será su belleza, tanto si seguimos el Camino oficial por verdísimas camperas, como si tomamos, un poco más adelante, el trayecto a los acantilados

Es este un "Paisaje abrupto pero cómodo" dice la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 12 voz Ribadesella"en el que proliferan diversas especies forestales: robles, hayas, abedules, alisos, avellanos, espineras"

Veremos también abundantes zarzas, laureles y nogales, además de un vivero. Otro topónimo existente en estos parajes es el de L'Ardilleru, que no tiene que ver con ardillas sino con ardinas, encinas, por lo que se refiere a los encinares característicos de este pasillo costero

Un poco más adelante cruzaremos por este paso a nivel sin barrera la vía ferroviaria de vía estrecha, aquella FEVE que fue antes la vía de los Económicos (Ferrocarriles Económicos de Asturias), cuya apertura a principios del siglo XX y su enlace con Santander a través de Llanes fue todo un acontecimiento en estos pueblos, allá por 1905 (¡ya llovió!)


Cruzada la vía llegamos enseguida al lugar de L'Arena o El Pozu l'Arena, donde nos separaríamos del Camino de Santiago para ir a los acantilados del Infiernu


En esta bifurcación el Camino de Santiago hace una curva y sigue a la izquierda, nosotros tomaríamos el ramal que sale a la derecha


En el mojón caminero, la flecha amarilla indica la ruta xacobea y la azul la de los acantilados, que es la que vamos a seguir ahora


En este lugar suelen formarse charcos con las lluvias, pero enseguida la senda sube entre sebes (setos naturales) y deja el barrizal


Más señalización no vamos a encontrar hasta llegar al borde del cantil, por lo que nuestra referencia es caminar siempre por este camino principal, ancho y bien trillado

Pasamos la entrada a una finca y seguimos recto y de frente, aquí acaba la pequeña cuesta y llega seguidamente una ligera bajada

El camino atraviesa esta finca de prado y pumarada, rodeada de arbustos, más allá hay una plantación de ocalitos

Los pastores eléctricos, a ambos lados, revelan los usos ganaderos de estas fincas, separadas del camino por pequeñas murias de piedras


La senda es de tierra y piedra pero en algunos lugares se ha echado algo de grava, sobre todo en alguna cuestecilla



La roca caliza, el elemento moldeado por los agentes erosivos que constituye la base geológica de este litoral y sus fenómenos kársticos, entre ellos sus imponentes acantilados


Maravilloso olor a tierra húmeda y a hierba mojada después de llover al adentrarnos en un pequeño castañar o castañéu



Más prados y, al fondo, más ocalitales en el camino a los acantilados. El trayecto es bastante llano la mayor parte del tiempo

Otro trecho con algo de zahorra y de frente otra pumarada


Manzanos a la izquierda y castaños en el camino, observemos las hojas caídas, formando hojarasca. Estamos a principios del otoño, que suele ser un buen momento para acercarnos a primera línea de costa, admirando el mar bravío



Camino de tierra y piedra según seguimos bordeando la pumarada de manzana para hacer la buena sidra asturiana


Ahora pasamos bajo las ramas de otro hermoso castaño o castañal, árbol caminero por excelencia, cuyo fruto fue base alimenticia en siglos pretéritos y su propiedad, como la del árbol, recogida en el derecho consetudinario

Siguen los pastores eléctricos, sin embargo la finca de la izquierda pasto parece tener poco, es una cotollal, llena de tojos o cotolles

Bello sendero, muy tranquilo, poco frecuentado pero muy bien definido, que da servicio a estas fincas y terrenos

Nos metemos de nuevo en un poco de boscaje, a la sombra de árboles y arbustos

Caminamos siempre en dirección norte, directamente hacia el mar, que aún no vemos pero que oiremos sin duda si hay temporal


El camino se encaja entre las sebes al acercarnos a la ocalital, estos árboles son talados bastante periódicamente y crecen rápido, por lo que tan pronto pueden ser altos, como no estar o ser muy pequeños. El paisaje cambia pues cada no muchos años



Atención ahora pues nos acercamos a una bifurcación muy importante



En ella, tal y como señalamos, habremos de ir a la izquierda


Nos parece ver algún resto de flecha azul en la corteza de alguno de estos ocalitos, pero son señales muy efímeras, pues esta cae con frecuencia



Sigue sin pérdida ahora el sendero entre altas matas de tojos, helechos y otras plantas silvestres, formando espesos muros


Y ya salimos a los campos, algo más abiertos, antes del precipicio acantilado, donde hay menos árboles, al menos en esta parte


Se ven las rodadas de algún vehículo, tal vez del paso de algún todoterreno pequeño, un tractor Pascualín o algún transporte de madera de las talas


La vegetación crece profusamente entre las piedras de las murias que separan el camino de estos prados, el cual se limpia periódicamente desbrozándolo, pues aunque pase gente puede quedar tomado y cerrado rápidamente, sobre todo con los brotes de la primavera


Pasamos entre tres pequeños postes, colocados aquí para evitar el paso del ganado pero permitir el de caminantes. Los tojos pueden llegar a ser tan altos como una persona


Y ahí tenemos el mar, pronto caminaremos por aquellas camperas que tenemos enfrente


Las rocas delatan la ubicación del cantil y por lo tanto el borde del despeñadero


Es la parte comprendida entre los llamados acantilados de Tomasón y los de Palu Verde, por aquellas laderas rocosas subiremos dentro de poco, parte del subeybaja propio de esta ruta


Tomando aquellas peñas como referencia vamos buscando paso hacia ellas por los pasillos de pradería entre la vegetación


Aquí hay un pequeño claro y lo que parece un cruce: mucha atención


Efectivamente nos encontramos con otro sendero, bien marcado y trillado, paralelo a la línea del acantilado, del que lo separa una gran franja de plantas espinosas


Este sendero viene del este, de Castru Arenes, el extremo nororiental del concejo riosellano, sobre la desembocadura del Ríu Mía, Aguamía o Aguadamía, con hermosas vistas de su bocana en L'Aguada o El Vau l'Arena, así como de los acantilados de Pría, estos ya en Llanes, solar de La Bramadoria o El Bramadoriu, con sus célebres bufones o sonoros chorros de agua que sale con aire a presión, empujada por la fuerza de las olas inmensas que se forman los días de galerna


Vamos a avanzar de frente un poco más pues hay otro camino que pasa aún más cerca del acantilado


Este es, más ancho y trillado aún que el anterior, por este continuaremos camino a la izquierda, en dirección oeste


A nuestra izquierda, vertiginoso despeñadero hacia el mar. Otro pastor eléctrico o llendador ha sido puesto para que el ganado no se acerque demasiado y caiga


No lo hagamos tampoco nosotros, sin necesidad de exponerse podemos disfrutar de estas impresionantes vistas con el mar golpeando a nuestros pies y emitiendo sus sones de arrastre y resaca. Enfrente un soberbio peñón vertical completará está maravilla de la naturaleza


Es la zona conocida como La Ventanona, posiblemente por las muchas cavidades horadas por el mar en la roca a base de azotarla durante siglos y milenios


El firme, bastante ancho, es de piedra y tierra y va empezar aquí una buena bajada mientras sigue la forma del borde acantilado


Abajo, en el mar, una lancha de pesca, una buena descripción general de lo que podemos descubrir en esta senda acantilada la hallamos en Asturias Paraíso Natural:
"En cualquier punto de esta ruta disfrutaremos de las esculturas que el mar ha ido esculpiendo en la roca a lo largo de los siglos. Entre monte bajo, vacas y cabras, vemos pequeñas embarcaciones de la cercana Ribadesella/Ribeseya faenar en las aguas del Cantábrico, buscando el pescado para que lo degustemos fresco al acabar su tarea.

Pequeñas penínsulas verticales dan cobijo a los nidos de gaviotas y cormoranes a lo largo del camino. Un enorme tómbolo de roca se erige en un pequeño entrante del acantilado. Dos arcos de piedra gigantes aparecen, mientras caminamos, cual puentes hacia ninguna parte, uniendo fragmentos de acantilado. En el cielo, busardo ratonero y cernícalo común son frecuentes, dos cazadores escudriñando el suelo, listos para dejarse caer sobre los pequeños animales que forman parte de su dieta."

Y además de vacas y cabras, caballos, como estos, pastando las hierbas que crecen entre piedra y matojos. A lo lejos, al oeste-suroeste, una totémica línea de cumbres...


A la derecha, el Sueve o Puertu Sueve, fotografía en pleno invierno con algo de nieve. Pese a su altura, que en su cota máxima, El Picu Pienzu, llega a los 1.161 m (según otras fuentes 1.160 ó 1.159 m), es muy difícil que la nieve cuaje dada su cercanía al mar, pero aquí lo ha hecho, sobre todo en su ladera sur, la de la izquierda


En la lejanía se distinguen bien otras picas, como las del Picu Babú a su derecha (929 m), también llamado Los Cuervos y Los Foyos. A su izquierda y más bajo es el de Peña Corvera (963 m). Este cordal separa la franja litoral del valle del río Piloña, al sur, afluente del Sella y que constituye otro paso natural entre el oriente y el centro de Asturias


Poco más bajo y a su derecha habríamos de mencionar al Picu la Govieta (1.001 m) sito entre los concejos de Parres y Colunga. Seguidamente están El Picu les Duernes (1.029 m) y El Sellón (1.027 m), estando aún más a la derecha y relativamente separado el también muy reconocible Picu Babú (929 m), igualmente conocido como Los Foyos y Picu los Cuervos


Más a la izquierda están Les Corripes o Corripies (1.114 m), Les Cuerres (1.074 m) El Picu Mirueñu (1.138 m), que es la segunda altura del Sueve, y otras estribaciones al oeste del Pienzu. Poco más abajo y más cerca reconocemos una parte de la cresta de Les Corones, sierra también llamada de Calabrez o de Collía (pueblos bajo sus faldas) por la zona de La Peñe la Xunca (476 m)


Más a la derecha, asoma un poco entre los ocalitos el también calizo y claro crestón del Picu Cabalgadoriu (446 m), en medio de la foto, y más a la derecha aún y separada de Les Corones se encuentra, fácilmente reconocible, La Peñe Pagadín (419 m), más cercana y más modesta en altitud pero que destaca mucho por su forma cónica 


Los vecinos dicen que cuando la niebla cubre la mitad de La Peñe Pagadín es que va a llover seguro... "Cuando La Peñe Pagadín nun se ve, les muyerines de Sotu y La Granda quitan la ropa". Aunque desde aquí no se aprecian bien, son en realidad varias cimas, todas ellas de fácil subida


Bajo La Peñe Pagadín está la famosa gruta de Cueva Rosa, de importantes resonancias mitológicas pues se contaban historia de tesoros, memoria quizás de sus prehistóricos pobladores paleolíticos (culturas solutrense y magdaleniense). En esa cueva se halla una de las colonias de murciélagos más importantes de Asturias y una numerosa cantidad de insectos, entre ellas un escarabajo único en el mundo, el Notidocharis Calabresi


A la izquierda y más cerca tenemos (encima del caballo de la izquierda) El Monte Moru, ya al otro lado del Sella y sobre su valle del bajo Sella, al sur del concejo riosellano


El Monte Moru se extiende alargado de este a oeste desde las vegas de Cueves hasta Collía, en Parres, muy cerca de Arriondas/Les Arriondes, la capital parraguesa 


Algunas de sus alturas más prominentes son el Picu Moru (549 m) y La Peruyalina (495 m). Reconocemos también, más al oeste, Les Llagunes (443 m), todo ello con laderas cubiertas de eucaliptos y monte bajo. Más allá reconocemos El Picu Valdefuentes (503 m) y el Altu la H.enosa (509 m). La montaña está recorrida por varias pistas que son la base de numerosas excursiones y se reconocen desde muchos kilómetros de distancia


Más a la izquierda y más al este hay otros dos picos muy reconocibles montes, La Cruz (333 m), aunque casi tapada por los ocalitos de Sobares, y a su izquierda y más alto La Corona Castiellu (544 m), también muy reconocible, este por su alto moño calizo (corona)


La Cruz, en la parte de Piedramala, es fácil de identificar también por las antenas de su cima. A su lado derecho desemboca en el Sella el Ríu Cueves y a su izquierda La Riega Xinestral o La Xinestral de Castiellu, río que nace más al oeste, en La Forcada, y hace de frontera de concejos, perteneciendo La Cruz a Ribadesella/Ribeseya y La Corona Castiellu (544 m) a Parres


Los topónimos tipo castru o castiellu no siempre y necesariamente han de hacer referencia a recintos fortificados prerromanos, romanos o medievales, aunque en la mayor parte de los casos sea así, sino por la semejanza de peñas, montes e islotes con ellos, farallones verticales que por su inaccesibilidad recordaban a un castillo


Como referencia podemos decir que, al otro lado de los mencionados ocalitos de Sobares discurre, por la zona de La H.igar o La Jigar ("H." es grafía para la hache aspirada), discurre El Camino de Santiago, avanzando directo hacia la villa de Ribadesella/Ribeseya y con el que proponemos reunirnos en Argunadieyu, poco más allá del área recreativa frente a la antigua Casa Tomasón que dio nombre también a estos acantilados 


Ahora viene una parte que puede ser un tanto complicada, pese a que el camino está bien claro y pisado y es lo suficientemente ancho


Una bajada muy pendiente y escabrosa de tierra y piedra, muy resbaladiza con lluvia, rocío, o mismamente nieblas y brumas marinas


No obstante es corta y se baja pronto, andando luego un trecho llano admirando el paredón calizo del acantilado



No nos arrimemos demasiado al acantilado ni tampoco al pastor eléctrico, pues si está conectado puede darnos un doloroso trallazo 


Seguidamente empezamos a subir. La ruta tiene un tanto de montaña rusa y recordamos que es un esfuerzo añadido al peregrino, pero si se está bien de tiempo y fuerzas, y si se está avezado a andar por vericuetos como estos es verdaderamente recomendable


Son pequeñas subidas a las que siguen sus correspondientes bajadas, a veces con más desnivel y otras con menos, pero una sucesión continua que hará cierta mella en nuestras fuerzas


La senda no tiene aquí pérdida, es el único paso libre entre cotollales, helechos y demás espineras de agudas puntas y doloroso contacto


La recompensa, estas imponentes vistas de peñascos y acantilados, con sus calas, cuevas, quebradas, entrantes y salientes a lo largo de todo el trayecto


Llega un perro que parece acudir a nuestro encuentro. Recalcamos que es una ruta muy empleada y en la que encontraremos bastante gente según avanza la jornada, sobre todo días festivos y de buen tiempo, máxime en verano pero muy transitada también durante todo el año


Por aquí va acabando la cuesta y caminamos ahora unos metros en llano entre peñas y cotoyales


"Mar de cotollales", parajes inaccesibles a los lados del sendero


El pastor eléctrico, además de para apartar al ganado del abismo, que no llega a verse tapado por los tojos, nos sirve asimismo de referencia a nosotros para no poner nunca el pie más allá de él


Como también hemos dicho, la ruta, al seguir el margen del precipicio, da continuas curvas según la orografía costera


El premio, estar siempre a la vista del par y de estos preciosos murallones rocosos


Estas revueltas y revueltas son las que hacen más largo este itinerario que el Camino de Santiago, pero recalcamos también que puede ser una interesante alternativa


Con ello, las constantes subidas y bajadas: ahora el siguiente repecho


Alguien más parece haber llegado a nuestro encuentro a darnos la bienvenida. Fijémonos en estas peñas


Es un raitánreitán o petirrojo, con su vistoso pecho anaranjado (Erithacus rubecula), "un pájaro sociable, atrevido y curioso que acostumbra a salir del bosque y plantarse a mitad de un camino para ver quién llega a su territorio", como acertadamente dicen en Wikipedia"emitiendo su característica voz de alerta: un chip-chip metálico y seco. Su canto es un gorgojeo musical, muy melódico, parecido al ruiseñor", añaden también


Su atención por cualquiera que pase se dice tiene que ver con su instinto, pues está acostumbrado, por ejemplo, a hurgar en busca de lombrices la tierra labrada por los agricultores o los jardineros. Fue una especie relativamente respetada por ciertas tradiciones religiosas, como que su color se debía a la sangre de Cristo en la cruz, que salpicó a un raitán cuando este se acercó para consolarlo con su canto, así como otras tradiciones en diversas culturas y creencias. No obstante también fue cazado y entre esto y haber sido diezmado por efecto de venenos y plaguicidas, los ha vuelto, se dice, mucho más precavidos 


No está agarrado, como puede parecer en la foto, al cable eléctrico, sino posado en un saliente de la roca, promontorio ideal para este guardián de los campos y el camino que ha salido al encuentro del caminante y peregrino


Otra formidable vista de esta imponente muralla pétrea a nuestra derecha


Últimos metros de subida pues ya en esta pendiente...


Y primeros metros de bajada y luego otra subida en la cuesta siguiente


Hay aquí un poco de pradería, con el abandono del campo muchos prados fueron dejados "pa monte" y otros plantados de eucaliptos. Antaño se aprovechaba para pasto hasta el mismo filo del despeñadero


Al principio de la cuesta de la ocalital, un poste azul forma parte de una de las señalizaciones de rutas existentes en este trayecto


Más restos de pintura azul en un tronco y, sobre ellos, las bandas blanca y amarilla de un PR o sendero de pequeño recorrido


Muria de piedras, caídas, que hacen las veces de peldaños para ganar altura


El sendero de tierra llanea entre afloramientos rocosos, miremos bien al dar nuestros pasos, no es difícil tropezar en alguno


Salimos de los eucaliptos y llegamos a un magnífico promontorio que sin duda nos encantará: La Cabecina, llamado así sin duda por su forma, de la que nos daremos cuenta cuando lo dejemos atrás


Un poste señalizador confirma además que estamos siempre en la senda correcta, desde aquí tendremos muy buenas vistas en todas direcciones


Al oeste, por ejemplo, la costa hasta El Monte Corveru en Ribadesella/Ribeseya y más lejos aún, El Cabu Llastres


El mirador propiamente dicho es este hermoso rellano que es un balcón natural asomado al mar


Un precioso paraje en el que merece la pena detenernos unos instantes para contemplar el paisaje a los cuatro puntos cardinales


En primer término los acantilados de Tomasón, al norte de Toriellu, en la riosellana parroquia de Collera. Allí están los miradores de Olianco y de Torandi


Más a lo lejos es Castru Arenes, mirador también pero sobre la ya mencionada bocana de L'Aguada y El Vau l'Arena, desembocadura del Aguamía, así como, al otro lado, a La Bramadoria, al norte de los pueblos de Llames y Garaña, en la llanisca parroquia de Pría


Hoy los bufones o bramadorios de Pría están en calma, como el mar, en nuestra entrada de blog a ellos dedicada podemos ver sus chorros saltando al cielo y llegando a bastantes metros de altura, al igual que las olas al chocar contra el acantilado, todo en un muy sobrecogedor pero a la vez atrayente estruendo que llegó a atemorizar un tanto incluso al séquito del futuro Carlos I de España y V de Alemania cuando recorrió improvisadamente estas tierras a finales de septiembre de 1517


Más lejos y al sur, El Cerru Llabres (689 m) con las estribaciones del Cuera o La Sierra Cuera a lo lejos, cuyas cotas más altas, como el Turbina (1.137 m) constituyen una formidable muralla natural entre la costa y los valles del interior, se desperezan de la niebla matutina


Es posible que un poco más abajo y más cerca, fijándonos mucho, podamos reconocer entre los eucaliptos, por su alto campanario de picuda torre cuadrada, la iglesia de San Pedro de Pría, por donde ha pasado el Camino antes de cruzar El Puente Mía y entrar en términos riosellanos por El Colláu, en Cuerres. La ruta jacobita pasa entre la parroquial y el cementerio, cuya capilla vemos a la derecha. Más allá Cantullanu y El Llanu Nueva (245 m), donde está la antena


En La Cabecina miramos ahora al oeste, pero antes que nada va a llamarnos la atención este picudo peñón al pie de acantilado, que es lo que tenemos más cerca y lo primero que vamos a ver, justo a nuestros pies


Es un alto islote calizo vertical de lisas paredes en las que apenas crece vegetación, el cual es una de las formaciones que más destaca en toda esta costa acantilada, viéndose desde la lejanía. La Enciclopedia del paisaje de Asturias lo describe de esta manera:
"Hermoso islote cilíndrico, con paredones calizos verticales y maleza en su parte alta, que se sitúa en una zona con altos acantilados y varios puentes de rocas naturales, al norte del pueblo de Toriellu y al oeste de Jigarines y de La Sierra. Palu Verde, muy característico y afilado, pertenece a la parroquia de San Marín de Collera"

Uno de los hermanos Uría Aza, extraordinarios artistas riosellanos, Bernardo Mateo, que fue un excelso pintor, se inspiró en este palu y su litoral para sus obras y así nos lo explican en el apartado Riosellanos ilustres de la web del Ayuntamiento de Ribadesella:
"Bernardo era un extraordinario pintor, cuya obra se enmarca dentro de una tendencia neorromántica en la que la Naturaleza, hecha mar o montaña, respira grandeza y cobra todo el protagonismo. Sus obra más conocidas podrían ser El alma de la montaña o Sierra de Santianes, aunque también son espectaculares sus interpretaciones de los acantilados riosellanos del Infiernu y Palu Verde (en especial en "El suicida"), en la mejor línea de la pintura romántica europea."

Si bien su forma cilíndrica podría haberle dado nombre por su forma de palo, parece que el topónimo tiene que ver con la piedra, o esto podríamos entresacar de lo que escribe el filólogo y toponomista Xosé Lluis García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos:
"Otra raíz prerromana presente en el occidente peninsular así como en los Pirineos y Alpes es PAL- , PALA- ‘montaña, roca’ . Para establecer sus orígenes se ha hablado de un antecedente ligur (Menéndez Pidal), mediterráneo (Bertoldi), preindoeuropeo (Meyer-Lübke) y véneto-ilirio. 
Parece evidente que esta raíz la encontramos en topónimos asturianos del tipo: 
Paluverde, islote calizo de Ribeseya. 
El Palu Po, islote en Llanes. 
La Pica’l Palu, peñasco calizo de Llanes. 
Los Palos (Carreño), dos peñas en la mar. 
El Porru Piedepalu (Colunga) 
Esa misma raíz prerromana podemos tenerla en el llamado El Puertu’l Palu, ejemplo de elevación pétrea carente de vegetación, en términos de Allande."

Y ante nosotros, La Punta del Cantu Cabu Verde y una magnífica vista de buena parte de los acantilados del Infiernu en la zona de su mismo nombre, un topónimo relativamente frecuente, "Lugares de difícil orografía pueden llevar la expresión infiernu, sin duda por tratarse de una comparación con el considerado peor de los paisajes posibles", explica también García Arias en relación a su etimología


Ello nos lleva a pensar en cómo fue cambiando el concepto de belleza en el paisaje a lo largo del tiempo. En épocas pasadas un buen paisaje eran parajes llanos y accesibles, lo agreste e indómito despertaba otros sentimientos. Traemos a colación este extracto de lo que dice al respecto la Xacopedia en su entrada dedicada al Paisaje:
"Las penalidades que a los caminantes históricos les ocasionaba la naturaleza sin aditivos, que obligaba a grandes esfuerzos de supervivencia, no estimulaba precisamente los sentidos para una percepción positiva del medio físico. Para el peregrino medieval y de los siglos posteriores el entorno era, como casi todo, un concepto utilitario: resultaba bueno en función de si ayudaba o no en el viaje."

Las enormes moles picudas del Sueve, El Fitu, La Peñe Pagadín y El Picu Cabalgadoriu forman parte también de todas las formaciones geológicas que han configurado el que el escritor Humberto Gonzali denominaba el "país de la caliza"


Nuestra ruta discurrirá siempre muy cerca del borde de estos murallones calizos hacia El Cantu Palu Verde, con sus continuas subidas y bajadas pero en todo momento a la vista del mar


Los acantilados del Infiernu propiamente dichos se encuentran a partir del cantu, a sus pies está la llamada Playa Tomasón y, más atrás, la Casa Tomasón que dio nombre, repetimos, a una parte de este cantil, al menos según recogen la tradición popular y la misma toponimia


En su parte final hasta El Monte Corveru (104 m), el cantil ya no es calizo sino que aflora la llamada Falla de Arra y el terreno ya es jurásico


Si bien tradicionalmente se escribe Corberu, el uso más normativo habría de ser con "v", Corveru, por su vinculación con los cuervos, no necesariamente el cuervo común (Corvus corax) sino también los cuervos marinos o cormoranes del género Phalacrocoax. Ahí hay también unos formidables acantilados que caen sobre La Punta la Talaya y La Punta Borines


Más a la derecha y más lejos, al otro lado de la desembocadura del Sella, está el Monte Somo, cuyos acantilados sobre La Punta del Pozu o del Berquiz son el inicio, dentro de ese litoral jurásico, de la famosa Costa de los Dinosaurios, donde aparecen, por otro fenómeno geológico, las petrificadas icnitas de los grandes saurios que poblaron la zona hace muchos millones de años. Seguidamente están La Punta Somos y La Punta Covachera. Sobre la primera, a 104 m de altura, se construyó el Faro de Ribadesella/Ribeseya, en Tereñes, que vemos desde aquí, inaugurado en 1861 y electrificado en 1926


Seguidamente es La Punta los Carreros, al norte del pueblo de Vega, también riosellano y paso del Camino de Santiago. En la lejanía asoma parcialmente parte del pueblo pesquero de Llastres, en el concejo de Colunga, nacido en pleno acantilado. A su derecha es San Roque, con su capilla, mirador y antena, y arriba, en la planicie de la rasa costera, el pueblo de Lluces


Pero la mayor punta que como una gran cuña de acantilados de margas grises y areniscas se adentra en el mar es El Cabu Llastres, su topónimo viene de llastra, piedra lisa, grande y plana, abundante en sus cantiles y pedreros. El cabo hace un extraordinaria barrera natural contra temporales y galernas que se prolonga desde L'Escanón y La Punta Miseria, al norte de Llastres, hacia Les Llastres de La Cotariella, El Pedreru de Llimixide, El Pintu, La Piedra'l Rayu, La Teyosa, El Talameru, La Vaca, El Teyadín, y por fin el extremo final, El Cabu Llastres propiamente dicho, sobre el que se construyó en 1994 El Faru Llastres, o Faru Lluces, que hasta el momento es el último construido en Asturias (balizas portuarias aparte que eso es realmente otra cosa)


Según avanzamos sobre el acantilado vemos asomar otro pico rocoso a la izquierda del Palu Verde


El Palu Pequeñu, otro islote vertical, picudo y cilíndrico que constituye otra gran referencia visual, geográfica y paisajística de los acantilados riosellanos, los dos forman un hermoso conjunto al que aún añadiríamos un tercero, ya más pequeños, que veremos yendo al Cantu Palu Verde


Si nos fijamos, podremos ver la senda subiendo y bajando por la ladera de aquellos campos que caen al canto del cantil, el camino del Infiernu...


Bajamos de La Cabecina por este sendero siempre flanqueado por matojos de tojos o árgumasles cotolles y los felechos o h.elechos 


Al sur está El Monte Oba con El Picu'l Cabezu (373 m), de donde se sacaba madera antiguamente para uso vecinal. Más al sur El Mofrechu o Picu Mofrechu es, con sus 900 metros de altura, el más alto del concejo, en la sierra del Puertu Cuana, límite con el concejo de Cangues/Cangas de Onís, divisoria de las aguas bajas del Sella y de otro de sus afluentes el Güeña. Un famoso grupo de montaña riosellano lleva su nombre. A su derecha están El Cantu Arriundu o Arriondu (789 m) y El Monte la Cerezal


El Cabezu es la estribación más occidental de La Peñe les Pandes o Sierra la Cueva Negra. A su izquierda es El Picu Jorobitaya (719 m), también conocido popularmente de un tiempo acá como La Peña del Taxista o Picu Manolete por el taxista riosellano Manuel Fonticiella, entusiasta de las excursiones a estas montañas, donde amontonó en su cumbre piedras a lo largo del tiempo hasta formar un gran jitu o hito, ya que ascendía casi a diario a esta cumbre tras jubilarse. Falleció con 84 años pero su recuerdo permanece


A su izquierda están el  Altu Teyadura (743 m), el más alto, y a continuación el Bacia (567 m) y el Picu Baúa (566 m), en lo que geológicamente se denomina la Escama de Ribadesella


Más a la izquierda El Corte y El Picu Mediudía o Sorrolles (518 m), este ya en el concejo de Llanes


Entre los ocalitos, otro de los caminos que enlazan estos acantilados con el Camino de Santiago, que sigue al otro lado, a unos 600 metros más al sur, cerca de El Charrudín


Caminando, seguimos admirando esta ensenada hacia El Cantu Palu Verde y sus alucinantes quebradas y roquedos. Cuentan de este lugar en el blog de viajes, caminos y gastronomía Les Farturrutes:
"Una de las rutas más espectaculares de costa que podéis hacer, con unos acantilados moldeados durante miles de años por la fuerza del Mar Cantábrico, que crean unos formaciones que te dejarán sin habla. Un paraíso para los amantes de la fotografía, o para los que simplemente quieren desconectar del mundo con la belleza de la costa asturiana.  
(...) aquí no hay barandillas y asomarse es un peligro. Incluso las formaciones que no están al borde del acantilado pueden tener caídas y aperturas peligrosas. Así que es una ruta que puede hacer todo el mundo, pero con precaución. Existen varios caminos, una senda "principal", ancha, a varios metros del acantilado, y varios caminos que se acercan mucho más y van bordeando la costa. Mi recomendación es que, con la precaución que os escribí antes, elijáis la segunda opción, es mucho más espectacular. (...) 
A lo largo del camino os encontraréis con tanto balcones naturales, que os va a costar reprimiros y no parar en todos a hacer fotos. Además, con la luz cambiante a lo largo del día, los matices son infinitos. (...) 
Toda la ruta es un sube-baja, pero se hace sin ninguna dificultad. Una de las cosas a tener en cuenta en Asturies son las mareas, que hacen que el paisaje varíe notablemente en función de si la mar sube o baja. Si la mar está brava y la marea alta, seguramente disfrutéis de los Bramadorios; en cambio, si está baja, de los rincones preciosos con playas secretas, aunque de difícil acceso, eso sí.  
Toda la ruta está llena de entrantes en la tierra que, en marea baja, forman pequeñas playas o pedreros, inaccesibles o de muy difícil acceso, y que son el paraíso de los pescadores y cazadores de amaneceres/atardeceres fotográficos."

Fijémonos en una de las llamativas formas geológicas formadas por el mar en las paredes del acantilado


Uno de esos puentespuertas o ventanas naturales labradas por la titánica fuerza del oleaje a lo largo de los milenios. La parte más oscura de la pared es el llancar, la parte inferior del acantilado, que en bajamar queda a la vista


Al lado del camino, salen senderos hacia el margen del abismo, si nos acercamos sigamos manteniendo distancia más que suficiente y nunca nos arriesguemos por mucho que nos obnubile este espectáculo que nos ofrece la naturaleza marina


De frente, un árbol solitario, estilo ciprés, muy diferente a los demás y de hojas de intenso color verde oscuro, crece en una hondonada


Nuestra senda hace una curva cerrada a la derecha, en ángulo recto, pero otro camino aparece pisado en la hierba hasta la base del árbol


Y es que hay aquí un rincón idílico para hacer un alto y descansar de nuestra maravillosa caminata... al Infiernu


Aquí vemos la gran revuelta que hace este bucólico sendero al borde del mar, retomando rumbo oeste


Luego gira a la izquierda, salvando esta hondonada, otra formación geológica similar a los bufones y las playas interiores, cuando se derrumban las grutas que también perfora el mar en las partes más blandas de la roca madre en el subsuelo


La Peñe les Pandes y La Sierra Cueva Negra de nuevo ante nosotros, al sur, lugares legendarios de tradiciones ancestrales recogidas por Hernán del Frade. Se trata de algunos de los pasos antiquísimos entre la costa y la cordillera, hitos de tradición mariana hacia el santuario de Covadonga y de ahí a Picos de Europa y Santo Toribio de Liébana, glosada en la revista Bedoniana del año 2010 con el excelente trabajo Mediudía y Socampu, dos montañas sagradas, firmado por Hernán del Frade de Blas, que empieza de esta sugerente manera:
"Hace cosa de treinta años, estando en invierno en Llames, mi hermano subió al monte a cazar con mi tío Toño, mi primo Toñín, Ramón –un paisano del pueblo– y su hijo, Ramonín. Yo era un crío y no se me dejó subir por mi condición. Todo el día estuve mirando al monte con los prismáticos de mi padre, sin lograr ver la partida de cazadores por el Pico Mediodía. 

Ya entrada la tarde, volvieron con alguna arcea, pero lo que más recuerdo, aparte de mi frustración infantil por no haber ido a la aventura, fue el relato que me hizo mi hermano de cómo era aquella montaña que dominaba el paisaje. Abundó en detalles de cómo era de empinada, de la cumbre, en la que había nieve; de las praderas de la cresta, que yo imaginaba cortada a pico. Sin embargo, lo que más me interesó fue el que había visto la herradura del caballo de Pelayo. Ramón le había contado cómo Pelayo, batallando con los moros, había pasado por un pequeño y estrecho puerto entre rocas junto al Picu Mediodía y su caballo, al que imaginé fuerte y descomunal, había pegado una patada a la roca, dejando su herradura tallada en ella. Cuando ya tuve edad de subir al monte, busque varias veces la herradura, pero no la pude localizar"

Así fue como el autor se empezó a familiarizar con esta sierra y sus leyendas. Más adelante volvería a intentar localizar esos parajes legendarios, ayudado por las narraciones de dos eruditos, Cristobo de Milio Carrín y Elviro Martínez:
"Pasó mucho tiempo hasta que, después de pasar unos años fuera, comencé a ir al monte de nuevo. Al pasar por el lugar de la leyenda, El Portillín, volví a intentar localizar la marca en la roca, otra vez sin éxito. Pregunté a gente por la zona pero las indicaciones eran ambiguas, y a veces contradictorias. Un día localicé un artículo de Cristobo de Milio Carrín, que decía que la Virgen y el Niño, habían cruzando el monte junto al Picu Mediodía. En este lugar la mula que montaban había pegado una patada abriéndose la montaña y dejando la herradura marcada en la roca. Las similitudes entre las historias eran casi totales, solo cambiaban los jinetes. A raíz de este artículo localicé otro de Elviro Martínez  que recogía la leyenda con detalle, a la que denomina «la Corona de Estrellas» y cuyo resumen sería el siguiente: la Virgen, huyendo de los moros que vienen por mar tras ella, llega con el niño a Cuevas del Mar de noche. Un sirviente la lleva hacia Nueva sobre una mula con el niño bajo su manto. Al descubrir al niño, este emite un extraño fulgor que ilumina la noche. La comitiva va siguiendo a la «estrella más hermosa», que inicialmente está sobre el Socampu y va girando hacia el oeste. La comitiva sube por Robazón hacia el monte, pasando por lugares determinados. Unos pastores ven el fulgor el niño. Una vieja que está con ellos no lo ve por impía, se va a dormir y su lecho se convierte en un bloque de piedra llamado «Cama de San Pedro». La comitiva llega al Portillín. No puede pasar por las rocas. La Virgen ordena a la roca que se abra. Allí deja su marca la mula. Siguen por el Valle la Piedra hacia Covadonga"

Desde un poco más adelante ya divisamos toda la sierra, con La Peñe Nueva y el Picu Maor o Cuetumaor y El Portillín, escenarios todos ellos de la leyenda que nos transmite, en su versión literaria, el citado erudito y escritor Elviro Martínez en su libro Leyendas asturianas
"Es creencia marinera de Asturias que la Virgen quiso es­tablecer su morada por los contornos del litoral oriental, desistiendo de ello porque en todas partes se sentía el rumor del mar.

No alcanzamos la razón de tal asentimiento tradicional, toda vez que en Gijón, y dominando el mar, se halla la capilla de la Virgen de la Providencia; en Pimiango, la Vir­gen de Tina; en Ribadesella y Llanes, los santuarios de la Virgen de Guía, tan próximos al mar que deben alcanzarles las espumas salobres en los días de tempestad; lo mismo en otros lugares del occidente astur: Virgen de la Blanca, en Luarca, y la Virgen de la Barca, en Navia.

El Romancero, por otra parte, asegura que la Virgen na­vegaba en busca de Cristo:
Navegando va la Virgen
navegando por la mar; 
los remos trae de oro 
y la barca de cristal, 
el remador que remaba 
va diciendo este cantar: 
Por aquella cuesta arriba, 
por aquel camino real, 
por el rastro de la sangre 
a Cristo hemos de encontrar
En otro romance, recogido por nosotros en Llanes, se di­ce que los moros perseguían a la Virgen para prindarla y llevarla cautiva a Turquía: 
«Por la mar vienen los moros 
que quisiéranla prindar, 
y ella escapa tierra adentro 
mucho lejos de la mar». 
Fue hace muchos años cuando, antes del alba, una joven bellísima, la Virgen, arribó a Cuevas del Mar, en Nueva de Llanes. Una mula ataviada al estilo oriental, que un hom­bre de más de media edad llevaba del diestro, esperaba a la Virgen. De inmediato se inicia la andadura. 
La más hermosa estrella brillaba sobre el Pico de Socam­po, y una aurora plácida anunciaba la mañana próxima lle­na de tibiezas y armonías. Presurosos, dos pescadores acu­dían con sus cañas al hombro para ocupar sus atalayas al repunte de la marca. Y los dos pescadores, porque eran lim­pios de corazón, vieron el cortejo; y oyeron que el hombre que llevaba del diestro al animal dijo a la mujer con acento dulce: 
-¿Aquí, mi Reina? 
Alguien habló en el regazo de la mujer: 
-Suena el mar, madre mía; subamos más. 
Vieron entonces los pescadores que entre los brazos de aquella mujer había una corona de estrellas que alumbraba como el sol y cuyo reflejo alcanzaba y envolvía la parroquia de San Jorge; la Peña de San Antón y los acantilados de Villanueva también se alumbraron. 
Creyeron los pescadores que era un encanto; tuvieron mie­do e invocaron a Santa María diciendo: ¡Ave María Purísi­ma! Pero el encanto no se deshizo. Se arrodillaron apoyando las conteras de sus cañas en las arenas de la playa y, fasci­nados por la corona de cstrcllas, cayeron desvanecidos. Las cañas tenían su sedal con tres anzuelos cada una. 
Se deshizo el encanto cuando la Virgen se envolvió en su manto, ocultando cuidadosamente en su regazo el fulgor de la corona. El sueño de los pescadores quedó envuelto en las sombras. 
Siguen tierra adentro. La estrella que brillaba en el Pico de Socampo había inclinado su disco más a Occidente y proyectaba su luz sobre la falda de la Peñe, mirando hacia Pría. Como siguiendo el curso de aquella luz celeste, los viajeros llegaron a Ruhazón, y por un estrecho y tortuoso sendero escalaron la ladera de la Peñe. Rendido por la fati­ga, a cierta altura, en el lugar conocido por la Valleyona, se detuvo el hombre. Tornando su mirar piadoso, preguntó a la Virgen: 
-¿Aquí, mi Reina? 
Ella desciñó otra vez el manto. Sobre su corazón brilló de nuevo la corona de estrellas con tanta intensidad que todo el paraje se inundó de luz; inclinó su rostro sobre la corona de estrellas que brillaba sobre su corazón y preguntó con cariñoso interés: 
-¿Aquí, mi Rey? 
De nuevo el Hijo hubo de contestar: 
-Aún se oye el mar, madre mía; subamos más. 
Prosiguieron la ascensión. 
La pequeña cabalgadura pasó por la Cruz del Regón. Unos pastores, mañaneros como las alondras, tenían sus apriscos en Joncima. Los pastores, que también eran lim­pios de corazón, vieron que se iluminaba Paraperi con una lumbre maravillosa; el Niño resplandecía como un foco de luz. En el cielo no había otra luz que la de aquella estrella brillante ocultándose detrás del Pico del Sol. 
Despertaron una vieja, astrosa y maldiciente, que aquella noche dormía en los apriscos, y le pidieron explicación de la maravilla: 
-¡Malditos de vosotros -dijo ella- que me habéis qui­tado el sueño! Todavía es noche, nada veo. Estáis locos, pastores malditos. 
Para ver la luz divina se requiere la gracia de Dios. Los pastores, que tenían diafanidad en el alma, pudieron ver con admiración que en aquella amanecida había cruzado derecho a la Paserina una Virgen bellísima sobre una mula que un hombre llevaba del ramal; que la Virgen llevaba en el regazo un precioso niño con una corona de estrellas tan luminosa que alumbraba hasta las borizas de la marina y más allá de la mar. 
Atraídos por una fuerza misteriosa se fueron los pastores en pos de los viajeros, y en pos de los pastores se fueron los rebaños. 
La vieja, porque no veía la celeste luz, se tumbó a dormir maldiciendo de los pastores que le habían turbado el sueño. 
Una muralla de rocas atajó el paso a los viajeros. La estrella brillante se había pcultado detrás de los montes. No había paso practicable para la cabalgadura. Pero también allí llegaba el rumor rencoroso y lejano del mar: Los moros podían ganar la playa y prindar a la Virgen. El hombre vol­vió a hablar: 
-Aún se oye el mar, mi Reina, y no tenemos paso. Entonces la Virgen extendió su brazo hacia la muralla de rocas y dijo: 
-Ábrete, peña dura, y deja paso a mí y a mi mula. 
Tembló la tierra, se estremeció el monte y, desplomándo­se un enorme bloque de roca, abrió un portillo por el que pasó la Virgen para huir del mar  
«De día andando en el monte, 
de noche en camino real».
Llegaron a Covadonga, instalándose para siempre la Vir­gen en la Santa Cueva. 
En la Peñe de Pría, también término de Llanes, a unos setecientos metros de altitud, se ve el Portellín por donde, según la tradición, pasó la Virgen camino de Covadonga, dejando la mula marcadas las herraduras en la roca en el sitio hoy llamado Patada de la Mula. En Caravia recogió Aurelio de Llano este romance: 

Allá arriba hay un portillo

nunca le he visto cerrado,

por allí pasó la Virgen

de vestido colorado;

el vestido que traía

lo trae todo manchado,

que lo manchó Jesucristo

con la sangre del costado 

 En el valle de Piedra había un enorme abismo que, para dejar paso a la Virgen, se llenó con una avalancha de rocas derrumbadas al abrirse el Portellín; y al otro lado del For­cón existe un bloque rectangular de grandes dimensiones, que llaman la cama de Surpedro, en que quedó convertido el lecho de la vieja maldicente"

Llegamos a una bifurcación: tomamos el ramal de la derecha, tal y como nos indica la señal de este poste


Caminando de nuevo en dirección oeste, ascendemos ligeramente durante unos pocos metros


El Sueve, en lontananza, nos guía como un faro hacia occidente mientras avanzamos entre los tojos,  majestuosa serranía que desde el mar se adentra en el interior


Su topónimo habría querido buscarse en el pueblo de los suevos, que quizás hubiesen tenido en él un limes, dominando la franja costera del noroeste peninsular, pero cobra más fuerza ser una evolución de Iovis, Júpiter, padre de los dioses del panteón romano, para ser exactos sabino, pero en origen divinidad guerrera de tormentas y relámpagos, tal vez como la local céltica Taranis, mitos cristianizados en santos como Santa Bárbara y Santiago y popularmente evolucionados en el nuberu, genio astur de las nubes, los truenos y la tempestad, que desde estas alturas arrojaba sus granizos sobre los pueblos y campos de la contorna, siendo a veces conjurado tañendo campanas (a veces para disgusto del párroco, que lo consideraba paganismo), lanzando alpargatas de espaldas o poniendo cuchillos sobre la mesa con el filo hacia arriba, pues por todo ello se decía...
"Sentáu nel Picu Pienzu
mirando taba un nuberu
qu'esconxuró'l señor cura
antes llegare al eru"

Un paso hecho con varas, en la línea del pastor eléctrico que evita que el ganado se asome al acantilado


Ahora, al pasarlo, iremos a la izquierda, bajando levemente, fijémonos como sigue de frente, por la ladera


Aquí el entorno está más abierto y descampado, libre de pinchos. Al sur seguimos contemplando La Peñe les Pandes. Consultamos la descripción que de ella hace esta descripción la Enciclopedia del paisaje de Asturias:
"Nombre genérico del cordal calizo que, con una altura máxima de 744 m, se localiza entre la aldea de Peme, los pueblos costeros al oriente de Ribadesella y los llaniscos de las parroquias de San Jorge de Nueva y San Pedro de Pría. También se dice Las Pandas, pues los vecinos de esas localidades de Ribadesella terminan los femeninos plulares en -es, mientras que los llaniscos (y los del pueblo de Cuerres en el extremo oriental de Ribadesella) lo hacen en -as."


Plantación de ocalitos al norte de Sobaes, el cercano trazado del Camino de Santiago, del que únicamente nos separa una franja de terreno


Aquí, las olas del mar bravío rugen de nuevo a nuestros pies...



Así, paso a paso vamos acercándonos al Cantu Palu Verde y su mirador, "De paseo en los feudos del mar", califica esta ruta Antonio Alba en la sección Botas para andar en familia de La Nueva España del 16-9-2017, añadiendo que "La ruta que lleva a los acantilados del Infierno permite experimentar la cercanía del Cantábrico en su versión más bravía"


Por su parte, en la web de Cope Ribadesella localizamos, fechado a 14-2-2021, un bello reportaje titulado Ribadesella y la madurez de su Palu Verde, del que extraemos estas frases:
"El tramo oriental de la costa riosellana, el que transcurre entre las playas de La Atalaya y Guadamía, es sin duda uno de los paseos mas hermosos de este planeta llamado tierra. Una travesía costera en la que el caminante puede disfrutar de Arbidel, Arra, Azcobín, El Infierno, Palu Verde, Tomasón y como punto final, el señero Castru Arenes, a la altura de Cuerres, el lugar que ofrece mejores vistas a los Bufones de Pría."

En verano, con la mar más calmada, estos acantilados pueden recorrerse también... desde abajo, es decir, desde el mar, una singladura perfecta pues permite adentrarse en alguna gruta, siendo una experiencia inolvidable, como la podemos ver en la web Animales viajeros, contando con la empresa Nautilus, que la incluye en sus periplos náuticos por Asturias:
"Saldremos desde Ribadesella en dirección Este y pasaremos por varios acantilados y pedrales increíbles hasta llegar a los Acantilados del Infierno. Continuaremos hacia el Este, descubriendo playas, islotes y cuevas hasta llegar a los imponentes Bufones de Pría. Luego nos alejaremos un poco de la costa para poder disfrutar de las majestuosas vistas de la Sierra del Cuera y los Picos de Europa. Y, finalmente, pondremos proa a Ribadesella para concluir la ruta."

Hierbas altas y secas a nuestra derecha, que no pasta el ganado, al estar demasiado cerca del peligro del que se le aparta con el pastor del cable eléctrico que recorre toda la senda


Ahora, La Cabecina a nuestra derecha, con Palu Verde y Palu Pequeñu


El llancar, con un intenso color morado, destaca diferenciándose del resto de la roca caliza. Se dice que de ahí salen unos percebes riquísimos, tanto como lo es la terrible peligrosidad de cogerlos


La forma de montaña rusa de este trecho que nos aguarda es incontestable, preparemos nuestras piernas para un buen ejercicio de trepada y descenso


Primero, ahora, bajar...


Y seguidamente subir, aquí por ejemplo por el mismo extremo del barranco


La maravilla de Palu Verde, ante nosotros, a veces llamada también El Deu del Diablu (dedo del diablo), lo que añade más metáforas infernales a estos agrestes escenarios en los que la naturaleza muestra todo su esplendor


A veces toca algo parecido a una trepada. Observemos el símbolo del PR pintado en la roca de la izquierda


Y ahora, bajar de nuevo, aquí a otra bella campera, bajo los eucaliptos


Formidables roquedos y pedregales, abajo el mar bate con fuerza contra los acantilados y pedrales


Volvemos a subir, pisando la suave hierba, una delicia para nuestros pies...


Según subimos sobre esta coqueta cala seguimos admirando La Cabecina, Palu Verde y Palu Pequeñu


Más abajo, otro peñón, no tan llamativo como los dos palos, forma el tercer peñasco-islote al pie del cantil


Acabamos la cuesta en este rellano y continuamos andando hacia la derecha


Vienen ahora unos pocos metros bastante llanos hasta la siguiente subida, que ya tenemos delante mismo de nosotros


Vamos e fijarnos en las señales que nos orientan hacia ella


Aquí sí que hay que hay un buen repecho, de tierra, que se vuelve extremadamente resbaladizo y arcilloso cuando está mojado, tengámoslo en cuenta


Afloramientos rocosos que de nuevo forman escalones a manera de peldaños nos ayudan a remontar esta fuerte pendiente


Hay un buen desnivel pero la cuesta, aunque muy pendiente, es bastante corta


Arriba, podemos recuperar aliento unos instantes admirando, ya desde cierta distancia, La Cabecina, Palu Verde y Palu Pequeñu, maravillas del paisaje de la sublime costa riosellana


Y, a su lado, "el tercer compañero" con el que forman un trío rocoso entre la pared del acantilado y al mar abierto


Coronamos el alto e ipso facto a bajar de nuevo, cuando decíamos que era como la montaña rusa no era una exageración


Pero una montaña rusa muy divertida, apenas comenzamos el descenso ya tenemos ante nosotros el siguiente peñón rocoso, cubierto de tojos, al que hay que ascender


En este hay marcados dos caminos, uno a la derecha sube casi vertical por la parte más próxima al acantilado, el otro se aparta, a la izquierda


Dado que hacemos esta ruta como alternativa para ver el mar y los cantiles será la que emplearemos para continuar trayecto


El de la izquierda sigue al oeste por un pequeño valle, podemos emplearlo si vemos que estamos demasiado cansados, pues ahorra en cuestas, bajadas y esfuerzo


Son realmente dos sendas las que suben a ese valle entre los peñones, la de la derecha mismamente sube también a este, pero por una cuesta más llevadera de la senda de la derecha


Pero, recalcamos, si hemos venido por la ruta de los acantilados del Infiernu es precisamente para verlos y conocerlos, no para esquivarlos, así que pasamos de largo estas dos sendas que suben y continuamos por el camino de abajo, que va a la derecha


Y si así, si no hay circunstancias de fuerza mayor, nuestro plan es, reiteramos una vez más, ir siempre a la vista del mar y de estos formidables farallones. Así es como está indicado en las señales blancas y amarillas del PR que indican todo este encantador periplo marítimo


La senda terrosa sigue recta en este gran escalón entre las peñas y a simple vista parece como que acaba ahí...


Pero en este recoveco empieza a trepar acantilado arriba


Antes de continuar subiendo, este rincón, donde hay una pequeña y muy estrecha cueva, constituye un magnífico mirador


Se nos ofrece desde él otro espectacular panorama de Palu Verde y La Cabecina, aquí con la mar embravecida del invierno


El sonido de las olas al machacar las rocas produce un efecto de auditorio al amplificarse en estos soberbios muros pétreos


Ahora sí seguimos subiendo, tanto para el ascenso como para el descenso es absolutamente recomendable llevar bastones, para mejor ser


También subiendo seguiremos extasiándonos con este espectáculo de las más vivas fuerzas de la naturaleza marina


Aquí vemos cómo el mar va perforando las partes más expuestas de la caliza y a la vez más blandas, formando cuevas que, con el transcurrir del tiempo serán origen de bufones y dolinas


Son verdaderos "farallones desprendidos sobre la costa que nos dejan sin palabras", como bien lo definen en Ribadesella.com:
"... acantilados altos, abruptos y cársticos que nos acompañarán ahora en nuestro recorrido. Todos ellos sirven de grandiosa barrera natural para frenar el fuerte oleaje del mar Cantábrico."

"Islote de Palu Verde, que recuerda a los que servían de escondite de piratas en las costas de Indochina", leemos en Conocer Ribadesella en bicicleta, artículo de Javier Ramos y Chomin Villaamil en Plaza Nueva, revista de la Asociación de Amigos de Ribadesella, nº 44 (Diciembre 2017)


Y delante de él su hermano menor, Palu Pequeñu


De la Ruta de los acantilados del Infiernu existen numerosas descripciones, unas más extensas y otras más escuetas, que coinciden en lo fundamental pero todas aportan nueva información, esta por ejemplo aparece en la web de la Casa Rural Bajo los Tilos, explicada en sentido contrario al nuestro, es decir, desde el aparcamiento junto a Casa Tomasón:
"¡Ruta no apta para personas que sufran de vértigo!. Ahora en serio, no por exagerar pero el trayecto de ida discurre casi en su totalidad pegado al borde de los acantilados y estos alcanzan una altura considerable en alguno de sus tramos. 
También hay que mencionar que el tiempo es estimativo pues seguramente nos detendremos en bastantes ocasiones a contemplar o fotografiar las alucinantes vistas que ofrece el trayecto, así como los diferentes entrantes, castros, salientes, jous y bufones que nos acompañarán en todo momento. 
 Conforme avanzamos el nombre del acantilado cambia hasta 4 veces.  El primer tramo se nombra como Acantilados del Infierno, para sucesivamente llamarse Tomasón, Palu Verde y finalmente,  Castru Arenes."

Recordamos que de esta ruta únicamente hacemos una parte, ciertamente abarcando mayor trayecto pero la que estimamos más compatible o cercana al Camino de Santiago pero sin abandonarlo por completo para hacer la senda costera


"Acantilados de gran altura y corte prácticamente vertical que se encuentran próximos al casco urbano e de Ribadesella", es como los sitúan en la web Villas marineras, a lo que añaden:
"...un sendero nos lleva al borde del acantilado para disfrutar de las vistas panorámicas sobre los recortes, cuevas y salientes que forman el litoral riosellano. Siguiendo el sendero que bordea el acantilado se llega al espectacular parajede Palu Verde y los acantilados de Tomasón."

Lo cierto es que todos estos promontorios a manera de peñón tienen cierta forma de cabezas, más grandes o pequeñas, de ahí el origen de algunos topónimos. Llegamos al final de una cuesta más...


Y como en las ocasiones anteriores ya nos disponemos a bajar, admirando siempre el acantilado


Al bajar vemos gente venir. También aquí podríamos optar por seguir hacia el valle al que antes nos referíamos si deseamos abandonar el itinerario más próximo al borde del cantil


Pero como hemos dicho y repetimos, si no hay otro impedimento nosotros seguiremos siempre que podamos el camino que sube a toda esta sucesión de "cabezas" que conforman este tramo de franja costera


Eso sí, no nos cansaremos nunca de advertir de no acercarse demasiado, imprudentemente, a la orilla de estas vertiginosas caídas a pico, ni a otros lugares de mal paso o dificultosos de caminar, pues pura y sencillamente no es necesario para percibir toda la esencia del paisaje de este indómito frente costero, ni para sacar espléndidas fotos y selfies


Un grupo de caminantes, que vienen hacia nosotros, se detienen en medio del camino a platicar un poco entre una cuesta y otra...


La cadencia se repite, se acaba la bajada, se camina unos metros en llano y se acomete otra subida


Aparte de alguna señal acá y allá la senda principal está bastante pisada y puede seguirse sin mayor dificultad


Las cuestas son breves, pero constituyen una continuidad de pendientes y collados que se cobran su tributo en nuestras articulaciones


Siempre el premio es el estar en cada instante dando vista al Mar Cantábrico, parte del inmenso Atlántico de las míticas navegaciones de la Antigüedad, narradas en este litoral por el Libro de las invasiones irlandés o por la Ora Marítima de Rufo Festo Avieno que, rumbo a las míticas Islas Oestrímnias, llega a la no menos fabulosa Ofiusa. Un buen artículo del tema lo hallaremos en la página histórica-arqueológica Ástures, muy a recomendar, del que traemos esta parte:
"La Ora marítima (costas marítimas en latín) es una obra escrita en el siglo IV por Rufo Festo Avieno en la que escribe sobre las costas mediterráneas y atlánticas de Europa tomando como fuentes relatos de marinos del siglo VI A.C. Entre los que cita Avieno se encuentran textos de Hecateo de Mileto, Escílax, Heródoto o Tucídides. 
Quizá el más importante de los textos usados es el que se llama genéricamente Periplo massaliota. Una especie de guía comercial para otros navegantes que se lanzaran a las costas de la ruta del estaño. En él se describen sobre todo rutas marítimas usadas por comerciantes fenicios y de Tartessos. 
El periplo comienza en Massilia (la Marsella actual) y parte rumbo al occidente hasta Gadir (Cadiz) y desde ahí hacia el norte, en dirección a Bretaña, Irlanda y Gran Bretaña. Además de una descripción geográfica, es la fuente escrita explícita que hace referencia a un contacto comercial entre el mediterráneo y el occidente de Europa, en el que las costas de Portugal, Galicia y Asturias están inmersos, y por tanto nuestra cultura castreña. 
Aquí la arqueología acude a reunirse con las fuentes escritas, y con algunos hallazgos en los yacimientos del noroeste, confirma ese contacto comercial, que debió ser mucho más amplio de lo que conocemos. Daros cuenta de que las rutas comerciales eran una especie de «secreto» bien guardado para evitar la competencia con marinos de otras nacionalidades y preservar las rutas en exclusiva, por tanto es lógico que no se hablara de ellas en abundancia. 
Encontramos en los castros materiales provenientes del mediterráneo y de las culturas atlánticas, algunos habrán llegado por tierra lógicamente, pero otros es más que probable que lo hicieran por mar. Si Galicia estaba en las rutas comerciales, Asturias era una productora de metales, que seguramente tenían salida por los puertos cantábricos. Un intercambio comercial y cultural que le da el carácter identitario a la cultura de los castros. 
Aquí la arqueología acude a reunirse con las fuentes escritas, y con algunos hallazgos en los yacimientos del noroeste, confirma ese contacto comercial, que debió ser mucho más amplio de lo que conocemos. Daros cuenta de que las rutas comerciales eran una especie de «secreto» bien guardado para evitar la competencia con marinos de otras nacionalidades y preservar las rutas en exclusiva, por tanto es lógico que no se hablara de ellas en abundancia. 
Encontramos en los castros materiales provenientes del mediterráneo y de las culturas atlánticas, algunos habrán llegado por tierra lógicamente, pero otros es más que probable que lo hicieran por mar. Si Galicia estaba en las rutas comerciales, Asturias era una productora de metales, que seguramente tenían salida por los puertos cantábricos. Un intercambio comercial y cultural que le da el carácter identitario a la cultura de los castros 
Avieno nos da nombres: Oestrimnios y las serpientes 
En la descripción de la costa desde Pont du Raz en Bretaña hasta la costa atlántica de Iberia, los de Massilia empiezan diciendo que al norte están los Oestrimnios, nombre que puede ser interpretado como los del extremo oeste, o los del alto oeste. Parece ser que esas tribus estaban ubicadas también en el norte y oeste de Iberia. Todo apunta a gentes del megalitismo y del bronce, ocupando la fachada occidental de Europa en todo el golfo de Vizcaya y quizá más al norte. (Hablaremos de ellos en otra entrada). Son pueblos que mantienen un contacto comercial y cultural muy intenso en todo el arco atlántico y una cultura con una identidad rastreable a lo largo de toda esta franja de costa Europea. 
Y aquí vienen los primeros datos interesantes. Nos cuentan que hubo un desplazamiento de pueblos en esa época. Los oestrimnios de Iberia fueron desplazados por una «plaga de serpientes» que los expulsaron, quizás hacia el norte, donde los localizó el massaliota en el siglo VI a.C. 
Os dejo el párrafo:  
«Tras aquellas tierras, sobre las que antes hemos hablado, de nuevo se abre una gran ensenada, que abarca una extensa llanura marina hasta Ofiusa. Retrocediendo desde su litoral hacia el llano del mar interno por donde dije antes que el mar,al que llaman Sardo, se adentraba en las tierras,se emplean siete días de marcha a pie. Ofiusa presenta un flanco tan prominente hacia adelante,cuanto oyes que se extiende la isla de Pélope en tierras de los griegos. Al principio se la denominó Oestrimnis,y los habitantes de estos lugares y campos eran los oestrímnicos; posteriormente una plaga de serpientes puso en fuga a sus habitantes y logró que esta tierra quedara despojada hasta de su propio nombre.» 

Quedó la tierra despojada de su viejo nombre y pasó a llamarse Ofiusa, la tierra de las serpientes. Desde Schulten se interpreta que la referencia a las serpientes nos da pistas sobre una cultura que tenía como animal totémico a ese animal. Siempre me viene a la mente la referencia de que San Patricio expulsó a todas las serpientes de Irlanda 1.500 años después, en clara referencia al culto pagano. Efectivamente se trata de una llegada de pueblos celtas a través de los Pirineos provenientes de centro Europa. Por tanto la historia nos remite a una expulsión de los Oestrimnios por la llegada de unos pueblos que podrían ser celtas o estar próximos a ellos culturalmente. Se citan cuatro naciones: 
«Los cempsos y los sefes dominan las colinas escarpadas de las tierras de Ofiusa; cerca de éstos, el ágil lucio y la raza de los draganos asentaron sus hogares bajo el rigurosamente nevado septentrión « 
A los Cempsii los encontramos en las fuentes escritas en el suroeste de la península Ibérica, cerca de Tartessos, y con un claro componente céltico. Los Saefes o Sefes en la zona de Portugal y el sur de Galicia, y los Draganos (parece que con los Lucios) ocupaban las montañas nevadas del norte, posiblemente parte de Galicia y los territorios históricos de los astures. 
Nota mental: ¿Está el cuélebre astur relacionado con los Draganos de las tribus del hierro?. ¿Es una memoria antigua de un culto de estos pueblos?. 
Conclusión 
Tenemos un navegante mediterráneo que nos cuenta lo que sabe de las costas que navegaron en busca de metales hacia las islas británicas. Dice que en Iberia y la Bretaña francesa habitaban los oestrimnios (posiblemente un nombre genérico para todos ellos con diferentes etnias), pueblos con una identidad lo suficientemente parecida como para integrarlos en el mismo grupo. 
A estas tierras llegó una «plaga de serpientes» (pueblos celtas o protoceltas) encarnados en los Cempsos, Saefes, Lucis (Lusos?), y draganos que barrieron literalmente a los oestrimnios y renombraron las tierras como Ofiusa (tierra de serpientes). Los saefes se ubicaron en la Galicia actual y Portugal, y los draganos en el septentrion nevado (astures). Todo ello antes del siglo VI a.C que es cuando escriben el periplo. 
Es decir, estamos claramente ante la primera referencia a los pueblos de la edad del hierro que, según la arqueología, poblaron el territorio en el que surge la cultura castreña del NO de la Península Ibérica. Sin entrar a descubrir su orígen (quedémonos con que la teoría aceptada es  que entraron por los Pirineos), podemos estimar que los Oestrimnicos poblaban estas tierras con su cultura del bronce y que hacia el primer milenio a.C. llegaron los primeros pueblos del hierro iniciando una época convulsa (los expulsó la plaga de serpientes y no quedó ni el nombre), que cristalizó en una cultura de los metales y poblados fortificados que responden a una época de conflictos militares (pueblos de la guerra) entre el siglo VIII y VI a.C. 
Saefes y Draganos (y restos de oestrimnios entre ambos hacia el interior), renombrados posteriormente por los romanos como Galaicos y Astures, ya asentados durante todo ese milenio en sus definitivos solares. 
Final 
Personalmente creo que es tan genérico hablar de Draganos como de Astures, es decir, que son denominaciones genéricas dados por viajeros mediterráneos a grupos de pueblos que englobarían muchas etnias distintas. Es más que probable que entre los draganos hubiera Pésicos, Lugones o Albiones por ejemplo, que explicarían la concordancia de nombres de tribus celtas entre las distintas naciones de la antigüedad después de estas migraciones. 
Tampoco creo que haya que tomarse al pie de la letra la historia de que las «serpientes» acabaron con los oestrimnios y no quedó ni rastro de ellos. Aquí la arqueología acude a ilustrarnos y nos cuenta que la transición entre una cultura y otra no fue radical, sino que en pleno hierro castreño encontramos mucho del bronce. 
Lo cierto es que la cultura castreña surge en ese periodo, creemos que conflictivo, de finales del bronce, cuando una nueva cultura entra en escena en el Noroeste. Me parece más cercano llamarles «Draganos» que «gentes de la cultura del bronce final y principios del hierro». Hablaremos más sobre ellos sin duda."


Y así, con nuestras incursiones por la historia de estas costas y mares, acometemos remonte más, avanzando por esta muy amena ruta de los acantilados


Si bien para un caminante que haga únicamente esta ruta el trayecto, pese a las cuestas arriba y abajo, pueda ser bastante llevadero, no es lo mismo para un peregrino que tal vez al llegar aquí ya lleve unos cuantos kilómetros a sus espaldas, acumulando esfuerzo y cargado con su mochila, y es preciso advertirlo también


La corona de otro "cabezón", pero aquí no subiremos de frente


El camino emprende la subida ladeando a la derecha, faldeando por encima del cantil y subiendo paulatinamente


Toda la ruta es un continuo mirador hacia el Cantábrico, un verdadero deleite para la vista y otros sentidos... el oído con el oleaje y el olfato con el olor a salitre, el gusto tal vez llegue cuando nos detengamos a sacar el bocadillo en el área recreativa o cuando rematemos la jornada con una cena comunitaria o dando cuenta de los manjares de la tierra en alguno de los numerosos paraísos gastronómicos riosellanos...


Mirada hacia el abismo... es cierto también, que con su media de 70 metros de alto no son de altura excesivamente prominente estos acantilados, aunque sí impone y si bien vamos bastante apartados del borde, no es recomendable para quien padezca de vértigo


Cotolles y algunos helechos son la vegetación predominante la mayor parte del tiempo 


Plantas de monte bajo pero impenetrables, de durísimas y profundas raíces que se hunden y agarran duramente a las grietas de las rocas, cubriéndolas 


Roca caliza muy clara que también se ve en todo momento en constantes afloramientos durante todo el periplo


Trechos llanos que ofrecen una ligera tregua antes de volver a subir


El camino serpentea ahora para volver a ganar altura...


Palu Verde y Palu Pequeñu continúan siendo nuestra referencia y lo seguirán hasta casi llegar al fina de nuestro recorrido por encima de estos paredones


Paredones que proyectan su sombra sobre las aguas, surcadas por lanchas de pesca y en verano por las embarcaciones deportivas y recreativas, además de por las de las rutas náuticas que se introducen en sus entrañas horadadas por la acción del mar


Mar en calma aquí, pero que si tenéis la oportunidad de verlo furioso llega a ser verdaderamente sobrecogedor...


Palu Verde y Palu Pequeñu son testigos de su fiereza, testigos de donde llegó alguna vez el acantilado hace muchos millones de años...


Admirable ensenada de los acantilados riosellanos en el tramo de La Cabecina al Cantu Palu Verde


Algunas oquedades son impenetrables, otras pueden navegarse con la mar calma, sobre todo en verano...


Continúa la cuesta arriba por peñas y tojales, pero ya nos parece intuir el final de este ascenso


Las rocas conforman pequeños pasos entre estas y el tojal


Curva a la izquierda y seguimos ganando altura rápidamente


Vista completa de La Cabecina con su mirador a la derecha


Últimos metros de subida hacia aquel picudo crestón


Vemos que el camino a este no lo sube de frente sino que lo ladeará por la izquierda


De nuevo las camperas de la rasa hacia Sobares, itinerario del Camino de Santiago


La senda zigzaguea, baja un poco y vuelve a subir...


Siempre bien pisada no ha de ofrecer riesgo de pérdida pero atención, recordamos que mojada puede ser en muchos lugares, como este, harto resbalosa


Aquí y allá las señales del PR o sendero de pequeño recorrido confirman que vamos por el ramal adecuado


Como las flechas amarillas del Camino de Santiago, el verlas cada cierto trecho nos da seguridad y confianza, aunque el camino parezca claro


Pronto acaba la cuesta arriba, pero sabemos empezará la cuesta abajo...


Aquí la tenemos, encaminándonos de nuevo a otra pequeña, verde y llana campera entre cueto y cueto


El Cantu Palu Verde, otro cabezón rocoso con su perfecta forma que recuerda a una cabeza, o a un cantu, palabra asturiana con diferentes acepciones, aunque siempre más o menos vinculadas a la piedra, peñascos y altozanos rocosos. Leemos a Xosé Lluis García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestro pueblos:
"Además de ‘piedra’ la palabra asturiana cantu significa ‘arista’, ‘cima, o arista elevada común a las dos laderas de la misma elevación del terreno, que convergen pero pertenecen a distinto valle’. Términos derivados serían cantexu ‘picacho’, can tollada ‘caída estrepitosa’, etc. El refranero generalizó el dichu popular pelos Santos, la nieve pelos cantos en clara referencia a que las primeras nieves aparecían al principio de noviembre.

La filiación etimológica de esta palabra, quizá indoeuropea, parece estar en relación con la raíz presente en cándanu alusiva al color blanquecino. El problema reside en que bajo la expresión cantu pueden haber confluido diversos términos de orígenes distintos como la palabra probablemente céltica CANTUS ‘banda de la llanta’, ‘círculo’ transmitida a través del latín, y quizá otra de origen prerromano, *KANTHO ‘ángulo, borde, esqui na’, que cree haberse encontrado en la península en primitivos nombres de persona. De hecho es posible que se haya llegado a la confusión entre cantu ‘piedra’ y cantu ‘borde’ debido a la frecuencia de la piedra blanca en el lomo de las montañas ). Nuestros lugares llevan este nombre profusamente."

Para continuar, y como en los cantos anteriores, contamos con dos sendas alternativas, una por detrás, la de la izquierda, y otra de frente hacia arriba, la de la derecha


Esta segunda es la que vamos a tomar nosotros, tal y como hemos hecho antes varias veces, la más próxima al mar pero siempre lo suficientemente apartada de la peligrosa pendiente del cantil


A pesar del esfuerzo de los constantes subeybajas y más para un peregrino que muy posiblemente ya traerá muchos días o semanas de marcha, a pesar del cansancio acumulado, la ruta de los acantilados es un verdadero paseo para el disfrute del caminante que la recorre


Abajo, dos picudos peñascos sobre el mar, de diferente altura pero por su forma casi idénticos, gemelos


Más allá, el islote de Palu Verde parece ocultarse tras la pared de este acantilado



Comprobamos toda la sinuosidad de la costa, con sus continuos entrantes y salientes...


Al este, el mirador de La Cabecina, que ya ha quedado atrás, y los acantilados de La Bramadoria, en la llanisca parroquia de Pría


Duro repecho ahora hasta lo que casi parecía ya el final de la ascensión al Cantu Palu Verde


Con buen ánimo y resuello llegamos en dos zancadas a este pequeño collado...


Pues no, aunque la pendiente se suaviza no era exactamente el final de la cuesta, seguimos subiendo un poco más...


Y un poco más todavía, ahora por este pedregal. Muchas piedras están también muy alisadas de tanto pisar sobre ellas, incluso pulidas, atentos pues a los resbalones cuando el terreno esté mojado


Llegamos al canto de esta ladera y pasamos entre las peñas, al siguiente...


Un cabezón y otro cabezón seguidamente, al que también vamos a subir, así continuamos, casi blincando de peña en peña


Gran quebrada entre dos paredones a nuestra derecha, caída a pico sobre el mar...


El firme, en este tramo, es un auténtico empedrado natural formado por la roca madre


Así como los escalones que nos permiten llegar a la corona del promontorio del Cantu Palu Verde, otro de la serie de altozanos que forman la ruta de los acantilados


Acantilados que volvemos a contemplar, una vez más extasiados, los de Palu Verde a Tomasón, con los de Pría o La Bramadoria en lontananza


Aquí abajo, el puente pétreo natural que antes veíamos desde el mirador de La Cabecina


Bajo él las olas baten con fuerza, formando una densa espuma blanca que se asemeja a la nata o al merengue


Además del puente hay otras oquedades labradas por la erosión del oleaje...


Observemos ese agujero por ejemplo, debajo de él hay otros dos orificios aún más pequeños, diminutos


No nos cansamos de contemplar Palu Verde, Palu Pequeñu y La Cabecina, con los cantiles de Pría en la distancia


La Bramadoria de Pría puede accederse también desde el Camino, a solamente un kilómetro y medio de distancia, a través del pueblo de Llames, uno de los que componen la parroquia, el paraje es bellísimo pero, si pasamos en invierno o en otoño, en días de galerna, es sin duda uno de esos desvíos que, si el peregrino puede, va a agradecer, pues lo que va a presenciar va a ser un espectáculo de tal magnitud que sin duda marcará para siempre y de manera indeleble su peregrinación


Mismamente desde aquí veríamos perfectamente a los bufones en esas jornadas memorables cuando lucen toda su furia, es decir, no un día como este, relativamente apacible a pesar de cierta agitación en el oleaje...

La Bramadoria de Pría desde Castru Arenes

Ha de ser en temporada de grandes galernas, con olas iracundas y vientos huracanados cuando lucen los bufones en todo su esplendo, compitiendo con ellos las olas gigantescas en furia y espectacularidad. Esta es una foto uno de esos días infernales que tanto ímpetu dan a los bramadorios, no desde El Cantu Palu Verde sino más cerca, desde Castru Arenes, lo que nos permite hacernos una idea de tan sobrecogedor como atrayente escenario 


Tras detenernos un instante para admirar estos prodigios de la naturaleza en la costa oriental asturiana ponemos rumbo hacia los acantilados del Infiernu propiamente dichos, algunos de cuyos peñones ya asoman al oeste, camino adelante


Y este será en principio nuestro último subeybaja, o más bien tendríamos que decir bajaysube, antes de L'Infiernu, que es como se conoce a todo este sector de costa y su franja más inmediata


Es un descenso corto también pero fuertemente pronunciado, al otro lado, en el cantu de enfrente, vemos el pedregoso camino subir


Visto desde aquí parece casi vertical, pero una vez allí nos parecerá más llevadero y transitable


Vemos bien aquí donde pisamos por estos terrosos vericuetos yendo cuesta abajo


Bordeamos estos ocalitos plantados en la ladera repleta, como todas, de espesos cotollales y espineras, tojales y demás sinónimos y variedades de plantas género Ulex, todos de pinchos un tanto dolorosos para el que se roce con ellos


Nuestra sombra en el camino y nuestro bastón señalando la dirección a seguir en el zigzagueante sendero del cantil


La constante se repite, tramo ahora en llano según nos dirigimos a la próxima subida


La sombra de los ocalitos también se cierne sobre la senda en este tramo, otro buen lugar para detenerse un momento


Y fijarse en todos los detalles, como la señal blanca y amarilla del PR en una piedra o esta grieta en el borde acantilado a la derecha


Un estrecho pasillo que conduce directamente al mar, como un pequeño canal horadado de un tajo por la naturaleza


Naturaleza que ha creado este majestuoso paisaje de la costa oriental asturiana, que volvemos a ver hacia el este, desde la pared del acantilado del Cantu Palu Verde a La Bramadoria en Pría."Estos preciosos balcones sobre el mar nos van a dejar sin palabras. Abruptas paredes verticales sirven de barrera natural al oleaje procedente del mar Cantábrico. Ver la agitación del agua desde esta altura es realmente embriagador", leemos entusiasmados en Mi familia viajera


"Arcos e islotes de formas caprichosas" resaltan este paisaje y lo diferencian del de otros acantilados, afirman acertadamente en la misma página, por su parte en la de Animales viajeros aseguran que "La belleza paisajística de esta costa es superlativa" y además, tal y como señalamos nosotros, advierten que "no hay un único sendero, sino varios. Te recomendamos seguir siempre los más cercanos a los acantilados y no perderte las mejores vistas"


Vistas como estas de Palu Verde y Palu Pequeñu con Castru Arenes detrás y seguidamente La Bramadoria, con Las Grallas a lo lejos


El Deu del Diablu parece emerger del mar desafiante, señalando al cielo con su gran verticalidad:
"No hay pérdida en esta senda costera, es seguir la línea de los acantilados. Hay tantas paradas como tú quieras; cada dos pasos apetece detenerse en uno de los muchos balcones naturales del camino. Contemplar las caprichosas formas de los acantilados, arcos e islotes, forma parte del día."

Y ya es hora de asumir nuestra correspondiente subida cueto arriba por este pedregal


Según subimos y miramos atrás seguimos deleitándonos con esta maravilla de "preciosos acantilados que han sido esculpidos por la fuerza del mar, dando lugar a pequeñas penínsulas que dan cobijo a aves como las gaviotas y cormoranes", gustan decir en el blog de viajes y fotografía Camerlust, aconsejando encarecidamente "No olvides tu cámara así como tu teleobjetivo durante toda la ruta ya que las formas de los acantilados serán una buena postal que fotografiar."


Palu Verde es "un farallón o pilar de roca, un antiguo acantilado desprendido del continente por efecto de la erosión de las olas", explican en Asturias.com, a lo que añaden otro nuevo punto de vista de las excelencias de estos incomparables cantiles:
"El espectáculo de las gaviotas que anidan en las paredes de este litoral es único. Decenas de estas aves sorprenden al excursionista con sus graznidos discordantes y ásperos. Este es todo el Infierno que vamos a a encontrar aquí: la armonía de la naturaleza y el rumor del mar roto por estos graznidos, señal de ansiedad o alarma por la llegada de intrusos a las inmediaciones de su colonia. Las panorámicas marítimas, de enorme belleza, se descubren por doquier. No conviene ser temerario, ni encaramarse a un peñasco, ni dar pasos en falso para disfrutar de una buena vista."

En Las rutas de Julio (ventederuta.com) veremos este buen relato de la travesía por estos parajes de ensueño:
"Los Acantilados del Infierno, cuyo nombre posiblemente proceda del cortado más alto de todo el recorrido: El Infierno, es uno de los senderos costeros más bonitos de Asturias y, seguramente, de todo nuestro país. Se localiza en la costa este de Asturias, entre el Área Recreativa de Cuerres o Guadamía y el Área Recreativa del Infierno, próxima a la localidad de Ribadesella. Caminando en paralelo junto a la línea de costa, serpenteando entre una gran masa forestal de helechos, pequeños enebros, cotoyas, algún pino suelto y unos pocos eucaliptos, nos vamos adentrando en distintos balcones naturales, desde donde se puede contemplar la belleza de estas impresionantes escarpaduras, así como de los múltiples elementos geográficos y caprichosas formaciones rocosas que conforman este singular paisaje: acantilados, islotes, cuevas, arcos, ensenadas, playas, escarpes, arrecifes etc…. Sin olvidar las cavidades en las rocas que dan lugar, en épocas de agua agitada y brava, al espeluznante espectáculo de los bufones que rugen y lanzan agua hacia el cielo en los primeros metros de nuestro recorrido y al otro lado de la cercana playa de Guadamía (Bufones de Pría), haciendo de este lugar, un espacio mágico."

Es ya esta la última gran cuesta antes del área recreativa del Infiernu y Casa Tomasón, desde donde retomaremos el Camino de Santiago yendo a Argunadieyu, casi a las puertas ya de la villa de Ribadesella/Ribeseya, la capital del concejo


Llegados arriba continuaremos a la izquierda, tal y como señalamos con nuestros bastón


Seguimos subiendo pero ya de una manera mucho más suave y en otro camino totalmente diferente, ancho y muy bien apisonado


Hay aquí una buena explanada, a la que llegan en ocasiones algunos vehículos, y a la derecha una hondonada


Cubierta de cotolles y demás espineras, en su interior crece un árbol; forma parte de las formaciones geológicas usuales en esta costa al ceder las galerías producidas por la erosión marina



Al sur volvemos a ver los cordales costeros riosellanos y las montañas del bajo Sella, como el Mofrechu (897 m), el pico más alto del concejo, en la sierra de Santianes


Estamos a unos 600 metros del área recreativa y a kilómetro y medio de Argunadieyu, donde nos reuniremos con el Camino de Santiago, pero este último tramo hemos de decir que será espectacularmente intenso


Primeramente al llegar a esta bifurcación seguiremos el camino de la derecha


Las señales en el poste confirman una vez más la dirección a tomar


Y desde aquí ya, sin mayor problema podemos seguir sin pérdida hasta el área recreativa


Pero algo nos falta, nos hemos separado demasiado de los acantilados, que todavía continúan hacia los más famosos, los del Infiernu, nombre de este lugar entre el Camino de Santiago y el mar


Por eso cuando nos encontramos con esta otra bifurcación no lo dudamos, tomamos el camino de la derecha para regresar al borde de la pared de los cantiles, que es de lo que se trata en esta ruta


El camino al principio es ancho y bueno, está abierto y despejado, no tan pisado como el anterior pero tampoco parece plantear mayor problema


Una ligera cuesta atraviesa este enorme cotollal o tojal, que llega hasta el mismo margen del precipicio, al fondo


Allí, aquellos claros peñascos calizos señalan la posición del acantilado, al que nos vamos de nuevo acercando


A la derecha, nuestra ya más que familiar estampa de los acantilados de Palu Verde y Tomasón hacia Castru Arenes y La Bramadoria de Pría


La senda, de hierba, sigue siendo muy cómoda y ancha, una delicia de caminar, pero ya mucho menos transitada


A nuestra izquierda asoman algunas paredes de los acantilados del Infiernu y otros situados más al oeste


Cuando volvamos al camino principal, que acabamos de dejar atrás, pasaremos sobre el acantilado de la izquierda, gran mirador sobre este sector de costa. A su derecha son los acantilados jurásicos de Arra


Y allí asoma El Monte Corveru, inconfundible con sus antenas, otro gran mirador, tanto sobre el mar como encima de la ría del Sella en su desembocadura


Aquí el sendero de repente se sume entre unos tojos, que atravesamos con su correspondiente tributo de pinchazos


Luego sigue por buen terreno y sin espinos, avanzamos con buen paso pero la senda tiende a difuminarse en la pradería


Pero cuando llegamos al acantilado, aunque puede pasarse caminando, los tojos camuflan el sendero trillado. En caso de meternos en esta "aventura" empleemos pantalones largos y si son algo gruesos y no les tenemos demasiado cariño, mejor


El camino es no demasiado difícil de identificar según avanzamos hacia este espolón, pero multitud de pinchitos acarician nuestras piernas en dolorosa sensación, asumible pero continuada


Más que un camino es como una red de senderos semiocultos en estos cotollales, nuestro palo o bastón puede ayudar a ir apartándolos un poco a nuestro paso


Así nos encaminamos nuevamente al borde del cantil, recuperando la visión del frente costero, ahora al oeste


Es el comienzo de la costa jurásica asturiana desde los acantilados de Arra hacia El Monte Corveru, La Punta Somos y El Cabu Llastres


Primeramente Arra, de la que este peñón nos oculta su agreste y ahora prácticamente inaccesible playa, luego va Arvidel, con su gran pared vertical de muy marcados estratos, luego está la gran bajada a la playa L'Atalaya y comienzan los acantilados de La Punta Borines en El Monte Corveru


Por aquellos prados encima de Arra y Arbidel, subiendo importantes cuestas, puede continuarse ruta hasta Ribadesella/Ribeseya, si bien como hemos dicho ya nos apartaríamos demasiado del Camino de Santiago en relación a que nos saltaríamos algunos enclaves realmente importantes de su entrada al casco antiguo por El Portiellu, y no deseamos dejarlos atrás


El Monte Corveru o L'Atalaya, con sus dos cimas de 102 y 104 metros, "las dos se encuentran encima de acantilados altos y pendientes", dicen en la Enciclopedia del paisaje de Asturias


El camino sobre Arbidel baja casi a pico al arenal de L'Atalaya, playa urbana de Ribadesella/Ribeseya si bien no tan conocida como la concurridísima de Santa Marina, mucho más grande además, pero esta más tranquila y agreste 


Asoman, más atrás, algunas casas del casco urbano en el istmo que comunica El Monte Corveru con tierra firme, con la Ría del Sella al otro lado


Más arriba es Abéu, pueblo de la parroquia de San Esteban, por cuyos barrios más septentrionales, situados más a la izquierda, pasa el Camino de Santiago subiendo desde el Arenal de Santa Marina por San Pedru


Justo al sur de Abéu, en en lugar San Esteban, cabeza de la parroquia, está el albergue de peregrinos (público) en las antiguas escuelas, al lado de la iglesia, que conserva elementos románicos y de la N-632, a cuyo otro lado se encuentra la Torre de los Ruiz de Junco, de todo ello hablamos en su entrada de blog


A lo lejos, El Faru Llastres constituyó una gran protección a los puertos naturales que, desde la prehistoria, existieron al oeste del Sella, como el de La Isla, con asentamiento prerromano y romano, y el actualmente pesquero pero que antaño fue también comercial, ballenero y bucanero, de Llastres


Por contra, todas estas puntas constituyeron importantes escollos para la libre navegación y fueron causa de algunas desgracias y naufragios, no pocos muy sonados, de todos ellos contamos abundantemente a los largo de las entradas de blog que recorren ese tramo costero 


El faro, dándole ahora el sol del medio día, se ve fantásticamente bien pese a la distancia, no en el mismo puerto llastrín sino unos kilómetros más al norte, en la punta del cabo, al norte del pueblo de Lluces


Vamos avanzando, un tanto a tientas y pinchándonos un poco, por estas sendas vagamente marcadas en el suelo lleno de cotollales


Con bastante tiendo y sin más inconveniente que los "suaves" pinchazos del tojo, continuamos caminando de peña en peña


El acantilado y el mar, mar adentro se encuentra el famoso monte submarino de El Cachuchu, cuya base está a 4.500 metros de profundidad y emerge hasta los 500 de su cima, en total una montaña de 4 km de altura, espacio protegido desde el año 2011 y cuya cima se encuentra a 65 kilómetros de aquí 


Las señoras del acantilado, las gaviotas, que anidan en sus oquedades, nos observan...


Viendo bien donde pisamos y no queriendo asomarnos demasiado al margen de la pared del cantil, libramos este peñasco por su izquierda y seguimos todo recto


Magnífica vista de los acantilados del Infiernu desde este su comienzo hasta Arra y Arbidel con su bellísima sucesión de entrantes y salientes. En estos preciosos rincones los geólogos buscan la historia del gran plegamiento o falla surgido hace 33 millones de años que dio origen a la Cordillera Cantábrica


A veces se les llama acantilados del Infiernu, genéricamente, a los de toda esta costa entre la Ría del Sella y El Vau L'Arena, pero como vemos son cantiles de diferentes denominaciones y características, especialmente los jurásicos de su parte occidental, los de la era de los dinosaurios


Ahora sí que vemos bastante mejor la Playa de Arra, agreste arenal famoso por su inaccesibilidad y sus pozos de agua salada. Existió en tiempos un acceso peatonal arrasado por un temporal, por lo que su acceso desde tierra es prácticamente imposible. De ello leemos en Wikipedia:
"A ella se accede bajando unas escaleras a las que se llega tras caminar por un sendero unos 200 metros más allá de la zona donde aparcar el coche. Lamentablemente en la primavera del año 2007 se produjo un desprendimiento de tierra y piedras por la ladera de uno de los acantilados, lo cual unido al deterioro que se produce por los constantes golpes de mar del invierno y las lluvias torrenciales que en ocasiones sufre la zona, dieron lugar al derrumbe de la escalinata de acceso a la playa, con lo que quedó imposibilitado su acceso. Actualmente todavía no se ha solucionado el problema de su accesibilidad, ya que entran en juego muchos factores, además del de la falta de presupuesto para ejecutar las pertinentes obras, tales como el tipo de orografía y materiales de la zona, entre otros"

Nos apartamos ligeramente del acantilado ahora para ir regresando al camino principal. Si bien pensábamos que el sendero por este margen estaría más definido hemos podido pasar con relativa comodidad salvo por el roce casi continuo con los diminutos espinos del cotollal que crece por toda el área


Tanteando se hace buen andar a pesar de todo, tomemos como referencia, por ejemplo, este peñón a la derecha


Pasamos al lado y seguimos más o menos recto por donde nos dejen los pinchos


Como vemos el camino grande, una verdadera pista, en prácticamente todo momento, no nos resultará demasiado difícil volver a él


Ya estamos aquí, se agradece volver a caminar si sentir los pinchos en las rodillas


Si bien no nos arrepentimos de haber tomado el punzante desvío, podemos afirmar que si no estamos muy convencidos podemos tal vez ahorrárnoslo, pues gran parte de lo que vimos lo podremos ir viendo también bien a partir de aquí


Ahí seguimos teniendo a la vista, pongamos por caso, El Monte Corveru con L'Atalaya


Es verdad que la playa nos queda oculta, y Abéu también, pero ambos lugares podremos conocerlos in situ haciendo camino y desde otros lugares de la villa y concejo 


Y también al oeste vemos, aunque no entero, el gran espolón del Cabu Llastres, atalaya sobre la mar océana y referencia visual según avanzamos al otro lado delo Sella y nos acerquemos a los concejos de Caravia y Colunga


Aquí hay una bifurcación también, vayamos por la derecha, en leve cuesta...


Poste con la señalización del PR, esta señalética, para bien ser, ha de ser repuesta cada no demasiado tiempo


El camino serpentea y gana unos metros de altura, la pared del acantilado nos queda oculta por la espesa mata de espinos de la derecha


A partir del final de la cuesta, cuando lleguemos arriba, iremos mejorando nuestras perspectivas panorámicas del entorno


Primeramente, mirando atrás, sentimos curiosidad por el tojal en el que nos habíamos metido y del que acabamos de salir y los peñones calizos de ese tramo que se yerguen sobre el mar junto a los que hemos pasado ahora mismo


Por allí nos hemos adentrado en el mar de tojos desde el camino principal, que vemos en medio. Aquí nos despedimos de los acantilados de Palu Verde y Tomasón, así como los de Pría, que ya dejaremos de ver al seguir caminando hacia el oeste


Atrás ha quedado también la Sierra la Cueva Negra en sus vertientes más orientales, sobre Pría y Nueva, en Llanes, al igual que la Sierra Cuera


Volvemos a ver en todo su esplendor el majestuoso Puertu Sueve con la Sierra del Fitu, su prolongación natural hacia el mar, a su derecha, estribaciones que llegan prácticamente hasta BerbesVega y su playa


Delante del Sueve es La Peñe Pegadín y a la izquierda la Sierra les Corones, grandiosa orografía caliar



La nieve en El Puertu, que suele desaparecer bastante rápidamente, aguantando un poco más en los neveros de sus cotas más altas, sobre todo en el lado oriental del Picu Pienzu


Por la Sierra del Fitu, en concreto desde el famoso mirador de su nombre, es desde donde sale la ruta montañera más empleada para subir al Picu Pienzu, por La Cruz de Llames y las majadas de El Bustacu y Mergullines, sin mayor dificultad hasta el gran repecho final hasta la cima, donde hay una gran cruz que se ve desde muchos kilómetros a la redonda


Aquí tenemos también una buena vista de la Sierra les Corones, con La Peñe'l Porrón a la izquierda (553 m) la Xunca (476 m) y El Cabalgadoriu, ya citados. Más abajo las praderías de Sardéu y Calabrez


Atrás, arriba y a la derecha, La Peñe Corvera (963 m) en El Puertu Sueve y a su izquierda y más atrás El Picu la Múa o La Salgar (1.021 m)


Nos acercamos al área recreativa de los acantilados del Infiernu ya por buen camino y bastante llano, dando vista a los grandes farallones que caen sobre el mar


A nuestra izquierda los campos del Infiernu, por donde va el Camino de Santiago rumbo a la capital riosellana por Argunadieyu, donde proponemos reunirnos con él. En lo alto, la Sierra de Santianes con el Mofrechu. A la derecha y al otro lado del Sella La Corona Castiellu, La Cruz y El Monte Moru


Nieblas en el bajo Sella, por donde va la famosa carretera N-634 desde Recalde (San Sebastián) a Santiago de Compostela, con las que tantas veces hemos coincidido (y con sus sucesoras, las carreteras autonómicas que sigue su trazado) y coincidiremos antes de llegar a la ciudad del Apóstol


Bajo Sella y montañas del Alto Sella, al sur de Parres y hacia Ponga y Amieva, y también en el paso a Casu y Sobrescobiu, el Alto Nalón por los Montes de Pesquerín, al sur de Piloña, concejo que toma su nombre del afluente del Sella, al que entrega sus aguas en Arriondas/Les Arriondes, capital de Parres


En lo más alto de los Montes de Pesquerín, Los Picos d'Abla, ahí destacan El Picu Torre (828 m) y El Picu Forcos (675 m), los más altos de esa barrera montañosa entre los valles del Sella-Piloña y del Nalón, el gran río asturiana, que veremos en su desembocadura entre San Esteban (de Bocamar o de Pravia) y L'Arena (San Juan de la Arena) si seguimos el Camino Norte, o que cruzaremos en Peñaflor si escogemos continuar por el Camino Primitivo al pie de la catedral ovetense de San Salvador. Más cerca, muy en contraluz, El Picu o La Peñe les Torres (141 m), de interesantísimo yacimiento y sorprendentes hallazgos castreños (cascos de antenas o cuernos), antecedente poblacional que configuró el antiguo territorio de Melorda o Meluerda, actual concejo de Ribadesella/Ribeseya


A contraluz, apenas vemos tampoco, bajo la Sierra Santianes y la Sierra Cuana, las estribaciones más occidentales de La Peñe les Panes, que es a la vez la parte más al oeste de La Sierra la Cueva Negra: El Cabezu, sobre La Molinera y monte La Felguerosa (368 m), situado en el otro gran paso del Sella en este sector, el de Lloviu. Actualmente cruzado por la Autovía del Cantábrico (A-8), antaño por un servicio de barquerías que funcionó hasta los años 1960. Al otro lado de la montaña de halla la famosa cueva de El Tinganón, paraíso de la espeleología. En lontananza nos parece reconocer (izquierda de la foto), El Picu Joyadongu o Cantu H.oyadongu (con hache aspirada), de 869 metros de altura, sito al este del Mofrechu y frontera con Llanes


Mas cerca llegaremos a ver bastante bien El Palaciu Piles, en Collera, también llamado La Casona Piles, con su capilla-panteón, que vemos a su izquierda. Fue mandada construir por el emigrante cangués, nacido en la cercana parroquia de Margolles en 1873, Antonio Quesada y Soto, quien llegaría a ser el último alcalde español de La Habana entre 1895 y 1897, antes de la independencia de Cuba



La capilla, dedicada a Nuestra Señora del Carmen, se construyó después de la casona, en 1905, enmarcada por cuatro palmeras, donde están enterrados el fundador y su familia. Había emigrado muy joven a Cuba llamado por unos parientes establecidos en La Habana, que poseían un almacén dedicado a la venta de tabaco al por mayor llamado Antero González y Cía. Antonio hizo un importante capital y regresó a Asturias para casarse con su prima Rosario Quesada, con quien tuvo dos hijos



Además de los de la capilla, El Palaciu Piles cuenta con más árboles ornamentales, además de cuadras, caballerizas, fuente (de 1892), panera y palomar. Gran parte de los indianos, oriundos del mundo rural, además de su mansión construían establos y sus dependencias, reservando el espacio para huertas y frutales, pues añoraban el ambiente campesino en el que nacieron



 Antonio Quesada fue además un gran benefactor de Collera, en su honor y en el de otro notable hijo de esta parroquia, el piragüista Fran Llera, se celebró un homenaje en el año 2011 coincidiendo con las fiestas. Antonio Quesada sufragó también la bolera de Collera y junto con otro indiano, Vicente Villar, donaron 2.000 pts. y 1.000 pts. respectivamente para la construcción del alcantarillado de la villa de Ribadesella/Ribeseya


Llegamos al área recreativa, al lado de Casa Tomasón. Aquí ya podríamos ir a la izquierda para dirigirnos a Argunadieyu, a medio kilómetro al sur, para volver al Camino de Santiago, pero nosotros, ya que estamos aquí, vamos a proponer hacerlo un poco más arriba, pues desde allí tenemos un espléndido paisaje que en nuestra opinión merece la pena no perderse



Es una cuesta más añadida a los subeybajas de la ruta pero ya que venimos a ver acantilados vamos a verlos todos bien


Entre el área recreativa y Casa Tomasón está el área de los aparcamientos. Suele llenarse los fines de semana de buen tiempo y, por supuesto, gran parte de los días de verano


La subida es fácil, de zahorra o grijo. A lo lejos las serranías del Sueve y El Fitu se reconocen bien en todo momento, por lo menos en días claros como este


Y también El Monte Moru y La Corona Castiellu, conformando la frontera riosellano-parraguesa


El área recreativa del Infiernu dispone de mesas y bancos de madera, papeleras y barbacoas, es un buen lugar para descansar y sirve de base para realizar las visitas y excursiones a estos acantilados


A lo lejos, un caserón (parte inferior derecha de la foto) es la Finca San Antoniu, advocación de una antigua capilla cercana a la cueva prehistórica del mismo nombre, con restos de conchas y un caballo pintado en negro en una de sus paredes, descubierta en 1912 por el arqueólogo Eduardo Hernández-Pacheco. Es Bien de Interés Cultural desde 1985 y por ello el lugar goza también de especial protección


La casa es fácil de reconocer en la distancia por las dos grandes palmeras que tiene enfrente de su fachada este, con gran galería en su piso superior


La actual finca con mansión y demás dependencias fue diseñada por el arquitecto Maxi Blanco, promotor además de importantes iniciativas culturales en el oriente de Asturias. Entre otras iniciativas fue el creador del Museo de la Cerámica y los Relojes Basilio Sobrecueva, en la canguesa aldea de Muñigu, en plena ruta a Covadonga


Nos acercamos al final de la subida, el prado de nuevo dará paso al brezal un poco más allá



Y aquí volvemos a estar al borde del impresionante acantilado. Lo veremos mejor desde un poco más adelante


Hay aquí un grandioso promontorio natural que nos ofrece portentosas vistas de estos murallones calizos


Justo aquí, acabando el último recuesto, es el mejor lugar para echar el freno y contemplarlos


Vertiginoso balcón sobre el precipicio, espectáculo tan sorprendente creado por las fuerzas de la naturaleza


Aquí abajo está La Playa Tomasón, que es más bien un pedreru o pedral, cubierto con marea alta y prácticamente inaccesible puesto que aunque las guías dicen de un difícil acceso a pie no queremos figurarnos cómo puede ser ese camino


Y aún seguimos viendo, al este, La Bramadoria de Pría y Castru Arenes con su recortada línea de cantiles


Al otro lado de estos peñascos un nuevo paisaje se ofrecerá a nuestra vista


La rasa costera y el litoral hasta El Monte Corveru, cuando estamos a solo 3 km del casco urbano de Ribadesella/Ribeseya



Luego de pasar este afloramiento rocoso empezamos a bajar levemente otra vez entre los tojos


 Abajo a nuestra izquierda son las fincas de Argunadieyu y La Espina. Al otro lado pasa el Camino de Santiago, al que muy pronto vamos a regresar


Muestra de la presión urbanística vivida en el oriente asturiano fue el plan para construir aquí más de 1.000 nuevas viviendas entre la estación, el estadio y Espina, el cual afectaría mismamente al Camino de Santiago, proyecto que fue rechazado allá por 2007, pero los planes de urbanización siempre están por algún cajón, prestos a ser sacados cuando surge la oportunidad


Allí a la izquierda están alguna de las casas de El Pandal, en Oreyana, barrio al norte de Collera, famoso por su campo de fútbol, donde juega el Ribadesella Club de Fútbol, junto al que pronto pasará el Camino, antes de subir a San Antoniu y entrar el el casco urbano por La Estación. Se trata de un lugar en el que se ve la transición de lo rural a lo residencial en los arrabales de la villa


La verdad es que es un paisaje absolutamente bucólico de la campiña riosellana que se extiende entre los ríos Aguamía y Sella, fértiles camperas con prados y bosquetes salpicadas acá y allá de casas y aldeas


También aquí hay algunos cotollales tan altos o más que una persona, formando una barrera vegetal que separa el camino de las finca por un lado y del acantilado por otro


Aquí hay un terreno más libre de tojos para admirar mejor este tramo de costa en todo su esplendor


Aquí un poste con letrero señala, además de distancias, que estamos en un paraje que bien merece unos instantes


Aquí a la derecha podremos asomarnos prudentemente y con seguridad a ver el comienzo de la costa jurásica asturiana en Arra, Arbidel y El Monte Corveru


En medio, La Playa de Arra, paraíso de los buceadores, es de difícil acceso, más aún tras el temporal que hace años destruyó su escalinata. Esta es la completa información que nos da de ella Wikipedia:
"Se encuentra en un paraje rocoso, rodeada de acantilados, que son fuertemente golpeados tanto por el mar como por el fuerte viento.​

Se trata de una playa de las encuadradas en la denominada “Costa Jurásica”, pudiéndose apreciar en esta playa el fin de la era geológica en una marcada grieta que separa los acantilados bajos de los más altos y perpendiculares. Presenta una morfología kárstica.​

La playa presenta forma de concha alargada con un lecho de cantos rodados y arena de grueso grano dorado, delimitada por caprichosas crestas de rocas y orientada hacia las verticales murallas de los acantilados del Infierno"

En Arra se distingue el comienzo de la costa jurásica por una profunda quebrada (izquierda de la foto) en la que cambia el color de la roca, a la izquierda más clara y calcárea y a partir de la derecha más oscura y de diferente tipología y constitución. Nos informan en la web Los Picos de Europa:
"En Arra el fin de la era geológica puede percibirse claramente en una marcada grieta que separa drásticamente los acantilados bajos de los más altos y perpendiculares. A partir de la falla de Arra hacia el este, la costa cae en vertical sobre el Cantábrico con una morfología pétrea, cárstica.
Y es que justamente en Arra, la playa más oriental de Ribadesella, concluye un extenso tramo de costa jurásica de más de 60 kilómetros. Los afloramientos más espectaculares de rocas del Jurásico de Asturias se vienen sucediendo a lo largo de toda la costa comprendida entre Cabo Torres, en Gijón, y el propio pedral de Arra (dos kilómetros al este de Ribadesella). 
El pedral tiene forma de concha alargada y una longitud de 450 metros. Incluso con la marea en malas condiciones Arra permite el baño en dos piscinas naturales protegidas por muros de pura roca. En pleamar las dos pozas, conocidas como el Pozu del Cura y el Pozu del Maestru, quedan ocultas; pero en bajamar, o a media marea, están perfectamente delimitadas como dos grandes canales, muy apropiados para el baño y con profundidad variable. El canal inmediatamente más próximo a la playa es ideal para el baño de los más pequeños, mientras que el que discurre en paralelo a éste, más metido en el mar, alcanza una mayor profundidad y permite usar trampolines naturales cercanos para zambullirnos de cabeza. 
Arra es también un enclave idóneo para la pesca deportiva, tanto en bote como a caña. También es un punto de partida muy interesante para la pesca submarina, pues desde esta playa es posible, con buena mar, bucear a lo largo de dos kilómetros y arribar en los pedrales más próximos a la villa riosellana. 
El interés ecológico del fondo marino en esta zona es alto y esta sujeto a reglamentación medioambiental por parte del Principado de Asturias. 
En todos los casos y en todos los usos posibles que permite este pedral, la ocupación por personas suele ser baja, lo que la convierte en un espacio íntimo y privilegiado. Los núcleos poblacionales más cercanos son las aldeas de Toriello y Collera. Y muy cerca también, sin necesidad de bajar al pedral, podemos disfrutar de un área recreativa con vistas excepcionales, la de los Acantilados del Infierno, con casi 100 metros de caída. Disfrute de la vista sin arriesgar."

La Enciclopedia del paisaje de Asturias, por su parte, cuenta de ella que es una "Curiosa playa del concejo de Ribadesella, en la parroquia de Collera, entre Arbidel y Tomasón", pasando seguidamente a explicar sus características:
"En forma de concha imperfecta que mira al norte y desprovista de los acantilados laterales de protección usuales en la costa, se llega a merced de un sendero peatonal accesible desde el pueblo de Toriellu (a cuyo norte se encuentra) y desde el de Cuerres. Con arena tostada salpicada de pequeñas piedras, lo más llamativo de esta playa es que, al término de la escasa arena, se adentran en la mar abierta varias filas de rocas, de caliza carbonífera, alargadas, discontinuas y paralelas entre sí y con el acantilado."

Aquí es donde se forman, entre las filas paralelas estas alineadas rocas, dos piscinas de agua salada en bajamares, El Pozu del Cura y El Pozu del Maestru, ese segundo más profundo. Con pleamares quedan sumergidas


Tras la destrucción del paso por el temporal surgieron las complicaciones, en este artículo para La Nueva España del 7-10-2009 de los periodistas R. Díaz y B. Morán, titulado Arra, la playa olvidada, se nos comenta esta problemática así como se resalta el interés geológico de este arenal con sus cantiles y pedreros:
"Arra sigue en el olvido. El pedral riosellano, situado entre las localidades de Collera y Meluerda, lleva ya cuatro años cerrado al público, debido a un derrumbe que afectó a la senda de acceso. La Administración pública, tras varios anuncios de reapertura, ha reconocido su incapacidad para hallar una solución viable que permita habilitar un nuevo acceso a la playa. Los usuarios de esta cala, mientras tanto, se lamentan de una situación que les ha impedido utilizarla durante los cuatro últimos veranos. 
El acceso al pedral de Arra está oficialmente cerrado, pero algunos excursionistas y pescadores se saltan a menudo la prohibición y, aun a riesgo de sus vidas, se atreven a bajar hasta la playa. El descenso es complicado: la escalera por la que se accedía al pedral quedó completamente destruida en abril de 2006, debido a un argayu. La Demarcación de Costas, tras un intenso análisis técnico de la zona, anunciaba el pasado mes de enero que su primitiva idea de habilitar un acceso provisional era «inviable». Resultaba demasiado peligroso abrir la playa al público. El anuncio supuso un varapalo para los intereses turísticos del concejo, ya que el pedral constituye un paraje singular de gran valor geológico. 
No en vano un grupo de geólogos de la Universidad de Oviedo aseguraba hace sólo unos meses que el pedral de Arra es un punto geológico de relevancia mundial, y que su estudio resulta «clave» para comprender el origen de Asturias y de la cordillera Cantábrica. Arra es protagonista principal de un proyecto de investigación que un grupo de quince especialistas está desarrollando para desvelar las formaciones kársticas del Jurásico asturiano, entre Gijón y Ribadesella. Los geólogos aseguran que Arra explica la evolución de la falla de Ribadesella, una fractura de casi diez kilómetros de longitud que surgió hace 33 millones de años y que atraviesa todo el concejo. Ahí comenzó la historia del peculiar paisaje montañoso asturiano actual."

Contemplamos pues un lugar del máximo interés geológico pues es el testigo de cómo se configuró la orografía asturiana actual, la falla de Arra o de Ribadesella, ante nosotros. Ahora vemos los acantilados y las montañas formando parte de un conjunto geográfico totalmente vinculado el uno con el otro en su formación y en la de la Asturias que hoy conocemos paisajísticamente


Costa jurásica pues que da fundamento a la de los dinosaurios, conocidas sus icnitas desde hacía tiempo pero que fue especialmente estudiada y divulgada con la puesta en marcha del Museo del Jurásico de Asturias (MUJA), inaugurado en 2004, aprovechando de la gran expectación mundial creada en torno a estos seres, sobre todo con la saga de películas de Spielberg tras el éxito rotundo de la primera, Parque Jurásico, en 1993


También aquí el camino serpentea siguiendo la forma del margen del acantilado, hay menos tojos y una alambrada delimita la finca que hay a nuestra izquierda


La gente se detiene a cada instante a hacer fotos de las bellezas que va encontrando a cada paso


Y no solo hacia el mar, también al interior tenemos un excelso paisaje riosellano, la zona oriental del concejo, al este del Sella


Y aquí una referencia muy importante, el cruce de Argunadieyu, donde la vía asfaltada que comunica los acantilados del Infiernu con la carretera se cruza con el Camino de Santiago. Hay un poco más al sur un pequeño altozano plantado de eucaliptos casi por entero, es El Cuetu Tresmonte, de unos 69 metros de altitud al norte del pueblo de Meluerda, uno de los que conforman la parroquia riosellana de Collera. 


En su cima el arqueólogo Eduardo Pérez-Fernández localizó un recinto fortificado que bien podría ser un castro, "siendo entregada su correspondiente ficha en la Consejería de Educación, Ciencias y Deportes del Principáu d'Asturies para su inclusión en el Inventario Arqueológico Provincial el 18 de febrero de 2016", tal y como podemos leer en la página Arqueoastur, que prosigue así:

"Este recinto fortificado, situado en la rasa costera a unos 700 metros del frente litoral, a pesar de su modesta altitud, unos 69.28 metros, disfruta de un amplio dominio visual sobre el territorio circundante. El río Sella se encuentra a 1,3 km al SW del promontorio y a sus pies, unos metros al SE se encuentra la laguna estacional del Quérabu.

Se trata de un promontorio calcáreo estructurado en dos grandes plataformas diferenciadas en altura y resaltadas en todo su perímetro. El recinto fortificado se emplaza en la más alta de éstas, la septentrional, que se carácteriza por unas vertientes naturales muy abruptas. La plataforma inferior, que se ciñe inmediatamente al SW, se constituye como una explanada que también destaca sobre el entorno circundante por hallarse resaltada mediante taludes naturales, sin presentar indicios de restos defensivos artificiales.

El recinto es de planta más o menos ovalada con unas dimensiones de unos 128 x 70 metros, disponiéndose su espacio interno en abanico desde el extremo NW, con la cota más alta del promontorio, 69.28 m, dando lugar a una amplia plataforma de unos 6.300 m² muy apta para el hábitat, levemente buzonada y orientada al SE"

"En la vertiente NE de la plataforma superior está defendida por un potentísimo terraplén escalonado en dos que asciende unos 20 metros desde la base de la elevación hacia la cima. La existencia de una posible muralla que lo culmina lo confirma la gran cantidad de derrumbes de arenisca que se acumulaban a lo largo de una banda de unos 20 metros de longitud en el sector NE. Tanto el flanco SE como principalmente el NW del promontorio presentan unas laderas muy aplomadas bajo dicho talud térreo, indicando claros indicios de haber sido verticalizadas artificialmente en algunos sectores y en otros aprovechado los propios desniveles naturales de la elevación.

En el frente SW del cerro, donde se une la plataforma superior con la inferior, se observa un complejo aparato defensivo,  conformado por el referido terraplén superior que se bifurca en dos segmentos.  El superior que alcanza hasta los 3 metros  y se integra en los desniveles de la ladera occidental. El inferior rodea toda la ladera oriental y parte de la meridional, justo donde se une la plataforma superior con la inferior.

El siguiente elemento defensivo consiste en un parapeto que a modo de barrera corta el frente SW, sobresaliendo como testigo calcáreo, con una ancho de 5 metros y elevándose unos 2 metros sobre la parte interna del recinto. Su escarpe opuesto tiene unos 20 metros de altitud, abriéndose en su base un foso tallado en la caliza de unos 3 metros de ancho del que solo queda un corto tramo, quedando el resto colmatado por las labores de acondicionamiento agrícola que se llevaron a cabo en este sector. Su escarpe exterior presenta una altura muy inferior, en torno a los 3 metros"

A su izquierda en la llanura, un muy importante espacio natural,  El Quérabu, un humedal, o llamarga, de gran valor ecológico, que guarda el misterio, aún no bien explicado, de su capacidad de llenarse y secarse de un día para otro y viceversa


La laguna se forma principalmente en invierno, y en ocasiones se desborda, llegado a formarse un lago de considerables dimensiones que en ocasiones ha llegado a inundar la carretera general AS-379 a su paso por el lugar


Vamos ahora a seguir camino abajo entre la finca y los acantilados, pues hay un paso un poco más allá en el que podremos decidir entre continuar por los prados de Arra y Arbidel, o retomar el Camino de Santiago oficial, que es lo que en este caso vamos a hacer nosotros


Aunque con unos fuertes repechos y una bajada rompepiernas para rematar, nadie va a negar la belleza de ese recorrido, sin embargo, podemos decir que ya conocemos esta fantástica costa de los acantilados del Infiernu y volvemos al Camino, que es el fundamento de este blog, pues hay ahora varios enclaves muy relacionados con su historia que no sería muy de recibo pasar de largo


No obstante quien quiera por supuesto puede seguir adelante si es su deseo, aunque el sendero se pierde un poco entre los prados no hay mayor problema que seguir la línea de costa y redoblar un poco esfuerzos antes de entrar en el casco urbano por el arenal de L'Atalaya


Atentos ahora para llegar al lugar donde dejar esta primera línea litoral y dirigirnos al sur, a Argunadieyu, quienes deseemos volver al camino jacobita propiamente dicho


Justo donde aquel grupo de peñas en la senda, a la izquierda, hay un paso a la izquierda, a la finca


Es exactamente aquí, donde un ramal pasa al prado a la izquierda de estos postes



Si acaso estuviese cerrado tendríamos que volver atrás al área recreativa, pero hemos visto es zona de paso bastante frecuentada


Fijémonos al otro lado del prado en aquella gran portilla: hemos de llegar a ella


Para ello dejamos el sendero y continuamos esos metros prado adelante campo a través


Aunque crecen algunos helechos en principio se pasa bien y sin inconvenientes. No molestemos al ganado si lo hubiera y si no estuviésemos convencidos pues adelante hacia Arra y Arbidel o hacia atrás y regresar al área recreativa


Es un corto trecho con una espléndida vista de La Peñe les Pandes, Santianes, Cuana y el Mofrechu


Al acercarnos vemos que son dos las portillas: nos dirigimos mejor a la de la derecha


En este lugar donde crecen algunos arbustos y se aparca la maquinaria, llegamos al final del prado


Paso libre, también hay una saltadera en el seto natural por si el portillo estuviese cerrado. Si hay ganado pueden cerrarlo, si lo usamos dejémoslo cerrado a nuestro paso, pues las reses pueden pasar peligrosamente a la carretera del Infiernu


Y llegados a esta carretera local, camino asfaltado hacia los aparcamientos y el área recreativa, continuamos a la derecha


Avanzamos muy en recto, el camino hace bajada y un poco de tobogán. Estemos muy atentos al paso de vehículos yendo y viniendo, sobre todo en verano y fines de semana todo el año


Cruce y de frente, siempre en recto, ahora tomando dirección sur


Argunadieyu, hermosos prados muy llanos: el Camino de Santiago viene a cruzarse con este por aquella línea de arbustos que tenemos enfrente


Ahora, curva a la derecha entre las fincas. Muy a lo lejos, otras montañas emblemáticas


Las nubes, como tantas veces ocurre cayendo la tarde, ocultan el Sueve pero dejan al descubierto, más abajo, la Sierra del Fitu


Y en lo alto las cumbres gemelas del Picu la Gobia o El Cantiellu(538 m), a la derecha, y a la izquierda Bustronci (534 m)


Y aquí de nuevo la finca San Antoniu, a la entrada misma del casco urbano riosellano


Allí, donde aquellos fardos de hierba brillando al sol, será la unión de caminos


Son pues ya los últimos metros antes de nuestro reencuentro con la senda jacobita riosellana


A nuestra derecha, grandes prados de La Espina que llegan hacia Arra y Arbidel


Por aquel prado cuestudo de El Pedralín es por donde se sube para luego bajar a Ribadesella/Ribeseya en fuerte descenso todo recto y en rampa


Fijémonos en el profundo y oscuro tajo del acantilado jurásico, sobre el que crecen los ocalitos


Al final del seto enlazamos con el Camino de Santiago, dando por finalizada aquí nuestra ruta paralela, alternativa aunque muy cercana a él, para conocer los acantilados del Infiernu y los demás de este sector de costa


Este es el punto de reunión con el Camín Real de la Costa, el Camino de Santiago riosellano, a la derecha el mojón nos indica continuar en esa dirección


Y con el castreño Cuetu Tresmonte ante nosotros nos dirigimos desde Argunadieyu a La Espina y Oreyana, a un paso ya de la villa riosellana
















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